Felipe y Letizia, viaje a Japón del 4 al 7 de abril, 2017.

Soy yo, una vez entré hace tres años y sigo alli. Cuando viene el señor Perez a rescatarme, tiene que salir en helicoptero porque saliendo no callo lo guio y lo enredo, su hija tambien ha venido y pasa igual, me empeño en guiarla y le hago perder el camino. Como a mi me dan pánico los helicopteros no encuentran la forma de sacarme de ahi.
Me partooo, Kasikasi:ROFLMAO:!
Me gustan los laberintos y lo que simbolizan. No te preocupe, no está sola, todos somos almas vagantes en busca de una salida.;)
 
http://www.revistavanityfair.es/rea...na-letizia-estilismo-viaje-a-japon-2017/23974
Lo que nos dijo (sin hablar) la reina Letizia en Japón
En este viaje de Estado la Reina ha dicho mucho con la moda que ha elegido para sus apariciones públicas.
Por ANABEL VÁZQUEZ

9 de abril de 2017 / 9:20
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Si cada vez que hablamos de moda tenemos que repetir que la moda es política resultaremos pesados y eso es lo único que no se debe ser nunca en la vida. Los Reyes de España han viajado a Japón para impulsar las relaciones institucionales, científicas y culturales, así como la cooperación económica y nosotros escribimos sobre el equipaje de Letizia. Se han reunido con emperadores, empresarios, expatriados y robots y hablamos sobre la ropa que ha elegido. Sí. Eso hacemos.

En los cinco días que ha durado esta visita de Estado la Reina ha lanzado varios mensajes. Ha hablado poco, al menos en público, pero ha dicho mucho. La ropa es una palabra y la moda una gramática. De sus apariciones hemos extraído algunas conclusiones:

NO HA HABIDO DUELO
Con una emperatriz de Japón no se puede competir. Duelo hay con primeras damas vestidas de Valentino o ex modelos progres. Duelo hay con otras princesas plebeyas. Con la emperatriz Michiko no hubo combate estilístico posible. Ella gana siempre y eso lo sabía Letizia. Hay que elegir las batallas y esta no era una batalla. Michiko es una emperatriz del Trono del Crisantemo: ese nombre solo sale en los cuentos. Y lo es de Japón, una cultura inaprehensible. Contra lo que no se puede comprender no se puede combatir.
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La reina Letizia se ha vestido de lo que es: de reina europea. La gran noche del viaje, la de la cena de gala en el Palacio Imperial, apareció con un vestido azul oscuro bordado con una gran falda de vuelo diseñado por Felipe Varela. Los frunces que propician el vuelo de la ropa son un rasgo de la cultura occidental. En Japón la ropa es bidimensional, se dobla en planos como se apreciaba en los kimonos que había entre los 150 invitados a esa cena. Ver ese juego de frunces y pliegues, ese cruce entre Oriente y Occidente, fue bonito.

COLOR DEL ESTE, COLOR DEL OESTE
La gama de colores elegida fue seria y fotogénica: La Reina vistió de beige, negro, rojo, burdeos, blanco, azul… Vemos su ropa y la relacionamos con un color sin esfuerzo. Eso no pasaba con las ropas de la emperatriz Michiko. Es imposible nombrar, con una sola palabra, los colores de los que vestía. En el recibimiento a los reyes lució un traje de chaqueta que podríamos simplificar con un greige, pero no lo era: estaba a mitad de camino entre el gris, el beige y un color que no existe. Miremos un momento las mangas de esa chaqueta. Ya podemos seguir leyendo. Igual ocurrió con la capa de la emperatriz en la cena de gala. No era blanca, ni color hueso, era, quizás, color del ala de una mariposa que solo se vuela al amanecer en el Monte Ibuki durante tres días y medio cada cinco años. Algo similar pasó con un rosa elegido por la princesa heredera. Rosa puede que sea el color del 2017, el de los millenials, pero en ese palacio quizás desconozcan esa fecha y esa generación. Ese rosa, leve, que casi parecía que se iba a deshacer, es imposible de describir. Esa misma sensación provocó el celeste de la cena de gala. ¿Alguien ha visto un cielo de ese color? Y así fue todo. Nosotros con rojos y azules. Ellas con… poesía. Punto para Japón.

