Leonor, personaje del año: dedica unas palabras a EL MUNDO por el reconocimiento

Registrado
4 Dic 2012
Mensajes
14.493
Calificaciones
111.228
El Mundo Orbyt.
Descubra Orbyt
MADRID
MARINA PINA
30/12/2023

«MI EMPEÑO ES GANARME LA CONFIANZA DE LOS ESPAÑOLES»
31-10-23 PUNTO DE INFLEXIÓN La Princesa de Asturias juró la Constitución en un acto solemne en el Congreso de los Diputados y con la presencia de los Reyes, Don Felipe y Doña Letiza.
20-05-23 GRADUACIÓN La Princesa de Asturias terminó la etapa escolar en el UWC Atlantic College de Gales, donde se graduó del Bachillerato Internacional. Los Reyes Don Felipe y Doña Letizia, además de la Infanta Sofía, acudieron a la ceremonia final de graduación.
07-10-23 JURA DE BANDERA Doña Leonor, como dama cadete de la Academia General Militar, juró bandera en el patio de Armas junto a sus compañeros.
04-07-23 VIAJE A GERONA Visitó con su hermana la ciudad catalana y luego El Bulli de la mano de Ferran Adrià.
29-11-23 APERTURA DE LAS CORTES La Heredera acudió por tercera vez desde que es Princesa a este acto.

Este 2023 ha sido el año en el que los españoles han conocido a la Princesa Leonor. En medio de las tribulaciones políticas, su paso adelante institucional al cumplir los 18 años la ha revelado como una figura rodeada de consenso y respaldo, símbolo de la unidad del país y esperanza para el futuro. La Heredera dedica unas palabras a EL MUNDO por este reconocimiento


















