Veraneando en Sangenjo

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Veraneando en Sangenjo
Publicado por Manuel de Lorenzo
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Playa de Major (Sanxenxo). Al fondo, Punta Faxilda; a la izquierda, la isla de Ons. Fotografía: P.Lameiro (CC).
Una de las cosas que más me gustan de viajar es programar al detalle la ruta. Sentarme frente al ordenador con una libreta e ir anotando cada parada, cada desvío, cada rincón que merece la pena visitar. Resulta agradable adelantarse con la imaginación al propio trayecto. Ir visualizando el viaje mucho antes de emprenderlo. La planificación minuciosa del itinerario te permite, de alguna manera, viajar dos veces. La primera de ellas desde el sofá. Pero sobre todo te ofrece una posibilidad todavía más interesante: mandar la libreta al carajo, detenerte en algún punto al azar y elegir el camino que más te apetezca seguir. A veces no hay nada como un buen plan para poder incumplirlo a conciencia.

Por lo general, cuando uno husmea en blogs de viajes o webs de turismo, suele encontrarse siempre con los mismos destinos. Los mismos pueblos. Las mismas plazas. Los mismos monumentos. Son esos sitios estupendos que uno visita con vocación notarial: para dar fe de que existen, de que están efectivamente ahí, donde se indicaba, y tacharlos por fin de la lista. Pero a menudo, eclipsados por estos, acostumbra a haber en la misma zona un buen número de lugares fascinantes que el viajero rara vez descubre, ya que difícilmente figuran en las guías ni son especialmente conocidos por el gran público.

Lo comentaba hace poco con un amigo mientras desmenuzábamos por WhatsApp uno de los últimos capítulos de Fariña. En varias ocasiones se ha podido ver en la serie una pasarela que conecta una zona arbolada con un núcleo urbano. Una estructura metálica que, a modo de puente peatonal, formando un llamativo paisaje con el mar al fondo, se eleva sobre lo que parece ser un estuario. La imagen, que los directores de la serie utilizan en algunos capítulos como recurso habitual entre escenas, funciona como un retrato certero de la costa gallega y sus contrastes. Mi amigo me preguntaba qué lugar era ese, en qué parte de las Rías Baixas se hallaba y si era posible visitarlo, ya que había decidido pasar sus vacaciones de agosto en Galicia; concretamente, «veraneando en Sangenjo».

Le expliqué que la zona arbolada era el bosque adyacente a la playa de O Terrón, donde precisamente Sito Miñanco realiza, si no recuerdo mal, la primera descarga de cocaína en la serie. Le aclaré que la población con la que conecta la pasarela es Vilanova de Arousa, lugar de nacimiento de Valle-Inclán y Julio Camba, siendo la propia Ría de Arousa el pedazo de mar que se ve al fondo —y cuyas vistas merece la pena disfrutar con un albariño desde la terraza del bar que se encuentra justo al final de la pasarela—. Y le comenté que desde ese punto hasta el lugar en el que pensaba veranear, que por estas latitudes tenemos la sana costumbre de llamar «Sanxenxo» y no «Sangenjo», apenas hay media hora en coche recorriendo la autovía do Salnés y un par de vías rápidas interconectadas.

Y así comenzamos a hablar de lo mucho que mejora un viaje cuando, al planificarlo, a uno lo orienta alguien que conoce bien la zona; cuyos consejos no se limitan a los cuatro o cinco lugares típicos recomendados en las guías turísticas, sino que sirven para descubrir rincones a los que, de otra manera, y por desconocimiento, pocos turistas se acercarían. Porque en el caso de las Rías Baixas está muy bien visitar, por ejemplo, la playa de A Lanzada. Es uno de esos sitios que visita todo el mundo. A veces hasta puede uno tener suerte y encontrarse con algún paisano que le detalle alegremente cuántos familiares se le han ahogado allí —en Galicia a todo el mundo se nos ha ahogado algún ser querido en A Lanzada, aunque no se nos haya ahogado ninguno—. O visitar, qué sé yo, las Illas Cíes y su playa de Rodas, considerada por algunos como la más bonita del mundo. O el castro milenario de Santa Trega. O el casco histórico de Cambados. O incluso la madrileña playa de Silgar, en Sanxenxo. Pero las Rías Baixas son mucho más que eso.

Son el monumento a Julio Camba y la casa museo de Valle-Inclán en Vilanova de Arousa, así como la otra casa museo de este que se encuentra en A Pobra do Caramiñal —según el propio escritor, su nacimiento se produjo en un barco que hacía su travesía entre ambas poblaciones, situadas a ambos lados de la ría—. Las Rías Baixas son el Parque Natural do Carreirón, al sur de la Illa de Arousa, con sus dunas, sus marismas, sus bosques de pinos y sus playas salvajes. Si uno recorre el parque siguiendo el sendero de Os pilros, de unos cuatro kilómetros de longitud, puede verse gratamente sorprendido por la compañía de numerosos conejos, que habitan allí desde los tiempos en los que no había puente hasta la isla y había que acceder a ella en barca, así como por la presencia de varias especies de pájaros, cuya diversidad ha provocado la declaración del Carreirón como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

Las Rías Baixas son el faro de Punta Cabalo, en la propia Illa de Arousa, hoy convertido en un encantador restaurante sobre las rocas. Son una puesta de sol contemplada desde cabo Silleiro, en Baiona, con el océano Atlántico anocheciendo ante tus ojos. Son una tarde de vinos y tapas a la sombra del inmenso magnolio centenario que hay en el jardín del furancho Reboraina, un antiguo pazo perfectamente conservado situado en Redondela. Un municipio, este, desde cuya playa de Cesantes se puede coger un barco para visitar la Illa de San Simón, en el centro de la Ría de Vigo, protagonista de un paraje privilegiado que, además, merece la pena contemplar desde lo alto del mirador Campo da Rata, donde se encuentra —con permiso de los acantilados de Loiba— el banco con las mejores vistas del mundo.

