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REPRESIÓN FRANQUISTAEl infierno de los curas "rojo-separatistas": 50 años de la cárcel concordataria de Zamora


Este domingo se cumple medio siglo de la apertura de la única prisión del mundo destinada a sacerdotes. Allí fueron encerrados los religiosos que se oponían al régimen. Muchos de ellos fueron torturados en comisaría. La Iglesia nunca reconoció su sufrimiento.





La cárcel de Zamora destinada a curas “rojo-separatistas”.


BILBAO
21/07/2018 23:45 Actualizado: 21/07/2018 23:45
DANILO ALBIN

@danialri
“Ilunpe hontan bizi gara erdi hilak” (“En esta oscuridad vivimos medio muertos”). El bertsolari y ex sacerdote vasco Xabier Amuriza hubiese preferido no tener que escribir nunca aquella frase, pero hubo una época en la que su destino estuvo directamente en manos del demonio. Las puertas del infierno se abrieron formalmente hace 50 años: este domingo se cumple medio siglo de la inauguración de la cárcel concordataria de Zamora, única prisión del mundo destinada a curas “rojo-separatistas”.

“Aquello fue un apartheid. Así, como suena. Fue, además, el símbolo del pacto entre la Iglesia y el Estado franquista”, comenta a Público Juan Mari Zulaika, otro de los vascos encerrados detrás de aquellos muros. En efecto, la prisión abierta en Zamora fue la venganza del nacionalcatolicisimo contra sus “ovejas negras”. O rojas. Una venganza impulsada por el franquismo y bendecida por las instituciones eclesiásticas, fielmente alineadas con los principios del régimen. Amuriza lo resumiría con otra frase lapidaria: “Maldita cárcel ésta. Todavía estamos sanos de la cabeza, pero sobran motivos para enloquecer”. “No en vano, fue una de las peores cárceles de la dictadura”, apunta Zulaika.

“Paradójicamente, el régimen de Franco, que tanto poder había concedido a la Iglesia, acabó sus días persiguiendo sacerdotes. Los más díscolos fueron a parar a un penal, la cárcel concordataria de Zamora, reservada especialmente para el clero”, señala el historiador Francisco Fernández Hoyos en un trabajo titulado “La cárcel concordataria de Zamora: una prisión para curas en la España franquista”. “Ni siquiera países oficialmente ateos como los del bloque comunista, anticlericales por definición, llegaron a tanto”, subraya el experto.

En efecto, las autoridades eclesiásticas española bendijeron la creación de la cárcel concordataria, fruto de los acuerdos establecidos en el Concordato entre El Vaticano y el Estado franquista. “No habiendo obtenido resultado favorable para obtener una casa eclesiástica para que los sacerdotes sancionados cumplan el arresto (conforme al art. 16 del Concordato vigente) damos nuestra conformidad para que puedan cumplir al arresto supletorio en una Penitenciaría del Estado, con tal de que estén en locales distintos a los de los seglares. Aceptamos cumplan arresto en la penitenciaria de Zamora”, escribió en 1968 el obispo de Bizkaia, Pablo Gurpide, en una carta dirigida al gobernador civil. A partir de ese preciso instante, el destino de los curas que no comulgaban con la dictadura estaba marcado.

Torturados
El primer sacerdote que pisó el pabellón de religiosos fue el vizcaíno Alberto Gabigakagogeaskoa, quien había sido condenado a seis meses de cárcel y 10 mil pesetas de multa por haber denunciado en un sermón que en las cárceles de Euskal Herria “se tortura con frecuencia”. Luego llegarían otros curas vascos y de distintos puntos del Estado, también perseguidos y castigados por oponerse al régimen en las más variadas formas. Muchos fueron torturados. “La detención empezaba en los cuarteles, donde la tortura campaba a sus anchas”, relata Zulaika. Era el camino al infierno.

“Toda la noche se pasaron golpeándonos a patadas, culatazos, hasta dejarnos marcados a los dos de la cintura para abajo”, describió Felipe Izaguirre, quien había sido detenido junto a otro cura obrero en la localidad de Eibar en junio de 1968, tras las movilizaciones desatadas por la muerte del militante de ETA Txabi Etxebarrieta en un enfrentamiento con la Guardia Civil. Otro de los presos en Zamora, Martín Orbe Monasterio, fue llevado primero a la comisaría bilbaína de Indautxu, donde conoció el variado catálogo de vejámenes que la Policía aplicaba a los opositores de la dictadura. “Las hay de muchos tipos: primero fuertes golpes en cualquier parte del cuerpo; por fuertes que sean, entre golpe y golpe, el preso recobra fuerzas y no canta”, puede leerse en su testimonio.

Fuga y motín
Hay otros datos esclarecedores. De los 53 religiosos antifranquistas que fueron encerrados en Zamora, “21 sufrieron juicios sumarísimos y otros diez fueron llevados ante los Tribunales de Orden Público”, destaca este ex sacerdote, hoy militante del movimiento memorialista Goldatu. El castigo continuaría después en el interior de aquel presidio, donde el frío extremo, la repugnante comida y el férreo control sobre los presos formaban parte de la vida cotidiana.

De ahí que quisieran escapar. En 1971, varios presos llegaron a excavar un túnel de 15 metros con cucharas. Sin embargo, el plan fue descubierto por los carceleros. Dos años más tarde, los presos se amotinaron para exigir que les trasladaran a otra cárcel. “Los sacerdotes encarcelados en la prisión concordataria de Zamora, viendo que son inútiles todos los medios legales y las gestiones hechas oralmente y por escrito, nos hemos visto obligados a quemar y destrozar por nuestra cuenta esta vergonzosa cárcel, puesta por la Iglesia y por el Estado en favor de sus intereses y en contra de nuestras convicciones más profundas”, decían los presos en una nota. La protesta se saldó con 75 días de encierro en celdas de castigo.

Ni justicia, ni perdón
El último preso que salió de aquella prisión fue Julen Kalzada, quien recuperó la libertad en 1976. Actualmente, la vieja prisión de Zamora está abandonada. Vivió su momento de gloria comercial hace algunos años, cuando el cineasta Daniel Monzón optó por estas instalaciones para rodar allí Celda 211. En cambio, nada se sabe sobre los carceleros: para los funcionarios del régimen franquista hubo, al igual que para todos los demás integrantes de la dictadura, absoluta impunidad. Tampoco ha habido novedades desde los altares: la Iglesia jamás pidió perdón por su siniestro papel en esta historia.

