Joven asesinado en La Coruña ¿Crimen homófobo?

Ya empiezan con que si la abuela fuma- Que se dejen de marear la perdiz y todos a juicio , esclarecer la verdad y a cumplir la pena por Asesinato, nada de homicidio. Que ya esta bien Por ser la justicia tan permisiva, estamnos rodeados dce crimenes brutales
"Entre todos lo mataron y el solo se murió". Es lo que dice el dicho popular cuando no dicen quien ha sido...y tod@s se pasan la bola.
 

El vuelco en el crimen de Samuel, «un engaño mediático masivo»: «Esconden asesinato ideológico y con delito de odio»​

La Policía no encaja este crimen, por el momento, con un delito de odio motivado por homofobia
Periodista Digital
12 Jul 2021 - 12:57 CET



El vuelco en el crimen de Samuel, un engaño mediático masivo: Esconden asesinato ideológico y con delito de odio




Unos días después del triste y brutal asesinato de Samuel, el joven de 24 años de La Coruña, bestialmente asesinado por una turba de personas en una noche de fiesta, la concepción sobre el mismo ha cambiado.
Desde el primer minuto el asesinato, por las palabras de algunos testigos, se tomó como un crimen homófobo, algo que no había sido admitido por los investigadores pero la sentencia popular ya estaba dictada. Las manifestaciones desde el colectivo LGTBI y azuzadas por la izquierda radical del país comenzaron entonces a darse por todo el país.
Lo que no se esperaban desde según qué sectores es el completo giro que ha dado el caso, cuando algunos testigos han empezado a asegurar que los asesinos eran inmigrantes.
«Una pandilla de jóvenes de 30 años como máximo y todos latinos, mulatos…» Esto es lo que dijo uno de los testigos en El Programa de Ana Rosa, mientras otra protagonista, asegurando ser amiga de los agresores, comentó en el mismo programa que no pudo tratarse de un crimen homófobo, pues en el grupo hay un gay…
Más allá va el periodista y tuitero estrella de la derecha, Alvise Pérez, denunciando a través de las redes sociales una realidad dantesca:




QUÉ SE SABE DEL CRIMEN​

Una semana después, a lunes 12 de julio de 2021, las investigaciones aún no han terminado, ni mucho menos. Lo que se sabe sobre el lamentable asesinato es que la Policía busca a más jóvenes y que son seis los detenidos, ya con algunos en prisión y otros en un centro de menores.
Además, EFE señala que:
La Policía no encaja este crimen, por el momento, con un delito de odio motivado por homofobia, ya que a la víctima le gritaron «mari**n» inicialmente pero no se tiene constancia de que los agresores le conocieran y pudieran agredirle por su condición sexual. No obstante todas las hipótesis se contemplan.

Los disturbios, liderados por los matones del ataque a VOX en Vallecas​

En especial en Madrid, la muerte de Samuel fue utilizada desde el minuto uno por los radicales de izquierdas, que sembraron odio por las calles y tuvieron que ser reducidos por los antidisturbios. Pero pronto se supo la verdad, la Policía Nacional hundió el ‘plan LGTBI’ promovido desde la extrema izquierda para usar la muerte de Samuel como una excusa para atacar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o al alcalde José Luis Martínez-Almeida, quitando la careta a los organizadores de las protestas:
La Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía ha identificado a quienes, el pasado lunes 5 de julio, lideraron los disturbios y promovieron la violencia en la protesta por el asesinato del joven coruñés.
Como indica OkDiario, se trata de viejos conocidos de las autoridades: el grupo de radicales de izquierdas que se enfrentaron a los antidisturbios e intentaron agredir a los representantes de VOX durante su acto de apertura de campaña en Vallecas. Sin olvidar que también son los artífices del caos callejero tras la detención del rapero Pablo Hasél.

«Si lo de Samuel no es un crimen homófobo, toda esta gentuza abandonará su cadáver»​

Lo triste es que solo una semana después estamos a un solo paso de que se cumpla la advertencia de Carlos Herrera: «Si lo de Samuel no es un crimen homófobo, toda esta gentuza abandonará su cadáver».
Herrera, en su editorial de este 7 de julio de 2021, comentaba en COPE que:
Han detenido a tres presuntos autores de la muerte de Samuel. Si evidentemente hay muestras de que el crimen de Samuel no fue motivado por odio homofóbico, todos estos que han gritado, se han manifestado, se han rasgado las vestiduras, han insultado, han llamado fascista al que se le cruza hasta al padre de Samuel… Todos esos abandonarán inmediatamente el cadáver de Samuel, ya no les importará nada el cadáver de este hombre. Así es esta gentuza.
 

El vuelco en el crimen de Samuel, «un engaño mediático masivo»: «Esconden asesinato ideológico y con delito de odio»​

La Policía no encaja este crimen, por el momento, con un delito de odio motivado por homofobia
Periodista Digital
12 Jul 2021 - 12:57 CET



El vuelco en el crimen de Samuel, un engaño mediático masivo: Esconden asesinato ideológico y con delito de odio




Unos días después del triste y brutal asesinato de Samuel, el joven de 24 años de La Coruña, bestialmente asesinado por una turba de personas en una noche de fiesta, la concepción sobre el mismo ha cambiado.
Desde el primer minuto el asesinato, por las palabras de algunos testigos, se tomó como un crimen homófobo, algo que no había sido admitido por los investigadores pero la sentencia popular ya estaba dictada. Las manifestaciones desde el colectivo LGTBI y azuzadas por la izquierda radical del país comenzaron entonces a darse por todo el país.
Lo que no se esperaban desde según qué sectores es el completo giro que ha dado el caso, cuando algunos testigos han empezado a asegurar que los asesinos eran inmigrantes.
«Una pandilla de jóvenes de 30 años como máximo y todos latinos, mulatos…» Esto es lo que dijo uno de los testigos en El Programa de Ana Rosa, mientras otra protagonista, asegurando ser amiga de los agresores, comentó en el mismo programa que no pudo tratarse de un crimen homófobo, pues en el grupo hay un gay…
Más allá va el periodista y tuitero estrella de la derecha, Alvise Pérez, denunciando a través de las redes sociales una realidad dantesca:




