Paparazzi Confidencial': Antonio Montero

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Si Jim Russo es un seudónimo, ¿la foto en la revista alemana es él? Porque usar un seudónimo y que tu cara sea pública no tiene sentido. Pero bueno, el libro en cuestión promete interesante.

Gracias por tu apunte. Pues no lo sè. La descripciòn que da Antonio Montero en el libro se ajustaba bastante (aunque, efectivamente, no del todo), a ese personaje del que yo hablo. Por eso yo pensè que era èl. Ahora bien, si, como dices, esta revista alemana ha publicado esa foto, seguramente estoy equivocada, y el tal Jim Russo puede ser efectivamente el de la foto.
 
Le arreó en una discusión? Ay Dios, yo me parto. ¿Como se nos pudo escapar este capítulo y el libro en general?

Sì, le agrediò. Cuenta que se le tirò al cuello con las unyas, y le dejò sangrando, con todas las huellas en la garganta. Hubo testigos. El libro acaba de salir, por eso se les ha escapado a muchos. Y como no le dan ninguna publicidad, pues mucha gente no sabrà siquiera de su existencia.

Pero sì, eso dice, entre otras muchas cosas. Espero no infringir demasiado el copyright transcribiendo pocos pàrrafos:

Antonio Montero: "Sabes si ella ha ido a algùn psicòlogo?"

Jim Russo: "Sì. Bueno....ella me dijo....puede que sea por eso tambièn, porque en su caràcter es muy explosiva....y duro, y rompiendo cosas....y tirando libros y estanterìas...pero duro. Màs de una vez se ha mostrado violenta"

A.Montero: "Contigo?"

J. Russo: "Sì"

A. Montero: "Cuando?"

Jim Russo: "Constantemente, y en muchos sentidos....." (Y aquì cuenta una anècdota de cuando le agrediò)

Os recomiendo el libro. Aparte el capìtulo dedicado a la Ortiz, es muy interesante y entretenido.
 
"Jim Russo:" le envié a Letizia un mensaje diciéndole que había concedido una entrevista- y recibí una llamada telefónica amenazante".

Resulta muy extraño que Jim después de tantos años de relación amorosa conozca el teléfono o mail de KK, si lo conocía, no hay que dudar por las declaraciones , será porque presuntamente estará en nómina? y van...

Está muy alterada y más que va a estar.
 
"Jim Russo:" le envié a Letizia un mensaje diciéndole que había concedido una entrevista- y recibí una llamada telefónica amenazante".

Resulta muy extraño que Jim después de tantos años de relación amorosa conozca el teléfono o mail de KK, si lo conocía, no hay que dudar por las declaraciones , será porque presuntamente estará en nómina? y van...

Está muy alterada y más que va a estar.
No necesariamente tiene que conocer el email directo de la KKKonZuerte... lo pudo haber enviado a ZarZu II y se lo hicieron llegar, pero sí no lo tenía antes, después de la llamada por lo menos ya tiene un número de teléfono :sneaky:
 
No necesariamente tiene que conocer el email directo de la KKKonZuerte... lo pudo haber enviado a ZarZu II y se lo hicieron llegar, pero sí no lo tenía antes, después de la llamada por lo menos ya tiene un número de teléfono :sneaky:

Hay un matiz importante:
"le envié a Letizia un mensaje diciéndole que había concedido una entrevista- y recibí una llamada telefónica amenazante".

Como tú dices diría:
Envié a Casa R .
 
Por lo visto su relación con la Casa Real desde las fotos del biquni a la KKKonZuerte no ha sido la misma

http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2008/670/1218924004.html

POLÉMICA | UNA EXCLUSIVA QUE NADIE COMPRA
El hombre que 'espió' a la princesa
Logró las fotos de Letizia en biquini y no consigue venderlas. Ha podido pedir hasta 150.000 euros. Él nos cuenta cómo las hizo
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MARIA G. AYUELA / ANTONIO MONTERO
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Varios medios la han considerado como la fotografía a conseguir este verano. Un remake de las imágenes de la Princesa Letizia en bikini harían las delicias de la prensa rosa. Cualquier medio del papel couché que las consiguiera las llevaría sin dudarlo en portada. Lo paradójico es que el reportaje que tanto desean ha pasado por las sedes de revistas que, en principio, eran candidatas a publicar este scoop sin ninguna quiera comprarlo. El material está guardado en el ordenador y en la cámara de Antonio Montero desde el pasado 5 de agosto.

