CASO NOOS. Iñaki Urdangarin en la cárcel de Brieva. Voluntariado en Hogar Don Orione. Traslado al centro de inserción social Melchor Rodríguez García

Él tuvo la opción de no estar metido en esa estafa.
Él tuvo la opción de ser un hombre honesto.
Él tuvo la opción de ganar menos dinero y seguir limpio, como deportista que era, pero ha decidido seguir los pasos del suegro, con la ayuda de su esposa. No le veo como cabeza de turco...él hace parte del chanchullo y por cuestiones políticas fue el único que está pagando su condena por chorizo.
Merecida, pues no es inocente.
Todos deberían estar en la carcel (como bien dices), pero los gobiernos deciden aforar elementos que no son ej a seguir, y es más, este debería cumplir su condena como cualquier otro español que comete un error como el suyo.
Está en la carcel por ser ambicioso e inepto, a parte de maleante, no por ser cabeza de turco y su familia política sigue siendo indeseable para muchos españoles como yo.
No hay que subestimar la capacidad del Juez Castro.

Sí tuvo la opción. Al principio, se resistía. Cristina, su mujer, acabó convenciéndolo.

De todos modos, a mí no me gusta ser tan tajante, hablando de las personas.
 
Poz zi, Valeriana este país es así...variopinto unos con sus lazos otros en la carsel sin salir...y este con sus permisos todo lustroso y bronceado saludando...argggg:(
no están en la cárcel por llevar lazos. Están porque están acusados de rebelión. No es lo mismo. Cuando necesitáis mentir para defender...
 
No lleva escolta por hacer trabajo social, Biotxa, la lleva porque es cuñado del rey. Y por tanto persona que según los criterios del Ministerio del Interior precisa protección. No hace falta tergiversar la realidad para argumentar...
Yo no tergiverso querida Paquita simplemente constato lo que dices, que recibe un trato especial por ser familia del rey. Y se podría hacer lo mismo con un furgón policial y dos policías.
Además te recuerdo que va en contra del criterio de instituciones penitenciarias y de la Fiscalía porque aún no ha alcanzado el grado suficiente para alcanzar la posibilidad de trabajar en esa modalidad.
 
Yo creo que el motivo por el que el juez se ha visto obligado a especificar públicamente que podía o no podía hacer el Urdanga durante las horas que está asignado a ese centro, lo ha provocado el director del mismo, que ha dicho lo que podía hacer -salir a tomar un café al bar de enfrente, p.e- pensando que era un voluntario mas, que son personas libres. Pero Urdanga no es libre, es un preso y su voluntariado tiene otras condiciones, como las de estar recluído dentro del centro y con las mismas limitaciones que tendría dentro de su celda. Por eso tampoco se le permite comunicarse con el exterior, ni por teléfono, ordenador, skype, etc.
Yo pienso que el escolta que pone casa real o el ministerio de Interior, no sé quien, es para su protección y el segundo acompañante es un funcionario de prisiones o un policía para vigilarle a él y que se cumplen los términos dictados por el juez. Y los pobres se tienen que pasar las horas muertas en recepción, esperando a que este tipo se resocialice...
 
DE CARMEN RIGALT

22/09/2019

IÑAKI URDANGARIN
PRESO DEL SILENCIO

QUIÉN ES: IÑAKI URDANGARIN, MARIDO DE LA INFANTA CRISTINA. SU DELITO: PREVARICACIÓN Y MALVERSACIÓN. CONDENA: 5 AÑOS Y 10 MESES.POLÉMICA: SU SALIDA DE PRISIÓN DOS VECES POR SEMANA PARA HACER VOLUNTARIADO.

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Hubo un tiempo en el que los periódicos hablaban todos los días de Urdangarin. No necesito hacer esfuerzos para recordarlo. Era un martilleo constante. Yo misma escribía con frecuencia de él, y siempre dándole caña. Hasta que el yerno real fue invitado a marcharse de España con su familia y la gresca estuvo servida. Diariamente salía a la luz una fechoría nueva y el llamado caso Nóos se inflaba como un globo. Había razones sobradas para señalar a Iñaki Urdangarin como muñidor de la estafa, pero los periodistas, imbuidos de exceso de celo, a punto estuvimos de lincharlo.

