El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
12/05/2018
CHSSS...
LA LUPA SOBRE NOOR
EL REY LO TOCABA, A SU HIJA SE LO TOCAN
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Querida María, aunque no lo creas, esos versos del poeta John Donne, Ámame, pero no me ates y déjame partir, con los que comienzas tu artículo sobre la actriz británica Lesley Ann Manville, tal cual, le dijo exactamente Noor a su marido el rey cuando supo que pensaba divorciarse para casarse con una joven jordana de la que se había enamorado. De no haber sido por la muerte del soberano, posiblemente se hubiera convertido en su quinta esposa. “Ante la remota posibilidad de que los rumores contuvieran alguna posibilidad de verdad, decidí plantear el tema a mi marido, aunque se me hacía un nudo en el estómago”, me diría en una larga conversación que mantuve con Noor en su casa londinense, donde se refugió a la muerte del rey: “No sé lo que estará pasando pero, si hay alguna verdad en lo que se cuenta y si tu felicidad dependiera de otra persona, por favor dímelo porque te amo tanto, tanto como para dejarte ir...”.
No creo que nadie haya escuchado una demostración mayor, más generosa y desprendida del amor de una mujer por un hombre. Cierto es que Hussein le podía haber respondido con las palabras del poeta (Ámame pero no me ates y déjame partir). Pero, según recordaba ella: “Me miró, movió la cabeza con expresión anonadada y triste, al tiempo que me decía : “No hay ninguna verdad en estos rumores. Son sólo cosas que se dicen”.
Noor volvió a rizar el rizo de la generosidad diciéndole: “Tómate el tiempo de pensar en lo que realmente necesitas y quieres”.
La noticia de que a la princesa heredera Victoria de Suecia le habían tocado el culo, me ha recordado cuando su padre, el rey Carlos Gustavo, también gustaba de posar su real mano en culos famosos. Incluso públicamente. Como en público se lo han tocado a su hija. En ambos casos, en reuniones de carácter intelectual. Lo del soberano, en una recepción en honor de la cantante Helena Paparizou, ganadora de un Festival de Eurovisión e invitada a actuar, precisamente, en el cumpleaños de Victoria, la otra víctima. Todos los asistentes y hasta la propia reina Silvia no daban crédito al ver cómo el rey se hacía el sueco, y nunca mejor dicho, dejando caer su mano tonta a lo largo de la espalda de la cantante para posarla en la rotunda colina de su espléndido culo. Algo parecido le sucedió a la princesa Victoria, víctima, al igual que la cantante, y en otro acto tan cultural como un encuentro en la Academia, cuando un muy cualificado colaborador, Jean Claude Arnault, se sobrepasó con la hija del rey manoseando el principesco culo. Dicen que “una asistente de la heredera se percató de lo que ocurría y se abalanzó sobre el abusador para separarlo físicamente de ella, evitando que siguiera manoseándole el trasero”.
Cierto es que aquí no vale eso de “donde las dan las toman”, ya que Victoria no tuvo ninguna culpa de que le tocaran el culo como su padre gustaba tocarlo a la cantante. Pero, en ambos casos, la prensa se hizo eco aunque de diferente forma. “La información aparecida en los medios sobre la agresión a la princesa es horrible”, dijo la portavoz de la Casa Real, Margareta Thorgen, “pero es algo sobre lo que no vamos a hacer ningún comentario aunque la familia real ha demostrado claramente su apoyo al movimiento Me Too”. Diferente fue cuando lo del rey. En este caso, la prensa recogía el incidente destacando que “la cantante se había quedado en estado de shock” y dejando bien claro que la mirada de la reina Silvia a su esposo fue digna de ser recordada. Poco después, Carlos Gustavo, Un rey a su pesar, título de un polémico libro sobre las aventuras sexulales del soberano, que incluía orgías y numerosas infidelidades, tuvo la humildad de reconocer: “La reina y mi familia me han perdonado”.
La casa real, por su parte, emitió un comunicado oficial, calificado de “absurdo, ridículo e infantil” en el que informaba que “no hubo mala intención por parte del rey. Simple y llanamente se trató de un accidente: la mano de su majestad se había resbalado por casualidad porque el vestido de la cantante era de seda natural”.
Hay explicaciones que, con azúcar, están peor.
Me identifico con el querido Íñigo, desaparecido esta semana, cuando decía “nunca vestiré pantalón vaquero, ni un polo de manga corta ni zapatillas deportivas” (...) Cómo me hubiera gustado, querida Carmen, “vivir del cuento de las bodas reales”, como me reprochas. No te preocupes, la semana que viene tengo otra (...) La biografía de las hijas adoptivas de Isidoro y de su madre va muy avanzada, con revelaciones que no van a gustar a sus protagonistas, según he leído (...) La relación de los regalos recibidos por Felipe y Letizia, hecha pública esta semana, tiene trampa. Sólo se mencionan los considerados “institucionales”, pero no los privados, que tampoco pueden (...) Entre los 79 regalos que la consorte recibió el pasado año, figuran nueve bolsos que no son pocos regalos, cuando su sueldo es de 131.400 euros (...) Ahora resulta que la “felicidad” en la portada de ‘¡Hola!’ de la familia no era tal, sino falsa. Poco después, el cabeza de familia se veía obligado a dejar el trabajo por... depresión (...) “Lo bueno es sólo una ilusión. Tanta cosa buena (como la que aparecía en la revista) no podía augurar nada tranquilizador”, según mi compañera Beatriz. No me puedo creer que, con la exclusiva, haya pagado su deuda con Hacienda (...) ¡Cuidado, muchacho! No olvides que las exclusivas también tributan y mucho (...) ¿Cuánto valdrá la exclusiva de la reaparición tras su presunta depresión?
