Ludwig van Beethoven: aniversario heroico, Año Beethoven

El año Beethoven: Así celebrará el Perú los 250 años del compositor
Mientras su obra concilia tradición y modernidad, su vida es ejemplo de lucha contra las limitaciones. Así celebraremos los 250 años del compositor alemán, teniendo al Gran Teatro Nacional como epicentro de la fiesta.
Beethoven es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte. (Foto: AFP)

Beethoven es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte. (Foto: AFP)

Enrique Planas
enrique.planas@comercio.com.pe
Actualizado el 12/01/2020 a las 08:26


Suena a revolución. No en el campo de la creación melódica,tampoco en el de la armonía o el contrapunto. La insurrección se basa en el ámbito de la forma, en cómo esta se impregna de drama. Cuando las orquestas del mundo empiezan la afinación para celebrar los 250 años del nacimiento de Ludwig van Beethoven, nos hacemos la pregunta desde el silencio: ¿qué define su mito?

Una partitura musical del compositor Ludwig van Beethoven durante una vista previa de una exposición en el museo Bundeskunsthalle. (Foto: AFP)

Una partitura musical del compositor Ludwig van Beethoven durante una vista previa de una exposición en el museo Bundeskunsthalle. (Foto: AFP)

Para el escritor y melómano aficionado Alonso Cueto, hablamos de una gran transformación en su época: “Nadie había compuesto con esas disonancias y desequilibrios. Por lo mismo, muchos la rechazaron”, afirma. “El director Daniel Barenboim afirmaba que Beethoven fue el primer compositor que mostró lo que siente ‘alguien furioso amarrado a una silla’. Esa sensación de rabia e impotencia, afín al espíritu romántico, es parte de la sensación de libertad que define su tiempo”, señala el autor de “La hora azul”.

En efecto, como señala Pablo Sabat, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario, Beethoven aparece en un momento crucial tanto de la historia de Europa como de la historia de la música. “Él es parte de una tradición que no desaparece, sino que evoluciona gracias a su producción musical y se convierte en una nueva forma de encarar la composición. Pongamos a Beethoven en otro momento histórico, previo a la Revolución Francesa, y quizás su contribución no hubiera alcanzado la misma magnitud”, advierte.

Bonn, Alemania. ¡La ciudad natal de Beethoven está de fiesta! ¿El motivo? El 2020 se cumplen 250 años del nacimiento del compositor. (Foto: Shutterstock)

Bonn, Alemania. ¡La ciudad natal de Beethoven está de fiesta! ¿El motivo? El 2020 se cumplen 250 años del nacimiento del compositor. (Foto: Shutterstock)

“Beethoven es quien abre las puertas, quien destapa la creatividad de los compositores posteriores. De esa manera, se desata una aceleración en el desarrollo de la composición que no se había visto antes y que aumentó todavía más desde la segunda mitad del siglo XIX para llegar a la aparición de muchos estilos paralelos en el siglo XX”, explica Sabat.

—Ojo a la sordera—

Como señala María Fe Sheput, conductora del programa “El momento histórico” de Radio Filarmonía, Beethoven es un compositor más clásico que moderno. Es el símbolo de la música clásica, en un sitial que creo solo comparte con Mozart. Sin embargo, su obra contiene un simbolismo que la hace aún más atractiva: la convivencia y la adaptación con la sordera. En efecto, para la divulgadora musical, la leyenda de Beethoven se fue construyendo no solo por la grandeza de su obra musical, sino por la gradual pérdida del oído hacia los 30 años de edad. “Esa paradoja hizo que se valorara aún más su obra. Que una persona reconocida e identificada como sorda produzca una música celestial eran aspectos que de por sí construyen un mito”, explica.

Ludwig van Beethoven fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo. (Foto: AFP)

Ludwig van Beethoven fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo. (Foto: AFP)

Como explica Sheput, existen diversos estudios, que señalan que el avance de la sordera en Beethoven lo llevó a abandonar las notas agudas en beneficio de las graves y medianas. “Ello de por sí implica que la convivencia con la sordera, adaptarse a ella (en esa época no había curación ni tratamiento) tuvo un correlato en su obra”, añade.

Por su parte, Pablo Sabat considera que la lucha del músico alemán contra su limitación también contribuye a la construcción de su leyenda. “Sin ella, probablemente Beethoven no hubiera alcanzado la altura a la que llegó. Todo esto lo convierte en un ícono inmenso del que ni siquiera el gran público puede escapar. Se puede no gustar de su música, pero creo que es prácticamente imposible no enterarse al menos de quién fue él”, afirma el músico.

