Pintura - Museos - Exposiciones

Los aniversarios animan la vida de los museos
El cuarto centenario de Murillo y los dos siglos del Prado conviven con el arte dadá en Rusia o las calles parisinas de Brassaï
https://elpais.com/cultura/2018/01/05/actualidad/1515167968_003273.html
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Aniversarios de muertes y nacimientos marcarán, en buena medida, la temporada artística que empezó con el nuevo año. Cuatro siglos hace que vino al mundo Murillo y medio desde que murió Magritte. Sevilla y Bruselas tuvieron un aperitivo cultural en 2017 sobre estos artistas, cuyos homenajes se extenderán hasta 2019. Sendas antológicas recuerdan también en Austria la muerte de dos grandes: Egon Schiele (1890-1918) y Gustav Klimt (1862-1918), ambos víctimas de la gripe. El Museo del Prado también tiene su fecha de cumpleaños, 200, que celebrará a partir de noviembre sacando brillo a sus propios tesoros. En Londres, la Royal Academy festejará sus 250 años con nuevos espacios dedicados a exposiciones, aprendizaje y debate, y un proyecto arquitectónico liderado por David Chipperfield que conectará los dos edificios de la institución (Burlington House, en Piccadilly, y Burlington Gardens).

Aniversarios aparte, cabe esperar que en marzo se decida el futuro de la colección Carmen Thyssen y que se rematen proyectos como el centro dedicado a la obra de Miquel Barceló en Es Sindicat, antiguas bodegas de Felanitx (Mallorca), la ciudad natal del artista. La feria de Arco no tendrá país invitado y la ley de Mecenazgo sigue pendiente en la agenda política, mientras que los museos van tirando con presupuestos cada vez más minúsculos.
Y ahora, algunas de las exposiciones de estreno más destacables para la primera mitad del año. Lo es la antológica dedicada a Brassaï, en Mapfre-Barcelona, a partir del 19 de febrero. Considerado un miembro clave del grupo de fotógrafos europeos y estadounidenses que convirtieron la fotografía en arte, Brassaï es el gran retratista de las calles de París, y sus imágenes forman parte de la memoria colectiva de la capital francesa. Se presenta como uno de los platos fuertes de la temporada y se trasladará a Madrid en mayo.
Mapfre-Madrid también dedica una antológica, a partir del 25 de enero, al fotógrafo holandés más importante del siglo XX: Ed van der Elsken (1925-1990), un retratista de escenarios urbanos en la estela de Robert Frank y William Klein.
Las mujeres serán protagonistas de otro puñado de citas imprescindibles en todo el mundo. El 20 de febrero, el MoMA dedicará la primera antológica en Estados Unidos de la pintora Tarsila do Amaral, la más representativa del movimiento modernista brasileño. Frida Kahlo y su entorno iconográfico visitarán el londinense Victoria y Albert en junio; la misteriosa Hilma af Klint llegará al Guggenheim de Nueva York en octubre y Dorothea Tanning se verá en el Reina Sofía el mismo mes. Desde abril, este museo de arte contemporáneo mostrará un amplio recorrido por la compleja obra de Dora García (Valladolid, 1965) titulado Segunda vez. Esta temporada llega a julio con dos exposiciones protagonizadas por mujeres. Gala Dalí tendrá doble sede, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y la Fundación Dalí, con 180 obras que demuestran su papel de personaje clave en las vanguardias. Y la francesa Anette Messager, la primera mujer ganadora del premio Julio González en los 17 años de historia del galardón, expondrá su obra en el IVAM.

Música, literatura, cine y moda también animan los programas museísticos. El 2 de febrero, el Guggenheim de Bilbao abre El otro lado, una revisión de seis décadas del trabajo visual de Henri Michaux (Namur, Bélgica, 1899-París, Francia, 1984), una figura inclasificable del arte y la literatura del siglo XX, y referente de culto para grandes como Francis Bacon o Asger Jorn. De literatura habla también la exposición que ese mismo día dedica el Reina Sofía al escritor Fernando Pessoa, que documentará el periodo artístico de la modernidad portuguesa a partir de planteamientos del autor. Y a partir del 9 de febrero, Caixaforum llevará a su sede de Barcelona una exposición en la que se recogen las últimas investigaciones sobre la música de antiguas civilizaciones, desde el Lejano Oriente a Roma, pasando por Egipto y Grecia. En Madrid, el 13 de febrero, el Thyssen inaugura Sorolla y la moda, con 70 pinturas y numerosos vestidos y adornos. Cita de previsible éxito será también Disney. El arte de contar historiasque repasa el salto de la literatura clásica al cine de animación a finales de marzo en el CaixaForum Barcelona y desde el 18 de julio en Madrid.
Nombres que no necesitan presentación. Picasso no faltará. Pero también podrá verse un Miró un tanto insólito en el IVAM a partir del 15 de noviembre, con una muestra titulada Miró. Orden y desorden. Es la primera que el museo valenciano dedica al artista catalán y contará con un centenar de piezas entre pinturas, esculturas, dibujos, cerámicas, carteles... En el Reina Sofía será Eusebio Sempere, el pintor de las líneas vibrantes, una de las figuras más significativas del arte español, el que tendrá su espacio a partir del 8 de mayo. Él exitoso diálogo entre las obras de Duchamp, Magritte y Dalí, que ya ha visitado otras ciudades europeas, se instalará este año en el Palacio de Gaviria de Madrid. Y en el Thyssen se verán las caras Monet y Boudin, el pintor impresionista y su maestro. Mapfre (Recoletos) también recurre a mezclar nombres: en febrero tendrán un homenaje Derain, Balthus y Giacometti, con 100 pinturas que muestran la amistad y conexión artística entre los tres pintores.
En el ámbito internacional, dos importantes exposiciones en París: Delacroix en el Louvre y el joven Tintoretto en el Museo de Luxemburgo. La National Gallery (Londres) estrena su exposición de la temporada: Monet y la Arquitectura,mientras que en Madrid, el Prado inaugura dos importantes exposiciones: Rubens pintor de bocetos (el 10 de abril) y Pintura sobre piedra (17 de abril).
El Reina Sofía presentará Dadá Ruso, 1914-1924, la primera gran muestra en torno a la vanguardia rusa vista desde la óptica de los cánones antiartísticos asociados con el movimiento internacional dadá con 250 obras. El mismo día, el Thyssen expone al pintor húngaro Victor Vasarely, uno de los principales representantes del Op Art.
Y el CaixaForum Barcelona, Faraón. Rey de Egipto, en colaboración con el British Museum.

