El Arte de Talía.

TEATRO
‘A.K.A.’: el monólogo de un adolescente que se convirtió en un fenómeno teatral
El espectáculo revelación de la temporada pasada en Cataluña inicia una gira por España


RAQUEL VIDALES
Madrid
7 NOV 2019



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Albert Salazar, en 'A.K.A. (Also Known As)'. En vídeo, tráiler de la obra. ROSER BLANCH



En febrero de 2018 se estrenó en la localidad barcelonesa de Vic un espectáculo de pequeño formato protagonizado por un adolescente titulado A.K.A. (Also Known As).Se representó una sola vez y luego hizo una minigira por la provincia hasta llegar en marzo a la sala Flyhard de la capital, productora del montaje, un pequeño espacio de la escena off de solo 45 butacas. Ahí empezó el milagro: el boca a boca corrió y las funciones se prolongaron durante dos meses. De ahí saltó a dos teatros más grandes en la misma ciudad (Lliure y La Villarroel) y esta temporada el fenómeno se expande fuera de Cataluña con una gira por España. Ni siquiera sus creadores habrían augurado que una obra tan modesta llegaría tan lejos.


Dos años después del estreno, Daniel J. Meyer (autor del texto), Montse Rodríguez Clusella (directora) y Albert Salazar (actor) siguen dándole vueltas a las razones de su éxito. “Lo que más ilusión me hace es que hemos conseguido llegar de verdad a los adolescentes. He visto a muchos venir una vez y después repetir para traer a sus padres. Es cierto que el protagonista es un chico de 15 años, pero precisamente eso lo hacía más difícil: hay que afinar mucho para dar con el lenguaje adecuado, reflejar sus inquietudes y todas esas emociones que afloran a esa edad”, reflexiona el autor.


Posiblemente esta sea la clave del fenómeno: atrapa eso tan difícil de reflejar sin etiquetas como es el universo milenial o incluso posterior. Redes sociales, hip-hop, skate, despertar sexual y búsqueda del yo. A esto la obra añade que el protagonista es un chico adoptado a los tres años procedente de algún país árabe que siempre viste una sudadera con capucha para no exponerse a burlas por su “pelo de moro”. Y una denuncia racista que le pilla por sorpresa porque él se siente “de este país como cualquiera de sus compañeros nacidos aquí”.


De esta manera el gran conflicto de la adolescencia, la formación de la identidad y “la diferencia entre lo que uno siente que es y lo que la sociedad determina que eres”, según el autor, se agranda aquí y se convierte en una tragedia que golpea a todos los espectadores sin distinción de edad. “¿Somos lo que los demás ven? ¿Lo que quieren ver? ¿Lo que mostramos? ¿Lo que ocultamos? ¿O lo que emerge cuando estamos solos?”, subraya Meyer.

Clave es también el hecho de que el actor que interpreta a este milenial sea también un milenial. Albert Salazar tiene 23 años ahora y 21 cuando empezó los ensayos de la obra. “A pesar de ello, me dio mucho miedo cuando empezamos a programar funciones matinales para jóvenes. Hay que tener en cuenta que el escenario está en el centro, a la misma altura que el público, y no me imaginaba cómo podían reaccionar 200 o 300 adolescentes tan cerca de mí. Pero es increíble, están callados y atentos toda la obra”, asegura Salazar.

El actor se preparó durante un año con la ayuda de la directora. “Como no teníamos fecha de estreno ni presiones de productores, nos permitimos trabajar con detalle todos los aspectos del personaje. Cómo habla, cómo se mueve, cómo es su habitación. Lo fuimos construyendo poco a poco e incluso contratamos clases de baile hip-hop”, recuerda Rodríguez Clusella.

El título también surgió sobre la marcha. A.K.A. son las siglas en inglés de la expresión “also known as”, que significa “también conocido como” y se usa mucho en el mundillo de las músicas y danzas urbanas para presentar a los artistas: primero su nombre oficial y a continuación su seudónimo. “Enlazamos así la jerga de ese ambiente que le gusta al protagonista con el conflicto de la identidad que recorre la obra: te llamas de una manera pero se te conoce de otra”, explica la directora.

A.K.A. arrancó su gira española en verano con una única función en la Mostra de Ribadavia (Ourense) y la retomó la semana pasada en el Festival de Otoño de Carballo, un certamen que desde hace tres décadas reúne una selección exquisita de espectáculos, hasta convertir esta pequeña localidad de A Coruña en uno de los epicentros del teatro gallego. Anoche se estrenó en La Abadía de Madrid (hasta el 17 de noviembre) y tiene cerradas fechas en Palma, Málaga, Alicante, Logroño, Murcia y Valladolid, que alternarán con nuevas funciones en Cataluña (Celrà, Terrassa, Lleida, Olot, Banyoles).

