Susana 2018: el delirio de las élites

Abusos a los que no se ponen fin por falta de voluntad política y financiaciones "veladas",quien justifica los gastos con dinero público,porqué tanto despilfarro?,donde va la plata realmente,blanco y en botella,qué es?......agua de "coco",pa que la trinques poquito a poco!.

300 Mil euros de los andaluces para que la baronesa Gusana Díaz se haga una fotito con la -"compi yogui"- doña Leticia
 
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La que decía que Pedro S. decía una cosa hoy y otra mañana......al final todos son iguales de embustero,que al final venderán a sus votantes para pagar sus hipotecas........ y Francina Armengol ha dejado en la cuneta al perdedor de Patxi.

Susana Díaz apostará por la participación de los militantes en todos los procesos
La aspirante a la secretaría general del PSOE, Susana Díaz, presentará este miércoles sus propuestasEl secretario de Organización del PSOE-A dice que presentar las propuestas a pocos días de las votaciones "no les resta valor"
 
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Lo que esconde la “casita en la playa” de Susana Díaz
16 Mayo 2017 Democracia, Está Pasando, Izquierda 1 Comentario 25,967 Vistas



“Muchos de los que se indignaron –el 15M- pensaban que iban a poder tener su casita en la playa y que iban a conseguir que sus chavales fueran a la universidad y, además, tuvieran un master”, dijo Susana Díaz en enero, y que hoy ha saltado a la palestra, para darle una explicación a la situación en la que se encuentra el PSOE y por qué los jóvenes han dejado de votar al partido que ha aglutinado históricamente el voto progresista en España.

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Con esta explicación, Susana Díaz quería decirle a los militantes del PSOE que los indignados son un grupo de niñatos frustrados por no poder vivir una vida según la expectativas que se habían creado. Sería entendible este argumento si viniera de alguien del PP, pero que una mujer que lleva toda su vida militando en la socialdemocracia explique, con tal nivel de frivolidad y odio hacia la gente sencilla, el fenómeno de empobrecimiento que está sufriendo España merece un análisis freudiano del que no saldría bien parada.

Donde la mayoría de la ciudadanía vemos una crisis que nos está enfermando, rompiendo los planes de futuro y a la que sobrevivimos con contratos parciales y sueldos paupérrimos, Susana Díaz ve enemigos que atacan al PSOE, el partido al que Susana Díaz considera que “hay que aprender a quererlo y cuidarlo” porque para ella el PSOE no es una herramienta, sino un fin en sí mismo.

Asusta la nula capacidad intelectual que tiene la presidenta de al Junta de Andalucía para analizar el fenómeno de los indignados que electoralmente ha destrozado a su partido y que Podemos ha convertido en su masa electoral. “A cambio de que haya economía de mercado, los socialdemócratas intervendremos en el Estado vía salarios e impuestos para que nadie se quede atrás”, venía a ser el pacto social que durante décadas ha representado el PSOE y que la crisis económica ha mostrado que era mentira, que ese pacto sólo ha funcionado hasta que los dueños del cortijo –bancos y grandes empresas- han querido.

Si Susana Díaz pisara el suelo que pisamos el resto de los mortales, si se montara en los autobuses urbanos, cogiera el tren y tuviera que salir a la calle diariamente a buscarse la vida, sabría que los indignados no lo están por no poder aspirar a una casita en la playa, sino simplemente porque a los jóvenes y no tan jóvenes les cuesta la misma vida pagar el alquiler –si es que áun han salido de casa de sus padres- y llenar el carrito de la compra en un país donde la mitad de los trabajadores cobra menos de 1.000 euros, donde un tercio de la población está en el umbral de la pobreza, donde un 16,7% de los niños y niñas viven en situación de pobreza severa y el 40% de los hogares compuestos por una mujer sola y sus hijos duermen cada noche en el frío e inhóspito umbral de la exclusión social.

Las reformas laborales aprobadas por PP y PSOE tienen en Andalucía, sin ir más lejos, a un 40% de los trabajadores cobrando menos de 650 euros al mes y a un 25,7% de niños y niñas que no comen nunca pescado en casa porque viven en hogares donde se ingresa menos de 9.000 euros al año, a los que hay que quitarles los gastos de vivienda, luz, agua y gas. A todo esto sin contar que en lo que llevamos de crisis se han desahuciado a más de medio millón de familias, que por las subidas de las tasas la universidad ha perdido en los últimos cuatro años a 134.000 estudiantes o que el desempleo juvenil supera el 50% y que casi 500.000 jóvenes han cogido las maletas y un billete de avión rumbo a la emigración.

Si Susana Díaz fuera una líder política socialdemócrata, no se atrevería a culpar a las víctimas por atreverse a salir a la calle a pedir derechos y, lejos de usar el argumentario del PP, dejaría ya esa verborrea vacua aprendida en la lectura de los resúmenes de prensa que desde que tiene 20 años le llevan poniendo encima de la mesa del despacho y empezaría a plantear soluciones valientes, para lo que necesitaría enfrentarse a Felipe González y a los dueños de las grandes empresas que la están utilizando como la “izquierda útil” para seguir engrosando su tasa de beneficios a costa de dejar a millones de criaturas por el camino.

Susana Díaz necesita urgentemente bajarse del coche oficial, pasearse por los nueve barrios andaluces que están entre los diez más pobres de España, darse una vueltecita por localidades como Sanlúcar de Barrameda, Algeciras, Cádiz, Granada, Sevilla, los barrios periféricos de Córdoba, el interior de Jaén y Almería, El Ejido y tantos y tantos núcleos andaluces donde el empobrecimiento contamina el mismo aire que respiramos y en el que la gente rifa manojos de espárragos, tagarninas o electrodomésticos de bajo coste por las calles para ir sorteando la exclusión social.

