Felipe VI visita a Arabia Saudí. Según la prensa Letizia se niega a ir.

Guerra en Yemen para renovar el pacto entre los Borbones y los al-Saud


Las reuniones que Felipe de Borbón mantendrá con los dos ministros saudíes responsables del uso criminal de las armas producidas por la industria española demuestra una visión de su papel como Jefe de Estado alejada de la mayoría social y los derechos humanos

Jon S. Rodríguez Forrest - Responsable de la Comisión de Relaciones Internacionales de Izquierda Unida para Oriente Medio y el Norte de África
09/01/2017 - 20:08h
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El rey saluda al monarca saudí Salmán en un encuentro anterior. EUROPA PRESS

Tras dos ocasiones fallidas durante 2016, Felipe de Borbón viajará finalmente a Arabia Saudí en este mes de enero para mantener y reforzar la antigua alianza que une la monarquía parlamentaria del Estado español con la monarquía absoluta y teocrática que gobierna la mayor parte de la Península Arábiga con puño de hierro desde la fundación del reino en 1932. Dada la opacidad que caracteriza a ambas monarquías, no conocemos el contenido concreto de la agenda, pero entre otras cosas pretende estrechar lazos reuniéndose con Muhammad bin Naif y con Muhammad bin Salman. El primero es el heredero de la corona saudí y ministro de Interior, y el segundo, además de su sobrino, es el ministro de Defensa y siguiente en la línea de sucesión a la corona.

Suponemos que en estas conversaciones hablarán de los cuantiosos acuerdos comerciales que en este momento mantiene el Estado español con Arabia Saudí. Las empresas armamentísticas españolas, estrechamente vinculadas al Partido Popular a través del exministro Pedro Morenés, se cuentan entre las principales proveedoras de material bélico a las instituciones saudíes. A pesar de las resoluciones del Parlamento Europeo exigiendo un embargo de armas a Riad por su participación en diferentes conflictos, en 2015 (el último año del que se disponen cifras) se exportaron armas por valor de 546 millones de euros a Arabia Saudí.

Y luego también está Navantia, la empresa que el Gobierno utiliza cada poco para chantajear algunas de las zonas, como la Bahía de Cádiz, más empobrecidas del Estado. Chantajean porque de esta manera lavan la cara de los acuerdos con los saudíes prometiendo empleo en algunas de las zonas con índices de paro más elevados a través de la construcción de buques de guerra en unos astilleros que han quedado prácticamente sin actividad tras las privatizaciones de gobiernos populares y socialistas, como si la construcción de unos pocos buques fuera a recomponer el tejido industrial que tanto se esmeraron en destruir González y Aznar.

El Gobierno español se ha justificado afirmando en diferentes ocasiones que la finalidad de dichas armas queda en organismos o empresas de carácter público. Esto es poco tranquilizador en un país que cuenta con una de las tasas de represión más elevadas del mundo y que se rige por una serie de leyes recogidas de una interpretación ultraconservadora de la religión dictadas por una familia real, los al-Saud, que no sólo dan nombre al país, sino que cuentan con poder absoluto. Cualquier gesto de oposición a los gobernantes o al estricto sistema de gobierno es sistemáticamente criminalizado y condenado, a menudo de manera violenta.

Debido a la opacidad del régimen resulta imposible conocer los datos concretos, pero organizaciones como la Comisión Islámica de Derechos Humanos (con sede en Londres y estatus consultivo para la ONU) o medios de comunicación como la BBC hablan de decenas de miles de personas encarceladas. Estas van desde Thamir al-Khidr, detenido y torturado por haber fundado una organización estudiantil con 19 años, hasta el poeta palestino Ashraf Fayadh, en la cárcel desde 2014 por un poema considerado apóstata por los tribunales. La tortura es utilizada como un método de castigo a través de las condenas a latigazos, y la pena de muerte se aplicó en el año 2016 a más de 100 personas con métodos tan crueles como el decapitamiento, y por delitos tan diversos como el tráfico de drogas o la práctica de brujería.

La tortura también es utilizada por la policía secreta, la mabahith, de forma sistemática en su tarea de persecución de cualquier tipo de disidencia. Con este tipo de instituciones públicas, la venta de armas a las mismas no sólo es contraria a la Posición Común de la Unión Europea en materia de control de equipos militares y de armas convencionales, sino que desde luego tiene una compatibilidad más que cuestionable con los derechos humanos. Y en este entramado de diferentes cuerpos de control y represión, los materiales policiales exportados desde nuestro estado son usados para defender el statu quo monárquico.