QUÉ SE SABE DEL CRIMEN​

Una semana después, a lunes 12 de julio de 2021, las investigaciones aún no han terminado, ni mucho menos. Lo que se sabe sobre el lamentable asesinato es que la Policía busca a más jóvenes y que son seis los detenidos, ya con algunos en prisión y otros en un centro de menores.
Además, EFE señala que:

Los disturbios, liderados por los matones del ataque a VOX en Vallecas​

En especial en Madrid, la muerte de Samuel fue utilizada desde el minuto uno por los radicales de izquierdas, que sembraron odio por las calles y tuvieron que ser reducidos por los antidisturbios. Pero pronto se supo la verdad, la Policía Nacional hundió el ‘plan LGTBI’ promovido desde la extrema izquierda para usar la muerte de Samuel como una excusa para atacar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o al alcalde José Luis Martínez-Almeida, quitando la careta a los organizadores de las protestas:
La Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía ha identificado a quienes, el pasado lunes 5 de julio, lideraron los disturbios y promovieron la violencia en la protesta por el asesinato del joven coruñés.
Como indica OkDiario, se trata de viejos conocidos de las autoridades: el grupo de radicales de izquierdas que se enfrentaron a los antidisturbios e intentaron agredir a los representantes de VOX durante su acto de apertura de campaña en Vallecas. Sin olvidar que también son los artífices del caos callejero tras la detención del rapero Pablo Hasél.

«Si lo de Samuel no es un crimen homófobo, toda esta gentuza abandonará su cadáver»​

Lo triste es que solo una semana después estamos a un solo paso de que se cumpla la advertencia de Carlos Herrera: «Si lo de Samuel no es un crimen homófobo, toda esta gentuza abandonará su cadáver».
Herrera, en su editorial de este 7 de julio de 2021, comentaba en COPE que:
Por desgracia tiene toda la pinta que será así...
 
CRÓNICA

Mi hijo Samuel Luiz

El crimen que ha conmocionado España a los ojos de Max Luiz, su padre diácono del movimiento evangélico Congregación Cristiana



Mi hijo Samuel Luiz



Cerca de las 4 de la madrugada Max Luiz se despertó con un mal presentimiento. Se levantó de su cama, y se fue hasta la habitación de su hijo Samuel para saber si ya había regresado. La cama estaba vacía y pensó en llamarle, para que le dijera si aún iba a tardar mucho. Entonces sonó el teléfono.

En sus últimas 48 horas, Maxsoud Luiz 'Max' y Lolita Muñiz, habían visto a su hijo poquísimo. Tras diez meses y medio, el jueves 1 de julio Galicia abría el ocio nocturno hasta las tres de la madrugada, y Samuel no quiso perdérselo. El viernes 2, tampoco. Con Lina y Andrea quedaron a las diez en casa de Diego. El plan era primero cena, y luego acabar la noche en el Andén, uno de los pubs que hay al principio del paseo marítimo de Riazor, cerca del estadio del Deportivo.

En una casa situada a uno seis kilómetros de allí, en el barrio obrero de Meicende, en Arteixo, sonó el teléfono poco después de las cuatro de la madrugada. Lolita no se había criado demasiado lejos, en Borroa. Conoció a Max en Galicia pero decidieron emigrar a su tierra, a Brasil, donde él ya tenía otra hija de su anterior pareja. Entonces tuvieron a Samuel, y cuando el pequeño cumplió los 14 meses regresaron a La Coruña.

Max había encontrado trabajo en Inditex, en el polígono de Arteixo, como encargado de producción. Y Samuel estudió primero en un centro de la avenida de Arteixo, y luego en el Instituto Agra do Orzán. «No se emborrachaba, no se drogaba, nunca nos dio ningún problema, era muy responsable y trabajador», le contó Max a Susana Griso.

La familia pertenece a un movimiento evangélico llamado Congregación Cristiana, del que el padre es diácono. Hasta bien avanzada la adolescencia, Samuel, a que bautizaron así por el profeta hebreo, acudía a la iglesia todos los domingos por la mañana, a la reunión de jóvenes y niños, y tocaba la flauta travesera.

Decidió hacerse auxiliar de enfermería en el CIFP Ánxel Casal, donde conoció a su amiga Lina. Nada más sacarse el título empezó a trabajar en la residencia de ancianos Padre Rubinos, que compatibilizaba con sus estudios de FP para convertirse en higienista bucodental. Este septiembre hubiera empezado su último curso. Por la mañana trabajaba y por la tarde estudiaba. Rutina que compatibilizaba con su cita casi diaria al gimnasio.

16258554156400.jpg

El domingo Max se fue hasta el lugar en el que lo mataron, y pegó nueve cartulinas en el suelo con un mensaje manuscrito, que ha acabado alfombrando un improvisado monumento funerario junto a un bolardo. Agradecía el trabajo del 061, las muestras de cariño de la ciudad, las oraciones, y dejó frases de recuerdo como: «Nos quitaron la luz que ilumina nuestra vida».

A la altura del número 2 de la Avenida de Buenos Aires algunos coruñeses se hacen la señal de la cruz. Un señor va un poco más allá, y se anima a rezar un padrenuestro, sin perder el paso. Una señora se para un rato, parece que lee cosas, y empieza llorar antes de seguir su rumbro.