“Extrañamente, este colectivo tampoco ha tenido aún el reconocimiento del actual Gobierno Vasco: sus decretos por la Paz y la Convivencia silencian este capítulo de la represión”, lamenta Zulaika, quien califica esta actitud como “incomprensible”.

En ese contexto, las víctimas que pasaron por aquel presidio siguen buscando justicia. Como aquí no la encontraban, han tenido que hacerlo a miles de kilómetros: actualmente, los testimonios de 16 curas vascos encarcelados en Zamora forman parte de la querella formulada en Argentina contra los crímenes de la dictadura franquista. 50 años después de la apertura de aquel presidio, sus víctimas siguen peleando contra el olvido.

https://www.publico.es/politica/rep...njFiRDNdM5387AQQBf32d0BgCrvKcSxqH3LlY5gcUic8s
 
https://www.eldiario.es/catalunya/PP-Vox-mentiras-violencia-genero_0_855665375.html

La placa de Yolanda González: cuatro ataques en dos meses contra el recuerdo de la joven asesinada por la ultraderecha


La placa instalada en Aluche dedicada a la líder estudiantil asesinada por ultraderechistas en 1980 acumula cuatro ataques desde su instalación el 18 de noviembre

Desde la asociación llevaban años reclamando a las autoridades municipales algún espacio que honrase a la joven asesinada

Alejandro López
11/01/2019 - 21:02h
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La placa homenaje a Yolanda González tras uno de los ataques. CARLOS SÁNCHEZ MATO / TWITTER

"Yolanda González todavía no ha sido reconocida como víctima del terrorismo y eso es una carencia democrática"
No es una figura especialmente conocida. No es fácil encontrar a alguien que sepa responder a la pregunta de quién fue Yolanda González, estudiante de 19 años secuestrada y asesinada a tiros en un acto terrorista perpetrado por militantes del partido de ultraderecha Fuerza Nueva en 1980. Una placa en el madrileño barrio de Aluche trata de preservar su memoria, pero ha sufrido ya cuatro ataques desde que fue instalada el pasado 18 de noviembre en los jardines del mismo nombre.




El cartel primero fue ultrajado con el dibujo de una esvástica que cubrió de negro lo escrito en esa placa: "Yolanda González Martín fue una líder estudiantil, trabajadora y militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Luchó por la democracia real, la justicia y los derechos sociales y laborales. En febrero de 1980 fue secuestrada en su casa, en el barrio de Aluche, y asesinada por un comando fascista. Tenía 19 años. Estos jardines están dedicados a su recuerdo, que sigue vivo. 1961-1980".

La cruz gamada que tachaba la inscripción fue limpiada por los propios vecinos. La siguiente vez los métodos fueron más expeditivos. Arrancaron la placa de cuajo. De nuevo, una vecina la rescató para el barrio de un contenedor. Se volvió a soldar al poste, y de nuevo fue pintada y descuajada. Fue sustituida por un cartel plastificado de color verde con el mismo texto, acompañado de dos ramos de flores. Tampoco hubo compasión con la respuesta del barrio. En el poste solo quedan ahora los plásticos de las flores. El letrero que señala los jardines también ha sido atacado con pintura. El nombre de Yolanda González ha sido descubierto de nuevo por los vecinos, disolviendo la pintura y dejando un goteo negro bajo el letrero.

"Es inaudito lo de estos ataques", comenta Francisco Ruiz, vicepresidente y responsable cultural de la Asociación de Vecinos de Aluche. "No tienen sentido, quizá sean por desconocimiento o ignorancia, de que era una chica adolescente asesinada por terroristas... Es tan de cajón...", se lamenta tratando de encontrar alguna explicación a la obstinada realidad. Desde la asociación llevaban años reclamando a las autoridades municipales algún espacio que honrase a la joven asesinada. "Vivía en un piso pequeñito en el cruce de la calle Tembleque con Maqueda. Más del barrio no podía ser. Forma parte de una época muy concreta en un barrio de clase obrera, trabajadores", reflexiona.

El barrio aún mantiene esa identidad combativa y contestataria. En un paso de cebra junto al parque no hay versos como los que abundan en otras zonas de Madrid. Aquí la pintada junto a la acera dice: "Fuera casas de apuestas". Ruiz prosigue: "Ella era una joven estudiante, asesinada de una forma tan vil por terroristas. No quiero ni imaginar lo que ocurriría en las redes sociales o en los telediarios si se atacase una plaza con el nombre de una víctima de ETA de una manera tan recurrente", añade.

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El poste que debería sostener la placa de Yolanda González. ALEJANDRO LÓPEZ



Las razones del ataque también resultan incomprensibles para el periodista y escritor Carlos Fonseca, que se ha aproximado de forma exhaustiva a la figura de Yolanda y al crimen que acabó con su vida en el libro No te olvides de mí. Yolanda González, el crimen más brutal de la Transición (Planeta). "No le encuentro ninguna explicación, que una chica de 19 años, asesinada hace 39 años y a la que sencillamente se le recuerda en una placa, en unos jardines que llevaban dos años con su nombre, y que haya gente que de manera tan persistente la este arrancando no tiene explicación tanta inquina... La mayoría de la gente no sabe quién es", señala el autor. Y es cierto. En uno de los bancos de los jardines una mujer se entretiene con un libro de sudokus bajo el sol. No reconoce el nombre que bautiza el espacio. "No sé quién es. Será una concejala...", aventura. Tampoco sabe nada de los ataques a la placa. "Aquí lo atacan todo, hay mucho vandalismo", se queja. Pero este vandalismo tiene un componente ideológico.

