Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán - Parte II

Las tres verdades del equivocado juicio al ‘procés’ catalán


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BARCELONA — El catalanismo ha tenido una semana de justicia poética gracias a la televisión. Por un lado, el Barça desquició dos veces al Real Madrid —fuera de la Copa del Rey, casi fuera de la Liga— y luego un Ajax de inspiración culé completó la tarea al eliminarlo de la Liga de Campeones.

Como el fútbol es la política por otros medios, las discusiones de pelota en Cataluña se han mezclado con el peloteo de un evento mayor para el independentismo: el juicio, también televisado, a los líderes del procés. La decisión errónea del Estado español de enjuiciar al liderazgo independentista catalán —llevaron a la justicia un entuerto que debían resolver la Moncloa y la Generalitat— ha secuestrado la política española para exhibirla en directo. Fue, además, un grueso error de cálculo de Madrid, pues la judicialización de la política amalgama al catalanismo. Los gritos de libertad a los presos políticos no han cesado y las movilizaciones, como la concentración de más de 200.000 personas en Barcelona en febrero, se mantienen vivas.


Los catalanes han entendido la paradoja: aceptar ser juzgados por un Estado al que desdeñan puede ser útil para sus aspiraciones de largo plazo. Así que han hecho de su defensa un espectáculo para discutir tres verdades dirigidas a la audiencia de la televisión: la verdad política, la histórica y la jurídica. Cada una apunta a que España se exhiba como una nación incapaz de manejar los deseos de las comunidades que la integran. Y tal como van las cosas, el catalanismo parece ir ganando ese partido simbólico igual que el Barça se tragó al Madrid.

Jordi Cuixart, el presidente de Òmnium Cultural —una de las entidades clave en la construcción social del independentismo—, es una de las voces de la verdad política del lado catalán. Cuixart ha defendido la idea de que la independencia es un pedido de más democracia en una nación monárquica que va a destiempo con la historia. Sus intervenciones han expuesto al ridículo a la acusación del Estado y su entusiasmo —aunque enfrente una posible condena de más de diez años— encaja bien con el espíritu romántico de los independentistas catalanes, que se sienten perseguidos por Madrid.


La disputa por la verdad histórica tiene nombre y apellido: Oriol Junqueras. En su alegato inicial, el líder de Esquerra Republicana, el partido independentista de izquierda, defendió las actuaciones del catalanismo como un acto de fe democrática. Las palabras de Junqueras en el Tribunal no eran para los jueces: fue un discurso para edificar su lugar en la historia. La prisión no es un problema para él. Devoto católico, ha repetido que no tiene reparos en asumir la cárcel. Sabe que la historia la escriben los que ganan y cree que los catalanes del futuro encontrarán en su martirio un nuevo heroísmo inspirador.

Finalmente, la verdad jurídica, la gran victoria pírrica —y, por lo tanto, derrota— de España. La acusación pretende condenar a los catalanes por rebelión, sedición y malversación de fondos, entre otros cargos. Pero los delitos de rebelión y sedición —que presuponen violencia, ausente en el camino al referéndum del 1-O— se desmoronan. Poco hizo el Estado hasta ahora para demostrar, además, que la Generalitat catalana desvió fondos de las arcas públicas para financiar el proyecto independentista. Todo parece indicar que la acusación del Estado buscará condenar a los líderes catalanes por conspirar para rebelarse. Que el juicio se aferre a una acusación secundaria —la conspiración— cuando iba por todos los cargos, no es una victoria para celebrar en Madrid.


El juicio aún no está cerrado —se prevé que se dará una sentencia en julio—, pero los catalanes llevan la ventaja simbólica: han vivido diez años defendiendo aquello por lo que los acusan, mientras que el Estado español ha montado su caso con prisa. Le cuesta encontrar elementos para probar que los catalanes se han alzado contra el Estado, “violenta y públicamente”. La acusación palidece, titubea, como un bote mal armado rumbo al naufragio.

El modo en el que se ha desenvuelto el juicio ha demostrado lo mismo que el fútbol: no es buena idea atacar a los catalanes sin tener buena defensa. Discutir de política en un tribunal mezcla los balances democráticos, pero aún hay una claudicación mayor cuando quienes auparon al catalanismo se lavan las manos con un cinismo vergonzoso. Sin ir más lejos, el expresidente Mariano Rajoy dijo haber olvidado casi todas sus decisiones comprometedoras, su vicepresidenta siguió el mismo juego y el exministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, completó la triada: no solo no asumió responsabilidad por la represión policial en el 1-O contra civiles, sino que achacó la violencia a malas decisiones de los policías en las calles.


