¿Quién ganó el debate electoral?

Hace tiempo que las campañas electorales en España parecen dirigidas a captar el voto de los tontos. No ya de los ingenuos que aún son capaces de creer en promesas, sino de los espíritus simples, de los forofos de mentalidad estrecha que eligen su papeleta en función de zascas dialécticos, consignas ramplonas o frases hechas. El espejismo de realidad aumentada de las redes digitales, la sacralización de las emociones y de la cultura de la queja, y la ausencia de una educación en el pensamiento crítico han construido una sociedad adolescente y maniquea, intelectualmente banal y políticamente hemipléjica, refractaria a razonamientos matizados y a premisas complejas. El populismo triunfa y se contagia aprovechando esa generalizada pereza que provoca en la opinión pública un desolador vacío de ideas. Qué líder se va a molestar en dirigirse a ciudadanos maduros, capaces de discurrir por su cuenta, cuando puede ganar voluntades a base de baratijas ideológicas y de demagogia garbancera.

El debate de anoche resultó una lastimosa constatación de ese proceso trivial que ha convertido la política en un espectáculo de baja calidad para un público adocenado. Reproches cansinos, recetas de brocha gorda, sofismas, argumentos vacuos. Un enredo circular sobre el bloqueo y los pactos —como si los fuesen a desvelar, caso de que lo supieran—, la sombra retrospectiva de Franco y la habitual secuencia de interrupciones y numeritos de pretendido impacto favorecidos por la heterogeneidad del formato. Sin profundidad, sin enjundia, puro vuelo gallináceo. El retrato de la actual política española, deshabitada de responsabilidad de Estado y de cualificación para el liderazgo. La sola evidencia de que Sánchez era el único con mínima experiencia de gestión —¡¡y con qué resultados!!— provocaba en cualquier espectador consciente un escalofrío de pánico.

El presidente estuvo casi ausente, tímido, muy incómodo con el tema catalán, envuelto en una pose de comedimiento postizo, cínico para proponerse como solución de un problema que ha creado él mismo. Estas confrontaciones no le van porque revelan su carencia de rigor discursivo. Rivera tiene una dificultad para convencer: dice cosas sensatas, irreprochables en su buen sentido, pero se confunde de enemigo y acaba pareciendo el primer indeciso. Abascal es un populista de derechas, con aire enérgico y fórmulas de arbitrismo expeditivo, pero lejos de los mítines y las banderas se le ve desarropado, fuera de sitio. Creció al atacar la memoria histórica, su mejor momento, pero está pez en economía y se agarra a la teoría de la conspiración internacional de la masonería y el globalismo. Iglesias se trabajó el perfil proteccionista en busca del voto desfavorecido y volvió a llamar, casi con desesperación, a la puerta de un Sánchez que sigue desdeñando su auxilio. Sabe a quién dirigirse, pero si no entra esta vez en el Gobierno perderá la última baza que lo sostiene al frente de su partido; está ya pesado con su versión perifrástica del “qué hay de lo mío”. Casado, siendo el más joven, parecía el único adulto de los cinco, al menos el más pragmático y constructivo, pero quizá le faltó contundencia para estimular al votante fugado del marianismo. A todos se les echó la madrugada sin propuestas sólidas; les falta solvencia, oficio, cuajo, trapío. Oyéndolos, habría que actualizar la célebre frase de Hayek: populistas de todos los partidos.

Es probable, con todo, que algunos lograsen persuadir a un número significativo de votantes inciertos, pero eso sólo demuestra el ínfimo rasero que este país exige a sus élites de Gobierno. Y que hay muchos ciudadanos que votan con la misma superficial ligereza con que otorgan likes en Facebook.

Ignacio Camacho
ABC - 05/11/2019
 
Pienso que hay un consenso casi total respecto a quién fue el perdedor: Albert Rivera. Da igual el periódico digital que se consulte, y se nota también en redes sociales (principalmente Twitter) o dándose una vuelta rápida por foros: todos señalan como perdedor a Albert Rivera. Eso coincide con la media de los sondeos realizados en los últimos meses, antes y después de la sentencia del Procés y/o de la exhumación de Franco. Creo que es muy significativo: ha errado su estrategia desde abril hasta septiembre y como su base de votantes era una mezcla de gente de distintas procedencias y con distintas sensibilidades que además no estaban fidelizadas...pues le están dejando de lado rápidamente. El batacazo electoral lo imagino bastante serio para Ciudadanos.

