Paquirri: sus mujeres y una herencia en el olvido (resaca del hilo de la boda de Kiko Rivera)

Tuvo varios rollos (Coronado, un actor sudamericano de culebrón...) y lo escondió tanto como pudo porque quería seguir vendiendo ser la viuda de España. Con Diego Gómez, que fue su primera pareja oficial después de Paquirri, también tardó mucho en reconocer lo evidente.

Diego Gómez, otro al que dió la patada en cuanto olió la pasta corrupta del Julian Muñoz -quitando de en medio a la Zaldivar, solo que ésta estaba hecha de la misma madera que ella-...

¡Qué perla de mujer, no me extraña que haya terminado entre rejas! Tantos años saliéndole todo bien, aunque fuera dejando "cadáveres" a su paso, la hizo creer invulnerable...

¿Alguien puede creer que la naturaleza avarienta de esta mujer no habria terminado trayendo problemas familiares ante los ojos de Paquirri?
 
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Paquirri en el callejón de la plaza de toros de Cádiz. El diestro tuvo máximo cartel en nuestra ciudad en sus tiempos novilleriles. Tuvo una peña, que lideró el desaparecido Paco Sánchez Sanchís, en la plaza de abastos. En el burladero el gobernador civil Santiago Guillén Moreno.

En cuanto a la familia Rivera Pérez, "no mandes a quien mandó, ni pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió".

¡Que jovencito, solo tenia 14 años! ¡Y en los toros, sin saber leer y escribir, es que es increible!
 
Antonio Rivera Alvarado había nacido en Barbate, el 17 de febrero de 1920. Su padre tenía un negocio de carnicería. Ya desde muy pequeño, le arrimaba becerros, para que el chaval le diera algunos pases. Quiso ser torero, pero no llegó a serlo en plenitud. Ayudado por el matador de toros, Pepe Gallardo, se presentó en Madrid el 7 de septiembre de 1941. No debió dejar mal ambiente, porque repitió el 29 de marzo de 1942, pero fue el principio del fin. Una novillada muy complicada, de Concha y Sierra, le cerró el camino de la gloria. Con dos dedos amputados, perdió la alternativa prometida y se quedó soñando lances. Al final, se colocó como conserje del matadero de Barbate.

Antonio Rivera Alvarado se casó con Agustina Pérez Núñez, una guapa tarifeña. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: José, Francisco, Teresa y Antonio. La semilla torera germinó en los dos primeros varones, y fue así, porque Antonio se llevaba a sus dos hijos mayores a algunos viajes. Un día, en la finca Tapatana, el mayoral lo presentó a los torerillos que buscaban la oportunidad en la tapia de la plaza de tientas. Antonio se embaló, contó sus andanzas por la Fiesta y revivió sus recuerdos, para convertirse en un héroe por unos momentos. José y Francisco le oyeron admirados y al volver a Barbate lo tenían decidido: serían toreros.

Antonio se convirtió en el profesor de sus hijos. Tenía la escuela de la calle y del toreo en su base. Comentaba siempre que era iguales, pero los que estaban alrededor sabían que José tenía clase y Francisco, corazón. El paso del tiempo confirmó estas premisas. Ambos llegaron a ser matadores de toros. José, Riverita, en los carteles, lo dejó pronto. Francisco fue una figura del toreo en toda línea. Llegó a esa meta que su padre nunca alcanzó.

Así, fue un permanente consejero para Paquirri, al que, antes torero que padre, siempre le exigió entrega al límite de sus posibilidades. El ambiente familiar era de pobreza extrema. Era preciso trabajar y los dos hermanos tenían que levantarse de madrugada para echar una mano. Poco después, el patriarca comenzó a organizar novilladas sin caballos. Después montó una plaza portátil en Barbate. Nunca se sabrá muy bien si para ganarse unas perrillas o porque pensaba que era la mejor forma de forjar a sus hijos en el toreo.