El bochorno en vivo y en directo: en el banquillo de los testigos, las tres máximas autoridades del gobierno español se fueron sin pagar su cuenta. El daño a la seriedad institucional producido por dejar que los jueces arreglen lo que los políticos debían remendar se ve a diario por las cámaras de televisión del juicio. Cuando la sala no es una tribuna política, los acusados actúan como una pandilla de rebeldes sarcásticos y la fiscalía del Estado, como señores que precisan una siesta. Causa gracia, pero no da risa. En el juicio al procés acabará en el banquillo la confianza de millones de catalanes en el sistema judicial español así como, para los españoles, la capacidad de sus instituciones para solucionar lo que la política no quiso.

En esta ópera bufa, solo el presidente del Tribunal, Manuel Marchena parece mantener la seriedad. Marchena se esfuerza por llevar la acusación del Estado y las respuestas de los catalanes al terreno jurídico, quizás convencido de que, cualquiera sea el resultado, es mejor que se ajuste al espíritu de la ley que a una revancha política mal planeada o a la acusada caza de brujas denunciada por el independentismo. No es una posición sencilla. Los catalanes tienen claro que su apuesta por la verdad histórica y política es superior a la verdad jurídica. Si acaban libres sentirán que hubo justicia; si la condena es menor, sabrán que el Estado español jamás tuvo un caso de peso, y, si los encarcelan, serán los mártires políticos de las futuras generaciones del independentismo.

Cualquiera sea su resultado, el juicio será una derrota, una oportunidad perdida para solucionar la crisis política con Cataluña.
 
Las tres verdades del equivocado juicio al ‘procés’ catalán


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BARCELONA — El catalanismo ha tenido una semana de justicia poética gracias a la televisión. Por un lado, el Barça desquició dos veces al Real Madrid —fuera de la Copa del Rey, casi fuera de la Liga— y luego un Ajax de inspiración culé completó la tarea al eliminarlo de la Liga de Campeones.

Como el fútbol es la política por otros medios, las discusiones de pelota en Cataluña se han mezclado con el peloteo de un evento mayor para el independentismo: el juicio, también televisado, a los líderes del procés. La decisión errónea del Estado español de enjuiciar al liderazgo independentista catalán —llevaron a la justicia un entuerto que debían resolver la Moncloa y la Generalitat— ha secuestrado la política española para exhibirla en directo. Fue, además, un grueso error de cálculo de Madrid, pues la judicialización de la política amalgama al catalanismo. Los gritos de libertad a los presos políticos no han cesado y las movilizaciones, como la concentración de más de 200.000 personas en Barcelona en febrero, se mantienen vivas.


Los catalanes han entendido la paradoja: aceptar ser juzgados por un Estado al que desdeñan puede ser útil para sus aspiraciones de largo plazo. Así que han hecho de su defensa un espectáculo para discutir tres verdades dirigidas a la audiencia de la televisión: la verdad política, la histórica y la jurídica. Cada una apunta a que España se exhiba como una nación incapaz de manejar los deseos de las comunidades que la integran. Y tal como van las cosas, el catalanismo parece ir ganando ese partido simbólico igual que el Barça se tragó al Madrid.

Jordi Cuixart, el presidente de Òmnium Cultural —una de las entidades clave en la construcción social del independentismo—, es una de las voces de la verdad política del lado catalán. Cuixart ha defendido la idea de que la independencia es un pedido de más democracia en una nación monárquica que va a destiempo con la historia. Sus intervenciones han expuesto al ridículo a la acusación del Estado y su entusiasmo —aunque enfrente una posible condena de más de diez años— encaja bien con el espíritu romántico de los independentistas catalanes, que se sienten perseguidos por Madrid.


La disputa por la verdad histórica tiene nombre y apellido: Oriol Junqueras. En su alegato inicial, el líder de Esquerra Republicana, el partido independentista de izquierda, defendió las actuaciones del catalanismo como un acto de fe democrática. Las palabras de Junqueras en el Tribunal no eran para los jueces: fue un discurso para edificar su lugar en la historia. La prisión no es un problema para él. Devoto católico, ha repetido que no tiene reparos en asumir la cárcel. Sabe que la historia la escriben los que ganan y cree que los catalanes del futuro encontrarán en su martirio un nuevo heroísmo inspirador.

