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Ya que no investigan a Juan Carlos, al menos ahórrennos el pitorreo
Durante cuarenta años atiborramos el espacio público (calles, infraestructuras, placas, retratos...) con la omnipresencia de un rey que hoy nos avergüenza
Isaac Rosa
16/06/2020 - 22:16h
Queríamos tanto a Juan Carlos, le estábamos tan agradecidos por su servicio al país, que durante cuarenta años llenamos España con plazas de Juan Carlos I, avenidas de Juan Carlos I, calles Juan Carlos I, puentes de Juan Carlos I, parques Juan Carlos I, paseos de Juan Carlos I, urbanizaciones Juan Carlos I; hasta en el último pueblo de España hay al menos una vía pública juancarlista.
Queríamos tanto a Juan Carlos que en su honor rebautizamos viejos edificios y nombramos nuevas construcciones: rey Juan Carlos se llaman hoy colegios, institutos, universidades, bibliotecas, hospitales, residencias, centros sociales y culturales, centros de investigación, pabellones, estadios, polideportivos, centros de alto rendimiento, polígonos industriales, hoteles, bloques de pisos y complejos de oficinas, un buque de la Armada y una base en la Antártida.
Queríamos tanto a Juan Carlos que durante cuarenta años lo invitamos a inaugurar muchos otros colegios, institutos, universidades, hospitales y todo lo enumerado en el párrafo anterior además de juzgados, ayuntamientos, museos, pabellones, palacios de congresos, aeropuertos y estaciones, ampliaciones y remodelaciones, sedes oficiales y empresariales; y tras cada visita colocamos una placa en la entrada, en recuerdo del día en que honró aquel lugar con su juancarlista presencia.
Queríamos tanto a Juan Carlos que pusimos su nombre a premios de investigación, de periodismo, de economía, de poesía, todos con elevadas dotaciones y a menudo a cargo de presupuesto público, además de becas de estudios, campeonatos deportivos, encuentros anuales.
Queríamos tanto a Juan Carlos que decoramos España entera con su retrato: esculturas, lienzos y fotografías en espacios públicos y edificios oficiales, Congreso y Senado, parlamentos autonómicos y ayuntamientos, en todo tipo de dependencias administrativas o institucionales. Tanta abundancia juancarlista consigue a diario graciosas redundancias: en un mismo desplazamiento de pocos minutos puedes cruzar el puente Juan Carlos I, aparcar junto a la biblioteca Juan Carlos I, caminar hasta la plaza de Juan Carlos I y en la entrada del edificio oficial donde vas a presentar tu trabajo al premio Juan Carlos I encontrar una placa recordando su visita, y en su interior un retrato de Juan Carlos I.
Queríamos tanto a Juan Carlos, lo quisimos tanto tantísimo hasta su abdicación -de la que esta semana se cumplen seis años-, le estábamos tan juancarlistamente agradecidos y manifestamos ese agradecimiento con tanta omnipresencia pública..., que ahora que sabemos que ese mismo Juan Carlos se dedicaba a cobrar comisiones y evadir impuestos nos preguntamos qué coxx vamos a hacer con todas esas calles y parques, edificios y premios, infraestructuras y placas, retratos y esculturas.
Queríamos tanto a Juan Carlos, le demostramos con tanta profusión nuestra lealtad monárquica, que ahora que ya no le queremos, ahora que nos sentimos estafados por sus comisiones y cuentas en Suiza y otros chanchullos por investigar, ahora nos parece humillante, una burla, pitorreo, cada vez que tenemos que dar una dirección con su nombre o acudir a un lugar bautizado en su honor, ver todos los días la misma placa o su cara en retratos y esculturas. Como si se estuviera riendo de nosotros, todos los días, una pedorreta a todas horas.
En el Parlamento de Navarra acaban de retirar su retrato, como hace años hizo el Ayuntamiento de Barcelona con un busto. Que sí, que es solo un gesto, un acto simbólico que no sustituye a la verdadera justicia. Pero no olvidemos que si hay una institución que depende de lo simbólico esa es la monarquía. A ver si otros ayuntamientos y parlamentos siguen el ejemplo y mandan al trastero las representaciones de quien no es digno de presidir zonas nobles de instituciones. Empezando por los salones del Congreso de los Diputados, ese mismo Congreso cuya Mesa ha dado portazo a la posibilidad de investigar la corrupción del anterior jefe de Estado; un portazo cuyo eco puede alcanzar al fiscal del Supremo para que se anime a archivar la investigación.
Que retiren sus retratos, y con el mismo impulso aprovechen para renombrar tantos espacios públicos que hoy nos avergüenza pronunciar. Ya que no lo van a investigar ni en el Congreso ni seguramente en los juzgados, ya que tiene garantizada la impunidad, por lo menos que no se siga riendo en nuestra cara a diario. Gracias.
