Historia: la injusticia de la "Justicia"



Tiene subtitulos en inglés. Increible. Pero solo son algunos de los que se cargó la "Justicia"​
 
Mariana Pineda

Mariana_Pineda.jpg


(1804-1831)

Mártir de la causa liberal, acusada de haber bordado una bandera liberal, que seguramente fué introducida en su casa para acusarla de traición por no ceder a las exigencias de la Justicia de que delatase a sus amigos liberales, entre ellos, su amante, padre de su tercera hija.
Era hija de Mariano de Pineda y Ramírez, capitán de navío de Granada y caballero de la Orden de Calatrava, que nunca llegó a casarse por motivos que se desconocen con María de los Dolores Muñoz y Bueno, de Lucena (provincia de Córdoba), mucho más joven y de menor condición que él. La pareja tuvo una primera hija en Sevilla, donde residió un tiempo, pero falleció al poco de nacer, y después de trasladarse a Granada, donde vivieron en casas separadas, tuvieron una segunda hija, que fue Mariana. Después del nacimiento, la madre y la hija se fueron a vivir a la casa del padre, don Mariano, quien unos meses más tarde, a causa de la enfermedad crónica que padecía, firmó un documento por el cual otorgaba a la madre todos los derechos sobre la hija. Pero al poco tiempo don Mariano denunció a su pareja por haberse apropiado de ciertos bienes puestos a nombre de su hija y María Dolores huyó de la casa común con la niña, siendo detenida y obligada a devolver a la niña a su padre el 12 de noviembre de 1805. Tras la muerte de don Mariano, Mariana pasó a la tutela de un hermano de aquel, que era ciego, soltero y tenía cuarenta y siete años. Sin embargo, tras casarse con una mujer mucho más joven que él, traspasó sus responsabilidades de tutor a unos jóvenes dependientes suyos, José de Mesa y Úrsula de la Presa, a cuyo cargo quedó la niña a lo largo de su infancia.2

Cuando murió su tutor este legó a su propia hija parte de los bienes que le correspondían a Mariana por herencia de su padre, por lo que tuvo que pleitear durante toda su vida para que le fueran devueltos, aunque al parecer nunca lo consiguió —en 1828 hay constancia de que todavía mantenía un pleito para recuperar un viñedo heredado de su padre—.3

Se casó cuando tenía quince años con Manuel de Peralta y Valle, once años mayor que ella y que acababa de abandonar el ejército —no se sabe de qué vivía—. La boda se celebró en octubre de 1819 de forma «sigilosa», en palabras de su principal biógrafa Antonina Rodrigo, debido a la condición de hija ilegítima de Mariana. En marzo del año siguiente dio a luz a un niño, José María, y en mayo de 1821 a una niña, Úrsula María. Dos años después, en agosto de 1822, falleció su esposo dejando a su viuda de dieciocho años con dos hijos pequeños. Al parecer fue en esos años de su matrimonio, que coinciden con el Trienio Liberal, cuando Mariana se adhirió a la causa liberal y tras la nueva restauración del absolutismo por Fernando VII en 1823, ya viuda acogió en su casa a liberales perseguidos. En esos círculos conoció al militar de brillante expediente Casimiro Brodett y Carbone, con el que estuvo a punto de casarse pero el matrimonio se frustró porque Brodett no consiguió la preceptiva dispensa real a causa de su filiación liberal y quedó «impurificado» viéndose obligado a abandonar el ejército, marchándose a continuación a Cuba. Mariana, por su parte, durante los dos años siguientes desapareció de Granada y se ignora dónde estuvo y lo que hizo durante ese tiempo.4

Cuando volvió a Granada ayudó a un primo suyo, Fernando Álvarez Sotomayor, a escapar de la cárcel donde cumplía condena desde 1827 por haber participado en diversas conspiraciones liberales organizadas por los exiliados de Gibraltar. La estratagema de la que se valió para liberar a su primo en 1828 fue introducir unos hábitos en la cárcel y entregárselos a Fernando, que disfrazado de fraile salió de la prisión sin mayores dificultades porque, como había observado Mariana, los muchos clérigos que entraban y salían del establecimiento nunca eran controlados por los guardias. Se refugió inicialmente en casa de Mariana y cuando fue a buscarlo allí el alcalde del crimen de Granada Ramón Pedrosa Andrade ya se encontraba en Gibraltar.5 Pasó a formar parte de la leyenda de Mariana Pineda que mantuvo una relación sentimental con su primo, pero no existe ninguna prueba de la misma. Lo que sí está demostrado es que tras su vuelta tuvo como amante al abogado José de la Peña, de veintiocho años, y que según su biógrafa Antonina Rodrigo, citada por Carlos Serrano, posiblemente estuvo unido a Mariana «por un matrimonio secreto de los llamados de “conciencia”, celebrado en la iglesia de Santa Ana». De ese enlace nacería en enero de 1829 una niña a la que Mariana reconoció como hija natural a pesar de que no vivieran juntas, aunque no así José de la Peña, que esperó a 1836 para «adoptarla», a 1846 para reconocerla como hija y a 1852 a reconocerla como heredera.6

En alguna otra ocasión también atrajo la atención del alcalde del crimen Pedrosa a causa de la denuncia presentada contra ella por un tal Romero Tejada por unas supuestas conexiones con los «anarquistas» -que era el nombre que entonces también utilizaban los absolutistas para referirse a los revolucionarios liberales— de Gibraltar. Más grave fue el caso en que se vio envuelto su fiel criado Antonio Buriel —que había servido a las órdenes de Rafael del Riego— que fue detenido por Pedrosa por haber llevado cartas comprometedoras y que le valieron a Mariana verse confinada en su casa. El caso nunca llegó a juzgarse aunque Mariana en prevención ya había solicitado los servicios del abogado José María Escalera.7 La investigación en los archivos policiales ha demostrado que la policía granadina estaba convencida de que Mariana Pineda estaba directa o indirectamente implicada en los preliminares de una insurrección y que su criado Antonio Buriel «tenía preparada una docena de hombres decididos para lanzarlos a la calle».8



