Prisión Permanente Revisable ¿Si o no?

Prisión Permanente Revisable

  • Estoy a favor de mantener la Prision Permanente Revisable. Que no sea derogada.

    Votos: 92 82,9%
  • Estoy en contra de mantener la Prision Permanente Revisable. Que sea derogada.

    Votos: 19 17,1%

  • Total voters
    111
A ver...La prisión permanente revisable no quiere decir que no se cumpla la pena, sino que en el momento de ser sentenciado se sepa a que años de condena se enfrenta y sobre todo que la cumpla toda. Ni mas ni menos.

De todas formas debes estar tranquilo porque la prisión permanente revisable no se va a derogar ¿Sabes por que? Porque todo lo que se lleva a pleno debe pasar el filtro de la Mesa del Parlamento. ¿Sabes quien tiene mayoría en esa mesa? Pues nada menos que PP y C's com 5 componentes de los 9 que tiene en total. Cosas de acuerdos cuando se constituyó estando el PE de pedrillo de acuerdo.

La meteran en un cajón y se olvidarán de su derogación. Y por supuesto que Pedrillo no va a promover una moción de censura. Su portavoz Margarita Robles le dice a Rajoy que se vaya, pero lo de la moción ni se le ha ocurrido.:rolleyes:
Pues mira me dejas más tranquila.
 
"Las ya SEVERAS penas preexistentes":woot::wacky:
Sí, son los comentarios habituales ante las sentencias, sean por corrupción política, por violación, por asesinato, por pederastia, por terrorismo.... la mayoria opinamos !!! joder, se ha pasado!!!! :stinkyfeet:
Seguro que a esos 200 catedráticos se le pueden oponer otros 200 que firmarían lo contrario.
Lo de la disuasión es un argumento que no convence nada porque por esa regla de tres se dejaría de aplicar todo el código penal.
 
Manifiesto contra la prisión permanente revisable


Texto suscrito por más de 100 catedráticas y catedráticos de Derecho penal de todas las Universidades públicas de España

Juan Antonio Lascuraín Sánchez - Catedrático de Derecho Penal (UAM). Ex Letrado del Tribunal Constitucional.
13/03/2018 - 23:08h
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Celda de una prisión AP

En relación con la proposición parlamentaria en curso para la derogación de la pena de prisión permanente revisable y a propósito de la propuesta del Gobierno de aumentar los delitos merecedores de tal pena, los abajo firmantes, Catedráticas y Catedráticos de Derecho Penal, desean manifestar a la opinión pública lo siguiente.

1. La prisión permanente revisable debería ser derogada porque sin aportar eficacia a la evitación de los delitos más graves compromete algunos de los valores fundamentales que nos configuran como sociedad democrática.

2. No disuade de la comisión de los delitos más graves en mayor medida que las ya severas penas preexistentes (hasta treinta años de prisión por un delito; hasta cuarenta años por la comisión de varios delitos). Tampoco se ha constatado la necesidad de esta pena para evitar la reiteración delictiva del condenado. Los estudios existentes muestran que este efecto preventivo sobre el delincuente lo despliega suficientemente el tratamiento penitenciario y la posibilidad posterior de adopción de medidas de libertad vigilada.

3. La prisión permanente revisable suscita poderosos reparos desde los principios penales que expresan los valores de justicia propios de una sociedad democrática.

A. Compromete seriamente la prohibición de penas inhumanas del artículo 15 de nuestra Constitución en la medida en que posibilita un encierro de por vida y sitúa en todo caso el horizonte de libertad en un momento siempre muy lejano (al menos 25, 28, 30 ó 35 años, según los supuestos), incierto y que no depende del comportamiento del penado.

B. Compromete seriamente el mandato de reinserción social del artículo 25.2 de nuestra Constitución por sus elevadas exigencias de prolongación del encarcelamiento efectivo (la revisión de la condena se realizará como pronto a los 25, 28, 30 ó 35 años, según los supuestos), retardando en exceso tal inserción y dificultándola como efecto del deterioro personal que produce una situación tan vasta de privación de libertad.