En otro banco Stefan y Catalina charlan al sol mientras la hija de ambos juega en los columpios. Él ha leído sobre los ataques a la placa en la prensa, pero ignora que se encuentra en el escenario de los mismos. "La gente parece que hace el mal por el mal ¿a quién se le ocurre quitar la placa? A lo mejor es alguien joven, que no sabe nada", comenta ella. Por un lateral del parque pasea Encarni, vecina del barrio desde que nació hace 52 años. "Sé cómo se llama el parque, pero ni idea de quién era ella", y repara en ese momento de la ausencia de la placa. "No la había leído nunca", dice. "Resulta extraño porque no hay gente de esta ideología en el barrio, ni pintadas de símbolos nazis, por no haber no hay ni banderas de España en los balcones", señala mientras lleva la vista a los bloques de pisos cercanos. "Que la arranquen me genera mucho rechazo, me da rabia. Si no sabemos las cosas con placa, imagínate sin ella. Se borran", sentencia antes de apurar el paso. "¡Tengo que hacer la comida!". Desde el Ayuntamiento, especialmente el concejal del distrito de Latina Carlos Sánchez Mato, se ha reiterado que la placa será repuesta cuantas veces sea necesario.

Cerca de los jardines, Sara Muñoz, de 24 años, pasea a su perro junto a un amigo. "¿No fue una víctima de ETA?", arriesga al ser preguntada por Yolanda González. "Si nos ponemos a pensar que lo que pasa con la placa de Yolanda González ocurriera con una placa de una víctima de ETA, habría tenido más repercusión y ella también es víctima del terrorismo, de extrema derecha. Es un vandalismo con un notable matiz ideológico. No es un acto sin más. Tiene su lectura política y hay un delito recogido que habla del respeto a las victimas del terrorismo. Interior debe tomar nota, lo que no se debe permitir es que estos actos sigan", reflexiona Fonseca. De la misma opinión son en la asociación de vecinos. "El peligro de que vayan a más si no se actúa con contundencia aumenta. Hace años se atacaba todos los años el árbol constitucional plantado por los vecinos. Lo cortaban y lo dejaban en la puerta de la asociación. Nosotros lo denunciamos a la policía. Es tan obsesivo que debería ser investigado", señala Ruiz.

"No es un hecho aislado, obviamente el contexto influye. Es cierto que vivimos en España con la irrupción de un partido de extrema derecha con la que da la sensación de que hay una vuelta, un renacer, no se como llamarlo, de nostálgicos de la dictadura... Pero estamos hablando de una chica que llevaba un año en Madrid, que era representante de la escuela de Formación Profesional de Vallecas, pero no era una persona significada políticamente que fuese líder de nada. Fue como otros muchos jóvenes que luchaban por asentar las libertades que intentábamos ganar", medita Fonseca.

"Arturo Ruiz (asesinado de un disparo de un ultraderechista en 1977 en una manifestación contra la Amnistía), Carlos González (asesinado con 21 años en 1976 al finalizar una concentración tras el primer aniversario de los últimos fusilamientos franquistas), Mari Luz Nájera (fallecida tras ser golpeada por un bote de humo lanzado por la policía en las protestas por la muerte de Arturo Ruiz), Vicente Cuervo (asesinado en 1980 tras un mitin ultraderechista en Vallecas)". Fonseca recita los nombres casi de carrerilla y lanza una reflexión sobre el relato plácido y modélico de la Transición que se quiere legar a las próximas generaciones. "Hubo muchos estudiantes que murieron y de eso no se cuenta nada, y aunque fue un periodo lleno de logros, tiene también sus sombras. Se ha hecho una tabla rasa y las cosas que no nos gustan se ha decidido no hablar de ellas. Tenemos la idea de que la democracia fue otorgada por una élite política, reducida al rey Juan Carlos y a Adolfo Suárez, pero fue conquistada por gente que como Yolanda", valora.

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Placa en recuerdo a Yolanda González. ALEJANDRO LÓPEZ



¿Por qué Yolanda se ha convertido en un símbolo, siendo tantos los estudiantes muertos por las balas al aire o asesinados por comandos ultraderechistas? "Su muerte encierra circunstancias de especial crueldad. Una chica vasca de 19 años recién cumplidos. La vigilan, la secuestran haciéndose pasar por policías, la llevan a un descampado en la carretera entre Alcorcón y San Martín de Valdeiglesias y la pegan a sangre fría dos tiros en la cabeza. No hay otro caso que reúna circunstancias de tal brutalidad. Hay una serie de circunstancias que recuerdan a los paseos de los falangistas en la Guerra Civil, y no hay otro que se le aproxime. Es símbolo de aquella generación de diecimuchos, veintipocos, y que se echó a la calle para afianzar las frágiles libertades que acabábamos de recuperar. Conviene no olvidar que la Operación Galaxia y el 23-F ocurrieron en ese tiempo", recuerda Fonseca que reivindica "una deuda de justicia y de memoria" con las víctimas de la extrema derecha en la Transición. "Tenemos un recuerdo con las víctimas de ETA, la década de los 80 fue la más sangrienta, pero nos hemos olvidado de las víctimas de los grupos ultra, que actuaban con la connivencia o la complicidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado", asegura. De hecho, el condenado a 43 años de cárcel por la muerte de Yolanda, Emilio Hellín Moro, fue contratado en diversas ocasiones para impartir cursos a las fuerzas de seguridad, tanto de la Guardia Civil como de la Policía Nacional entre los años 2006 y 2011 con su empresa News Technology Forensics.

Hasta la colocación de una nueva placa en los jardines que reemplace la anterior, aún persiste la que los propios vecinos colocaron en 2013 en la estatua de La chica que lee, junto a la estación de Cercanías de Aluche. "Es una obra de un escultor asturiano, que nos pareció que podíamos asociar al recuerdo de Yolanda. Es una joven que lleva cuadernos como una estudiante, como Yolanda. Entonces no tenía un sitio propio", señala Ruiz. "A Yolanda González y a todos los asesinados por el fascismo. No os olvidamos", reza. Y no la olvidan. Desde la asociación preparan unos actos con los que contestar a los ataques a la placa. "Quizá sean en febrero, en el 39 aniversario de su muerte. Seguiremos luchando y reivindicando su memoria", avisa Ruiz.
 
Víctimas de la tortura de la Policía franquista llevan al juzgado al capitán Muñecas
Seis personas presentarán sus testimonios el próximo miércoles 16 de enero en Tolosa para denunciar las torturas sufridas a manos de agentes de la Guardia Civil en 1975 y 1976

eldiarionorte.es
10/01/2019 - 20:00h
Audiencia-Nacional-extraditar-Argentina-Munecas_EDIIMA20140425_0456_5.jpg


Jesús Muñecas, en un juzgado EFE

Un total de seis víctimas del franquismo presentarán sus testimonios el próximo miércoles 16 de enero en el juzgado de instrucción de Tolosa para denunciar las torturas sufridas en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad guipuzcoana durante los años 1975 y 1976. Su objetivo es "poner en manos de la Justicia española las actuaciones criminales del capitán Jesús Muñecas Aguilar y otros guardias civiles que durante aquellos años aterrorizaron a miles de jóvenes opositores antifranquistas de la zona de Tolosa, San Sebastián y Zarautz".