Y PICASSO, CLARO
El magnetismo del nombre de Picasso sigue, una vez más, evidente en las programaciones de museos de todo el mundo. La exposición del año en la londinense Tate Modern será Picasso 1932: Amor, fama y tragedia, con más de 100 obras ilustrativas de un momento esencial en la vida y obra del artista malagueño (8 de marzo).
El Picasso de París dedica una monográfica al Guernica, la universal obra del pintor (27 de marzo). No estará el mural, pero sí los trabajos preparatorios y fondos documentales que el año pasado se pudieron ver en el Reina Sofía.
En España, el Museo Picasso de Málaga inaugura, el 13 de febrero, Y Fellini soñó con Picasso, una exposición en la que se mostrarán las obsesiones comunes entre ambos artistas a través de dibujos, películas, fotografías y otros documentos del director italiano junto a pinturas, esculturas y dibujos de Picasso. Coincidiendo con esta muestra se celebrará en Málaga el IV Congreso Internacional Picasso y la Historia. El 3 de julio, el Metropolitan de Nueva York se ocupará del artista español en una exposición que medirá su pasión por el erotismo y el desnudo frente a Gustav Klimt y Egon Schiele.
 
MUSEOS
¿Qué será de los museos en el siglo XXI?
Los directores de las principales instituciones del arte debaten sobre posibles modelos de futuro en un simposio en París

ÁLEX VICENTE
París 15 ENE 2018 - 16:58 CET
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Un visitante observa unas fotografías de la exposición 'Red Star over Russia: A revolution in Visual Culture 1905-55' en el Museo Tate Modern en Londres en noviembre. DANIEL LEAL-OLIVAS AFP/GETTY IMAGES

¿Qué les depara el futuro a los museos? ¿Seguirá teniendo sentido descubrir obras maestras de primera mano en tiempos de virtualización imperante? ¿Deben dirigirse los centros de arte a una selecta minoría o aspirar a seguir ampliando su público? Los responsables de las principales instituciones del arte de todo el planeta se reunieron este viernes en París para responder a este tipo de preguntas. Analizaron los retos que les reserva un siglo marcado por las nuevas tecnologías, los presupuestos menguantes y la diversificación de las voces que participan en la conversación del arte. Este inusual cónclave, organizado por la Fundación Louis Vuitton de París, reunió a los máximos responsables de la Tate de Londres, el Centro Pompidou de París, el MoMA de Nueva York, el LACMA de Los Ángeles, el Museo del Hermitage de San Petersburgo o el Reina Sofía de Madrid.

Todos ellos debatieron sobre las perspectivas de futuro que afrontan las instituciones que encabezan. El diálogo estuvo moderado por dos prestigiosos críticos de arte, el suizo Hans Ulrich Obrist y la francesa Élisabeth Lebovici, que interrogaron a los participantes sobre la noción de centro y periferia, la expansión en nuevos edificios o sedes deslocalizadas, o bien la necesidad de ajustar presupuestos en un contexto de rentabilización máxima. También sobre la ampliación de las colecciones en nuevas direcciones, por la necesidad de formular nuevos relatos en la historia del arte, como los protagonizados por mujeres o minorías étnicas.

La directora de la Tate, Maria Balshaw, primera mujer al frente de esa institución británica, dijo interesarse por “la manera en que un museo puede cambiar el mundo”, en un contexto marcado por “el Brexit y las desigualdades sociales y económicas que este nos ha recordado”. Balshaw abogó por las instituciones que no solo sean espacios pensados para una experiencia estética, sino también para la acción política. Como ejemplo, destacó una reciente exposición en la Tate Britain sobre el arte de temática homosexual a lo largo de la historia, a partir de los fondos del museo. “No debemos decir al público qué pensar, pero sí tenemos la obligación social de esclarecer las cosas. Debemos darle llaves con las que puedan abrir el cerrojo de sus puertas”, apuntó Balshaw.

El director del Centro Pompidou, Bernard Blistène, protestó ante la estandarización creciente de los museos y advirtió que no todos deben contar la misma historia del arte. “Un museo no debe tender hacia una colección ideal que no existe, sino construirse a partir de su singularidad, de sus contextos, de sus errores y de su historia”, apuntó Blistène. “Sería ridículo ver cómo los museos se homogenizan para responder a una definición que, en realidad, deberíamos deconstruir: la del arte moderno. Tenemos que repensar el modelo inicial”. Sobre el modelo de desarrollo escogido por el museo parisiense, que ha abierto sucursales en Metz y Málaga e inaugurará otras dos en Bruselas y Shanghái –mientras ya mira a Latinoamérica de cara a la sexta–, Blistène afirmó que esas implantaciones no pueden ser solo una manera de potenciar la marca del museo, sino también la oportunidad para desarrollar “modelos específicos” a partir de las peculiaridades de cada sitio y en diálogo con la escena local.