C. Compromete seriamente el principio de legalidad (art. 25.1 CE) y el valor de la seguridad jurídica (art. 9.3 CE). Se trata de una pena doblemente indeterminadaque hace que el penado no pueda saber en qué momento recobrará su libertad: su encarcelamiento no tiene un límite fijo, sino que está sometido a condición, y esa condición es a su vez de contenido vago: “la existencia de un pronóstico favorable de reinserción social”. Diversas experiencias han demostrado la imprecisión de los pronósticos de peligrosidad, lo que supondrá la inútil permanencia en prisión de condenados que podrían vivir en libertad plenamente reinsertados.

4. En el debate público en torno a la prisión permanente revisable se ha argumentado en favor de su mantenimiento que es una pena existente en muchos ordenamientos democráticos y que no ha sido declarada contraria al Convenio Europeo de Derechos Humanos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En relación con estos dos supuestos avales deseamos manifestar lo siguiente.

A. La prisión permanente revisable se incorporó al Código Penal español en el año 2015, pasando así nuestro ordenamiento a ser un caso excepcional de incorporación de esta pena de cadena perpetua después de haberla suprimido históricamente (en España, en 1928). El periodo mínimo español de condena (25 años) es harto superior, por ejemplo, al sueco (10 años), al inglés (12 años), al alemán (15 años) o al francés (18 años).

B. La hipotética conformidad de nuestra cadena perpetua al Convenio Europeo de Derechos Humanos no impediría su inconstitucionalidad, como el propio Convenio se encarga de subrayar, pues las Constituciones pueden incorporar estándares de protección de los derechos más exigentes que los del Convenio. En todo caso, merece la pena subrayar que nuestra prisión permanente revisable podría ser contraria al Convenio por dos razones: por los casos de prohibición de revisión por encima de los 25 años (a los 28, 30 ó 35 años) (STEDH Vinter y otros c. Reino Unido, de 9 de julio de 2013) y, en todos los supuestos, por la inexistencia de programas penitenciarios específicos de resocialización (STEDH James, Wells y Lee c. Reino Unido, de 18 de septiembre de 2012).

C. En cualquier caso, y más allá de su disconformidad con la Constitución, la prisión permanente no es una buena ley. No hace de la nuestra una sociedad mejor: no añade eficacia en la evitación de los delitos más graves y sí comporta un significativo deterioro de nuestros valores básicos.

103 PRIMEROS FIRMANTES by eldiario.es on Scribd

https://www.eldiario.es/tribunaabierta/Manifiesto-prision-permanente-revisable_6_749685080.html

Si es anticonstitucional el recurso lo dirá y tendrá que retirarse. Pero entonces habrá que buscar una alternativa porque estarás conmigo en que no puede ser que un tipo viole a diez niñas, vaya a prisión y salga con ánimos, medios y vigor para violar a otras diez. Quiero creer que en eso estamos todos de acuerdo.
 
Las leyes han de hacerse pensando en el conjunto de la sociedad, no desde las entrañas. No desde un dolor profundo que cada cual maneja como mejor sabe o simplemente puede. En todo caso, no todas las personas que han sufrido una pérdida irreparable en circunstancias particularmente trágicas, violentas o crueles se posicionan igual sobre asuntos como la reinserción o los procesos de pacificación. Aquí se nombran a unos familiares (los que estaban hoy en la tribuna de invitados en el Congreso), pero no a otros.

Que el cuerpo te pida en caliente la ley del talión se puede entender. Lo que es más difícil de entender es que sancionemos como "deseables" o "inevitables" dar pasos en esa dirección. Es decir, dar pasos hacia leyes primitivas en lugar de progresistas, sobre todo cuando partimos de la premisa de que estamos construyendo un mundo mejor ¿no? De lo que se trata es que de la Humanidad avance, no de volver a la Edad de Piedra.

En cuanto a casos concretos de delincuentes con alguna patología obsesiva-compulsiva o psicopatía que presentan un alto riesgo de reincidencia o de peligrosidad social, nuestra obligación como sociedad es buscar otros métodos o soluciones --apoyados en los avances terapéuticos, científicos, tecnológicos-- más allá de encerrarlos en un zulo y tirar la llave al mar. O de inyectarles un veneno mortal para poder tener la certeza absoluta de que nunca jamás volverán a delinquir. De lo que se trata, supongo, es de preguntarnos cómo hacer frente como sociedad a unos actos o actores "deshumanizados" sin deshumanizarnos en el proceso.

