Cristina Cifuentes obtuvo su título de master en una universidad pública con notas falsificadas

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En Sevilla todos los del PP aplaudiéndola. Deben estar muy acostumbrados a las licenciaturas fantasmas, masteres fantamas etc etc.

Al ver a Rajoy abrazándola en Sevilla me viene a la memoria lo espabilados que fueron Rajoy y sus hermanos todos abogados o notarios.(y)

Eran otros tiempos en los que papá Rajoy era amigo de los Franco.

O también me acuerdo de una excaldaldesa que cursó licenciatura en una universidad donde sutío fue rector. A lo mejor ella como su hermana lo sacaron limpiamente y con esfuerzo pero te hace pensar que si ésto pasa en pleno siglo XXI...¡Que no habrá pasado en tiempos anteriores!
 
En cuanto al papel de Rivera ya se ha visto bastante. A pesar de todo lo que ha salido a la luza....la sigue apoyando. Su credibilidad de partido regenerador está por los suelos.

En cuanto a Pedro Sanchez estupendo que haya promovido su partido una moción de censura en Madrid, pero lo que tendría que hacer es INTENTAR hacerla extensiva al gobierno central que bastante daño ha hecho a España y a los españolitos de a pie con su gobernabilidad. Para eso parece que no está dispuesto ni a intentarlo.

¿Que le han prometido si se mantiene calladito y quieto en ese tema?
 
El Mundo Orbyt.

POR JAVIER NEGRE

08/04/2018

“SE AVECINA UNA HECATOMBE DE DIMENSIONES BÍBLICAS”
Así anticipó P. en un foro ‘online’ de universitarios el escándalo por el máster de Cifuentes. Su sensación, explicó a políticos del PSOE que le llamaron, es haber hecho en 72 horas más por limpiar la Universidad que muchos en 20 años. “Esto no es una operación política”, ha llegado a decir

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Mediados de marzo. Fuenlabrada, Madrid. En un aula de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos un espigado profesor con gafas está impartiendo una clase de Estructura Social Contemporánea. El hombre, de piel blanquecina y perfecta dicción, imparte una lección magistral sobre el significado del poder. Y no sólo abunda en la teoría. También plantea a sus alumnos de Periodismo un ejercicio práctico: que saquen sus móviles para leer la exclusiva que había dado esa mañana eldiario.es sobre el máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que habría obtenido en el centro de forma fraudulenta. «Yo soy la persona que está detrás de todo ello», les dice orgulloso. Toda una exhibición de poder. Los estudiantes le miran incrédulos. Y el maestro, para reivindicarse como el garganta profunda, les adelanta que en pocos minutos podrán ver una nueva noticia sobre el caso. Más poder. Los alumnos aplauden enfervorecidos. Así lo ha relatado él mismo a su entorno.

El profesor, también violonchelista, al que identificaremos sólo con una inicial, P., quería dejar constancia de que él era el director de esa orquesta que empezaba a sonar y que ha puesto en riesgo la carrera política de Cristina Cifuentes. Semanas antes, en un foro online universitario, había escrito a modo de profecía: «Se avecina una hecatombe de proporciones bíblicas». Una tormenta perfecta.

Bien lo sabía el docente. Ya tenía toda la información a su recaudo y sólo era cuestión de ordenar los pantallazos. De administrar los tiempos. De elegir el momento perfecto para cobrarse a su presa. Iniciaba su segunda gran cacería. En la primera se llevó por delante a un rector que terminaría siendo conocido como el rector plagiador.

¿Por qué desvelaba P. su juego de poder a los alumnos y otros compañeros de Universidad? El profesor anticipó que una vez que estallase el escándalo no tardarían en salir personas colgándose la medalla para medrar en la Rey Juan Carlos o ganar para su partido la Comunidad de Madrid. Un botín inesperado a un año de las autonómicas. De ahí sus esfuerzos sin disimulo por reivindicar su obra. Incluso, según cuenta él, lo hizo ante el rector de la Universidad, Javier Ramos, quien le habría pedido negociar. Después dio la cara ante otros profesores, a los que comenzó a mandarles los links de las informaciones que desacreditaban el máster en Derecho Autonómico de Cifuentes junto a un emoticono de gafas y dientes prominentes. «Es lo que uso siempre para identificarme como el autor de la maldad. En la universidad ya todos saben que he sido yo», ha explicado estos días.