La casa de los Urdangarin Borbón en Barcelona (el palacete, que decían algunos) se había convertido en símbolo del despropósito. Durante meses, la entrada a la casa estuvo custodiada por fotógrafos que apuntaban con sus teleojetivos cualquier movimiento del interior. La voracidad periodística se impuso, hasta que la inercia del desgaste produjo un efecto especial: los mismos que habíamos criticado a Urdangarin empezamos a sospechar que no estaba solo en su trapicheo sino que había sido protegido desde arriba. Su codicia era tanta, y estaba tan deshabitada de escrúpulos, que él mismo llegó al extremo de justificarse con el argumentario de escolar: «¡Si, todos lo hacen!».

Para el ex duque de Palma su inocencia era palmaria. Si antes que él, otros habían actuado igual, a todos les correspondía el mismo trato. Creo que la infanta Cristina compartía ese criterio. Y, por supuesto, los propios familiares de Iñaki, para quienes el deportista era el chivo expiatorio de los Borbón. A la difusión de ese planteamiento colaboraron activamente los hermanos de Urdangarin. Uno de ellos, almorzando en cierta ocasión en un conocido club de Barcelona, comentaba, herido de rabia: «Si mi padre levantara la cabeza, prendería fuego a Zarzuela». No es textual, pero poco le falta.

Con el paso de los meses, Urdangarin aprendió a bajar la cabeza, asumiendo que todo estaba perdido. Extrañado primero en Washington y luego en Ginebra, se quitó de en medio y sus hijos empezaron a conquistar pequeñas cuotas de tranquilidad fuera de las miradas curiosas de la gente. Lejos de casa, todo era más fácil.

Tras el juicio en Palma de Mallorca, la presencia de Iñaki en los medios de comunicación comenzó a descender poco a poco, hasta que dejaron de nombrarle y se apagó bruscamente cuando hizo su entrada en la cárcel de Brieva. Daba la impresión de que nadie lo echaba en falta, y seguramente era así. Los suyos no iban a visitarle y, si iban, no había ningún fotógrafo en la puerta dispuesto a inmortalizar el momento.

Encerrado en Brieva, sin más compañía que el eco de los pasos de Luis Roldán, de cuya estancia allí (1995-2010) sólo queda un vago recuerdo en fase de extinción. Sin embargo, Urdangarin le debe a Roldán la reforma del módulo, lograda en parte gracias a las quejas del ex director de la Guardia Civil, que protestaba sin parar porque pasaba mucho frío en la celda. Ahora la temperatura ha mejorado, pues en los últimos años, el módulo ha recibido un chute de 1,5 millones de euros para instalar el nuevo sistema de calefacción. Lo que se plantea ahora no es cuántos grados ha subido la temperatura ambiente del módulo de Brieva. Hemos pasado página y, en la actualidad, lo que le importa al ex duque, o mejor, lo que le duele como una punzada en el costado, es la muletilla «trato de favor», tres malditas palabras con las que se condenó socialmente a Urdangarin mucho antes de que se le condenara judicialmente.

El primer «trato de favor» consistió en el hecho de que nadie se tomase en serio la idea de un traje a rayas para Iñaki. Ahora ya sabemos cómo ha transcurrido la historia, pero en aquel momento pocos españoles apostaban por esa posibilidad. A Urdangarin sus abogados no lograron salvarle el pellejo. Quien sí puso voluntad para ello fue el fiscal, que estuvo a punto de partirse la cara por el yerno real y lo trató como a un hijo.

Iñaki Urdangarin, el hombre que desde hace años muestra semblante alicaído y delgadez extrema, ha comenzado una nueva vida en su periplo penitenciario. No una buena vida, sino una vida buena con pequeños paréntesis de libertad programada. Dos días a la semana, viernes y martes, el distinguido huésped de Brieva se desplazará de Ávila a Pozuelo de Alarcón (Madrid) para prestar servicios de voluntariado en un hogar religioso llamado Don Orione, de la congregación Pequeña Obra de la Divina Providencia. La fundación Don Orione está situada a pocos kilómetros de Madrid, y en ella se presta ayuda a los dependientes extremos.