Por su parte, el director del MoMA, Glenn Lowry, definió el museo del siglo XXI como “un laboratorio”. Es decir, “un lugar de hipótesis, experimentos y posibles fracasos”. Se dijo partidario de tener “una colección más metabólica, que cambie al mismo ritmo que el propio arte”. Pronunció otras palabras sorprendentes. “Últimamente, me he desinteresado en el concepto de la colección. Es importante usarla, pero no más que pensar en qué historias tienen que ser contadas y qué cadencias deben ser enfatizadas”, afirmó Lowry. “Si no tienes obras de mujeres de inicios del siglo XX o afroamericanos de mediados de ese siglo, tómalos prestados. Existen ahí fuera”, señaló. La directora del Studio Museum de Harlem, Thelma Golden, le recordó que “la compra de una obra es un acto de legitimación” para los artistas marginados por la historia oficial. Lowry le respondió que “el compromiso afirmativo de exponer” es más importante que “el poder afirmativo de adquirir”.


Pagar por el arte
El debate sobre la gratuidad de los centros de arte, reabierto tras la reciente decisión del Metropolitan de cobrar entrada a los visitantes no neoyorquinos, fue otro de los temas de debate. “Por supuesto, es una idea atractiva y deseable, pero probablemente imposible. ¿Por qué se suele considerar que debemos pagar por el teatro o la ópera, pero no para entrar en un museo? ¿Por qué se nos equipara con una biblioteca pública?”, denunció Lowry. Pese a todo, varios intervinientes llamaron a democratizar su acceso. “Una visita al MoMA cuesta 25 dólares por persona. Si se va en pareja y le sumas un café, una postal y un catálogo, no es difícil alcanzar los 100. Hay una prohibición respecto al coste, y otra de tipo cultural. Se sigue creyendo que el museo es el dominio de la gente más educada y próspera de cualquier cultura”, opinó la conservadora jefa del MOCA de Los Ángeles, Helen Molesworth.

El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, aportó un punto de vista distinto. Definió un marco obligatorio en el que todo museo debe operar en este estadio de la historia: “el que impone el neoliberalismo”. “Este tiene una característica muy concreta: la búsqueda del beneficio económico de todo. Hoy cualquier experiencia es susceptible de convertirse en mercancía. Eso nos condiciona a quienes trabajamos con el conocimiento”, explicaba tras el simposio. Para Borja-Villel, priorizar “el beneficio contable a corto plazo” tiene efectos en la programación de los museos, en la que predominan, cada vez más, las retrospectivas de grandes maestros, capaces de atraer a un público masivo. "Hay que repensar el modelo del blockbuster e intercalarlo con otros tipos de exposición, para que la razón utilitaria no predomine sobre la creativa. Es necesario resistir y darle la vuelta a un sistema que nos empobrece", añade Borja-Villel. "Somos un servicio público. Como en un hospital, tienes que salir mejor de lo que has entrado. Tienes que haber aprendido algo y adquirir un poco de sensibilidad. Si el visitante entra, se hace un selfie y se marcha, no habremos contribuido mucho a su mejora".


https://elpais.com/cultura/2018/01/15/actualidad/1516028962_371662.html
 
ARTE
Daniel Canogar "asaltó" Londres en el Festival de la Luz
    • CONXA RODRÍGUEZ
    • Londres
  • 22 ENE. 2018 11:52
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Creación visual del asalto a Westminster, de Canogar REUTERS




El artista español Daniel Canogar (Madrid, 1964) presentó una vídeoproyección en la que 200 londinenses se encaraman al edificio del ayuntamiento de Westminster, el del centro de Londres. Es su Asalto London, una de las 58 obras que han formado el Festival de la luz o Lumiere London que se ha celebrado este fin de semana por el centro de la capital inglesa. El asalto a Londres de Canogar es parte de una serie que se inició en Madrid en el 2006 y continuó en Roma, Nueva York, Toronto o Río de Janeiro.

"Voy asaltando ciudades en donde los ciudadanos toman un edificio como forma de reclamar un espacio público que es suyo y les pertenece. En el caso de Londres visité varios lugares cuando me invitaron a participar en el festival y el ayuntamiento de Westminster me pareció el lugar más adecuado para el asalto, incluso ahora que está en obras y cuenta con andamios", explica Daniel al final de varios días de intenso trabajo. Rodó el vídeo con 200 personas el sábado pasado y el jueves se presentaba proyectado en la fachada de Westminster. En tres o cuatro días se editaron los 17 minutos de proyección. "La serie de asaltos ya se me está yendo de las manos, tiene vida propia, no pensé que tendría continuidad cuando la inicié en Madrid y no sé si seguirá", comenta el artista.

Las imágenes están rodadas, grabadas, editadas y proyectadas en lo que podría llamarse forma tradicional. Lo que cambia en esta ocasión es que la proyección o el lienzo es un edificio público con todo lo que ello conlleva en proporciones físicas y producción artística. Daniel se vale de las nuevas tecnologías para su trabajo y cita "el algoritmo como mi herramienta básica". Fuera de los asaltos a ciudades tiene ahora una exposición en la Sala Alcala 31 de Madrid con instalaciones lumínicas y obras interactivas. Estas se presentan de forma temporal, pero su creación alcanza también las producciones permanentes como la que ha inaugurado en la ciudad de Tampa para el aeropuerto de Florida (EEUU).

Aunque trabaja por todo el mundo asaltando ciudades, galerías y espacios públicos y privados, su agenda de trabajo le retendrá en este año estrenado hace poco en Estados Unidos de América, su otro país junto a España. Daniel Canogar es uno de los artistas que han compuesto las 58 instalaciones que se esparcieron por seis zonas del centro de Londres en el Festival de la Luz. Creadores de 14 países, con gran representación europea.

Las instalaciones fueron desde un luminoso y escueto fluorescente de Tracey Emin con la frase "Be faithful to Your dreams" (Se fiel a tus sueños) hasta un sofisticado montaje musical, lumínico, geométrico, colorido y narrativo proyectado en la fachada central de la Royal Academy of Arts bajo el título "Love Motion" que empieza con líneas simples y acaba con una pareja bailando y, supuestamente, enamorada, al son de la música. Y así, de proyección en proyección, ahora que el día es corto y la noche larga, de 17.30 a 22.30 horas, las luces se proyectaron sobre espacios de Londres generando obras de arte como el jardín secreto que emerge en el jardín central de Leicester Square. Flamencos voladores, escaleras luminosas que ascienden hacia el cielo, paraguas, bicicletas y otros temas que, iluminados, adquieren otra identidad. Ni los paraguas son para cubrirse de la lluvia ni las bicicletas son medio de transporte.

