Herminia Feijóo, la coruñesa que fue millonaria y moderna antes que Marta Ortega

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Estudió en Londres en el periodo de Entreguerras y se casó con el 'bon vivant' armenio Nubar Gulbenkian en 1922. Fue la primera mujer española con carnet de conducir, fumaba, montaba en bici y presidió el Deportivo.
Por María Villardón
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Herminia Rodríguez-Borrell Feijóo (Coruña, 1897-1971) fue una coruñesa millonaria, célebre y divorciada mucho antes de que lo fuera Marta Ortega. Al igual que la heredera de Inditex, la hermosa gallega decimonónica, tal como atestiguan las pocas imágenes que hay suyas, procedía una familia adinerada de la localidad de Camariñas que había prosperado económicamente gracias al negocio del azúcar en Cuba.

Siendo apenas una joven en edad de merecer, y gracias a los posibles crematísticos de sus padres, Máximo y María Luisa, Borrell Feijóo tuvo la oportunidad de viajar a Londres para familiarizase con el idioma de William Shakespeare. A la capital británica, donde varias décadas más tarde celebraría su paisana su 33 cumpleaños en el lujoso nightclub Chiltern Firehouse, llega la gallega en compañía de su tía Lala, aunque poco se dejaría empapar de la educación judeocristiana para con las mujeres que entonces regía a la sociedad española. Igual daba la vigilancia de su tía, la joven Borrel Feijóo paladeó sin culpabilidad los placeres y los lujos del periodo de Entreguerras. Compras en los grandes almacenes Selfridge, desenfrenadas fiestas en hoteles y salas de lujo, aperitivos y cócteles a cualquier hora del día, síntoma inequívoco de la modernidad y, sobre todo, de la libertad que da despojarse del corsé para bailar a ritmo de charlestón.


Precisamente, en una de estas veladas nocturnas de 1918, la gallega conocería al mujeriego millonario Nubar Gulbenkian (Armenia, 1900), hijo del legendario empresario petrolero -conocido como Mister 5%- y filántropo Calouste Gulbenkian, con el que, tras años de noviazgo y algunas visitas a La Coruña para conocer a su familia política, se casaría en 1922. Borrell Feijóo y Gulbenkian, que fijaron su residencia en el Ritz de Piccadilly, formaron una de las parejas más pintorescas del momento. “Herminia llamaba la atención por su belleza española, tenía el pelo oscuro y siempre lo llevaba recogido en la nuca con la raya al centro. Era una mujer muy atractiva”, relataba Gulbenkian en su autobiografía de 1965 Portrait in Oil. Pero este ‘bon vivant’ de origen turco tampoco era de los que pasaba desapercibido entre la multitud, siempre iba impecablemente vestido con sastres de Savile Row, una orquídea fresca en el ojal de la una orquídea fresca en el ojal de la chaqueta, una descuidada barba y un monóculo.



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En compañía de Gulbenkian, que gastaba cada libra de su fortuna como si fuera la última, la española afincada en Londres viviría bebiendo champagne en el Palacio de Buckingham, como asegura el armenio en sus memorias, y viajando por Europa a bordo de Rolls-Royce o Hispano Suizos fabricados a medida.

Unos frívolos deleites mundanos que, aunque no estaban al alcance de cualquiera -Londres tenía en aquella década dos millones de desempleados-, marcarían la personalidad de Borrell Feijóo para el resto de su existencia y la convertirían en una de las mujeres más modernas de su tiempo. Sería la primera fémina en tener carnet de conducir en España, practicar deporte en el Club de Tenis de A Coruña, presidir de manera honorífica el Deportivo de La Coruña y una de las primeras en plantar a su marido.

Borrel Feijóo, que detestaba por igual las infidelidades y las obligaciones de mujer amable que organiza recepciones perfectas para los petroleros del círculo íntimo y empresarial de su marido, se divorció de Gulbenkian a finales de los años 20. En sus memorias, el magnate armenio relataba que había tenido “buenas esposas” (se casó tres veces), pero “dos de ellas se fueron y, ciertamente, no las puedo culpar. Siendo más joven y más viril de lo que soy ahora, sucumbí a otros encantos. Los encantos de mujeres más jóvenes”. Además, y a tenor de las declaración de su amigo George Ansley, el multimillonario otomano no debía tener un carácter sencillo. “Nubar es tan complicado y duro que cada día cansa a tres agentes de Bolsa, tres caballos y tres mujeres”, comentaba.




