Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán

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DECLARACIONES

Vila cree que se deben asumir responsabilidades políticas y judiciales por el 'procés'
El 'exconseller' pide, no obstante, que se aplique un "criterio de proporcionalidad"
El Periódico

Barcelona - Viernes, 16/03/2018 | Actualizado a las 13:39 CET
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ZONA FRANCA
Las dos incógnitas del 'procés' que han sido resueltas
por Joaquín Romero
@JoaqunRomero
16.03.2018
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4 min

Hasta el 27 de octubre pasado, permanecían vivas dos incógnitas. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar el independentismo catalán más acelerado y hasta dónde estaba dispuesto a aguantar el Gobiernoespañol?

Aquel día se aprobó la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña para intervenir su autonomía, lo que implicaba la suspensión del Govern, la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones. Hasta aquí hemos llegado, dijo Mariano Rajoy empujado por el propio Felipe VI, estupefacto ante la inacción de un Gobierno en minoría, aparentemente inmovilizado.

Y hasta allí llegó el pulso que la coalición de CDC y ERC, con el apoyo externo de la CUP, echaba al Estado. Aunque ninguno de ellos fue el primer partido el 21D, retuvieron la mayoría para formar gobierno. Desde el punto de vista político, el 155 no tuvo más efectos: incluso se podría haber levantado ya su aplicación si los independentistas se hubiesen puesto de acuerdo.

En paralelo, la maquinaria judicial siguió trabajando a su ritmo y produciendo efectos mucho más apreciables.

El macroescrache de la Consejería de Economía produjo una situación muy grave, y sus responsables aún están en prisión

El 20 de septiembre del año pasado, el juzgado número 13 de Barcelona ordenó el registro de la Consejería de Economía en busca de datos sobre la preparación del referéndum del 1-O que había sido ilegalizado por el Tribunal Constitucional. Òmnium Cultural y la ANC convocaron a sus seguidores en los alrededores del departamento, donde se produjo una peligrosa situación de la que ahora rinden cuentas. Sus máximos dirigentes están en prisión a la espera de juicio.

Ayer, el mismo juzgado ordenó el registro de unas oficinas del palacio de la Generalitat en busca de más datos sobre la presunta financiación con dinero público de la publicidad del mismo referéndum. En paralelo, la Guardia Civil también inspeccionó la sede central de Òmnium Cultural.

Por la tarde hubo una concentración de protesta en la plaza Sant Jaume, mientras que los llamados comités de defensa de la república (CDR) hacían un llamamiento sin éxito para escrachear el cuartel de la Guardia Civil de Gràcia. Ningún político ni dirigente de organizaciones civiles se sumó a la iniciativa. Después de cantar L’estaca, todo el mundo --incluido Roger Torrent, el presidente del Parlament-- se fue a su casa.

Es evidente que más allá de las opiniones y de los debates interminables hay algunos límites que han quedado claros. Y ayer se pudo comprobar: ante una situación idéntica y con idénticos protagonistas, la respuesta del independentismo fue distinta, sensata y de acatamiento de la legalidad.
 
Apenas 200 personas en la Plaza Sant Jaume
Manifestación contra el registro en el Palau de la Generalitat
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Pero si son nuestros conocidos
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EL APUNTE
El 'procés' se quedó en casa
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  • 16 MAR. 2018 09:38
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Registro de la Guardia Civil en el Palau de la Generalitat JORDI SOTERAS
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EL CONOCIDO como procés se mueve ya con pasos lentos y cansinos. Cuidado, no se confundan. No me refiero a los seguidores independentistas. De momento este sentimiento sigue vivo y, hasta que otra jornada electoral no diga lo contrario, con dos millones de militantes en intensidad dispersa. Pero el procés, como espacio de vivencia ciudadana, de compartimento de sentimientos y sensaciones, de proyecto ilusionante aunque fuera a ninguna parte, hace aguas. Fíjense lo que voy a escribir: la Guardia Civil registró ayer el Palau de la Generalitat. Esta expresión, que hubiera excitado a los denominados hiperventilados del procesismo el pasado mes de octubre, hoy suena anodina y casi sin sustancia después de todo lo ocurrido durante estos cuatro meses largos.

Es cierto que por la tarde hubo movilizaciones. Radicales existen desde hace mucho. Barcelona ha vivido situaciones extremas. Desde aquellos días extremos de las cumbres europeas en Barcelona, hasta las ocupaciones tipo edificio en plaza de Catalunya con el saqueo de tiendas y coche de la Guardia Urbana incendiado. Pero el procés se ha caracterizado por cierto relajo en la calle y este se quedó en casa.
 
