Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán - Parte II

La pelota catalana ha vuelto a Merkel
José Antich
Barcelona. Domingo, 20 de octubre de 2019
3 minutos
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Cuando hace dos años se produjeron las escalofriantes imágenes de policía actuando con extrema violencia en la mañana de la jornada del referéndum del 1 de octubre, la cancillera Angela Merkel fue de las primeras dirigentes europeas en hacer llegar a la Moncloa el horror que le suponía que en el seno de la Unión Europea se actuara con aquella violencia contra ciudadanos indefensos y de todas las edades que estaban en sus colegios electorales para votar. Hay diferentes versiones sobre si llamó directamente o no a Mariano Rajoy o se utilizaron otros canales seguros de comunicación, pero lo cierto es que el mensaje alemán llegó perfectamente a la Moncloa y las furgonetas de la Policía Nacional y la Guardia Civil regresaron a sus cuarteles sin explicación alguna aún a día de hoy. Ese episodio marcó la relación entre Merkel y Rajoy, los distanció irreversiblemente y, cuando la moción de censura al líder del PP, la CDU no movió ninguno de sus largos hilos para evitarla. Bien que lo saben los vascos del PNV, que jugaron un papel crucial.

El segundo episodio fue con la detención del president Carles Puigdemont en Alemania, cuando cruzaba la frontera desde Dinamarca y fue trasladado a la prisión de Neumünster. Fueron semanas de una euforia sin límite en España que acabaron abruptamente cuando la Audiencia de Schleswig-Holstein lo puso en libertad y la justicia alemana consideró que no se daban las condiciones para extraditarlo por rebelión, como quería el juez Pablo Llarena. La derecha española acogió muy mal la decisión del tribunal germano, consideró que era una deslealtad alemana, un desastre para España y hubo quien cuestionó abiertamente el tratado de Schengen porque las euroórdenes no habían funcionado. Merkel, poco acostumbrada a que le den lecciones sobre el funcionamiento de la justicia alemana, encajó mal la posición del gobierno español. La larga estancia de Puigdemont en Alemania aportó una gran novedad al conflicto de internacionalización de la causa catalana: los medios de comunicación hablaban a diario y pasó a ser casi una cuestión de política doméstica. Además, se produjo un gran vuelco en la opinión pública reacia al tema de la independencia pero favorable al derecho de los catalanes a votar en un referéndum.

El último episodio de la carpeta catalana en la mesa de Merkel lo hemos conocido este domingo al saberse que la cancillera le había preguntado al líder del PP, Pablo Casado, la pasada semana en Bruselas, ¿qué pasaba con Catalunya? Merkel, que dirige el país germano desde 2005, afronta su último año al frente de la cancillería y, según parece, le horroriza una tormenta perfecta entre la crisis del Brexit, la crisis económica y la crisis catalana. Esta última, siempre doméstica para todos los gobiernos de la UE, que no se mueven un milímetro de la posición oficial, pero siempre presente en las conversaciones informales comunitarias y en los medios de comunicación internacionales. Introducir la cuña de que el gobierno español está cerrado a cualquier diálogo hasta extremos tan exagerados como que no coge el teléfono del president de la Generalitat debe ser algo muy sorprendente en Berlín. Donde, además, se acuerdan gobiernos de coalición sin problemas entre CDU y SPD desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

¿Alguien se imagina a Merkel no cogiendo el teléfono al presidente de un lander simplemente porque no le da la gana? Pues esto sucede en España y muchos lo aplauden. Aunque también es verdad que muchos se rebelan ante esta actitud altiva y prepotente de esa España que no hace política y que la deja en manos de los jueces. Este fin de semana se han producido manifestaciones impensables en Madrid, València, San Sebastián, Oviedo y varias ciudades españolas más. Y lejos de leerlas correctamente, hemos asistido a la respuesta made in Spain en boca de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: que se prohíban en Madrid las manifestaciones de apoyo a la independencia de Catalunya y de condena a la sentencia del Tribunal Supremo. A las 22.30 horas de la noche no había aún corregido la estupidez de la mañana.
 