Ya que no investigan a Juan Carlos, al menos ahórrennos el pitorreo
Durante cuarenta años atiborramos el espacio público (calles, infraestructuras, placas, retratos...) con la omnipresencia de un rey que hoy nos avergüenzawww.eldiario.es
Embestida contra la Corona
Voz Populi 08/07/2020 - José Alejandro Vara
FUENTE: https://www.vozpopuli.com/opinion/sanchez-monarquia-rey_0_1371464025.html
Sánchez rompe su neutralidad en el 'affaire' de los negocios de Juan Carlos I y lanza de paso una advertencia "perturbadora" a Felipe VI
'Inquietante' y 'perturbador'. El presidente del Gobierno llevaba bien preparados los dos adjetivos con los que quería calificar las últimas informaciones aparecidas en torno a los turbios negocios del Rey don Juan Carlos. Un cambio de guión absoluto, un volantazo drástico en la actitud ponderada con la que se venía manejando el Gobierno hasta hace apenas unas horas. Una arremetida por sorpresa y desde la Moncloa en uno de los momentos más delicados para la Monarquía española.
La ministra portavoz, María Jesús Montero, hace apenas unas horas invocaba a la 'tranquilidad' y a la 'confianza' en la labor de la Justicia. Al abordar los problemas judiciales del Rey emérito, no dudó incluso en defender 'la presunción de inocencia' y en recordar que estos episodios que ahora ven la luz 'no tienen ningún impacto en el Rey actual'.
Esta era, hasta el momento, la línea oficial del Gobierno en torno a los presuntos dineros ocultos de don Juan Carlos en Suiza. Este miércoles, sin embargo, Sánchez aprovecha la comparecencia junto a su homólogo italiano, Giuseppe Conte, para pulverizar el libreto oficial del Ejecutivo y lanzar un contundente mandoble a la cabeza de la Institución y, por ende, una descomunal embestida contra la estabilidad de Felipe VI.
El presidente del Gobierno se ha referido a "informaciones inquietantes que nos perturban a todos y a mí también"; ha arremetido indirectamente contra los medios de comunicación que no se hacen eco de estas informaciones mediante la tramposa alabanza de aquellos que "no miran hacia otro lado" y finalmente ha implicado al actual monarca al mencionar que "la propia Casa Real está marcando distancia frente a estas informaciones inquietantes y perturbadoras". Otra vez los dos adjetivos con un ataque tangencial al titular de la Corona. Un referencia nada ingenua, una frase con aires de bomba de racimo.
Frenazo a la comisión
Sabido es que Sánchez no sintoniza demasiado ni con el Jefe del Estado ni con la Institución que encarna. Lo ha demostrado en numerosas ocasiones. La última, este mismo lunes, cuando evitó estar presente en el funeral por las víctimas de la pandemia, un acto presidido por los Reyes. Con todo, el jefe del Ejecutivo procuraba pronunciarse con cierta deferencia y con el natural respeto hacia la Corona, y ha mostrado hasta ahora una actitud distante y cautelosa sobre las turbias actividades que enlodan la figura del Rey padre. Hace tan sólo unos días, el PSOE se ponía del lado del PP , Cs y Vox para vetar la creación de una comisión parlamentaria sobre los fondos ocultos de don Juan Carlos.
Y, de repente, este aldabonazo, este golpe seco e inesperado contra la Institución. En plena tormenta sobre su vicepresidente, Pablo Iglesias, quien está empeñado en zaherir y amordazar a la prensa no adicta, Sánchez obvia comentar esta polémica y se lanza de cabeza al punto más débil de la Corona. Sin contemplaciones ni medias tintas. Sin una sola mención o un mínimo reconocimiento a la labor de don Juan Carlos como artífice fundamental de la Transición y protagonista ineludible de las cuatro décadas de excepcional recuperación democrática, el periodo más fructífero de nuestra reciente historia. Una bofetada tan inclemente como excesiva, así al menos se ha recibido en círculos de la Zarzuela y en el entorno familiar del Rey emérito.
Más que los manejos de don Juan Carlos sus negocios del pasado en el Golfo, que está escrutando ahora mismo la Justicia, tanto en Suiza como en el Supremo, lo que verdaderamente resulta 'perturbador' es el estruendoso y repentino cambio de actitud impulsado por Sánchez. ¿Qué ha pasado? ¿A qué viene esto? Quizás un guiño a su socio Iglesias, el vicepresidente envuelto en un escándalo superlativo. Se diría también que hubiera querido pisar el acelerador rumbo al referéndum que tumbe la monarquía y le permita acceder, finalmente, a su anhelado sueño de convertirse en presidente de la República.