  • Disminuye el tamaño del texto
  • Aumenta el tamaño del texto
  • Imprimir documento
  • Comparte esta noticia
  • twitter
La actualidad política de este año en España ha sido cuanto menos complicada. Pero en medio de la crispación la Corona ha continuado su trabajo, guiada por la Constitución y con el plan que tienen diseñado. Nada es casualidad. Y este año, sin hacer cosas extraordinarias, lo ordinario ha confirmado a la principal institución del Estado como el símbolo de unidad de todos los españoles. El faro de estabilidad. Unos valores que ha encarnado como nadie la Princesa de Asturias, motivo por el que EL MUNDO la ha escogido como Personaje del Año de 2023.
Podemos decir que este ha sido el año en el que los españoles han conocido a la Princesa Leonor. La Heredera ha ingresado en la Academia General Miliar, comenzando un largo camino de tres años de formación castrense. Ha jurado bandera y lealtad al Rey y a la Constitución. La Princesa de Asturias cumplió 18 años el 31 de octubre y, con su mayoría de edad, vinculó de manera definitiva su futuro a España. Motivos por los que es la persona que más protagonismo ha acaparado este 2023.
La Heredera al trono agradece el reconocimiento del periódico EL MUNDO, al que ha querido hacer llegar unas palabras. Se trata de la primera vez que la Princesa dedica un texto a un medio de comunicación, y una de las primeras veces que la primogénita de Felipe VI plasma en tinta su agradecimiento.
«Termina para mí un año importante, con cambios y desafíos nuevos», comienza la Heredera, quien constata, como EL MUNDO, que este año ha supuesto un punto de inflexión en su vida. «Mi empeño es seguir cumpliendo mis obligaciones y ganarme día a día la confianza de los españoles, como dije el día 31 tras la jura de la Constitución», continúa la Princesa. Doña Leonor vuelve a dejar clara su voluntad de entregarse a España y de continuar preparándose para cumplir con el mandato constitucional y ser, algún día, Jefe del Estado. «Y esta distinción de EL MUNDO me alienta en este camino. Gracias, por tanto, a todas las personas que formáis parte de este diario. Con mi aprecio, Leonor, Princesa de Asturias».
Pareciera que, de pronto, la Princesa de Asturias se ha hecho mayor. Pero el protagonismo que ahora acapara es fruto de un plan trazado para formar a la Princesa de Asturias que necesitan los españoles. Han hecho con normalidad lo que ahora parece extraordinario. La Heredera al Trono vivió unos primeros años de infancia tranquilos, en la normalidad en la que sus padres quisieron educarla. No ha crecido con una cohorte de doncellas atendiéndola, ni ajena a la realidad que la rodea. Doña Leonor fue a la escuela infantil de la Guardia Real y después ingresó en el colegio Santa María de Los Rosales. El peso de su educación lo han llevado sus padres, que siempre han destacado de la Princesa su gran capacidad para adaptarse a lo que le viene. Un rasgo que aliviará el peso de la institución a lo largo de su vida. Porque Leonor, como heredera, cada vez es más consciente de a lo que se enfrenta.
Se criticó y no se entendió durante años la poca exposición de la Princesa. «Ya os cansaréis de verla», decía Felipe VI. Y el Rey no desvelaba más, pero este año se ha confirmado que todo tiene un plan y un sentido detrás. La Princesa de Asturias se ha mostrado como una mujer responsable y conocedora de sus deberes. Cada vez es menos tímida y afronta con más naturalidad todos los actos, también el contacto con la prensa.
La Heredera toma notas en un cuaderno de la preparación de sus actos, y se concentra en saber los detalles para hacerlo bien. Y aunque la prudencia es uno de los rasgos que más la define, también toma la iniciativa y empieza a proponer ideas en Zarzuela.
Fue ella quien propuso este año, por ejemplo, visitar la sede de la Fundación Princesa de Girona. Es la primera vez que la primogénita de los Reyes pisó el centro de la ciudad de la que bebe el título más antiguo de los que ostenta: Princesa de Girona. Y como presidenta de la Fundación y mujer con inquietudes, quiso conocer las oficinas. Lo hizo, sin embargo, sin dar publicidad al acto y la Casa lo dio a conocer una vez hubo sucedido, evitando tanto protestas como muestras de cariño hacia la Heredera. Pero la Princesa tuvo interés y su deseo se vio cumplido.
Doña Leonor protagoniza actos en solitario, siempre respetando su agenda académica, que es la prioridad en su casa. Y aunque este año ha estado lleno de primeras veces, aún en 2024 le esperan nuevos debuts. Sin ir más lejos, el próximo 6 de enero, cuando se espera su presencia en la Pascua Militar.
En mayo terminó el Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College de Gales. Sus padres se preocuparon de que tuviera una formación en el extranjero, pero también de que esa experiencia le convalidara el título para continuar con su formación en España. Por el Bachillerato Internacional no se examinó de la Ebau y tras terminar el colegio, ingresó en la Academia General Militar.
Su paso por el Ejército de Tierra está teniendo mucha más publicidad que la etapa anterior, la del colegio. Tal vez porque Casa Real es consciente de la Leonormanía que se desató el pasado octubre con la Princesa. Ese mes, la heredera juró bandera, participó de forma activa en el desfile del 12 de octubre y alcanzó la mayoría de edad. Sólo tuvo tres apariciones públicas, pero tan importantes que toda la prensa nacional e internacional habló del que ya es el gran activo de la Corona.
CAMBIO DE POLÍTICA
En esta nueva etapa, la Casa Real ha abandonado la privacidad con la que Leonor afrontó la etapa escolar y ha optado por dar publicidad a sus movimientos. Así, en este primer trimestre en la Academia se han distribuido imágenes de cuatro momentos privados en la General.
Se inmortalizó su primer día con uniforme, recogiendo el material y tomando notas en las primeras clases. Después, se distribuyó un paquete de imágenes del primer mes de formación. Apareció la Princesa de maniobras en San Gregorio, con un fusil de asalto en mano o nadando en la piscina de la Academia con todo el equipo puesto. También de la ceremonia de entrega del sable, momento clave para los cadetes con el que confirman haber superado el primer módulo de adaptación a la vida castrense. Y hace unos días La Zarzuela volvió a mandar instantáneas de la Heredera en Astún, mientras participaba en un ejercicio con sus compañeros en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales. Cada vez que han mandado un paquete de fotos, han ocupado hueco en toda la prensa, también en los medios internacionales.
Todo ese interés mediático contrasta con la lealtad de su círculo de amigos, en la Academia, en el internado de Gales o en Madrid. En la época de la sobreexposición en redes sociales, no hay una sola mancha en la vida digital de Leonor. No ha trascendido ni una fotografía, ni un vídeo en el que la Princesa aparezca en un bar o en un plan fuera de lo pautado. Y no es porque no tenga vida social, sino porque cuenta con la discreción de quienes le acompañan. Y su más leal compañera, la Infanta Sofía.
La Princesa de Asturias se ha consolidado en este 2023 como el símbolo de la continuidad dinástica. Encarna la imagen de que pese a todo el ruido y las crisis de las instituciones, la Corona sigue firme su camino. Ella, sin hacer nada extraordinario, sólo confirmando que está lista para cumplir, cuando toque, con sus deberes constitucionales.
SIGUE EN PÁGINA 4
m
 