Esta ha sido la segunda convocatoria del Lumiere London que ha aumentado considerablemente en comparación a la primera.

http://www.elmundo.es/cultura/musica/2018/01/22/5a65c256ca47410b198b45a5.html
 
El Reina Sofía recibe una donación de 600 fotos de la España de los cincuenta
El museo se convierte en referente para el estudio del grupo Afal, renovador de la imagen

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'Vivir en Madrid', fotografía de 1964 tomada por Francisco Ontañón, miembro del grupo Afal. MUSEO REINA SOFÍA

ÁNGELES GARCÍA

Madrid 23 ENE 2018 - 08:48 CET
La residencia familiar del matrimonio formado por los abogados y coleccionistas Adolfo Autric y Charo Tamayo, en las afueras de Madrid, es un auténtico museo dedicado a la fotografía y al diseño industrial. En las tres plantas de la casa conviven decenas de objetos firmados por Mariscal, Frank Gehry o la Bauhaus con esculturas de Plensa o fotografías de Alfonso en las que se ve a Primo de Rivera con Alfonso XIII, por ejemplo. Ligados al mundo inmobiliario y coleccionistas desde hace dos décadas, una parte esencial de los tesoros que acumulan tiene que ve con la fotografía realizada por Afal, la histórica Agrupación Fotográfica de Almería que, a finales de los años cincuenta, revolucionó la manera de narrar la vida de los españoles y se enfrentó a la censura y a la imperante tendencia pictorialista y propagandista.

Un conjunto de 600 fotografías de esa colección, valoradas en 1,5 millones de euros, van a ser donadas al Reina Sofía, ocupando un espacio propio en el museo que llevará el nombre de los donantes, Autric y Tamayo. Previamente, el 12 de junio, las obras formarán parte de la exposición Grupo Afal. Son realidad, no son temas.

La pareja de coleccionistas madrileños, nacidos ambos en 1966, tiene una amplia trayectoria de mecenazgo con diferentes museos. La donación que ahora hacen al Reina Sofía convierte al museo en un centro de referencia para el estudio y conocimiento del grupo Afal. “Con Manuel Borja-Villel hemos tenido siempre muy buena relación” explica. “Para ellos compramos, por ejemplo, uno de los dos sillones que formaban parte del pabellón de la República española en París”, dice.

La idea de esta donación de 600 fotografías fue de Borja-Villel. "Laura Terré, hija del fotógrafo Ricard Terré, ha hecho de mediadora en las gestiones. Nosotros ya teníamos muchas obras del grupo Afal, pero había lagunas que nos comprometimos a completar, y eso es lo que hemos hecho. Todo el material es de época, con copias de los propios autores, y todos están presentes: Joan Colom, Gabriel Cualladó, Francisco Gómez, Gonzalo Juanes, Ramón Masats, Oriol Maspons, Xavier Miserachs, Francisco Ontañón, Carlos Pérez Siquier (que fundó la revista Afal junto a José María Artero), Alberto Schommer, Ricard Terré, Leopoldo Pomés y Julio Ubiña.

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Los coleccionistas Adolfo Autric y Charo Tamayo, en su casa de Madrid. JAIME VILLANUEVA


A falta de una ley de mecenazgo, Autric lamenta que no exista un registro de convenios por el cual se faciliten las donaciones de estas características. Según explica, el donante, él en este caso, disfruta de ventajas fiscales que pueden suponer un 30% del valor de lo donado, según determine la Junta de Valoración, con un límite del 10% de la base liquidable. “El asunto cambia si eres una persona física o jurídica, pero creo que tendrían que facilitar el poder hacer estas cosas de una manera sencilla, porque la realidad es tramposa. Por ejemplo, una persona que gane 90.000 euros al año y dona por valor de 100.000, la base máxima de su donación es de un 10% (sea cual sea el valor o la cuantía de su donación), lo que supone 9.000 euros. Como la deducción es de un 30%, lo que puede realmente deducir en cuota son 2.700. El resto de posible deducción lo pierde. O, en el caso de un pensionista con la paga máxima (unos 36.000 euros al año) lo más que se podrá deducir son 1.080, sea cual sea el valor de lo que done. Es decir que lo que puede deducirse una persona física es un 3% de lo que gane en el año en que hace la donación, independientemente del valor o la cuantía de la misma. Las personas jurídicas, en cambio, pueden deducirse en los 10 años posteriores lo que no se hayan deducido en el año de la donación, o incluso darse como gasto la cuantía donada (si firman un convenio con el donatario). Por eso en nuestra normativa hay una discriminación para las personas físicas que son peor tratadas que las sociedades.

Autric espera que más pronto que tarde el gobierno retome el proyecto tantas veces aparcado de la ley del mecenazgo. “Si no es el Partido Popular, es el momento de que lo planteen otros grupos parlamentarios: Ciudadanos, PSOE o Podemos. En mi caso, lo hago por patriotismo, porque quiero a mi país y porque disfrutamos con ello. Da envidia ver las facilidades que tienen los mecenas en Estados Unidos, en el Reino Unido o en Francia, por señalar casos bien conocidos. Los mecenas no estamos para suplir las obligaciones públicas respecto a los museos, pero sí podemos ser de gran ayuda”.

Disfrutar de cada pieza
Todas las fotografías han salido ya de los marcos en los que han colgado durante años en las sucesivas viviendas de los Autric, y están guardadas en las cajas en las que llegarán al Reina Sofía después de que el patronato del museo apruebe la operación durante la semana de Arco. “A toda la familia nos da pena desprendernos de ellas”, responde el coleccionista. “Nosotros no compramos para guardar, sino para disfrutar de cada pieza. Las fotografías, por su delicadeza y exigencias, no pueden estar siempre expuestas, pero las mujeres de Colom en el Raval, las escenas turísticas de Miserachs o los Sanfermines de Masats han formado parte de nuestras vidas. Masats, Pomés y Pérez Siquier han estado en casa montones de veces”.