Bajo bolardo se erige un templo de rosas, ramos de margaritas, cirios, fotocopias de fotos de Samuel con sus amigos, un peluche de un conejo rosa, y otro de Peppa Pig, y otro de un pulpo amarillo. También hay un globo con forma de corazón. Adriana ha hecho un dibujo en el que ella y Samuel son ángeles.

A un paseo de unos veinte minutos desde el bolardo, Carmen, de 98 años, tuvo la misma idea que la niña. «Se fue un ángel», declaró a La Voz de Galicia. También que Samuel le elegía cada mañana la ropa y las joyas que combinaran mejor. Un día ella le dijo que en vez de cuidar viejos tenía que haberse hecho estilista. Fue en la cena del sábado cuando los responsables de la Institución Benéfica Padre Rubinos le contaron a los residentes lo qué había pasado con su auxiliar de enfermería. No querían que se enteraran por la prensa. Los periódicos publicarían al día siguiente que Samuel había sido golpeado, perseguido, acorralado y masacrado a golpes al grito de «mari**n de mierda».

A las 2.56 de la madrugada del sábado Lina y Samuel salieron del Andén para echar un cigarrillo. No quedaba nada para el cierre, y aprovecharon para hacerle una videollamada a Vanesa, la pareja de Lina, con la que se habían estado mensajeando toda la noche.

Ella cuenta que ya estaba metida en la cama cuando contestó. También que en un momento dado le giraron el teléfono para enseñarle dónde estaban, y vio a un chico y una chica que se aproximaban. Hoy ya los asesinos de Samuel.

Al parecer la pareja estaba teniendo una pelea. También estaban borrachos, según declararon ante la policía. Acababan de ser expulsados de un local próximo al Andén. El chico les dijo que dejasen de grabarles, y ellos les respondieron que no les estaban grabando, que era una vídeollamada. Vanesa desde el otro lado corroboraba la versión a gritos, cuenta, pero el chico insistió con Samuel: «O paras de grabar o te mato, mari**n». «¡mari**n de qué!», respondió Samuel, según el testimonio de Lina.

16258554196650.jpg

Las imágenes de las cámaras de seguridad a las que ha tenido acceso eldiario.es registraron a las 2.58 recibe los primeros puñetazos. Lina dice que empezó a gritar. El vídeo de la llamada se bloqueó, aunque a Vanesa le quedó el audio, por lo que pudo escuchar más golpes, y a Lina gritándole que parara.

Luego aparece una segunda persona, amigo del agresor, que pega un puñetazo a Samuel, que le acaba derribando. El inmigrante senegalés Ibra Shakur y un compatriota intervienen entonces para liberarle de la agresión. «Yo le preguntaba cómo estaba, pero él me decía que por favor fuese a buscar su móvil, que se le había caído mientras el chico le pegaba», cuenta Lina. Uno de los agresores lo había robado, lo que facilitó su localización y posterior detención. Dice Line que fueron las últimas palabras que le escucho a Samuel, al que las cámaras de seguridad captan a las 3.01 abandonando el lugar completamente solo. Primero cruza la acera, y luego parece que camina unos metros con dificultad rumbo a la Plaza de Pontevedra.

A las 3.03 dos grupos de jóvenes salen a darle caza. Según fuentes de la investigación por iniciativa de la chica, que tras ser detenida el viernes quedó en libertad con cargos. Entre ellos hay menores con antecedentes. Al menos siete someten a una avalancha de puñetazos y patadas en la cabeza y en el tórax. A la policía no le costó identificarlos porque habían dejado sus números de DNI en uno de los pubs en los que habían estado, tal y como se exige en la normativa anticovid. Samuel apenas había podido alejarse 150 metros . «Vi a lo lejos una multitud de gente que se movía a gran velocidad y salí corriendo hacía ahí. Escuché que alguien gritaba mari**n de ¡mierda!», contó Lina el pasado domingo a este diario.

Begoña, Pablo y Marco hacía dos años que no salían por la noche. En dirección contraria por la Avenida de Buenos Aires se cruzaron con los agresores, que huían caminando deprisa. Todos parecían partir de un bulto, explican, depositado a la altura del número 2. Un joven. «Al darle la vuelta tenía la cabeza destrozada, era una cosa increíble», cuenta Pablo. A las 3.02 se registró la llamada de Begoña a la ambulancia. Marco le quitó la ropa, le colocó de lado, le sacó la lengua para que no se ahogara y le tomó el pulso. Tres veces. Nada. Y se quedó a su lado. «Como si fuera mi hijo», cuenta.

Pero no era el día de Samuel. O era el día de Samuel. Dos minutos después apareció un coche de Policía. La ambulancia que llegó a las 3.15 no era medicalizada. Y hubo que esperar a una segunda, que no llegó hasta siete minutos después.

Allí trataron de reanimarle durante 41 minutos, hasta que deciden evacuarle al hospital de La Coruña, pero fallece durante el recorrido.

Nada más iniciarse la investigación por el crimen, el ideólogo de Podemos Juan Carlos Monedero ya había resuelto el caso en tres tuits. La culpa era de Vox. Y el alcalde Madrid, Martínez Almeida, podía haberlo evitado: «Si hubieras colgado la bandera LGTBI en el Ayuntamiento el asesinato de Samuel habría sido un poco más difícil».

Apenas habían pasado 24 horas del suceso y el espíritu digital de Samuel empezaba a corromperse. El portavoz del comité de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, anunciaba acciones legales contra quienes les vincularan con el caso. Y denunció una campaña «infame y asquerosa» de «demonización y deshumanización» de Vox. Almeida acusó a Monedero de hacer un «uso político y rastrero del asesinato». La ministra de Podemos Ione Belarra insistía: «Los discursos de odio son el caldo de cultivo para estos delitos». El portavoz de Catalunya En Comú, Joan Mena, pedía a PP y Cs que rompieran con la ultraderecha por «dar refugio» a los delitos de odio.