P. quería dejar claro que él había sido quien manejaba el timing y el que había decidido cómo se iba a desarrollar la operación Cifuentes en sintonía con su medio de confianza. Limpiar la universidad era ya su obsesión. Había empapelado su casa con un árbol de decisión: un esquema donde definía cada uno de sus pasos, los distintos escenarios, los posibles movimientos de sus rivales y sus contraataques. Su hoja de ruta para derribar a Cifuentes. «Ni el CNI, ni Atresmedia, ni Paco Marhuenda [también profesor de la URJC], ni Soraya Sáenz de Santamaría, ni Ignacio González han tenido nada que ver. No ha habido fuego amigo. No está Podemos ni el PSOE detrás. No es una operación política. He sido sólo yo. Cuando he dejado todo resuelto, se han sumado otros», ha dicho este militante del PSOE. Pero lo curioso es que su objetivo inicial no era Cifuentes. Y dice que tampoco será el último, pues en esta historia de venganzas, traiciones, mentiras y juegos de tronos universitarios le quedan aún muchas figuras por derribar.

En este relato también hay una fecha oficial. El 24 de julio de 2014. Ese día, la orden 2385/2014 del Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid recoge un cambio interno en la Universidad Rey Juan Carlos firmado por la entonces consejera de Educación, la popular Lucía Figar: la «extinción del grado en Sociología». La noticia no tiene eco mediático. Pero aquel BOCM sería el origen de los males de Cifuentes.

En aquel Boletín Oficial está la razón de ser de la vendetta de P., un profesor de Sociología que entonces se vio apartado de su materia. Según él, por la decisión de la Universidad de falsear los datos de alumnos matriculados para demostrar que el grado apenas tenía demanda. Y todo con el beneplácito de Lucía Figar, a quien P. llegaría a denunciar por prevaricación. Lo cierto es que se quedó sin poder dar su titulación y sus alumnos de Sociología, sin carrera. Él creyó, y aún cree, que la extinción del grado de Sociología fue el castigo de la dirección de la URJC por haber apoyado al candidato perdedor al rectorado. Se refiere al profesor de Estadística, David Ríos, aspirante a dirigir la Universidad que fue derrotado por Fernando Suárez.

Suárez había sido nombrado rector en funciones por Pedro González–Trevijano cuando éste accedió al Tribunal Constitucional. Era junio de 2013 y el primer escándalo no tardó en llegar. Justo tres días después de que Suárez convocase elecciones para ser la máxima autoridad de la URJC. Él pensaba que iba a ser un camino de rosas, pero trasciende que había sido imputado por amenazar cuando era vicerrector con «enterrar» al jefe del Departamento de Estadística si apoyaba a David Ríos, que se había presentado contra González-Trevijano. La conversación fue grabada por el profesor y se incorporaría a la querella. Aquella filtración a los medios no impediría que el rector noquease a Ríos. Según varios profesores veteranos de la Rey Juan Carlos, Suárez había tejido tal red clientelar que era invencible. Colocando en el campus a los familiares y amigos de profesores de la Universidad cuyos votos valían más en las elecciones.

En el fragor de aquella batalla sitúa el garganta profunda del caso Cifuentes la decisión de acabar con Sociología por venganza. Dice el profesor que se trató de laminar tanto a Ríos como al profesor de Estadística (redujeron el profesorado de su departamento) y a él mismo (le situaban detrás de las filtraciones a la prensa). «Suárez sabe que cuando me cerró el grado de Sociología por haber apoyado a Ríos él cavó su tumba», ha asegurado P. a su entorno sobre aquellos tiempos.

Detrás de aquella cacería, según su versión, también estaba González-Trevijano, ahora magistrado del Constitucional. El profesor ha dicho de él a su círculo que «sigue controlando esta Universidad corrupta como don Vito Corleone» y que desde que fue rector la utilizó para dar facilidades académicas a personas vinculadas al PP o colocar a sus familiares. Usó, según él, la URJC para medrar en los círculos populares porque quería ser ministro o miembro del Constitucional, como consiguió en 2013. Y ahora, el sociólogo ha explicado a su gente que está seguro de que Trevijano fue quien ayudó a a Cifuentes a obtener su máster de forma irregular en el que se matriculó en 2011 cuando él mandaba. «Es su padrino», ha dicho.

Una vez desaparecido el grado de Sociología, P. empezó su cruzada por destapar la «fosa séptica» de la Rey Juan Carlos. Cayese quien cayese. Por ello, pidió a funcionarios de confianza que luchasen por encontrar irregularidades.