Añade Adolfo Autric que la decisión de donar fue discutida por toda la familia. “La colección forma parte del patrimonio de mis hijos, de manera que para todos era un sacrificio. En principio hubo dos frentes, nuestra hija, Cristina, y yo, a favor, y mi esposa y nuestro hijo, Rodrigo, con reticencias. Al final, hubo acuerdo. Triunfó la idea de que teníamos que hacerlo por patriotismo y que teníamos el deber de completar una parte importantísima del patrimonio español que no estaba bien explicada”.

https://elpais.com/cultura/2018/01/22/actualidad/1516641580_753949.html
 
'Se va mi sombra pero yo me quedo', la fotografía del Romanticismo

23.01.2018 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 10 H.
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Hasta el próximo 13 de mayo, el Museo Nacional del Romanticismo acoge la exposición 'Se va mi sombra pero yo me quedo, ilusión y fotografía en el Romanticismo', con varias de sus salas recreando 20 fotografías históricas de la época. Una muestra que pretende unir la fotografía y la realidad, gracias a los diferentes ambientes que se han confeccionado para permitir al visitante conocer cómo eran las tertulias, los bailes de máscaras, o los juegos que entretenían a los burgueses.

Las fotografías de la muestra quedan así contextualizadas, creando un diálogo y mostrando las distintas actividades de carácter público o privado, que tendrían lugar en el interior de un palacio. Cada una de las imágenes se convierte en una mirilla, con la que se recrea la vida de los protagonistas en diferentes estancias. Para mejorar la experiencia del visitante, el Museo Nacional del Romanticismo ha dispuesto un montaje que permite apreciar las distintas técnicas fotográficas de la época, a través de visores especiales que replican los que se utilizaban entonces. Una elección que permite apreciar además los juego ópticos que se desarrollaron a lo largo de la historia de la fotografía.

'Se va mi sombra pero yo me quedo', que toma su título de un poema de la escritora romántica Carolina Coronado, cuenta con cuatro 'cartes de visite' sirven para plasmar la importancia que los retratos personales tuvieron en los inicios de la fotografía. La técnica de los pares estereoscópicos permitía observar una imagen plana en tres dimensiones, mientras que los "tissues" son uno de los ejemplos más delicados de la fotografía decimonónica. Por último, el juego óptico denominado megaletoscopio cuenta con dos piezas expuestas, que se exponen con una caja con luz transmitida para apreciar los juegos de color de la imagen.

GALERIA FOTOS:
https://www.elconfidencial.com/mult...ion-fotografia-madrid-romanticismo_1509869/#0
 
El Guggenheim ofreció un retrete usado de oro macizo a Trump
La primera familia pidió prestado 'Paisaje con nieve' de Van Gogh para decorar las estancias privadas de la Casa Blanca

SANDRO POZZI
Nueva York 28 ENE 2018 - 22:35 CET
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El trono del artista italiano Maurizio Cattelan en el Guggenheim. BRENDAN MCDERMID REUTERS


Los Kennedy tuvieron un Eugene Delacroix. Los Obama fueron por lo abstracto con Mark Rothko y Jasper Johns. Los Trump no querían ser menos y pidieron prestado Paisaje con nieve de Vincent Van Gogh para decorar las estancias privadas de la Casa Blanca. El Guggenheim les dio un no por respuesta y en lugar de cederle este óleo de incalculable valor, ofreció enviarle algo que su comisaria consideró que se ajustaba más a su gusto: un retrete usado de oro macizo del artista italiano Maurizio Cattelan que representa los excesos de las fortunas.

“Sentimos no poder responder a la petición original”, se puede leer en el correo electrónico que envió la curadora del museo neoyorquino Nancy Spector el pasado mes de septiembre, explicando que el Van Gogh tenía que viajar al museo en Bilbao y que tendría que quedarse a su regreso en la colección permanente. En el email, al que tuvo acceso el The Washington Post, respondía que esperaba que en su lugar les interesara la alternativa que le ofrecía, que calificaba de “especial”.

La obra de Cattelan se llama América y se exhibió durante un año en uno de los cuartos de baño públicos del museo hasta final el pasado verano. El trabajo, señala Spector, es “extremadamente valioso” y “frágil”. Por eso dice en el mensaje que desde el museo facilitarán las instrucciones para la instalación y el mantenimiento. La carta incluye una fotografía del trono, que en su día cuando estuvo expuesta se coló en las portadas de los medios locales.

Es de sobra conocida la debilidad de Trump por las decoraciones en oro. También las críticas que Spector lanzó en las redes sociales tras su elección como presidente de Estados Unidos. La redacción de la carta, de hecho, hace un juego de palabras que refleja la situación por la que atraviesa Estados Unidos desde que el magnate tomó el Despacho Oval. La Casa Blanca, aparentemente, declinó esta opción pese a la apreciación de Trump por el oro.

Cattelan, por su parte, evita comentar pese a que en el email se asegura que el artista estaría encantado de prestarlo durante un largo periodo. “Es un asunto muy delicado”, se limita a decir al Post. El váter estuvo en la quinta planta del museo para uso de los visitantes en una muestra interactiva. La crítica describió en su día la obra como una sátira a fortunas como la de Trump, que tiene instalada grifería de oro hasta en su avión privado.

El nombre de Trump retumbó como un estruendo durante toda la muestra interactiva, como indicó la comisaria en el blog del museo. Era fácil hacer la asociación con el presidente por si debilidad con el oro. La propia Spector llegó a decir que el presidente es una “torre dorada epónima”, en una clara referencia al rascacielos que hace de punta de laza del imperio familiar en la Quinta Avenida y donde tiene su residencia, decorada con el metal precioso.