Retrato de Francisco Calomarde, por Luis de la Cruz y Ríos (copia de Vicente López).
La policía absolutista del ministro Francisco Calomarde estaba alerta desde que supo que el general José María Torrijos, que junto con el general Francisco Espoz y Mina, era el líder de los liberales exiliados, había llegado a Gibraltar a principios de septiembre de 1830. De hecho la primera tentativa de insurrección antiabsolutista tuvo lugar en enero de 1831 cuando Torrijos y su grupo intentó marchar sobre La Línea de la Concepción desde Gibraltar, con el objetivo de alcanzar Algeciras. Unas semanas más tarde, sin que se sepa si tuvieron una relación directa con Torrijos, un grupo de liberales acabó con la vida del gobernador de Cádiz, lo que fue interpretado equivocadamente por la guarnición de San Fernando para iniciar un levantamiento que resultó un fracaso, al mismo tiempo que desde el Campo de Gibraltar había salido un grupo de unos 200 hombres que recorrieron la Serranía de Ronda hasta que fueron capturados por los Voluntarios realistas. Estos movimientos parecían indicar que se estaba preparando un levantamiento generalizado por toda Andalucía que estaría encabezado por Torrijos y por Espoz y Mina, y coordinado desde Madrid por Salustiano de Olózaga. Se llegó a fijar la fecha del 20 de marzo de 1831 para el levantamiento, pero la policía del ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII Francisco Calomarde estaba al tanto de los preparativos —algunos de sus agentes se encontraban en Gibraltar siguiendo a Torrijos y a su grupo— y lograron desbaratar el intento.9 Dos días antes de la fecha prevista para el levantamiento fue detenida en su casa de Granada Mariana Pineda.

El proceso contra Mariana Pineda (1831)
La detención
El 18 de marzo de 1831 la policía al mando del alcalde del crimen Pedrosa irrumpió en su domicilio, el número 6 de la casa 77 de la calle del Águila en Granada, y al encontrarse «dentro de la casa que habitaba doña Marina Pineda, cabeza o principal de ella» una «bandera, señal indubitada del alzamiento que se forjaba» fue «aprehendida... teniéndosela legalmente... por autora del horroroso delito», según el relato del fiscal que presentó en el juicio al que fue sometida.10 Según Carlos Serrano, las condiciones en que se encontró la «bandera» en casa de Mariana «hacen sospechar que la introdujo en ella algún agente manipulado por la policía, sin duda una de las propias bordadoras del Albaicín a quien ella tenía encomendado el trabajo y que, descubierta o denunciada, se habría visto más o menos obligada a introducir el famoso pendón en su casa para que pudiera ser «descubierto» luego allí y sirviera de base para la acusación».11

De momento fue confinada en su propio domicilio, bajo la custodia de un guardia, de donde escapó tres días después aprovechado un descuido del vigilante disfrazada de anciana, pero el guardia logró alcanzarla en la calle y Mariana le rogó que no la denunciara y para tratar de ablandarle le propuso que le acompañara en la huida. Este hecho sería utilizado por el fiscal para imputarle un supuesto segundo delito, además del de preparar un alzamiento contra «la soberanía del Rey N.S.», el de «haber emprendido su fuga de la prisión que le fue constituida en su casa», tratando de «seducir o cohechar al dependiente que la custodiaba y que le dio alcance en su fuga, diciendo a este que la dejara, ofreciéndole que se fuese con ella y le haría feliz». A causa de este intento de fuga fue recluida en la cárcel de mujeres de mala vida del convento de las Arrecogidas Santa María Egipcíaca.12

Hoy parece claro que las autoridades absolutistas, dada su condición de mujer, no la consideraban uno de los dirigentes de la conjura liberal que creían que estaba en marcha en Granada —de hecho en ninguno en los pronunciamientos liberales del final del reinado de Fernando VII hubo mujeres directamente implicadas—, sino que la detuvieron para que denunciara a sus cómplices, verdaderas cabezas de la conspiración en la que ella sería nada más que una comparsa. Prueba de ello sería que Pedrosa, el jefe de la policía de Granada, estaba habilitado para indultarla incluso después del juicio si aceptaba declarar sobre sus cómplices, cosa a la que ella se negó hasta el final —una firmeza que por otro lado no había mostrado su primo Fernando Álvarez de Sotomayor, a quien Mariana había ayudado a escapar de la cárcel, que informó a las autoridades absolutistas de las actividades del grupo de José María Torrijos en Gibraltar a cambio del indulto—.

Por otro lado se especuló que la detención y la condena a muerte de Mariana se debía al despecho sufrido por el alcalde del crimen Ramón Pedrosa que estaría enamorado de ella. Esta teoría la expuso veladamente durante el juicio su abogado defensor al referirse a «ciertos acontecimientos y circunstancias fatales» que habían hecho que a la referida [Mariana] «se la tenga por algunos en un concepto» que no merecía, entre las que se encontraba «no haber accedido a pretensiones de otros sujetos» quienes «no sería extraño que se hayan propuesto llevar su resentimiento y venganza hasta el extremo de arruinarla». Mucho más explícitas fueron las coplas que circularon por la ciudad, y que perduraron mucho tiempo, como esta:13

Granada triste está
Porque Mariana de Pineda
A la horca va
Porque Pedrosa y los suyos
Sus verdugos son,
Y ésta ha sido su venganza
Porque Mariana de Pineda
su amor no le dio