El Mundo Orbyt.
Descubra Orbyt
EDUARDO ÁLVAREZ
30/12/2023

LLAMADA A SER REINA EN LA ERA QUE DETESTA EL PRIVILEGIO
EJEMPLARIDAD
PREPARACIÓN
EMPATÍA
UN ROL TASADO

DEMANDAS PARA UN REY DEL SIGLO XXI

Leonor se convertirá en la futura Jefa del Estado por ser la primogénita de Felipe VI. Pero, como el resto de Herederos de su generación, sólo mantendrá el trono si demuestra mérito y se gana el afecto



















  • Disminuye el tamaño del texto
  • Aumenta el tamaño del texto
  • Imprimir documento
  • Comparte esta noticia
  • twitter
En el arranque de esa serie que ya se puede calificar como de culto que es The Crown, que con solvencia y extraordinaria calidad mezcla rigor histórico con invención pura y dura como es propio de la ficción, se ve a una jovencísima reina Isabel II atribulada por la escasa formación intelectual y académica con la que contaba como bagaje personal en el momento de ceñirse la corona. No hay consenso entre los biógrafos de la monarca británica acerca de si es cierto o no que se sintió algo cohibida por no tener unos estudios reglados más ambiciosos y adecuados para poder desempeñar sus funciones. En todo caso, no fue un asunto que le extrañara ni preocupara lo más mínimo a la ciudadanía británica que la vio convertirse en soberana en 1952, a la muerte de su padre, Jorge VI. Y, a lo largo de sus siete décadas en el trono, es indiscutible que Isabel II trocó la falta de una preparación académica rigurosa por un continuo esfuerzo de aprendizaje autodidacta y por cualidades personales que la llevaron a ejercer la jefatura del Estado con suma eficacia.
Pero nada tiene que ver la realidad social ni del Reino Unido ni del resto del mundo de aquellos años 50 con la de hoy, y qué decir con la del mañana. Y modelos de reinado como el de Isabel II, ya envuelto en cierta mistificación, o incluso de otros monarcas reinantes en la actualidad, no servirán ni serían en absoluto aceptados para quienes están llamados a ceñirse las coronas del futuro no tan lejano. Es el caso de Leonor de Borbón. La primogénita de Felipe VI ha crecido siendo consciente de que está obligada, como cualquier otro príncipe heredero de su generación, a una preparación académica y de algún modo holística muy exigente.
Y es que, más allá de la consabida necesidad de que los miembros de las familias reales del siglo XXI deban abrazar listones de ejemplaridad muy superiores a los demandados para cualesquiera otros servidores públicos, y de que su responsabilidad primera sea la de moverse con acierto pero sin salirse un ápice del corsé impuesto a la institución en cada ordenamiento constitucional, los reyes de ese mañana que ya encarna Leonor van a ser los jefes de Estado más profesionalizados de toda la Historia. Se podría decir que nos adentramos en una era en la que la Monarquía abandona casi del todo el espacio de lo sagrado –de él no tuvo necesidad de salir nunca del todo la misma Isabel II– para situarse en un terreno mucho más pedestre, el del alto funcionariado de excelencia.
BRILLO
Claro que la Corona, por su propia naturaleza, nunca deberá perder el brillo del boato, el cuidado por el rico ceremonial, su encanto y fascinación popular, el destello que hace que hasta poderosos presidentes de Repúblicas tan megalómanas como la francesa envidien el esplendor inigualable del protocolo de las Monarquías –así lo confiesa, sin ir más lejos, Nicolas Sarkozy en sus memorias, refiriéndose a una visita de Estado a España–. Pero las Coronas europeas son, al fin y al cabo, marcas que compiten en un mercado cada vez más globalizado. Y en la ventaja de partida con la que cuentan por su elevadísimo reconocimiento internacional tienen uno de los puntos fuertes que las hacen especialmente útiles para sus países. A los príncipes herederos ya no les vale, aunque parezca paradójico, con el derecho de sangre para ponerse al frente de esas marcas de Estado, sino que deben demostrar una meritocracia cultivada con afán.
Como dice Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador principal del Real Instituto Elcano, «Leonor tiene que ganarse el puesto. Y, como la forma de acceder a la Jefatura del Estado en una Monarquía no es democrática, e incluso se podría decir que hoy resulta algo injusta, la manera de compensarlo es con el ejemplo y el mérito. Es decir, adquiriendo una preparación impecable, y mostrándose como una persona ejemplar, algo extraordinariamente exigente en la actualidad, en una era de escrutinio máximo, de las redes sociales... Cuando, en 2023, se piensa en la presión y en la exigencia de excelencia y ejemplaridad que tiene alguien como la Princesa de Asturias, se amortigua muchísimo la idea de privilegio».
Los ciudadanos tienen que percibir que al frente de la Jefatura del Estado se sitúan figuras con la preparación máxima. Y no hay nada tan cierto en nuestra época como que no es que el talento no se herede, que desde luego, sino que nadie que ocupe una magistratura de la Nación tan singular puede vivir de las rentas del legado heredado de su predecesor –subrayemos, imposible no hacerlo, que en el caso español a Felipe VI le ha tocado incluso el reto inverso, el de trazar diferencias más que ostensibles con la última etapa del reinado de su padre–. De ahí el empeño que está poniendo Zarzuela no sólo ya, como es lógico, en la rigurosa formación de Leonor, sino también en la política de comunicación para transmitir una imagen de la primogénita de los Monarcas sumamente esforzada y más que preparada. Y así se entiende, más allá del cariño que pueda despertar la hija de los Reyes, que hasta el 63% de los ciudadanos esté convencido hoy de que Leonor será en su día «una buena Jefa de Estado», según el sondeo de Sigma Dos que recientemente publicó este periódico.