Ahora Donald Trump tiene cortinas doradas colgando en el Despacho Oval. Spector también dijo que su presidencia estaba marcada por el escándalo y definida por un “asalto deliberado” contra las libertades civiles y el cambio climático que ponen en peligro el planeta. El museo trató también de tomar distancia. En las redes sociales se acusó a la organización de tratar de llamar la atención de la prensa con una polémica facilona.

El trono de oro macizo fue creado antes de que el empresario presentara su candidatura a la presidencia de EE UU, aunque nunca negó que pudiera tener alguna influencia. “Estaba en el aire”, comentó en el blog del Guggenheim. Miles de personas hicieron cola para experimentar lo que este provocador artista calificó como un punto de unión entre el arte y la naturaleza. El coste del retrete se estima en un millón de dólares.

Los que tuvieron la paciencia de hacer cola y por utilizado dicen que no es muy diferente a uno corriente. Pero señalaban que funcionaba bien y que estaba reluciente -el personal del museo lo limpiaba cada quince minutos. Cattelan, al explicar su trabajo, explicó que al final todo el mundo acaba haciendo sus necesidades en el mismo sitio, da igual si se toma un perrito caliente o un planto de 200 dólares en un restaurante de lujo.

VIDEO.
https://elpais.com/cultura/2018/01/25/actualidad/1516921047_786059.html
 
Mucho más que una discípula de Goya
Rosario Weiss fue una sobresaliente dibujante de la primera mitad del XIX y llegó a ingresar en la Academia de San Fernando. La Biblioteca Nacional reúne ahora 140 de sus obras



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'Alegoría de la atención (autorretrato)' (1842). Dibujo de Rosario de Weiss.


RUT DE LAS HERAS BRETÍN
Madrid 29 ENE 2018 - 22:47 CET

Vivir con Goya marca. Si a eso se le suma ser hija de padres separados en la primera mitad del siglo XIX, la diferencia con el resto es, incluso, más notable. Esa era la normalidad para Rosario Weiss (Madrid, 1814-1843), artista a quien la Biblioteca Nacional de España reivindica con una exposición en la que destaca su prodigioso dominio del dibujo en una época nada propicia para que las mujeres prosperasen en el mundo del arte.

Los dibujos de una pequeña Rosario y un ya anciano Francisco de Goya (1746-1828), hechos a cuatro manos, reciben al visitante de la muestra que se abre mañana al público. Es el álbum Goya-Weiss, que contiene los juegos de lápiz y papel con el que el maestro enseñaba a una niña de menos de 10 años. En uno de ellos se aprecia el trazo fino con el que el aragonés esbozó una cabeza sonriente de hombre repasado por una línea más gruesa hecha por Weiss. Otros son dibujos que el artista hacía para que ella los copiara o sobre los que escribía algunas letras. “Conociendo aquel genial pintor el talento y las bellas disposiciones que mostraba ya desde niña, empezó a enseñarla el dibujo a los siete años al mismo tiempo que aprendía a escribir”. Estas líneas de la necrológica de Weiss publicadas en la Gaceta de Madrid, explican que la relación no era solo de profesor y alumna. El trato era familiar.

Leocadia Zorrilla, la madre de Rosario, se instaló en la Quinta de Sordo, la casa de Goya a las afueras de Madrid. Era el ama de llaves del pintor y vivió allí con sus dos hijos menores entre 1820 y 1824. Hasta aquí lo probado. La presunción de que la madre y el pintor fueran amantes es algo que se dice pero no hay documentos, explicó ayer el comisario de la muestra, Carlos Sánchez Díez. Y tampoco está demostrado que Weiss fuera hija del autor de las Pinturas negras.Sánchez no da pábulo, y asegura que la quería como tal y se refería a ella como “mi Rosario”. En una carta a su amigo Ferrer, Goya escribe: “Quisiera que la tuviera como si fuera hija mía”.

Weiss se forja entre estas dos personalidades: su madre, una mujer que se buscaba la vida tras separarse de su marido, un joyero de origen alemán, y el artista. Esta influencia, su talento natural y su educación francesa —vivió con Goya en Burdeos, donde recibió formación académica, entonces predominaba en Francia la manera de Ingres— hacen de Weiss una artista excepcional, la más importante en España de la primera mitad del XIX. Y le quedó mucho por hacer, porque murió con solo 28 años.

La exposición reúne hasta el 22 de abril 140 obras, entre dibujos, litografías, lienzos (apenas se conocen una decena de su autoría) y documentos, muchos de ellos nunca vistos. Y la acompaña el catálogo razonado, fundamental para el proyecto reivindicativo de la artista. Un exhaustivo trabajo del comisario que amplia lo que se conocía de Weiss y el número de obras que se le atribuían. Ya que el pequeño formato de los dibujos facilita su dispersión en múltiples colecciones particulares.

No es baladí que se centrara en dibujos y litografías. Trabajó en un momento en el que muy pocas mujeres recibieron la consideración de artista y ella se definía como tal. Quería vivir de sus dones profesionales, de su talento. Para dibujar la intendencia es mucho menor que para montar un taller de pintora y los tiempos en los que las mujeres logran tener una habitación propia todavía quedaban lejos. No se ha encontrado ningún escrito que atestigüe su condición de precursora del feminismo. Basta su vida: toda una declaración de intenciones.

Cuando regresó a España, en 1833, comenzó a trabajar como copista en el Museo del Prado aceptando encargos —pinturas alimenticias—. La alta sociedad le pide retratos, el género por el que será más conocida. Realiza figurines de moda en los años veinte y treinta del siglo XIX, un periodo de eclosión de las revistas de esta temática,

Los reconocimientos más importantes de su carrera los recibió en 1840, cuando ingresó en la Academia de San Fernando, y en 1842, al ser nombrada profesora de dibujo de las infantas Luisa Fernanda e Isabel (futura Isabel II); de ambas hay bocetos en la muestra. Para postularse a ese puesto arguye su formación y orgullo profesional.

