La España de Franco

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Brasil autoriza la extradición a España de García Juliá condenado por la Matanza de Atocha



Este martes el Tribunal Supremo de Brasil autorizó la extradición al Estado español del ultraderechista Carlos García Juliá, reclamado para que cumpla los 3.855 días de prisión que le restan por haber participado en el caso de la conocida matanza de Atocha en 1977, al iniciarse la transición. En aquel momento,cuando se produjo el asesinato de los cinco abogados laboralistas de izquierda en el que participó de forma directa, tenía 24 años y se hallaba en libertad condicional cuando huyó de España hace casi tres décadas.

Según el comunicado emitido por la Fiscalía General de la República el Supremo brasileño aprobó la decisión por unanimidad al no tratarse de la reclamación por delito político sino por un delito común. Desde la Fiscalía se ha señalado que la petición presentada por el Estado español describe adecuadamente los hechos y que "no se encontró que la solicitud de extradición se presentara con el propósito de hostigar o castigar al extraditado por opiniones políticas".Finalmente añade que la petición cumple con los requisitos de doble tipicidad ya que los hechos por los que se pide la extradición son delito en ambos países por lo que se requiere así mismo doble castigo.

El antiguo militante de la formación ultraderechista Fuerza Nueva fue detenido en Sao Paülo en diciembre, ciudad en la que residía y trabajaba como conductor de Uber con una identidad falsa venezolana . Ha sido la Audiencia Nacional quien tras condenar a 30 años a Juliá por el asesinato de cinco personas ,el intento de asesinato de otras cuatro y tenencia de armas, más concederle la libertad condicional en 1991, ha pedido al Gobierno español que iniciara los trámites necesarios para la extradición del detenido .

Según el BOE el tratado de extradición entre ambos países establece que, una vez autorizada, el detenido queda a disposición del país solicitante con un plazo de 60 días para proceder a su traslado.

https://www.ecorepublicano.es/2019/...wTdr9uuJKhNHZlz0mpTo0s_klAAqvDOSAw3IDHPa63Q4k

Lo traeran a España y en vez de enviarlo a la cárcel le daran una medalla pensionada como hace Sanchez a los torturadores franquistas. ¡Que apostamos!
 
Asociacion Recuperacion Memoria Historica Aranjuez
Ayer a las 11:42 ·


Nueva York, años cuarenta del siglo pasado.

Cena homenaje a miembros de las Brigadas Intenacionales que lucharon contra el fascismo en España.

Pancarta al fondo que dice:

"Juzgar a Franco como criminal de guerra".

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para criminal de guerra hitlet y estalin,y por supuesto Carrillo ya esta bien y bien que venia el presidente de EEUU a España
 
Cruda realidad / Número de niños robados en el franquismo, hasta la fecha: 0

De todo ese cúmulo de casos -que arruinó la vida de algún médico-, el número de niños 'robados' al cabo de las exhaustivas investigaciones asciende exactamente a cero. Uno de los medios que da el fiasco, que califica toda la historia de 'mito', es el mismo diario 'El País' que tanto contribuyó en su día a jalear el asunto.



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Manifestación de víctimas de la supuesta trama de robo de bebés durante el franquismo. / EFE
Es tan fértil y abundante la vida en este planeta, a pesar de los sueños apocalípticos de Greta Thunberg y compañeros mártires, que basta que se te caiga al suelo una mínima porción de materia orgánica -digamos, un trozo mínimo de carne picada- para que en un tiempo brevísimo sea invadido por esa misma vida, en forma de bacterias, parásitos, moscas, avispas u hormigas; probablemente, todo a la vez.

Algo similar parece suceder en nuestras opulentas sociedades del bienestar, donde ninguna crisis, real, exagerada o completamente falsa, puede declararse sin que inmediatamente surjan asociaciones, observatorios, comisiones y otras formas de ordeñar la alarma y transformarla, si no en una forma de vida estable, al menos en una forma de sacar tajada e ir tirando.

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¿Se acuerdan de los bebés robados durante el franquismo? Era una historia truculenta y magnífica, al estilo de los mejores cuentos góticos, con las dosis precisas de de desgarrador pathos a costa del más elemental y conmovedor de los instintos y la inevitable moraleja política.

La fórmula canónica, que estalló en algún momento de los años ochenta, era algo así: familias ricas y poderosas del régimen se valían de su dominio impune para robar los recién nacidos de jóvenes represaliadas republicanas o, más tarde, sencillamente pobres, para robarles sus hijos recién nacidos con la connivencia de monjas y curas sacados del tableux más impecablemente anticlerical. No faltaba nada en aquellas historias que tan buenos titulares proporcionó a El País y que hizo las delicias de tanto reportero con vena lacrimógena.

¿A quién podría no conmovérsele las entrañas ante esas ancianas que confesaban entre lágrimas que les habían engañado diciendo que sus hijos habían muerto en el parto o inmediatamente después, para descubrir luego que vivían, y que se los habían arrebatado siniestras monjas para aliviar la esterilidad de una dama del régimen y su marido, al que imaginamos con un bigotito fino y un ademán cruel? ¿Qué corazón podría no sentir el desgarro de aquellas mujeres y hombres ya maduros, que a edad avanzada descubrían una madre biológica de la que habían sido brutalmente separados por la prepotencia criminal de los ricos?

Muchos de los que creían haber sido arrebatados con malas artes de sus madres biológicas descubrían que esta les había dado en adopción

El escándalo no quedó en rumor ni en historia con moraleja tranquilizadora para nuestro régimen: se cursaron unas dos mil -2.000- denuncias, de las que 522 se admitieron a trámite, se escribieron libros, se elaboraron largos reportajes en las televisiones y los periódicos, se hicieron telenovelas, se redactaron tonantes tribunas de denuncia. Era tan, tan perfecto…

Lástima que no fuera verdad. Quiero decir, que de todo ese cúmulo de casos -que arruinó la vida de algún médico octogenario-, el número de niños ‘robados’ al cabo de las exhaustivas investigaciones asciende exactamente a cero. Nada, ni uno. En todos los casos en los que la madre alegó que el niño que dieron por muerto no era el suyo, las pruebas de ADN demostraron que lo era, que ese diminuto cadáver era, en efecto, el hijo que habían dado a luz.

En muchos otros casos, la historia era algo más delicada para los protagonistas. Muchos de los que creían haber sido arrebatados con malas artes de sus madres biológicas descubrían que esta les había dado en adopción, una adopción perfectamente legal para la época y libremente acordada.