La Plataforma Vasca para la Querella contra los crímenes del franquismo ha explicado, en un comunicado, que las personas que comparecerán en el Juzgado tolosarra son Elixabete Nosellas, Jokin Sarasola, Martín José Zabaleta, Juan Goñi, José Begiristain y Juan Arangoa, este último como testigo de lo sufrido por su hermana Amparo, ya fallecida, informa Europa Press.



Además, ha apuntado que otras víctimas esperan su turno para declarar ante la judicatura española, y lo harán en San Sebastián, Bergara o Azpeitia, "denunciando la actuación del capitán Muñecas, cuya extradición ya fue solicitada por la jueza Servini en el año 2014 al ser imputado por torturas denunciadas ante el Juzgado argentino". "Denuncia que, una vez más, fue obstaculizada por la judicatura y el Gobierno español de aquellos años", ha lamentado.

En esa línea, la plataforma ha considerado que si el actual Gobierno de Pedro Sánchez "ha nacido, como manifiesta, también para hacer justicia con el franquismo", debiera, tras "eliminar las trabas impuestas" por la Fiscalía General del Estado en 2016, impulsar a las actuales instancias judiciales para que "lleven a cabo la apertura de las oportunas diligencias en todas las querellas que se vayan presentando". Asimismo, ha demandado que "apliquen la justicia que corresponde ante tan graves e imprescriptibles atentados a la legislación nacional e internacional de los Derechos Humanos que la Constitución española, al menos en su articulado, dice defender".

La Plataforma Vasca para la Querella contra los crímenes del franquismo ha hecho un llamamiento a toda la ciudadanía para que participe en la concentración de solidaridad que se celebrará ante los juzgados de Tolosa el día 16, a partir de las once de la mañana, al tiempo que ha solicitado el apoyo y la solidaridad de las instituciones, Juntas Generales, Diputación de Gipuzkoa y alcaldías de las ciudades en "las que se cometieron los crímenes", en este caso, particularmente, a la Alcaldía de Tolosa.
 
REPRESIÓN FRANQUISTAEl infierno de los curas "rojo-separatistas": 50 años de la cárcel concordataria de Zamora


Este domingo se cumple medio siglo de la apertura de la única prisión del mundo destinada a sacerdotes. Allí fueron encerrados los religiosos que se oponían al régimen. Muchos de ellos fueron torturados en comisaría. La Iglesia nunca reconoció su sufrimiento.





La cárcel de Zamora destinada a curas “rojo-separatistas”.


BILBAO
21/07/2018 23:45 Actualizado: 21/07/2018 23:45
DANILO ALBIN

@danialri
“Ilunpe hontan bizi gara erdi hilak” (“En esta oscuridad vivimos medio muertos”). El bertsolari y ex sacerdote vasco Xabier Amuriza hubiese preferido no tener que escribir nunca aquella frase, pero hubo una época en la que su destino estuvo directamente en manos del demonio. Las puertas del infierno se abrieron formalmente hace 50 años: este domingo se cumple medio siglo de la inauguración de la cárcel concordataria de Zamora, única prisión del mundo destinada a curas “rojo-separatistas”.

“Aquello fue un apartheid. Así, como suena. Fue, además, el símbolo del pacto entre la Iglesia y el Estado franquista”, comenta a Público Juan Mari Zulaika, otro de los vascos encerrados detrás de aquellos muros. En efecto, la prisión abierta en Zamora fue la venganza del nacionalcatolicisimo contra sus “ovejas negras”. O rojas. Una venganza impulsada por el franquismo y bendecida por las instituciones eclesiásticas, fielmente alineadas con los principios del régimen. Amuriza lo resumiría con otra frase lapidaria: “Maldita cárcel ésta. Todavía estamos sanos de la cabeza, pero sobran motivos para enloquecer”. “No en vano, fue una de las peores cárceles de la dictadura”, apunta Zulaika.

“Paradójicamente, el régimen de Franco, que tanto poder había concedido a la Iglesia, acabó sus días persiguiendo sacerdotes. Los más díscolos fueron a parar a un penal, la cárcel concordataria de Zamora, reservada especialmente para el clero”, señala el historiador Francisco Fernández Hoyos en un trabajo titulado “La cárcel concordataria de Zamora: una prisión para curas en la España franquista”. “Ni siquiera países oficialmente ateos como los del bloque comunista, anticlericales por definición, llegaron a tanto”, subraya el experto.

En efecto, las autoridades eclesiásticas española bendijeron la creación de la cárcel concordataria, fruto de los acuerdos establecidos en el Concordato entre El Vaticano y el Estado franquista. “No habiendo obtenido resultado favorable para obtener una casa eclesiástica para que los sacerdotes sancionados cumplan el arresto (conforme al art. 16 del Concordato vigente) damos nuestra conformidad para que puedan cumplir al arresto supletorio en una Penitenciaría del Estado, con tal de que estén en locales distintos a los de los seglares. Aceptamos cumplan arresto en la penitenciaria de Zamora”, escribió en 1968 el obispo de Bizkaia, Pablo Gurpide, en una carta dirigida al gobernador civil. A partir de ese preciso instante, el destino de los curas que no comulgaban con la dictadura estaba marcado.

Torturados
El primer sacerdote que pisó el pabellón de religiosos fue el vizcaíno Alberto Gabigakagogeaskoa, quien había sido condenado a seis meses de cárcel y 10 mil pesetas de multa por haber denunciado en un sermón que en las cárceles de Euskal Herria “se tortura con frecuencia”. Luego llegarían otros curas vascos y de distintos puntos del Estado, también perseguidos y castigados por oponerse al régimen en las más variadas formas. Muchos fueron torturados. “La detención empezaba en los cuarteles, donde la tortura campaba a sus anchas”, relata Zulaika. Era el camino al infierno.