Finalmente, la verdad jurídica, la gran victoria pírrica —y, por lo tanto, derrota— de España. La acusación pretende condenar a los catalanes por rebelión, sedición y malversación de fondos, entre otros cargos. Pero los delitos de rebelión y sedición —que presuponen violencia, ausente en el camino al referéndum del 1-O— se desmoronan. Poco hizo el Estado hasta ahora para demostrar, además, que la Generalitat catalana desvió fondos de las arcas públicas para financiar el proyecto independentista. Todo parece indicar que la acusación del Estado buscará condenar a los líderes catalanes por conspirar para rebelarse. Que el juicio se aferre a una acusación secundaria —la conspiración— cuando iba por todos los cargos, no es una victoria para celebrar en Madrid.


El juicio aún no está cerrado —se prevé que se dará una sentencia en julio—, pero los catalanes llevan la ventaja simbólica: han vivido diez años defendiendo aquello por lo que los acusan, mientras que el Estado español ha montado su caso con prisa. Le cuesta encontrar elementos para probar que los catalanes se han alzado contra el Estado, “violenta y públicamente”. La acusación palidece, titubea, como un bote mal armado rumbo al naufragio.

El modo en el que se ha desenvuelto el juicio ha demostrado lo mismo que el fútbol: no es buena idea atacar a los catalanes sin tener buena defensa. Discutir de política en un tribunal mezcla los balances democráticos, pero aún hay una claudicación mayor cuando quienes auparon al catalanismo se lavan las manos con un cinismo vergonzoso. Sin ir más lejos, el expresidente Mariano Rajoy dijo haber olvidado casi todas sus decisiones comprometedoras, su vicepresidenta siguió el mismo juego y el exministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, completó la triada: no solo no asumió responsabilidad por la represión policial en el 1-O contra civiles, sino que achacó la violencia a malas decisiones de los policías en las calles.


El bochorno en vivo y en directo: en el banquillo de los testigos, las tres máximas autoridades del gobierno español se fueron sin pagar su cuenta. El daño a la seriedad institucional producido por dejar que los jueces arreglen lo que los políticos debían remendar se ve a diario por las cámaras de televisión del juicio. Cuando la sala no es una tribuna política, los acusados actúan como una pandilla de rebeldes sarcásticos y la fiscalía del Estado, como señores que precisan una siesta. Causa gracia, pero no da risa. En el juicio al procés acabará en el banquillo la confianza de millones de catalanes en el sistema judicial español así como, para los españoles, la capacidad de sus instituciones para solucionar lo que la política no quiso.

En esta ópera bufa, solo el presidente del Tribunal, Manuel Marchena parece mantener la seriedad. Marchena se esfuerza por llevar la acusación del Estado y las respuestas de los catalanes al terreno jurídico, quizás convencido de que, cualquiera sea el resultado, es mejor que se ajuste al espíritu de la ley que a una revancha política mal planeada o a la acusada caza de brujas denunciada por el independentismo. No es una posición sencilla. Los catalanes tienen claro que su apuesta por la verdad histórica y política es superior a la verdad jurídica. Si acaban libres sentirán que hubo justicia; si la condena es menor, sabrán que el Estado español jamás tuvo un caso de peso, y, si los encarcelan, serán los mártires políticos de las futuras generaciones del independentismo.

Cualquiera sea su resultado, el juicio será una derrota, una oportunidad perdida para solucionar la crisis política con Cataluña.

así es, cualquier solución es mala para el Estado (postfranquista) español. gran articulo , en la forma y el fondo. gracias por subirlo BRI.

la batalla de las ideas (lo que el autor llama la verdad histórica y la verdad política) la ha ganado el republicanismo catalán. la verdad jurídica va camino de convertirse en una victoria pírrica, es decir, en una derrota para España.

asistimos al bochornoso espectáculo de una derecha hepañola que va destiempo de la historia y que pretende irse sin pagar la cuenta. Como dice el autor, "causa gracia pero no da risa". son muchas las víctimas.

cerrilismo hepañol, que no sabe ganar ni perder. Una verdadera desgracia.
 
Última edición por un moderador:
El mapa del mundo entre principios y finales del siglo XX ha cambiado mucho. Y no de forma espontánea. Ha habido imperios centenarios que han desaparecido (el ruso de los zares, el otomano y el austro-húngaro), dos guerras mundiales provocadas por los nacionalismos, países independientes y ocupados militarmente que recuperan su independencia (Estonia, Letonia y Lituania tras el colapso de la URSS), países desgarrados por la guerra civil (antigua Yugoslavia), países que se independizan tras un proceso de descolonización y sus correspondientes guerras civiles (Irlanda, Angola, Indochina, Corea..., algunos de los cuales siguen abiertos). Todo ello cientos de millones de muertos después. No es una exageración. Incluso si no hay guerra como tal el proceso no suele ser pacífico ni inocuo. Francia se fue de Argelia tras años de violencia y de guerra de guerrillas en 1962. Un millón de personas salió de Argelia en 24 horas con lo puesto, si quiso conservar la cabeza sobre los hombros.