Pero además de la represión interna, Arabia Saudí tiene un papel importante como potencia regional, llevándola a intervenir en los diferentes conflictos de manera más o menos directa. Diferentes estudios han podido probar que más de un tercio de la financiación que reciben organizaciones terroristas que operan en Siria como Daesh o Fateh al-Sham proviene de fundaciones privadas con sede en las monarquías absolutas de la Península Arábiga y el Golfo Pérsico. Arabia Saudí también juega un papel central en otro de los conflictos más importantes y silenciados de la región, la guerra en la que está sumida Yemen desde hace dos años y que ya ha costado más de 10.000 vidas y ha generado más de 3.000.000 de personas desplazadas.

Desde que se iniciase el conflicto armado, el ejército saudí ha estado directamente sobre el territorio yemení, así como tropas de Egipto, Marruecos, Jordania, Sudán, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar y Bahréin, todos ellos aliados saudíes a nivel regional y con estrechos lazos con los gobiernos occidentales. Además, se ha constatado la presencia de grupos mercenarios financiados por fundaciones saudíes que, entre otros, incluyen a antiguos miembros de los grupos paramilitares colombianos, además de otros combatientes ligados a la extrema derecha Latinoamericana. Su objetivo pasa por la imposición a un presidente títere como es Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, máximo valedor de los intereses saudíes en Saná y que sucedió en unas elecciones en las que fue el único candidato al anterior presidente, Saleh. Bajo mandato de Saleh comenzaron los cambios en Yemen tras el levantamiento de amplios sectores de la población por las duras condiciones económicas y las elevadas tasas de desempleo del país, uno de los más pobres del mundo árabe, así como los altísimos niveles de corrupción.

Al-Hadi es ahora reconocido por la mayoría de potencias mundiales, pero apenas tiene apoyos dentro del país. Gran parte del terreno está controlado por grupos rebeldes mayoritariamente de confesión hutí por un lado, y por al-Qaeda por el otro. Para lograr su objetivo de controlar el país, la monarquía saudí no ha dudado en bombardear toda clase de objetivos, incluyendo escuelas, instalaciones de organizaciones humanitarias (lo que ha provocado que la mayoría de ellas abandonen el país) u hospitales de Médicos sin Fronteras. Hay también informes de Human Rights Watch que hablan de la utilización por parte de los saudíes de armas contrarias a la legislación internacional como las bombas de racimo. Todo esto acompañado de una situación de sitio generada por las fuerzas saudíes que afecta a 20 millones de personas, el 78% de la población, y que dificulta el acceso de la población civil a recursos básicos como son el agua o los medicamentos, lo que ha sido tipificado como una forma de tortura por las Naciones Unidas.

La intervención saudí, cuyo objetivo es también controlar el estrecho de entrada al Mar Rojo, fundamental por ser la ruta para el petróleo y el gas extraídos en el Golfo Pérsico rumbo a Europa, cuenta con una implicación directa española. No sólo por el apoyo incondicional del Gobierno y la monarquía a los al-Saud, sino también por la amplia presencia de armas españolas. Entre los armamentos ilegales como las bombas de racimo o el fósforo blanco (que parece haber sido suministrado por los Estados Unidos) hay centenares de armas fabricadas en el Estado español. Gracias a las imágenes difundidas por los hutíes de los arsenales capturados al ejército saudí y al trabajo investigador de la consultora ARES (Armament Research Services) sabemos del uso de granadas y lanzagranadas de la empresa Instalaza, con sede en Zaragoza. Estas son las armas llegadas a manos rebeldes, pero sabemos también de la presencia de más de cuatrocientos tanques españoles y otras armas de todo tipo, sin contar las que hayan ido a parar a manos de los grupos terroristas.

Estas armas están al servicio del interés saudí en controlar Yemen, sin importar el uso de métodos contrarios al derecho internacional y a pesar de las palabras pretendidamente tranquilizadoras del Ministro. Pero claro, el ejército saudí es un organismo público. Uno que comete crímenes de guerra, pero un organismo público al fin y al cabo.

Con todo, Felipe de Borbón no ha considerado relevante dar más datos de su inminente visita a Arabia Saudí. Parece que no hubiera suficientes motivos con todo lo expuesto para replantearse las relaciones preferenciales con esta monarquía teocrática que, además, impone un sistema de tutela sobre las mujeres por parte de su familiar barón más cercano (esposo, padre, hermano o hijo) y en el que los más de nueve millones de trabajadores y trabajadoras migrantes viven en situaciones de esclavitud y son a menudo víctimas de la trata en sectores como el trabajo doméstico, que emplea a más de medio millón de mujeres llegadas del sudeste asiático y África.