Fue entonces cuando Max Luiz estalló, y rompió su silencio entre lágrimas en Espejo Público. Acababa de perder a su hijo y ahora su memoria también se le estaba yendo de las manos. Mientras el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, informaba de que la Policía no tenía nada claro que fuera un crimen homófobo, por mucho que su amiga Lina y otros testigos escucharan lo de «mari**n» durante la paliza, el lunes se convocaron manifestaciones en toda España. En Barcelona por parte del Observatorio Contra la Homofobia y la Plataforma LGTBIcat. En Madrid por parte del Movimiento Marika.

«Quitemos las banderas y los políticos. Vamos todos en silencio», propuso Max a Susana Griso. No tuvo suerte. Las banderas fueron arcoíris, y en Madrid hasta se leyó un manifiesto: «A Samuel lo mataron por mari**n, lo repetimos tantas veces como haga falta». Por haber hubo hasta cargas policiales. Y consignas en contra de Vox y de la presidenta de la Comunidad: «Ayuso, fascista, estás en nuestra lista».

Max tampoco se libró de los ataques. Había dicho: «No queremos que nuestro hijo sea símbolo de nada, queremos respetar todas las opiniones y que recuerden a mi hijo como fue». Y enseguida las redes se llenaron de insultos por parte de miembros radicales LGTB y de la extrema izquierda, que le dijeron cosas como «Samuel es ya un símbolo y lo será siempre, y su padre un cómplice de la LGTB fobia silenciosa que nos quita la vida, empezando por la de su hijo», «El asesinato ha sido político, lo que tendría que aguantar el hijo en casa también», «Lo siento por ese hombre, pero a su hijo lo mataron por ser gay y no yo, ni mis amigos, queremos ser los siguientes», o «Que el dolor del padre de Samuel sea sagrado, que lo es, no tiene por qué significar que lo sean sus deseos».

Famosos como Ricky Martin o Alejandro Sanz se unieron a la causa. Al final Max y Lolita tuvieron que salir corriendo de su casa para librarse del acoso de los medios.

Samuel nunca le había contado a su padre que era homosexual. Y eso que Max, un día, se lo preguntó directamente. «Lo que uno es o deja de ser es cosa de cada uno. Hay un tiempo para hablar las cosas, y ahora no es el momento», dice que le respondió. Pero nunca llegará ese momento. «Si mi hijo era homosexual es cosa de él, pero por qué se le tiene que recordar por eso y no por las cosas que hizo», se pregunta.

Mientras en change.org hay una campaña para que la Avenida de Buenos Aires se llame Samuel Luiz, que el viernes ya llevaba más de 40.000 firmas, en la Congregación Cristiana dan otra explicación a por qué el padre no quiere que su hijo sea un símbolo. «No tenemos nada en contra de la homosexualidad, no es por vergüenza, es por idolatría, nosotros ni siquiera tenemos imágenes en las iglesias como los católicos», cuenta el amigo de Max y compañero de Congregación Jefferton Ferreira.

Max pidió a la gente que, en lugar de banderas, llevaran comida a la manifestación. Es lo que hace el diácono, encargarse de los pobres, explica Ferreira. «Que cada padre y madre vaya al supermercado y compre un paquete de arroz, o un kilo de azúcar, y lo deje en una caja para la Cruz Roja, eso sería una cosa que nos alegraría, y estoy seguro de que mi hijo se quedaría contento, porque siempre ayudó a la gente», dijo Max. Y tuvo éxito. Doscientos kilos de alimentos sólo en La Coruña.

Por allí apareció Ibra Shakur, al que los amigos de Samuel agradecen que plantara cara a los agresores. El senegalés había tardado en ir a declarar a la policía porque no tiene papeles. Ahora hay una campaña para tratar de regularizar su situación.

El ministro del Interior, Grande-Marlaska, fue de los primeros en anunciar que no estaba claro lo del crimen homófobo. La Policía insiste en que los asesinos y Samuel no se conocían previamente. Y que su primer agresor le acusa además de estarle grabando con el móvil. Fuentes jurídicas explican, además, que no podría considerarse un delito de odio, ya que éste, según nuestro Código Penal, no sanciona la violencia. Lo que habrá que determinar, explican, es si se trata de un homicidio o de un asesinato con el agravante de la orientación sexual de la víctima, si se acabara demostrando a lo largo del proceso.



 
CRÓNICA

Mi hijo Samuel Luiz

El crimen que ha conmocionado España a los ojos de Max Luiz, su padre diácono del movimiento evangélico Congregación Cristiana



Mi hijo Samuel Luiz



Cerca de las 4 de la madrugada Max Luiz se despertó con un mal presentimiento. Se levantó de su cama, y se fue hasta la habitación de su hijo Samuel para saber si ya había regresado. La cama estaba vacía y pensó en llamarle, para que le dijera si aún iba a tardar mucho. Entonces sonó el teléfono.

En sus últimas 48 horas, Maxsoud Luiz 'Max' y Lolita Muñiz, habían visto a su hijo poquísimo. Tras diez meses y medio, el jueves 1 de julio Galicia abría el ocio nocturno hasta las tres de la madrugada, y Samuel no quiso perdérselo. El viernes 2, tampoco. Con Lina y Andrea quedaron a las diez en casa de Diego. El plan era primero cena, y luego acabar la noche en el Andén, uno de los pubs que hay al principio del paseo marítimo de Riazor, cerca del estadio del Deportivo.