Borrell Feijóo regresa a La Coruña con todas sus joyas, una pensión de 300 dólares mensuales y se instala en el Pazo de Sigrás (Cambre), curiosamente a solo algunos kilómetros del Pazo de Drozo, el lugar de celebración de la boda de Ortega con el jinete Sergio Álvarez. Con sólo 30 años, la bella joven se sumerge de lleno en la vida social local, algo que no le fue complicado a pesar de haber pasado varios años viviendo fuera de La Coruña. Borrell Feijóo ya era una celebridad antes de revolucionar la ciudad vistiendo pantalones y paseando en bicicleta, la fiesta de su puesta de largo se celebró en el Pazo de Meirás y vino de la mano de la famosa escritora Emilia Pardo Bazán. “Causó una gran sensación, era una mujer arrogantísima, bella y muy elegante”, decía una crónica social del periódico local El Orzán


La coruñesa tenía belleza, como deja patente el retrato pintado por la artista exiliada a Buenos Aires Elena olmos Mesa, hoy en el Museo de Bellas Artes de Coruña, poseía libertad financiera para adquirir artesanía gallega como la de Sagardelos o los carísimos encajes de Camariños e inmejorables relaciones sociales. La prensa local, que solía hacerse eco de las andanzas de Borrell Feijóo, situó a la joven adinerada como parte del grupo de gallegos que acompañó a Carmen Polo, la esposa del general Francisco Franco, a Santiago de Compostela a mediados de los años 50. “Pasadas las siete y media de la tarde llegó la esposa del Jefe de Estado acompañada de los marqueses de Huétor de Santillán, doña Herminia Borrell, don Felipe Polo y el teniente general don Camilo Alonso Vega y su esposa”, relataba la prensa gallega.


Aunque no sería la única relación con los Franco, ya que su hermano Max Borrell Feijóo fue amigo del dictador español, según se recoge en el libro Testigos de Franco. Retablo íntimo de una dictadura de María Mérida. De hecho, tal como recoge la misma publicación, el hermano de la moderna joven pasaba las vacaciones de Semana Santa con el caudillo en Ribadeo y, a menudo, le decía: “Max, tu hermana Herminia es una mujer de bandera”.

Fueron décadas de gozo absoluto donde Sigrás se llenó de animales, diversión y lujos hasta que la salud de la bella Borrell Feijóo se resiente gravemente y muere en 1971, tras ser hallada malviviendo entre suciedad, decadencia, desnutrición y delirios.



https://www.revistavanityfair.es/po...gallega-millonaria-moderna-marta-ortega/34643
 
Fumar era muy elegante entre las mujeres de la alta sociedad, era usual. Lo introdujo la reina Victoria Eugenia. Estaba sólo mal visto entre la burguesía y sobre todo en la clase obrera donde era símbolo de libertinaje y prostit*ción. Pensemos en las canciones "ojos verdes2 y "fumando espero" une canción de escándalo.
 
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Herminia, la bella mujer de Camariñas que se casó con el hijo del millonario 'Mister 5%' y murió sola en Sigrás


Escrito por Eva en Sabes qué? el 28/09/2016

Fue la primera joven heterodoxa de la sociedad coruñesa de su tiempo, los años veinte, y la primera en fumar en publico, en montar en bicicleta, la primera que tuvo boda civil y la primera en tener carnet de conducir.
La semana pasada publiqué una entrada dedicada a Isabel Zendal porque me impresionó conocer su historia, su vida, su obra y por lo tanto, su legado. Su recuerdo va ligado a una calle de La Coruña que ni siquiera podemos identificar con ella. Hoy, la historia que voy a reflejar es la de otra mujer, que por otros motivos merece tambien mi atención y cuya historia va ligada no a una calle, sino a un pazo, el de Sigrás y a un hombre, Nubar Gulbenkian, hijo del magnate armenio conocido mundialmente como mister 5%.


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Herminia Rodríguez Feijóo Borrell, una joven coruñesa hija de una familia hidalga de Camariñas que había hecho fortuna en Cuba y de unos antiguos salazoneros venidos de Cataluña. Sus padres la enviaron a estudiar inglés a Londres -acompañada por la tía Lala- y allí, en los salones de baile londinenses conoció al extravagante y multimillonario Nubar Goulbenkian, hijo de una de las mayores fortunas del mundo, el famoso rey del petróleo Calouste Goulbenkian, de progenie armenia y conocido como Mister cinco por ciento por el porcentaje de las ganancias que cobró por la venta de acciones de sus compañías petrolíferas.


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Los Goulbenkian vivían en Londres, tenían casa en París y veraneaban en las playas de Dauville o de la Costa Azul. Era lógico que Herminia deslumbrara al joven Nubar con su belleza y su porte moderno. Ya había causado sensación cuando fue introducida en sociedad en una fiesta de Emilia Pardo Bazán en las torres de Meirás, con una alba capa larga, del brazo de su tío el general Miguel Feijoó, hermano de otro general, el popular Ambrosio Feijóo. En 1918, Nubar y Herminia empezaron a coquetear en Londres. Se vieron con frecuencia allí y siguieron haciéndolo en París. Un año después, ella regresó a A Coruña y acudió a una fiesta del Nuevo Club con un turbante y una perla colgando sobre la frente.


