Perros.

PARA REFLEXIONAR. UNA CARTA HECHA CON AMOR.
De cómo tu perro cambió mi (nuestra) vida es un post publicado por Javier Ruiz en su blog Doblando Tentáculos. Es un texto maravillosamente escrito, que rebosa amor justo tras pagar el obligado peaje, y que deberían leer todos aquellos que han abandonado o maltratado a un animal.
Cuanta más difusión reciba este escrito, mejor. Hay que multiplicar las posibilidades de que lo lean personas que hayan abandonado o maltratado un animal, pero sobre todo es importante que llegue a aquellas que podrían llegar a hacerlo y tal vez estén a tiempo de recapacitar.
Nunca, bajo ninguna circunstancia, el maltrato o el abandono pueden ser una opción para nadie.
¡Hola! Esto es una carta extraña, pues no sé a quién le escribo. Solo espero que algún día, por suerte o por tenacidad, llegue a la persona que abandonó a Caos: nuestro perro, que antes no fue nuestro, sino de alguien que no lo merecía.
Llegó a finales de junio del 2012, y se fue la víspera del día de Reyes del 2015, de madrugada. Sí, has leído bien: la noche de Reyes del año 2015. Vivió dos años y siete meses más de lo que supongo creías, y yo hubiese empezado a escribir esta carta en el mismo momento en que nos despedimos de él si hubiera podido reunir el valor para sentarme en la mesa de trabajo junto a la que él descansaba varias horas al día.
Si todavía no sabes si fue tu perro, te diré que lo recogimos en la carretera antigua que conecta Corbera de Llobregat con San Andrés de la Barca (la Ctra. de Sant Andreu), a la altura de aquella finca que está tocando con una de las curvas cercanas al Eroski, donde solía haber una luz exterior siempre encendida por la noche. Y si por fin estás leyendo esto, aprovecho para asegurarte que no te guardo rencor —ni tan siquiera él lo hacía, creo—, solo quiero (queremos) hablar contigo un minuto. Quiero que me escuches, a mí, que tengo la capacidad de llamar tu atención, a diferencia de aquel que fue tu perro una vez, pero no más.
Lo sé. Sé desde el principio que vas a sacar el tema. Era un perro viejo. Lo vimos tras el frenazo en el camino que te comentaba en el párrafo anterior. No obstante, ni yo ni mi pareja pudimos subir al coche sin él; aquel jueves solo queríamos sacarlo de la carretera y darle un sitio donde pasar la noche, aunque a mí me rehuía. Rehuía a todos los hombres, y lo siguió haciendo durante semanas.
También te diré que al día siguiente no fui a trabajar, sino a dos o tres veterinarios, y no te voy a engañar. El primero nos dijo que lo mejor era sacrificarlo. El segundo, no. Pero ten por seguro que hubiésemos seguido buscando hasta encontrar a aquel que quería luchar por darle una vida mejor.
Ese mismo día se le diagnosticó la hernia de disco que tenía en la espalda y una artrosis de tipo dos muy avanzada. Debes saber que le ayudamos a fortalecer las articulaciones con ejercicios, paseos, medicación y visitas a la playa, buscando esa calidad de vida que creemos nunca había tenido.
Era un perro viejo, pero también era un perro bueno, ¿lo sabes? Le gustaban mucho los niños pequeños, pero no comprendemos por qué; y los quesitos. Y sobre todo era fuerte. Tras toda una vida de descuidos, se recuperó. Le cuidamos, y casi corría… Casi. Como te imaginarás, nunca volvió a correr, si es que dejaste que lo hiciera vez alguna. Pero paseaba con nosotros, y no hacía falta que se apresurase, ni suelto ni atado, pues no nos alejábamos nunca demasiado de él.
Al cabo de unos meses nos daba besos, y nos perseguía por la casa, y formaba parte de nuestra familia; y sé que le cuidamos el cuerpo, como se pudo, pero sobre todo le sanamos el alma. De eso sí estoy seguro.
Era alegre, fuerte, cabezón, sociable, cariñoso y muy bueno. Era todo eso, y más. Demostró valentía, fuerza, energía, ganas de vivir y mucho amor por todos nosotros, cuando por fin se le permitió. Ahora te pregunto a ti, a quien dejaste abandonado a Caos: ¿por qué lo hiciste?, ¿qué vida tenía mi perro? Y gracias. Gracias por dejar que nos permitiese cuidarlo y nos devolviese mucho más de aquello que alguna vez llegamos a darle. Quiero que sepas que era tan fuerte, que cuando tuvo que marcharse, hubiera querido seguir peleando por estar con nosotros; al final, se dejó ir. Y nosotros dos lloramos junto a él, durante horas. Si alguna vez lees esto, dime: ¿quién crees que llorará por ti? ¿Quién llorará por aquel que dejó solo, herido y en la oscuridad a un alma mucho más noble que la suya propia?
Si quieres puedes llamarme, escribirme, hablarme sobre la otra vida de mi perro, y recordar que todo aquello que tú no hiciste por él, lo hicimos nosotros. Y volveríamos a hacerlo, toda la vida, todas las vidas; porque no era a él a quien salvábamos, nos salvábamos a nosotros. Y si tú, o alguien de los tuyos lee esto, me gustaría que al menos lo supiese, que pensase en ello por un instante.
¿Por qué le abandonasteis? No te hablo desde el rencor; simplemente no lo entiendo. Y él tampoco lo hacía. Ahora está muerto, y puedes creer que poco importa (tienes razón); porque no importa cómo murió (lo hizo muy bien), solo cómo vivió; eso sí, su otra vida; su segunda vida.
Caos, te queremos. Y ni Argos, ni Dana, ni los gatos duermen en el colchón todavía. Solo lo miran vacío, mientras tú ya descansas para siempre en nuestros corazones.

 
41959016_1974219752642882_1766313452327927808_n.jpg
 
Back