Asturias: paraíso natural, tierra de inconquistables

Ocho puertos y dos carreteras asturianas requieren cadenas por la nieve​

La cota de nevadas se sitúa en los 900 metros y se mantiene el aviso naranja hasta las 00.00 horas del lunes.-​

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Asturias, tierra de lobos​

La proliferación de daños causados por la fauna salvaje, incluso en territorios alejados de su hábitat natural, indigna a los ganaderos, que denuncian su «total indefensión»​


Al ivienru nun lu cuemen los llobos» (al invierno no lo comen los lobos), sentencia el refranero popular asturiano, como forma de subrayar que la estación del frío y la nieve siempre cumple su cita, haya lobos o no.
Dándole la vuelta a la conseja, podríamos afirmar que al depredador de los montes cantábricos tampoco se lo come el invierno, aunque los daños producidos sean menores en esta época del año, debido a que la práctica totalidad de la cabaña ganadera no está en los puertos, sino abajo en fincas próximas a los pueblos o estabulada.



«El lobu está siempre ahí. Da igual en invierno que en verano», repiten vecinos afectados por sus ataques de un cabo al otro de Asturias. Nunca se ha ido, recuerdan también, con idéntica unanimidad, quienes creen más en lo que han visto con sus propios ojos y oído contar a sus mayores que en las opiniones de aquellos que lo observan con la curiosidad del naturalista.
Basta recorrer la tradición oral de la región, sus leyendas, cuentos, cantares, creencias o la propia lengua en registros vivos como el de la toponimia, para constatar que su presencia y su conflictiva relación con los seres humanos es tan notoria y real como lo sigue siendo hoy para quienes la padecen.
«Escampla nublina, escampla/ que está el llobu nesa campa/ comiendo la oveya negra/ y mirando pa la blanca», reza el conjuro para la niebla, difundido en las más diversas variantes por todo el Principado.
El estudioso Jesús Suárez López recoge igualmente diversos sortilegios para ahuyentar al propio animal: «Prende el lobo e ceiba el can,/ con úa avemaría/ y devotos de san Cifrán» (prende al lobo y ceba el perro/ con una avemaría/ y devotos de San Cipriano).
La magia era una herramienta más para defender el ganado de sus ataques, pero los antiguos campesinos asturianos sabían bien que, si las palabras ayudan, los hechos obtienen resultados.
Testimonio de ellos son los innumerables topónimos que aluden a las trampas para lobos en pozos hacia los que se «escorría» a la fiera, realizando batidas por el monte: cousos, foxos, pozobales o chorcos (como el que se conserva rehabilitado en Amieva). La propia figura del alimañero -que llegó a institucionalizarse a mediados del siglo XX- no se escapa al tinte legendario, aunque sus funciones eran bien concretas, como apunta el ganadero Amable Fernández de Soto de Agues (Sobrescobio): «Quitaben camaes, mataben al llobu donde estaba causando daños o movíenlos de allí, pero no los exterminaben porque eren el trabajo del que vivíen».
Muchas cosas han cambiado en pleno siglo XXI y como coinciden, también, la mayoría de las personas consultadas para este reportaje, lo que está sucediendo en Asturias en las últimas décadas: «No es cosa de cuentos. El daño que causan los lobos está ahí y estamos hartos de sufrir las consecuencias», expresa José Luis Alonso, de Gamonéu.

El pastor José Luis Alonso recoge sus ovejas en Teleña al caer la tarde.

El pastor José Luis Alonso recoge sus ovejas en Teleña al caer la tarde. / XUAN CUETO

El joven pastor -que elabora queso del Puertu en Gumartini durante el verano- afirma estar igual de cansado de salir en los medios para denunciar la impotencia de los ganaderos frente a los ataques: «Ojalá hubiera otros cincuenta chavales que pudieran salir, pero no los hay, ¿quién va a incorporarse con esto?».
Hace unos días estuvo en la Junta General exponiendo el problema. Ahora, mientras reúne a las doscientas ovejas que guarda en invierno con media docena de mastines en Teleña y explica por enésima vez que «está lleno de lobos por todos los sitios. El asuntu se les fue de las manos y hay que quitarlos, hacer batidas, no queda otra», al contar las reses echa en falta a cuatro.
Repite el recuento en varias ocasiones y los números siguen sin salir. Horas más tarde, tras salir en su búsqueda, nos confirmará el hallazgo de uno de los 'lloqueros' (cencerros) y la constatación de que entre los animales desaparecidos está el macho del grupo.
En otra zona del Oriente, especialmente castigada por el lobo, la sierra del Cuera, Roberto Cué de La Borbolla, de diecinueve años, regresa en su todoterreno de ir a cebar a sus cabras, como hace a diario: «Vengo del Picu Paisanu y allí estaba nevando, pronto habrá que bajalas. Hoy no hubo disgusto, pero los tenemos a diario. Crías una pila cabritas y cuando vas te faltan la mitad. Aquí rebaños curiosos de cabras y ovejas quedan cuatro contaos. Es normal que los vayan vendiendo. Yo las tengo porque me gusta, pero te da una rabia, con todo lo que dan que hacer, que te las maten... Por la sierra ahora dicen que hay tres», relata.

Roberto Cué, delante de su casa en La Borbolla.