la sentencia
El gran error del Estado: una generación que solo conoce el 'no' a todo
Nicolas Tomás
Foto: Sergi Alcàzar
Madrid. Lunes, 21 de octubre de 2019
3 minutos
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Diversos de los arrestados este viernes en vía Laietana son menores de edad. El atropellado por una furgoneta de los Mossos este miércoles en Tarragona, que todavía se encuentra hospitalizada, también tiene solo 17 años. Dos de los detenidos el miércoles en Girona por disturbios tienen sólo 18 años. El herido en el Prat por un pelotazo en el ojo, que ha acabado perdiendo, tiene solo 22 años. Todos ellos son muy jóvenes, como gran parte de los que han salido a la calle y puesto su cuerpo después de la sentencia del procés. Son la generación que solo ha conocido el 'no' y las porras como respuesta. A sus líderes políticos no les han dado respuestas. Especialmente en Madrid, pero también en Barcelona. Muchos de ellos ni siquiera pueden votar, pero salen a hacer oír su voz. Eso es lo que hay detrás de la cortina de humo.

El chico que ha perdido un ojo, cuando tenía nueve años y empezaba ser consciente de su entorno, vio cómo el Partido Popular recorría las plazas de España recogiendo firmas contra el Estatuo de Catalunya, cuyo mal era recoger la aspiración nacional en un preámbulo insustancial. Hasta cuatro millones consiguieron bajo el pretexto de que todos los españoles tenían que decir algo, a diferencia de los estatutos del resto de comunidades autónomas. "¿Para qué firma, señora?", le preguntaba la cadena Ser a una mujer. "En contra de Cataluña", respondía ella.

Cuando tenía 11 años, después de oír decenas de veces que no había ninguna crisis por parte de sus gobernantes, tuvo que ver cómo millones de personas perdían su puesto de trabajo y otros iban perdiendo sus casas. Los gobernantes de Madrid que antes le negaban la crisis acabarían reformando la Constitución para priorizar el pago de la deuda pública. Los gobernantes de Barcelona le recortarían todo tipo de servicios y le dirían que eran "ajustes". Le decían que era por su bien, pero él solo veía cómo se desmantelaba el Estado del bienestar.

Cuando tenía 13 años, vio su primera gran manifestación en las calles de Barcelona. El Estatut había sido muy rebajado y aguado, pero había pasado el aval del Parlament de Catalunya, el Congreso de los Diputados, el Senado y la ciudadanía en un referéndum. Pero el Tribunal Constitucional, muleta del PP, le dijo que ni siquiera así: que aunque la Constitución española hable de "nacionalidades", Catalunya no puede ser una nación ni siquiera en un preámbulo. La promesa del Estado de las autonomías se hundía.

Cuando tenía 14 años, vio por primera vez la represión policial contra la disidencia política. Sus vecinos, ya indignados de todo lo que estaba cayendo, salían a las plazas de todo el Estado, también en Catalunya, a decir basta ya. La respuesta a aquello que se denominaría 15-M, tanto en Madrid como en Barcelona, eran porras y pelotas de goma. Más tarde descubriría que el viejo régimen bipartidista, que parecía amenazado en aquel momento, seguiría ahí; que el sistema siempre ganaba.

Cuando tenía 17 años, votó por primera vez. No fue en unas elecciones convencionales, sino en un "proceso de participación". Después de fracasar el último intento de superar la fractura emocional del Estatut con un pacto fiscal, su presidente lo convocó a las urnas para preguntarle sobre la independencia. Pero sabía que sus gobernantes habían aguado tanto la consulta de que aquello no serviría para mucho. Es más: incluso se permitió desde Madrid. A pesar de la gran movilización ciudadanas, nadie en frente seguía habiendo un Estado mirando hacia otro lado.

Cuando tenía 20 años, vino la buena. Después de intentar por todas las vías un referéndum acordado con el Estado, tuvo que votar con el Estado en contra. Vio con sus propios ojos e incluso sufrió la brutalidad policial contra sus vecinos indefensos. Vio cómo el autogobierno que quedaba era intervenido. Vio cómo en los corrillos del Palacio Real el Día de la Hispanidad se adelantava donde acabarían sus líderes políticos y sociales: en la cárcel. Y vio cómo, dejándose el cuerpo, aquello que parecía imposible era posible. Otra cosa es que sus dirigentes fueran capaces de implementarlo.

