El descuartizador de Majadahonda


El descuartizador de Majadahonda, condenado a 27 años de cárcel por triturar a dos mujeres​

Bruno Hernández Vega mató a dos mujeres en Madrid y las trituró con una picadora de carne industrial​



El presunto descuartizador de Majadahonda, Bruno Hernández Vega, a la derecha, junto a su abogado Marcos García Montes), en la primera jornada del juicio. FERNANDO ALVARADO EFE | ATLAS-EPV
F. JAVIER BARROSO
Madrid 24 OCT 2017 - 06:48 CEST

La Sección 30ª de la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 27 años, tres meses y un día de prisión a Bruno Hernández Vega, conocido como el descuartizador de Majadahonda (Madrid). El fallo considera probado que este hombre, de 34 años, mató a su tía y a una inquilina de su chalé. Después trituró sus cuerpos con una picadora industrial de carne que tenía en su sótano y escondió en un lugar aún desconocido. Un jurado popular votó por unanimidad el pasado 3 de octubre su culpabilidad y rechazaba las eximentes de trastorno psiquiátarico. La presidenta de la Sección 30ª, Pilar Alhambra Pérez, le condena a 12 años de cárcel por cada homicidio, así como a 21 meses y un día de prisión por estafa, seis meses por falsedad documental y un año más por tenencia ilícita de armas.

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La sentencia, que consta de 33 folios y contra la que cabe recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), considera probado que Hernández Vega mató a su tía Líria Hernández Hernández. Los relatos de los hermanos de esta mujer destacaron durante el juicio que perdieron todo contacto con ella desde 2010. La última vez que la vieron con vida el condenado la acompañó al notario. El fallo también se refiere a la picadora industrial Braher modelo P-22 comprada por el culpable el 29 de julio de 2008 por 1.189,5 euros. Cuando los agentes de Criminalística de la Guardia Civil la encontraron en el sótano del chalé de la calle de la Sacedilla, 6 de Majadahonda, hallaron restos de ADN de la tía. "A partir de ahí la acompañó a la Notaría, compró la máquina picadora y la mató, desconociéndose las circunstancias porque hizo desaparecer el cadáver, triturándolo previamente, en la citada máquina picadora", recoge la sentencia.
La juez también hace referencia a la muerte de su inquilina Adriana Beatriz Gioiosa Nassini. La mujer le alquiló una habitación en el chalé de Majadahonda. El fallo recoge que la muerte se produjo el 1 de abril de 2015. Hernández Vega intentó ocultar su muerte dejando una carta mecanografiada en la hamburguesería en la que trabajaba la mujer. En la misiva decía que dejaba el trabajo. El acusado también se desplazó a Barcelona con el teléfono móvil de la mujer para intentar despistar a familiares y amigos.

"En ambos casos la muerte violenta de las dos mujeres queda acreditada por los restos biológicos hallados en la máquina trituradora encontrada en el sótano de la calle Sacedilla nº 6 de Majadahonda, y en el caso de Adriana, por los restos de sangre hallados en paredes, suelo y techo de la citada vivienda, todo ello a pesar de no haberse descubierto los cadáveres", añade la sentencia. "El condenado hizo desaparecer los cuerpos ocultándolos en un lugar desconocido, ya que la picadora industrial de carne era de gran potencia, capaz de triturar carne y huesos", añade el fallo.

INDEMNIZACIÓN A LA FAMILIA DE LA INQUILINA​

La magistrada de la Sección 30ª de la Audiencia Provincial ha condenado a Bruno Hernández Vega al pago de 150.000 euros a los padres de Adriana Beatriz Gioiosa Nassini, a la que mató y después trituró en una picadora. También deberá indemnizar a cada uno de los hermanos con 50.000 euros, según el fallo.
La juez le obliga además a reintegrar en el caudal hereditario de su tía, Liria Hernández Hernández, los 33.227,85 euros que estafó con el giro de sendos recibos a la cuenta de su familiar. Además, le condena a pagar todas las costas del juicio, incluido los de la acusación particular, ejercida por el hermano de la inquilina fallecida.
El fallo también condena a Hernández Vega por un delito continuado de estafa. El condenado creó el 7 de octubre de 2010 la soiedad Obras y Reformas XVXXII, que giró dos recibos a la cuenta de su tía por un montante global de 33.227,85 euros. Y lo hizo con la única intención de enriquecerse ilícitamente, según la magistrada.