En una casa situada a uno seis kilómetros de allí, en el barrio obrero de Meicende, en Arteixo, sonó el teléfono poco después de las cuatro de la madrugada. Lolita no se había criado demasiado lejos, en Borroa. Conoció a Max en Galicia pero decidieron emigrar a su tierra, a Brasil, donde él ya tenía otra hija de su anterior pareja. Entonces tuvieron a Samuel, y cuando el pequeño cumplió los 14 meses regresaron a La Coruña.

Max había encontrado trabajo en Inditex, en el polígono de Arteixo, como encargado de producción. Y Samuel estudió primero en un centro de la avenida de Arteixo, y luego en el Instituto Agra do Orzán. «No se emborrachaba, no se drogaba, nunca nos dio ningún problema, era muy responsable y trabajador», le contó Max a Susana Griso.

La familia pertenece a un movimiento evangélico llamado Congregación Cristiana, del que el padre es diácono. Hasta bien avanzada la adolescencia, Samuel, a que bautizaron así por el profeta hebreo, acudía a la iglesia todos los domingos por la mañana, a la reunión de jóvenes y niños, y tocaba la flauta travesera.

Decidió hacerse auxiliar de enfermería en el CIFP Ánxel Casal, donde conoció a su amiga Lina. Nada más sacarse el título empezó a trabajar en la residencia de ancianos Padre Rubinos, que compatibilizaba con sus estudios de FP para convertirse en higienista bucodental. Este septiembre hubiera empezado su último curso. Por la mañana trabajaba y por la tarde estudiaba. Rutina que compatibilizaba con su cita casi diaria al gimnasio.

16258554156400.jpg

El domingo Max se fue hasta el lugar en el que lo mataron, y pegó nueve cartulinas en el suelo con un mensaje manuscrito, que ha acabado alfombrando un improvisado monumento funerario junto a un bolardo. Agradecía el trabajo del 061, las muestras de cariño de la ciudad, las oraciones, y dejó frases de recuerdo como: «Nos quitaron la luz que ilumina nuestra vida».

A la altura del número 2 de la Avenida de Buenos Aires algunos coruñeses se hacen la señal de la cruz. Un señor va un poco más allá, y se anima a rezar un padrenuestro, sin perder el paso. Una señora se para un rato, parece que lee cosas, y empieza llorar antes de seguir su rumbro.

Bajo bolardo se erige un templo de rosas, ramos de margaritas, cirios, fotocopias de fotos de Samuel con sus amigos, un peluche de un conejo rosa, y otro de Peppa Pig, y otro de un pulpo amarillo. También hay un globo con forma de corazón. Adriana ha hecho un dibujo en el que ella y Samuel son ángeles.

A un paseo de unos veinte minutos desde el bolardo, Carmen, de 98 años, tuvo la misma idea que la niña. «Se fue un ángel», declaró a La Voz de Galicia. También que Samuel le elegía cada mañana la ropa y las joyas que combinaran mejor. Un día ella le dijo que en vez de cuidar viejos tenía que haberse hecho estilista. Fue en la cena del sábado cuando los responsables de la Institución Benéfica Padre Rubinos le contaron a los residentes lo qué había pasado con su auxiliar de enfermería. No querían que se enteraran por la prensa. Los periódicos publicarían al día siguiente que Samuel había sido golpeado, perseguido, acorralado y masacrado a golpes al grito de «mari**n de mierda».

A las 2.56 de la madrugada del sábado Lina y Samuel salieron del Andén para echar un cigarrillo. No quedaba nada para el cierre, y aprovecharon para hacerle una videollamada a Vanesa, la pareja de Lina, con la que se habían estado mensajeando toda la noche.

Ella cuenta que ya estaba metida en la cama cuando contestó. También que en un momento dado le giraron el teléfono para enseñarle dónde estaban, y vio a un chico y una chica que se aproximaban. Hoy ya los asesinos de Samuel.

Al parecer la pareja estaba teniendo una pelea. También estaban borrachos, según declararon ante la policía. Acababan de ser expulsados de un local próximo al Andén. El chico les dijo que dejasen de grabarles, y ellos les respondieron que no les estaban grabando, que era una vídeollamada. Vanesa desde el otro lado corroboraba la versión a gritos, cuenta, pero el chico insistió con Samuel: «O paras de grabar o te mato, mari**n». «¡mari**n de qué!», respondió Samuel, según el testimonio de Lina.

16258554196650.jpg

Las imágenes de las cámaras de seguridad a las que ha tenido acceso eldiario.es registraron a las 2.58 recibe los primeros puñetazos. Lina dice que empezó a gritar. El vídeo de la llamada se bloqueó, aunque a Vanesa le quedó el audio, por lo que pudo escuchar más golpes, y a Lina gritándole que parara.

Luego aparece una segunda persona, amigo del agresor, que pega un puñetazo a Samuel, que le acaba derribando. El inmigrante senegalés Ibra Shakur y un compatriota intervienen entonces para liberarle de la agresión. «Yo le preguntaba cómo estaba, pero él me decía que por favor fuese a buscar su móvil, que se le había caído mientras el chico le pegaba», cuenta Lina. Uno de los agresores lo había robado, lo que facilitó su localización y posterior detención. Dice Line que fueron las últimas palabras que le escucho a Samuel, al que las cámaras de seguridad captan a las 3.01 abandonando el lugar completamente solo. Primero cruza la acera, y luego parece que camina unos metros con dificultad rumbo a la Plaza de Pontevedra.

