La boda de Luis Martínez de Irujo y Adriana Marín en el Palacio de Liria

Estos dos se lo montan de maravilla en su galería, Espacio Valverde

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Galerías Sumergentes

Mi nombre es Jacobo y co-dirijo, junto con mi mujer Asela, una pequeña galería en el centro de Madrid, Espacio Valverde un sitio mítico donde se organizan toda serie de proyectos y en el que se reúnen artistas, escritores, filósofos, y gente de todo tipo para conspirar.

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El programa de exposiciones es muy personal, una mezcla de artistas jóvenes muy contundentes y de outsiders que no es fácil ubicar en el mapa.

Dicho esto se nos ha calificado como una de las “Galerías Emergentes” de referencia en España, un término que no acaba de tranquilizarme. Da la sensación de que uno está en una especie de pantano viscoso tratando de sacar la cabeza mientras caen peñascos colorados del cielo.

Prefiero el término de galería sumergente: El propósito de una galería sumergente no es emerger, sino por el contrario, descender a mayor profundidad.

El filósofo italiano Giorgio Agamben, define lo contemporáneo como aquello que no coincide con su tiempo y precisamente por esta distancia o anacronismo comprende su época y es capaz de ver sus sombras. Agamben deja claro que ser contemporáneo no quiere decir refugiarse en un pasado nostálgico, ni nada parecido. Pero si la moda es lo que por su naturaleza nace ya muerto, lo contemporáneo vive en su tiempo de manera problemática.

Quizá por este motivo el extraño tándem que hemos formado mi mujer y yo ha dado con brechas abiertas muy prometedoras. Asela tiene la percepción y perplejidad de una persona de otra época y yo por el contrario he sido criado por máquinas y teorías post-modernas.

Cuando comenzamos a trazar una línea o discurso que reflejase las cualidades de espaciovalverde expresamos que los aspectos visuales debían tener por lo menos el mismo peso que los conceptuales.

Lo cierto es que siempre hemos valorado mucho lo plástico en la obra de arte y pensamos que hay un mensaje en el dominio de la materia que habla por si mismo y que no es necesario justificar con palabras.

Este fue el misterio que me hizo apasionarme por el arte, entender que una obra no es la mera ejecución de un plan, sino que cuando uno forcejea con la materia se revela una verdad que no se puede transmitir de ninguna otra manera.

Nos preocupa mucho la relación entre forma y contenido por eso nuestro mensaje social que existe siempre está en nuestro modo de hacer más que un discurso explícito.

El problema en muchas de las obras de arte de contenido social o documental está en la tremenda distancia que hay la mayoría de las veces entre forma y contenido, por no decir una contradicción absoluta. Cuántas veces hemos visto como una obra que denuncia un problema social se emplea como lavado de consciencia y dinero. Un coleccionista me lo dejó muy claro, cuando me confesó que se sentía culpable por ser un capitalista en un mundo lleno de necesidades. Gastando millones en arte de “contenido social” se sentía liberado temporalmente de su sombra.

El Arte en lugar de producir una reacción vital puede ayudar a neutralizarla. Al igual que los telediarios, con su bombardeo de información relámpago nos insensibilizan en lugar de concienciarnos.

Lo que buscamos no es un arte que “quiera acercarse a la realidad”, sino un arte real, en si mismo y por sus propios méritos.

El arte del siglo pasado ha sido una alucinante emancipación de límites y una apertura a todo tipo de nuevas percepciones y maneras de comprender. Pero para salvar este espíritu que amenaza con diluirse hay que luchar contra la constante desafección del mundo que nos rodea. El sumo enemigo ya no es la academia, sino la creciente virtualización y fragmentación de la realidad que la hace prácticamente imposible de acometer. La recepción pasiva de imágenes nos hace plantearnos incluso la amenaza de que desaparezca la propia posibilidad de representar o significar algo vivo.