Si después de leerte todavía le queda a alguien dudas sobre los argumentos que nos asisten a los que estamos a favor de la derogación de la CADENA PERPETUA ENCUBIERTA, es que nos ha tocado vivir en un país mayoritariamente reaccionario, conservador y con un fondo oscuro que se siente mås cerca del autoritarismo y la violencia colectiva que de una búsqueda y un compromiso humanitarios.

Gracias por tu post!
 
Un apunte, es gracioso como Podemos hace muchísimas críticas a la Constitución, abogando siempre por cambiarla ya que no es efectiva ni eficaz, pero eso sí, el 25.2 va a misa. La reinserción y la reeducación social pa los niños malos es sagrada, lo dice la Ce. pobrecitos. Habrán sufrido.
 
De verdad que fácil es hablar desde la ignorancia y el desconocimiento.
Cuando vayáis a la cárcel y veáis el percal de primera mano, cuando seáis conscientes de las palizas a funcionarios de iipp, cuando veáis meter droga en las comunicaciones en los pañales de bebés (ya que no se pueden registrar), cuando veáis los pinchos carceleros hechos con escobillas del váter, cuando conozcáis a un kie.... Hablamos de reinserción social.
Muchos ddhh y mucho artí 25.2 CE, pero si leéis bien dice que ESTARAN ORIENTADAS, No quiere decir que todo el mundo de reinserte.
SÍ A LA PPR.
En cuanto a lo malos que somos, a la vuelta a la edad de piedra que algunos han mentado; dejad el Derecho, dedicaros a la literatura fantástica, en serio.
 
Si después de leerte todavía le queda a alguien dudas sobre los argumentos que nos asisten a los que estamos a favor de la derogación de la CADENA PERPETUA ENCUBIERTA, es que nos ha tocado vivir en un país mayoritariamente reaccionario, conservador y con un fondo oscuro que se siente mås cerca del autoritarismo y la violencia colectiva que de una búsqueda y un compromiso humanitarios.

Gracias por tu post!
La Justicia debida a las víctimas es reaccionaria, inhumana y muy autoritaria. Los que están a favor de la derogación están en posesión de la verdad y de toda la autoridad moral. Y juzgáis a los que no piensan como vosotros sin severidad: autoritarios, oscuros, violentos, etc...
 
Pues, mira. No soy sospechoso ni de lejos de ser de derechas pero, estoy completamente a favor de que, el que la hace, la paga.
Para que te hagas una idea, las prisiones españolas son hoteles de cinco estrellas en comparación con las belgas.
Que se lo digan al juez belga que ordeno informes de nuestras prisiones por el asunto de Puchi. Casi se le cae la cara de verguenza.

Huy, yo sí que me hago una idea.
Conozco (y muy bien, por cierto, las españolas).
Y no son resorts (aunque algunos privilegiados se hospeden en la sala de los linajes).
 
Vuelta al franquismo.

https://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20160909/154235559_0.html

El crimen de las estanqueras: tres inocentes ejecutados en el garrote vil
El suceso ocurrió en Sevilla en julio de 1952. Al tiempo el verdadero asesino reconoció su culpa.
10 septiembre, 2016 01:19
  1. EL CASO
  2. SUCESOS Y ACONTECIMIENTOS
  3. SEVILLA (CIUDAD)
Juan Rada @Juansrada


"Quiero confesar que hace casi 20 años fui yo quien asesinó a las estanqueras. No me arrepiento por ellas, sino por esos tres hombres que pagaron por un crimen que no había cometido".

Al fin se conocía la verdad de un sangriento crimen que había conmocionado a Sevilla. En el interior de un estanco de la Puerta de la Carne fueron encontrados los cadáveres de las hermanas Matilde y Encarnación Silva Montero. Habían sido acuchilladas de modo salvaje. Sin móvil aparente. Los asaltantes no tocaron ni se llevaron absolutamente nada.

Era mediados de julio del año 1952. El suceso produjo honda conmoción, dada la saña con que habían matado al par de señoras de avanza edad. Corrían tiempos difíciles y las autoridades se dieron mucha prisa para evitar una imagen poco edificante de aquella España en paz y tranquilidad que pretendían. Urgieron para que se resolviera el caso de inmediato.