EL GUIÑO
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Siempre que hay una visita de Estado se deslizan pequeños gestos de afecto en forma de señales. Letizia comenzó el viaje con uno tan discreto que casi no se percibía. Un abrigo rojo que lució para el primer acto oficial jugaba con un cuello ligeramente oriental. Ahí quedó el guiño. Guardaba la artillería pesada para la última noche, que es para cuando se guardan las artillerías pesadas. Para la cena con el primer ministro Shinzo Abe, y su esposa, Akie Abe, en el palacio de Akasaka, eligió un vestido que era, no un guiño, sino un beso al aire a una familia que mantiene una buena relación con la española. Era un vestido de terciopelo negro de Armani Privé de 2011 de manga larga con pliegues estampados laterales. La Reina no acostumbra a llevar piezas tan sofisticadas. Es reina, puede hacerlo. Le damos permiso sus súbditos.

ARMANI, EL RETORNO
Por alusiones hay que hablar de la marca italiana. Armani no suele entrar en Zarzuela, o al menos, de forma abierta. El último Armani mediático de la Reina fue el de su pedida. Ese traje de chaqueta blanco, quizás algo grande pero cierta gracia, nos enterneció. Una era monárquica que empezaba así no tenía mal aspecto, pero Armani tuvo que esperar catorce años para reaparecer en el armario de la reina. Lo hizo con un Privé, la línea más alta. Gran golpe de efecto. Confiese, majestad: ¿a que le gustó? ¿a que no es lo mismo? Nosotros nos entendemos.

REPETIR ES DE REINAS
El ropero que planificó la reina Letizia para este viaje fue tan previsible como irreprochable y funcional. La reina Letizia (y otras reinas y princesas) repiten ropa y joyas de manera estratégica. Así lanzan un doble mensaje: nosotras también lo hacemos y nosotras somos prácticas. La Reina repitió unos pendientes del joyero de Doña María de las Mercedes que ya usó en la boda del príncipe Federico de Dinamarca. También un chaquetón de Hugo Boss con el que ya apareció en Badajoz hace unos meses. El eje Badajoz-Tokio permite una repetición. Aprendamos de ella: si los momentos son lo suficientemente lejanos en concepto, tiempo y geografía la repetición resulta hasta simpática.

LO QUE LA REINA SE HA PERDIDO
Ay, los viajes de trabajo: no te dejan tiempo para nada. Por eso se llaman viajes de trabajo, y no vacaciones. Una visita de Estado, que es un viaje de trabajo más programado y con más apretones de manos, no permite escapes. Qué lástima. Japón es un paraíso para cualquier persona curiosa, como parecen ser los dos reyes. Cada vez más españoles viajan allí. En 2016, según datos de la Oficina de Turismo, Japón recibió 91.800 viajeros españoles en una cifra récord que supone un aumento del 19%.
Podrían haber hecho una ruta por Tokio para actuar como prescriptores para futuros viajeros. Podrían haberse perdido por Shinjunku para comprar camisetas a sus hijas en 109 o Marui con las que podrían noquear a sus amigos este verano en Palma. La Reina podría haberse dado el clásico paseo por Omotesando. Allí encontraría piezas de esas oscuras y extrañamente cortadas que parecen que no tienen nada especial, pero que luego te transforman en alguien interesante. O vaqueros, o una pieza buena de los grandes: Miyake o Kawakuvo. O podría haber comprado algún complemento en Archivando, para darse un aire de reina mundana. O podrían haber explorado los nuevos barrios de moda: Tomigaya, Nakameguro o Shimokitazawa. Todo eso cuenta como souvenir cultural.

Ver ese juego de frunces y pliegues, ese cruce entre Oriente y Occidente, fue bonito....MI NEURONA NO PUEDE PASAR DE ESTA FRASE SIN EXPLOTAR,INCREIBLE ME QUEDO SIN PALABRAS
 
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