Desde su estreno, pese a que siempre se representa en espacios pequeños, pues fue concebida para representarse con el público alrededor, A.K.A acumula 15.000 espectadores, una cifra asombrosa tratándose de un monólogo íntimo. También atesora una buena cosecha de galardones: tres Premios Teatro Barcelona (mejor texto, dirección e interpretación), cuatro Butaca de Cataluña (espectáculo de pequeño formato, texto, dirección y actor) y dos Max</CF> (autoría revelación y actor protagonista).


VIDEO:
 
El sinsentido de la intolerancia



Albert Salazar, en una escena de la obra


Albert Salazar, en una escena de la obra - ABC


«A.K.A. (ALSO KNOWN AS)»Teatro de La Abadía, Madrid

Carlos es un chico de quince años con una vida normal; le gusta el hip hop, el skate y pasar el rato con los amigos en el parque. Lleva bien los estudios y mantiene una buena relación con sus padres. Pero su vida cambia cuando conoce, a través de las redes sociales -¡cómo no!- a Claudia.

Éste es el sencillo argumento de «A.K.A. (Also Known As)», que ha presentado la Abadía después de convertirse en un fenómeno durante su estancia en Barcelona. ¿Dónde radica su fuerza? Precisamente en su sencillez, en su frescura, en su descaro, en su verdad, en su desnudez, en la perfecta complementariedad de los distintos elementos que componen una función de teatro: texto, dirección, escenografía, iluminación, música, interpretación... para lograr una unidad sin fisuras; algo que resulta muy difícil de lograr, y que en esta ocasión se consigue.

Daniel J. Meyer, argentino radicado en Barcelona, ha escrito en la historia de este adolescente una punzante reflexión sobre el odio, sobre la intolerancia, sobre la identidad y el sinsentido del racismo; también sobre la ingenuidad y la normalidad, sobre el despertar de la adolescencia, sobre el amor y la amistad, sobre el dolor. Todo ello sobre un texto monologado con frescura y en el que la tinta ligera con que arranca se va espesando poco a poco. La historia, terrible, es sin embargo luminosa y optimista.

Montse Rodríguez Clusella ha creado un espectáculo dinámico, joven -a ellos les ha de tocar especialmente este texto-, de un ritmo exacto y coloreado con precisión. Su cómplice indispensable es Albert Salazar, un huracán sobre el escenario en el que se vacía: el actor ilumina hasta el rincón más oscuro de su vitanímico personaje y muestra un dominio de la escena impropia de su edad. Un deliciosamente ácido espectáculo.

Texto: Daniel J. Meyer. Dirección: Montse Rodríguez Clusella. Escenografía: Anna Tantull. Iluminación: Xavi Gardés. Coreografías: Guille Vidal-Ribas. Intérprete: Albert Salazar. Teatro de la Abadía, Madrid




 
Desventuras de un cadáver
'La función que sale mal' es una comedia de éxito infinito


JAVIER VALLEJO

22 NOV 2019




Imagen promocional de 'La función que sale mal'.


Imagen promocional de 'La función que sale mal'.



Una comedia de éxito infinito. La función que sale mal se estrenó en el Old Red Lion Theatre londinense en 2012, saltó al West End dos años después y allí sigue, sin fecha de salida. Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields, sus autores, son el eje de Mischief Theatre, compañía especializada en teatro improvisado, como la valenciana Imprebís. Ellos mismos reconocen que su obra es un cruce entre Qué desastre de función (Por delante y por detrás) y la serie de la BBC Hotel Fawlty, cuya emisión en la España de los ochenta se canceló tras emitirse el primer capítulo debido a que el personaje bobo de la película es un camarero barcelonés.



“¡La comedia más divertida jamás vista en Broadway!” Ganador del Premio Olivier a mejor comedia, este espectáculo es una mezcla entre Monty Python y Sherlock Holmes. LA FUNCIÓN QUE SALE MAL nos presenta a un grupo de teatro amateur en el estreno de su obra de misterio en la que, como el propio título sugiere, todo lo que puede salir mal, ¡saldrá peor! Los actores propensos a los accidentes luchan contra todas las adversidades hasta la bajada final del telón, con unas consecuencias divertidísimas y que logran que cualquiera estalle de la risa. LA FUNCIÓN QUE SALE MAL ha cautivado a más de 8 millones de espectadores desde su estreno en el West End en Londres (2012), logrando los mayores premios en su categoría. Tras seguir cosechando el mismo éxito en Broadway y en más de 30 países, LA FUNCIÓN QUE SALE MAL se representa de martes a domingo en el Teatro La Latina de Madrid.