El director y musicólogo José Quezada Macchiavello nos recuerda que la sordera del compositor alemán fue desarrollándose paulatinamente entre la ejecución de la segunda y la octava sinfonías. “Solamente la Novena Sinfonía, sus últimas sonatas de piano y cuartetos de cuerda y la grandiosa ‘Misa Solemne’ son obras compuestas desde el total encierro de su sordera, donde quedó recluido con una experiencia musical muy grande, luchando contra sus limitaciones. Una lucha en la que, sin duda, triunfó”, explica.

¿Qué es la música si su creador no puede escuchar su obra de manera fáctica? Sabat no cree que porque Beethoven no haya podido oír físicamente sus creaciones, no pudiera “escucharlas” internamente. “Definitivamente sí podía, y eso sumado a su conocimiento profundo de la composición, le permitió dejarnos sus últimas obras. Él sabía con seguridad cómo un acorde suena en sí mismo, o al relacionarse con otro; sentía las tensiones y las relajaciones en las frases, podía calcular las relaciones de volumen en una obra, etc.”.

El director de la OSN Bicentenario se atreve incluso a pensar que esta pérdida de la capacidad auditiva pudo haber sido una ventaja para Beethoven. “Le permitió una libertad mayor que la que podían haber tenido sus contemporáneos, lo que tuvo como resultado uno de los efectos más importantes que tuvo su música, que fue el de romper barreras y catapultar el progreso en la composición musical hacia el futuro. La gran mayoría de los compositores que lo sucedieron se relacionan de una forma u otra con Beethoven, por coincidir o por oponerse a él”, afirma.

—La celebración local—

Durante este año, los Elencos Nacionales del Ministerio de Cultura presentarán gran parte del repertorio de Beethoven. Por supuesto, la Orquesta Sinfónica Nacional interpretará sus nueve sinfonías, mientras que la programación de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil resulta especialmente novedosa. No solo interpretará el repertorio del compositor alemán, sino también el de compositores posteriores que evidencian su influencia. Obras de Schumann, Brahms, Liszt, Wagner, Franck, Mahler, Strauss, Bartók (conmemorando los 75 años de su fallecimiento), entre otros.

Será el Gran Teatro Nacional el que centralice las celebraciones del año Beethoven, que traerá además recitales de música de cámara, incluyendo todos sus cuartetos de cuerda, las 32 sonatas para piano, las sonatas para violín y violoncello, los tríos, obras para ensemble de vientos, etc.

Calendario Beethoven

“Fidelio”. Retransmisión desde la Ópera Estatal de Viena (Austria). 1 de febrero, 8 p.m.
Beethoven: Sinfonía N° 1 y N° 2, interpretadas por la Orquesta Sinfónica Nacional. 21 de febrero 8 p.m.
Las 32 sonatas de Beethoven. Ciclo de recitales comentados a cargo de Pablo Sabat, director de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario. Del 21 de febrero al 20 de noviembre, 7 pm.
Beethoven y el paisaje romántico. Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario. 28 de febrero, 8 p.m.
Misa en Do Mayor de Beethoven, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Trujillo y el Coro Nacional del Perú. 8 de abril, 8 p.m.
Concierto vocal dentro del ciclo de Música de Cámara de Beethoven. Sonatas para violín, violoncello y piano. 27 de abril, 7 p.m.
Beethoven y la filosofía del siglo XIX. Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario. 30 de abril, 8 p.m.
Tríos, quintetos, sextetos y cuartetos. Ciclo de Música de Cámara de Beethoven. Desde el 12 de mayo, 7 p.m.
Sinfonía N°7, interpretada por la OSN. 28 de agosto, 8 p.m.
Rundfunkchor Berlin & Concerto Köln de Alemania, en el Ciclo Sinfónico 2020 de la Sociedad Filarmónica. Dirige Gijs Leenaars. 17 de octubre, 8 p.m.
Sinfonía N°8, interpretada por la OSN. 20 de noviembre, 8 p.m.
Beethoven y el siglo XX. Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil. 26 de noviembre, 8 p.m.
Sinfonía N°9, interpretada por la OSN. 22 y 23 de diciembre, 8 p.m.


 
Viena a ritmo de Beethoven: la ciudad celebra el 250 aniversario del nacimiento del compositor
Se conmemoran 250 años del nacimiento de Beethoven y lo celebramos en Viena por todo lo alto.




Monumento a Beethoven en la Beethovenplatz


Monumento a Beethoven en la Beethovenplatz © WienTourismus / Paul Bauer





Paseo por el Opernring, una de las avenidas más majestuosas y espléndidas de Viena, mientras tanteo a ciegas el interior de mi bolso en busca de los auriculares. El viento frío del invierno austríaco me hiela la cara. O, al menos, lo que queda libre de ella: entre el gorro de lana y la bufanda apenas dejo espacio para ver y respirar.
Con los cascos ya colocados buceo en mi cuenta de Spotify en busca de la banda sonora perfecta para este reportaje. La música clásica siempre es adaptable a cualquier escenario. Suena bien en el contexto que uno quiera. Pero cuando hablamos de Viena… Cuando hablamos de Viena, no existe comparación.