Su sed de venganza era tan palpable que llegó a oídos de una facción del Opus Dei que quería destronar a Suárez, también vinculado a esta corriente religiosa. Suárez se había granjeado enemigos cuando fue nombrado por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, director del Anuario de Historia del Derecho sin ser, como regía la tradición, el catedrático más antiguo en el escalafón. También querían acabar con él porque había formado parte del tribunal que negó una plaza en la Complutense a un catedrático de Historia del Derecho con influencia dentro de esa facción. Fue este grupo de poder, según ha dicho P., quien puso al profesor sobre la pista de que Suárez había plagiado varios trabajos académicos. Y éste comenzó a verter señales en un blog del que era administrador. Empieza a dar pistas sobre los escritos que ha podido copiar y anima a otros profesores a colaborar en el striteas* de su copy and paste. Se crea el comando Zorro, un grupo de personas que empieza a comparar texto por texto. Y a P. comienzan a llegarle sobres. Con trabajos de Suárez plagiados. El tema comienza a circular por la URJC y aflora en la prensa una semana después de que el rector Suárez hubiese aprobado un sistema antiplagios.

Se abre la veda y P. implica a más medios para que el asunto tenga repercusión nacional. Es cuando aparece una oleada defusilamientos que demuestran que Suárez había plagiado en 10 de sus publicaciones y que, como desveló Crónica [«El plagio definitivo del rector copión», 24/12/2016], había contado con «un grupo de negros» que le había hecho el trabajo más sucio de reproducir literalmente párrafos de otros autores. Suárez se enroca en su cargo. Sabe que ha tejido tal red clientelar que nadie le va a echar de su cargo y que incluso convocando elecciones podría ganar, dado el mayor valor que tienen las votaciones de los profesores a los que ha brindado privilegios. Sin embargo, P. manda un mediador al consejero de Educación, Rafael Van Grieken, que había sido vicerrector. Eran ya tiempos de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad. Le dice que tenía «24 horas» para deshacerse de Suárez. «Si lo haces puedes poner al rector que quieras porque lo primero es salvar la imagen de la Universidad». Y Van Grieken acepta con el apoyo de Cifuentes, según fuentes universitarias. La Comunidad empuja a Suárez a convocar elecciones y a renunciar a su reelección. A cambio, pactan que su sucesor sea un afín. Suárez elige a Javier Ramos, uno de sus lugartenientes. Ahora son íntimos enemigos.

EL ‘CASO CIFUENTES’

Ese relevo pactado en el rectorado de la Rey Juan Carlos está en el origen del escándalo por el máster. El profesor P. siempre creyó que en la decisión de apostar «por la línea continuista» y no por un rector «de consenso y limpio» de cualquier mácula de corrupción» tuvo mucho que ver Cifuentes. «De ahí que el rector Javier Ramos le haya querido echar un cable a Cristina al principio», ha dicho P. Al ver el triunfo del rector Ramos, el profesor de Sociología dio orden a sus colaboradores de que entrasen en los sistemas y rastreasen todos los expedientes de los políticos que se habían sacado el título en la URJC.

Y a principios de este año le llamó uno de ellos anunciando caza mayor. La inmaculada presidenta de la Comunidad. Le informó de que se había sacado el máster en Derecho Autonómico de forma fraudulenta. «Si es verdad me cargo la Comunidad», le dijo el profesor que, meticuloso como nadie, le exigió pruebas documentales. Y a los pocos días le apareció con un pantallazo con datos de la intranet del centro que avalaba su hipótesis. Pero quería más. Necesitaba más pruebas, consciente de que si iba a disparar contra un elefante necesitaría munición de mayor calibre, y con la sospecha de que el engranaje de la URJC iba a defender a Cifuentes. Y le trajeron tres pantallazos más. Definitivos para tumbarla a su juicio.

Era cuestión de elaborar un planning sobre cómo y cuándo sacar la información. Decidió lanzarla cuando vio cómo Cifuentes se retrataba ante la comisión de investigación de la financiación irregular del PP como una política honesta. Le enervó tanto que no pudo aguantar más. El primer tiro contra Cifuentes fue difundir ese pantallazo que demostraba que le cambiaron dos notas de «No presentado» a «Notable» tres años después de matricularse en 2011 y sin mediar nueva matrícula. Lo hizo una funcionaria que no trabajaba en el servicio de posgrado ni en el mismo campus donde se impartía. Cuando la información fue publicada, P. reivindicó su autoría ante el rector, quien, según el relato del profesor, le ofreció negociar. No aceptó. «No tengo ninguna novia ni ningún hijo tonto a quien colocar», dijo.