El sentido de la responsabilidad, la capacidad de disciplina, el rigor en el desempeño de sus funciones o la prudencia son características igualmente obligatorias para los nuevos titulares de las Monarquías parlamentarias europeas. Los mencionados son algunos de los rasgos que más se destacaban de la traída aquí a colación Isabel II. Y es que algunos principios de reinados pasados tan exitosos como el de la difunta monarca británica sí seguirán siendo exactamente igual de válidos para los reyes de mañana.
Leonor está llamada a ser la primera mujer en el trono de España desde hace 120 años –si nos remitimos al periodo de la Regencia de María Cristina– y aún más si nos retrotraemos a la última mujer títular de la institución, que fue otra Isabel II, ésta castiza y de tristes destinos, como dejó escrito Galdós. Y a Leonor le tocará ponerse al frente del país en un momento en el que en casi todos los tronos europeos habrá mujeres. Porque herederas son, como ella, Victoria de Suecia, Ingrid de Noruega, Isabel de Bélgica o Catalina de los Países Bajos. No es un hecho baladí. Dice muchas cosas sobre el proceso de modernización y racionalización que vienen experimentando en las últimas décadas las Monarquías parlamentarias en Occidente, en las que, como no puede ser de otro modo, ya no son admisibles principios de tradición histórica anacrónicos como el de la prevalencia del varón sobre la mujer en el orden sucesorio, que vergonzosamente se mantiene en la Constitución española por incapacidad de consenso y dejadez de nuestra clase política.
Pero, más allá, lo anterior es también recordatorio de que cada rey está obligado a ser hijo de su tiempo. Nada nuevo bajo el sol tampoco en esto. Aunque la Monarquía sea una institución tan anclada en la tradición y simbolice la continuidad, y pueda parecer que durante siglos casi nada ni nadie cuestionaba ni su existencia ni su razón de ser, cada rey a lo largo de la Historia estuvo preocupado por imprimir su sello personal al modo de desenvolverse en el trono. Claro que hoy las exigencias son bien distintas y hasta podríamos decir que mucho mayores, a pesar de que ahora los monarcas parlamentarios estén despojados de todos los poderes efectivos.
También viene dando muchas señales Leonor de tener perfectamente asumido que ella habrá de encarnar un reinado bien distinto del que hoy personifica su padre, y no digamos su abuelo o el resto de sus antepasados. Escaso futuro tendría ya un monarca encerrado en su palacio de cristal. Y los mayores esfuerzos que habrá de hacer la Heredera mientras lo sea serán tanto conocer muy profundamente la compleja realidad sociopolítica de este país tan complicado sobre el que reinará, como demostrar una verdadera conexión con una ciudadanía que hoy demanda que la Corona sea una institución no sólo pilar del entramado político, sino también –y casi se podría decir sobre todo– que contribuya a dar visibilidad y apoyo a causas sociales de toda índole.
En este sentido, subrayan los expertos en la Monarquía británica –imposible no tenerla como espejo para tantas cosas– que el príncipe Guillermo, primogénito de Carlos III, está decidido a convertirse cuando llegue al trono en el mayor renovador de la institución de la Historia, convencido de que el sentido de la Corona en el siglo XXI pasa por que su titular sea una especie de súper activista social que abandere causas ampliamente respaldadas y que se ponga del lado de quienes más necesitan su altavoz. Será igualmente muy interesante ver qué senda empieza a transitar Leonor, aquí en España, en ese terreno. Porque muy probablemente sea en esa estrategia en la que se va a jugar toda su popularidad.
La Monarquía es probablemente la única institución política que necesita para su misma supervivencia gozar de un afecto ciudadano más que considerable. Otros poderes del Estado se asientan en el respaldo ciudadano, sí, expresado por ejemplo en las urnas. Y se dirá que muchos mandatarios temporales como son los escogidos a través de elecciones libres recurren al populismo para ganarse la simpatía del pueblo. Pero el afecto es otra cosa. Y eso lo precisan por igual los reyes de hoy que los de mañana; todos deben «cortejar el afecto de su pueblo», en expresión del gran teórico de la Monarquía británica Walter Bagehot.
En el 2023 que concluye, el año en el que Leonor ha sido indiscutible protagonista de nuestra vida institucional, la Heredera ha dado un gran paso adelante en ese «cortejo del afecto» en el que va a tener que esforzarse toda su vida. Pero la Princesa sigue siendo una gran desconocida para el conjunto de la ciudadanía. No hay consenso sobre si ha sido bueno o no que los Reyes optaran por que sus hijas crecieran tan alejadas del foco –«ya os cansaréis de verla», dijo en cierta ocasión Don Felipe sobre su primogénita, reservándola para su mayoría de edad–. El caso es que representa un reto para la Corona que la actual Leonormanía que despierta la Heredera se vaya transformando en un sentimiento de simpatía, respeto y afecto entre el pueblo sobre el que está llamada a reinar. Seguro que la Princesa es consciente de que a ella, como a otros Herederos de su generación, no se le perdonarían deslices reputacionales que hasta a sus padres se les pasaron por alto. Como lo es de que en su camino hacia el trono deberá lograr que los españoles de su generación se sientan representados por una institución más que nunca obligada a una continua renovación sin perder su esencia. Nada sencillo lo que le aguarda.
Los miembros de las familias reales en las Monarquías parlamentarias están sometidas a un escrutinio muy superior al de cualquier época pasada. El listón de la ejemplaridad se ha elevado al máximo.
La Corona es una marca de país que, cada vez más, exige tener como titular a personas con una preparación amplia que les convierte en una especie de funcionarios de altísima cualificación.
Todo monarca que desee preservar la institución necesita afecto ciudadano, eso que se da en llamar popularidad. Y ello pasa por mostrar cercanía y conexión con la sociedad.
Como dijo Felipe VI en su Discurso de Navidad, «cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde». Esa máxima en democracia es un mandato claro.
m
 

