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El reo, es un hombre de origen rumano, de 30 años, que degolló a su hija de solo dos años en Alzira en noviembre de 2017.
El veredicto de culpabilidad fue dictado ayer por unanimidad por un jurado popular, que declaró probado que el acusado asesinó con un cuchillo de cocina a la pequeña «con la finalidad de causar un menoscabo psíquico grave y un perjuicio irreparable a su esposa y madre de la menor, después de que le comunicara su intención de divorciarse».
Durante el juicio, el ahora condenado, Laurentiu Mihai D., se mostró impasible sin gesto alguno de remordimiento, aseguró no recordar prácticamente nada. Su defensa adujo que sufría un trastorno mental de tipo esquizofrénico y solicitó por ello una eximente completa.
La mujer, que se desmayó durante el juicio, recordó cómo tras darle de comer a la niña y acostarla a dormir la siesta, se marchó a denunciar las amenazas. De camino a la comisaría de Alzira recibió una videollamada de whatsapp del acusado en la que le comunicaba que había matado a la niña.
El propio asesino confesó su crimen a los agentes de la Policía Local de Alzira que acudieron al lugar de los hechos, en la calle Pare Castell de la capital de la Ribera, y posteriormente ante el grupo de Homicidios de la Policía Nacional admitió que lo hizo para vengarse de su mujer
El veredicto de culpabilidad fue dictado ayer por unanimidad por un jurado popular, que declaró probado que el acusado asesinó con un cuchillo de cocina a la pequeña «con la finalidad de causar un menoscabo psíquico grave y un perjuicio irreparable a su esposa y madre de la menor, después de que le comunicara su intención de divorciarse».
Durante el juicio, el ahora condenado, Laurentiu Mihai D., se mostró impasible sin gesto alguno de remordimiento, aseguró no recordar prácticamente nada. Su defensa adujo que sufría un trastorno mental de tipo esquizofrénico y solicitó por ello una eximente completa.
La mujer, que se desmayó durante el juicio, recordó cómo tras darle de comer a la niña y acostarla a dormir la siesta, se marchó a denunciar las amenazas. De camino a la comisaría de Alzira recibió una videollamada de whatsapp del acusado en la que le comunicaba que había matado a la niña.
El propio asesino confesó su crimen a los agentes de la Policía Local de Alzira que acudieron al lugar de los hechos, en la calle Pare Castell de la capital de la Ribera, y posteriormente ante el grupo de Homicidios de la Policía Nacional admitió que lo hizo para vengarse de su mujer