Hoy tiene 22 y ve cómo la sentencia no solo condena a los políticos que pusieron urnas a duras penas de prisión, sino que además se restringe el derecho a la disidencia política. Ya no espera nada, ni de Madrid ni de Barcelona. A pesar de las expectativas de la moción de censura, ya no es capaz de distinguir al PSOE del PP, porque ambos persisten en el gran error y lo fían todo a la mano dura. A pesar de las proclamas retóricas, ve un Govern de la Generalitat que no avanza hacia ninguna dirección. Ante este panorama, ha decidido dar un paso adelante e intentar pasar por encima de los políticos. Ahora estos se dan cuenta de la magnitud de sus errores.
Una generación de adoctrinados. Habrá que revertir el proceso. Prucésss a la inversa. En eso estamos.
 
Cuando le regalen a usted bombones espero que tenga la coherencia de ponerlo en su declaración, sr Ministro

Soy ministraaa ¡De mi casa! Si está a la vista la caja de bombones agradeceré el regalo. Si me dan un regalo envuelto en papel lo abriré, veré su contenido y lo agradeceré.

Si llego a ser ministra o funcionaria después de abrirlo si veo que es de una cuantía excesiva lo devolveré comentando que no me está permitido aceptar regalos de ese importe. Ni mas ni menos. Lo que no debo hacer y la policía hizo es marcharse con el regalo envuelto sin saber su contenido, porque eso da pie a especulaciones.
 
La pelota catalana ha vuelto a Merkel
José Antich
Barcelona. Domingo, 20 de octubre de 2019
3 minutos
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Cuando hace dos años se produjeron las escalofriantes imágenes de policía actuando con extrema violencia en la mañana de la jornada del referéndum del 1 de octubre, la cancillera Angela Merkel fue de las primeras dirigentes europeas en hacer llegar a la Moncloa el horror que le suponía que en el seno de la Unión Europea se actuara con aquella violencia contra ciudadanos indefensos y de todas las edades que estaban en sus colegios electorales para votar. Hay diferentes versiones sobre si llamó directamente o no a Mariano Rajoy o se utilizaron otros canales seguros de comunicación, pero lo cierto es que el mensaje alemán llegó perfectamente a la Moncloa y las furgonetas de la Policía Nacional y la Guardia Civil regresaron a sus cuarteles sin explicación alguna aún a día de hoy. Ese episodio marcó la relación entre Merkel y Rajoy, los distanció irreversiblemente y, cuando la moción de censura al líder del PP, la CDU no movió ninguno de sus largos hilos para evitarla. Bien que lo saben los vascos del PNV, que jugaron un papel crucial.

El segundo episodio fue con la detención del president Carles Puigdemont en Alemania, cuando cruzaba la frontera desde Dinamarca y fue trasladado a la prisión de Neumünster. Fueron semanas de una euforia sin límite en España que acabaron abruptamente cuando la Audiencia de Schleswig-Holstein lo puso en libertad y la justicia alemana consideró que no se daban las condiciones para extraditarlo por rebelión, como quería el juez Pablo Llarena. La derecha española acogió muy mal la decisión del tribunal germano, consideró que era una deslealtad alemana, un desastre para España y hubo quien cuestionó abiertamente el tratado de Schengen porque las euroórdenes no habían funcionado. Merkel, poco acostumbrada a que le den lecciones sobre el funcionamiento de la justicia alemana, encajó mal la posición del gobierno español. La larga estancia de Puigdemont en Alemania aportó una gran novedad al conflicto de internacionalización de la causa catalana: los medios de comunicación hablaban a diario y pasó a ser casi una cuestión de política doméstica. Además, se produjo un gran vuelco en la opinión pública reacia al tema de la independencia pero favorable al derecho de los catalanes a votar en un referéndum.

El último episodio de la carpeta catalana en la mesa de Merkel lo hemos conocido este domingo al saberse que la cancillera le había preguntado al líder del PP, Pablo Casado, la pasada semana en Bruselas, ¿qué pasaba con Catalunya? Merkel, que dirige el país germano desde 2005, afronta su último año al frente de la cancillería y, según parece, le horroriza una tormenta perfecta entre la crisis del Brexit, la crisis económica y la crisis catalana. Esta última, siempre doméstica para todos los gobiernos de la UE, que no se mueven un milímetro de la posición oficial, pero siempre presente en las conversaciones informales comunitarias y en los medios de comunicación internacionales. Introducir la cuña de que el gobierno español está cerrado a cualquier diálogo hasta extremos tan exagerados como que no coge el teléfono del president de la Generalitat debe ser algo muy sorprendente en Berlín. Donde, además, se acuerdan gobiernos de coalición sin problemas entre CDU y SPD desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