”En el diario se han emocionado y han hecho un póster envuelto con tres piezas firmadas por el mismo periodista. Dos son entrevistas a nombres sólidos que dirán todo lo que sea necesario para festejar a la monarquía. Gente segura. Uno es Ignacio Molina Álvarez de Cienfuegos, investigador principal del Real Instituto Elcano, el think tank oficial del Estado español, que inclina su cabeza, como no puede ser de otra manera. El otro es el veterano historiador inglés Paul Preston, que no debe decir mucha cosa de sustancia porque el título de la entrevista es “Los próximos monarcas no lo tendrán fácil”, afirmación con la cual es imposible no estar de acuerdo, pero que no pasará a la historia —ni a la historiografía.

Encima, El Mundo añade una pieza de Aldo Cazzullo, titulada “Una reina para cohesionar España”. Cazzullo es un escritor y periodista italiano que es adjunto al director del Corriere della Sera —el gran diario milanés—, cuya editora es propietaria del diario madrileño. Es también un polígrafo en serie que sale a un mínimo de dos libros por año, la mayoría piezas de divulgación sobre hechos históricos de Italia. No tiene ninguno relacionado con España. Es curioso que el tabloide más nacionalista de los que se publican en Madrid haya escogido en dos extranjeros entre los tres turiferarios de Leonor. Quizás todos estos aspavientos lisonjeros con la princesa no quieren decir nada, pero el año que viene habrá que estar atentos a la competición entre los diarios dinásticos a ver cuál de ellos enjabona más a la futura reina de España, que —de momento— no ha hecho nada más que tener buenas intenciones.”
 
Back