Cuando Riverita y Paquirri fueron toreros de cartel reconocido, pensaron que el mejor homenaje que podían ofrecerle a su padre era hacerlo matador de toros. Se rumoreaba que el primero sería el padrino y el segundo, el testigo. Antonio tenía algo más de 50 años. Nunca llegó a ser realidad aquel sueño. Antonio jamás volvió a quejarse de no haber alcanzado el grado de matador. El premio de su vida fue que dos hijos, y muy especialmente Francisco, llegaron a la cumbre de una Fiesta a la que él le había dado muchas horas a cambio, hasta entonces, de muy pocas cosas. En el trato personal fue un hombre afable y cordial, curtido por la dureza, pero de trato correcto.

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/11/opinion/20430952.html
Francisco Rivera Pérez (1948-1984). Aprendió a leer y a escribir, cuando ya era mayor, un veinteañero. Era casi un analfabeto. Contrató a un instructor personal, para que le enseñara todo lo que le faltó, la instrucción de la escuela pública. Sin embargo, su padre fue su instructor en el toreo, desde que practicamente era un niño.
 
¡Que jovencito, solo tenia 14 años! ¡Y en los toros, sin saber leer y escribir, es que es increible!
Acordaos de Manuel Benítez, el cordobés. Tiene una biografía con puntos similares al padre de Paquirri, sólo que éste triunfó. Era el cuento de la cenicienta, el pobre sin oportunidades, que llega a rico y héroe de todo el país. Primero estaba torear, después trabajar y si queda un minuto, aprender a leer y escribir.

Paquirri tenía buen fondo. Se acordó de toda su familia en el testamento de marras. Su familia era avariciosa, típico de padre y madre que lo dieron todo por esa apuesta y ese hijo. Entrenaron a sus hijos varones para el toreo.

Se necesitaba que todos los hijos trabajaran, desde niños. Por eso digo, que muchos jóvenes del blando franquismo no han conocido la escuela y mucho menos, el bachillerato. Si habías nacido en una región pobre, era lo que tocaba, por desgracia.
 
Antonio Rivera Alvarado había nacido en Barbate, el 17 de febrero de 1920. Su padre tenía un negocio de carnicería. Ya desde muy pequeño, le arrimaba becerros, para que el chaval le diera algunos pases. Quiso ser torero, pero no llegó a serlo en plenitud. Ayudado por el matador de toros, Pepe Gallardo, se presentó en Madrid el 7 de septiembre de 1941. No debió dejar mal ambiente, porque repitió el 29 de marzo de 1942, pero fue el principio del fin. Una novillada muy complicada, de Concha y Sierra, le cerró el camino de la gloria. Con dos dedos amputados, perdió la alternativa prometida y se quedó soñando lances. Al final, se colocó como conserje del matadero de Barbate.

Antonio Rivera Alvarado se casó con Agustina Pérez Núñez, una guapa tarifeña. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: José, Francisco, Teresa y Antonio. La semilla torera germinó en los dos primeros varones, y fue así, porque Antonio se llevaba a sus dos hijos mayores a algunos viajes. Un día, en la finca Tapatana, el mayoral lo presentó a los torerillos que buscaban la oportunidad en la tapia de la plaza de tientas. Antonio se embaló, contó sus andanzas por la Fiesta y revivió sus recuerdos, para convertirse en un héroe por unos momentos. José y Francisco le oyeron admirados y al volver a Barbate lo tenían decidido: serían toreros.

Antonio se convirtió en el profesor de sus hijos. Tenía la escuela de la calle y del toreo en su base. Comentaba siempre que era iguales, pero los que estaban alrededor sabían que José tenía clase y Francisco, corazón. El paso del tiempo confirmó estas premisas. Ambos llegaron a ser matadores de toros. José, Riverita, en los carteles, lo dejó pronto. Francisco fue una figura del toreo en toda línea. Llegó a esa meta que su padre nunca alcanzó.