Del supuesto enamoramiento de Pedrosa por Mariana no hay prueba alguna, aunque sí se puede afirmar que el alcalde del crimen de Granada se tomó el proceso como un asunto personal, presionándole para que delatara a sus supuestos cómplices, todo ello reforzado por el hecho de que Pedrosa había recibido del ministro de Gracia y Justicia Calomarde plenos poderes para investigar todas las «conspiraciones» que se produjeran en Granada, lo que le concedía un derecho de vida o muerte sobre los encausados puesto que nadie podía interferir en sus decisiones. Así tres semanas después de la detención de Mariana la administración de Justicia de Granada decidió que su causa pasara a las manos de Pedrosa.14

El juicio


Reconstrucción hipotética de la «bandera» que supuestamente estaría bordando Mariana Pineda y que motivó su detención, juicio y ejecución
El expediente penal de Mariana Pineda fue robado a principios del siglo xx, aunque afortunadamente las piezas más importantes del mismo —la acusación del fiscal y el alegato del abogado defensor— habían sido reproducidos en un libro publicado en 1836, tras la muerte de Fernando VII, por su primer biógrafo y uno de su amantes, el abogado José de la Peña y Aguayo. Por esos documentos sabemos que la base de la acusación era haber encontrado en su casa «el signo más decisivo y terminante de un alzamiento contra la soberanía del Rey N.S. y su gobierno monárquico y paternal». El «signo» consistía en:15

tres letreros escritos con encarnado en papel al parecer de marquilla, que dicen: el uno, Igualdad; Libertad, el otro, y el tercero, Ley, y 13 letras cortadas de papel marquilla, y son L, I, T, A, D, Y, G, V, A, D, J, E, J,, todas mayúsculas, [y un] tafetán morado del ancho de dos paños y largo algo más de dos varas y tercia con un triángulo verde en medio, y en un lado de él, bordadas de carmesí, las letras mayúsculas B, E y embastada de cartón, una R; en otro lado de él, también bordadas de carmesí, las letras mayúsculas, A, L, y a medio bordar, una D; y en las orillas del largo de dicho tafetán, como en medio de él, dos pedazos de vando embastado... [todo lo cual tenía] la forma de una bandera que sirviese de señal o alarma para un Gobierno revolucionario

Con esta prueba —una supuesta bandera a medio bordar y en las que estaban esbozadas las palabras de un posible lema— el fiscal le imputó el delito de rebelión contra el orden y el monarca, que según el reciente decreto de Fernando VII de 1 de octubre del año anterior estaba castigado con la pena de muerte, según lo establecido en su artículo 7º:16

Toda maquinación en el interior del reino para actos de rebeldía contra mi autoridad soberana o suscitar conmociones populares que lleguen a manifestarse por actos preparatorios de su ejecución, será castigada en los autores y cómplices con la pena de muerte

Como era de esperar la defensa se basó en desmontar la «prueba» que constituía la supuesta «bandera», primero cuestionando que fuera tal, basándose en el propio informe de la policía que hablaba de un paño montado en unos bastidores no de una bandera, y en segundo lugar que la supuesta bandera fuera «revolucionaria», aduciendo que en realidad se trataba de una enseña destinada la masonería«el emblema del triángulo verde fijado en su centro demuestra que su destino era más bien para adorno de alguna logia francmasónica»— y como las mujeres no podían pertenecer a la masonería su defendida estaba libre de culpa, o como mucho solo podía ser condenada a una corta pena de prisión por complicidad con masones, una «secta» prohibida.17El defensor estaba en lo cierto porque en España no hubo logias masónicas femeninas hasta mucho más tarde, a finales del siglo xix, y porque efectivamente, como lo ha corroborado un experto en el tema, citado por Carlos Serrano, «el triángulo donde aparece el lema Libertad, Igualdad, Ley corresponde indiscutiblemente a divisa masónica, desde 1746. Los colores morado y verde, durante el siglo xix, corresponden al grado 22 de la masonería, es decir, al de Caballero de la Real Hacha según el rito escocés antiguo».18

Así pues, según Carlos Serrano, «la argumentación del abogado defensor es muy probable que sea la que más se acerque a la verdad de lo que efectivamente había sido la actuación de Mariana en los primeros meses del fatídico año de 1831: estar en contacto con masones y prepararles algunos distintivos para sus logias». Sin embargo los masones «a su vez indudablemente se relacionaban, cuando no se confundían, con los grupos de conspiradores liberales que estaban tramando en esos meses un levantamiento generalizado por todo el sur andaluz», por lo que «Mariana estaba efectivamente relacionada con esa revolución que con tanto ahínco la policía de Fernando VII y de Calomarde intentaba prevenir en torno a 1830».19

La ejecución


Cuadro de Juan Antonio Vera Calvo de 1862 que muestra a Mariana Pineda en capilla, antes de ser llevada al cadalso
A pesar de la convincente defensa que hizo su abogado, Mariana Pineda fue condenada a muerte. El día de su ejecución al parecer había preparada una operación destinada a liberarla durante el trayecto que conducía del convento de las Arrecogidas Santa María Egipcíaca, donde había permanecido internada, hasta el Campo del Triunfo donde estaba montado el garrote vil, pero por motivos desconocidos no tuvo lugar. Así que nada impidió que fuera ejecutada el 26 de mayo de 1831, a los 26 años de edad.20



Se cuenta que mantuvo su dignidad hasta la hora de prepararse para la ejecución negándose a que le quitasen las ligas para no «ir al patíbulo con las medias caídas».10

Su ejecución pretendió castigar la causa de los liberales, lo que la convirtió en una mártir para estos y en un símbolo popular de la lucha contra la falta de libertades, a consecuencia de lo cual llegó a convertirse en personaje principal de varias piezas dramáticas, poemas y ensayos.