Uno de los grandes pecados de mi profesión, y no son pocos, es el presentismo sensacionalista. Hablamos mucho de seguimiento de la noticia, pero nos cansamos en seguida o, mejor, nos damos cuenta de que el lector, oyente o televidente ha perdido todo interés. Podemos informar, alborozado, del levantamiento popular en Azania, de cómo el pueblo se ha levantado contra el tirano hasta derrocarlo. Fotos, crónica, artículos de fondo y de ambiente, tribuna (“Azania, en la encrucijada”). Y adiós, nunca más se supo, y dejamos a Azania, que ya no da noticias sensacionales y que se ha convertido en una tiranía muy parecida o peor que la precedente, de signo contrario, donde no se mueve una mosca. Nos da igual. Eso no conmueve a nadie, y parece quitarle dramatismo a la crónica original.

Lo mismo en este caso. Uno de los medios que da el fiasco, que califica toda la historia de ‘mito’, directamente, es el mismo diario El País que tanto contribuyó en su día a jalear el asunto y a entrelazar con los casos un utilísimo relato de villanos y víctimas del que muchos que lo leyeron no conocerán el decepcionante colofón.

Pero nosotros queremos recuperarlo precisamente para eso, para recordar que los periodistas de los grandes medios no son esos presuntos sacerdotes de la información, esos notarios de la actualidad que espigan, de todo lo que pasa, lo que pueda ser más relevante para su lector. No, son los guardianes de un relato, los encargados de convertir la abigarrada realidad diaria en un cuento con moraleja que acerque el ascua de la actualidad a la sardina de sus intereses políticos escogiéndola cuidadosamente, convirtiendo dudas en certezas y certezas en dudas; deformando ángulos y perspectivas y amartillando los hechos hasta que encajen en la misma película que llevan décadas vendiéndonos.


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Candela Sande

Traductora, inconformista, muy suya, amante del periodismo con y sin papel, y sobre todo lectora: ésa es su verdadera vocación. Y por ese orden: primero leer y luego escribir.
 
Sobre la gran mentira de la “represión franquista”. Por Tomás García Madrid
12 de agosto de 2019
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Desde hace años, pero especialmente desde que el miserable Rodríguez Zapatero sacó adelante en 2007 (con la ayuda del PP) la Ley de Mentira Histórica, el rojerío está dando la murga con una descomunal mentira, creada por ellos, sobre lo que llaman la “represión franquista”. Los tertulianos abundantemente pagados eructan cifras absolutamente descabelladas de “represaliados del franquismo”, llegando a hablar de medio millón de ejecutados y de inexistentes “campos de concentración” (los únicos campos de concentración que ha habido en España los creó precisamente la República), en un relato completamente falso y delirante seguramente inspirado en lo que hubieran hecho ellos caso de ganar la Guerra.


¿Qué hay de verdad en todo ello? NADA, como en todas las campañas de intoxicación de la izquierda, pero a base de repetirlo una y otra vez consiguen no solo que la gente se lo crea, sino que lo interioricen y lo reciten como papagayos, incluidos algunos cretinos que en su árbol genealógico tienen una o varias víctimas de las hordas rojas.

La orwelliana Dirección General de Memoria Histórica, un organismo disparatado propio de los mejores tiempos de los soviets pero increíble en pleno siglo XXI, lleva más de diez años y millones de euros gastados en intentar descubrir los miles de fosas comunes que – según ellos – hay en las cunetas de las carreteras de España y lo poco que han encontrado son los restos de prisioneros de guerra nacionales ejecutados por los rojos o los restos de republicanos asesinados por sus propios correligionarios, por lo que en un ejercicio de sectarismo sin parangón los han vuelto a enterrar.

En España hubo una guerra, una guerra cruenta y larga, consecuencia de la anarquía revolucionaria instigada por el Frente Popular, con los crímenes atroces y las salvajadas por todos conocidas, no solo en los frentes de guerra sino, con igual o mayor intensidad si cabe, también en la retaguardia donde fueron asesinados cerca de 100.000 inocentes, incluyendo más de 8.000 religiosos. Gracias a Dios, y gracias al esfuerzo y al sacrificio de millones de españoles liderados por el general Franco, muchos de los cuales entregaron su vida, la España Nacional gano la guerra a los “anti España” y, como pasa en cualquier guerra, los vencedores juzgaron a los vencidos por los crímenes de guerra que hubieran cometido y, en el caso de nuestra Cruzada, también por los crímenes cometidos en la retaguardia. Esa “represión”, si se le puede llamar así, es público y notorio que fue mucho más leve que, por ejemplo, la que ejercieron las potencias aliadas (especialmente la URSS) contra los alemanes, italianos y colaboracionistas franceses después de la II Guerra Mundial, y no digamos contra los ucranianos, rumanos o croatas aliados de los alemanes.

Desde abril de 1939 hasta finales de 1941 se celebraron en España centenares de juicios con todas las garantías (incluyendo abogados defensores, obviamente), cosa que no habían tenido los miles de asesinados por las hordas marxistas, y se dictaron cerca de 30.000 penas de muerte, si bien la gran mayoría de ellas (del orden de 20.000) fueron conmutadas por condenas de 30 años, ejecutándose a unos 10.000 reos responsables de haber cometido gravísimos delitos de sangre (chequistas como el socialista Agapito García Atadell, por poner un ejemplo), disponiendo en todos los casos de pruebas concluyentes (testigos incluidos) de dichos crímenes. Puede parecer una cifra elevada, pero teniendo en cuenta las bestialidades que se cometieron en la zona roja y el número de personas involucradas en ellas, el número no es en absoluto desorbitado, probablemente lo contrario: solo en Paracuellos, el Soto de Aldovea (en Torrejón de Ardoz, Madrid) y el camino de la Zarzuela (en Aravaca, Madrid) los rojos asesinaron a un número igual o mayor de personas, pero estas – a diferencia de los otros – absolutamente inocentes de cualquier delito.

La gran mayoría de los condenados a muerte cuya pena fue conmutada pasaron en la cárcel un máximo de 8 o 10 años, reduciendo sus condenas por la redención de penas por el trabajo y, especialmente, por los sucesivos y generosos indultos que concedió el Generalísimo. Incluso en casos de asesinos confesos, como el tristemente famoso “Matacuras”, uno de los trabajadores libres en las obras de construcción del Valle de los Caído,s que se vanagloriaba de haber matado a cinco curas, se encontraron razones para conmutarle la pena y ponerle en libertad en 1945; o como el caso del abuelo de Pablo Iglesias Turrión, un chequista y asesino muchas de cuyas víctimas tienen nombre y apellidos, al que se le conmutó la pena de muerte por 30 años, de los que cumplió sólo cinco y acabó trabajando como un probo funcionario en el Ministerio de Trabajo (franquista, por supuesto).

