El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
24/06/2017
CHSSS...
DE PAQUIRRI A IVÁN FANDIÑO
t*tas Y HUEVOS
¿TODAS COMO ISABEL?
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Desde Pozoblanco al hospital militar de Córdoba, Paquirri, por una carretera de Sierra Morena “salvando barrancos, sorteando precipicios y curvas continuas que obligaban al conductor de la ambulancia a frecuentes frenazos”, como escribía el compañero y gran crítico taurino Joaquín Vidal. Incluso detuvieron la ambulancia para esperar al doctor Rafael Ruiz, cirujano de la plaza de Córdoba, y discutir adónde llevarle: a la residencia Princesa Sofía o al hospital Militar, que estaba más cerca. Y mientras decidían todo esto, el torero se moría. ¿Por qué no se llamó a un helicóptero, que hubiera tardado minutos en el traslado? A lo peor, se hubiera muerto igual. Pero al menos, todo se hubiera intentado. Como en el caso de Iván Fandiño. Al parecer, desde el momento en que el torero entra en la enfermería de la plaza de toros de Aire-Sur-L’Adour herido de muerte, se establece, según Antonio Lorca, “un muro de silencio”. Lo único que se sabe es que el diestro permaneció ¡una hora y media! sedado en la enfermería de la plaza, dotada con un equipo sanitario básico y sin una UVI móvil antes de llevarle en una simple y vulgar ambulancia para traslado de pacientes al hospital de Mont-de-Marsan, donde sólo pudieron certificar que estaba muerto. Como en el hospital de Córdoba a Paquirri.
Si en el caso de Paco, los 70 kilómetros aceleraron su muerte, en el de Iván, los 33. El primero falleció 140 minutos después de la cogida; el segundo, 90.
“¿Cuánto queda?”, fueron las últimas palabras de Francisco ante el tiempo que se tardaba en llegar al hospital. “Que se den prisa en llevarme, me estoy muriendo”, las de Iván. Y, por si fuera poco, el paralelismo en la vida de los dos toreros: solo tenían 36 años.
El pasado lunes 19 se entregaron los tradicionales premios internacionales Yo Dona. En las 12 ediciones en las que se han distinguido a 37 mujeres, ninguna ha emocionado más que Mariola Fuentes, galardonada en ésta con el Premio Icono Solidario, por su valiente lucha contra el cáncer que ha padecido o padece, que eso nunca se sabe. “Sinceramente, no siento que haya hecho nada especial para merecerlo. Simplemente, lo que hacen las casi 250.000 personas que, como yo, son diagnosticadas de cáncer al año en nuestro país. Simplemente, intentar sobrevivir”. Nunca jamás se han escuchado unas palabras más desgarradoras: “Mujer, no te avergüences. No te escondas. Nosotras somos mucho más que una melena y dos t*tas”. Y fuertes y realistas las referidas al hombre en las mismas circunstancias: “Cuando a él se le cae el pelo, no pasa nada, es interesante, ¿verdad? Y si no tiene un huevo, yo no le veo nada preocupado por poner su vida en riesgo en un quirófano para que se lo reconstruyan”.
Lo que más le duele a Mariola es que “cada vez que alguien muere de cáncer, oímos y leemos por todas partes frases tipo ‘se cansó de luchar’... ‘ha perdido la batalla contra el cáncer’. Como si de alguna manera la responsabilidad de curarse o fallecer fuera de las personas enfermas que no hemos sabido gestionar lo que nos ha tocado vivir... Ni que la victoria de salir indemne de un cáncer estuviera en nuestras manos”.
Y terminó con un emotivo ruego a la sociedad: “La necesitamos más concienciada con este problema que nos afecta a todos y menos preocupada por vendernos una peluca o reconstruirnos las t*tas”. El final sonó como un signo de interrogación, que diría Joaquín Sabina: “Esto va por todas ellas”.
Con motivo de la reaparición, la pasada semana, de Isabel en la inauguración del nuevo y espectacular establecimiento de Porcelanosa en San Sebastián de los Reyes, escribíamos en esta columna que todo el mundo pudo apreciar que se trataba de una mujer rejuvenecida. Las lenguas de doble y hasta de triple filo preguntaban dónde y cómo se había producido el milagro.