Hay pocos ejemplos de independencia pacífica. Yo sólo conozco dos, Noruega de Suecia e Islandia de Dinamarca. Ambos tienen en común que Noruega e Islandia han sido extremadamente pobres hasta hace muy poco, cuando Noruega descubrió su petróleo e Islandia aprendió a sacar provecho tecnológico de su energía geotérmica, que le permite tener en su territorio fábricas de aluminio primario, muy intensivas en consumo de energía eléctrica, tan cara en otros países.2

Por suerte, nada de eso es el contexto de Cataluña. Aquí hablamos de Estado Democrático de Derecho, de soberanía de 47 millones de personas. Las aspiraciones independentistas son defendibles, tanto como las que que defienden la permanencia de Cataluña en España. Pero no de cualquier manera.

Había añadido en mi post que me refería al siglo XXI pero se ve que no llegué a tiempo antes de que escribieras al tuyo. Da igual.

Te `preguntaba porque parece que Cataluña haya intentado algo nuevo, desconocido, pionero en lo suyo. Sabemos que nada de eso. Si, me citarás la Constitución, ahora todos sabemos mucho de ella, así de repente y han ocurrido hechos anticonstitucionales de los que no se ha hablado nada. Pero bueno, el pais es así, cuestión de corrientes a seguir con las grandes bases del "a por ellos" o "nos rompen España", y apuesto doble contra sencillo que una gran mayoría no tiene ni idea como fue configurado este pais en sus diferentes etapas. El mencionado "a por ellos", que yo sepa iniciado en Huelva, ya denota el resentimiento a lo catalán. ¿Por qué?

No voy a decir nada nuevo, pero no viene mal recordarlo porque las bases, los precedentes no deben caer en el olvido, y es el Estatut aprobado por el Parlament en el año 2006 y elevado al Congreso donde tambien fue aprobado ese mismo año. Pero ¡ay! La derecha española no podía consentirlo, esa especie de don Rodrigo en la horca anclada en tiempos, que miraba para otro lado con el Estatuto andaluz, procuró y llevó a cabo una votación popular acerca de si estaba conforme con el catalán, tenía que conseguir un mínimo de firmas para recurrir al Tribunal Constitucional. Elevado el fiasco al llamado más alto Trubunal, estuvo allí bien almacenado durante cuatro años, hasta el 2010, en que, prevista la subida de Rajoy, se instó a dicho tribunal para acelerar su aprobación. Un mérito más con vista a las elecciones. Se suprimieron artículos practicamente idénticos al texto andaluz y a seguir, ya se había ganado una partida más a lo catalán, esa especie de contradicción con el resto del pais, como aquel cantar que dice: "Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero". El caso es que durante aquellos cuatro años estuvo vigente el Estatut, esperando su nuevo futuro metido en un cajón, ¿que ocurrió? ¿Algun desmán? ¿Algo que supusiera un peligro para el resto del amor y dedicación de la España patriótica? Nada absolutamente.

El Gobierno jamás tuvo cintura ni capacidad de diálogo para negociar, hablar, desviar el problema que se veía venir y el pueblo español regocijado casi por entero ante una Cataluña a la que siempre no odió, como suele decirse, sino que envidió sin respiro.Con mirar la historia reciente no hay quien pueda negar la preponderancia de la Comunidad en su apertura a una Europa que consideraba a España como algo de mucho más bajo nivel. Sin ir más allá recordemos los años cincuenta y sesenta, cuando la inmigración comenzaba por asentarse en el pais catalán. ¡Huy que digo! Pais catalán. Pais vasco sí, catalán no. Una más a engrosar en la lista de las contradicciones.

En Quebec hubo dos elecciones, con diferencia de años, 1980 y 1995,para votar por el si o no de la independencia, las dos no obtuvieron el voto favorable por un margen pequeño la primera y pequeñísimo la segunda, hasta que en el año 2006, no voy a pararme en datos, reunidas las consiguientes fuerzas se proclamó a Quebec como una nación dentro de Canadá.

