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Alba Carrillo, en su blog: “La historia de María Lapiedra y Gustavo González me huele a chamusquina”
Los hombres te tachan de loca cuando les achacas una infidelidad, aunque haya pruebas. No es el caso de Gustavo González…
Por albacarrillo -
29/12/2017 09:02
Como buena subcampeona de ‘Supervivientes’ sé que con dos piedras se puede hacer fuego. Esta semana hemos podido observar atónitos que con una sola “Lapiedra” puede llegar a formarse una enorme columna de humo. Sea como fuere, esta historia me huele a chamusquina, hay gente quemada, gente escaldada y gente negra. ¡Que vengan los bomberos!
La historia de Gustavo y María es el serial que necesitábamos para las tardes de resaca tras las comilonas navideñas. La gente sale antes de los saraos para ver cómo se desarrolla esta rocambolesca historia. No recuerdo a mi abuela Eloísa tan “enganchada” a un folletín desde La dama de rosa. La mujer se levantaba por la noche para escribir sus conjeturas sobre los personajes en un cuaderno. Gustavo me cae genial, es un hombre discreto que siempre ha sido agradable conmigo, pero está demostrado que los seres humanos somos sorprendentes y cual mago inesperado nos ha dejado a todos atónitos en los últimos días.
Yo no puedo defender una infidelidad, jamás, porque es una traición a la confianza que nadie se merece. Pienso mucho en su mujer y me la imagino rota y deshecha, es un palo muy gordo y lo sé por experiencia. A favor de él solo puedo decir que al menos ha tenido la honestidad de reconocerlo y sufrir por la que, hasta ahora, era su mujer.
Normalmente los hombres infieles te tachan de loca, de ver donde no hay aunque haya fotos y testimonios con el esperpento de turno en Miami (Ups! perdón, me lo llevé a lo personal) te dejan destrozada y encima quieren quedar de hombres elegantes. Váyanse ustedes a la porra!
Sólo he visto a dos hombres asumir su desliz con cierta deferencia hacia la otra persona, Gustavo González y, en su día, Francisco Rivera. No es que les excuse pero da cierta tranquilidad al alma que asuman sus errores e intenten devolver un poquito de la dignidad robada.
Otros, encima de todo, se van a comer croquetas con Bertín y se ríen de que tengas que irte a una isla desierta para ahorrar y remontar la vida que el dejó defenestrada. Todo con un toque de humor rancio Kitsch, haciendo referencia a que todos los humanos debemos tener sauna en casa.
Vuelvo al tema que me disipo como Gustavo y María, La Pascualina. No me convence esta manera de querer como bien dice Gema López. Y lo de lanzar besos desde la cama ,aún caliente, conyugal tampoco lo veo bien, la verdad.
Pero lo más surrealista fue sin duda la entrevista en directo a la que se sometió en Sálvame, mientras masajeaban sus recién liposuccionadas patitas. ¡Qué grandiosidad! Es lo más bizarro que he visto en tiempo. Y eso que yo estoy curada de espantos.
Hablaba sin tapujos, enrolladita en su toalla de rizo azul, cual rollito vietnamita. Solo le faltaba la hoja de menta. ¡Ay Pascualina!, la de alegrías que nos vas a dar en el 2018… Vas a ser una maquina de generar raruneces y eso para la televisión es divino. Con Gustavo no te veo, pero dando muchas horas de televisión sí. En realidad, esto no ha hecho más que empezar.
Alba me deja sin palabras, más cínica no puede ser, la dejan, el pobre Feli casi no se la puede quitar de encima, dura "40 días sin dormir" rogando para que no se divorcie de ella y tiene el descaro de hacerse la digna.
Y ella pagaría por ser la tal María Pascual, es que eso era lo que ella quería, un culebrón así, inventó lo que quiso de Feli, pero el no pisó el trapo y no le siguió el juego. Me la imagino prometiendo a los de Sálvame que con todo lo que diría en el Deluxe, Feli saltaría y a los 8 días estaría él en el Deluxe dando su versión, pero nada le funcionó, él ha guardado absoluto silencio pese a todas las barbaridades que ha dicho y su culebrón pasó de moda.