Así, fue un permanente consejero para Paquirri, al que, antes torero que padre, siempre le exigió entrega al límite de sus posibilidades. El ambiente familiar era de pobreza extrema. Era preciso trabajar y los dos hermanos tenían que levantarse de madrugada para echar una mano. Poco después, el patriarca comenzó a organizar novilladas sin caballos. Después montó una plaza portátil en Barbate. Nunca se sabrá muy bien si para ganarse unas perrillas o porque pensaba que era la mejor forma de forjar a sus hijos en el toreo.

Cuando Riverita y Paquirri fueron toreros de cartel reconocido, pensaron que el mejor homenaje que podían ofrecerle a su padre era hacerlo matador de toros. Se rumoreaba que el primero sería el padrino y el segundo, el testigo. Antonio tenía algo más de 50 años. Nunca llegó a ser realidad aquel sueño. Antonio jamás volvió a quejarse de no haber alcanzado el grado de matador. El premio de su vida fue que dos hijos, y muy especialmente Francisco, llegaron a la cumbre de una Fiesta a la que él le había dado muchas horas a cambio, hasta entonces, de muy pocas cosas. En el trato personal fue un hombre afable y cordial, curtido por la dureza, pero de trato correcto.

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/11/opinion/20430952.html
Francisco Rivera Pérez (1948-1984). Aprendió a leer y a escribir, cuando ya era mayor, un veinteañero. Era casi un analfabeto. Contrató a un instructor personal, para que le enseñara todo lo que le faltó, la instrucción de la escuela pública. Sin embargo, su padre fue su instructor en el toreo, desde que practicamente era un niño.

Este tipo de hombres, que creen que los hijos le pertenecen y tienen que hacer lo que ellos digan a su mayor gloria, no la de ellos, me pone enferma. Explotando a sus hijos desde niños. Muy bien se portó Paquirri con él siendo ya adulto y consagrado. Cuando quiso casarse con Carmina el viejo intentó que no lo hiciese, porque lo veia enamorado y la niña bien esa, según él, podia echar a perder su carrera. Es la primera vez que él se enfrentó a su padre y dijo que se casaria quisiera él o no. Pero no era lo habitual, siempre intentando ayudarle y el viejo sin reconocerle jamás una buena corrida.

¡Vaya padre!
 
Paquirri formaba parte de una familia pobre de solemnidad. Muy pobre. Esta era la realidad, para muchos/as niños/as y adolescentes, del blando-franquismo. Agravado por el hecho de que vivían en la región de los señoritos andaluces.

Paquirri y hermanos tenían una familia. No conocieron las casas de monjas y frailes, que eran mucho peores que este tipo de padre. Muchos menores eran entregados, porque su familia no podía mantenerles y por lo menos, comían y tenían una cama. Su destino era de miedo, se cuentan horrores de esas casas de caridad o como las llamaran, para los menores.

Por otro lado, los hijos eran mano de obra para la familia. Se eliminaron los deberes escolares, por ley, porque la mayoría de los niños y las niñas trabaajban, después de la escuela y las vacaciones.
 
Paquirri formaba parte de una familia pobre de solemnidad. Muy pobre. Esta era la realidad, para muchos/as niños/as y adolescentes, del blando-franquismo. Agravado por el hecho de que vivían en la región de los señoritos andaluces.

Paquirri y hermanos tenían una familia. No conocieron las casas de monjas y frailes, que eran mucho peores que este tipo de padre. Muchos menores eran entregados, porque su familia no podía mantenerles y por lo menos, comían y tenían una cama. Su destino era de miedo, se cuentan horrores de esas casas de caridad o como las llamaran, para los menores.

Por otro lado, los hijos eran mano de obra para la familia. Se eliminaron los deberes escolares, por ley, porque la mayoría de los niños y las niñas trabaajban, después de la escuela y las vacaciones.