Las reuniones que Felipe de Borbón mantendrá con los dos ministros responsables del uso criminal de las armas producidas por la industria española demuestra una visión de su papel como Jefe de Estado alejada de la mayoría social y los derechos humanos, y centrada en la defensa de los intereses de las grandes corporaciones internacionales. Es lo que cabe esperar de una monarquía como la de los Borbones y como la de los al-Saud, intrínsecamente ligada a las multinacionales petroleras. Es lo que ocurre cuando ninguna de las dos ha sido elegida por el pueblo.

http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Guerra-Yemen-renovar-Borbones-al-Saud_6_599900036.html
 
Felipe VI, viajante en Arabia Saudí
Javier Valenzuela



Como supongo que Felipe VI hablará en inglés con los jeques saudíes con los que va a verse este fin de semana en Riad, le sugiero que emplee la fórmula Business as usual cuando le pregunten cómo van las cosas por España. No mentiría al transmitirles a sus anfitriones la idea de que, tras un período de ciertas turbulencias, las aguas se han remansado en España. Al menos lo han hecho para los intereses que él simboliza en la cúpula del Estado. La prueba, podría añadir, es este mismo viaje.


Cierto es que la gran mayoría de los españoles no vio el discurso de Felipe VI de la pasada Nochebuena, una aburrida sucesión de mantras conservadores sobre la indisoluble unidad de España, la buena salud de su economía y la amenaza del terrorismo. Millones de ciudadanos están lo suficientemente asqueados con el sistema que él encarna como para perder su tiempo viéndole en la tele. Pero también es cierto que muchos de ellos parecen haberse desesperanzado sobre las posibilidades de reformarlo. En este comienzo de 2017 lo que cunde es el desencanto.


Atrás van quedando la indignación expresada el 15-M y la combatividad de las protestas callejeras que le siguieron. El sistema ha jugado bien sus cartas: el relevo en Zarzuela, la promoción del partido naranja, el golpe palaciego en el PSOE, el cierre de filas de los medios de comunicación del IBEX, la criminalización de la disidencia… Ha conseguido hasta lo que parecía más difícil: la permanencia en Moncloa del mismísimo Rajoy con el apoyo de los Cebrián, Felipe González, Susana Díaz y compañía.


No fui de los que expresaron angustia durante los meses en los que España tuvo un Gobierno en funciones. Me maliciaba que, para los de abajo, iban a ser mejores que los anteriores y los siguientes. Los que tenían prisas por formalizar un nuevo Gobierno –ya se encargaban ellos de que solo pudiera ser defensor a ultranza del statu quo- eran los que deseaban que se descongelaran los recortes sociales, las ayudas con dinero público a bancos y grandes empresas en apuros, las subidas de precios regulados y de impuestos al consumo. Que es lo que ha venido ocurriendo en las últimas semanas.

En el otro lado, se ensombrece la ilusión que despertó Podemos en millones de españoles. Los de Podemos resistían bastante bien la campaña de satanización a la que le sometía el régimen del 78. Era tan zafia y rabiosa que los convertía en simpáticos para muchos de los que desean cambiar las cosas. Pero la actitud de algunos de sus dirigentes puede resultarles mucho más nociva. Se les ve demasiado felices por haber abandonado la calle para hacer declaraciones televisivas desde las instituciones, demasiado preocupados por cuestiones meramente partidistas, demasiado enzarzados en querellas de adolescentes en las redes sociales, demasiado politiqueros y poco políticos.

El sistema parece apuntalado –nadie puede decir por cuanto tiempo- y sus beneficiarios vuelven a dedicarse a lo de siempre, que es como cabría traducir al castellano Business as usual. En el caso de Felipe VI, a viajar a Riad como representante comercial de los fabricantes españoles del AVE Medina-La Meca y cinco buques de guerra. ¿Qué importa que Arabia Saudí sea uno de los Estados más crueles y fundamentalistas del planeta? ¿A quién le preocupa que haga la guerra en Yemen? ¿O que sea el promotor ideológico y financiero de la ideología salafista que está detrás de Al Qaeda y Daesh?

No hay que ser demasiado melindroso tratándose de los petrodólares saudíes. Si a usted le preocupan los derechos humanos, lo recomendable es no despegar la vista de Venezuela.

http://www.infolibre.es/noticias/op...m=smmshare&utm_campaign=noticias&rnot=1104952
 
Felipe VI, viajante en Arabia Saudí
Javier Valenzuela



Como supongo que Felipe VI hablará en inglés con los jeques saudíes con los que va a verse este fin de semana en Riad, le sugiero que emplee la fórmula Business as usual cuando le pregunten cómo van las cosas por España. No mentiría al transmitirles a sus anfitriones la idea de que, tras un período de ciertas turbulencias, las aguas se han remansado en España. Al menos lo han hecho para los intereses que él simboliza en la cúpula del Estado. La prueba, podría añadir, es este mismo viaje.