Francisco Sánchez, director del centro, no mostró ningún reparo en admitir su alegría por la llegada de Urdangarin. «Es un regalo», comentó, «aquí todos los brazos son pocos, pues siempre se necesitan más ayudas». Sánchez dijo también que el reparto del trabajo se hace en función de las necesidades de cada momento. Admitió que Iñaki podría recibir visitas y quedar con la familia si así lo solicitaba. Pero la alegría dura poco en casa del pobre. En este caso llegó la providencia del juez de Vigilancia Penitenciaria y puso los puntos sobre las íes: «Terminantemente prohibida cualquier comunicación con familiares».

Urdangarin es el único preso que actualmente hace trabajos en Don Orione. Sin embargo, las puertas de este hogar se han abierto en otras ocasiones a presos de distintas cárceles, siguiendo las normas oficiales.

Francisco Sánchez, el director del centro, advierte que él no ha tenido ninguna responsabilidad en el operativo Urdangarin. Se sospecha que, en esta ocasión, la mediadora ha sido doña Sofía, que no ha parado hasta dar con un centro que permita a su yerno hacer uso de pequeñas dosis de libertad para no caer en la desocialización. Ese es precisamente el riesgo de Iñaki Urdangarin, que se ha tirado muchos días sin emitir una palabra.

Y ahora, una pega: lo arriesgado de este caso no es que el yerno real ejerza de voluntario por entregas, sino que Diego Torres y toda la pandilla de Nóos exijan el mismo derecho. De acuerdo: que lo pidan. Falta mano de obra y todos ellos tienen edades muy buenas para doblar el lomo. Los presos de cien años atrás ayudaron a levantar el Valle de los Caídos. A los de ahora les basta con poner en pie a un enfermo de movilidad reducida y arrancarle una sonrisa.
 
22/09/2019

LOS DOS AGRAVIOS DE DIEGO,
EL SOCIO “EN APUROS”
DE IÑAKI URDANGARIN
DIEGO, ORIOL E IÑAKI. Arriba, Diego Torres entrando en la cárcel de Brians 2 (provincia de Barcelona), en junio. Está condenado a cinco años y ocho meses de cárcel. Abajo, Oriol Pujol, en su salida de Brians 1, en mayo. Y a su derecha, Iñaki Urdangarin, que este jueves abandonó la cárcel de Brieva (Ávila) por primera vez para hacer labores de voluntariado en Pozuelo de Alarcón. EFE / ANTONIO MORENO

Uno es el propio marido de la infanta, que ya sale de la cárcel pese a tener una pena mayor que él. El otro es Oriol Pujol, a quien la Generalitat le abre las puertas de su prisión para que se ‘integre trabajando’, mientras a Diego Torres se lo niegan. Su mujer ahora compra en el Caprabo y él envía el dinero que gana entre rejas para mantener a la familia. En Brians 2 se ha hecho carretillero

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El hombre —educado, afable, hijo de una peluquera, hecho a sí mismo, una vez rico, carne de la prensa— se mueve con soltura por la cárcel. Una vez fue un emprendedor de éxito. También daba clases en la elitista Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (Esade) de Barcelona. Entonces conducía coches de lujo, se compró con su mujer un chalé carísimo y compartía suculentas cenas y viajes en velero con el yerno del Rey.

De aquello hace tiempo. No tanto, pero parece una eternidad. Hoy, confinado en la cárcel de Brians 2 de San Esteban de Sasroviras, a 35 km de aquella escuela, el menorquín de las gafas de pasta, el maletín, el traje y los miles de papeles asesora a los presos, organiza un cinefórum con debate en su módulo, se ha sacado el nivel C de catalán y hasta ha obtenido un título para ser carretillero. Es decir, para encargarse de conducir una carretilla elevadora, esas máquinas móviles que elevan y transportan cargas y que se utilizan en la obra, los almacenes y las fábricas. Quién iba a decirlo. Así es como, entre reclusos de peligrosidad baja —estafadores y traficantes de poca monta—, prosigue la nueva vida de Diego Torres Pérez, el otro condenado del caso Nóos.

Sin apellido ilustre y con su familia hoy «en apuros económicos», según explica su entorno, a sus 54 años Torres mastica como puede un doble agravio que su abogado se ha encargado de denunciar esta semana. Uno es evidente: Iñaki Urdangarin, su ex socio, quien, sentenciado a una pena dos meses superior a la suya, ha podido salir este jueves de la cárcel femenina de Brieva (Ávila) para hacer labores de voluntariado con discapacitados, con el aval del juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Castilla y León. Serán dos veces a la semana un máximo de ocho horas, pero la sonrisa del marido de la infanta Cristina ha poblado portadas y telediarios.