Teatro dentro del teatro, en La función que sale mal una compañía universitaria intenta representar una comedia de suspense, tipo La ratonera, de Agatha Christie, pero todo se le tuerce: lo que hacen sus intérpretes contradice lo que afirman; cuando intentan entrar en escena, las puertas se atoran, los cuadros se caen de las paredes y la escenografía entera parece conspirar en su contra.

Lewis, Sayer y Shields manejan con soltura recursos cómicos de eficacia probada propios del cine mudo (muy lograda la pelea de la actriz suplente por arrebatarle su papel a la titular) y gags de tiempo largo, algunos muy estirados, que acaban funcionando siempre. Dentro de la fluidez del montaje, se notan los hitos que la dirección marcó a los actores. El final queda entre la parodia de La caída de la Casa Usher, de Allan Poe, y el homenaje a la apoteósica recta final de la película de Buster Keaton El héroe del río.

La función que sale mal. Texto: Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields. Dirección: Sean Turner. Teatro La Latina. Madrid. Sin fecha de salida.


 
Cromwell (Victor Hugo)



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Cromwell es una obra teatral compuesta de cinco actos, escrita por Victor Hugo en 1827. La obra no fue representada en su época. Es a la vez un retrato histórico de la Inglaterra del siglo XVII y del Lord protector Oliver Cromwell.

Cromwell, por sus dimensiones (unos 6000 versos) no es una obra representable. Sus cambios de decorado, y la misma elección de la temática (una historia relativamente próxima) hacen de ella un ejemplo de obra romántica, pues rompe radicalmente con las tradiciones clásicas.

A pesar de la aplicación ejemplar de los principios románticos en la obra, es el prefacio de la misma lo que se convirtió en uno de los textos fundadores del Romanticismo, defendiendo en particular el drama como forma teatral.




Cromwell ou les conjurés (Victor Hugo)



 
Matar el tiempo mientras el tiempo nos mata

Pepe Viyuela y Alberto Jiménez protagonizan en el Bellas Artes una versión espectral (y esperanzadora) de 'Esperando a Godot' de Beckett



Foto: El elenco de 'Esperando a Godot'. (Foto: Javier Naval)


El elenco de 'Esperando a Godot'. (Foto: Javier Naval)



AUTOR
RUBÉN AMÓN
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TEATRO
SAMUEL BECKETT

13/12/2019



“Un camino en el campo. Un árbol. De tarde”. Las referencias escénicas de 'Esperando a Godot' (1952) son tan concisas que otorgan al director de escena un extraordinario margen interpretativo. Samuel Beckett concede todas las libertades, pero exige responsabilizarse de ellas. Tantas veces se ha representado esta obra maestra como tantas versiones ha habido. Radicales, minimalistas. Extravagantes, sobrias. Compatibles, excluyentes. Y casi todas ellas son válidas. Por la universalidad que exuda el texto de Beckett. Y porque “Esperando a Godot” es al mismo tiempo una obra imposible de representar.

Antonio Simón se acerca a ella en el Teatro Bellas Artes de Madrid valiéndose de la escenografía espectral de Francisco Azorín. Un árbol. De tarde, pero el camino en el campo lo atraviesan una vía muerta y otra operativa que suscita la expectativa de la llegada de Godot. Se lo aguarda igual que el poeta René Char definía la libertad: hay que ponerle el cubierto en la mesa, aún sabiendo que el comensal nunca va a presentarse. Se trata de convertir la esperanza en una razón para vivir. Y en una manera de resarcirse de la angustia de la existencia. Los protagonistas de “Esperando a Godot” matan el tiempo sin percatarse de que el tiempo los está matando a ellos. El mañana es igual que el ayer mientras envejecen y agonizan los fantasmas de Beckett.
Corresponde a Alberto Jiménez y a Pepe Viyuela la misión principal de representarlos. No pertenece a ninguna época ni a ninguna edad la obra del dramaturgo irlandés, pero Antonio Simón los convierte en una especie de cómicos de la legua. Por la indumentaria que los caricaturiza. Por una gestualidad extrovertida que recuerda al cine mudo. Y porque los personajes de Beckett itineran e itineran sin moverse del sitio. El árbol es el eje, el centro de gravedad, la aguja del reloj que martiriza el paso de las horas, de los días, de los años.