¿Alguien se imagina a Merkel no cogiendo el teléfono al presidente de un lander simplemente porque no le da la gana? Pues esto sucede en España y muchos lo aplauden. Aunque también es verdad que muchos se rebelan ante esta actitud altiva y prepotente de esa España que no hace política y que la deja en manos de los jueces. Este fin de semana se han producido manifestaciones impensables en Madrid, València, San Sebastián, Oviedo y varias ciudades españolas más. Y lejos de leerlas correctamente, hemos asistido a la respuesta made in Spain en boca de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: que se prohíban en Madrid las manifestaciones de apoyo a la independencia de Catalunya y de condena a la sentencia del Tribunal Supremo. A las 22.30 horas de la noche no había aún corregido la estupidez de la mañana.
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Ni para eso nos vale el presi en funciones. Y en lo referente al ministro diré que sigue en su burbuja diciendo que todo la policía ha actuado con proporcionalidad después de las personas heridas que hay por ambos lados, incluso periodistas, unos 60 oir ayer heridos y no todos por pedradas precisamente....sino por cargas policiales. No respetan ni a la prensa. Siga Sr. Marlaska en su aurora boreal, siga, lo mismo que su presi en funciones. Ya se encargaran las urnas de dejarles en su sitio.
No se porque sigue pensando que los policias antidisturbios no pueden emplear la violencia, porque ese parece ser su argumento, que no pueden tocar a los manifestantes o por lo menos esos son los unicos heridos que le parecen mal y le preocupan. Absurdo en ambos casos. De su escrito parece dar a entender que esta bien que haya policias heridos y no tiene nada de objetable, solo esta mal que haya manifestantes heridos.

no soy adivina LOl.

Torra asumió la presidencia como independentista radical y todo apunta a que se despedirá idem.

no va a declarar la Republica catalana porque la República catalana ya está declarada.

simbolicamente eh
Con sus alabanzas, dado que recuerdo que intento justificar lo de bestias de forma humana diciendo que no hablaba de todos los españoles solo del trifachito asi que estaba bien y no se que mas. Demostrando de paso una vez mas que tu tambien eres racista Ondina.
En cuanto a lo de adivina, por como hablas cualquiera pensaria que lo eres, porque siempre andas proclamando tus ideas com oel futuro inmutable.
En cuanto a la republica, no esta declarada, pero hay que vivir en el engaño que es lo que se quiere.

Eso si cualquier cosa que vaya contra el separatismo cloacas y ya esta siempre hay una escusa, violentos pues infiltrados, registros, pues cloacas, cualquier cosa de España pues fascismo y asi seguimos.

como no pueden trincar a Puigdemont por sedición y rebelion, lo van a intentar por narcotráfico, terrorismo … lo que haga falta. Con malversación no entra en el trullo.

cloacas en acción.
Para muestra un botón pero es de alguien que se niega a aceptar el mundo real y prefiere sus fantasias porque asi puede quejarse (pero solo por foro que en persona la da miedo y se inventa persecuciones para no hacerlo).
 
Última edición:
Tampoco estaban de servicio los de Alsasua y les ha caído la del pulpo. ¿Como va eso?

En Algeciras y en Gijon sí estaban de servicio los guardias civilescuando fueron agredidos y no paso nada a los delincuentes comparado con los de Alsasua, claro que los unos eras narcos y los otros ultras....
Venga, a ver si nos centramos y retomas tu queja original. Si un policía te viola estando de servicio valiéndose de su condición de autoridad SÍ HAY AGRAVANTE DE PREVALIMIENTO. Punto.
 
Hoy es el día que se permite actuar a la guardia civil ¿para proteger a los ciudadanos? no ¿para ayudar a la policía? no. Para proteger a Pedro Fraude cuando vaya a hacerse la foto con los heridos...
 
Soy ministraaa ¡De mi casa! Si está a la vista la caja de bombones agradeceré el regalo. Si me dan un regalo envuelto en papel lo abriré, veré su contenido y lo agradeceré.

Si llego a ser ministra o funcionaria después de abrirlo si veo que es de una cuantía excesiva lo devolveré comentando que no me está permitido aceptar regalos de ese importe. Ni mas ni menos. Lo que no debo hacer y la policía hizo es marcharse con el regalo envuelto sin saber su contenido, porque eso da pie a especulaciones.
Flores para la policía nacional de Barcelona y España, para los mossos de BRIMO y ARRO y también para la guardia civil (especialmente de Alsasua) y de toda España

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