Pides imposibles..desafortunadamenteEl 1 de octubre se celebró un referéndum, ilegal porque el gobierno español no quiere ni oír hablar del asunto. Ni psoe ni C's. No, no y no a posibilitarlo de alguna manera, reformando la Constitución si hiciera falta. Y ese día, mal que les pese (ya lo creo que les pesa) más de dos millones de personas fueron a votar, y mayoritariamente, muy mayoritariamente dijeron SÍ a la República Catalana, que podremos estar de acuerdo o no, es muy respetable, pero resulta que la quieren y creen en ella. Tienen todo el derecho del mundo a elegir su futuro, como cualquier otro pueblo del mundo, y a ser escuchados y respetados.
Yo tengo muy en cuenta quién me puso las urnas para pronunciarme al respecto y quién intentó quitármelas. Y así lo hice, orgullosa y decidida, porque llevo muchos años queriendo dar mi opinión y hasta el mismísimo de la intransigencia habitual con que una gran parte de España y en especial sus dirigentes abordan este problema.
Nunca he entendido ni puedo entender por qué extraña razón hay que sentirse español, por coj*nes, porque sí, porque no hay nada mejor en el mundo mundial que sentirse español. Pues no señores, el nacimiento en un lugar u otro es puramente circunstancial (para mí), y cada uno es MUY LIBRE de darle la importancia que estime conveniente, de identificarse o no, de querer más o menos al lugar donde te parieron, de sentirlo... seas español, tailandés o de Burkina Faso.
Y si Cataluña, también mayoritariamente (que nadie dude de que el independentismo seguirá creciendo), quiere irse de España, se irá. No habrá cárceles ni tribunales que lo impidan. España, los españoles, tendríamos que hacer de vez en cuando autocrítica para analizar en qué hemos fallado, porque supongo que alguna responsabilidad tendremos. Si en el año 78 (por poner una fecha) la sociedad catalana aceptó con agrado la Constitución y el modelo de Estado que se decidió, y ahora, hay más de dos millones de ciudadanos que abominan de ello, alguna razón habrá, algo debe haber hecho mal nuestro país para que así sea.
Yo, como gobernante del reino, estaría preocupadísima y esbozaría razones, desde el sentido común, el diálogo, el acuerdo y la negociación, para intentar seducirles y convencerles de que juntos somos infinitamente más fuertes como nación y gobierno. Trataría por todos los medios de que la situación no fuese a peor. Escucharía con seriedad y responsabilidad sus argumentos, y si tras quemar el último cartucho no lograse mi objetivo, aceptaría un referéndum para que la gente se expresara libremente. ¿Cuál es el problema? ¿Que no queremos saber la verdad? ¿Que no aceptamos otras opiniones que no sean las nuestras? ¿Que nos creemos en posesión de la verdad absoluta? ¿Que no viviendo en Cataluña y desconociendo por completo su realidad, cómo son, cómo viven... nos atrevemos a imponerles nuestros modos, maneras y decisiones? ¿Pero quiénes carajo somos para actuar así?
Naturalmente, esto lo haría quien sabe que la palabra es la clave de todo en una democracia, no las prisiones y las continuas amenazas.
Tomo por un momento las palabras del president Puigdemont: "Así, no". Desde luego que no.