El otro agravio depende directamente de la Generalitat y lleva la sangre de otra familia real, ésta catalana. Se trata de Oriol Pujol Ferrusola, el hijo del ex president y ex secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya, a quien los servicios penitenciarios de Quim Torra permiten desde mayo salir diariamente de la cárcel de Brians 1 —antes estuvo en la número 2, donde coincidió con Torres— para reinsertarse trabajando. Y eso que aún tiene pendiente la causa que investiga la gran fortuna familiar descubierta en Andorra.

¿Y qué hay de él, del discreto hombre detrás del caso Nóos?

Según el escrito presentado este martes por su letrado ante el juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 2 de Cataluña, los informes internos dicen que su conducta está siendo «intachable» en prisión. En los 15 meses que han transcurrido desde que entró en la cárcel el 18 de junio de 2018 para cumplir una pena de cinco años y ocho meses, Diego Torres se ha dedicado a estudiar y a trabajar. En su currículum carcelario figuran multitud de cursos, como un grado en Psicología y un seminario de Filosofía, ambos obtenidos de forma online por la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Hasta principios de este año trabajó como auxiliar de suministros. Ahora ayuda a limpiar su módulo, donde también participa en la revista que publican los internos.

EMBARGOS, TRABAJOS...

Buena parte del pequeño sueldo que Torres gana en Brians 2 va para su familia, según indica su abogado en el documento con el que reclama para su cliente que le apliquen el artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario, o bien le permitan salidas puntuales al abrigo del artículo 117.

Su mujer, Ana Tejeiro Losada (51 años), ha vuelto a trabajar y en San Cugat del Vallés se la ve moverse con un coche «normalito» y comprando en el supermercado Caprabo, afirma un vecino. Sus hijos, que tienen ya 25 y 21 años, han tenido que compatibilizar los estudios con un trabajo para engordar las cuentas familiares. Para subsanar la responsabilidad civil –la sentencia firme le condenó a pagar 775.000 euros- , Diego Torres y su esposa subastaron varios de sus inmuebles, depositados bajo fianza. Según se publicó, también pusieron a la venta el macrochalé de San Cugat, aunque las dificultades para deshacerse de él se fueron acumulando. Actualmente la finca figura a nombre del matrimonio en el Registro Mercantil, aunque sobre ella pende un embargo actualizado en mayo de 2019 por un importe de 550.000 euros.

«La familia lo está pasando muy mal, su situación es muy precaria y el acceso a la vida laboral para ellos, complejo. No tienen colchón», subraya una fuente próxima a la pareja.

Con todo, Diego Torres asegura contar con una oferta para trabajar en cuanto le dejen salir de prisión. Un contrato indefinido, nada menos. Pero la Generalitat —que por una serie de trabajos como autónomo sí permite salir a Pujol hijo, incluso contra el criterio de la fiscalía y el juzgado— ha optado por no responder a las peticiones de su abogado desde el mes de marzo.

Fuentes judiciales opinan que Torres debería ser clasificado en tercer grado sin problemas, pero que su vínculo con el caso que más daño ha hecho a la monarquía española es un ingrediente demasiado jugoso para que el Govern independentista no juegue con él. El trato hacia él es «desigual, injustificado y arbitrario», subraya su letrado. «Abominable», «execrable», «intolerable», abunda en su escrito. Es la condena (agraviada) de Diego Torres.
 
Yo no tergiverso querida Paquita simplemente constato lo que dices, que recibe un trato especial por ser familia del rey. Y se podría hacer lo mismo con un furgón policial y dos policías.
Además te recuerdo que va en contra del criterio de instituciones penitenciarias y de la Fiscalía porque aún no ha alcanzado el grado suficiente para alcanzar la posibilidad de trabajar en esa modalidad.
Si tener escolta es trato especial pues sí. Para mí tener escolta es algo negativo, no positivo.
Y no, furgón policial y policías no porque no es traslado de presos.
En cuanto a instituciones penitenciarias y la fiscalía sé que están en contra. Y de hecho la fiscalía ha recurrido. Pero el que decide es el juez. Es lo que tiene el sistema. Los jueces deciden. A veces aciertan, otras yerran, pero son los que deciden.
 