La Policía no tardó en arrestar a tres delincuentes. Tras varios soplos no muy fiables fueron a por unos rateros que se dedicaban a pequeños hurtos: Juan Vázquez Pérez, Antonio Pérez Gómez y Francisco Castro Bueno, alias el Tarta. A los dos primeros los detuvieron cuando iban en tren a Madrid para alistarse en la Legión. El tercero tuvo que entregarse después de que la Policía incendiara el pajar en el que se ocultaba. Los había delatado, no muy convencido, su colega el Ojitos.

Al gobernador civil de la provincia, Alfonso Ortí Meléndez, lo único que le interesaba era poder presentar cuanto antes a los culpables. Destacado falangista en Sevilla durante la Guerra Civil, al que tres meses antes Franco le había impuesto la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, no quería enturbiar su carrera política. Un crimen sin resolver de este estilo podía constituir su tumba política.

DECLARACIONES CONTRADICTORIAS
Tras intensas sesiones de interrogatorios, en los que los detenidos negaron una y mil veces su autoría, terminaron por derrotarse. Al menos esa era la versión oficial. Todo resuelto en 15 días. Efectividad máxima de la Policía. 'Han confesado los asesinos de las estanqueras', titulaba El Caso.

Pero sus manifestaciones eran totalmente contradictorias. Después, la reconstrucción en la escena del crimen resultó un fiasco. Los tres comenzaron a desdecirse en sus declaraciones mientras que entre la ciudadanía se extendía la creencia de que eran inocentes. Les consideraban unos pobres diablos que estaban cargando con la culpa de terceros. La opinión general era que hubo demasiadas prisas por zanjar el asunto y la Policía lo solucionó por la vía fácil trincando a unos mangutas.

El desatino se prolongó durante del juicio. La confesión de los hechos que se aportó parecía más bien elaborada por los propios agentes que por los delincuentes, dadas las palabras y expresiones empleadas, totalmente inapropiadas y casi desconocidas para gente casi analfabeta. No pasaban de conocer el código de los ladrones: realizar el robo, cubrir al compañero y nunca jamás colaborar con 'la pasma'.

Los acusados se retractaron de sus confesiones. Las huellas dactilares que se hallaron en el estanco no coincidían con ninguna de los encartados. Las armas homicidas no habían sido encontradas. Además, desaparecieron cinco folios del sumario.
La sentencia trataba de explicarlo de modo sencillo. Demasiado. Esperaron a que Matilde se dispusiera a salir del estanco, a la hora del almuerzo, para abalanzarse sobre ella y exigirle el dinero. La mujer intentó huir, lanzando gritos de socorro, pero Juan se le anticipó cerrando la puerta. Mientras, Antonio y el Tarta la apuñalaban 13 veces en el cuello, pecho y brazos, atravesándole el corazón. Al oír el escándalo se asomó su hermana, a la que dieron 16 cuchilladas, seccionándole la yugular.

¿Por qué no se llevaron nada?, era la pregunta que hacía la defensa. Bajo el mostrador habían quedado 600 pesetas y, guardado en una caja de puros, un fajo de billetes que superaba las 7.000. Según el fiscal no robaron a causa de que perdieron la serenidad y registraron de forma desordenada. Cualquier experto en criminología sabe que el ladrón que excepcionalmente se ve empujado a un delito con violencia, no se ensaña con la víctima.

Carecían de evidencias sólidas para procesarles. Decía Sócrates que “un indicio es un indicio, dos indicios son dos indicios, tres indicios son una prueba”. En este caso tan sólo unas pequeñas manchas de sangre en una camisa sin identificar. Constituyó la mayor pieza de convicción.

Tras un brutal doble asesinato lo lógico es que la prenda hubiera quedado empapada casi por completo. Además, como en aquella época aún no se trabajaba con el ADN, los peritos se limitaron a comprobar el grupo sanguíneo de la muestra (A, B, AB y O) y a cotejarlo con el de las difuntas. Era fácil que se diera la coincidencia.

Quedaba claro que no se habían aportado las debidas pruebas. Tan solo alguna circunstancial que convirtieron en concluyente. No existía una razón convincente para incriminarles, excepto unas discordantes confesiones logradas a la fuerza. Por todo ello la defensa solicitó la absolución. El fallo no se hizo esperar: pena capital.