A las 3.03 dos grupos de jóvenes salen a darle caza. Según fuentes de la investigación por iniciativa de la chica, que tras ser detenida el viernes quedó en libertad con cargos. Entre ellos hay menores con antecedentes. Al menos siete someten a una avalancha de puñetazos y patadas en la cabeza y en el tórax. A la policía no le costó identificarlos porque habían dejado sus números de DNI en uno de los pubs en los que habían estado, tal y como se exige en la normativa anticovid. Samuel apenas había podido alejarse 150 metros . «Vi a lo lejos una multitud de gente que se movía a gran velocidad y salí corriendo hacía ahí. Escuché que alguien gritaba mari**n de ¡mierda!», contó Lina el pasado domingo a este diario.

Begoña, Pablo y Marco hacía dos años que no salían por la noche. En dirección contraria por la Avenida de Buenos Aires se cruzaron con los agresores, que huían caminando deprisa. Todos parecían partir de un bulto, explican, depositado a la altura del número 2. Un joven. «Al darle la vuelta tenía la cabeza destrozada, era una cosa increíble», cuenta Pablo. A las 3.02 se registró la llamada de Begoña a la ambulancia. Marco le quitó la ropa, le colocó de lado, le sacó la lengua para que no se ahogara y le tomó el pulso. Tres veces. Nada. Y se quedó a su lado. «Como si fuera mi hijo», cuenta.

Pero no era el día de Samuel. O era el día de Samuel. Dos minutos después apareció un coche de Policía. La ambulancia que llegó a las 3.15 no era medicalizada. Y hubo que esperar a una segunda, que no llegó hasta siete minutos después.

Allí trataron de reanimarle durante 41 minutos, hasta que deciden evacuarle al hospital de La Coruña, pero fallece durante el recorrido.

Nada más iniciarse la investigación por el crimen, el ideólogo de Podemos Juan Carlos Monedero ya había resuelto el caso en tres tuits. La culpa era de Vox. Y el alcalde Madrid, Martínez Almeida, podía haberlo evitado: «Si hubieras colgado la bandera LGTBI en el Ayuntamiento el asesinato de Samuel habría sido un poco más difícil».

Apenas habían pasado 24 horas del suceso y el espíritu digital de Samuel empezaba a corromperse. El portavoz del comité de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, anunciaba acciones legales contra quienes les vincularan con el caso. Y denunció una campaña «infame y asquerosa» de «demonización y deshumanización» de Vox. Almeida acusó a Monedero de hacer un «uso político y rastrero del asesinato». La ministra de Podemos Ione Belarra insistía: «Los discursos de odio son el caldo de cultivo para estos delitos». El portavoz de Catalunya En Comú, Joan Mena, pedía a PP y Cs que rompieran con la ultraderecha por «dar refugio» a los delitos de odio.

Fue entonces cuando Max Luiz estalló, y rompió su silencio entre lágrimas en Espejo Público. Acababa de perder a su hijo y ahora su memoria también se le estaba yendo de las manos. Mientras el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, informaba de que la Policía no tenía nada claro que fuera un crimen homófobo, por mucho que su amiga Lina y otros testigos escucharan lo de «mari**n» durante la paliza, el lunes se convocaron manifestaciones en toda España. En Barcelona por parte del Observatorio Contra la Homofobia y la Plataforma LGTBIcat. En Madrid por parte del Movimiento Marika.

«Quitemos las banderas y los políticos. Vamos todos en silencio», propuso Max a Susana Griso. No tuvo suerte. Las banderas fueron arcoíris, y en Madrid hasta se leyó un manifiesto: «A Samuel lo mataron por mari**n, lo repetimos tantas veces como haga falta». Por haber hubo hasta cargas policiales. Y consignas en contra de Vox y de la presidenta de la Comunidad: «Ayuso, fascista, estás en nuestra lista».

Max tampoco se libró de los ataques. Había dicho: «No queremos que nuestro hijo sea símbolo de nada, queremos respetar todas las opiniones y que recuerden a mi hijo como fue». Y enseguida las redes se llenaron de insultos por parte de miembros radicales LGTB y de la extrema izquierda, que le dijeron cosas como «Samuel es ya un símbolo y lo será siempre, y su padre un cómplice de la LGTB fobia silenciosa que nos quita la vida, empezando por la de su hijo», «El asesinato ha sido político, lo que tendría que aguantar el hijo en casa también», «Lo siento por ese hombre, pero a su hijo lo mataron por ser gay y no yo, ni mis amigos, queremos ser los siguientes», o «Que el dolor del padre de Samuel sea sagrado, que lo es, no tiene por qué significar que lo sean sus deseos».

Famosos como Ricky Martin o Alejandro Sanz se unieron a la causa. Al final Max y Lolita tuvieron que salir corriendo de su casa para librarse del acoso de los medios.

Samuel nunca le había contado a su padre que era homosexual. Y eso que Max, un día, se lo preguntó directamente. «Lo que uno es o deja de ser es cosa de cada uno. Hay un tiempo para hablar las cosas, y ahora no es el momento», dice que le respondió. Pero nunca llegará ese momento. «Si mi hijo era homosexual es cosa de él, pero por qué se le tiene que recordar por eso y no por las cosas que hizo», se pregunta.

Mientras en change.org hay una campaña para que la Avenida de Buenos Aires se llame Samuel Luiz, que el viernes ya llevaba más de 40.000 firmas, en la Congregación Cristiana dan otra explicación a por qué el padre no quiere que su hijo sea un símbolo. «No tenemos nada en contra de la homosexualidad, no es por vergüenza, es por idolatría, nosotros ni siquiera tenemos imágenes en las iglesias como los católicos», cuenta el amigo de Max y compañero de Congregación Jefferton Ferreira.