Los indultos otorgados por Franco fueron numerosísimos y generosísimos. El primer indulto se concedió el 1 de octubre de 1939, con motivo del tercer aniversario de su ascenso a la jefatura del Estado y concedió la libertad a todos los militares republicanos que hubieran sido condenados a menos de seis años. El 1 de abril de 1941, para conmemorar el segundo aniversario del final de la Guerra, se puso en libertad a 40.000 presos que cumplían penas de hasta doce años. Y ese mismo año, el 16 de octubre, se amplió el indulto a los condenados hasta catorce años, medida de la que se beneficiaron otros 20.000 reclusos, de modo que en septiembre de 1942 se anunció que dos terceras partes de todos los presos existentes al término de la Guerra Civil ya habían recobrado la libertad. El 1 de abril de 1943 se concedió el indulto a los sentenciados hasta veinte años, por lo que salieron de las cárceles otras 48.705 personas. El 9 de octubre de 1945 se indultó a todos los condenados por rebelión militar, cualquiera que fuera su pena, “que no hubieran cometido hechos repulsivos para toda conciencia honrada de cualquier ideología”. El 1 de abril de 1964 (25 Años de Paz) se ordenó borrar de los registros los antecedentes penales por todos los delitos indultados hasta esa fecha. El 10 de noviembre de 1966 se aplicó el indulto a los condenados por responsabilidades políticas de cualquier clase. Y, finalmente, el 1 de abril de 1969 (30 Años de Paz) se declararon prescritos todos los delitos cometidos con anterioridad al término de la Guerra Civil.

En definitiva, aunque al acabar la guerra había un número muy elevado de cautivos –como en cualquier guerra–, del orden de 271.000 incluyendo a los prisioneros de guerra, ese número bajó muy rápidamente: a principios de 1945 había 54.000 (menos que hoy, en la muy democrática y liberal España, cuando tenemos 60.000), 23.000 en 1955 y 11.000 en 1965. Al fallecer el Generalísimo, en 1975, había 8.400 presos en España, el 14% de los que hay hoy, y de ellos apenas 300 eran presos por delitos de carácter “político”, en general aquellos que, en contra de la legislación vigente en aquel momento, se empeñaban en crear partidos políticos o sindicatos de clase clandestinos.

Si bien es cierto que en España se mantuvo la pena de muerte hasta mucho después de la muerte del Caudillo (se abolió en 1995), desde 1942 (una vez pasados los juicios inmediatamente posteriores a la Guerra) hasta 1975 se ajustició en España a 126 personas, de las cuales solo 10 fueron condenadas por tribunales militares, ni una más ni una menos, incluyendo a todos los ejecutados por delitos comunes (asesinatos, violaciones, etc) y por terrorismo (como los tres miembros del FRAP y los dos miembros de la ETA ejecutados en 1975), siendo los menos los ajusticiados por delitos que tuvieran una eventual componente “política”, aunque los hubo (por ejemplo el caso de Julián Grimau, ejecutado en 1963, un destacado comunista que entró en España enviado por la URSS para reactivar la lucha armada, esto es, para preparar atentados y sabotajes; o Salvador Puig Antich, ejecutado en 1974, un anarquista que asesinó a un subinspector de policía llamado Francisco Anguas).

Muchos de los que huyeron después de la Guerra, los que se autodenominaron “exiliados”(exiliados porque les dio la gana, la mayoría, o porque habían cometido delitos que, caso de ser juzgados, les hubieran supuesto penas elevadísimas) volvieron cuando lo desearon, acogiéndose a los sucesivos indultos, incluidos personajes muy notorios del bando rojo, como el “famoso” comandante del Quinto Regimiento Enrique Castro Delgado (si, aquel que dijo en sus memorias que la consigna en su regimiento era “Matar, matar y seguir matando hasta que el cansancio impida matar más. Después construir el socialismo”), que rehicieron su vida en España sin mayores problemas. Se estima que de las aproximadamente quinientos mil personas que huyeron de España al final de la Guerra, dos de cada tres ya había regresado a mediados de 1940 y muchos de los que no habían regresado fue porque tenían a sus espaldas gravísimos delitos de sangre, o porque se reengancharon (voluntaria o forzadamente) en los ejércitos aliados de la II Guerra Mundial, o porque fueron recluidos por los nazis en campos de concentración por su condición de comunistas (sin que Franco tuviera absolutamente nada que ver) o, en muchos casos, porque vivían a “cuerpo de rey” en México con el producto de su saqueo o en la URSS protegidos y mantenidos por su “papá” Stalin.

Si fuera verdad solo una mínima parte de lo que dicen, si de verdad hubiera centenares o miles de fosas comunes por descubrir con miles de “represaliados por el franquismo”, los voceros del régimen (periódicos, TVs, tertulianos, etc.) nos estarían torturando con las imágenes de las exhumaciones, los nombres de los asesinados y sus lacrimógenas historias, pero no es así. ¿Por qué? Porque no hay nada, salvo casos aislados como las vomitivamente publicitadas “Trece rosas” (más bien “Trece cerdas”, pues eran una banda de comunistas que, entre otras cosas, asesinaron en julio de 1939 al comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón, a su chofer y a su hija Pilar de 16 años) o los cerca de 3.000 “represaliados” (incluyendo a numerosos chequistas) que dijo Carmena, la “abuelita diabólica”, que había encontrado después de “remover Roma con Santiago” para incluirlos en el afortunadamente extinto memorial que pretendía erigir en el cementerio de la Almudena, en Madrid. Si en Madrid - una de las ciudades (junto a Barcelona) en las que el Frente Popular cometió mayores y más numerosas atrocidades - solo fueron capaces de encontrar a 3.000 “represaliados”, ¿dónde están las otras decenas de miles? ¿en los pequeños pueblos de la España vacía? ... no nos hagan reír.

Si quieren ver fosas comunes no tienen más que darse una vuelta por Paracuellos de Jarama, o por el cementerio viejo de Aravaca, o por el túnel de Usera, todos en Madrid, o por la mina de Camuñas (Toledo), por poner algunos ejemplos, y si quieren nombres e historias personales de los asesinados y de las circunstancias de su muerte no tienen más que hacer una visita a cualquiera de los pueblos, de cualquier tamaño, que estuvieron en zona roja durante la Guerra para ver sus nombres y apellidos en las placas que los recuerdan, placas que en su día ocuparon un lugar de honor en su localidad y que hoy, por culpa de estos talibanes mentirosos y resentidos, están arrinconadas en los cementerios o fueron destruidas.

Señores de la izquierda (por llamarles algo), dejen de dar la matraca con la inexistente “represión franquista”: su mentira tiene las patas muy cortas y la realidad, que es solo una, es que la represión después de la Guerra fue mucho más liviana de lo que cabría esperar después de todo lo que pasó y que si por algo se caracterizó el régimen de Franco fue por su extraordinaria clemencia y generosidad hacia los vencidos, con el afán tantas veces expresado por el Caudillo de conseguir cuanto antes la reconciliación entre los españoles.