Por eso para nosotros un lenguaje plástico trabajado con inteligencia es si mismo una posición ética.

Si queremos luchar contra el imperio de lo banal no basta con emocionarse artificialmente. Por eso nuestra galería va cada vez más enfocada a artistas que no se dejan llevar por sus emociones, aunque las tienen y fuertes. Su trabajo es extremadamente analítico siendo a la vez radicalmente plástico. Su objetivo central no es la expresión de su yo interno, porque el yo se expresa siempre, aunque uno no quiera. Su trabajo se centra en elaborar mundos y lenguajes a partir de los cuales sea posible sentir y pensar. Y para lograrlo han desarrollado su propio universo plástico.

La búsqueda y la proliferación experimental forman parte fundamental de nuestro trabajo, pero para que las nuevas ideas que palpitan en la cultura puedan cuajar en algo sólido es necesaria la disciplina.

Por eso si queremos ser libres quizá habrá que empezar a auto imponernos límites. Hace falta tocar muchas horas de piano para tener la libertad de hacer lo que uno quiera con él.

Y entonces las fiestas, serán fiestas y los excesos, excesos. Porque lo uno no vive sin lo otro, y sin contradicciones la vida desaparece y se convierte en una sopa, salada y fría.

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Jacobo Fitz-James Stuart (Madrid, 1981) Licenciado en filosofía en la Uam. Trabajé de programador y diseñador hasta que en 2005 comencé a co-dirigir Espacio Valverde.

Eso de "Espacio Valverde un sitio mítico" me suena a frase de Esni, nuestro entrañable magdaleno, ¿acaso sus bolsos con pompones no son míticos también?
 
A mí el vestido no me disgusta, es diferente y eso ya es mucho. Otra cosa es que ella no tenga el porte para llevarlo y tal vez que el velo y el peinado junto a la coronita de flores no le favorezcan nada no ayuda. Pero como bien dices se lo pone Eva Green o cualquier otra y estaría maravillosa. El problema no es el vestido, sino la novia.

Eva Green se pone un saco de patatas y parte la pana.
 
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Sofía Palazuelo, novia del futuro Duque De Alba
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Impresionantemente feos. De verdad, estoy sorprendida del bajísimo nivel de estilo y elegancia en esta boda, que a priori lo tenía todo para que hubiera sido una maravilla.
El dress code, en caso de existir, se lo han pasado por el forro y algunos van con los zapatos no muy limpios.
Hasta los vestidos de las damitas de honor son aburridos y sin gracia.
 
¿Y la flecha de la madrina, qué debe significar? De oro seguro que será, pero alguna razón debe tener para estar ahí.Hoy en día ya no hay glamour ni en las bodas.Ya no se ponen las madrinas todas las magníficas joyas heredadas.Una Hohenlohe no me diréis que no debe tener joyas para lucir en la boda de su hijo, y va se me mete una flecha señalando el hombro izquierdo.
 
La Palazuelo una chica muy mona, estilosa, elegante, segura de sí misma y tal, pero ¿tiene o tendrá el patrimonio suficiente para acceder a ser consorte del Duque de Alba?Porque parece que de jóvenes les dejan ir con quienes quieran, pero a la hora de casarse, se buscan gente que aporten patrimonio, que ahora ha quedado todo muy repartido, y hay que aumentarlo.
 
por una vez estoy a favor del artículo de Beatriz Miranda, LOC el mundo, 8 octubre:

la perfección existe, se llama hermanas Domecq.
si Inés es imprescindible en toda boda aristocrática, su hermana Mercedes fue la mejor vestida en el bodon de los Alba. Y además les queda otra hermana desconocida, la mayor, llamada Maria Jesús, y que ardemos en deseos de ponerle cara.
Las Domecq-Govantes son la versión sofisticada de las Peralta, no acuden a fotocoles de segunda, y su discreción les hace más elegantes y enigmáticas.
 
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