Hombre familiar, de talante profundamente religioso y amante de la tradición y el orden, Calvo Sotelo destacó como uno de los adversarios más tenaces de la República. Contra la "lentitud casi senil" de los conservadores de la CEDA y el propósito "bien claro" de los socialistas de instaurar su dictadura comunista.
Poco antes de su asesinato, pronuncia un famoso discurso que parece anticipar su destino: "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio"
Poco antes de su asesinato, pronunció un famoso discurso que pareció anticipar su destino y que, en palabras de su biógrafo Alfonso Bullón de Mendoza, "indudablemente habrá de figurar en todas las antologías parlamentarias". "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio", tal y como afirmó ante Dolores Ibarruri, a quien después se atribuyó la autoría de esa misma frase. "Has hablado por última vez", fue la respuesta, según algunos testimonios, de la diputada comunista.
La madrugada del 13 de julio, tras el asesinato del republicano José del Castillo, un grupo de oficiales se presentó en su casa en un coche del Gobierno. Calvo Sotelo fue obligado a acompañarles. Antes se despidió de su mujer, sospechando lo que le esperaba. A la mañana siguiente, su cuerpo aparecería en el depósito de cadáveres, muerto a tiros, donde sería identificado a mediodía.
Poco antes de su asesinato, pronuncia un famoso discurso que parece anticipar su destino: "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio"
Poco antes de su asesinato, pronunció un famoso discurso que pareció anticipar su destino y que, en palabras de su biógrafo Alfonso Bullón de Mendoza, "indudablemente habrá de figurar en todas las antologías parlamentarias". "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio", tal y como afirmó ante Dolores Ibarruri, a quien después se atribuyó la autoría de esa misma frase. "Has hablado por última vez", fue la respuesta, según algunos testimonios, de la diputada comunista.
La madrugada del 13 de julio, tras el asesinato del republicano José del Castillo, un grupo de oficiales se presentó en su casa en un coche del Gobierno. Calvo Sotelo fue obligado a acompañarles. Antes se despidió de su mujer, sospechando lo que le esperaba. A la mañana siguiente, su cuerpo aparecería en el depósito de cadáveres, muerto a tiros, donde sería identificado a mediodía.