También avisó de que todo iba en serio a su amigo Enrique Álvarez Conde, el director del máster que se ofreció a dar la cara por Cifuentes. Pero éste no le creyó y aceptó comparecer en una rueda de prensa pactada con la parte afectada defendiendo la honorabilidad de Cifuentes. Los responsables de la Universidad lo achacaron a una «mala transcripción en la introducción de las notas». A un error informático. Y ni rastro de su trabajo fin de máster.

Tras la rueda de prensa, P. telefoneó a Álvarez Conde avisándole de que al día siguiente tenía munición que les dejaría en ridículo. «Me ha dicho el rector que tú no puedes tener nada que contradiga nuestra versión», le dijo el director del máster. «Si quieres te mando los documentos originales antes de publicarlos», le desafió el profesor. Desconocía que su amigo tenía varios pantallazos que demostraban que Cifuentes cuatro meses después de «aprobarlo todo» en noviembre de 2012, según su versión, pagó 6,11 euros para poder presentar y defender el Trabajo Fin de Máster (TFM) que teóricamente ya tenía aprobado con un notable. Álvarez Conde entró en pánico. «¡Joder, he hecho el gilipollas!», le dijo a P.

Y después ya empezó a tocar el resto de integrantes de la orquesta. El Titanic cifuentino hacía agua. Y se abrían nuevos frentes: los partidos exigían responsabilidades, compañeros de máster de Cifuentes aireaban que nunca habían visto en clase a la entonces delegada del Gobierno en Madrid... También aparecieron una serie de informaciones que permitían sospechar por qué la Universidad estaba protegiendo a Cifuentes. «El profesor del máster falsificado de Cifuentes fue colocado por el PP»; «El director del máster de Cifuentes fue alto cargo de Rajoy» y «La universidad que regaló un máster a Cifuentes contrató como profesora a su hermana de manera ilegal» fueron algunos de los titulares publicados.

Al profesor se le acercaron intermediarios del PP, de Podemos y del PSOE. Unos para informarse, otros para sacar rédito político. A los socialistas les transmitió que él podía tener carné (se afilió después de las europeas), pero que también había corruptos socialistas en el campus. Por eso, ha asegurado que tiene preparada su carta de baja, aunque el PSOE le ha pedido que aguante. También les dijo que era partidario de una moción de censura pero manteniendo a un político popular. Y les reprochó que él había hecho «más en 72 horas por limpiar la URJC que ellos en 20 años».

A pesar de las evidencias, Cifuentes se aferró al sillón. En la mañana de su comparecencia, El Confidencial se sumó a la causa explicando que el documento que utilizó la presidenta para tratar de demostrar que completó su máster fue fabricado unas horas después de que estallara el escándalo y que dos de las firmas de las tres profesoras que figuran en la supuesta acta del tribunal del TFM fueron falsificadas. «Alguna de las firmantes del acta falsa acabará cantando por consejo de su abogado para evitar el delito de falsedad documental», pronosticó P.

Su profecía se cumplió un día después de que Cifuentes insistiese en su honorabilidad en la Asamblea de Madrid. Una de las profesoras dijo que no había firmado esa acta. Era el aparente fin de Cifuentes. Pero la presidenta decidió resistir. «He demostrado que con tres pantallazos se puede hundir una Comunidad.Ya he conseguido acreditar que todo es un chanchullo y que debe dimitir. Ya no tengo más material contra Cristina…Ahora toca a los partidos hacer su trabajo», dijo P. el pasado miércoles. El PSOE ya ha activado la maquinaria.

Mientras tanto, P. amenaza con seguir levantando alfombras en la URJC donde, según su entorno, existe un sistema para falsificar TFM. «El registro de entrada está en la red; ellos quitan internet, cambian la fecha del ordenador, reactivan internet y ponen la fecha que necesitan en el documento», aseguran desde la URJC. El sociólogo también quiere destapar a otros políticos. Cambiar al rector y si no, que cierren la URJC. «Fraccionarla por campus y adscribirlos a otras universidades, pero eso dependería de la Comunidad». También quiere desmontar toda la red clientelar ideada por Trevijano, acabar con los profesores corruptos («ellos son más corruptos que Cifuentes») y sobrevivir a la caza de brujas que les espera a él y a sus colaboradores. Una orquesta que promete no dejar de sonar.
 