Publicado en EL CORREO DE MADRID

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Chove moito”, aviso a navegantes. Por Juan Chicharro Ortega


09 de agosto de 2019 por
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Escribo desde Galicia donde los fuertes vientos y las continuas lluvias racheadas de estos días provocan el desasosiego de veraneantes ávidos de playa y deportes náuticos. La misma frustración que uno siente viendo a España en descomposición creciente por mor de la mano de un gobernante desaprensivo como el Sr. Sanchez dispuesto a vender su alma al diablo con la única finalidad de mantenerse en La Moncloa como sea. Su última actitud llegando 50 minutos tarde a una audiencia con SM El Rey me trae a la memoria aquel sabio artículo 12 de las Ordenanzas de CARLOS III donde se leía aquello de que “ el llegar tarde a sus obligaciones aunque sea de minutos es muestra clara de desidia e ineptitud para la carrera de las armas “. El Sr. Sanchez no es militar y por lo tanto desconoce el significado de la importancia de la puntualidad tan apreciada en los ejércitos, más supongo que algo sabrá de la mala educación y falta de respeto que supone hacer esperar a SM aunque me temo por lo visto que no debe ser así.Vienen siendo más habituales de lo debido actitudes como esta. ¿Casualidades? Una de las últimas es su intento a través de una Proposición de Ley llamada de Memoria Histórica y Democrática recientemente presentada en el Congreso en donde además de otras lindezas “ soviéticas” pretende suprimir todos los títulos nobiliarios concedidos durante “ el franquismo” incluyendo entre estos el del Ducado de Franco firmado recientemente por Felipe VI. Un paso de tuerca más para borrar todo vestigio de 50 años de nuestra historia próxima . Me pregunto- aunque yo lo tengo bastante claro- si aquí incluirá el título cabeza del elenco histórico de la nobleza- el de Rey de España - toda vez que fue el Generalísimo Franco quien nombró como sucesor suyo a título de Rey a SM JCI , padre de nuestro actual monarca. El Sr Sanchez con sus colegas comunistas y separatistas tiene como último objetivo- la lectura profunda de la LMH no deja lugar a dudas- el poder llegar a ser Presidente de la utópica III República; y por ello ese desmesurado interés en destrozar todo cuanto significó la transición , nexo de unión del sistema político presente con la legalidad anterior de la que obtiene su legitimidad.

Al uso de la vieja doctrina marxista- dos pasos adelante y uno atrás- se va minando y dejando inerte a la propia Constitución española, obstáculo que se opone al objetivo antes citado. En efecto, la LMH y aún más su reforma en ciernes, atacan frontalmente los fundamentos de la misma y los valores superiores que le dan sustento orgánico: la libertad, la igualdad y el pluralismo político.

La exhumación de los restos del Generalísimo y la destrucción del Valle de los Caídos que en la Proposición de Ley presente son objeto de parte de su articulado no son más que una parte del todo y el comienzo del fin. Ilegalizar a quienes se oponen directamente a estas acciones - la FNFF fundamentalmente - es esencial para los mentores de la LMH. Una sencilla organización pero firme valladar en la defensa de sus fines como ya ha comprobado el propio Gobierno a lo largo del último año.

Y mientras España se descompone aparece esta nueva reforma de la LMH. ¿Casualidad? Me temo que no.

Desde la FNFF hacemos un llamamiento a partidos como VOX o PP para que se conciencien de lo que esta Proposición de Ley supone y se apresten a combatirla en el trámite parlamentario y si no lo hacen serán cómplices del secuestro de la libertad y se añadirán a la pléyade de traidores presentes a nuestra Historia.

Sí, “ chove moito “ en Galicia en estos momentos pero ya en lontananza se divisan claros que presagian un resurgir del buen tiempo. Acaecerá igual en nuestra Patria? De muchos depende que así sea - entre otros los dos partidos citados- pero de no implicarse nos tendrán enfrente sin paliativos. Es un “ aviso a navegantes” al uso marino. A lo mejor descubren que somos pocos pero con alguna influencia en muchos de sus votantes. Avisados quedan.
 
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La "matanza" de Badajoz: cuando la propaganda se convierte en mito

Hace apenas un año, se publicó una de las más importantes aportaciones a la bibliografía de la Guerra Civil. El silencio de la historiografía izquierdista es la mejor prueba de su valor. En vísperas del 75 aniversario de uno de los mitos más recurrentes de la propaganda roja, recordamos a los autores y a su obra

12 agosto 2011

Francisco Pilo Ortiz
es Policía Nacional y conocido autor de obras sobre los acontecimientos de la guerra civil en Extremadura. Ha publicado, siempre en autoedición, “La represión en Badajoz”, “Mujeres de luto”, “Un paseo por la Alcazaba de Badajoz” y el destacado “Ellos lo vivieron” que ya va por su tercera edición, con más de 5.000 ejemplares vendidos.

Moisés Domínguez Núñez es un extremeño de la diáspora, Graduado Social en ejercicio, vive y trabaja en Cartagena (Murcia). En 2006, la recopilación de alguna de esa información le supuso la obtención del premio de investigación “Arturo Barea”, de la Diputación Provincial de Badajoz, en su 6ª edición, con la obra “Tiempo perdido. La guerra civil en Almendral, 19361939”.

Fernando de la Iglesia, es Licenciado en Económicas y estudiante de Historia. Es profesor y empresario. Dejando aparte diversos artículos profesionales es su primera obra en gran formato.

Los tres, amparados por la editorial “Libros Libres” publicaron en 2010 “La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda”, libro centrado en los hechos acaecidos en Badajoz en agosto de 1936.

Muy cierto es aquello de que “la verdad es la primera víctima de una guerra”. El profesor Stanley G.Payne afirmó: “La Guerra Civil española fue uno de los comparativamente escasos conflictos en los que los perdedores ganaron en gran medida la guerra de la propaganda: Así sucedió hasta cierto punto durante la guerra, pero es ciertamente lo que ocurrió durante la década posterior “.

¿Existió la matanza de Badajoz?
No. Así de contundentes nos lo presentan y demuestran los autores sin dar lugar a dudas.

El libro parte de la premisa de tomar conocimiento de los acontecimientos bélicos de 1936, en la Baja Extremadura, a través de la prensa. El trabajo consistió en localizar primero a todos los periodistas (más de 20), sus crónicas y sus documentos gráficos, si los hubiera, para reconstruir lo ocurrido según la versión de cada uno.

Un trabajo de más de cuatro años de investigación por archivos y hemerotecas de medio mundo (Roma, Moscu, Londres, New York, Ginebra, México D.F., Lisboa, Bogota….) dan debida cuenta de ello y van a ofrecer al lector un relato ajustado e inédito de los hechos. Este es el inicio del trabajo.

Los autores encontraron tal cantidad de fondos, inéditos, que superó sus expectativas, especialmente las económicas, para poder acceder a todos ellos y elaborar un trabajo que parecía “fácil”: ¿Que historiador contemporáneo que se precie no ha escrito ya sobre Badajoz (Preston, Ian Gibson, Gabriel Jackson ….)? Pero este libro va más allá de la ya publicado .El trabajo se basa principalmente en las fuentes primarias, no es un libro basado en libros, y ésa es su primera diferencia con otros.