Roberto Cué, delante de su casa en La Borbolla. / X. CUETO

Señala hacia la ladera de enfrente: «Ahí, no va mucho, sentí los campanos y vi con los prismáticos un lobu cogiéndome un animal. Cuando subí me había triscao tres cabritas».
El último ataque lo sufrió Andrés Robles, vecino del cercano Pie de la Sierra. Hace poco más de una semana vimos en las páginas de este diario su imagen bajando al hombro una oveja mordida: «Me avisó un vecinu de que estaba una muerta en la turbera de Reñances y, de la que llegué, había cinco con las tripas fuera, y dos desaparecidas que luego encontré. Una fue esa que vine cargando. De veinticinco que eran, solo me quedan dieciséis. Téngolas porque siempre las tuvimos, pero voy acabar por quitalo todo, nos echan a la ruina. Es una vergüenza lo que pasa col lobu», manifiesta en la finca de Los Cándanos, a donde ha bajado finalmente a sus reses para pasar la invernada.

Andrés Jesús Robles, con su rebaño.

Andrés Jesús Robles, con su rebaño. / XUAN CUETO

El padre del ganadero, Andrés Robles Díaz, a sus 83 años y tras haberse dedicado toda la vida al pastoreo en el Cuera, refiere que «antes todo el mundu tenía rebaños curiosos. Yo llegué a llevar 130 ovejas carranzanas. Cuando era rapaz no había lobos, nunca los hubo por aquí. Empezaron a venir hará veintitantos años y, ya de aquella, me jodieron veinticinco animales y no me pagaron nada. Esto se acaba y en terminando con la reciella (ganado menor) irán a por los 'jatos', los potros, todo. El monte se llena de bardios y así no hay manera», lamenta.
Evoca sus años cuidando reses en la sierra y elaborando queso: «Si estuviera bien, seguiría en el monte, pero no me van las piernas», asegura, e insiste en la ausencia del lobo entonces con una afirmación que oiremos compartir a otros interlocutores: «No había nada. Eso fue ya a última hora, porque pa mí los soltaron».
La proliferación de daños causados por la fauna salvaje en las últimas décadas, incluso en territorios alejados del hábitat natural del lobo como los próximos a la costa, ha dado lugar a la creencia -tan difundida y con base en un hecho real, como las leyendas tradicionales- de que fueron «soltados» ejemplares y que eso explicaría en parte el aumento de la especie.
Alude a ello Ana García, titular de una explotación ecológica de vacuno en El Monte (Tapia de Casariego), que ha tenido ataques en ella y en un pequeño rebaño de ovejas: «Es una idea que oí más de una vez y, sin entrar en si es así o no, mi impresión personal y la de muchos ganaderos es que sí parece que pretenden que el lobo prolifere sin control de ningún tipo y eso es una locura. Para leyendas, la que nos estuvieron contando desde que hace tres o cuatro años tenemos ataques y se nos dijo que eran perros asilvestrados hasta que empezaron a salir fotos y vídeos donde se les veía en la zona. Ahora ya no nos cuentan películas, pero remedio no ponen ninguno», declara.
Ella defiende lo mismo que el viejo pastor del Cuera: «No conozco a ninguna persona mayor que haya visto lobos aquí nunca y ahora no solo hay y atacan, observo que últimamente no se encuentran jabalíes en una zona como esta llena de maizales ni corzos. No sé el motivo, pero es un hecho», detalla.
En el suroccidente, la secretaria general de COAG, Mercedes Cruzado, se hace eco de un problema que vive muy cerca en su explotación ganadera en Grandas de Salime: «Hay un plan de gestión con un determinado número que hay que controlar, pero no ponen mucho empeño. Cuando se les avisa de que hay un daño para poder localizarlos, para ellos no es una prioridad, parece que no tienen demasiado interés en pillar al lobo. Y siguen aumentando. Es una indefensión total que está haciendo que mucha gente se plantee abandonar con esta lacra», afirma.
Crítico también con la gestión de la especie se muestra el ganadero de Sobrescobio Amable Fernández: «Si son cinco mil bichos y no hubiere daños, no pasaba nada. El casu ye que el lobo está actuando y hay que quitalu. Tien que haber un control porque la realidad ye esa. Se cifra en cerca de un millón de euros los pagos en daños: ye fácil echar la cuenta, más el tanto de lo que no se puede certificar. ¿A cuánto tocaría cada lobo? Y además: ¿podemos asumir esi gastu en Asturias? Hay coses que nun me cuadren», zanja.

Amable Fernández, con sus vacas en el establo donde pasan el invierno.

Amable Fernández, con sus vacas en el establo donde pasan el invierno. / JUAN CARLOS ROMÁN
Su ganado, ahora, como en otras zonas de la región, está a resguardo en la cuadra, hasta la primavera, pero el lobo sigue ahí.
Lo remarca José Luis, el joven quesero de Gamonéu: «Nunca se va y hay que tomar medidas ya. Esto no es ningún cuentu».

 
MUCHAS GRACIAS A TOD@S A LOS QUE PARTICIPÁIS EN ESTE HILO, DE ASTURIAS "PARAISO NATURAL" Y TIERRA DE "INCONQUISTABLES.-
NO PUDO CONQUISTARLA NI EL MISMO AUGUSTO, (QUE ESTUVO AQUI), NI LOS ÁRABES , NI NAPOLEON.- SOMOS EL ORIGEN DE ESPAÑA, Y ESPAÑA NUNCA MORIRA MIENTRAS HAYA ASTURIANOS.-
A TOD@AS MUCHAS GRACIAS.- OS DEJO UNAS IMÁGINES DE ESTE TERRITORIO INDÓMITO, Y OS ESPERAMOS CON LOS BRAZOS ABIERTOS PARA ENTREGAROS NUESTRO CORAZÓN.- SED BIENVENIDOS A VUESTRA CASA.-




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