En cuanto al papel de Rivera ya se ha visto bastante. A pesar de todo lo que ha salido a la luza....la sigue apoyando. Su credibilidad de partido regenerador está por los suelos.

En cuanto a Pedro Sanchez estupendo que haya promovido su partido una moción de censura en Madrid, pero lo que tendría que hacer es INTENTAR hacerla extensiva al gobierno central que bastante daño ha hecho a España y a los españolitos de a pie con su gobernabilidad. Para eso parece que no está dispuesto ni a intentarlo.

¿Que le han prometido si se mantiene calladito y quieto en ese tema?


Tiene su explicación hoy Maraña ha dicho en la noche que un diputado de naranjito tiene un titulo falso como CC.
 
Tiene su explicación hoy Maraña ha dicho en la noche que un diputado de naranjito tiene un titulo falso como CC.
En España estan actuando cientos, sinó miles de profesionales falsos, hay desde Odontólogos hasta médicos, pasando por todo el resto de profesiones.-
Una verguenza derivada de la corrupción generalizada de este Pais de verguenza.
Y valga la redundancia.--
 
Ciudadanos encarga una encuesta para decidir qué hace con Cifuentes


Las preguntas desvelan todo un abanico de posibilidades: desde apoyar una moción de censura hasta entrar en un Gobierno con el PSOE o hacerlo con el PP

El trabajo ha sido encargado por José Manuel Villegas en el marco de las sondeos de intención de voto que su secretaría encarga habitualmente

Gonzalo Cortizo
88 Comentarios

07/04/2018 - 21:28h

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Albert Rivera, en una imagen de archivo EFE

Cifuentes se resiste a aceptar la comisión de investigación que exige Ciudadanos para evitar su dimisión
Ciudadanos quiere despejar sus dudas sobre qué papel adoptar ante el escándalo de Cristina Cifuentes y le ha pedido ayuda a las encuestas. El partido que lidera Albert Rivera ha encargado un trabajo específico sobre el escándalo de la presidenta madrileña con interrogantes que desvelan todo un abanico de posibilidades: desde apoyar la moción de censura hasta entrar en un Gobierno con el PSOE o hacerlo con el PP.

Las preguntas específicas que Infocom está haciendo a los encuestados son las siguientes: ¿considera grave la polémica sobre Cifuentes?, ¿cree que debe dimitir?, ¿le parece suficiente la comisión de investigación que ha pedido Ciudadanos?, ¿debería apoyar Ciudadanos la moción de censura?, ¿debería haber un Gobierno Ciudadanos con el PP o Ciudadanos con el PSOE (y Podemos fuera)?

Fuentes de la dirección de esta formación han confirmado la existencia de ese trabajo en marcha, a cuyo cuestionario ha tenido acceso eldiario.es: "Es una más de las encuestas periódicas de intención de voto en las que habitualmente se incluyen preguntas sobre temas de actualidad", aseguran desde la dirección de C's.

La empresa Infocom, encargada del estudio, inició su trabajo de campo este viernes y los resultados estarán en manos de Albert Rivera a finales de la próxima semana. La realización del estudio demoscópico se produce en un momento clave para la suerte política de Cristina Cifuentes y en el que todos miran a la formación naranja como la clave para definir el devenir de los acontecimientos.

En el entorno de Albert Rivera se impone la convicción de que no se pueden permitir la salvación de Cifuentes y cada vez son más los que apuestan por dar el paso definitivo y apoyar la moción de censura. La encuesta demuestra que Ciudadanos está valorando esa posibilidad.

Sin embargo, la formación naranja asume el problema de Madrid como una encrucijada en la que cualquier decisión que adopten puede tener efectos secundarios. Apoyar la moción del PSOE les obliga a votar junto a Podemos, algo que en el PP creen que "no sería entendido por el electorado" que se disputan ambas formaciones.

El PP quiere forzar a Rivera a tomar la decisión más difícil para rentabilizar al máximo la eventual pérdida del gobierno de Madrid. "Nos viene mejor una moción de censura que una comisión de investigación", asegura a este diario uno de los principales dirigentes de la formación que lidera Mariano Rajoy.

Madrid se ha convertido en el escenario de una batalla política en la que Rajoy y Rivera se juegan mucho más que el gobierno de una Comunidad Autónoma. El valor específico de la disputa ha empujado al PP a ordenar un cierre de filas en torno a la presidenta madrileña que obligará a Rivera a tomar una decisión más contundente que las adoptadas hasta el momento.
 
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