“Toda la noche se pasaron golpeándonos a patadas, culatazos, hasta dejarnos marcados a los dos de la cintura para abajo”, describió Felipe Izaguirre, quien había sido detenido junto a otro cura obrero en la localidad de Eibar en junio de 1968, tras las movilizaciones desatadas por la muerte del militante de ETA Txabi Etxebarrieta en un enfrentamiento con la Guardia Civil. Otro de los presos en Zamora, Martín Orbe Monasterio, fue llevado primero a la comisaría bilbaína de Indautxu, donde conoció el variado catálogo de vejámenes que la Policía aplicaba a los opositores de la dictadura. “Las hay de muchos tipos: primero fuertes golpes en cualquier parte del cuerpo; por fuertes que sean, entre golpe y golpe, el preso recobra fuerzas y no canta”, puede leerse en su testimonio.

Fuga y motín
Hay otros datos esclarecedores. De los 53 religiosos antifranquistas que fueron encerrados en Zamora, “21 sufrieron juicios sumarísimos y otros diez fueron llevados ante los Tribunales de Orden Público”, destaca este ex sacerdote, hoy militante del movimiento memorialista Goldatu. El castigo continuaría después en el interior de aquel presidio, donde el frío extremo, la repugnante comida y el férreo control sobre los presos formaban parte de la vida cotidiana.

De ahí que quisieran escapar. En 1971, varios presos llegaron a excavar un túnel de 15 metros con cucharas. Sin embargo, el plan fue descubierto por los carceleros. Dos años más tarde, los presos se amotinaron para exigir que les trasladaran a otra cárcel. “Los sacerdotes encarcelados en la prisión concordataria de Zamora, viendo que son inútiles todos los medios legales y las gestiones hechas oralmente y por escrito, nos hemos visto obligados a quemar y destrozar por nuestra cuenta esta vergonzosa cárcel, puesta por la Iglesia y por el Estado en favor de sus intereses y en contra de nuestras convicciones más profundas”, decían los presos en una nota. La protesta se saldó con 75 días de encierro en celdas de castigo.

Ni justicia, ni perdón
El último preso que salió de aquella prisión fue Julen Kalzada, quien recuperó la libertad en 1976. Actualmente, la vieja prisión de Zamora está abandonada. Vivió su momento de gloria comercial hace algunos años, cuando el cineasta Daniel Monzón optó por estas instalaciones para rodar allí Celda 211. En cambio, nada se sabe sobre los carceleros: para los funcionarios del régimen franquista hubo, al igual que para todos los demás integrantes de la dictadura, absoluta impunidad. Tampoco ha habido novedades desde los altares: la Iglesia jamás pidió perdón por su siniestro papel en esta historia.

“Extrañamente, este colectivo tampoco ha tenido aún el reconocimiento del actual Gobierno Vasco: sus decretos por la Paz y la Convivencia silencian este capítulo de la represión”, lamenta Zulaika, quien califica esta actitud como “incomprensible”.

En ese contexto, las víctimas que pasaron por aquel presidio siguen buscando justicia. Como aquí no la encontraban, han tenido que hacerlo a miles de kilómetros: actualmente, los testimonios de 16 curas vascos encarcelados en Zamora forman parte de la querella formulada en Argentina contra los crímenes de la dictadura franquista. 50 años después de la apertura de aquel presidio, sus víctimas siguen peleando contra el olvido.

https://www.publico.es/politica/rep...njFiRDNdM5387AQQBf32d0BgCrvKcSxqH3LlY5gcUic8s
me parece tremendo cuando desde el año 31 se aseinaba a sacerdotes y gente católica, monjas por la izquierda asesina, demagogia pura y dura
 
https://www.eldiario.es/catalunya/PP-Vox-mentiras-violencia-genero_0_855665375.html

La placa de Yolanda González: cuatro ataques en dos meses contra el recuerdo de la joven asesinada por la ultraderecha


La placa instalada en Aluche dedicada a la líder estudiantil asesinada por ultraderechistas en 1980 acumula cuatro ataques desde su instalación el 18 de noviembre

Desde la asociación llevaban años reclamando a las autoridades municipales algún espacio que honrase a la joven asesinada

Alejandro López
11/01/2019 - 21:02h
placa-homenaje-Yolanda-Gonzalez-ataque_EDIIMA20181218_0943_25.jpg

La placa homenaje a Yolanda González tras uno de los ataques. CARLOS SÁNCHEZ MATO / TWITTER

"Yolanda González todavía no ha sido reconocida como víctima del terrorismo y eso es una carencia democrática"
No es una figura especialmente conocida. No es fácil encontrar a alguien que sepa responder a la pregunta de quién fue Yolanda González, estudiante de 19 años secuestrada y asesinada a tiros en un acto terrorista perpetrado por militantes del partido de ultraderecha Fuerza Nueva en 1980. Una placa en el madrileño barrio de Aluche trata de preservar su memoria, pero ha sufrido ya cuatro ataques desde que fue instalada el pasado 18 de noviembre en los jardines del mismo nombre.




El cartel primero fue ultrajado con el dibujo de una esvástica que cubrió de negro lo escrito en esa placa: "Yolanda González Martín fue una líder estudiantil, trabajadora y militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Luchó por la democracia real, la justicia y los derechos sociales y laborales. En febrero de 1980 fue secuestrada en su casa, en el barrio de Aluche, y asesinada por un comando fascista. Tenía 19 años. Estos jardines están dedicados a su recuerdo, que sigue vivo. 1961-1980".

La cruz gamada que tachaba la inscripción fue limpiada por los propios vecinos. La siguiente vez los métodos fueron más expeditivos. Arrancaron la placa de cuajo. De nuevo, una vecina la rescató para el barrio de un contenedor. Se volvió a soldar al poste, y de nuevo fue pintada y descuajada. Fue sustituida por un cartel plastificado de color verde con el mismo texto, acompañado de dos ramos de flores. Tampoco hubo compasión con la respuesta del barrio. En el poste solo quedan ahora los plásticos de las flores. El letrero que señala los jardines también ha sido atacado con pintura. El nombre de Yolanda González ha sido descubierto de nuevo por los vecinos, disolviendo la pintura y dejando un goteo negro bajo el letrero.