En cuanto a los demás...yo siempre he opinado que a Pablo Iglesias se le da muy bien el formato debate televisivo y que, en cambio, Pedro Sánchez no se maneja con soltura, trata de mantener su posición y ya le cuesta un esfuerzo. Dentro de esto, ayer Pedro intentó marcar un perfil de político "acostumbrado ya a que una cosa es prometer y otra dar trigo", de ahí momentos como el anuncio de que pensaba crear una vicepresidencia económica a Nadia Calviño, de perfil muy técnico. Pablo mezcla y agita en un cóctel un montón de promesas que suenan a música celestial en los oídos de quienes somos gente común y corriente, sometidos a los problemas diarios de ser gente común y corriente, pero puede parecer, a veces, que promete demasiado. No veo nada de voluntad de Pedro de cederle espacio a Pablo en su entorno, creo que esos dos no encajan en absoluto...y no solamente por cuestión de egos.

Pablo Casado jugó bien su baza: arriesgar poquito o nada y tratar de presentarse a sí mismo como la alternativa natural a Pedro Sánchez. Sabe que está creciendo según las encuestas y ha querido asegurar su ventaja, nada más. No ha sido ambicioso en el debate, pero tampoco Pedro Sánchez se ha atrevido a serlo.

Santi Abascal sería el ganador si pensamos que era su primer debate, su primera ocasión para introducirse en los salones de millones de votantes y que él tiene muy claro a qué tipo de votantes se dirige su mensaje, muy simplista y básicamente emocional. Es una especie de trumpismo al estilo ibérico, en cierto modo: hacer bandera de su propia simpleza. Lo triste fue que sus contrincantes no pusiesen un poco de empeño en desmontar su discurso, sólo Iglesias mostró algún brote de saludable indignación. Creo que Abascal va a salir muy bien parado en las elecciones, pero tengo la esperanza de que no tanto como le auguran las encuestas: el voto a Vox puede estar hinchado.

Todo esto elucubraciones mías...que tengo de politóloga lo que tengo de millonaria: cero patatero.
No lo vi entero pero estoy de acuerdo contigo(y)
Me parecía que estaban todos muy comedidos, la idea no era tanto "ganar" votantes como "no perderlos". La excepción, Abascal que iba a su bola.
Casi me parto cuando (no me acuerdo de las palabras exactas) dijo: "primero ayudar a los españoles y luego a los de fuera. Y mejor si es en su lugar de origen, que todos sabemos lo duro que es abandonar el sitio en el que se nace". :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::LOL::LOL::LOL::LOL::LOL::LOL:
 
Es probable, con todo, que algunos lograsen persuadir a un número significativo de votantes inciertos, pero eso sólo demuestra el ínfimo rasero que este país exige a sus élites de Gobierno. Y que hay muchos ciudadanos que votan con la misma superficial ligereza con que otorgan likes en Facebook.

Ignacio Camacho
ABC - 05/11/2019

Puede ser cierto, pero es que tampoco se trata de que sólo este país tenga un ínfimo rasero, etc, etc. Es un fenómeno global, porque ya me diréis si es lógico lo de Trump, el éxito inesperado en UK primero de Farage y después de Boris Johnson, lo de Salvini en Italia, etc. Estamos en una época en que todos empezamos a acusar los efectos de la globalización, que nos ha aportado algunas ventajas, seguro, pero también nos ha hecho sentir muy expuestos y vulnerables. Es terreno abonado para los que aporten mensajes que parezcan "rupturistas", en cualquier aspecto.
 
Casi me parto cuando (no me acuerdo de las palabras exactas) dijo: "primero ayudar a los españoles y luego a los de fuera. Y mejor si es en su lugar de origen, que todos sabemos lo duro que es abandonar el sitio en el que se nace". :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::LOL::LOL::LOL::LOL::LOL::LOL:

Así, tal cual.
Jugó con los miedos básicos de la gente más común. En su línea, claro. Lo que me sorprendió es el estilismo elegido para su primer debate. Al igual que Pablo, quiso remarcar su condición de "outsider". La diferencia es que luego Abascal llega el 12O y se va a la recepción palaciega bien encorbatado y con su Lidia elegantísima colgada del brazo.
 
Abascal lo tenía fácil, la izquierda no lo ataca mucho, ya que no le resta votos. Al contrario, se los resta al PP, que es el máximo rival, por lo que no les importaba rebatirlo ni perder sus minutos batallando con el.

Y desde PP y Cs, el objetivo principal era el PSOE y tampoco podían criticar mucho a VOX, ya que desde la izquierda les soltaban enseguida "pero si ustedes pactan con ellos".

A Ribera lo vi muy nervioso, interrumpiendo, soltado la frase de "no se ponga nervioso", cuando le rebatían, recurriendo a sacar papeles, piedras, fotos...que una vez puede ser novedoso y llamativo. Pero muchas veces se hace cansino, aparte que ya era predecible.

Yo al que no vi también como se dice es a Pedro Sánchez, ya empieza el debate con la chorrada de que gobierne la fuerza mas votada, después sin contestar a preguntas claves como con quien pactaría, si Cataluña era una nación..etc. Pero es que en vez de contestar con algún rollo, se quedaba en silencio, haciendo como que leía y escribía sin mirar siquiera a la cara a quien le preguntaba.
 

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