Hernández Vega también es condenado por un delito de falsedad documental, ya que emitió un un supuesto contrato por el que su tía le cedía el chalé (y con ello la posibilidad de alquilarlo) por un periodo de 15 años, por lo que le iba a pagar 18.000 euros. Jamás se los llegó a ingresar, según la sentencia. Además, falsificó un supuesto permiso de su tía para que pudiera empadronarse en el chalé de la calle de la Sacedilla. "A la única persona a la que beneficiaba dicho certificado de empadronamiento era al acusado, así como el único que conocía sus datos y los de Liria, por lo que se infiere que fue el acusado quien realizó el citado documento, tanto en el contenido como en la firma", recoge la magistrada.
El cuarto delito por el que es condenado el llamado descuartizador de Majadahonda es el de tenencia ilícitia de armas. La Guardia Civil le decomisó un cañón de la marca Hecker&Koch del calibre 45 y un silenciador Brugget: "Igualmente, han explicado los peritos de balística que los silenciadores sólo se pueden poseer por los funcionarios habilitados especialmente para ello. El acusado ni es funcionario, ni estaba habilitado, pero poseía el silenciador en el dormitorio que ocupaba en el domicilio de su padre sito en la calle Teruel de Móstoles", recoge la sentencia.
La sentencia de la Sección 30ª descarta que la esquizofrenia paranoide que padece Hernández Vega condenado anulara sus facultades mentales, "pues no se ha establecido una relación entre el delirio y los hechos cometidos". “En este caso, la elaboración de todos los delitos cometidos, desde la compra de la máquina picadora a nombre de un tercero inexistente, pero con el número de teléfono del acusado y con destino en su domicilio, el hecho de acompañar a Liria asiduamente como lo han relatado su padre y el resto de los hermanos de ella desde el momento en que fallece su hijo en 2006 y conoce que va a percibir unos ingresos, hasta el engaño a los hermanos de Liria, diciéndoles que se había marchado a Ávila y que no quería verlos, supone una elaboración del delito que en nada acredita que sus facultades mentales estuvieran anuladas ni alteradas gravemente”, añade profusamente la sentencia.
Por eso, cuando su abogado intentó que Bruno fuera eximido del delito porque estaba privado de sus facultades mentales, los psiquiatras que lo estudiaron rechazaron tal intento con un argumento claro: "Puede estar loco pero no es tonto". Esas fueron las palabras que dijo el doctor Calcedo durante el juicio. También se descartó que sufriera un brote psicótico. Su propia novia declaró que cuando perpetró el segundo asesinato ni siquiera estaba padeciendo un brote psicótico.
"El hecho de que padezca una enfermedad como la esquizofrenia paranoide, no significa que el acusado tenga anuladas sus facultades mentales, pues no se ha establecido una relación entre el delirio y los hechos cometidos", concluye la sentencia.






Viaje a la surrealista realidad del descuartizador de Majadahonda​

Está acusado del asesinato de su tía y de una inquilina a las que trató de triturar en una picadora.
EFE, Redacción El HuffPost
12/09/2017 05:16pm CEST
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EFE
Tan surrealista como delirante, la declaración del supuesto descuartizador de Majadahonda ha sido digna de un guión de cine con hermandades secretas, nombres ilustres y conspiraciones, pero sin cabida para los horribles crímenes que se juzgan. Esa parte no encaja en su película, niega su existencia.
Bruno H.V., diagnosticado con esquizofrenia paranoide y acusado del asesinato de su tía y de una inquilina a las que trató de triturar en una picadora, ha entrado a la Sala a las 10.20 horas con un jersey sobre la cabeza para evitar ser visto cuando se da la circunstancia de que luego no ha puesto impedimento a los cámaras y fotógrafos para que tomaran imágenes de él. Es posible que ni supiera que estaban ahí, como así acredita su hierática mirada, inalterable e inexpresiva, por mucho que más tarde rompiera a llorar.

