A mí lo que me parece inexplicable de toda esta pesadilla estético-¿musical? que nos invade es que todos y todas (ellas menos) pronuncien (me niego a hablar de cantar o recitar) como si tuvieran la mandíbula dislocada, no den una nota ni con autotune o que hagan todo un ejercicio de apropiación cultural con acentos de otros países. El acento de aquí mi primo el rey del unflow es un precioso acento canario cuando habla pero el de los traperos/raperos/whatever de la península es un keloké indescriptible que da vergüenza ajena desde Bayamón a Montego Bay.