Los adjetivos delicada, precisa y minuciosa que con frecuencia describen a las mujeres decimonónicas, en esta muestra solo caben para referirse a la obra de Weiss.

https://elpais.com/cultura/2018/01/29/actualidad/1517253828_227701.html
 
DICEN QUE QUIEREN ABRIR UN DEBATE AL RESPECTO
Una galería retira un cuadro de ninfas desnudas por cosificar a la mujer
La Galería de Arte de Manchester ha retirado de forma provisional la obra 'Hylas y las ninfas' de Waterhouse para abrir un debate sobre la representación de la figura femenina en el arte
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'Hylas y la ninfas', de John William Waterhouse
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P.C.
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01.02.2018 – 12:39 H.

“Hemos dejado temporalmente un espacio en el lugar de 'Hylas y las ninfas' de J.W. Waterhouse para poder conversar sobre cómo interpretamos los trabajos artísticos”, ha anunciado en su web la Galería de Arte de Manchester. ¿Se representa el cuerpo femenino como una “forma decorativa pasiva” o como una “femme fatale”? Es lo que han querido dejar a debate del público antes de devolver el cuadro a su lugar original.

En la obra de Waterhouse, se representa a varias ninfas desnudas en un lago interesadas en un hombre joven que sí aparece vestido. “Para mí hay un sentimiento de vergüenza al que no nos hemos enfrentado”, explica a The Guardian la coordinadora de la galería Clare Gannaway. No se refiere solo a este cuadro, sino a toda la colección de desnudos femeninos que se reúne en una sala de la galería bajo el título “En busca de la belleza”. “Los artistas masculinos persiguen el cuerpo de la mujer y las pinturas representan el cuerpo femenino como un elemento decorativo”.

Gannaway recalca, sin embargo, que la intención no es censurar, sino abrir un debate que ha sido motivado en parte por los movimientos de Time’s Up o #MeToo. De momento, las postales de este cuadro tampoco seguirán a la venta en la tienda de regalos. La retirada del cuadro, como apuntan en la nota, fue una actividad colectiva y fue grabada como parte de una exposición que prepara la artista Sonia Boyce para el próximo mes de marzo.

Las opiniones que los visitantes han podido dejar pegadas en post-its han sido variadas: mientras algunos lo ven como algo políticamente correcto, otros temen que esto siente un peligroso precedente. En Twitter, la mayoría de comentarios han mostrado su descontento con la decisión.

https://www.elconfidencial.com/cult...snudas-cosifica-mujer-galeria-retira_1515178/
 
El "pobre idiota" que destronó a Picasso: 100 años de la muerte de Klimt
    • P. UNAMUNO
    • Madrid
  • 5 FEB. 2018 04:27
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Inspirada en la mitología griega, 'La lluvia dorada. Danae' es una de las obras más célebres de Klimt.


Creó un universo de deseo y provocación, intuyó la decadencia del Imperio Austrohúngaro, escandalizó a los nazis... Y se convirtió en 2006 en el artista más caro del mundo


Si nuestro mundo desapareciera mañana, el arte del siglo XX podría recomponerse en espíritu gracias a los cuadros de Gustav Klimt, del mismo modo que un pedazo de escultura puede decirlo todo sobre una civilización extinguida. Las obras de Klimt tienen también el poder de sintetizar (y refutar) una tradición cultural de siglos, la de un arte vienés que en el cambio de centuria comienza a perder su centralidad al tiempo que el propio Imperio Austrohúngaro decae progresivamente como potencia internacional.

«Klimt es el arte vienés», escribía Margarita Nelken al poco de morir el pintor el 6 de febrero de 1918, hace ahora 100 años. No sólo eso, sino que acierta además a entrever el cataclismo de un continente que en pocas décadas iba a dilapidar toda una herencia de progreso y libertad en un aquelarre de guerras y totalitarismo. Zweig añoraba ese mundo de ayer perdido sin remedio y sucedido por otro de contradicciones y congojas que expresarían la música de Mahler (y, poco después, de Schöenberg), el pensamiento de Wittgenstein y las teorías psicoanalíticas de Freud.

En la frontera entre el siglo XIX y el XX, Mahler remataba su Cuarta sinfonía, un remanso de paz entre composiciones más dramáticas, y Freud publicaba La interpretación de los sueños, donde se inaugura un nuevo modo de entender la mente humana. Klimt concluye por entonces las tres pinturas que le han encargado para decorar el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena. Sus Filosofía, Medicina y Jurisprudencia, rápidamente tildadas de pornográficas, sorprenden a todo el mundo con un lenguaje plástico abiertamente sexual y provocativo.

Políticos, personalidades artísticas y fariseos de toda condición se rasgan las vestiduras, por lo que la universidad decide no colocar las obras de Klimt, que acabarán siendo destruidas por los nazis durante su retirada de la capital austriaca en mayo de 1945.

Antes del escándalo, Klimt es el pintor más influyente de Viena. En 1897 ha cofundado el movimiento conocido como la Sezession, que anticipa la aparición de las vanguardias y cuenta con el respaldo de un Estado que ve con buenos ojos el cosmopolitismo de artistas como Olbrich, Otto Wagner y él mismo, en cuyo programa figura una síntesis cultural afín al universalismo que decía defender el Imperio. Lo que éste no alcanzó a predecir es que una corriente que denigraba las pomposas formas académicas vigentes apuntaba de manera indefectible a la rebelión generacional, la irreverencia y la indagación psicológica sin freno, con acentos claros sobre la sexualidad.

En Klimt, sin embargo, convivían dos almas en contraste, la del artista provocador y la del hijo atento a las habilidades de un padre orfebre y grabador. Esta última circunstancia explica la delicadeza dorada y luminosa de sus creaciones, que muy pronto le permiten destacar como decorador de teatros y complejos termales, para los que idea escenas alegóricas de agradable efecto ornamental. En años posteriores realizará obras muy innovadoras como las malhadadas de la Universidad de Viena, el Friso Beethoven para la muestra de la Secesión de 1902 y el extraordinario friso del palacio de Stoclet de Bruselas, convertido en compendio del art nouveau centroeuropeo.