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
12/05/2018
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LA LUPA SOBRE NOOR
EL REY LO TOCABA, A SU HIJA SE LO TOCAN
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Querida María, aunque no lo creas, esos versos del poeta John Donne, Ámame, pero no me ates y déjame partir, con los que comienzas tu artículo sobre la actriz británica Lesley Ann Manville, tal cual, le dijo exactamente Noor a su marido el rey cuando supo que pensaba divorciarse para casarse con una joven jordana de la que se había enamorado. De no haber sido por la muerte del soberano, posiblemente se hubiera convertido en su quinta esposa. “Ante la remota posibilidad de que los rumores contuvieran alguna posibilidad de verdad, decidí plantear el tema a mi marido, aunque se me hacía un nudo en el estómago”, me diría en una larga conversación que mantuve con Noor en su casa londinense, donde se refugió a la muerte del rey: “No sé lo que estará pasando pero, si hay alguna verdad en lo que se cuenta y si tu felicidad dependiera de otra persona, por favor dímelo porque te amo tanto, tanto como para dejarte ir...”.
No creo que nadie haya escuchado una demostración mayor, más generosa y desprendida del amor de una mujer por un hombre. Cierto es que Hussein le podía haber respondido con las palabras del poeta (Ámame pero no me ates y déjame partir). Pero, según recordaba ella: “Me miró, movió la cabeza con expresión anonadada y triste, al tiempo que me decía : “No hay ninguna verdad en estos rumores. Son sólo cosas que se dicen”.
Noor volvió a rizar el rizo de la generosidad diciéndole: “Tómate el tiempo de pensar en lo que realmente necesitas y quieres”.
La noticia de que a la princesa heredera Victoria de Suecia le habían tocado el culo, me ha recordado cuando su padre, el rey Carlos Gustavo, también gustaba de posar su real mano en culos famosos. Incluso públicamente. Como en público se lo han tocado a su hija. En ambos casos, en reuniones de carácter intelectual. Lo del soberano, en una recepción en honor de la cantante Helena Paparizou, ganadora de un Festival de Eurovisión e invitada a actuar, precisamente, en el cumpleaños de Victoria, la otra víctima. Todos los asistentes y hasta la propia reina Silvia no daban crédito al ver cómo el rey se hacía el sueco, y nunca mejor dicho, dejando caer su mano tonta a lo largo de la espalda de la cantante para posarla en la rotunda colina de su espléndido culo. Algo parecido le sucedió a la princesa Victoria, víctima, al igual que la cantante, y en otro acto tan cultural como un encuentro en la Academia, cuando un muy cualificado colaborador, Jean Claude Arnault, se sobrepasó con la hija del rey manoseando el principesco culo. Dicen que “una asistente de la heredera se percató de lo que ocurría y se abalanzó sobre el abusador para separarlo físicamente de ella, evitando que siguiera manoseándole el trasero”.
Cierto es que aquí no vale eso de “donde las dan las toman”, ya que Victoria no tuvo ninguna culpa de que le tocaran el culo como su padre gustaba tocarlo a la cantante. Pero, en ambos casos, la prensa se hizo eco aunque de diferente forma. “La información aparecida en los medios sobre la agresión a la princesa es horrible”, dijo la portavoz de la Casa Real, Margareta Thorgen, “pero es algo sobre lo que no vamos a hacer ningún comentario aunque la familia real ha demostrado claramente su apoyo al movimiento Me Too”. Diferente fue cuando lo del rey. En este caso, la prensa recogía el incidente destacando que “la cantante se había quedado en estado de shock” y dejando bien claro que la mirada de la reina Silvia a su esposo fue digna de ser recordada. Poco después, Carlos Gustavo, Un rey a su pesar, título de un polémico libro sobre las aventuras sexulales del soberano, que incluía orgías y numerosas infidelidades, tuvo la humildad de reconocer: “La reina y mi familia me han perdonado”.
La casa real, por su parte, emitió un comunicado oficial, calificado de “absurdo, ridículo e infantil” en el que informaba que “no hubo mala intención por parte del rey. Simple y llanamente se trató de un accidente: la mano de su majestad se había resbalado por casualidad porque el vestido de la cantante era de seda natural”.
Hay explicaciones que, con azúcar, están peor.
Me identifico con el querido Íñigo, desaparecido esta semana, cuando decía “nunca vestiré pantalón vaquero, ni un polo de manga corta ni zapatillas deportivas” (...) Cómo me hubiera gustado, querida Carmen, “vivir del cuento de las bodas reales”, como me reprochas. No te preocupes, la semana que viene tengo otra (...) La biografía de las hijas adoptivas de Isidoro y de su madre va muy avanzada, con revelaciones que no van a gustar a sus protagonistas, según he leído (...) La relación de los regalos recibidos por Felipe y Letizia, hecha pública esta semana, tiene trampa. Sólo se mencionan los considerados “institucionales”, pero no los privados, que tampoco pueden (...) Entre los 79 regalos que la consorte recibió el pasado año, figuran nueve bolsos que no son pocos regalos, cuando su sueldo es de 131.400 euros (...) Ahora resulta que la “felicidad” en la portada de ‘¡Hola!’ de la familia no era tal, sino falsa. Poco después, el cabeza de familia se veía obligado a dejar el trabajo por... depresión (...) “Lo bueno es sólo una ilusión. Tanta cosa buena (como la que aparecía en la revista) no podía augurar nada tranquilizador”, según mi compañera Beatriz. No me puedo creer que, con la exclusiva, haya pagado su deuda con Hacienda (...) ¡Cuidado, muchacho! No olvides que las exclusivas también tributan y mucho (...) ¿Cuánto valdrá la exclusiva de la reaparición tras su presunta depresión?