"Es inaudito lo de estos ataques", comenta Francisco Ruiz, vicepresidente y responsable cultural de la Asociación de Vecinos de Aluche. "No tienen sentido, quizá sean por desconocimiento o ignorancia, de que era una chica adolescente asesinada por terroristas... Es tan de cajón...", se lamenta tratando de encontrar alguna explicación a la obstinada realidad. Desde la asociación llevaban años reclamando a las autoridades municipales algún espacio que honrase a la joven asesinada. "Vivía en un piso pequeñito en el cruce de la calle Tembleque con Maqueda. Más del barrio no podía ser. Forma parte de una época muy concreta en un barrio de clase obrera, trabajadores", reflexiona.

El barrio aún mantiene esa identidad combativa y contestataria. En un paso de cebra junto al parque no hay versos como los que abundan en otras zonas de Madrid. Aquí la pintada junto a la acera dice: "Fuera casas de apuestas". Ruiz prosigue: "Ella era una joven estudiante, asesinada de una forma tan vil por terroristas. No quiero ni imaginar lo que ocurriría en las redes sociales o en los telediarios si se atacase una plaza con el nombre de una víctima de ETA de una manera tan recurrente", añade.

Fotos-placa-Yolanda-Gonzalez_EDIIMA20190110_0336_21.jpg

El poste que debería sostener la placa de Yolanda González. ALEJANDRO LÓPEZ



Las razones del ataque también resultan incomprensibles para el periodista y escritor Carlos Fonseca, que se ha aproximado de forma exhaustiva a la figura de Yolanda y al crimen que acabó con su vida en el libro No te olvides de mí. Yolanda González, el crimen más brutal de la Transición (Planeta). "No le encuentro ninguna explicación, que una chica de 19 años, asesinada hace 39 años y a la que sencillamente se le recuerda en una placa, en unos jardines que llevaban dos años con su nombre, y que haya gente que de manera tan persistente la este arrancando no tiene explicación tanta inquina... La mayoría de la gente no sabe quién es", señala el autor. Y es cierto. En uno de los bancos de los jardines una mujer se entretiene con un libro de sudokus bajo el sol. No reconoce el nombre que bautiza el espacio. "No sé quién es. Será una concejala...", aventura. Tampoco sabe nada de los ataques a la placa. "Aquí lo atacan todo, hay mucho vandalismo", se queja. Pero este vandalismo tiene un componente ideológico.

En otro banco Stefan y Catalina charlan al sol mientras la hija de ambos juega en los columpios. Él ha leído sobre los ataques a la placa en la prensa, pero ignora que se encuentra en el escenario de los mismos. "La gente parece que hace el mal por el mal ¿a quién se le ocurre quitar la placa? A lo mejor es alguien joven, que no sabe nada", comenta ella. Por un lateral del parque pasea Encarni, vecina del barrio desde que nació hace 52 años. "Sé cómo se llama el parque, pero ni idea de quién era ella", y repara en ese momento de la ausencia de la placa. "No la había leído nunca", dice. "Resulta extraño porque no hay gente de esta ideología en el barrio, ni pintadas de símbolos nazis, por no haber no hay ni banderas de España en los balcones", señala mientras lleva la vista a los bloques de pisos cercanos. "Que la arranquen me genera mucho rechazo, me da rabia. Si no sabemos las cosas con placa, imagínate sin ella. Se borran", sentencia antes de apurar el paso. "¡Tengo que hacer la comida!". Desde el Ayuntamiento, especialmente el concejal del distrito de Latina Carlos Sánchez Mato, se ha reiterado que la placa será repuesta cuantas veces sea necesario.

Cerca de los jardines, Sara Muñoz, de 24 años, pasea a su perro junto a un amigo. "¿No fue una víctima de ETA?", arriesga al ser preguntada por Yolanda González. "Si nos ponemos a pensar que lo que pasa con la placa de Yolanda González ocurriera con una placa de una víctima de ETA, habría tenido más repercusión y ella también es víctima del terrorismo, de extrema derecha. Es un vandalismo con un notable matiz ideológico. No es un acto sin más. Tiene su lectura política y hay un delito recogido que habla del respeto a las victimas del terrorismo. Interior debe tomar nota, lo que no se debe permitir es que estos actos sigan", reflexiona Fonseca. De la misma opinión son en la asociación de vecinos. "El peligro de que vayan a más si no se actúa con contundencia aumenta. Hace años se atacaba todos los años el árbol constitucional plantado por los vecinos. Lo cortaban y lo dejaban en la puerta de la asociación. Nosotros lo denunciamos a la policía. Es tan obsesivo que debería ser investigado", señala Ruiz.

"No es un hecho aislado, obviamente el contexto influye. Es cierto que vivimos en España con la irrupción de un partido de extrema derecha con la que da la sensación de que hay una vuelta, un renacer, no se como llamarlo, de nostálgicos de la dictadura... Pero estamos hablando de una chica que llevaba un año en Madrid, que era representante de la escuela de Formación Profesional de Vallecas, pero no era una persona significada políticamente que fuese líder de nada. Fue como otros muchos jóvenes que luchaban por asentar las libertades que intentábamos ganar", medita Fonseca.

"Arturo Ruiz (asesinado de un disparo de un ultraderechista en 1977 en una manifestación contra la Amnistía), Carlos González (asesinado con 21 años en 1976 al finalizar una concentración tras el primer aniversario de los últimos fusilamientos franquistas), Mari Luz Nájera (fallecida tras ser golpeada por un bote de humo lanzado por la policía en las protestas por la muerte de Arturo Ruiz), Vicente Cuervo (asesinado en 1980 tras un mitin ultraderechista en Vallecas)". Fonseca recita los nombres casi de carrerilla y lanza una reflexión sobre el relato plácido y modélico de la Transición que se quiere legar a las próximas generaciones. "Hubo muchos estudiantes que murieron y de eso no se cuenta nada, y aunque fue un periodo lleno de logros, tiene también sus sombras. Se ha hecho una tabla rasa y las cosas que no nos gustan se ha decidido no hablar de ellas. Tenemos la idea de que la democracia fue otorgada por una élite política, reducida al rey Juan Carlos y a Adolfo Suárez, pero fue conquistada por gente que como Yolanda", valora.