No sabe dónde vive, quiénes son sus conciudadanos, el dolor social que la crisis ha acarreado y las depresiones que están sufriendo muchas personas. No porque no tengan para comprarse una casita en la playa, sino porque directamente no saben si mañana por la mañana aparecerá la policía a echarlas de sus casas con lo puesto o si tendrán un puchero que poner en la mesa cuando sus hijos lleguen del colegio. Susana Díaz no tiene ni idea de que en Andalucía hay maestros que le compran de su bolsillo el desayuno a sus alumnos, que hay abuelos que con su raquítica pensión están manteniendo a los hijos y nietos, que hay quienes tienen que decidir entre pagar los medicamentos o comer o que hay mujeres que limpian habitaciones de hoteles a 2 euros la hora.

A Susana Díaz, que cobra 3.200 euros mensuales y que no sabe lo que es entregar un curriculum y sentarse delante de un empresario a que te regatee tu fuerza de trabajo por cuatro perras gordas, le vendría humanamente muy bien perder las primarias del domingo. Y salir luego a la calle a intentar conocer en qué país nos hemos convertido, en qué país nos han convertido políticos como ella que se sienten amenazados por la gente sencilla que sale pacíficamente a la calle a pedir derechos y recordar que a este país no lo conoce ni la madre que lo parió.

Twitter: @RaulSolisEU

https://www.paralelo36andalucia.com/lo-que-esconde-la-casita-en-la-playa-de-susana-diaz/
 

Posos de anarquía
David Bollero

Susana Díaz no se indignó: ella sí tiene dos casitas
David Bollero Colaborador de Público (excorresponsal oficioso en Londres), periodista vocacional en fase de desintoxicación informativa y pensador irreverente en continua hora extra. Víctima multitarea en rehabilitación. Otro mundo es mejor, pero para eso, entendamos antes éste. Twitter: @dbollero

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17/05/201717/05/2017
El fenómeno del 15-M, del que hace unos días hemos celebrado su sexto aniversario, ha generado multitud de debates sociológicos y políticos. Uno de los más recientes es el que expuso Susana Díaz y que, en resumidas cuentas, concluía que en 2011 se desarrolló un movimiento de una envergadura tal que inspiró a otros a nivel internacional como Occupy London, únicamente porque no tenían su casita en la playa. Imaginen, millones de manifestantes en todo el mundo, echándose a la calle porque creían que tendrían su vivienda en la playa y de pronto se toparon con la cruda realidad de que no.

Admitamos que es original el planteamiento y que, si lo aceptáramos, entenderíamos por qué Susana Díaz no salió a la calle y no se indignó: En una de sus declaraciones de bienes, la presidenta andaluza declaraba sus dos casitas de Sevilla y sus dos coches (Toyota Land Cruiser y Volkswagen Polo). Así se las gasta la hija del fontanero, casada con “el tieso”, como lo llama ella, el mismo que participó en nada menos que 102 de los cursos de formación investigados por la Justicia.

Pero, ¿qué decían en 2011 sus idolatrados José Antonio Griñán (el que la puso a dedo al frente de la Junta) y su mismísmo dios todopoderoso Felipe González? El primero, antes de las elecciones municipales que en Andalucía supondrían la primera vez que el PP gobernaba en todas las capitales de provincia, pedía que por favor siguieran siendo críticos, pero que fueran a votar.

Felipe González, por su parte, calificó a estos millones de enfadad@s por no tener casita en la playa como “un fenómeno interesantísimo”. Decía González que “es más un problema de oportunidades que de nivel de vida, de la generación mejor preparada que se siente, y tiene razón, con menos oportunidades y expectativas que la anterior”. No dijo nada de la casita, se le debió olvidar… lo que no se le olvidó fue lanzar una recomendación: que encontraran “respuestas para canalizar la protesta y la participación”.

El 15-M encontró las mareas, de todos los colores, que tanto han dañado, entre otros, a Susana Díaz, porque tanto la verde (Educación) como la blanca (Sanidad) le han plantado cara a la hija del fontanero y éste las ha ninguneado. El 15-M encontró también, posteriormente, a Podemos, que tantos dolores de cabeza y tanta bilis generan en la lideresa andaluza.


Susana Díaz milita en el PSOE desde los 17 años y, salvo unas pocas clases particulares y unas ventas de cosméticos a domicilio mientras se sacaba Derecho, no conoce en carnes propias lo que es luchar a pie de calle, en el mercado laboral, no ya por esa casita en la playa, sino por un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Toda la vida en el PSOE. TODA.


Quizás por eso, cuando el otro día hacía ese análisis del 15-M, ni siquiera se daba cuenta de que, lo que en realidad estaba haciendo, era un análisis del inicio de la debacle del PSOE a manos de su ahora valedor José Luis Rodríguez Zapatero. Es tan equivocado, tan erróneo y alejado su análisis de lo que supuso y alumbró el 15-M que ahora muchos militantes, de es@s que tienen que votar en Primarias, entenderán por qué el PSOE está hecho unos zorros desde entonces.

Claro, que Susana Díaz como analista nunca ha estado muy ducha: ya en día previos a las municipales de 2011, cuando le dieron para el pelo a los socialistas, aseguraba en una entrevista que “los resultados en algunas ciudades andaluzas pueden ser mejores incluso que en 2007”, destacando Huelva, Málaga, Granada y Almería. Perdieron absolutamente todas las capitales andaluzas y, con ello, Díaz, entonces secretaria de Organización del PSOE andaluz, fracasó en su reto personal de mantener la hegemonía socialista.

Veremos si también fracasará o no su actual reto, para el que configuró una gestora a su medida que lo único que ha hecho es fracturar aún más a un partido que, hoy por hoy, ni socialista, ni obrero.
 
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