Sepultura
Los restos de Mariana de Pineda fueron inhumados en el cementerio de Almengor, lugar próximo al de ajusticiamiento, situado junto al río Beiro, frente a la que en el siglo xx fue Prisión Provincial de Granada. En 1836 fueron exhumados y depositados sucesivamente en la basílica de la Virgen de las Angustias, en capilla del oratorio de la casa consistorial y en la iglesia del Sagrario, entre 1844 y 1854. El 9 de septiembre de este último año se volvieron a exhumar, colocándose la urna de nuevo en dependencias municipales. Finalmente, en 1856, los restos de Mariana de Pineda fueron depositados en la cripta de la catedral de Granada,21 donde permanecen, bajo una sencilla lápida, con el siguiente epitafio:

† D.O.M. Ad perpetuam memoriam. Reliquiæ mortales Marianæ a Pineda, quam, sæva morte, percussit tyrannus, Granatæ septimo kalendas junii, anni millesimi octogentesimi trigesimi primi. Requiescat in pace. Patria grata ejus memoriam colit. Anno M.DCCCLVI.22

Memoria histórica
Tras el triunfo de la revolución liberal española, Mariana Pineda fue convertida en una heroína de la causa de la libertad, y de su figura se ocuparon numerosos autores en cuyas obras «predomina la glorificación de la combatiente por la causa política, de la luchadora por la libertad, pero también de la víctima inocente de la represión y del absolutismo. En este último punto, la condición femenina de Mariana es usada como un agravante... (“Sólo esclavos cobardes podían / inmolar a una débil mujer”, dice uno de los muchos poemas escritos en su honor, recopilados por Antonina Rodrigo)».23 Un grupo de diputados granadinos pidieron a las Cortes que el «nombre de la célebre heroína Doña Mariana Pineda se inscriba en el salón de ellas, en premio de su civismo y amor a la libertad» y que se pasara una pensión a sus hijos.23

Durante el reinado de Isabel II, el interés por ella decayó. Fue redescubierta con el advenimiento del Sexenio Democrático y, sobre todo, con la Primera República Española, que erigió en su memoria un monumento público en 1873 en Granada. Con la Restauración regresó al olvido para ser de nuevo reconocida y exaltada su persona durante la Segunda República. En mayo de 1931, apenas un mes después de haberse producido su proclamación, la República celebró el centenario de la ejecución de Mariana Pineda mediante una serie de honores militares establecidos en un decreto del Gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora a propuesta del ministro de la Guerra, Manuel Azaña.24 Más tarde, el gobierno republicano aprobó la emisión de un sello de Correos con su efigie.25

En la recuperación de la memoria histórica de Mariana Pineda en los años 20 y 30 del siglo xx jugó un papel esencial el socialista Fernando de los Ríos, que fue ministro de justicia en el gobierno provisional, y que desde 1911 había sido catedrático en Granada. Él fue el que al parecer despertó en su amigo el poeta Federico García Lorca el interés por una figura entonces olvidada y que le llevó a escribir en 1925 la obra de teatro Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas que después de superar ciertos problemas con la Dictadura de Primo de Rivera pudo estrenarse dos años más tarde, en 1927.26 En la obra Lorca huye del mito liberal y lo que muestra en su lugar, según Carlos Serrano, «es su incorformidad histórica, su imposibilidad íntima de avenirse al absolutismo fernandino, los resortes de su rebelión privada que la lleva al suplicio público».27

Obras literarias sobre Mariana Pineda
Mariana Pineda en televisión
Premio Mariana Pineda a la Igualdad entre Mujeres y Hombres
La Concejalía de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Granada y el Consejo Municipal de la Mujer de Granada crearon este premio en 2008.30 El objetivo de este galardón es reconocer el trabajo de entidades, colectivos o personas relevantes para promocionar la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres de este municipio andaluz. Para la entrega de este premio se eligió la fecha de su ejecución, el 26 de mayo, Día de Mariana Pineda.

Premio 20133132

Premio 201433

Premio 201534

 
El Supremo revisa la ejecución de dos inocentes a garrote vil durante el franquismo
Sólo bastaron diecisiete días para detenerlos, juzgarlos, condenarlos y ejecutarlos a garrote vil. Ocurrió en 1963. El régimen de Franco quería un escarmiento, quería unos responsables
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El Supremo revisa la ejecución de dos inocentes a garrote vil durante el franquismo
Julia Pérez
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Tiempo de lectura3 min

12.12.2006 – 06:00 H.

Sólo bastaron diecisiete días para detenerlos, juzgarlos, condenarlos y ejecutarlos a garrote vil. Ocurrió en 1963. El régimen de Franco quería un escarmiento, quería unos responsables por las bombas (20 heridos, dos de ellos muy graves) que el 19 de julio habían explotado en la Delegación Nacional de Sindicatos y en la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, ambas en Madrid. Y los encontró en estos dos libertarios, Francisco Granado y Joaquín Delgado, condenados a muerte. El Tribunal Supremo revisa hoy este caso, porque en 1998 aparecieron, vivos y coleando, los verdaderos autores materiales de los atentados.

Torturados, Granado y Delgado se autoinculparon de haber colocado las dos bombas, pero en el juicio proclamaron su inocencia. Nadie del consejo de guerra quiso creerles y el 17 de agosto de 1963 fueron ejecutados en la cárcel de Carabanchel (Madrid).

La viuda de Granado sobrevive en una situación precaria en Quillan (Francia). Se llama Pilar Vaquerizo y sale adelante con la ayuda de sus tres hijos y del Fondo de Solidaridad francés. Nunca ha recibido indemnización alguna, a diferencia de otros represaliados del franquismo, por una razón: su marido sólo estuvo encarcelado 17 días, cuando la normativa exige al menos un año de estancia carcelaria. “Menuda paradoja: lo asesinan tras un juicio sin garantías y, encima, no se puede reparar el daño causado porque no vivió el tiempo suficiente”, confiesa Francisco García Cediel, abogado de ambas familias. Delgado estaba soltero, pero sus sobrinos también están personados en la causa.