En el Reino Unido el caso de Escocia, no salió la independencia por un margen pequeñísimo como sabemos. Volverán a intentarlo. Pero a lo que quiero aludir es a la inteligencia política y al saber diplomático y cumplidor de Isabel II, a que le obliga su papel de neutral, que para nada se puso en plan del Estado soy yo. Soy antimonárquica lo que no me impide ser objetiva y admirar este talante, positivo, encarrilado en los tiempos y desechando los feudalismos y, sobre todo, contemplando al pais en su verdadera dimensión desde tantas leyes no escritas. Aquí, en España, ya se produjo otra inconstitucionalidad con un Jefe del Estado que airado desechó a más de dos millones de españoles en un vergonzoso discurso más propio de un exaltado ateniéndose a la voz de su amo. ¿Alguien pidió siquiera explicaciones a este digno sucesor de Alfonso XIII?

Nada nuevo en lo que digo pero sí muy evidente para la reconstrucción de los hechos, ahora que somos testigos de un juicio, que ya tiene sentencia y fecha de finalización, en el que se pasa por alto la ignorancia total del cumplimiento de sus cargos, a tres altos dirigentes, expresidente del Gobierno, ex vicepresidenta del mismo, ex ministro de Interior, cuya aportación más ingeniosa ha sido el hacernos considerar la pobreza de vestuario de las fuerzas del orden arriesgándolas a sufrir peligrosos resbalones debido a la precariedad de su equipo reglamentario. Pero aquí no pasa nada que pueda sacar a la luz de tanta legalidad toda la irregularidad habida y por haber.

Dudo que en Europa haya otro pais tan condescendiente con la fuerza bruta de sus gobernantes. Será la consecuencia de tanta sabiduria constitucionalista. No se puede asimilar tanta borrachera de normas.

El tema, desgraciadamente, seguirá dando de sí, y pese a que el sentimiento nacionalista es legítimo, seguirá propagándose que en Cataluña se vive atemorizado y el pueblo español tragando gustosamente con todo lo que le pongan en el plato.

Tiene buenas tragaderas, como corresponde a la falta de selección de los comestibles.
 
Había añadido en mi post que me refería al siglo XXI pero se ve que no llegué a tiempo antes de que escribieras al tuyo. Da igual.

Te `preguntaba porque parece que Cataluña haya intentado algo nuevo, desconocido, pionero en lo suyo. Sabemos que nada de eso. Si, me citarás la Constitución, ahora todos sabemos mucho de ella, así de repente y han ocurrido hechos anticonstitucionales de los que no se ha hablado nada. Pero bueno, el pais es así, cuestión de corrientes a seguir con las grandes bases del "a por ellos" o "nos rompen España", y apuesto doble contra sencillo que una gran mayoría no tiene ni idea como fue configurado este pais en sus diferentes etapas. El mencionado "a por ellos", que yo sepa iniciado en Huelva, ya denota el resentimiento a lo catalán. ¿Por qué?

No voy a decir nada nuevo, pero no viene mal recordarlo porque las bases, los precedentes no deben caer en el olvido, y es el Estatut aprobado por el Parlament en el año 2006 y elevado al Congreso donde tambien fue aprobado ese mismo año. Pero ¡ay! La derecha española no podía consentirlo, esa especie de don Rodrigo en la horca anclada en tiempos, que miraba para otro lado con el Estatuto andaluz, procuró y llevó a cabo una votación popular acerca de si estaba conforme con el catalán, tenía que conseguir un mínimo de firmas para recurrir al Tribunal Constitucional. Elevado el fiasco al llamado más alto Trubunal, estuvo allí bien almacenado durante cuatro años, hasta el 2010, en que, prevista la subida de Rajoy, se instó a dicho tribunal para acelerar su aprobación. Un mérito más con vista a las elecciones. Se suprimieron artículos practicamente idénticos al texto andaluz y a seguir, ya se había ganado una partida más a lo catalán, esa especie de contradicción con el resto del pais, como aquel cantar que dice: "Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero". El caso es que durante aquellos cuatro años estuvo vigente el Estatut, esperando su nuevo futuro metido en un cajón, ¿que ocurrió? ¿Algun desmán? ¿Algo que supusiera un peligro para el resto del amor y dedicación de la España patriótica? Nada absolutamente.

El Gobierno jamás tuvo cintura ni capacidad de diálogo para negociar, hablar, desviar el problema que se veía venir y el pueblo español regocijado casi por entero ante una Cataluña a la que siempre no odió, como suele decirse, sino que envidió sin respiro.Con mirar la historia reciente no hay quien pueda negar la preponderancia de la Comunidad en su apertura a una Europa que consideraba a España como algo de mucho más bajo nivel. Sin ir más allá recordemos los años cincuenta y sesenta, cuando la inmigración comenzaba por asentarse en el pais catalán. ¡Huy que digo! Pais catalán. Pais vasco sí, catalán no. Una más a engrosar en la lista de las contradicciones.