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Placa en recuerdo a Yolanda González. ALEJANDRO LÓPEZ



¿Por qué Yolanda se ha convertido en un símbolo, siendo tantos los estudiantes muertos por las balas al aire o asesinados por comandos ultraderechistas? "Su muerte encierra circunstancias de especial crueldad. Una chica vasca de 19 años recién cumplidos. La vigilan, la secuestran haciéndose pasar por policías, la llevan a un descampado en la carretera entre Alcorcón y San Martín de Valdeiglesias y la pegan a sangre fría dos tiros en la cabeza. No hay otro caso que reúna circunstancias de tal brutalidad. Hay una serie de circunstancias que recuerdan a los paseos de los falangistas en la Guerra Civil, y no hay otro que se le aproxime. Es símbolo de aquella generación de diecimuchos, veintipocos, y que se echó a la calle para afianzar las frágiles libertades que acabábamos de recuperar. Conviene no olvidar que la Operación Galaxia y el 23-F ocurrieron en ese tiempo", recuerda Fonseca que reivindica "una deuda de justicia y de memoria" con las víctimas de la extrema derecha en la Transición. "Tenemos un recuerdo con las víctimas de ETA, la década de los 80 fue la más sangrienta, pero nos hemos olvidado de las víctimas de los grupos ultra, que actuaban con la connivencia o la complicidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado", asegura. De hecho, el condenado a 43 años de cárcel por la muerte de Yolanda, Emilio Hellín Moro, fue contratado en diversas ocasiones para impartir cursos a las fuerzas de seguridad, tanto de la Guardia Civil como de la Policía Nacional entre los años 2006 y 2011 con su empresa News Technology Forensics.

Hasta la colocación de una nueva placa en los jardines que reemplace la anterior, aún persiste la que los propios vecinos colocaron en 2013 en la estatua de La chica que lee, junto a la estación de Cercanías de Aluche. "Es una obra de un escultor asturiano, que nos pareció que podíamos asociar al recuerdo de Yolanda. Es una joven que lleva cuadernos como una estudiante, como Yolanda. Entonces no tenía un sitio propio", señala Ruiz. "A Yolanda González y a todos los asesinados por el fascismo. No os olvidamos", reza. Y no la olvidan. Desde la asociación preparan unos actos con los que contestar a los ataques a la placa. "Quizá sean en febrero, en el 39 aniversario de su muerte. Seguiremos luchando y reivindicando su memoria", avisa Ruiz.
esto es igual de feo que el hecho de que destruyan cruces y quiten placas con el nombre de victimas alvajemente asesinadas por los republicanos por culta de la ley de la desmemoria histerica
 
La Resistencia
Luis Companys fue responsable del asesinato de más de 8.000 personas, en su mayoría católicos
La violencia acompañó a Luis Companys toda su vida, muy especialmente desde el estallido de la Guerra Civil. Una joya.
Javier Paredes 21/10/18 09:00

La violencia acompañó a Luis Companys toda su vida, y muy especialmente al estallar la Guerra Civil.

Si en Historia las cosas son lo que son, para los políticos corruptos las cosas dejan de ser lo que son, las recrean para convertirlas en coartadas y las justificaciones de sus fechorías, con el único objetivo de mantenerse en el poder. Y esto es lo que está sucediendo con la figura del que fuera presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys… Porque una cosa es lo que dice la historia y otra muy diferente la imagen que de él difunden los políticos separatistas catalanes y sus aliados socialistas y comunistas de Podemos.

Pase que los separatistas catalanes y sus aliados se adentren en el laberinto enloquecedor de la historia manipulada, pero que los demás les secundemos… Eso algunos no lo vamos a hacer ni por todas las amenazas de multas y de cárcel con las que nos quiere hacer callar la liberticida Comisión de la Verdad, que no se sabe si es más estalinista que maoísta, y que descalifica como demócratas a quienes la están promoviendo para que se convierta en ley.

Levantan a Luis Companys sobre un pedestal racista. Porque, naturalmente, en la versión de la historia politizada, Luis Companys es bueno, pero que muy bueno. ¿Y por qué fue tan requetebueno Luis Companys, si no desfizo entuertos como don Quijote? Pues era tan bueno, tan bueno, que ni falta que le hacía desfacer entuertos para demostrar su bondad, ya que ni las virtudes le ascendían ni los defectos le rebajaban, por cuanto toda su excelencia derivaba exclusivamente de que era catalán. Y por eso, la versión nacionalista le descalza, cuando va al encuentro del pelotón de fusilamiento, para morir pisando directamente la tierra catalana.

La verdad histórica de Luis Companys se silencia en beneficio de la exaltación catalanista. Se le hace un monumento con una tierna imagen de la niña del pañuelo, lo que contrasta con la opinión que nos han transmitido quienes le trataron. Miguel Serra y Pamiés, destacado miembro del PSUC, al que el presidente de la Generalidad, Luis Companys, le nombró consejero, dice lo siguiente: “A Luis Companys le daban ataques, se tiraba de los pelos, arrojaba cosas, se quitaba la chaqueta, rasgaba la corbata, se abría la camisa. Este comportamiento era típico”. Por su parte, su correligionario Juan Solé Plá, diputado de Ezquerra Republicana en la Segunda República afirma que Luis Companys “en el fondo es un enfermo mental, un anormal excitable y con depresiones cíclicas; tiene fobias violentas de envidia y de grandeza violenta, arrebatada, seguidas de fobia de miedo, de persecución, de agobio extraordinario y a veces, ridículo […] lloraba y gemía como una mujer engañada”. Pero todas estas carencias eran compatibles con su gran ambición, pues Juan Puig y Ferreter, perteneciente a Ezquerra Republicana y consejero de Asistencia Social de la Generalidad con Companys, lo califica de “intrigante y sobornador, con pequeños egoísmos de vanidoso y sin escrúpulos para ascender”.

A Luis Companys, le daban ataques, se tiraba de los pelos, arrojaba cosas, se quitaba la chaqueta, rasgaba la corbata, se abría la camisa. Este comportamiento era típico

Y esta falta de escrúpulos es la que le permitió despuntar y darse a conocer en Cataluña por la defensa que hizo de los pistoleros que amedrantaban a la sociedad catalana en los años veinte, lo que la historia manipulada de sus panegiristas traduce como que Luis Companys fue un abogado laboralista.

