En principio el plan era vivir en Paris, y así lo hicieron hasta que las cabezas pensantes decidieron que una Infanta de España no podía vivir fuera de la piel de toro. Creo que aquello acabó con su felicidad y con su matrimonio, total, para luego terminar siendo una segundona en el escalafón monárquico, detrás de la cuñadíZima.