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Nubar vino a visitarla a A Coruña y los padres de Herminia se desvivieron. Lo trataron, reconoció él en sus memorias, "con exquisita cortesía". Hasta lo acompañaron a la catedral de Santiago a ver la imagen de Santiago Matamoros. Tras la visita coruñesa, vino el anuncio de boda y Calouste, que hubiera querido un matrimonio pactado para su hijo como el de su hija Rita -que se casó con otro potentado armenio, Essayan-, reaccionó expulsando de los negocios a Nubar, quien se fue a trabajar a una compañía de la competencia.


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Herminia y Nubar se casaron al fin en 1922 por lo civil en Londres. Ella quería ir de negro pero su tía la disuadió. Solo asistieron su tía y su madre. El padre envió un telegrama desde Cuba: "Lamento la decisión de Herminia". El matrimonio quedó bendecido después en una ceremonia por el rito armenio en una suite del hotel Ritz, donde Nubar tenía su residencia y donde se quedó a vivir la pareja, tras pasar la luna de miel en Dauville Pero Herminia nunca dejó de tener contacto con Galicia. En 1925 contribuye en dos colectas para niños coruñeses necesitados. Y en 1927, como presidente honoraria del Deportivo de A Coruña entrega un ramo de flores a los Reyes de España en su visita a tierras herculinas.


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En los seis años que duró el matrimonio se sucedieron los viajes, las fiestas y los fastos. En uno de esos viajes, en Lago Maggiore, Herminia, que fue la primera mujer española en tener carné de conducir pero era pésima conductora, estrelló sin piedad el Hispano Suiza de Nubar.

Dejaron el hotel Ritz y se trasladaron a vivir a una casa en Park Lane y con esa decisión llegó el desastre porque Herminia era todo menos buena ama de casa. Los magnates del petróleo no le interesaban gran cosa y, cuando tenían invitados, olvidaba con frecuencia dar órdenes al servicio. Las diferencias entre Nubar, un sibarita, amante de la alta cocina, y Herminia, más bien frugal, se hicieron mayores. Nubar se fijó en una bailarina pelirroja en el Casino de Cannes y Herminia no lo toleró y pidió el divorcio. Volvió a A Coruña con sus joyas, una renta de 300 dólares mensuales y su perro pekinés. Tenía 30 años y mantenía la belleza y el aspecto deportivo que la habían hecho famosa.



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Montaba en bicicleta por la ciudad. Se compró una moto que no llegó a usar y la puso en el salón de su pazo de Sigrás, entre obras de arte, Sargadelos y muebles de época..Se divorcia en 1928 y ya se engancha al tren de la sociedad local. Fuma, algo casi escandaloso en aquellos tiempos para una mujer, juega al tenis en el Sporting Club y tiene una embarcación “Betty III” atracada en el Club Náutico coruñes con el que Linares Rivas gana alguna regata. Adquiere cuadros y disfruta de la vida a lo grande, siempre presente en todo tipo de actos sociales. Siempre dejando huella. Décadas de vino y rosas. De joyas y risas.



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El resto de su vida continúa con ese ritmo de diversión y altos vuelos. Los periódicos la sitúan en la comitiva de Carmen Polo en su visita en 1956 a Santiago de Compostela, procedentes del Pazo de Meirás. Su hermano, Max Borrell, es el que enseña a pescar al dictador Franco. El propio Francisco Franco,poco dado a hacer comentarios sobre mujeres, llegó a definirla como “una mujer de bandera”. Ya en los años 20, un periodista dejaba en las páginas de diario coruñes “El Orzán” el testimonio de la agradable impresión que le había causado Herminia Rodríguez Feijóo Borrell “mujer arrogantísima, bella, inteligente y elegante”. “Es una dama coruñesa de singular personalidad” escribe cuando muere en los años setenta, en La Hoja del Lunes. El británico The Times destaca su belleza española en su necrológica según recordó hace unos años el periódico La Opinión de A Coruña.


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Un día de febrero de 1971 la descubrieron entre la suciedad, moribunda, desnutrida y delirando en el arruinado pazo de Sigrás. Tenía dinero y posesiones pero parecía una mendiga. La llevaron con engaños al hospital y murió poco después. Al cabo de un año falleció Nubar, que se había casado por tercera vez. La necrológica del The Times citaba a a Herminia como la spanish beaty. Está enterrada en el cementerio coruñés de San Amaro. Quizás ese final, rodeada de perros, loros y otros animales, en soledad y aun teniendo posibilidades económicas, viviendo en condiciones más propias de seres desamparados que de una mujer de la alta sociedad, es lo que hace de la vida de esta mujer, una historia singular de luces y sombras, de fuerte personalidad y belleza. Debió ser una de esas personas que dejan huella y brillan con luz propia.

Hay muy pocas fotografías que den muestra de su belleza, pero su retrato puede verse en el Museo de Bellas Artes de La Coruña. Victoria Armesto escribió un libro, Herminia, sobre la vida y época de esta singular mujer.
 
Por qué se usa y abusa tanto en los escritos del presente historico….????
Si se habla de algo que sucedió es más lógico usar el pasado.
 
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