VIVO O MUERTO
Opinión
Aprieten más a Urdangarin, aún sonrie
  • DAVID GISTAU
Domingo, 22 septiembre 2019 - 02:02


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La primera salida de Urdangarin ha sido decepcionante. Después de que el juez se refiriera a los efectos de la soledad, las teles se relamieron pensando que iban a meter sus cámaras en los escombros psicológicos de un hombre. El Urdangarín que llegó a su primer día de voluntariado, al no estar destruido, arruinó el morbo de una semana entera de televisión ÁNGEL NAVARRETE
Aquella frase que Bioy Casares escuchó decir a una señora bien del café La Biela: "Últimamente, se está muriendo una gente que no se había muerto nunca". Bioy permanece hoy sentado junto a Borges en una mesa de La Biela, convertidos ambos en estatuas de cartón que evocan una forma turística y barata de posteridad, la del prócer de las letras pasado por las manos del taxidermista -como Evita, ésta de verdad-. Y la frase de la señora no sólo creo entenderla, sino que me parece que, con una leve corrección, sirve para definir una época española de la que apenas estamos saliendo: «Últimamente, está yendo a la cárcel una gente que no había ido a la cárcel nunca». Urdangarin, pongamos, extraído de uno de los ámbitos de impunidad más impenetrables del imaginario español, y cuyo juicio resolvió una pregunta de la que dependían muchas cosas: ¿hay tratado de extradición entre España y la Corona?

Hace muy pocos años, coincidiendo con la predisposición vengativa de la sociedad ante el afloramiento de la corrupción, las cuerdas de presos de cuello blanco constituyeron uno de los grandes divertimentos nacionales. Ni siquiera los medios de comunicación se atrevían a atemperar la cólera del pueblo empoderado cuando éste se juntaba a tirar insultos como al paso del carro de la guillotina pintado por Mouillard. Quedaron dos imágenes paradigmáticas, la mano en el cogote de Rato y la rampa de los juzgados de Palma, de la que el santo pueblo nunca perdonó que le fuera eximida a Cristina: cuántos insultos quedaron atorados, hubo que irse al fútbol a desahogarlos.

Hizo fortuna otro divertimento: comprobar los estragos carcelarios en personas acostumbradas a la buena vida -imperdonable- y que regresaban más delgadas, sin haberse dado el tinte o con notables averías psicológicas que aumentaban el placer de su castigo.

Aquí es cuando llegamos a lo de Urdangarin y el voluntariado de esta semana. El hombre, no lo olvidemos, que nunca sería condenado y que, de serlo, jamás pisaría la cárcel. Iba a «irse de rositas», como decía Errejón, el socialdemócrata escandinavo de Podemos, el listo entre ellos. Cuando justificó los permisos para acudir al voluntariado aludiendo a los efectos de la soledad -elegida, sin duda-, el propio juez contribuyó a hacer creer al televidente que por fin, en la primera salida de Urdangarín, podría ver un espectáculo que le apetecía muchísimo: el de la demolición psicológica de un hombre, el de su quiebra definitiva. Qué festín para las teles. La expectativa sólo es comparable con el enojo que provocó la llegada de Urdangarín al Hogar Don Orione: de ese coche no bajó un hombre acabado, algo envejecido, sí, pero no un espectro enloquecido por la soledad. Hasta sonrió, cómo se atreve.

La entereza relativa fue tan insultante que motivó un recurso de la Fiscalía para impedirle volver a salir, supongo que a menos que se comprometa a hacerlo llorando y visiblemente liquidado. El enfado tuvo ramificaciones graciosas. Ayer, Boris Izaguirre, en un texto por el que chisporroteaba constantemente la palabra privilegio, reprochaba a Urdangarín que aún hubiera sido capaz de vestirse conforme a un criterio de estilo, como Mario Conde cuando se negó a salir de la cárcel si no le llevaban primero unos zapatos que combinaran con el traje.