Cierto es que la gran mayoría de los españoles no vio el discurso de Felipe VI de la pasada Nochebuena, una aburrida sucesión de mantras conservadores sobre la indisoluble unidad de España, la buena salud de su economía y la amenaza del terrorismo. Millones de ciudadanos están lo suficientemente asqueados con el sistema que él encarna como para perder su tiempo viéndole en la tele. Pero también es cierto que muchos de ellos parecen haberse desesperanzado sobre las posibilidades de reformarlo. En este comienzo de 2017 lo que cunde es el desencanto.


Atrás van quedando la indignación expresada el 15-M y la combatividad de las protestas callejeras que le siguieron. El sistema ha jugado bien sus cartas: el relevo en Zarzuela, la promoción del partido naranja, el golpe palaciego en el PSOE, el cierre de filas de los medios de comunicación del IBEX, la criminalización de la disidencia… Ha conseguido hasta lo que parecía más difícil: la permanencia en Moncloa del mismísimo Rajoy con el apoyo de los Cebrián, Felipe González, Susana Díaz y compañía.


No fui de los que expresaron angustia durante los meses en los que España tuvo un Gobierno en funciones. Me maliciaba que, para los de abajo, iban a ser mejores que los anteriores y los siguientes. Los que tenían prisas por formalizar un nuevo Gobierno –ya se encargaban ellos de que solo pudiera ser defensor a ultranza del statu quo- eran los que deseaban que se descongelaran los recortes sociales, las ayudas con dinero público a bancos y grandes empresas en apuros, las subidas de precios regulados y de impuestos al consumo. Que es lo que ha venido ocurriendo en las últimas semanas.

En el otro lado, se ensombrece la ilusión que despertó Podemos en millones de españoles. Los de Podemos resistían bastante bien la campaña de satanización a la que le sometía el régimen del 78. Era tan zafia y rabiosa que los convertía en simpáticos para muchos de los que desean cambiar las cosas. Pero la actitud de algunos de sus dirigentes puede resultarles mucho más nociva. Se les ve demasiado felices por haber abandonado la calle para hacer declaraciones televisivas desde las instituciones, demasiado preocupados por cuestiones meramente partidistas, demasiado enzarzados en querellas de adolescentes en las redes sociales, demasiado politiqueros y poco políticos.

El sistema parece apuntalado –nadie puede decir por cuanto tiempo- y sus beneficiarios vuelven a dedicarse a lo de siempre, que es como cabría traducir al castellano Business as usual. En el caso de Felipe VI, a viajar a Riad como representante comercial de los fabricantes españoles del AVE Medina-La Meca y cinco buques de guerra. ¿Qué importa que Arabia Saudí sea uno de los Estados más crueles y fundamentalistas del planeta? ¿A quién le preocupa que haga la guerra en Yemen? ¿O que sea el promotor ideológico y financiero de la ideología salafista que está detrás de Al Qaeda y Daesh?

No hay que ser demasiado melindroso tratándose de los petrodólares saudíes. Si a usted le preocupan los derechos humanos, lo recomendable es no despegar la vista de Venezuela.

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Hay diferencias notables, mientras que el venezolano mata de hambre a su propio pueblo, los saudíes matan a los yemeníes y no dejan conducir a sus muheres, que deben estar contentas por que todavía no se han puesto de acuerdo para hacer una huelga general masiva de rodillas junticas, pa que no entre nadie.
 
Letizia se niega a viajar a Arabia Saudí y el rey irá solo
Felipe VI volará hasta el país de Oriente Medio este sábado 14 de enero. El viaje se había pospuesto anteriormente en dos ocasiones

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Ni pensaba visitar la península arábiga hace unos meses cuando se suspendió el encuentro, ni piensa hacerlo ahora. La reina Letizia (44 años) ha declinado asistir a Arabia Saudí, país al que sí irá Felipe VI (48) este fin de semana. El fallecimiento del Príncipe Turki bin Abdulaziz Al Saud, hermano del rey Salman (81), fue el motivo por el que el monarca español no viajó el pasado noviembre a Arabia. No era la primera vez que se aplazaba esta cita desde que se programó en febrero de 2016. Entonces, la situación de interinidad y bloqueo político desaconsejaron el viaje, que ahora tendrá lugar.

