Al principio ni se sabia cuales eran las vías de transmisión. Ya se veía que no era como la gripe... pero poco más.
Y tardaron años en aislar el virus.
La gente tenía prevención de besar o tocar a sus amigos de toda la vida si eran gays o hemofílicos. Los niños positivos eran satanizados en el cole.
A día de hoy los seropositivos tienen que seguir un tratamiento de por vida.
Hay un libro titulado "Más grandes que el amor", de Dominique Lapierre, que no sé qué tal habrá resistido el paso del tiempo, pero cuando lo leí hace montones de años me impactó mucho. Relata cómo se vivió la aparición en escena del SIDA, las primeras etapas de aquello y la manera en que un grupo de científicos en distintos lugares del mundo, gente de la talla de Robert Gallo o Luc Montaigner, empezaron a hilvanar datos y a comprender a lo que se enfrentaban. También relata el tremendo proceso de soledad, estigmatización y ostracismo social de los afectados. Lo del SIDA fue tremendo porque la gente que lo padecía era "marcada" como si fuese inmoral, depravada y merecedora de aquella "peste". Hasta los niños que eran seropositivos sufrieron una terrible persecución, sí.
Lo menciono por si alguien quiere leerse "Más grandes que el amor". Es una lectura estupenda para romper prejuicios y para entender que una de las primeras cosas que traen consigo las enfermedades nuevas, desconocidas y potencialmente muy destructoras, son miedos, recelos y odios. Tristemente.