Este último trabajo, pintado al temple, muestra uno de los rasgos clave del arte de Klimt: el contraste entre las franjas decorativas, abstractas, y el marcado realismo de las figuras, muchas veces de evidente contenido simbólico. A la derecha del friso, cuyo tema central es el árbol de la vida, se aprecia el abrazo de un hombre y una mujer que recuerda mucho al de su cuadro más célebre, El beso, creado por la misma época.


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'El beso' se convirtió en 2006 en el cuadro más caro jamás subastado: se vendió por 135 millones de dólares.


En la evolución del artista resultaron capitales los bien escogidos viajes que emprendió por media Europa. Uno de ellos lo llevó a Rávena, donde se familiarizó con la técnica y los resultados cromáticos del mosaico, que luego reprodujo en sus pinturas.

La fascinación que ejerce El beso se debe no sólo a la intensidad del abandono amoroso de la pareja protagonista, sino también a la atmósfera irrepetible que los rodea, con su textura ornamental de teselas de oro que remiten de forma directa a los mosaicos bizantinos.

Klimt no escandalizaba únicamente con desnudos y posturas provocativas. Hasta el uso que hacía del pan de oro, no para ponerlo al servicio de una obra de carácter religioso -como era tradicional desde el arte medieval- sino para celebrar los placeres terrenales, le valió la acusación de blasfemo por parte de los ortodoxos que abundan en toda época y lugar.

En lo personal, el pintor era y se tenía por alguien «poco interesante» cuyos hábitos eran de todo menos escandalosos. Vivió siempre en el mismo piso con su madre y dos de sus hermanas, incluso estando con su compañera inseparable, Emilie Flöge, con quien nunca quiso casarse. En lo artístico, admitía su admiración tanto por Durero y los artistas medievales como por la exótica escuela Rinpa japonesa; es innegable en él la influencia de los dibujos eróticos de Ingres y Rodin, y el valor de la línea en su obra le desliza a partir de 1910 hacia el expresionismo, en una aventura en la que le acompañarán sus paisanos Kokoschka y Schiele.

Otro cambio de siglo, el del XX al XXI, vio la explosión de las piezas de Klimt en las subastas de arte. Un paisaje del lago Attersee, adonde acudía cada año de vacaciones con Emilie, se vendió en 2003 por 29 millones de dólares. Esa cifra la superó holgadamente tres años más tarde el primero de sus dos retratos de Adele Bloch-Bauer, adquirido por 135 millones por la Neue Galerie de Nueva York, donde se exhibe desde entonces.



Refinamiento, un «lejano orientalismo» que citaba Nelken en su necrológica de hace un siglo, estética inconfundible, cierto aroma decadente... Todo eso se ha mencionado como responsable de la popularidad actual de Klimt, a la que no ha sido ajeno el cine. John Malkovich protagonizó un biopic del artista en 2006 y Helen Mirren encarnó en La dama de oro a Maria Altmann, sobrina y heredera de Adele Bloch-Bauer que consiguió que se le restituyera uno de los retratos de su tía y otras obras de Klimt tras un largo pleito con el Gobierno austriaco.

Curiosidades de la vida: Klimt fue a la misma escuela de Viena que rechazó a Hitler; Maria Altmann estuvo representada en el juicio por un nieto de Arnold Schöenberg, y el cuadro de Bloch-Bauer fue robado y rebautizado por los nazis como La dama de oropara ocultar el nombre inequívocamente judío de la retratada.


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El pintor y su compañera Emilie Flöge, en la villa del lago Attersee en la que pasaban el verano, en 1910. GETTY


Una compañera, varias amantes y 14 demandas de paternidad

Si algo caracterizaba a Klimt, además de un impetuoso anhelo creativo, era un deseo sexual que no le iba a la zaga en intensidad. Desde que la conoció y hasta su muerte (la de él), el pintor estuvo unido a Emilie Flöge, diseñadora y personalidad central de la bohemia vienesa, pero parece que esa relación tuvo un carácter sólo platónico. Él sentía más atracción por las modelos que pasaban por su estudio, muchas de ellas damas de la alta sociedad de las que se encaprichaba sin excepción. El primero que besó, desnudó, dibujó, etcétera a Alma Mahler, se dice que bajo un óleo de Delacroix, fue Klimt, que doblaba en edad a una jovencita por entonces de 17 años. Algunos dan por hecho que El beso representa un momento de cariñosa intimidad entre el artista y Alma, extremo que dista mucho de estar acreditado; la hipótesis más extendida señala que es Emilie la retratada en el cuadro. Da la impresión de que el pintor era incapaz de refrenar la pasión carnal que le inspiraban sus modelos. «Yo mismo no tengo claras mis relaciones. Lo único que sé con certeza es que soy un pobre idiota», le confesaba a un amigo en una carta bastante atormentada. Tras su fallecimiento se presentaron hasta 14 demandas de pensión alimenticia, aunque sólo tres de esos vástagos fueron reconocidos. Uno lo tuvo con Maria Ucicka, una lavandera de Praga que posó para él. Los otros dos, Gustav y Otto, de los que el artista se hizo cargo sin reservas, eran hijos de la modelo Mizzi Zimmermann. Klimt rompió moldes al pintar a Mizzi, embarazada de Otto, con un realismo que nadie en la historia del arte se había atrevido a dispensar a un tema considerado tabú. El cuadro se titula 'Hope I' y data de 1903. Otto nació ese mismo año, pero apenas sobrevivió unos meses. Su padre retrató al niño muerto en un boceto y añadió al lienzo de Mizzi unas oscuras figuras de fondo que venían a simbolizar los males que acechaban al pequeño.

http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/02/05/5a77477346163f321f8b4626.html
 
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