Cierto es que nunca, como ese día, se habían visto más rostros retocados. ¿Tú también te has operado? Le oí a una dama de rostro también pasada por el quirófano, preguntarle a una muy buena amiga mía, que sabe envejecer con la dignidad de las Kennedy, sin importarle las arrugas en su bellísima cara. Ésta le contestó con una fantástica y elocuentísima frase: “¿Tú te crees que si me hubiese operado como Isabel iba a tener tantas arrugas?”. La anécdota me recordó a aquel académico de la Real Española de la Lengua, llamado Federico García Sanchiz, de pobladísima cabellera. Tan abundante era que esta arrancaba casi de las cejas. Una joven reportera, intrigada, le preguntó con impertinencia: “¿Lleva usted, por casualidad, peluca?”. El inmortal, que tenía un gran sentido del humor, le respondió: “Jovencita, ¿usted cree que si esto fuera una peluca la iba a llevar tan mal puesta?”. Pues eso, querida, en mi amiga la arruga es bella.
Felipe está enfermo. Yo que el otro Felipe, me preocuparía. Lo digo por lo del viaje que parece estar gafado (...) Un amigo mío tuvo que hacer un esfuerzo para no levantarse y gritarle: “¡Sinvergüenza!”, cuando el pasado 14 le vio riendo descaradamente en el restaurante Numa de la madrileña calle Velázquez (...) No me parece ni elegante ni profesional asistir hoy a un acto del que eres imagen de marca y, a las 24 horas, a otro evento de una firma que también representas. Querida, eso no está bien ni es serio (...) Mi querida Consuelo escribía la pasada semana que él ha blindado su privacidad, olvidando que, como tal, no tiene vida privada pero sí intimidad (...) Sea usted registrador de la propiedad y presidente del Gobierno para acabar debatiendo con la Krupskaia, (Santiago González ‘dixit’) que lo es, por ser la novia o amante del jefe y ex cajera de una tienda de electrodomésticos (...) Cómo es posible que estando el banco en quiebra y sin fondos se le hiciera un contrato de cuatro millones de indemnización, cuatro meses antes de la venta por un euro de la entidad (...) Creo que se trata del primer banquero en renunciar a la millonaria indemnización, aunque, cuando fue nombrado presidente, en febrero pasado, recibió una prima de entrada de cuatro millones de euros que ya cobró y no ha devuelto (...) Sería bueno saber que recibirá por los tres meses que, como asesor del Santander, ha firmado.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
24/06/2017
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DE PAQUIRRI A IVÁN FANDIÑO
t*tas Y HUEVOS
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Desde Pozoblanco al hospital militar de Córdoba, Paquirri, por una carretera de Sierra Morena “salvando barrancos, sorteando precipicios y curvas continuas que obligaban al conductor de la ambulancia a frecuentes frenazos”, como escribía el compañero y gran crítico taurino Joaquín Vidal. Incluso detuvieron la ambulancia para esperar al doctor Rafael Ruiz, cirujano de la plaza de Córdoba, y discutir adónde llevarle: a la residencia Princesa Sofía o al hospital Militar, que estaba más cerca. Y mientras decidían todo esto, el torero se moría. ¿Por qué no se llamó a un helicóptero, que hubiera tardado minutos en el traslado? A lo peor, se hubiera muerto igual. Pero al menos, todo se hubiera intentado. Como en el caso de Iván Fandiño. Al parecer, desde el momento en que el torero entra en la enfermería de la plaza de toros de Aire-Sur-L’Adour herido de muerte, se establece, según Antonio Lorca, “un muro de silencio”. Lo único que se sabe es que el diestro permaneció ¡una hora y media! sedado en la enfermería de la plaza, dotada con un equipo sanitario básico y sin una UVI móvil antes de llevarle en una simple y vulgar ambulancia para traslado de pacientes al hospital de Mont-de-Marsan, donde sólo pudieron certificar que estaba muerto. Como en el hospital de Córdoba a Paquirri.
Si en el caso de Paco, los 70 kilómetros aceleraron su muerte, en el de Iván, los 33. El primero falleció 140 minutos después de la cogida; el segundo, 90.
“¿Cuánto queda?”, fueron las últimas palabras de Francisco ante el tiempo que se tardaba en llegar al hospital. “Que se den prisa en llevarme, me estoy muriendo”, las de Iván. Y, por si fuera poco, el paralelismo en la vida de los dos toreros: solo tenían 36 años.