Su postura le delataba. Ligeramente inclinado hacia delante, con las manos bajo la mesa y sin gesticular cuando ha permanecido sentado junto a su letrado y de igual forma cuando le ha correspondido responder a las preguntas en su interrogatorio, con la sensación de no saber en ningún momento en qué lugar se encuentra.
"¿ME PUEDE RECORDAR QUIÉN ES ADRIANA?"
"No lo recuerdo", ha respondido el acusado una y otra vez a la mayoría de preguntas formuladas. Parecía incluso un ritual: se le preguntaba, se hacía un silencio largo e incómodo para todos y cuando la sala esperaba con interés la respuesta como si fuera a 'cantar' o a desvelar algún detalle, Bruno decía no recordar nada.

Hasta el punto de que en un momento dado ha sacado una nota de Instituciones Penitenciarias y al cabo de unos segundos ha precisado no recordar por qué acababa de hacerlo.
Las pocas veces que ha recobrado su memoria ha sido para negar haber matado a su tía Liria, de quien ha dicho no saber que relación tenía con ella, y años después, a su inquilina Adriana Giogiosa, cuyo nombre ni siquiera ha identificado. "¿Me puede recordar quién es Adriana"?, ha espetado al letrado de la acusación.
Poco después y como si de una película se tratase, Bruno ha desvelado en el tramo más delirante de su declaración la vida y obra de la hermandad secreta a la que dice pertenecer. "Solo me interesa la E y la R", así de misterioso ha anunciado su relato.
"SÓLO ME INTERESA LA E Y LA R"
"Si podéis observar, Jean Claude Juncker, Esperanza Aguirre, Berlusconi, Cameron, Theresa May, dinero, internet...todos tienen la E y R", ha explicado al enumerar los ilustres miembros del club.
Su relato ha llegado a puntos álgidos cuando ha declarado colaborar en el Ministerio del Interior, como él ha llamado en varias ocasiones a la prisión de Navalcarnero, en la que se encuentra desde abril de 2015, además de con "gobiernos y la Warner".
Incluso ha mencionado que pidió un intérprete de castellano en el procedimiento. "En prisión siempre pido water, y si no me entienden digo agua", ha dicho Bruno en una de las múltiples ocasiones en las que ha hecho gala en de su excelente pronunciación en inglés.
La impavidez que el acusado ha mostrado a lo largo de toda la sesión solo se ha roto ante la declaración de su padre con quien se le han saltado las lágrimas cuando este ha declarado, con la voz rota, que "trabajaba de 8 de la mañana a 1 de la madrugada" para sacar adelante a su familia.
Aun así, ni el padre -con gorra y gafas de sol- le ha mirado al entrar, ni Bruno le ha dedicado una mirada a su progenitor cuando ha roto a llorar. Se escuchaban al mismo tiempo que se ignoraban.
Su testimonio ha sido difícil de digerir por la múltiples inconexiones y contradicciones fruto de su nerviosismo. Respuestas cortadas, balbuceos constantes y muchas dudas. "No se si mi hermana ha muerto y no me lo llego a creer", ha dicho sobre si cree que Liria está muerta. Ni en ese punto ha defendido rotundamente a su hijo, no tanto por su creencia sino por el escenario en que estaba.
"LOS CHINOS A MATARLE"
Y es que el padre ha revelado los miedos de su hijo porque vinieran "los chinos a matarle" o aquellos "mensajes subliminales en televisión, de cosas que no son cuerdas", mientras se inculpaba por no haber estado a la altura que exigía la enfermedad de su hijo.
El thriller familiar ha llegado a momentos inentendibles como cuando el padre ha dicho que su hermana mayor no conoce a Bruno o cuando el exmarido de Liria ha dicho que estuvo 25 años sin ver a su hijo, quien falleció al suicidarse.
Y ha continuado con los duros ataques que ha recibido de sus tíos. "Aquí el listo nos ha engañado a toda la familia", ha expresado su tía Filomena. "Que lo pague", ha agregado Amador.
Pese a los trapos sucios de la familia sobre la mesa, Bruno, ajeno a todo lo que ha acontecido hoy, se ha marchado como llegó. Impasible.








La familia del asesino mantiene que Bruno no lo hizo solo y que la novia fue quien le ayudó en los crímenes mientras que la novia defiende que Bruno no es capaz de matar a nadie. Nunca se encontraron los cadáveres de las víctimas. Siempre he creído que la novia tuvo que saber algo de los asesinatos.
 
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