Max pidió a la gente que, en lugar de banderas, llevaran comida a la manifestación. Es lo que hace el diácono, encargarse de los pobres, explica Ferreira. «Que cada padre y madre vaya al supermercado y compre un paquete de arroz, o un kilo de azúcar, y lo deje en una caja para la Cruz Roja, eso sería una cosa que nos alegraría, y estoy seguro de que mi hijo se quedaría contento, porque siempre ayudó a la gente», dijo Max. Y tuvo éxito. Doscientos kilos de alimentos sólo en La Coruña.

Por allí apareció Ibra Shakur, al que los amigos de Samuel agradecen que plantara cara a los agresores. El senegalés había tardado en ir a declarar a la policía porque no tiene papeles. Ahora hay una campaña para tratar de regularizar su situación.

El ministro del Interior, Grande-Marlaska, fue de los primeros en anunciar que no estaba claro lo del crimen homófobo. La Policía insiste en que los asesinos y Samuel no se conocían previamente. Y que su primer agresor le acusa además de estarle grabando con el móvil. Fuentes jurídicas explican, además, que no podría considerarse un delito de odio, ya que éste, según nuestro Código Penal, no sanciona la violencia. Lo que habrá que determinar, explican, es si se trata de un homicidio o de un asesinato con el agravante de la orientación sexual de la víctima, si se acabara demostrando a lo largo del proceso.




Que digan que su propio padre es cómplice por la lgtbi fobia y que eso fomenta que los maten empezando por su hijo me hierve la sangre. Luego están con lo de que el dolor es sagrado pero sus deseos no.
Claro, es más fácil usar al pobre Samuel como un instrumento ideológico en el que muchos borregos se sienten defensores de la justicia.
 

Abascal sobre el crimen de Samuel: "Detienen a una feminista y a un extranjero pero culpan a Vox"​

"Detienen a un hincha de extrema izquierda, a una feminista radical y a otro de joven extranjero pero siguen acusando a Vox", denuncia Abascal.​


 

Muchos datos sobre los agresores:

D., el presunto agresor principal de Samuel Luiz que estaba "cegado" por su novia​


"No eran amigos íntimos". Es lo que repiten una y otra vez todas las fuentes con las que EL MUNDO ha tenido contacto en la última semana en relación a la muerte del gallego Samuel Luiz, el pasado 3 de julio, en La Coruña.

Todos ellos se conocían por el hecho de frecuentar los mismos círculos. En especial, un céntrico bar de La Coruña al que acudían a fumar marihuana. Todos tienen a sus espaldas un variado historial de violencia, peleas callejeras y altercados que muchas fuentes describen como "habitual" en La Coruña desde hace algunos años.

A lo largo de la última semana, EL MUNDO ha completado el perfil de los presuntos autores del crimen que arrebató la vida de Samuel la madrugada del pasado 3 de julio.

D., EL JOVEN "CEGADO POR KE."​

D., el presunto agresor principal de Samuel Luiz que estaba cegado por su novia

Es el presunto autor principal de la paliza que recibió Samuel y está en prisión. Con 25 años, es el mayor de los presuntos implicados. Residente en el barrio coruñés de Moas, fue camarero durante algún tiempo y trabajaba de forma ocasional en el puerto de La Coruña, al igual que lo hacía A., otro de los detenidos. Es aficionado a los coches y al parkour, el deporte urbano que consiste en saltos y acrobacias sobre escaleras y desniveles de las ciudades.

La gente que lo conoce afirma que D. está "cegado por Ke.", su novia, con la que tuvo una pelea la noche del 3 de julio que, según creen los investigadores, fue el inicio del suceso de acontecimientos que terminó con la paliza a Samuel. Ke. llamó la atención a su novio sobre la videollamada que estaba realizando Samuel. En ese momento, D. pronunció la oración que ha acaparado titulares en los últimos días: "O paras de grabar o te mato, mari**n".

En presencia de su novia, a Samuel sólo le dio tiempo a replicar: "¿mari**n de qué?", antes de que D.se abalanzara a por él. En la segunda parte de la agresión, su participación también fue clave, como captaron las imágenes de seguridad de varios locales de la avenida de Buenos Aires de La Coruña.
D., el presunto agresor principal de Samuel Luiz que estaba cegado por su novia

KE., LA NOVIA "FOLLONERA"​

Es la única mujer implicada en los hechos. Las múltiples fuentes con las que ha hablado este medio coinciden en calificarla como "follonera" y "altanera". Tiene 23 años y es, junto a K., la más conocida de los implicados entre la juventud coruñesa. Frecuentaba el mismo bar que los demás. "Estuvo metida en muchas peleas. Una vez vi cómo en un bar entró y, sin mediar palabra, le pegó una patada en la cara a una chica", comenta una joven que cursó junto a ella la ESO.

Comenzó a estudiar un ciclo de Formación Profesional en Peluquería que no llegó a concluir. Se encontraba junto a su novio D. en el interior de un pub cuando fueron expulsados por una fuerte discusión entre ellos. Aunque se desconoce el motivo exacto de dicha discusión, varias fuentes confirman que su relación se había iniciado hace aproximadamente dos años y que "tenían movidas porque él desconfiaba mucho de ella", comentan.

Una vez fuera del local, Ke. fue la que alertó a D. de que Samuel y Lina, presuntamente, los estaban grabando. También fue ella la que, una vez que Lina intentó separar a Samuel de sus agresores, le espetó: "Tú no pintas nada aquí". Fuentes de la investigación señalan que jaleó a los presuntos agresores para que continuaran ensañándose con Samuel.

K., EL CONFLICTIVO​

D., el presunto agresor principal de Samuel Luiz que estaba cegado por su novia

Es otro de los presuntos agresores que están en prisión desde el viernes pasado. Nació en España en 2002, en el seno de una familia de clase media-alta de origen brasileño. Reside en el barrio coruñés de Os Castros. Conflictivo desde joven, su madre se había mudado con él a Brasil en dos ocasiones. Su último regreso se produjo hace dos años, momento a partir del cual se estableció de forma permanente en La Coruña. Antes de ingresar en prisión trabajaba en una conocida cervecería del barrio de Matogrande.