El periodista asegura que el reportaje está apestado desde que trascendió cómo consiguió enfocar a la Princesa en traje de baño. Su presencia en la isla de Cabrera, donde había fondeado el Fortuna, causó malestar en el equipo de seguridad de la Casa Real, que lo descubrió y le pidió explicaciones. Antes de que Montero llegara a tierra firme, la hazaña era ya la comidilla de toda la profesión.

Interviú, ¡Hola!, Pronto, ¡Qué me dices!... Todas han desechado el material. Algunas fuentes del sector argumentan que tras el rechazo no se esconde una actitud de complacencia con la Familia Real sino la escasa calidad y el precio desorbitado de las tomas, por las que Montero habría pedido 150.000 euros.

Sin embargo, un material similar -Doña Sofía y Doña Letizia en la cubierta del yate real- se vendió el pasado año por 300.000 euros. ¡Hola! las compró a las agencias Korpa y Europa Press, que asumieron la autoría de las imágenes cuando las revistas ya empapelaban los quioscos.

Este precio no alcanza ni de lejos el millón de euros que se pagó, en 2002, por las fotos de la boda del matador Jesulín de Ubrique y María José Campanario, una de las cantidades más altas que se han cobrado por las fotografías que alimentan la prensa rosa local.

No siempre se llega a cantidades tan extremas. Pero el mínimo para una foto comprada por este tipo de revistas es de 100 euros; un reportaje, 2.000 euros.

Montero, que ya hizo correr tinta con sus fotos del Rey desnudo en una cala mallorquina en 1995, cuenta en Crónica cómo consiguió la foto más codiciada del verano. Para algunos, su osadía ha sido su condena. El asegura que no ha hecho nada ilegal.



Así conseguí las imágenes 'prohibidas'


ANTONIO MONTERO

«Como periodista freelanceque soy desde hace 22 años, siempre me he buscado el reportaje que me parece más puntero, desde el punto de vista tanto informativo como gráfico. No hay nada más legítimo para un reportero que aspirar a conseguir la mejor exclusiva del verano.

Siempre me han atraído las informaciones no oficiales de la Familia Real. Nadie me sugiere, nadie me envía, nadie me paga si no lo consigo. Hago lo que me parece más interesante y empleo para ello todos los medios que tengo a mi alcance. Me he movido muchas veces en esa difusa línea que separa lo legal de lo prohibido, pero siempre amparado por la deontología profesional.

Con esos mimbres, pensé en la manera de conseguir unas fotos de la Princesa Letizia en biquini. Al resto de los miembros de la Familia Real ya se las había hecho en innumerables ocasiones.

Diez años trabajándome los veranos de Mallorca me dieron los conocimientos para poder intentarlo. Sabía que el despliegue de seguridad que acompaña al Fortuna en sus desplazamientos por mar es impresionante: una fragata de la Armada, dos lanchas con potentísimos motores, varias zódiacs, buzos, un numeroso operativo terrestre: todo para garantizar la seguridad de nuestra Familia Real.

El Fortuna se reserva un lugar en el paradisíaco archipiélago de Cabrera para su uso exclusivo. Es una gran bahía de cerca de 600 metros de profundidad. Cualquier embarcación que ose entrar en tan particular recinto es interceptada rápidamente por las lanchas de la Guardia Civil. Sabía que en barco la aventura se limitaba a tener la suerte de que el yate real tuviera la popa al mar y que Doña Letizia estuviera en traje de baño en esos minutos. Había que idear otra manera en la que la audacia jugara más que la suerte.

SEGURIDAD

No me explico cómo para hacer ese tipo de fotos -que no tienen mayor importancia y que se hacen de cualquier mandatario o monarca del mundo- hay que jugarse la vida. Confío plenamente en la profesionalidad de las Fuerzas de Seguridad del Estado y en ningún momento sentí que mi vida corría peligro.

Pedí a un desconocido que me acercara a Cabrera a una distancia suficiente como para no ser interceptado por las lanchas que vigilan al Fortuna. Salté al agua con un bañador naranja, unas aletas amarillas y unas gafas de bucear. El equipo de fotografía lo llevaba en una caja estanca que sostiene a flote en el agua los más de 10 kilos de peso que incluyen una cámara, un teleobjetivo de 500 mm, dos duplicadores y una cámara de vídeo. No me cabían unos zapatos y ese fue mi primer gran error.