Las Rías Baixas son un paseo por el monte A Guía, donde las esposas de los marineros vigueses encendían antaño hogueras que servían de faro a sus maridos para regresar de noche a casa. Son la réplica de la carabela Pinta en Baiona y también el Hidria Segundo, el último barco de vapor que queda en España y que se puede visitar en O Grove, en cuyo puerto está atracado. Allí mismo, a apenas doscientos metros, se encuentra el bar O Peirao, donde puede uno descubrir la historia del «camarada Luchof». Y la Taberna Meloxeira, un lugar ideal para comer. Todo eso son también las Rías Baixas. Como lo son el paseo de madera de Pedras Negras, justo en la otra punta de la península de O Grove. O las preciosas calas Menduiña, Francón, Areacova, Sartaxéns, Lagoela y Cova da Balea, todas ellas en Aldán. O el enigmático bosque encantado que se encuentra en esa misma parroquia y en el que se esconde un misterioso castillo abandonado.

Las Rías Baixas son las ruinas de la iglesia gótica de Santa Mariña Dozo, en Cambados, y la necrópolis del siglo IV de la parroquia de Noalla. Son una visita a los viñedos del Pazo Baión, en otro tiempo lugar de residencia de Laureano Oubiña. Son una comida con amigos en el restaurante Loxe Mareiro, situado en Carril a la orilla del mar. Son un paseo por las calles empedradas de Muros, cuyo casco histórico data del siglo X. Son unas ostras en Arcade. Una vuelta por la lonja de Cangas. La cascada del río Barosa. Los hórreos de Combarro. Las dunas de Corrubedo. Las Torres de Oeste en Catoira, construidas para proteger Santiago de Compostela de los ataques vikingos. Los faros de Cabo Home y Punta Subrido. Incluso los burros fariñeiros Emilia, Pardo y Bazán que viven en la Illa da Toxa son también las Rías Baixas.

Todo esto es lo que le recomendé visitar a mi amigo mientras conversábamos por WhatsApp. Un plan perfecto para aprovechar sus vacaciones de agosto «veraneando en Sangenjo». Le aconsejé anotar todos los lugares mencionados en una libreta y trazar una ruta en el mapa apuntando cada parada, cada desvío, cada rincón que le apeteciese visitar. Después solo tendría que subirse a su coche, conducir hasta las Rías Baixas y, cuando estuviese a punto de llegar, cuando por fin divisase a lo lejos el Atlántico, detenerse en una estación de servicio, tirar la libreta y el mapa a la papelera y hacer exactamente lo que le diese la gana. Que para eso son sus vacaciones y para eso ha decidido pasarlas en Sanxenxo. No se me ocurre mejor lugar.
http://www.jotdown.es/2018/05/veraneando-en-sangenjo/
 
Si señor, bonito lugar , la playa de A Lanzada y otra que tambien esta cerca de O Grove ,no recuerdo el nombre , tiene una pasalera que te lleva a unas cuantas calas.
Se come...rico rico rico.
Como diria Arguiñano
 
Sorry, pero a los que hemos nacido ahí, leer o escuchar "Sangenjo" nos hace llorar. Fuerte.
(Entiendo que así lo pone en algunos mapas y webs, pero... nada más lejos de la realidad. Nadie hace mención de esa manera, vaya, Sanxenxo siempre :D. Es una traducción muy rarita) Por lo demás, post muy chachi.
 
No te lo tomes a mal, pero el título del post me hace doler los ojos, está genial que a gente le guste Galicia, pero también deberían aprender el nombre de sus pueblos.
Es Sanxenxo, a mi foneticamente me resulta más difícil pronunciar Sangenjo que Sanxenxo.
Hay por ahí un chiste que dice "¿si son capaces de pronunciar Shakira por qué no son capaces de pronunciar Sanxenxo?"
 
No te lo tomes a mal, pero el título del post me hace doler los ojos, está genial que a gente le guste Galicia, pero también deberían aprender el nombre de sus pueblos.
Es Sanxenxo, a mi foneticamente me resulta más difícil pronunciar Sangenjo que Sanxenxo.
Hay por ahí un chiste que dice "¿si son capaces de pronunciar Shakira por qué no son capaces de pronunciar Sanxenxo?"

¿Y cómo se pronuncia? Yo vivo en Asturias, aunque no soy asturiana, y aquí Sanxenxo es un destino muy popular y querido, pero siempre le escucho a la gente decir "sanjenjo".
 
Bonito lugar Asturias, hay un pueblo precioso, es el ultimo antes de llegar a Ribadeo , los separa el puente sobre el rio, no recuerdo el nombre, pero tenia un paseo muy bonito, por las calas
 
No te lo tomes a mal, pero el título del post me hace doler los ojos, está genial que a gente le guste Galicia, pero también deberían aprender el nombre de sus pueblos.
Es Sanxenxo, a mi foneticamente me resulta más difícil pronunciar Sangenjo que Sanxenxo.
Hay por ahí un chiste que dice "¿si son capaces de pronunciar Shakira por qué no son capaces de pronunciar Sanxenxo?"
Bonita tu tierra, los faros.. impresionantes vistas desde el faro cabo ortegal
 
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