Veredicto que indignó a muchísimos sevillanos, que confiaban en la exculpación de los acusados. En la ciudad de la Giralda no se había llevado a cabo ninguna ejecución ordinaria desde el año 1924. El alcalde, el obispo y numerosos ciudadanos suplicaron el indulto. Meses antes Franco había aplicado dicha gracia a varios presos políticos en su afán por lograr el beneplácito de EEUU.

Mientras en los despachos se intentaba a la desesperada evitar el ajusticiamiento, los reos buscaron refugio en la religión. Sus celdas se llenaron de crucifijos, estampas, cirios y rosarios. Rezaban por su alma, dado que ya no podían hacer nada por su cuerpo.


Los cuerpos sin vida de las estanqueras.

ANTE ELPATÍBULO CLAMARON POR SU INOCENCIA
Con paso firme acudieron a su cita con la muerte. Estaban concienciados desde hacía demasiado tiempo de que no quedaba salvación humana para ellos. La única era la de la otra vida. Por ello se la habían encomendado fervientemente a Dios. "Aunque este delito por el que morimos no lo hemos cometido, hemos realizado otros de los que esperamos que Dios nos perdone", reconocieron camino del cadalso.

El Tarta fue quien ofreció una imagen de mayor fe y decisión antes de ser ejecutado: "No he matado a las estanqueras, pero pago por mi mala vida".

El ajusticiamiento se efectuó de modo lento e irregular. El verdugo, Bernardo Sánchez Bascuñana, un sevillano que vivía en Granada, llegó borracho. De todos modos era algo habitual dar de beber abundante a los sayones con el fin de que a última hora no se echaran para atrás. Pese a su experiencia en el oficio, dado que había realizado con anterioridad una docena de ejecuciones, no atinaba debidamente con la argolla.

El garrote consistía en un collar de hierro que, por medio de un tornillo con una bola al final, retrocedía produciendo la muerte al romper el cuello. Pero cuando no se hacía de modo correcto provocaba el estrangulamiento, con lo que la agonía se alargaba terriblemente entre aullidos y contorsiones del ajusticiado. El Tarta y sus compañeros se retorcieron de modo espantoso hasta que expiraron.

Numerosas lágrimas brotaron en los ojos de todos los presentes. Era la expresión de que compartían el dolor de los familiares de unos infelices, delincuentes de tres al cuarto, pero lejos de ser crueles asesinos. Aún permanecía vivo en el recuerdo la grave tropelía jurídica de 'el crimen de Cuenca', en el año 1910, por el que fueron condenados un par de inocentes. Tras numerosos interrogatorios y torturas habían reconocido la autoría de la muerte de un pastor que estaba vivo y ajeno por completo al drama.

YO CONFIESO
La defensa no arrojó la toalla. Siguió peleando en pos de la verdad. Manuel Rojo Cabrera escribió un libro titulado El proceso por la muerte de las hermanas estanqueras. Minucioso informe en el que daba cuenta de la debilidad de los argumentos esgrimidos por la acusación. Rebatía la validez de las escasas pruebas aportadas por el fiscal, poniendo en entredicho los testimonios no muy fiables de los testigos y cuestionando la validez de las confesiones extraídas bajo tortura. Una diatriba en toda regla contra el tribunal.

Claro y contundente en sus manifestaciones: "No es lógico pegar 16 y 13 puñaladas para no llevarse nada. ¿Que tenían prisas? Lo que sucedió es que los asaltantes no iban buscando el robo. Por la forma de matar lo que había era odio. Y estas mujeres no se conocían de nada con los acusados. En mi larga carrera profesional no he visto cosa igual".

Un antiguo periodista de El Caso, el director cinematográfico Pedro Costa, lo eligió para su serie La huella del crimen, emitida con gran éxito por Televisión Española. Investigando el asunto para elaborar el guion entabló contacto con el religioso que los atendió en la última etapa de su vida, fray Hermenegildo de Antequera. Éste había solicitado al cardenal Segura que intercediera a favor del indulto, sin resultado. Fue un consuelo para ellos, después de que se volcaran hacia Dios, y les acompañó hasta el pie del garrote.

La huella del crimen fue una serie de TVE en la que se recreó este caso.

Aunque inicialmente se mostraba reacio a hablar del asunto, terminó por hacerle una gran revelación. El franciscano había colgado los hábitos y deseaba que al fin se conociera la verdad.