Felipe VI volará el próximo sábado 14 de enero a Oriente Medio hasta el martes 16 para responder a la invitación realizada por el Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas del Islam, según informa la Casa Real. Le acompañarán los ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis (61), y de Fomento, Íñigo de la Serna (45).

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Felipe VI con el rey Salman Casa Real

Las razones para una mujer como ella parecen obvias. Ya se explicaron en el artículo 'Letizia le hizo la cobra a Salam. ¿Se la hará a Trump?'. La reina nunca visitaría un país "que tiene un embajador en Estados Unidos, también de la familia Al-Saud reinante, que, preguntado si los aviones de Arabia continuarán bombardeando Yemen y matando a cientos de niños inocentes, responde: eso es como obligarme a decir que jamás pegaré a mi mujer; un país donde las mujeres tienen prohibido conducir; en el que las casadas no pueden viajar solas y son acompañadas por un cuidador, el mahren, siempre de la familia del marido; un país donde un bloguero, Raif Badawi, ha recibido 50 latigazos en público y está en prisión a la espera de los 950 restantes a que fue condenado; un país donde 150 personas han sido ejecutadas en los últimos años, por decapitación en su mayoría, en algún caso por oponerse pacíficamente a la familia reinante; un país que subvenciona miles de mezquitas por todo el mundo -en España, también- promoviendo el wahabismo, corriente religiosa musulmana radical; un país en el que las divorciadas no pueden entrar por ser consideradas adúlteras; donde las extranjeras, al entrar, son provistas de una indumentaria para vestir de manera “decorosa”; un país en el que las presentadoras de televisión, según una norma reciente, han de vestir una abaya (túnica) y un pañuelo negro porque, según ha dispuesto la Asamblea Consultiva de Arabia Saudí, las periodistas no pueden mostrar su belleza...".

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La reina Letizia en uno de sus actos en solitario el pasado mes de febrero. Gtres

Letizia tiene cada día más claro que ella es reina consorte y que su agenda y la de su marido el rey Felipe VI no tienen porque ser la misma. De hecho, mientras esta semana el monarca tiene que atender diez audiencias, la agenda de la reina solamente incluye dos. Este martes acudirá a una reunión de trabajo con la Asociación Española Contra el Cáncer y el jueves a otra con la Junta Directiva de la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER), una entidad con la que colabora activamente. En el resto de actos oficiales ni está convocada, ni se la espera.

La última vez que vimos a los reyes de España juntos fue en la Pascua Militar el pasado 6 de enero, en la que Letizia protagonizó un gesto muy comentado y criticado en las redes sociales al sacar de su bolso su espejo de bolsillo y retocarse los labios mientras Felipe VI y ella charlaban con el presidente de Gobierno Mariano Rajoy (61) y la Ministra de Defensa María Dolores de Cospedal (51). De momento no hay previsto ningún acto de los dos monarcas juntos.

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Letizia retocándose en su espejo de bolsillo. TVE

http://www.elespanol.com/corazon/casas-reales/20170109/184732338_0.html
Letizia por sí misma no puede decidir si va o no va a algún sitio. Si así fuera, se acabaron los actos con militares, curas y niños, que tanto le gustan; y bienvenidos los de la farándula, periodísticos y con la señora Obama. Es más bien que alguien ha discurrido que esa visita es muy importante a nivel económico y no quieren que una metedura de pata la eche por tierra.
 
Hay diferencias notables, mientras que el venezolano mata de hambre a su propio pueblo, los saudíes matan a los yemeníes y no dejan conducir a sus muheres, que deben estar contentas por que todavía no se han puesto de acuerdo para hacer una huelga general masiva de rodillas junticas, pa que no entre nadie.


El tema es que España vende armas a Venezuela también, mejor dicho el gobierno de Rajoy, mejor dicho Rajoy, no otros....


http://www.estrelladigital.es/artic...nezuela-92-millones/20160126143811269516.html



La venta de armas no debiera existir en ninguna parte, pero los intereses monetarios son muy poderosos sobre todo si hay comisiones de por medio e intereses de empresas de amigos o ex ministros a los que beneficiar.
 
Última edición:
Letizia por sí misma no puede decidir si va o no va a algún sitio. Si así fuera, se acabaron los actos con militares, curas y niños, que tanto le gustan; y bienvenidos los de la farándula, periodísticos y con la señora Obama. Es más bien que alguien ha discurrido que esa visita es muy importante a nivel económico y no quieren que una metedura de pata la eche por tierra.

A parte de ser una metepatas, la han dejado al margen de actos oficiales, no quieren que reste protagonismo a su segundo marido que está en plena proyección de lanzamiento para ver si sube en las encuestas la aceptación entre los españoles que de momento no cuela.
 
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