En Quebec hubo dos elecciones, con diferencia de años, 1980 y 1995,para votar por el si o no de la independencia, las dos no obtuvieron el voto favorable por un margen pequeño la primera y pequeñísimo la segunda, hasta que en el año 2006, no voy a pararme en datos, reunidas las consiguientes fuerzas se proclamó a Quebec como una nación dentro de Canadá.

En el Reino Unido el caso de Escocia, no salió la independencia por un margen pequeñísimo como sabemos. Volverán a intentarlo. Pero a lo que quiero aludir es a la inteligencia política y al saber diplomático y cumplidor de Isabel II, a que le obliga su papel de neutral, que para nada se puso en plan del Estado soy yo. Soy antimonárquica lo que no me impide ser objetiva y admirar este talante, positivo, encarrilado en los tiempos y desechando los feudalismos y, sobre todo, contemplando al pais en su verdadera dimensión desde tantas leyes no escritas. Aquí, en España, ya se produjo otra inconstitucionalidad con un Jefe del Estado que airado desechó a más de dos millones de españoles en un vergonzoso discurso más propio de un exaltado ateniéndose a la voz de su amo. ¿Alguien pidió siquiera explicaciones a este digno sucesor de Alfonso XIII?

Nada nuevo en lo que digo pero sí muy evidente para la reconstrucción de los hechos, ahora que somos testigos de un juicio, que ya tiene sentencia y fecha de finalización, en el que se pasa por alto la ignorancia total del cumplimiento de sus cargos, a tres altos dirigentes, expresidente del Gobierno, ex vicepresidenta del mismo, ex ministro de Interior, cuya aportación más ingeniosa ha sido el hacernos considerar la pobreza de vestuario de las fuerzas del orden arriesgándolas a sufrir peligrosos resbalones debido a la precariedad de su equipo reglamentario. Pero aquí no pasa nada que pueda sacar a la luz de tanta legalidad toda la irregularidad habida y por haber.

Dudo que en Europa haya otro pais tan condescendiente con la fuerza bruta de sus gobernantes. Será la consecuencia de tanta sabiduria constitucionalista. No se puede asimilar tanta borrachera de normas.

El tema, desgraciadamente, seguirá dando de sí, y pese a que el sentimiento nacionalista es legítimo, seguirá propagándose que en Cataluña se vive atemorizado y el pueblo español tragando gustosamente con todo lo que le pongan en el plato.

Tiene buenas tragaderas, como corresponde a la falta de selección de los comestibles.

Vuelvo a concluir que nunca nos pondremos de acuerdo. Este post se deja fuera tantas cosas relevantes... Ni la arquitectura constitucional británica es la misma, ni el referéndum de Escocia se convocó por la bondad de corazón de Isabel II (y sí por el oportunismo político de David Cameron, que envalentonado por haber salvado su postura la primera vez volvió a la mesa de juego y convocó el del Brexit, que lleva camino de ser un desastre sin precedentes), ni España es el país más condescendiente con la violencia policial, ni hay barreras para que se pueda impugnar también el Estatuto de Andalucía si es necesario...

Pero sí me gustaría mencionar que Rajoy tenía 11 millones de votos. 11 millones es mucha gente. No perdéis ocasión de despreciar al pueblo español, tampoco a los catalanes que no son de cuerda independentista a pesar de que son los más. Los independentistas van de civilizados y de modernos, y luego hay que poner protección judicial a dos testigos en el juicio del Procés porque a los independentistas no les gusta que les pongan ante su propio espejo. Los linchamientos son más propios de la Edad Media, ¿no te parece?

Y luego pedís respeto para vosotros. En fin.
 
Última edición:
Vuelvo a concluir que nunca nos pondremos de acuerdo. Este post se deja fuera tantas cosas relevantes... Ni la arquitectura constitucional británica es la misma, ni el referéndum de Escocia se convocó por la bondad de corazón de Isabel II (y sí por el oportunismo político de David Cameron, que envalentonado por haber salvado su postura la primera vez volvió a la mesa de juego y convocó el del Brexit, que lleva camino de ser un desastre sin precedentes), ni España es el país más condescendiente con la violencia policial... Pero sí me gustaría mencionar que Rajoy tenía 11 millones de votos. 11 millones es mucha gente.