Era un vergüenza, esta fué la España con la que quiso terminar la República, donde la gente tuviese una vida digna, los derechos garantizados y los niños una enseñanza garantizada, como en Francia y los demás paises europeos, mientras que el sur de España seguía anclada en el atraso decimonónico. ¡Vaya salvación de España la de Franco!

Paquirri y tantos millones de niños fueron las victimas de una sociedad tan injusta, pero, no sé, no excusa que el padre no prefiriese no dormir trabajando en dos o tres trabajos para que sus hijos pudiesen ir unas horas a la escuela por las mañanas, a aprender lo básico y tener una infancia mínima en el patio de recreo jugando con sus compañeros.

¡Tampoco creo que sea de agradecer que un padre no dejase a sus hijos en una inclusa! ¡Solo hubiese faltado, era su deber sacarlos adelante, no solo engendrarlos!

De todos modos, un poco off topic, @azafrán, no entiendo por qué lo llamas "blando" franquismo. De blando nada. En 1963 dieron garrote vil a unos anarquistas - la pena de muerte seguia en vigor y se ejecutaba dentro de los muros de las prisiones, acuérdate de "El verdugo", de Berlanga - lo peor que podia pasarte es que te detuviesen y te llevasen a la DGS, porque solo salias vivo de alli si los polis querian, sino no pasaba nada, y el dictador murió matando -con las ejecuciones de septiembre de 1975 -. De blando nada, estaba disfrazado de bondadoso gracias al rebote del bienestar de la Europa de los 60, y la entrada de divisas por el turismo, pero políticamente de blando nada de nada.
 
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En la de arriba de lejos sí. En la de abajo me recuerda más a Julianín.

Como no sea en las patillas...

El Juliansín se parece mas a una mona de Gibraltar que a cualquiera de su familia, incluido el abuelo Ordóñez. Que se parecía al abuelo muchísimo lo decía y lo repetía la Carmina, con la esperanza de que lo mejorara en el testamento.

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¡Que jovencito, solo tenia 14 años! ¡Y en los toros, sin saber leer y escribir, es que es increible!

Hombre, lo que sería increíble es que estuviera sin saber leer y escribir en el observatorio de Maspalomas.

Pero si que tenia que ser listo y carismático, y muy sufrido mientras que se hizo un sitio en ese mundo tan cruel y tan despiadado.
 
Como no sea en las patillas...

El Juliansín se parece mas a una mona de Gibraltar que a cualquiera de su familia, incluido el abuelo Ordóñez. Que se parecía al abuelo muchísimo lo decía y lo repetía la Carmina, con la esperanza de que lo mejorara en el testamento.

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Ver el archivo adjunto 440058

Supongo que es por la cara redonda y todo eso, pero tienes toda la razón, jajajaja...
 
Hombre, lo que sería increíble es que estuviera sin saber leer y escribir en el observatorio de Maspalomas.

Pero si que tenia que ser listo y carismático, y muy sufrido mientras que se hizo un sitio en ese mundo tan cruel y tan despiadado.

No me he explicado bien. Queria decir que no habia podido ir a la escuela por su padre pero que de que aprendiese a torear hecho un crio si que se preocupó el tio. Es que me da ternura verle, tan crio, allí, en el coso, ya listo para que lo explotasen, porque no dejaba de ser una apuesta que el chaval pudiese triunfar, de hecho su hermano mayor se quedó en el camino, e incluso que pudiese matarlo un toro aunque aun no fuesen mihuras, ya me entendeis.

Era un buen chico, no cabe duda, y por supuesto que listo y carismático, podria haber sido lo que quisiera, no solo torero, de haber tenido la oportunidad, claro, porque de entrada empezar la vida ya trabajando de niño... y al crecer ¡ala, ya estaba criado, ahora a la arena con los toros! Nunca pudo elegir en realidad, su vida la decidió su padre.
 
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