ZONA FRANCA
Las dos incógnitas del 'procés' que han sido resueltas
por Joaquín Romero
@JoaqunRomero
16.03.2018
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4 min

Hasta el 27 de octubre pasado, permanecían vivas dos incógnitas. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar el independentismo catalán más acelerado y hasta dónde estaba dispuesto a aguantar el Gobiernoespañol?

Aquel día se aprobó la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña para intervenir su autonomía, lo que implicaba la suspensión del Govern, la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones. Hasta aquí hemos llegado, dijo Mariano Rajoy empujado por el propio Felipe VI, estupefacto ante la inacción de un Gobierno en minoría, aparentemente inmovilizado.

Y hasta allí llegó el pulso que la coalición de CDC y ERC, con el apoyo externo de la CUP, echaba al Estado. Aunque ninguno de ellos fue el primer partido el 21D, retuvieron la mayoría para formar gobierno. Desde el punto de vista político, el 155 no tuvo más efectos: incluso se podría haber levantado ya su aplicación si los independentistas se hubiesen puesto de acuerdo.

En paralelo, la maquinaria judicial siguió trabajando a su ritmo y produciendo efectos mucho más apreciables.

El macroescrache de la Consejería de Economía produjo una situación muy grave, y sus responsables aún están en prisión

El 20 de septiembre del año pasado, el juzgado número 13 de Barcelona ordenó el registro de la Consejería de Economía en busca de datos sobre la preparación del referéndum del 1-O que había sido ilegalizado por el Tribunal Constitucional. Òmnium Cultural y la ANC convocaron a sus seguidores en los alrededores del departamento, donde se produjo una peligrosa situación de la que ahora rinden cuentas. Sus máximos dirigentes están en prisión a la espera de juicio.

Ayer, el mismo juzgado ordenó el registro de unas oficinas del palacio de la Generalitat en busca de más datos sobre la presunta financiación con dinero público de la publicidad del mismo referéndum. En paralelo, la Guardia Civil también inspeccionó la sede central de Òmnium Cultural.

Por la tarde hubo una concentración de protesta en la plaza Sant Jaume, mientras que los llamados comités de defensa de la república (CDR) hacían un llamamiento sin éxito para escrachear el cuartel de la Guardia Civil de Gràcia. Ningún político ni dirigente de organizaciones civiles se sumó a la iniciativa. Después de cantar L’estaca, todo el mundo --incluido Roger Torrent, el presidente del Parlament-- se fue a su casa.

Es evidente que más allá de las opiniones y de los debates interminables hay algunos límites que han quedado claros. Y ayer se pudo comprobar: ante una situación idéntica y con idénticos protagonistas, la respuesta del independentismo fue distinta, sensata y de acatamiento de la legalidad.

Y de la gallieta no se acuedan

 
¡Qué haremos ahora sin John Carlin! este periodista deportivo devenido en oráculo nacionalista, amiguito de Otegi y representante en España de las ideas de Mandela. En sus ratos libres se dedicaba a hacer estudios psicológicos de la mente de Trump, a quien no dudaba de tachar de "subdesarrollado mental y emocional".

Resulta que le han despedido de El País, según ha confirmado el periodista y escritor británico al portal filobatasuno NAIZ. El autor ha preferido no detallar los motivos y las circunstancias de su despido, ni hacer declaración ninguna sobre el periódico del grupo Prisa.

Donde más le lloran es en los digitales nacionalistas como El Nacional.cat:
Carlin mantenía una posición divergente de la línea editorial del diario madrileño respecto al conflicto catalán, aunque ha declarado que no es independentista. Así lo ha demostrado, a veces entre líneas, en las columnas del diario y, sobre todo, en un ensayo publicado en The Times de Londres el pasado sábado día 7 y titulado: "Independencia de Catalunya: la arrogancia de Madrid explica este caos".

Hijo de padre escocés y madre española, Carlin escribía en El País desde 2004. Su firma ha aparecido en el Financial Times, New York Times. Wall Street Journal, New Statesman, New Republic, The Observer, The Guardian y The Daily Mail. También ha trabajado en documentales de televisión para la BBC, PBS, ESPN, Canal Cuatro y Canal+ España.El País sulfura a las víctimas con un repugnante masaje de John Carlin al proetarra Otegi
Es un tipo cuya opinión es despreciable. La entrevista, además, no se puede leer. Es agramatical.
 
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