Este letrado insiste en que lo que buscan en la revisión del juicio es la recuperación de la memoria de Granado y Delgado, el reconocimiento público de que fueron dos asesinatos legales y la reparación jurídica, moral y económica del daño causado.

Un manto de silencio se ha extendido siempre sobre este caso. Los partidos de la izquierda no se han involucrado mucho en la supuesta injusticia cometida con Granado y Delgado: no eran socialistas, ni comunistas, sino anarquistas. Es más, eran miembros de un grupo secreto que luchaba mediante atentados contra el régimen de Franco. Era Defensa Interior (DI), fundado en 1962 por la CNT, la FAI y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias.

Pero fueron otros los autores de las bombas: sus correligionarios Antonio Martín y Sergio Hernández, quienes decidieron salir del armario en 1998 aprovechando un programa de televisión emitido por el canal Arte de Francia.

Esta historia ocurrió en el tiempo oscuro de la dictadura, cuando Octavio Alberola era el jefe del DI –“jefe no, coordinador”, matiza este eterno libertario de 78 años-, un grupo secreto anarquista que centró su afán en combatir al franquismo, en especial, en acabar con la vida de su titular, Francisco Franco. Primero lo intentaron en San Sebastián, en agosto de 1962, durante una recepción en el palacio de Ayete, “pero como no llegó en el momento previsto y las pilas no duraban mucho, explosionamos la bomba para que no causar daño”.

Maletín con explosivos

Luego llegó el turno de Granado. En mayo de 1963, Alberola le encargó ocuparse de un maletín con explosivos que tenía que entregar al autor material del atentado. El objetivo era colocarlo en el Palacio de Oriente de Madrid, donde Franco acudía a recibir las cartas credenciales de nuevos diplomáticos. “La información sobre Franco era nuestro fallo; nos enterábamos por el ABC de que había nuevos embajadores”, relata Alberola.

Resultó que había en Madrid otro comando y Alberola envió a Delgado para que contactara con Granado, escondieran el maletín y regresaran de inmediato a Francia. Nunca regresaron. El grupo de Martín y Hernández colocó los dos artefactos y causó 20 heridos.

 
Crimen de Cuenca

Para otros usos de este término, véase El crimen de Cuenca (desambiguación).
El crimen de Cuenca o Caso Grimaldos fue un error judicial sobre un supuesto caso de asesinato que nunca tuvo lugar y que, por la relevancia de la negligencia judicial y policial cometida, ha pasado a la historia del derecho español. En teoría el crimen había tenido lugar entre las localidades de Tresjuncos y Osa de la Vega en la provincia de Cuenca (España) en el año 1910.1

El caso inicialmente se cerró por falta de pruebas, aunque poco después se volvió a reabrir. En esta nueva apertura del caso las investigaciones policiales y judiciales fueron irregulares desde el primer momento, y la misma incluyó tortura, numerosos abusos policiales y finalmente penas de prisión para los acusados. Sin embargo, años después se descubrió que la persona supuestamente asesinada continuaba con vida, por lo que la Justicia hubo de intervenir nuevamente para anular las condenas y dictaminar la indemnización de los acusados. Así, el crimen de Cuenca ha pasado a la historia del derecho español como un caso paradigmático de error judicial.

En 1981 se estrenó una película dirigida por Pilar Miró basada en estos hechos, la cual causó un gran impacto en la sociedad española de entonces.2
Más info en la wiki.
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Leido así no parece que es tanto pero por lo que yo he oído toda la vida las condiciones de los interrogatorios y carcel fueron horripilantes. Injusticia máxima.
 
Última edición:
Crimen de Cuenca

Para otros usos de este término, véase El crimen de Cuenca (desambiguación).
El crimen de Cuenca o Caso Grimaldos fue un error judicial sobre un supuesto caso de asesinato que nunca tuvo lugar y que, por la relevancia de la negligencia judicial y policial cometida, ha pasado a la historia del derecho español. En teoría el crimen había tenido lugar entre las localidades de Tresjuncos y Osa de la Vega en la provincia de Cuenca (España) en el año 1910.1

El caso inicialmente se cerró por falta de pruebas, aunque poco después se volvió a reabrir. En esta nueva apertura del caso las investigaciones policiales y judiciales fueron irregulares desde el primer momento, y la misma incluyó tortura, numerosos abusos policiales y finalmente penas de prisión para los acusados. Sin embargo, años después se descubrió que la persona supuestamente asesinada continuaba con vida, por lo que la Justicia hubo de intervenir nuevamente para anular las condenas y dictaminar la indemnización de los acusados. Así, el crimen de Cuenca ha pasado a la historia del derecho español como un caso paradigmático de error judicial.

En 1981 se estrenó una película dirigida por Pilar Miró basada en estos hechos, la cual causó un gran impacto en la sociedad española de entonces.2
Más in fo en la wiki.
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Leido así no parece que es tanto pero por lo que yo he oído toda la vida las condiciones de los interrogatorios y carcel fueron horripilantes. Injusticia máxima.

Pues sí, la propia Pilar Miró dijo que no quiso mostrar en detalle todos los horrores que les hicieron. Y despues los años de cárcel, que se salvaron del garrote de milagro, porque al fin y al cabo no habia cadaver. ¡Su delito es que siempre habian sido campesinos un poco "revoltosos" para el cacique del lugar.

No apto para ojos sensibles.

