Este refrán explica el agua que se puede beber cuando se encuentra uno en el campo. El agua estancada no es aconsejable para beber, pues suele contaminarse, podrirse y llenarse de verdín. Por extensión, cabe referirse a la conveniencia de estar activo para el propio bienestar.
Este refrán alude a la conveniencia de la lluvia en mayo, pues los campos y, en especial los cereales, se ven beneficiados con la lluvia en ese mes. Más tarde, por el calor, la lluvia es dañina. Es el caso de la lluvia por San Juan (24 de junio), perjudicial para las vides y para el trigo.
Advierte de lo peligroso que puede ser tomar agua que no fluye. En sentido general, critica al ocioso, al holgazán, por mantenerse inmóvil como el agua estancada.
El refranero previene contra dos alimentos que considera nocivos para la salud en función de su temperatura, pese a ser gratos al paladar: el agua, si está fría, y el pan, caliente. Suelen causar daño a los dientes y, además, el pan caliente es indigesto.