En un primer momento fue llamado a declarar como testigo de los hechos. No obstante, numerosos allegados conocían su implicación en el caso, lo que provocó el último incidente en el que K. se vio envuelto antes de entrar en prisión, cuando un grupo de personas se acercó a su lugar de trabajo para increparlo. Testigos de lo ocurrido ese día señalan que el hombre reaccionó de forma violenta, por lo que su jefe le pidió que abandonara el lugar.

Seis meses atrás se había visto envuelto en una pelea callejera con dos menores de edad. En ella resultó herido de arma blanca y necesitó varios puntos de sutura. Poco tiempo después se enfrentó a sus agresores en una pelea en la que se utilizó un hacha y un bate de madera. Tuvo que intervenir la Policía y la noticia fue cubierta por la prensa gallega en aquel momento.


Preocupada por estos altercados, su madre intentó reconducir a K. en varias ocasiones. Además, fue ella quien contrató a su abogado, José Ramón Sierra, ex defensor del asesino de la joven Diana Quer, hasta que dejó el caso por "pérdida de confianza" en su cliente. Se trata del único letrado que no pertenece al turno de oficio de los cinco detenidos hasta el momento.

Como ha contado este medio, K. fue el que, junto a D., inició la agresión a Samuel. En las imágenes difundidas, él es el que, presuntamente, pega el segundo puñetazo al joven provocando su caída. También es el que, supuestamente, sustrae su teléfono móvil. Su novia, N., fue una de los testigos directos de los hechos y se le tomó la correspondiente declaración.

A., 'PROTAGONISTA' DE 'POLICÍAS EN ACCIÓN'​

D., el presunto agresor principal de Samuel Luiz que estaba cegado por su novia

Es el tercer presunto agresor que ha entrado en prisión. Apodado como El Llumba, tiene 20 años y es originario de la zona gallega de O Castrillón, donde reside con sus abuelos desde que era niño. Estudió un ciclo de Formación Profesional en Electromecánica. Hasta su ingreso en la cárcel solía trabajar de forma habitual en el puerto de La Coruña.

Frecuentaba el mismo bar en el que coincidía con el resto de implicados en el caso, muy cercano a su domicilio. De hecho, A. fue grabado en el programa de televisión Policías en Acción, adaptación española del formato estadounidense COPS, en el que un cámara acompaña a los agentes de Policía durante su trabajo. En el episodio en cuestión, los agentes realizaban una redada en el citado bar, incautando sustancias ilegales a varios jóvenes. Uno de ellos era A.

Este fin de semana se le ha relacionado con el grupo radical hincha del Deportivo de La Coruña Riazor Blues. Este diario ha podido saber que en 2017 se vio envuelto en una pelea callejera en la ciudad, de la que varios medios locales y autonómicos también se hicieron eco. En ese altercado se vieron involucrados miembros del grupo hincha, siendo A. herido por uno de ellos.

Sin embargo, con el tiempo entró en contacto con algunos de sus seguidores (que no miembros), con los que solía ir a pasar alguna noche de verano a la localidad pontevedresa de Sanxenxo, en las Rías Baixas gallegas. No obstante, varias fuentes cercanas tanto al club de fútbol como a A. aseguran que éste nunca participó en las actividades de los Riazor Blues y que por lo único que se le puede relacionar con ellos es porque tenía "amistades que sí eran cercanas" a este grupo.

En concreto, este medio ha recogido las siguientes declaraciones: "La última vez que A. fue a ver un partido de fútbol fue en 2014 y con suerte" o "me sorprendería que supiese quién es el alcalde de La Coruña o qué grupo gobierna la ciudad. No le interesaba la ideología".

M., DE VALLECAS A LA CORUÑA​

Tiene 16 años, es uno de los dos menores presuntamente implicados en la muerte de Samuel y que ha ingresado en un centro especial. Natural del distrito madrileño de Puente de Vallecas, pasó casi toda su vida en la capital. Llegó a La Coruña poco antes de la pandemia del coronavirus. Uno de sus familiares cercanos es miembro de un conocido grupo de rap madrileño, algo que era conocido por su círculo de allegados.

Al igual que el resto de jóvenes, también se había visto implicado en varias reyertas. Varias fuentes han confirmado que, durante los meses de la pandemia, tuvo un enfrentamiento con una chica en una playa de La Coruña, en el cual le propinó un bofetón. Más tarde, el grupo de ella fue a por él, dándole una paliza.

Varios testigos directos de lo ocurrido la noche en que Samuel perdió la vida señalan que vieron cómo M. propinó, presuntamente, un botellazo al joven de 24 años: "Como es menor y no podía entrar en el pub, estaba bebiendo en las gradas del paseo marítimo, de ahí que tuviera la botella".

D. R., SIN ESTUDIOS NI TRABAJO​

(Aquí ya no me deja copiar el artículo) resumo: 17 años, residente del barrio coruñés de Elviña, ni trabaja ni estudia, acompañaba al otro menor en el paseo marítimo por no poder entrar al pub debido a la edad, participó en el segundo linchamiento, a su novia antes de todo el tema de Samuel la había tenido que evacuar una ambulancia por una ingesta excesiva de alcohol. Publicó en su Instagram un texto: pringaos de mierda, tontos de los huevos a aquellas personas que le estaban acusando a través de las redes sociales.

Fuente: El Mundo
 
Cuánta información nueva de los “supuestos” asesinos.
¿Sabemos en qué cervecería trabajaba Kaio?

Al final son todos canis españoles, excepto el brasileño.
 
Back