 
Los cuatro de Guilford

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Los Cuatro de Guildford era un grupo de cuatro personas (Paul Hill, Gerry Conlon, Patrick «Paddy» Armstrong y Carole Richardson) que fueron condenadas injustamente en el Reino Unido en octubre de 1975 por la colocación de bombas en dos pubs de Guildford y uno en Woolwich, atentados en los que murieron siete personas, atribuidos al IRA Provisional.1

Los Cuatro de Guildford cumplieron penas de cárcel de más de quince años - de una cadena perpetua- por un delito que no habían cometido. Su historia, junto con la de los Siete de Maguire, se narra en un libro (Proved Innocent) y en la película En el nombre del padre. El padre, la tia y los primos de Conlon, que eran niños, también fueron condenados a catorce años que cumplieron integramente, acusados de fabricar los explosivos. Gerry y sus compañeros acabaron confesando debido a las torturas que padecieron. El padre de Gerry Conlon murió en prisión.

El juez lamentó que ya no estuviese vigente la pena de muerte en Gran Bretaña al dictar sentencia.

Este acontecimiento es considerado como uno de los más graves errores judiciales en Reino Unido. Los verdaderos responsables del atentado de Guildford nunca han sido procesados. En 1989, el tribunal de apelaciones de Londres anuló las sentencias, cuestionando las pruebas presentadas por la policía. En 2005, Tony Blair, primer ministro, pidió perdón por la injusticia y el dolor causados a los condenados. Sin embargo, los policias y fiscales que les inculparon y torturado sabiendo que eran inocentes nunca fueron juzgados.




La experiencia carcelaria marcaría de por vida a Conlon, quien reconoció haber sufrido graves crisis nerviosas e intentos de su***dio, además de adicción a las drogas y el alcohol.A pesar de estos problemas personales, y gracias a su experiencia, se dedicó a apoyar y asesorar a quienes consideraba que fueron víctimas de otros errores judiciales. También se unió al movimiento para la liberación de los presos británicos en las cárceles de Guantánamo.

Tras una larga enfermedad de cáncer, falleció en su casa en Belfast, a los 60 años, en 2014.
 
Os acordais de Joaquin José Martinez?
Nos tuvo en vilo a todo el país. Por suerte consiguió probar su inocencia.
En su mismo caso hay otro español, Pablo Ibar. La pena es que como nos acostumbramos a todo no sé si se le está prestando la misma atención que en su dia tuvo J.J.M. Ojalá tenga suerte. Necesita un dineral para un super-abogado.
http://www.joaquinjosemartinez.com/
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@Lady Susan Vernon , no sé si hoy podré dormir con tanta desgracia......... Interesantisimo lo de los de Guilford.
Me encantaría participar en lo de J.Austen. Os veo tan entusiasmadas y apasionadas que me dais envidia. En cuanto tenga tiempo leeré algo suyo porque de momento soy una absoluta indocumentada del tema. Me quedé atrapada en los "moors" de Devon de Cumbres Borrascosas.
 
Agarrense para lo más horripilante
El condenado a muerte más joven de EEUU es inocente 70 años después de su ejecución

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George Stinney
  • Era tan pequeño que tuvo que sentarse sobre una guía telefónica en la silla eléctrica
19 diciembre 2014

Hace setenta años, el pequeño George Stinney se convirtió en la persona de menor edad (14 años) en ser ejecutada por el gobierno de los Estados Unidos. Fue acusado de matar a golpes a dos niñas blancas en Carolina del Sur en 1944 y condenado a muerte solo tres meses más tarde. Era tan pequeño que tuvo que sentarse sobre una guía telefónica en la silla eléctrica.

El pasado mes de enero, un juez accedió a escuchar nuevos testimonios y argumentos sobre el caso y este 17 de diciembre, la juez Carmen Mullen retiró la condena contra Stinney.

Familiares y abogados defensores del menor llevaban 11 años intentando que el caso se reabriera, ya que creen que Stinney fue obligado por la policía a confesar.

Aime Ruffner -una de las hermanas del chico, de casi 90 años- aseguró que se encontraba junto a su hermano cuando ambos vieron por última vez a las chicas asesinadas. "Después de verlas, fuimos a casa a comer y a hacer los deberes".

El también abogado defensor Steve McKenzie señaló que al "no poner el caso del estado a prueba, no confrontar los testimonios de los testigos, no presentar una defensa, no dar un argumento de cierre, a George nunca se le dio una asesoría eficaz y, como consecuencia, se le violaron sus derechos de la Sexta Enmienda" de la constitución de EE. UU., la cual garantiza el derecho de los acusados a recibir un juicio justo.

https://es.wikipedia.org/wiki/George_Stinney


 
Os acordais de Joaquin José Martinez?
Nos tuvo en vilo a todo el país. Por suerte consiguió probar su inocencia.
En su mismo caso hay otro español, Pablo Ibar. La pena es que como nos acostumbramos a todo no sé si se le está prestando la misma atención que en su dia tuvo J.J.M. Ojalá tenga suerte. Necesita un dineral para un super-abogado.
http://www.joaquinjosemartinez.com/
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@Lady Susan Vernon , no sé si hoy podré dormir con tanta desgracia......... Interesantisimo lo de los de Guilford.
Me encantaría participar en lo de J.Austen. Os veo tan entusiasmadas y apasionadas que me dais envidia. En cuanto tenga tiempo leeré algo suyo porque de momento soy una absoluta indocumentada del tema. Me quedé atrapada en los "moors" de Devon de Cumbres Borascosas.

Sí, a ver si hay justicia para Pablo Ibar. ¡Que suplicio le estan haciendo pasar! Ya le han robado veinte años de su vida y todavia sin saber si le declararán inocente. El otro condenado fué exonerado y declarado inocente en su segundo juicio.

http://www.pabloibar.com/caso-pablo-ibar/

Y sí, te esperamos en el hilo Jane Austen y es hora de dejar por hoy este para poder dormir.