Transcurridas casi dos décadas de la ejecución de los tres condenados un hombre con buen porte y excelente aspecto se presentó en su confesionario. Después de preguntar por él le consultó si estaba obligado como sacerdote a guardar el secreto de lo que iba a decirle. Después de que el religioso asintiera el extraño visitante reconoció su culpabilidad como asesino de las estanqueras. Y le explicó cómo había llevado a cabo tan bárbaro salto.

Su identidad lógicamente ha permanecido en el anonimato. Nunca se ha podido saber de quién se trataba. Un hecho real que parece remontarnos a la película Yo confieso, de Alfred Hitchcock.

Personas próximas a las víctimas comentaron que, tras la Guerra Civil, las hermanas Silva habían delatado, en su localidad natal de Estepa, a gente de izquierdas que acabó ante el paredón. Una vez más se hizo válido lo de que la sangre llama a la sangre, desembocando en un brutal ajuste de cuentas.

En dicha localidad nadie quiere revivir el suceso. Prefieren dejarlo arrinconado en el baúl del olvido.

"La descripción del crimen que hizo en el confesionario fue amplia y exacta, revelando incluso detalles desconocidos del asalto. Estaba claro que era él. Los remordimientos por la ejecución de tres inocentes no le dejaban vivir y quería descargar su conciencia revelando un secreto que había mantenido oculto largo tiempo. El delito estaba a punto de prescribir y quería dejar en buen lugar el nombres de los ajusticiados", me comentaba Pedro Costa con motivo del 60 aniversario del semanario El Caso. Hace tres meses fallecía tan gran cineasta y periodista.

Diversos autores han tratado este impactante suceso que, a pesar del paso de los años, continúa vivo en la memoria colectiva. Basándose en esta oscura trama Alfonso Grosso expuso, en su novela El crimen de las estanqueras, una teoría a modo de ficción sobre base real. Describió como el hijo de una de aquellas víctimas, liquidada por rojeras, vino desde el extranjero, donde llevaba años residiendo, para desquitarse. Las acuchilló cual Orestes que vindica a su padre al grito de Los muertos matan a los vivos, que relató Esquilo.

La sangre en el suelo y paredes fue el eco de su ira. De inmediato regresó a su país de residencia, donde había montado una perfecta coartada para que no se notara la ausencia. Aplicó el refrán de que la venganza es un plato que se sirve frío.

Todavía persiste entre la gente de aquella época la convicción general sobre la muerte de tres inocentes, cuyo pecado fue moverse en los bajos fondos. Eran tiempos de caciquismo, hambre y desesperación. Las autoridades trataban de mantener por todos los medios sus principios de orden, fortaleza y paz. Y alguien tenía que pagar, a la mayor brevedad, por tan execrable delito.

Hace tres meses, con motivo de la serie de TVE El Caso. Crónica de Sucesos, el programa Informe Semanal dedicó un reportaje a este semanario y al asesinato de las dos hermanas en Sevilla, el primer suceso de sangre que publicó en su dilatada historia. Intervine en el mismo junto con Manuel Rojo y su hijo Enrique, también penalista.

A pesar de su avanzada edad, el defensor del Tarta recuerda bien lo que pasó: "Fue un zambombazo para Sevilla, que llegó a encender a España. Incluso, fuera de España". Argumenta que basó toda su defensa, evitando por ello un fuerte enfrentamiento con los jueces y el fiscal, "a ver si conseguíamos que no los mataran". Se movió mucho por Sevilla y también por Madrid buscando el indulto, pero su esfuerzo resultó estéril.

Tres inocentes acabaron en el garrote vil. Simples chivos expiatorios que pertenecían a un lumpen que intentaban sobrevivir en condiciones muy duras. Se orquestó una campaña de linchamiento en contra de ellos.

En el lenguaje popular andaluz ha quedado una cruel expresión: "¡Es más malo que el Tarta!". Un infeliz, al igual que los otros dos compinches, que pagaron con su vida para salvar el buen nombre de ciertas autoridades.

"Esos tres van al garrote porque yo no pierdo mi cargo", recuerdan que llegó a manifestar algún preboste cuando fueron detenidos. Historias de la España negra.
Demagogia. El franquismo como comodín del público. No hay pena de muerte.
 
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