Una versión sombría y angustiosa
Es la de Simón una versión sombría y angustiosa que taladra la cuarta pared con la ironía y la claustrofobia. La naturalidad de Alberto Jiménez y el carisma de Viyuela matizan la máscara alegre y la triste. Representan la razón para vivir y para morir. Se los reconoce a ambos atrapados la ceguera del destino, pero las vías del tren que les ha puesto Antonio Simón también les proporcionan la alegoría de la esperanza. Un acto de fe. Un plato y un cubierto en la mesa de los espectros. Porque no es una obra humorística 'Esperando a Godot'. Acaso dolorosa y sarcástica. Las carcajadas que la dislocan conceden a los espectadores la oportunidad de sacudirse la angustia y el nihilismo. Aullar de risa, llorar de rabia. Lo demuestra el monólogo de Lucky en la letanía del hombre esclavizado. Tan conmovedora fue la interpretación de Juan Díaz que los espectadores prorrumpieron en ovaciones, como si se tratara del aria de un tenor en un dramón verdiano. Y como si los aplausos nos redimieran de mirar el árbol funerario que domina la escena. Es una naturaleza muerta. Una cruz cuyas ramas ofrecen a Vladimir y Estragón la oportunidad de ahorcarse. La pulsión suicida coexiste con la pulsión creativa. El camino de la vida y de la muerte dirimen la vía del tren -el destino- mientras el metrónomo -tic, tac, tic, tac- desmiente que Godot vaya a presentarse. Lo tiene escrito Cavafis en su poema sobre el reloj del campanario de catedral de Gante. Las primeras agujas hieren. La última mata.


Godot no es Dios, es un concepto abstracto, evanescente, “abierto”, pero quizá la acepción más verosímil sea la esperanza
Godot no es Dios, pese a la tentación etimológica (God). Es un concepto abstracto, evanescente, “abierto”, pero quizá la acepción más verosímil sea la esperanza. O la esperanza que decepciona siempre, como diría la princesa Turandot en la ópera de Puccini. “En la noche sombría vuela un fantasma iridiscente. Se eleva y se despliega las alas sobre la negra e infinita humanidad. Todo el mundo lo invoca y todo el mundo lo implora, pero el fantasma desaparece con la aurora para renacer en el corazón. Y cada noche nace, y cada día muere”.

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Obras de teatro cortas

Miles de obras de teatro cortas y obras infantiles para todos los gustos, representadas por niños, jóvenes y adultos.

La serpiente y la luciérnaga – Obra de teatro


Título
: La serpiente y la luciérnaga.

Autor: Adaptado de las fabulas de Esopo.

Personajes: Narrador, Luciérnaga, Serpiente.


Escenario: Arboles en el fondo.


obra de teatro serpiente y la luciernaga



(Empieza con la luciérnaga y la serpiente en el escenario y hacen todo lo que el narrador cuenta)


Narrador
: En un día normal, volaba una feliz luciérnaga por los aires. De pronto una serpiente con mucha hambre la miró, se acercó, e intentó comérsela. La luciérnaga esquivó su ataque volando rápidamente hacia los árboles, pero la serpiente no pensaba desistir. La luciérnaga huía rápido y con miedo de la feroz depredadora. Huyó un día y la serpiente no desistía, dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:

(Ambos se detienen)

Luciérnaga
: ¡Espera un momento!. Sé que estás tan cansada como yo, paremos un momento. Solo para hacerte unas preguntas.

Serpiente: Normalmente no le respondo preguntas a mi comida, pero veamos que sucede.

Luciérnaga: ¿Tú comes luciérnagas?

Serpiente: No.

Luciérnaga: ¿acaso te hice algún mal?

Serpiente: No.

Luciérnaga: Y si tu no comes luciérnagas, ni te hice daño, ¿Porque me persigues?

Serpiente: Porque no soporto verte brillar.

Narrador: Esas fueron las últimas palabras de la serpiente, pero la luciérnaga aparte de brillar, también tiene un par de alas, que la ayudaron a escapar…

Muchos nos vemos envueltos en situaciones donde nos pasan cosas poco agradables, sin haber hecho algo malo o dañado a alguien. Pero esto sucede porque al igual que con nuestra amiga la luciérnaga, hay quienes no soportan vernos brillar.

La envidia es uno de los peores sentimientos que existen, pero no hay que dejar que esto empañe nuestros logros, cuando esto pase, ¡no dejemos de brillar!

Continúa siendo tú mismo(a), sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran…

¡Sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!

FIN
 
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