Antes de salir había grabado en el puerto de la Colonia de Sant Jordi, en Mallorca, un breve making off de la aventura que iba a afrontar. De salir todo bien, el reportaje tendría una gran repercusión mediática y tener esas imágenes me ayudaría a explicar cómo las había conseguido. Fue mi segundo error.

Ya en el agua, traté de alcanzar la costa de Cabrera. Tras un tiempo que se me hizo eterno llegué hasta un lugar conocido como la Cueva Azul. Atravesé la gruta y nadé pegado a las costa hasta la entrada de la bahía en la que se encontraba el Fortuna. Durante un largo rato estuve haciendo mi trabajo.

La zódiac salió de la bahía y costeó lentamente en una primera pasada. Me acurruqué contra las piedras cubriendo el equipo fotográfico y la barca se alejó. Seguí haciendo mi trabajo. Necesitaba un poco más de tiempo porque Doña Letizia bajaba, por fin, las escaleras para darse un baño. Ya tenía fotos de la Reina, del Príncipe Felipe, de las Infantas Leonor y Sofía y de sus invitados. A esa distancia apenas podía distinguir sus figuras. Un clik, otro, otro, y de nuevo la zódiac. Esta vez con más decisión y hacia donde yo me encontraba. Los guardias no tardaron en descubrir las aletas amarillas que había dejado en las piedras. No podía abandonarlas porque, si todo iba bien, las iba a necesitar para volver cuando terminara mi trabajo.

Permanecí inmóvil durante varios minutos, pero los guardias civiles de paisano no estaban dispuestos a marcharse sin aclarar qué podía hacer una persona dormida -pues eso es lo que me hice-, en un lugar tan escarpado e insólito.

Me moví lentamente. Sabía que no iba a ser tratado como un periodista, sino como un «sospechoso de atentar contra la seguridad de la Familia Real». No era la primera vez. En ese momento, a pesar de tener las fotos, sabía que había fracasado.

DESCUBIERTO

Me trataron con educación y profesionalidad y me llevaron a una embarcación mayor donde me ofrecieron agua. No podían creer la manera en la que había llegado y hablaron del gran problema que les había ocasionado. Lo entiendo. Es triste que no pueda solicitar el permiso necesario para realizar mi trabajo y no tener que entrar en conflicto con los escoltas cuyo trabajo es sacrificado y admirable. El objetivo de mi reportaje no era ridiculizar a la escolta de la Familia Real, como escribió una compañera en otro diario.

Me comprometí con los mandos policiales a no contar nada de lo sucedido, pero me sorprendió que a ellos les faltara tiempo para contar su versión a mis compañeros. Se dijo que yo había sido detenido y que había tenido problemas. Nada más lejos de la realidad. Tuve por parte de los escoltas un trato impecable. Les enseñé mis fotos y dejaron que me las llevara, pero vieron el vídeo y lo tomaron como un desafío.

Las imágenes tienen la calidad suficiente como para ser publicadas, no dañan la imagen de la Familia Real ni son ofensivas. No es una cuestión de dinero, sino de orgullo.

Hacer unas fotografías de Doña Letizia en bikini no es un delito. Hacer fotos de la Familia Real de vacaciones no es un delito. Soy periodista, no un delincuente, y no he violado ninguna ley para hacerlas ¿Alguien cree, realmente, que es delictivo captar unas imágenes de lo que un periodista puede ver a más de 600 metros del Fortuna?

¿Qué pasaría si en Baqueira Beret la Familia tuviera una pista de esquí ubicada en un parque natural del Estado para su uso y disfrute exclusivo y alejada de la mirada de la prensa? Eso es en lo que han convertido la bahía de Cabrera en la que el fabuloso Fortuna fondea sin consideración a la prohibición expresa de hacerlo, que afecta a cualquier otro tipo de embarcación en estas fechas.

No seamos hipócritas ni envidiosos. No ha habido fallos de seguridad. Cada uno ha hecho su trabajo: la escolta velar por la seguridad y la imagen de la Familia y yo hacer mi reportaje. Obtener estas fotos no es fácil, pero no es imposible. Que no quieran devaluar el mérito que tiene conseguirlas asociándolas a ilegalidades que nunca cometí.
 
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