El pasado lunes 19 se entregaron los tradicionales premios internacionales Yo Dona. En las 12 ediciones en las que se han distinguido a 37 mujeres, ninguna ha emocionado más que Mariola Fuentes, galardonada en ésta con el Premio Icono Solidario, por su valiente lucha contra el cáncer que ha padecido o padece, que eso nunca se sabe. “Sinceramente, no siento que haya hecho nada especial para merecerlo. Simplemente, lo que hacen las casi 250.000 personas que, como yo, son diagnosticadas de cáncer al año en nuestro país. Simplemente, intentar sobrevivir”. Nunca jamás se han escuchado unas palabras más desgarradoras: “Mujer, no te avergüences. No te escondas. Nosotras somos mucho más que una melena y dos t*tas”. Y fuertes y realistas las referidas al hombre en las mismas circunstancias: “Cuando a él se le cae el pelo, no pasa nada, es interesante, ¿verdad? Y si no tiene un huevo, yo no le veo nada preocupado por poner su vida en riesgo en un quirófano para que se lo reconstruyan”.
Lo que más le duele a Mariola es que “cada vez que alguien muere de cáncer, oímos y leemos por todas partes frases tipo ‘se cansó de luchar’... ‘ha perdido la batalla contra el cáncer’. Como si de alguna manera la responsabilidad de curarse o fallecer fuera de las personas enfermas que no hemos sabido gestionar lo que nos ha tocado vivir... Ni que la victoria de salir indemne de un cáncer estuviera en nuestras manos”.
Y terminó con un emotivo ruego a la sociedad: “La necesitamos más concienciada con este problema que nos afecta a todos y menos preocupada por vendernos una peluca o reconstruirnos las t*tas”. El final sonó como un signo de interrogación, que diría Joaquín Sabina: “Esto va por todas ellas”.
Con motivo de la reaparición, la pasada semana, de Isabel en la inauguración del nuevo y espectacular establecimiento de Porcelanosa en San Sebastián de los Reyes, escribíamos en esta columna que todo el mundo pudo apreciar que se trataba de una mujer rejuvenecida. Las lenguas de doble y hasta de triple filo preguntaban dónde y cómo se había producido el milagro.
Cierto es que nunca, como ese día, se habían visto más rostros retocados. ¿Tú también te has operado? Le oí a una dama de rostro también pasada por el quirófano, preguntarle a una muy buena amiga mía, que sabe envejecer con la dignidad de las Kennedy, sin importarle las arrugas en su bellísima cara. Ésta le contestó con una fantástica y elocuentísima frase: “¿Tú te crees que si me hubiese operado como Isabel iba a tener tantas arrugas?”. La anécdota me recordó a aquel académico de la Real Española de la Lengua, llamado Federico García Sanchiz, de pobladísima cabellera. Tan abundante era que esta arrancaba casi de las cejas. Una joven reportera, intrigada, le preguntó con impertinencia: “¿Lleva usted, por casualidad, peluca?”. El inmortal, que tenía un gran sentido del humor, le respondió: “Jovencita, ¿usted cree que si esto fuera una peluca la iba a llevar tan mal puesta?”. Pues eso, querida, en mi amiga la arruga es bella.
Felipe está enfermo. Yo que el otro Felipe, me preocuparía. Lo digo por lo del viaje que parece estar gafado (...) Un amigo mío tuvo que hacer un esfuerzo para no levantarse y gritarle: “¡Sinvergüenza!”, cuando el pasado 14 le vio riendo descaradamente en el restaurante Numa de la madrileña calle Velázquez (...) No me parece ni elegante ni profesional asistir hoy a un acto del que eres imagen de marca y, a las 24 horas, a otro evento de una firma que también representas. Querida, eso no está bien ni es serio (...) Mi querida Consuelo escribía la pasada semana que él ha blindado su privacidad, olvidando que, como tal, no tiene vida privada pero sí intimidad (...) Sea usted registrador de la propiedad y presidente del Gobierno para acabar debatiendo con la Krupskaia, (Santiago González ‘dixit’) que lo es, por ser la novia o amante del jefe y ex cajera de una tienda de electrodomésticos (...) Cómo es posible que estando el banco en quiebra y sin fondos se le hiciera un contrato de cuatro millones de indemnización, cuatro meses antes de la venta por un euro de la entidad (...) Creo que se trata del primer banquero en renunciar a la millonaria indemnización, aunque, cuando fue nombrado presidente, en febrero pasado, recibió una prima de entrada de cuatro millones de euros que ya cobró y no ha devuelto (...) Sería bueno saber que recibirá por los tres meses que, como asesor del Santander, ha firmado.