Para completar la información puramente periodística, se han consultado diversos archivos específicos de Instituciones españolas y extranjeras, y de particulares. Así: hojas de servicio, historiales de Unidades militares, correspondencia oficial, diarios de operaciones y correspondencia privada y, testimonios de testigos vienen a añadirse al “fondo común” del que se nutren estas páginas.

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Huellas de los crímenes rojos en la Prisión de Almendralejo

El libro se estructura, en realidad, en "tres libros", lo que no tienen nada que ver con que sean tres autores, ni parte alguna pueda ser atribuida a autor determinado en exclusiva, bien que cada uno haya llevado el peso principal en su elaboración.

1. El hilo argumental que nos lleva por estos tres apartados son los testimonios periodísticos y las vicisitudes de los “Soldados del papel” que siguieron las operaciones militares en Extremadura. Ésta es una parte, reconstrucción minuciosa de los movimientos de las fuerzas operantes y sus disposiciones. Los nombres de los militares y militarizados intervinientes y sus acciones a través de sus diarios, hojas de servicio, memorias y testimonios de testigos. Ésta parte ha sido la más “recortada”, ya que se centra fundamentalmente en los días de la toma de Badajoz con referencias a Llerena, Los Santos de Maimona y Mérida.

2. Un segundo libro es el estudio de la “propaganda” generada en torno a los sucesos de Badajoz en los días 14 al 19, analizados en lo militar en el apartado anterior y ampliamente desarrollado en lo que respecta al testimonio de los periodistas.

Aquí se señala la presencia de numerosos corresponsales en Badajoz, y no solo de los más conocidos (Mario Neves, Marcel Dany, Jacques Berthet) sino de los “otros”, más de veinte, de los que se aportan sus crónicas y escritos (Edmon Taylor, John ELLiot, Jean D´Esme, Armando Notari, Adolfo da Rosa, Mario Pires, José Barao, etc…) adecuadamente referenciados.

Hay un análisis de la trayectoria vital y profesional de algunos de los más destacados, lo que nos lleva a sorpresa tal como desvelar que el primer periodista que entró en Badajoz fue el jefe de la United Press en Madrid el franco-belga Jean de Gandt ,en fecha tan temprana como el 27 de julio de 1936; demostrar de forma irrebatible que Jay Allen -el “periodista mejor informado de la guerra”, según algunos autores y sus acólitos- no estuvo en Badajoz y salió de España en fecha tan temprana como octubre de 1936; que el periodista norteamericano John Whitaker nunca llegó a entrevistar al entonces Teniente Coronel Juan Yagüe o los esfuerzos de la propaganda nacionalista por contrarrestar la del frente popular, McNeill Moss y otros mediante, lo cual fue un completo fracaso después de que fueran ellos los que abrieran el frente propagandístico con la campaña del “terror rojo”. Aquí nos encontraremos al experto en agit-prop Willi Münzenberg, contratado por el presidente del Gobierno, José Giral, para ganar la batalla de la imagen y quebrar el principio de no intervención de Francia y Reino Unido.

Es la parte más ardua de leer, pero resulta el tuétano de la obra. Es un primer intento, afortunado, de desentrañar la guerra que también se libraba en los anaqueles.

3. El tercer libro sin duda alguna es el cuadernillo de fotografías que salvando las distancias podrían compararse con el descubrimiento de los negativos y fotos de Robert Capa, David Seymour y Gerdo Taro en México. Cuarenta y cuatro imágenes que acompañan la obra, de las cuales al menos treinta son inéditas en España y las que se publicaron en medios de la época, no han sido reproducidas desde entonces casi ninguna.

Son fotografías de la ciudad de Badajoz en los días 15, 16 y 17 de agosto de 1936. De los fotógrafos (principalmente del fotógrafo luso Ferreira da Cuna) que acompañaron a los primeros corresponsales y que, en prácticamente todos los casos, se corresponden con las crónicas de estos. Una de las más destacadas es una vista de la Plaza de Toros de Badajoz tras la toma de la ciudad .Imagen que se corresponde con la descripción fiel que de este lugar hizo Mario Neves y cuantos periodistas entraron en el coso taurino – día de la supuesta matanza-casi inaccesible por la presencia de vehículos destrozados y las gradas semi-derruidas por el ataque de la aviación nacional.

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La plaza de toros de Badajoz: Una de las más importantes fotografías de la Guerra Civil silenciada -todavía hoy- por la propaganda frentepopulista

Son documentos excepcionales, con la impudicia que solo el objetivo fotográfico es capaz de aportar, dicen bastante más que mil palabras.

Alguna de ellas, como la presidencia del acto celebrado el 15 de agosto en la plaza de San Juan , el cartel de agitación en la plaza de Atocha de Madrid o los muertos en el cuartel de la Bomba deberían formar parte de ese trágico listado que conformarían las quince o veinte mejores fotos de la guerra de España, sobre todo para no olvidarnos de lo que pasó y espantar a los advenedizos que juegan con una “caja de Pandora” que debería estar bien custodiada por auténticos historiadores amparados por una Universidad digna de tal nombre.

La exageración cuantitativa de muertos en Badajoz que algunos “historiadores” poco escrupulosos cifran entre 1.200 a 9.000 lo han sabido solventar los autores comparando, a falta de listados oficiales, los testimonios y las crónicas de los periodistas, rebajando el número de caídos en combate y fusilados en poco más de 300 entre el 14 y el 18 de Agosto de 1936 .

Señalar que toda la obra va jalonada por más de 700 notas aclaratorias y documentales que remiten a más de cien libros reseñados, artículos de 70 periódicos y revistas y documentos de más de 40 archivos y bibliotecas del mundo entero.

Esta obra abre camino a futuras investigaciones y publicaciones tales como: análisis de la historiografía hasta tiempos recientes, publicar todos los artículos referidos a Badajoz al completo y en idioma original, localizar todas las fotografías que pueda haber, rescatar fondos documentales dispersos, reconstruir paso a paso todas las operaciones militares llevados a cabo en nuestra región y otros muchas cosas que no se han hecho todavía y que ayudarán a la recuperación de nuestra verdadera HISTORIA, esta vez con mayúsculas.

No tenemos la menor duda de que los autores, que sin ayuda alguna académica o económica, han invertido tiempo, esfuerzo, estudio e incomprensiones en este trabajo están dispuestos señalar, como lo hacen ya en ocasiones, el camino a quienes de verdad estén dispuestos a trabajar en la búsqueda de la verdad sin pretensiones políticas o crematísticas.

No espere encontrara el lector de esta monografía una “historia” de buenos contra malos. La verdad no entiende de banderías. Hace muchos siglos, el célebre historiador clásico Tito Livio dijo que “la verdad puede eclipsarse pero extinguirse, nunca”.