Urdangarín, por tanto, ha escamoteado el espectáculo de su propia destrucción al público, que ahora quiere verlo encerrado de nuevo en su habitáculo hasta que no sea capaz ni de elegir camisa, mucho menos de sonreír, cómo se atreve. Para próximas salidas, le recomiendo que haga lo mismo que Vincent Gigante, el mafioso que se fingía loco y acudía a los juicios en bata y babeando.
 
La mazmorra real

Urdangarin está recibiendo un trato de favor porque el trato de favor que se le dio desde el origen le está destrozando

De la salida bajo la atenta mirada de las cámaras de Iñaki Urdangarin puede concluirse que el sistema no está hecho para aquellos que disfrutan de hecho el privilegio de vivir por encima de él

Elisa Beni
21/09/2019 - 20:56h
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Iñaki Urdangarin llega al Hogar Orione de Pozuelo de Alarcón, un centro dedicado al cuidado de personas con discapacidad. RICARDO RUBIO / EUROPA PRESS

"Para el que está en la cárcel, las lágrimas son parte de la experiencia de cada día. Un día en la cárcel en el que no se llore es un día en que el corazón está duro, no un día en que el corazón esté alegre"

Oscar Wilde. De profundis (Epístola in carcere et vinculis)




A veces el infierno no son los otros, sino su ausencia. Este es el drama del ex duque de Palma, cuñado de Felipe VI y yerno de Juan Carlos I, El Emérito. Hemos asistido esta semana a una insólita salida de prisión de quien fuera condenado a cinco años y diez meses de prisión sin que haya cumplido ni siquiera un cuarto de su condena y, hasta donde yo he visto, no se ha producido ni el revuelo mediático ni la indignación popular que se podría esperar de un acontecimiento tan injusto, por desigual, como este.

De la salida bajo la atenta mirada de las cámaras de Iñaki Urdangarin esta semana pueden concluirse dos asertos inamovibles, tanto como los grabados en piedra: uno, que el sistema no está hecho para aquellos que disfrutan de hecho el privilegio de vivir por encima de él y dos, que para poder aplicar los privilegios de clase o los políticos a aquellos a los que no ha quedado otro remedio que pasar por el rodillo del Estado de Derecho –muy a pesar del propio sistema– solo hay que tener un poco de paciencia y esperar a que el populacho democrático esté ocupado en otras cosas. Ese tiempo antes podía resultar eterno pero, ahora, en el mundo del interés fungible y de la indignación intercambiable, es muy limitada la espera.

Urdangarin está recibiendo un trato de favor porque el trato de favor que se le dio desde el origen le está destrozando. Así podríamos resumir la situación que se describe en el auto del juez de Vigilancia Penitenciaria y en el informe del fiscal que se opone a esta descarada mascarada para ocultar un trato único, privilegiado, impensable para cualquier otro penado. De facto la Fiscalía ha recurrido esta decisión pero la prueba de fuego ha sido hecha, el experimento ha dado resultado.

El caso Urdangarin ha caducado en la indignación popular y, poco a poco, será fácil que se readapte hasta la legislación para que el marido de la Infanta de España vuelva al lugar entre las élites del que muchos aún creen que no debió salir. Cuentan con que los progresistas se sientan incómodos rechazando lo que se presenta como reinserción y que desde otros sectores, tan agresivos con que se aplique el proceso a determinados reclusos, no va a haber queja.

Olvidan que el reproche penal que el Estado hace al ciudadano Urdangarin es idéntico al que le hace a cualquier otro, incluidos los políticos y banqueros y otros chorizos de cuello blanco, y olvidan también que el reproche social es aún mayor puesto que teniéndolo todo, unos privilegios inalcanzables para la mayoría de la población, decidió cruzar una línea que le está vedada incluso al más desesperado de los españoles.

Leer al fiscal en este asunto es muy esclarecedor. Un fiscal que dice en su escrito que se trata de una maniobra. Y lo dice con todas las letras. Esta vez no es como cuando algunos intentábamos explicarles por qué el sistema judicial se estaba intentando gripar para salvar a la hija del Rey, sobre todo, pero también para intentarlo con su marido. Esta vez está escrito en papel con membrete. Urdangarin pidió la aplicación del articulo 100.3 del Reglamento Penitenciario e Instituciones Penitenciarias no le respondió. Un silencio administrativo que era una negativa en sí mismo. Ahora sus abogados lo han sacado por el 117.3, que además está pensado para otra cosa: "Lo que encubre una maniobra para eludir la autorización administrativa que exige la aplicación del artículo 100".

