Los investigadores sospechan que Ardines mantenía una relación sentimental oculta con la prima hermana de su mujer y que, al ser descubierta por el marido y presunto autor intelectual del crimen (un hombre vasco de 48 años), habría desatado sus celos y por eso habría urdido un plan para acabar con la vida del concejal, buscando la ayuda de un conocido y de los dos supuestos sicarios de origen argelino.