Para terminar, es de recibo expresar las palabras que ha impreso el prologuista de la obra, Ángel David Martín Rubio, y que inunda el espíritu de la misma: “los autores de este libro nos ofrecen un buen ejemplo de lo que es situarse en el necesario terreno de una historiografía entendida como ciencia al servicio de la PAZ, LA CONCORDIA Y EL DIALOGO.
Un espíritu al que algunos nostálgicos -que por suerte para España cada vez son menos- son reacios. Sabemos de algún izquierdista que se ha negado a leer esta obra al conocer quién era el autor de las letras de presentación. Toda una declaración de intenciones, por si a alguien le queda duda de en qué lugares sigue arraigado el guerracivilismo.
 
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La "matanza" de Badajoz: cuando la propaganda se convierte en mito

Hace apenas un año, se publicó una de las más importantes aportaciones a la bibliografía de la Guerra Civil. El silencio de la historiografía izquierdista es la mejor prueba de su valor. En vísperas del 75 aniversario de uno de los mitos más recurrentes de la propaganda roja, recordamos a los autores y a su obra

12 agosto 2011

Francisco Pilo Ortiz
es Policía Nacional y conocido autor de obras sobre los acontecimientos de la guerra civil en Extremadura. Ha publicado, siempre en autoedición, “La represión en Badajoz”, “Mujeres de luto”, “Un paseo por la Alcazaba de Badajoz” y el destacado “Ellos lo vivieron” que ya va por su tercera edición, con más de 5.000 ejemplares vendidos.

Moisés Domínguez Núñez es un extremeño de la diáspora, Graduado Social en ejercicio, vive y trabaja en Cartagena (Murcia). En 2006, la recopilación de alguna de esa información le supuso la obtención del premio de investigación “Arturo Barea”, de la Diputación Provincial de Badajoz, en su 6ª edición, con la obra “Tiempo perdido. La guerra civil en Almendral, 19361939”.

Fernando de la Iglesia, es Licenciado en Económicas y estudiante de Historia. Es profesor y empresario. Dejando aparte diversos artículos profesionales es su primera obra en gran formato.

Los tres, amparados por la editorial “Libros Libres” publicaron en 2010 “La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda”, libro centrado en los hechos acaecidos en Badajoz en agosto de 1936.

Muy cierto es aquello de que “la verdad es la primera víctima de una guerra”. El profesor Stanley G.Payne afirmó: “La Guerra Civil española fue uno de los comparativamente escasos conflictos en los que los perdedores ganaron en gran medida la guerra de la propaganda: Así sucedió hasta cierto punto durante la guerra, pero es ciertamente lo que ocurrió durante la década posterior “.

¿Existió la matanza de Badajoz?
No. Así de contundentes nos lo presentan y demuestran los autores sin dar lugar a dudas.

El libro parte de la premisa de tomar conocimiento de los acontecimientos bélicos de 1936, en la Baja Extremadura, a través de la prensa. El trabajo consistió en localizar primero a todos los periodistas (más de 20), sus crónicas y sus documentos gráficos, si los hubiera, para reconstruir lo ocurrido según la versión de cada uno.

Un trabajo de más de cuatro años de investigación por archivos y hemerotecas de medio mundo (Roma, Moscu, Londres, New York, Ginebra, México D.F., Lisboa, Bogota….) dan debida cuenta de ello y van a ofrecer al lector un relato ajustado e inédito de los hechos. Este es el inicio del trabajo.

Los autores encontraron tal cantidad de fondos, inéditos, que superó sus expectativas, especialmente las económicas, para poder acceder a todos ellos y elaborar un trabajo que parecía “fácil”: ¿Que historiador contemporáneo que se precie no ha escrito ya sobre Badajoz (Preston, Ian Gibson, Gabriel Jackson ….)? Pero este libro va más allá de la ya publicado .El trabajo se basa principalmente en las fuentes primarias, no es un libro basado en libros, y ésa es su primera diferencia con otros.

Para completar la información puramente periodística, se han consultado diversos archivos específicos de Instituciones españolas y extranjeras, y de particulares. Así: hojas de servicio, historiales de Unidades militares, correspondencia oficial, diarios de operaciones y correspondencia privada y, testimonios de testigos vienen a añadirse al “fondo común” del que se nutren estas páginas.

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Huellas de los crímenes rojos en la Prisión de Almendralejo

El libro se estructura, en realidad, en "tres libros", lo que no tienen nada que ver con que sean tres autores, ni parte alguna pueda ser atribuida a autor determinado en exclusiva, bien que cada uno haya llevado el peso principal en su elaboración.

1. El hilo argumental que nos lleva por estos tres apartados son los testimonios periodísticos y las vicisitudes de los “Soldados del papel” que siguieron las operaciones militares en Extremadura. Ésta es una parte, reconstrucción minuciosa de los movimientos de las fuerzas operantes y sus disposiciones. Los nombres de los militares y militarizados intervinientes y sus acciones a través de sus diarios, hojas de servicio, memorias y testimonios de testigos. Ésta parte ha sido la más “recortada”, ya que se centra fundamentalmente en los días de la toma de Badajoz con referencias a Llerena, Los Santos de Maimona y Mérida.

2. Un segundo libro es el estudio de la “propaganda” generada en torno a los sucesos de Badajoz en los días 14 al 19, analizados en lo militar en el apartado anterior y ampliamente desarrollado en lo que respecta al testimonio de los periodistas.

Aquí se señala la presencia de numerosos corresponsales en Badajoz, y no solo de los más conocidos (Mario Neves, Marcel Dany, Jacques Berthet) sino de los “otros”, más de veinte, de los que se aportan sus crónicas y escritos (Edmon Taylor, John ELLiot, Jean D´Esme, Armando Notari, Adolfo da Rosa, Mario Pires, José Barao, etc…) adecuadamente referenciados.

Hay un análisis de la trayectoria vital y profesional de algunos de los más destacados, lo que nos lleva a sorpresa tal como desvelar que el primer periodista que entró en Badajoz fue el jefe de la United Press en Madrid el franco-belga Jean de Gandt ,en fecha tan temprana como el 27 de julio de 1936; demostrar de forma irrebatible que Jay Allen -el “periodista mejor informado de la guerra”, según algunos autores y sus acólitos- no estuvo en Badajoz y salió de España en fecha tan temprana como octubre de 1936; que el periodista norteamericano John Whitaker nunca llegó a entrevistar al entonces Teniente Coronel Juan Yagüe o los esfuerzos de la propaganda nacionalista por contrarrestar la del frente popular, McNeill Moss y otros mediante, lo cual fue un completo fracaso después de que fueran ellos los que abrieran el frente propagandístico con la campaña del “terror rojo”. Aquí nos encontraremos al experto en agit-prop Willi Münzenberg, contratado por el presidente del Gobierno, José Giral, para ganar la batalla de la imagen y quebrar el principio de no intervención de Francia y Reino Unido.