Un abrazo
 
10 casos indignantes de inocentes condenados por error
El 10 de octubre es el Día Mundial contra la Pena de Muerte, un castigo con muchísimos tropiezo que ha afectado a múltiples personas...
Julieta Ruiz | 9 de Octubre de 2015 | 22:48
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10 % PULSO SOCIAL3

Desafortunadamente, la pena de muerte es aún una realidad en muchos países; pues a pesar de la enorme evolución que ha tenido la raza humana, existen cortes que se empeñan en juzgar a las personas con los parámetros del mundo antiguo.

Según la clasificación de Amnistía Internacional, 98 países abolieron completamente la pena de muerte, 7 países mantienen la pena de muerte como un castigo para crímenes excepcionales, 35 países mantienen la pena de muerte en sus normas pero no la aplican en la práctica, y 58 países aún aplican la pena de muerte para crímenes comunes.

Tristemente, este tipo de condenas es una de las que más vidas inocentes cobra, pues según un estudio estadístico, en Estados Unidos uno de cada 25 condenados son inocentes, según Samuel Gross, profesor de leyes de la Universidad de Michigan.

Este estudio tiene como fundamento la situación de 7,482 condenados a muerte entre enero de 1974 y diciembre del 2004, de los cuales 12,6% fueron ejecutados. Uno de cada 25 de ellos sería inocente, sin que el estudio pueda presentar sin lugar a errores cuántos de esos inocentes fueron ejecutados y cuántos murieron en prisión de por vida, así lo menciona Pijama Surf.

Además, Gross y sus coautores estiman que 36% de los sentenciados a muerte entre 1973 y 2004 (2,675 personas) fueron exoneradas de la pena capital, usualmente recibiendo sentencias de por vida sin libertad provisional, una sentencia de muerte diferida.

Es en este contexto en el que en De10.mx nos dimos a la tarea de recopilar las historias de 10 inocentes que fueron condenados y sentenciados a la pena de muerte, aunque años después, se comprobara su inocencia…

1. George Stinney Jr

Era el año de 1944 cuando se condenó a este adolescente de 14 años a la pena de muerte, por supuestamente golpear a dos niñas blancas hasta matarlas, en Carlina del Norte. Fue encarcelado y no contó con un abogado defensor; por si fuera poco, el juicio en su contra duró solamente tres horas y no se presentaron ni testigos ni evidencias que pudieran exonerarlo, así lo menciona El Universal. Al jurado, que era integrado únicamente por personas de raza blanca, solamente le tomó 10 minutos el emitir su veredicto: George Stinney Jr debía morir “electrocutado hasta que tu cuerpo esté muerto de acuerdo con la ley. Y que Dios se apiade de tu alma”, de acuerdo con los documentos emitidos por el tribunal.

Lo más indignante: Después de 70 años, la justicia declaró inocente a quien fuera el ejecutado más joven del mundo.

2. Troy Davis

Este afroamericano murió ejecutado por inyección letal, el 21 de septiembre de 2011, condenado por el supuesto asesinato del policía Mark MacPhail, hecho ocurrido en Georgia, en 1989. Troy Davis se declaró inocente de todos los cargos; sin embargo, en agosto de 1991 fue condenado a muerte.

Este caso fue descrito por sus abogados como el prototipo del negro condenado injustamente por la muerte de un blanco. Según la fiscalía, el acusado disparó en una fiesta en el barrio de Cloverdale, hiriendo a un hombre en el rostro. Luego asesinó a MacPhail. Los fiscales apoyaron su acusación; pero de los nueve testigos que declararon en contra de Davis en el juicio, siete se retractaron posteriormente y en agosto de 2009 denunciaron que fueron presionados por la policía para inculpar al joven. Por otra parte, el arma con la que se cometió el asesinato jamas pudo ser hallada ni se recolectaron huellas dactilares ni rastros de ADN.

3. Cameron Willingham

Este hombre fue ejecutado el 17 de febrero de 2004 por el supuesto asesinato de sus tres hijas, al presuntamente incendiar su casa, en diciembre de 1991.

Según menciona El Comercio, era la noche del 23 de diciembre cuando un fuego arrasó con la casa de los Willingham. Cameron, que dormía, se salvó milagrosamente. La madre estaba fuera, había ido a comprar los regalos de Navidad. La policía enseguida sospechó del padre de las niñas, aunque él siempre mantuvo su inocencia; sin embargo fue ejecutado pero la ciencia acabó revelando su inocencia.

“Casi todo se hizo mal. Los investigadores de la oficina del Jefe de Bomberos y el Departamento de Bomberos, Vásquez y Fogg, no sabían nada de dinámica del fuego y creían que era posible concluir que las llamas que quemaron el piso tuvieron que ser causadas por un líquido inflamable. En Estados Unidos hace 20 años, los investigadores no estaban obligados a tener conocimientos sobre dinámica del fuego”, cuenta John Lentini, de Scientific Fire Analysis y experto en ciencia forense y química de restos del fuego creó un comité de expertos a petición de Innocence Project, el cual estableció en 2006 que el incendio fue fortuito. Por desgracia, Cameron Todd Willingham había sido ejecutado mediante inyección letal dos años antes.



4. Jesse Tafero

En mayo de 1990, Tafero fue ejecutado en la silla eléctrica en Florida después de ser acusado de asesinar a dos policías.

Todo ocurrió cuando los oficiales Phillip Black y Donald Irwin registraron el coche de Tafero y su amigo, Walter Rhodes, encontrando varios kilos de droga y armas. Los oficiales recibieron un disparo cada uno y los delincuentes escaparon; los arrestaron, pero Tafero fue el único condenado a muerte.

