Elisa Erquiaja, lo explicaba así en una entrevista: "Era un caballero muy guapo, muy educado y todas lo sabíamos, pero nadie hablaba de eso en el taller".El novio se llamaba Ramón Esparza.
Aunque en las biografías oficiales el papel de Wladzio sea ninguneado, probablemente fue él quien convenció al modisto para dar el salto a París. Cuando abrieron la maison, uno se ocupaba de los trajes y el otro de los accesorios. En particular, de los sombreros. "La locura en un Balenciaga —dijo Pauline de Rothschild— está siempre donde debe de estar: en la cabeza". El círculo de amistades de la pareja no era amplio, pero sí notorio, y llegó a incluir a Cecil Beaton, Jean Cocteau y la influyente directora de Harper's Bazaar, Carmel Snow.