Es la parte más ardua de leer, pero resulta el tuétano de la obra. Es un primer intento, afortunado, de desentrañar la guerra que también se libraba en los anaqueles.

3. El tercer libro sin duda alguna es el cuadernillo de fotografías que salvando las distancias podrían compararse con el descubrimiento de los negativos y fotos de Robert Capa, David Seymour y Gerdo Taro en México. Cuarenta y cuatro imágenes que acompañan la obra, de las cuales al menos treinta son inéditas en España y las que se publicaron en medios de la época, no han sido reproducidas desde entonces casi ninguna.

Son fotografías de la ciudad de Badajoz en los días 15, 16 y 17 de agosto de 1936. De los fotógrafos (principalmente del fotógrafo luso Ferreira da Cuna) que acompañaron a los primeros corresponsales y que, en prácticamente todos los casos, se corresponden con las crónicas de estos. Una de las más destacadas es una vista de la Plaza de Toros de Badajoz tras la toma de la ciudad .Imagen que se corresponde con la descripción fiel que de este lugar hizo Mario Neves y cuantos periodistas entraron en el coso taurino – día de la supuesta matanza-casi inaccesible por la presencia de vehículos destrozados y las gradas semi-derruidas por el ataque de la aviación nacional.

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La plaza de toros de Badajoz: Una de las más importantes fotografías de la Guerra Civil silenciada -todavía hoy- por la propaganda frentepopulista

Son documentos excepcionales, con la impudicia que solo el objetivo fotográfico es capaz de aportar, dicen bastante más que mil palabras.

Alguna de ellas, como la presidencia del acto celebrado el 15 de agosto en la plaza de San Juan , el cartel de agitación en la plaza de Atocha de Madrid o los muertos en el cuartel de la Bomba deberían formar parte de ese trágico listado que conformarían las quince o veinte mejores fotos de la guerra de España, sobre todo para no olvidarnos de lo que pasó y espantar a los advenedizos que juegan con una “caja de Pandora” que debería estar bien custodiada por auténticos historiadores amparados por una Universidad digna de tal nombre.

La exageración cuantitativa de muertos en Badajoz que algunos “historiadores” poco escrupulosos cifran entre 1.200 a 9.000 lo han sabido solventar los autores comparando, a falta de listados oficiales, los testimonios y las crónicas de los periodistas, rebajando el número de caídos en combate y fusilados en poco más de 300 entre el 14 y el 18 de Agosto de 1936 .

Señalar que toda la obra va jalonada por más de 700 notas aclaratorias y documentales que remiten a más de cien libros reseñados, artículos de 70 periódicos y revistas y documentos de más de 40 archivos y bibliotecas del mundo entero.

Esta obra abre camino a futuras investigaciones y publicaciones tales como: análisis de la historiografía hasta tiempos recientes, publicar todos los artículos referidos a Badajoz al completo y en idioma original, localizar todas las fotografías que pueda haber, rescatar fondos documentales dispersos, reconstruir paso a paso todas las operaciones militares llevados a cabo en nuestra región y otros muchas cosas que no se han hecho todavía y que ayudarán a la recuperación de nuestra verdadera HISTORIA, esta vez con mayúsculas.

No tenemos la menor duda de que los autores, que sin ayuda alguna académica o económica, han invertido tiempo, esfuerzo, estudio e incomprensiones en este trabajo están dispuestos señalar, como lo hacen ya en ocasiones, el camino a quienes de verdad estén dispuestos a trabajar en la búsqueda de la verdad sin pretensiones políticas o crematísticas.

No espere encontrara el lector de esta monografía una “historia” de buenos contra malos. La verdad no entiende de banderías. Hace muchos siglos, el célebre historiador clásico Tito Livio dijo que “la verdad puede eclipsarse pero extinguirse, nunca”.

Para terminar, es de recibo expresar las palabras que ha impreso el prologuista de la obra, Ángel David Martín Rubio, y que inunda el espíritu de la misma: “los autores de este libro nos ofrecen un buen ejemplo de lo que es situarse en el necesario terreno de una historiografía entendida como ciencia al servicio de la PAZ, LA CONCORDIA Y EL DIALOGO.
Un espíritu al que algunos nostálgicos -que por suerte para España cada vez son menos- son reacios. Sabemos de algún izquierdista que se ha negado a leer esta obra al conocer quién era el autor de las letras de presentación. Toda una declaración de intenciones, por si a alguien le queda duda de en qué lugares sigue arraigado el guerracivilismo.
ohhh, un policia que escribe sobre hechos historicos y bien documentados y dice que todo es mentira.
Información encontrada port. (Francisco Pilo Ortiz) p. 156 (policía nacional; historiador y autor vocacional)
http://datos.bne.es/persona/XX1535110.html
Perdón, que tambien es historiador y autor vocacional, como yo soy cocinera vocacional cuando hago la comida en mi casa.

en fín, a ver si lees algo decente mujer, que esto no es serio. Si te gusta rebuscar entre la basura, pues mira, has encontrado una joya, que pena que este libro desapareció casi inmediatamente de las estanterias, al igual que su blog


http://perspectivadelocio.blogspot.com/2010/06/un-poco-de-literatura-revisionista.html

Un poco de literatura revisionista

Recientemente ha salido a la venta un libro que a la vista de un lector poco interesado por el tema podría parecer una crónica más de la Guerra Civil Española en una ciudad cualquiera de nuestro país, pero no es así. El libro en cuestión se titula La matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda, y sus autores son Francisco Pilo, Moisés Domínguez y Fernando de la Iglesia.


Comencé a seguir las andanzas de Francisco Pilo Ortiz (Badajoz, 1957), cuando, buscando información para un artículo sobre las matanzas de Badajoz acontecidas en la ciudad extremeña tras la toma de la ciudad por las tropas franquistas en 1936, la mayoría de las búsquedas me conducían a un blog (este concretamente; no me importa hacerle publicidad porque no tiene desperdicio) en el que se abordaban todos los temas relacionados con el suceso con una rabia y un odio que me llevaron a querer seguir profundizando para averiguar qué mente podía ser destinada a proporcionar esa información gestionada con tanto resquemor y mala uva.

La búsqueda me llevo a un individuo, el tal Francisco Pilo, un policía (nacional o municipal, tampoco importa mucho) que había dedicado muchos años de su vida a investigar la historia de su ciudad, publicando algunas obras decentes como una sobre la alcazaba pacense: Un paseo por la alcazaba árabe de Badajoz. Si no me equivoco el primer trabajo serio de Pilo sobre la guerra civil fue Ellos lo vivieron: sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de 1936, narrados por personas que los presenciaron, donde mostró algunos retazos de investigación propia sobre los tristes sucesos de la capital pacense.