Pues mira, solo el final con respecto a Rajoy acepta implícitamente la condescendencia del pueblo español con lo que dirija el amo, sin fisuras, sin contradecir lo más mínimo. ¿Donde el criterio y la correcta aplicación de éste?

Porque me estás reafirmando en la ignorancia de quien pasa por alto verdaderos desmanes constitucionales como es, por ejemplo, la virulencia del discurso del Jefe del Estado que tiene prohibido por LEY la intromisión en cuestiones políticas, máxime en el caso presente que se permitió la agresividad contra más de dos millones de españoles. ¿Que diferencia hay en esto con otros paises? Y el español medio se regocijó al infinito por esa intervención que más parecia una llamada a la violencia que un mensaje proveniente del espíritu conciliador obligado para tal jefatura. Volvamos pues a la arenga del general a sus huestes en el campo de batalla.

Tienes ideas que no encajan con las mias, normal, pero lo que no asimilo es que desde tu condición de que lo primero es acatar la ley transijas con semejante desafuero. Uno de tantos.
 
Había añadido en mi post que me refería al siglo XXI pero se ve que no llegué a tiempo antes de que escribieras al tuyo. Da igual.

Te `preguntaba porque parece que Cataluña haya intentado algo nuevo, desconocido, pionero en lo suyo. Sabemos que nada de eso. Si, me citarás la Constitución, ahora todos sabemos mucho de ella, así de repente y han ocurrido hechos anticonstitucionales de los que no se ha hablado nada. Pero bueno, el pais es así, cuestión de corrientes a seguir con las grandes bases del "a por ellos" o "nos rompen España", y apuesto doble contra sencillo que una gran mayoría no tiene ni idea como fue configurado este pais en sus diferentes etapas. El mencionado "a por ellos", que yo sepa iniciado en Huelva, ya denota el resentimiento a lo catalán. ¿Por qué?

No voy a decir nada nuevo, pero no viene mal recordarlo porque las bases, los precedentes no deben caer en el olvido, y es el Estatut aprobado por el Parlament en el año 2006 y elevado al Congreso donde tambien fue aprobado ese mismo año. Pero ¡ay! La derecha española no podía consentirlo, esa especie de don Rodrigo en la horca anclada en tiempos, que miraba para otro lado con el Estatuto andaluz, procuró y llevó a cabo una votación popular acerca de si estaba conforme con el catalán, tenía que conseguir un mínimo de firmas para recurrir al Tribunal Constitucional. Elevado el fiasco al llamado más alto Trubunal, estuvo allí bien almacenado durante cuatro años, hasta el 2010, en que, prevista la subida de Rajoy, se instó a dicho tribunal para acelerar su aprobación. Un mérito más con vista a las elecciones. Se suprimieron artículos practicamente idénticos al texto andaluz y a seguir, ya se había ganado una partida más a lo catalán, esa especie de contradicción con el resto del pais, como aquel cantar que dice: "Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero". El caso es que durante aquellos cuatro años estuvo vigente el Estatut, esperando su nuevo futuro metido en un cajón, ¿que ocurrió? ¿Algun desmán? ¿Algo que supusiera un peligro para el resto del amor y dedicación de la España patriótica? Nada absolutamente.

El Gobierno jamás tuvo cintura ni capacidad de diálogo para negociar, hablar, desviar el problema que se veía venir y el pueblo español regocijado casi por entero ante una Cataluña a la que siempre no odió, como suele decirse, sino que envidió sin respiro.Con mirar la historia reciente no hay quien pueda negar la preponderancia de la Comunidad en su apertura a una Europa que consideraba a España como algo de mucho más bajo nivel. Sin ir más allá recordemos los años cincuenta y sesenta, cuando la inmigración comenzaba por asentarse en el pais catalán. ¡Huy que digo! Pais catalán. Pais vasco sí, catalán no. Una más a engrosar en la lista de las contradicciones.

En Quebec hubo dos elecciones, con diferencia de años, 1980 y 1995,para votar por el si o no de la independencia, las dos no obtuvieron el voto favorable por un margen pequeño la primera y pequeñísimo la segunda, hasta que en el año 2006, no voy a pararme en datos, reunidas las consiguientes fuerzas se proclamó a Quebec como una nación dentro de Canadá.

