El Mundo Orbyt.
LA VIDA DE LOS OTROS
EMILIA LANDALUCE
14/01/2017
UNA COMIDA A LA QUE SÓLO FALTABA DOÑA ESTHER DOÑA
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En efecto, las palabras de Aznar no fueron demasiado críticas y ni siquiera sorprendentes para desazón de aquellos que buscan algún mimbre ideológico con el que volver a tejer aquella derecha española de la que tan orgulloso se estaba. Claro, como reconoció Ruiz-Gallardón, es lo que tiene ocultar el ideario. ¿Se acuerdan ustedes cuando el entonces alcalde de Madrid le decía al Gran Wyoming lo bueno que era? ¿Estaría pensando entonces en la polémica ley del aborto? El otro ex ministro presente en el acto de Faes era Josep Piqué, que fue arropado por una persona de lo más inésperada a tenor de lo que leemos en los periódicos. Se trataba de Juan Villar Mir, hijo de su padre, marqués homónimo, y presidente de OHL desde hace algo más de medio año. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo pese a que el joven Villar Mir tuvo la desagradable tarea de firmar el despido del político catalán. Ahí hay más historia de la que se puede contar.
Después del acto de Faes, la mayoría se fue a hacer lo que mejor se puede hacer en Madrid en un día de sol de invierno: irse a comer por ahí. A El Pescador, directo desde el cónclave aznarista, llegó el marqués de Cubas. Se entretenía bebiendo una copita de vino blanco (y leyendo EL MUNDO) cuando de repente llegaron el marqués de Griñón y su hija Tamara Falcó. Había dos sitios libres. El comensal que contemplaba la escena se relamía por las cigalas a la plancha y sobre todo ante la posibilidad de que tan feliz reunión se completara con Duarte y Esther Doña, the best como Ronaldo. No cayó esa breva.
También podría haber entrado Luis Miguel Rodríguez, con el que al parecer, como informaba la semana pasada este suplemento, se entendió en su día la marquesa de hecho. Lo cierto es que el propietario del desguace más grande de Europa (aunque apunta a tener el más grande del mundo) vive un retiro plácido de la crónica social pese a que sigue siendo un acompañante habitual de la Bordi, el alias de Carmen Martínez-Bordiú.
En Madrid, algunos se preguntan quiénes sustituirán a James Costos, el embajador saliente de EEUU en España, y a su marido Michael Smith. Después de cuatro años de glamul, name-dropping (eso es salpicar las conversaciones de apellidos ilustres), progaylitismo y convocatorias de prensa para ver House of cards(ay, cómo es la diplomacia moderna) será interesante comprobar en qué consideración se nos tiene en Washington. En la era de Trump, sin embargo, todo es impredecible aunque quizás podríamos fantasear con algún cubano de Miami. Madrid es de las embajadas que el presidente se reserva para los amigos (los contribuyentes a su campaña) así como Londres, París, Tokyo, Berlín... Quizás nos mande a algún personaje secundario de su corte. Cuando se alzó con la victoria se decía que iba a mandar a su ex mujer Ivana a la embajada de Praga. En cualquier caso, parece que el dúo Smith-Costos se ha comprado un pisito en Madrid. Librarse de ellos no iba a ser tan fácil.
LA VIDA DE LOS OTROS
EMILIA LANDALUCE
14/01/2017
UNA COMIDA A LA QUE SÓLO FALTABA DOÑA ESTHER DOÑA
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En efecto, las palabras de Aznar no fueron demasiado críticas y ni siquiera sorprendentes para desazón de aquellos que buscan algún mimbre ideológico con el que volver a tejer aquella derecha española de la que tan orgulloso se estaba. Claro, como reconoció Ruiz-Gallardón, es lo que tiene ocultar el ideario. ¿Se acuerdan ustedes cuando el entonces alcalde de Madrid le decía al Gran Wyoming lo bueno que era? ¿Estaría pensando entonces en la polémica ley del aborto? El otro ex ministro presente en el acto de Faes era Josep Piqué, que fue arropado por una persona de lo más inésperada a tenor de lo que leemos en los periódicos. Se trataba de Juan Villar Mir, hijo de su padre, marqués homónimo, y presidente de OHL desde hace algo más de medio año. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo pese a que el joven Villar Mir tuvo la desagradable tarea de firmar el despido del político catalán. Ahí hay más historia de la que se puede contar.
Después del acto de Faes, la mayoría se fue a hacer lo que mejor se puede hacer en Madrid en un día de sol de invierno: irse a comer por ahí. A El Pescador, directo desde el cónclave aznarista, llegó el marqués de Cubas. Se entretenía bebiendo una copita de vino blanco (y leyendo EL MUNDO) cuando de repente llegaron el marqués de Griñón y su hija Tamara Falcó. Había dos sitios libres. El comensal que contemplaba la escena se relamía por las cigalas a la plancha y sobre todo ante la posibilidad de que tan feliz reunión se completara con Duarte y Esther Doña, the best como Ronaldo. No cayó esa breva.
También podría haber entrado Luis Miguel Rodríguez, con el que al parecer, como informaba la semana pasada este suplemento, se entendió en su día la marquesa de hecho. Lo cierto es que el propietario del desguace más grande de Europa (aunque apunta a tener el más grande del mundo) vive un retiro plácido de la crónica social pese a que sigue siendo un acompañante habitual de la Bordi, el alias de Carmen Martínez-Bordiú.
En Madrid, algunos se preguntan quiénes sustituirán a James Costos, el embajador saliente de EEUU en España, y a su marido Michael Smith. Después de cuatro años de glamul, name-dropping (eso es salpicar las conversaciones de apellidos ilustres), progaylitismo y convocatorias de prensa para ver House of cards(ay, cómo es la diplomacia moderna) será interesante comprobar en qué consideración se nos tiene en Washington. En la era de Trump, sin embargo, todo es impredecible aunque quizás podríamos fantasear con algún cubano de Miami. Madrid es de las embajadas que el presidente se reserva para los amigos (los contribuyentes a su campaña) así como Londres, París, Tokyo, Berlín... Quizás nos mande a algún personaje secundario de su corte. Cuando se alzó con la victoria se decía que iba a mandar a su ex mujer Ivana a la embajada de Praga. En cualquier caso, parece que el dúo Smith-Costos se ha comprado un pisito en Madrid. Librarse de ellos no iba a ser tan fácil.