A grandes rasgos, cuando las tropas nacionales (la redirección me parece más correcta) tomaron la ciudad en su avance desde Andalucía a través de Extremadura, se produjo en Badajoz uno de los episodios más bárbaros de toda la contienda: el entonces coronelJuan Yagüe -que quedó retratado como el carnicero de Badajoz- ordenó la ejecución de un número indeterminado de población civil, muchos de los cuales nada tenían que ver con la contienda. Las cifras más altas hablan de 4.000 represaliados, mientras que revisionistas furibundos como Pío Moa las reducen a unos cientos. El caso es que periodistas internacionales que cubrían el conflicto en tierras extremeñas enviaron a sus diarios terroríficas crónicas describiendo las matanzas masivas acaecidas allí, muchas de las cuales localizadas en la antigua plaza de toros de la ciudad. Eso se llamagenocidio.

Siendo justos, el libro de Pilo contaba episodios del macabro suceso que tenían toda la pinta de ser verídicos, y se centraba muy mucho en la tragedia humana que vivieron aquellas pobres gentes a manos del ejército de África, compuesto por salvajes regulares moros y legionarios que cayeron como buitres sobre la indefensa población civil, dirigidos por unos mandos crueles curtidos en el norte africano,Antonio Castejón Espinosa y Carlos Asensio Cabanillas, a las órdenes de Yagüe en lo queFrancisco Espinosa Maestre definió acertadamente como La columna de la muerte

Lo cierto es que tras este libro, la actitud de Pilo dio un giro radical. Mis pesquisas me sugieren que se sintió ninguneado y humillado por otros historiadores (él no lo es) y en especial por Espinosa Maestre, blanco habitual de los ataques de Pilo. Parece que tampoco las instituciones dieron demasiada importancia al trabajo del policía, que a partir de entonces comenzó su propia cruzada contra la historia que se conocía de la masacre de Badajoz, que a partir de entonces fue para él "propaganda republicana".

El blog de Francisco Pilo es un auténtico ejercicio de incitación al odio, de rabia incontenida, de resentimiento y de venganza contra todo lo que considera "rojo" o "bolchevique", como él mismo gusta decir. Entre los adjetivos que utiliza para lo que otros llamanbando republicano destacan cariñosos apelativos como terrorismo marxista,quemaconventos y perlas similares. Historiadores del prestigio de Espinosa, Preston o Reig Tapia son para él asalariados del régimen, propagandistas o cazasubvenciones (curiosa obsesión la del euro en este hombre), la memoria histórica es memoria histérica y quienes exhuman fosas comunes en busca de los restos de sus antepasados fusilados son desenterradores que solo buscan una paga del Estado. Así se las gasta el amigo Pilo.

Pero lo que más me ha indignado de toda esta inmundicia es el trato que se permite dar a personajes que perdieron la vida durante el genocidio de Badajoz: el alcalde Sinforiano Madroñero y el diputado del PSOE Nicolás de Pablo. Ambos huyeron a Portugal cuando la caída de la ciudad era inevitable, pero fueron localizados por la policía salazarista y devueltos a Badajoz, donde un pelotón de falangistas los fusiló en un frontón. Pilo se permite apodarlos "el Sinfo" y "el Nico", y no duda en arremeter con saña contra ellos acusándoles de peseteros, traidores, cobardes, y un sinfín de insultos con el que su única intención parece ser volver a fusilarles. ¿Qué historiador puede poner motes a personajes históricos, desprestigiarlos y juzgarlos a pesar de haber sido fusilados precisamente sin juicio? Pilo se ha comprometido definitivamente en la historia, la intenta modificar, manifiesta su odio y escribe con saña. Esto, definitivamente, le inhabilita como historiador, y no porque no haya pisado una universidad en su vida (puedo permitir calificar como historiador a alguien que escribe sobre la historia, aunque no sea licenciado) sino porque su resentimiento le ha llevado a ser protagonista directo de la misma, y eso, amigo Pilo, te descarta como narrador de acontecimientos y te convierte en juez y parte.

De sus opiniones sobre la política actual, mejor pasar página, ni siquiera se le puede considerar derechista, pues los actuales peperos son demasiado blandos para él: él está a la derecha de la derecha. Su última joya ha sido solidarizarse con Eduardo García Serrano, nada menos que el cafre que llamó "guarra, puerca y zorra" a la Consejera de Sanidad de la Generalidad de Cataluña durante una "tertulia" de Intereconomía. "Todos somos Eduardo García Serrano" reza su surrealista manifiesto.


Con respecto al libro, confieso que no lo he leído, pero conociendo los precedentes, lo puedo sintetizar. Pilo lleva años recolectando cualquier información que pueda desmentir cualquiera de las versiones que hasta ahora han prevalecido sobre los sucesos de Badajoz: las de los periodistas Jay Allen(foto de la derecha), Jacques Berthet, John T. Whitaker, Marcel Dany y, sobre todo, el portugués Mário Neves. Los métodos de Pilo consisten en la gestión de todo material que pueda justificar sus teorías, y en la ocultación de toda información que pueda contradecirlas. Con estas premisas, y a pesar de queLa matanza de Badajoz ante los muros de la propaganda se promociona como "el único trabajo hasta ahora que ha investigado todas y cada una de las fuentes periodísticas, militares y testimoniales disponibles", podemos hacernos una idea de lo que nos encontraremos en su interior, para que a nadie le pille de sorpresa. Tampoco desanimo a nadie a leerlo, porque es la mejor manera de comprobar el grado de credibilidad que alcanza. Yo, si tengo estómago, también lo haré.

Publicado por Bernard Montana en 12:25
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Etiquetas: actualidad, cultura, Un poco de historia
3 de julio de 2010, 3:33
Tampoco hay que darle tanta publicidad. Pilo es un pobre diablo que sólo busca notoriedad. El problema es que estos timadores han encontrado un público ávido de esconder las barbaries del fascismo; no son capaces de afrontar sus tropelías.
 
Las conclusiones de un izquierdista muy facha y muy franquista que no ha realizado ninguna labor de investigación - como sí la han hecho los autores del libro - no invalidan la información que éste contiene. La próxima vez trae un artículo serio, por favor, no un panfletillo ridículo, falaz, propagandístico y sectario que insulta a la inteligencia.
 
Las conclusiones de un izquierdista muy facha y muy franquista que no ha realizado ninguna labor de investigación - como sí la han hecho los autores del libro - no invalidan la información que éste contiene. La próxima vez trae un artículo serio, por favor, no un panfletillo ridículo, falaz, propagandístico y sectario que insulta a la inteligencia.

un clásico, si no sé que responder, insulto a diestro y siniestro, jejejeje
habia leido más sobre él, pero eran articulos más elaborados y he pensado que no los leerias por largos :)

e leiste el libro? o solo lo que has colgado?

venga, sí, el poli seudohistoriador neofranquista tiene razón en todo . Sus "investigaciones",( que ya se las rebatieron, de ahí que cerró su propio blog ) son verdad de la buena,

Biba el Caudillo, salvador de la Patria.
 
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