La vida de los otros.Emilia Landaluce.14/01/2017.

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LA VIDA DE LOS OTROS

EMILIA LANDALUCE

14/01/2017

UNA COMIDA A LA QUE SÓLO FALTABA DOÑA ESTHER DOÑA

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El jueves, algunos de los jóvenes que se ilusionaron en su día con el aznarismo se dieron cita en el espacio Bertelsmann para ver si un tal José María Aznar se lanzaba de nuevo a la arena política. No caería la breva. Allí estaba Ana Botella, muy guapa de rojo, y Esperanza Aguirre, con una chaqueta de húsar... No faltaban dos de los murcianos más insignes, la interiorista número 1 de España (ha decorado algunas de las casas más bonitas de España) Rosa Bernal y el empresario (además de orgulloso agricultor) Luis del Rivero; ni tampoco algún clásico de ayer, hoy y siempre. Todos nos preguntábamos qué haría Aznar. ¿Paró, templó, mandó? ¿Templó, mandó, paró? Al final paró, mandó y templó (gaitas, gaitas) con el partido en el que milita. Al menos a tenor del cariñoso saludo que el ex presidente le dedicó a los jóvenes vicesecretarios del PP que habían ido de paracaidistas desde Génova. Lo cierto es que Aznar estuvo especialmente cálido con Javier Maroto que había acudido acompañado de Andrea Levy, muy guapa con sus gafas, por cierto.

En efecto, las palabras de Aznar no fueron demasiado críticas y ni siquiera sorprendentes para desazón de aquellos que buscan algún mimbre ideológico con el que volver a tejer aquella derecha española de la que tan orgulloso se estaba. Claro, como reconoció Ruiz-Gallardón, es lo que tiene ocultar el ideario. ¿Se acuerdan ustedes cuando el entonces alcalde de Madrid le decía al Gran Wyoming lo bueno que era? ¿Estaría pensando entonces en la polémica ley del aborto? El otro ex ministro presente en el acto de Faes era Josep Piqué, que fue arropado por una persona de lo más inésperada a tenor de lo que leemos en los periódicos. Se trataba de Juan Villar Mir, hijo de su padre, marqués homónimo, y presidente de OHL desde hace algo más de medio año. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo pese a que el joven Villar Mir tuvo la desagradable tarea de firmar el despido del político catalán. Ahí hay más historia de la que se puede contar.

Después del acto de Faes, la mayoría se fue a hacer lo que mejor se puede hacer en Madrid en un día de sol de invierno: irse a comer por ahí. A El Pescador, directo desde el cónclave aznarista, llegó el marqués de Cubas. Se entretenía bebiendo una copita de vino blanco (y leyendo EL MUNDO) cuando de repente llegaron el marqués de Griñón y su hija Tamara Falcó. Había dos sitios libres. El comensal que contemplaba la escena se relamía por las cigalas a la plancha y sobre todo ante la posibilidad de que tan feliz reunión se completara con Duarte y Esther Doña, the best como Ronaldo. No cayó esa breva.

También podría haber entrado Luis Miguel Rodríguez, con el que al parecer, como informaba la semana pasada este suplemento, se entendió en su día la marquesa de hecho. Lo cierto es que el propietario del desguace más grande de Europa (aunque apunta a tener el más grande del mundo) vive un retiro plácido de la crónica social pese a que sigue siendo un acompañante habitual de la Bordi, el alias de Carmen Martínez-Bordiú.

En Madrid, algunos se preguntan quiénes sustituirán a James Costos, el embajador saliente de EEUU en España, y a su marido Michael Smith. Después de cuatro años de glamul, name-dropping (eso es salpicar las conversaciones de apellidos ilustres), progaylitismo y convocatorias de prensa para ver House of cards(ay, cómo es la diplomacia moderna) será interesante comprobar en qué consideración se nos tiene en Washington. En la era de Trump, sin embargo, todo es impredecible aunque quizás podríamos fantasear con algún cubano de Miami. Madrid es de las embajadas que el presidente se reserva para los amigos (los contribuyentes a su campaña) así como Londres, París, Tokyo, Berlín... Quizás nos mande a algún personaje secundario de su corte. Cuando se alzó con la victoria se decía que iba a mandar a su ex mujer Ivana a la embajada de Praga. En cualquier caso, parece que el dúo Smith-Costos se ha comprado un pisito en Madrid. Librarse de ellos no iba a ser tan fácil.

m
 
lo poco que había leído de la tal Landaluce me horrorizaba y leyendo este artículo (o lo que escribe en twitter) me lo confirma.

No puede ser más boba.
 
por cierto, que fue la negra de un libro de uno de los nietísimos de Franco (Francis Franco)

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EMILIA LANDALUCE ES NEGRA
Publicado el septiembre 6, 2011por sargentomargaret
Ya saben que un negro literario es aquel que escribe un libro para que otro, generalmente famoso, ponga su nombre en portada y aparezca como el autor de lo que no ha escrito. En España el caso más sonado de los últimos años fue el de Ana Rosa Quintana, a la que su ex cuñado, David Rojo, escribió de forma chapucera (copió íntegramente párrafos de Ángeles Mastretta y Danielle Steel) su libro Sabor a hiel, que publicó en 2000 ( y luego retiró de las tiendas) Planeta.

Pues ahora, el asunto se ha modernizado. Cuando el libro lo escribe otro, se pone en portada: “Con la colaboración de…”

Ayer hablábamos del libro que no ha escrito Willy Toledo y hoy les ofrecemos la última pantomima: Ahora mismo está llegando a las mesas de novedades de las librerías (fecha de publicación: 6 de septiembre de 2011) un libro que lleva por título: La naturaleza de Franco y como subtítulo “Cuando mi abuelo era persona.” ¡Manda castañas!

Su “autor” es Francisco Franco Martinez-Bordiú, conocido en Marbella, en el Hola y el Semana, como Francis Franco, con la colaboración –se me olvidaba- de Emilia Landaluce.

Emilia Landaluce es una periodista especializada en cotilleo que colabora en El Mundo, del mismo grupo que la editorial, La esfera de lo libros, que lanza esto. Debe ser que Emilia escribe mejor que el “autor”, claro.

Perlas cultivadas:

En mi abuelo Franco descubrí a un hombre dotado de una gran sensibilidad.

Cuando salíamos de montería solía contarme anécdotas de su juventud, historias que precedía del estribillo: “Cuando yo era persona…”.

No sigo porque me dan ganas de vomitar.

El 29 de julio, la directora de la editorial, Ymelda Navajo, en entrevista concedida (después de hacerse mucho de rogar) al suplemento Yo Dona de El Mundo, se quejaba de que sus libros, los de su editorial, “no encontraban espacio en la prensa escrita”. Pero, cariño: ¿Cómo quieres “espacio” con la bazofia que publicáis? Como no sea pagando. Pero, claro -ya lo entiendo-, Pedro J. te ha recortado el presupuesto de publicidad, ¿verdad? Pobrecita.
 
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