Durante la ejecución en la silla algo falló, y Jesse perdió la vida después de más de quince minutos, por lo que el sufrimiento fue aun mayor. Unos años más tarde se descubrió que quien en realidad realizó los disparos fue el compañero de Tafero, Walter Rhodes, convirtiéndose este caso en uno de los más sonados en materia de ejecución por pena de muerte en Estados Unidos.

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5. Carlos DeLuna

El de Carlos es otro caso indignante. Él fue acusado de asesinar a puñaladas a Wanda López, una joven empleada de una gasolinera en la ciudad de Corpus Christi. El acusado desde un principio sostuvo su inocencia y hasta decía conocer al asesino, pero se negó a revelar su identidad por miedo a una venganza; y aunque las pruebas contra él nunca fueron concluyentes, su parecido físico con el auténtico culpable, Carlos Hernández, no permitieron que fuese salvado a tiempo. Fue ejecutado con una inyección letal en 1989, seis años después de ocurrido el crimen.

Sin embargo, ni su familia ni los periodistas cesaron en la búsqueda de pruebas y un trabajo de James Liebmen, publicado en la Columbia Human Rights Law Review, prueba que tenían razón. De hecho, Hernández mismo confesó a sus compañeros de prisión, antes de morir a causa de una cirrosis en 1999, haber realizado el crimen; así lo menciona Tu Discovery.


6. Larry Griffin

Fue en 1980 cuando el joven Quintin Moss, de solamente 19 años, murió asesinado; y rápidamente, se aseguró que el asesino había sido Larry Griffin. Un criminal fue quien aseguró que vio a Larry disparar con la mano derecha desde un auto en movimiento; por lo que fue condenado y sentenciado a morir por inyección letal el 21 de junio de 1995; aunque después, el testigo admitió haber cometido el crimen él mismo.

Años después, se reabrió la investigación, encontrándose que Larry fue capturado lejos de la escena del crimen, y que era zurdo; por lo que nunca pudo haber accionado un arma de fuego con la mano derecha. Tristemente fue ejecutado y hasta 2005 un profesor de la Universidad de Derecho de Michigan aseguró que Larry era en realidad inocente.

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7. Ellis Wayne Felker

Ellis fue ejecutado en 1996 por el brutal asesinato de una mujer de Georgia en 1981. Durante el período en que estuvo recluido en el corredor de la muerte, se encontró una caja de pruebas que incluyó test físicos posiblemente adecuados para pruebas de ADN y una confesión firmada de otro hombre que admitió el crimen; sin embargo, la Corte Suprema de Georgia se negó y se le ejecutó por electrocución en la silla eléctrica.

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8. John Ray Conner

Era un joven de raza negra, 32 años y padre de dos hijos, quien fue acusado del asesinato de Kathyanna Nguyen, empleada de una tienda de comestibles, durante un atraco en 1998. Varios “testigos” lo identificaron como responsable de la muerte de la joven. Desde su detención, Conner esperó más de diez años en el "corredor de la muerte", hasta que en agosto de 2007 fue ejecutado por una inyección letal.

Según menciona El País, los testigos juran haberle visto salir "corriendo raudo y veloz" tras cometer el asesinato; pero él era cojo y le costaba moverse con facilidad. Incluso la Unión Europea se implicó en este asunto, enviando una carta al gobernador Rick Perry donde pedía su perdón.

Desafortunadamente, Conner se convirtió en la víctima tejana número 400.

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9. Odell Barnes

En el año 2000 fue ejecutado por un crimen que aparentemente no cometió: asesinato. Los fiscales dependían principalmente en un punto de sangre de su ropa que coincidía con la sangre de la victima. Fue preso y sentenciado a muerte.

Posteriormente los abogados examinaron la sangre en forma más minuciosa, y encontraron que estaba contaminada por un preservativo, levantando sospechas acerca de que la muestra pudiera haber sido puesta en Barnes para obtener un convicto. Barnes fue ejecutado por un crimen que aparentemente no cometió.

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10. Lena Blaker

Finalmente, la única mujer de la lista. Baker fue ejecutada en el estado de Georgia en 1945; se le acusó del asesinato de Ernesto Caballero, quien fuera su jefe; sin embargo, la historia no se conocía completa.

Lena fue condenada pero los jueces no vieron el hecho de que esta mujer asesinó al hombre en defensa propia, pues la había encerrado y la amenazaba de muerte con una pistola, en el momento en el que ella forcejeó con él y disparó en un acto desesperado por salvar su vida.

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Jean Rayne

(1364)

Rayne era magistrado de la ciudad de Douai, condado de Flandes -entonces bajo vasallaje del rey de Francia -, y comerciante de granos.

Algunos hombres celosos de su prosperidad le acusaron de vender su grano con medidas más pequeñas que las aceptadas por la ley para enriquecerse. Detenido, juzgado y condenado a ser colgado en el campo hasta morir y a que su cadaver permaneciese asi hasta que se pudriese o lo comiesen los cuervos, la sentencia se llevó a cabo inmediatamente por el respresentante del rey a pesar de su apelación al rey.

Sin embargo, la inocencia de Rayne era notoria y su hijo y su yerno apelaron ante el Consejo del rey. Se reconoció que habia sido condenado injustamente y una orden del Consejo anuló el juició y condenó al representante del rey a descolgar el cadaver ya putrefacto (habian pasado dos años) y llevarlo a la iglesia a inhumarlo. Y a cargo de los jueces, erigir una capilla bien dotada para celebrar allí misas por el difunto tres dias por semana.En 1368, el rey Carlos V, ordenó al magistrado pagar seis mil francos de oro. Además, fué despojado de todos sus empleos, privilegios e inmunidades.​
 
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