La tal maniobra, que ha sido aceptada por el juez, se produce cuando a un penado que no ha cumplido ni un cuarto de la condena –momento en el que se puede aspirar a tener algunos permisos– se le permite salir dos días de la semana a hacer algo que, primero, no es un puesto de trabajo; segundo, para lo que carece de cualificación alguna; y por último, que no es un programa específico de tratamiento para penados. Esto lo dice el fiscal muy finamente, como también que lo que se ha hecho con el cuñado real es lo opuesto a lo que se hace con el resto de penados que primero consiguen el derecho a esos permisos y, más tarde, se pueden integrar en un programa de reinserción.

Deberíamos hablar también sobre los objetivos de reinserción social y de reeducación a los que se dirige la pena. Lo cierto es que el sistema tampoco está previsto para aquellos que nunca han dejado no ya de estar insertados sino de estar injertados en los círculos de poder del país. Estos delincuentes, estos penados, no precisan ser reinsertados en una sociedad, la alta sociedad, que volverá a recibirlos en sus salones a la par que a su próximos muy pronto. No, estos delincuentes lo que precisan es ser reeducados y, en mi opinión, esa reeducación pasa por hacerles sentir que los privilegios de los que disfrutan no les hacen distintos ni mejores que al resto, que esos privilegios no les permiten traspasar barreras que los demás ciudadanos respetan, que no están por encima del bien y del mal y, sobre todo, que hicieron mal. Esa reeducación es la que no sé si el sistema arbitra bien, ahora que tenemos tanto chorizo con pedigrí.

El juez ha dictado hace unas horas unas condiciones que no introdujo en su auto ante el evidente cachondeo que suponía que un penado pudiera usar móviles, otras comunicaciones, ver a la familia y salir al restaurante de la esquina sin tener derecho a permisos. Todo es insólito. Como ese párrafo del auto que dice sobre esos desplazamientos de 200 kilómetros diarios que "el problema de cómo realizarlos es del interno y de su entorno". ¡Pero qué me está contando, señoría! Esos 1.600 kilómetros al mes y esos escoltas oficiales de la Policía o la Guardia Civil, que no sé por qué conserva un penado, los pagamos los ciudadanos. Los pagamos igual que esos furgones de transporte penitenciario en los que pasean de centro a centro, casi como a ganado, esposados y en espacios angustiosos, al resto de reclusos de este país. Pueden preguntárselo a los presos catalanes, que también vivían perfectamente integrados en la sociedad alta y que aún son presos preventivos.

Eso sin mencionar que en su escrito, los abogados de Urdangarin ya avisan de que el centro que han buscado ellos tiene desde febrero aprobado que la colaboración sea diaria. Si esto se consagra ¿cuánto tiempo va a pasar a partir de noviembre para que el exduque salga cada día de prisión a costa del erario público y además disfrute de otros 36 días de permiso con su familia? Poco. Han probado y el escándalo no ha existido y el interés se ha mostrado moderado. Si esta dosis homeopática de trato de favor pasa sin problemas, las cucharadas grandes se irán administrando de forma paulatina.

Dice el juez en su curioso auto que el aislamiento es una pena inhumana y estoy de acuerdo con él. Falta que alguien le contestara a sus reflexiones que Urdangarin lleva en el pecado la penitencia. Tanto le han ultra protegido que esa misma protección amenaza con destruirle. Cuanto más fácil era haberlo trasladado, en un furgón penitenciario, al módulo de respeto de Soto donde están ingresados otros muchos personajes con los que compartió cóctel muchas veces. Pero el marido de la Infanta de España no podía convivir con delincuentes, siquiera con los más ilustres. Solo que el marido de la Infanta de España, el yerno del Rey, es un delincuente y ese es el único punto sobre el que debería reflexionar él, su entorno, los que le quieren y los que quieren agradar a su familia.

Si después de esto ni él ni todos ellos han aprendido nada, debemos concluir que poco hemos conseguido como sociedad más allá de que todo parezca cambiar para que realmente no cambie nada.

https://www.eldiario.es/zonacritica/mazmorra-real_6_944615539.html

Se le vio salir pero nunca se le vio entrar.(y)
 
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