La violencia acompañó a Luis Companys toda su vida, y muy especialmente al estallar la Guerra Civil. Luis Companys, además de diputado y ministro de Marina durante unos meses, durante la Segunda República, fue presidente de la Generalidad desde diciembre de 1933 hasta el golpe de Estado de octubre de 1934, y desde febrero de 1936 hasta el final de la guerra civil.

El 24 de julio de 1936, mediante un decreto presidencial, creó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que asesinó a millares de catalanes. Los cálculos varían de 8.000 a 9.000 asesinatos, entre cuyas victimas había un buen número de periodistas, que trabajaban en medios tan diversos como El Correo, Avui, Terra Ferma, El Matí, Diario de Lérida, La Cruz, Agencia Fabra, El Semanario Católico, El Correo de Lérida, Diario de Comercio de Barcelona, El Correo de Tortosa, el Correo Catalán o el Semanario Católico.

Los estudiosos, además de los periodistas, ofrecen los datos de otros sectores de la sociedad catalana, que fueron víctimas del genocidio de Luis Companys. Entre estas víctimas se cuentan: 16 poetas, 51 funcionarios del Ayuntamiento de Barcelona, 31 nobles, 16 socios del Barça, 199 militares y hasta 99 miembros del propio partido de Luis Companys, Ezquerra Republicana.

Hablando sobre el problema religioso, un mes después de estallar la guerra, él mismo exclamó que este problema no se planteaba siquiera, porque todas las iglesias habían sido destruidas

Pero el mayor número de las víctimas de las que es responsable Luis Companys, fueron perseguidos y asesinados por ser católicos. Y algunos de una manera tan cruel, como ya he contado en otros artículos, como fue el caso de las hermanas de sangre Carmen, Rosa y Magdalena Fradera Ferragutcasas, que las tres profesaron como Misioneras del Corazón de María, a las que desnudaron, las violaron y, a continuación, las penetraron con palos por la vagina y, por último, y como muestra de desprecio a su virginidad consagrada, las introdujeron de un golpe los cañones de sus pistolas hasta la empuñadura, para desgarrarlas las entrañas y acabar apretando el gatillo.

O como Apolonia Lizárraga y Ochoa de Zabalegui, superiora general de las Carmelitas de la Caridad, que fue apresada a primeros de septiembre de 1936 y encerrada en la checa barcelonesa de San Elías, una checa que controlaba el partido de Luis Companys. En esta checa, Apolonia fue sometida a todo tipo de vejaciones y malos tratos, aunque por pocos días. El día 8 de septiembre, el responsable de la checa, apodado 'El Jorobado', junto con otros tres milicianos la sacaron al patio central, donde la desnudaron totalmente. Tras vejarla, la colgaron de un gancho, la aserraron y echaron los trozos de su cuerpo a unos cerdos, que habían sido incautados y que los engordaba allí el responsable de la checa.

Por ofrecer un dato indicativo, decir que de los 5.060 sacerdotes que ejercían su ministerio el 18 de julio de 1936 en las ocho diócesis catalanas -Lérida, Tortosa, Tarragona, Vic, Barcelona, Gerona, Urgell y Solsona- fueron asesinados 1.541, lo que equivale al 30,4% del total.

Y junto al martirio de las personas, el de las cosas. Cuando George Orwell vio la ciudad de Barcelona la describió así en diciembre de 1936 en su libro Homenaje a Cataluña: “casi todas las iglesias habían sido saqueadas y las imágenes quemadas, y algunas de ellas estaban siendo sistemáticamente demolidas por cuadrillas de obreros”.

Pero nadie mejor que Luis Companys para describir la situación. En un libro publicado en Toulouse por Luis Carreras en 1938, se recogen las palabras de Luis Companys de una entrevista realizada en agosto de1936, cuando apenas había transcurrido un mes desde que estallara la guerra civil. Esto es lo que cuenta Luis Carreras en su libro Grandeza cristiana de España. Notas sobre la persecución religiosa: “Abordado en la entrevista el problema religioso, no sin cierto temor por lo delicado, al preguntarle a Companys por la posibilidad de la reapertura del culto católico, contestó vivamente:

-¡Oh, este problema no se plantea siquiera, porque todas las iglesias han sido destruidas!”.

Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá
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Ada Colau Ballano
Me gusta · Ayer ·

Qué orgullo poder firmar el decreto de retirada de una medalla concedida al dictador Francisco Franco. Es increíble que no se haya hecho antes ¡tras 40 años de democracia!
También es significativo que 40 años después todos los grupos municipales hayamos votado a favor de retirar la medalla... excepto el PP.
Las instituciones del Estado tienen aún mucho trabajo por hacer para dejar atrás la dictadura y poder presumir de una democracia fuerte y consolidada.

Memoria histórica, justicia, reparación.
Se lo debemos a las miles y miles de víctimas del la brutal represión del franquismo.
 
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Ada Colau Ballano
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Qué orgullo poder firmar el decreto de retirada de una medalla concedida al dictador Francisco Franco. Es increíble que no se haya hecho antes ¡tras 40 años de democracia!
También es significativo que 40 años después todos los grupos municipales hayamos votado a favor de retirar la medalla... excepto el PP.
Las instituciones del Estado tienen aún mucho trabajo por hacer para dejar atrás la dictadura y poder presumir de una democracia fuerte y consolidada.

Memoria histórica, justicia, reparación.
Se lo debemos a las miles y miles de víctimas del la brutal represión del franquismo.
Vaya urgencia!! Los barceloneses ya pueden dormir tranquilos...

La zampabollos ha solucionado el problema de vivienda, okupación, manteros, narco pisos, violencia, atracos, huída de turismo de calidad, ha acabado con la plaga de ratas, con la venta de mojitos con materia fecal en la Barceloneta, ha revertido la imagen de mierda de la ciudad, la sanidad ha mejorado y las farmacias han cobrado y ha conseguido que las 5000 empresas volatilizadas rumbo "restoEspaña" retornen....

Ah no!!! Se ha encargado deen solucionar un "no problema" del que los barceloneses ni tenían constancia ni les importa una higa.

Ay que joderse que esta foca cobre por eso... indignante!!
 
no pueden qitarle nada a alguien que ya esta muertos, estas distinciones duran mientras vive la persona, estos catalanes son tremendos y si embargo quieren honrar al asesino company, en fin...
 
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