En el Reino Unido el caso de Escocia, no salió la independencia por un margen pequeñísimo como sabemos. Volverán a intentarlo. Pero a lo que quiero aludir es a la inteligencia política y al saber diplomático y cumplidor de Isabel II, a que le obliga su papel de neutral, que para nada se puso en plan del Estado soy yo. Soy antimonárquica lo que no me impide ser objetiva y admirar este talante, positivo, encarrilado en los tiempos y desechando los feudalismos y, sobre todo, contemplando al pais en su verdadera dimensión desde tantas leyes no escritas. Aquí, en España, ya se produjo otra inconstitucionalidad con un Jefe del Estado que airado desechó a más de dos millones de españoles en un vergonzoso discurso más propio de un exaltado ateniéndose a la voz de su amo. ¿Alguien pidió siquiera explicaciones a este digno sucesor de Alfonso XIII?

Nada nuevo en lo que digo pero sí muy evidente para la reconstrucción de los hechos, ahora que somos testigos de un juicio, que ya tiene sentencia y fecha de finalización, en el que se pasa por alto la ignorancia total del cumplimiento de sus cargos, a tres altos dirigentes, expresidente del Gobierno, ex vicepresidenta del mismo, ex ministro de Interior, cuya aportación más ingeniosa ha sido el hacernos considerar la pobreza de vestuario de las fuerzas del orden arriesgándolas a sufrir peligrosos resbalones debido a la precariedad de su equipo reglamentario. Pero aquí no pasa nada que pueda sacar a la luz de tanta legalidad toda la irregularidad habida y por haber.

Dudo que en Europa haya otro pais tan condescendiente con la fuerza bruta de sus gobernantes. Será la consecuencia de tanta sabiduria constitucionalista. No se puede asimilar tanta borrachera de normas.

El tema, desgraciadamente, seguirá dando de sí, y pese a que el sentimiento nacionalista es legítimo, seguirá propagándose que en Cataluña se vive atemorizado y el pueblo español tragando gustosamente con todo lo que le pongan en el plato.

Tiene buenas tragaderas, como corresponde a la falta de selección de los comestibles.

aplausos, como los del gif ese del teatro.
 
Ni la arquitectura constitucional británica es la misma, ni el referéndum de Escocia se convocó por la bondad de corazón de Isabel II (y sí por el oportunismo político de David Cameron, que envalentonado por haber salvado su postura la primera vez volvió a la mesa de juego y convocó el del Brexit, que lleva camino de ser un desastre sin precedentes), ni España es el país más condescendiente con la violencia policial, ni hay barreras para que se pueda impugnar también el Estatuto de Andalucía si es necesario...

Vuelvo a citar porque pasé por alto algo con lo que pareces intentar cambiar el sentido de lo que afirmé con respecto a Isabel II.

En ningún momento adjudiqué a la susodicha la convocatoria de referendum, no me llames ignorante con tanta claridad, se nota demasiado. Le adjudiqué su papel neutral en todo ello, neutral ¿entiendes? No he hablado de bondad de corazón ni de lejos sino de saber cual era su papel y cumplir con el mismo.

¿O es que hay que saber de leyes para darse cuenta de lo más elemental?
 
Pues mira, solo el final con respecto a Rajoy acepta implícitamente la condescendencia del pueblo español con lo que dirija el amo, sin fisuras, sin contradecir lo más mínimo. ¿Donde el criterio y la correcta aplicación de éste?

Porque me estás reafirmando en la ignorancia de quien pasa por alto verdaderos desmanes constitucionales como es, por ejemplo, la virulencia del discurso del Jefe del Estado que tiene prohibido por LEY la intromisión en cuestiones políticas, máxime en el caso presente que se permitió la agresividad contra más de dos millones de españoles. ¿Que diferencia hay en esto con otros paises? Y el español medio se regocijó al infinito por esa intervención que más parecia una llamada a la violencia que un mensaje proveniente del espíritu conciliador obligado para tal jefatura. Volvamos pues a la arenga del general a sus huestes en el campo de batalla.

Tienes ideas que no encajan con las mias, normal, pero lo que no asimilo es que desde tu condición de que lo primero es acatar la ley transijas con semejante desafuero. Uno de tantos.

Más allá de mi indudable defensa del orden constitucional no tienes ni idea de cuál es mi orientaci política. Ni la más remota. Señalo la incongruencia de defender que en nombre de 2 millones de personas los hoy juzgados pueden vulnerar la Constitución al tiempo que no se comprende que un Presidente del Gobierno, que lo es de 47 millones y tiene detrás 11 millones de votantes tiene el deber y la obligación de hacer lo que hizo. Todo lo demás son brindis al sol, intentos de confundir (con poco éxito, como puedes ver) y pataletas. Que ni siquiera tienen la dignidad de asumir sus responsabilidades personales con sus consecuencias.
 

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