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Brujas, meigas y hechiceros II
Por Ruth Portela
Si la semana pasada se recorrió el nacimiento de la brujería en el mundo clásico, en esta se introduce el auge del cristianismo y su mezcla con las creencias anteriores. Se presenta, pues, la historia de la brujería en la Alta Edad Media y las leyendas provenientes del mundo celta y germánico.
- Paganismo y cristianismo.
- Las divinidades paganas.
Según las leyendas y cuentos Holle es una diosa del tiempo atmosférico, asociada sobre todo al invierno. Se decía que nevaba cuando Frau Holle sacudía su almohada. Se la suele representar cabalgando a lomos del viento. Se la ha relacionado también con las diosas lunares y de la fertilidad. De ahí que fuera protectora de los alumbramientos. En uno de los cuentos de los hermanos Grimm aparece como una vieja hechicera, que tiene como responsabilidad hacer nevar sacudiendo su almohadón. La historia narra la historia de dos hermanas, una trabajadora y buena, la otra perezosa. Al final del relato Holle premia a la buena y castiga a la holgazana. El cuento lleva el nombre de Frau Holle o Madre invierno.
Etimológicamente se puede encontrar una conexión entre ella y Hel, diosa de los infiernos e hija de Fenrir el lobo- Hölle en alemán es infierno. Antes del cristianismo solía ser considerada una diosa protectora, pero su vínculo con la diosa Hel y con la luna la llevo a tomar un papel más oscuro. Por ello se convirtió en la protectora de las brujas y éstas volaban, según las creencias populares, para celebrar sus conventículos presidios por Diana o por Holde.
“Hay que añadir, además, que ciertas mujeres criminales, convertidas a Satán, seducidas por las ilusiones y fantasmas del demonio, creen y profesan que durante la noche, con Diana, diosa de los paganos (o con Herodiade) e innumerables multitud de mujeres, cabalgan sobre ciertas bestias y atraviesan los espacios en la calma nocturna, obedeciendo a sus órdenes como a las de una dueña absoluta.” (Canon Episcopi; Caro Baroja, Las brujas y su mundo, pág. 97)
- Las meigas y bruxas gallegas.
Otro ejemplo serían los cuentillos sobre meigas o bruxas provenientes de Galicia. Según la tradición no todas las meigas eran maléficas, pero sí la mayoría. Lo que hoy en día es un símbolo de la nacionalidad gallega era en aquel entonces un estigma social. Se las considerada como causantes del mal de ojo o meigallo, también se creía que chupaban la sangre de los jóvenes y agotaban los campos. Aún hoy en los pueblos de Galicia se coloca una planta encima de la puerta de entrada para ahuyentar el meigallo. La Queimada o con su conxuro sirve para el mismo fin, alejar a las bruxas y encantadoras.
“Hay gentes en Galicia que creen el Meigallo cosa cierta, considerándolo como obra de la envidia. Se introduce en el cuerpo de la persona que ha sido elegida, y que es generalmente una joven abandonada por su novio, o una mujer que se cree víctima de una envidia. La persona que padece este embrujamiento no entra de buen grado en la iglesia ni atiende a la misa; pero los parientes y amigos o amigas le obligan a oír la misa cantada; (…) no cesan de decirle un poco sobrecogidos y autoritarios: ¡bótao fòra! ¡bótao fòra!” (Eladio Rodríguez González, Diccionario enciclopédico gallego- castellano)
Una explicación de este meigallo o encantamiento es que en las zonas rurales se tenía a la enfermedad como un castigo mágico. De ahí la cantidad de lugares que en estas tierras tiene una fuente o cueva con propiedades sanadoras, como es el caso de San Andrés de Teixido, y la multitud de medallones y talismanes.
“Paganismo y catolicidad se asocian en los promiscuos ensalmos de la Galicia labriega. Sobra ejemplos (…) Muchos talismanes giran en la eterna órbita de la piedra y de los huesos de animales totémicos. Al cayado aórtico del ciervo se le atribuyen fantásticas virtudes terapéuticas; y es prodigio que acaso arranque de la prehistoria. La cabra montesa, buena conocedora de antídotos vegetales, cría en su buche la piedra beozar, que en la Edad Media alcanzó precios de escándalo” (Sánchez Dragó, Fernando, Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, pág. 316)
Entre las leyendas gallegas se encuentra también la de los mouros. Los Mouros son los agentes de la magia y los que esconden los tesoros en estas tierras. Nada tienen que ver con los moros y musulmanes, sino que son una raza mitológica a la que se ha relacionada con los elfos, hadas, trasgos o gnomos. Su significado sería el de foráneo, forastero, lo diferente. Según las leyendas los mouros guardan los tesoros acumulados o escondidos en los famosos castros gallegos. Se cree que estas historias se pueden deber al hecho de que en el tiempo de los romanos se extraía gran cantidad de metal de Galicia y en general de España.
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