Interior de la ópera de Viena


Interior de la ópera de Viena © Alamy

Empieza a sonar la Sonata para Piano nº8 de Beethoven, más conocida como Pathétique, en el preciso instante en el que me encuentro, de frente, con uno de los templos vieneses de la música: la majestuosa Ópera. Paradójicamente Beethoven nunca llegó a pisarla: falleció más de 40 años antes de que se construyera. Y, sin embargo, sus obras han sido interpretadas en ella en incontables ocasiones.



En el año en el que se celebran los 250 años del nacimiento del gran genio, Viena, proclamada Capital Mundial de la Música, se ha propuesto hacer sonar más alto que nunca sus creaciones. Así que mientras descubro todo lo que la ciudad austríaca supuso para Beethoven, subo el volumen y me dejo inspirar por él. Y no es por nada, pero esto promete…




SONANDO: SONATA PARA PIANO Nº14, CLARO DE LUNA

Aunque nació en Bonn, Alemania, los orígenes de Beethoven por parte de padre eran flamencos. No hizo falta que pasaran muchos años para que su virtuosismo quedara patente: a los siete años la joven promesa ya dio su primer concierto, y a los once, publicó su primera composición.



Fue a los diecisiete, y con una carta de recomendación para que Mozart le enseñara música bajo el brazo, cuando viajó hasta Viena para arrancar una nueva vida. Sin embargo, aquella aventura duraría más bien poco: a las dos semanas su madre cayó gravemente enferma y Beethoven regresó a su ciudad natal. De hecho, no hay constancia de que él y Mozart llegaran a conocerse nunca.

Grabado en el que se representa a Beethoven tocando el piano


Grabado en el que se representa a Beethoven tocando el piano © Getty Images

Al que sí conoció fue a Haydn, que en uno de sus viajes por trabajo a Londres, hizo parada en Bonn para proponerle al joven que volviera una vez más a Viena, donde él le daría clases. Y así fue: Beethoven llegó por segunda vez a la capital austríaca en 1792, donde permaneció 35 años. O lo que es lo mismo: para siempre.
Viena fue crucial para él: la ciudad donde desarrolló su carrera musical, donde compuso la mayor parte de sus creaciones y donde vieron la luz prácticamente todas sus grandes obras.


Aquí vivió amparado por diferentes mecenas de la nobleza, entre ellos los príncipes Lobkowitz y Kinsky, y el arzobispo Rudolph de Austria, que apostaron por él dándole trabajo, casa y sustento —4 mil florines mensuales, nada menos—. La capital austríaca fue, al fin y al cabo, el verdadero hogar de Beethoven. Aunque eso de los hogares… Nunca fue demasiado con él.

SONANDO: LA 5ª SINFONÍA




Arranca con fuerza la que muchos definen como una de las obras más importantes de todos los tiempos. Una composición que solo podía estar hecha por un visionario que, como todos los grandes genios, tenía un carácter algo… Peculiar.

Es habitual toparse con alguna de las 60 casas en las que Beethoven vivió durante sus 35 años en Viena


Es habitual toparse con alguna de las 60 casas en las que Beethoven vivió durante sus 35 años en Viena © Alamy

Tanto, que no llevó bien eso de establecerse en un único lugar: se comenta que Beethoven llegó a vivir, durante sus 35 años en Viena, hasta en 60 casas diferentes. Y no es ninguna broma.
¿La razón? Pues a saber, porque mientras hay quienes dicen que su complicada personalidad le hacía no llevarse del todo bien con los vecinos, otros cuentan que su afición por tocar el piano hasta altas horas de la noche tampoco le sirvió para simpatizar con ellos. Incluso se rumorea que, debido a la sordera que comenzó a afectarle a partir de los 30 años, hablaba tan alto que tampoco convencía demasiado a aquellos que vivían cerca.


Sea como sea, la cuestión es que, como consecuencia, pasear por Viena es ir topándose constantemente con algunas de sus antiguas casas, la mayoría declaradas Monumento Nacional —reconocibles por una bandera blanca y roja en la entrada—.



Una de ellas es la famosa Pasqualatihaus, de otro de sus mecenas. En pleno centro histórico, el barrio en el que se encuentra se halla como en una burbuja en la que aún se respira esa Viena del siglo XIX: pequeñas callejuelas, fachadas color pastel y suelos empedrados llevan hasta el pequeño apartamento en el que vivió de manera intermitente durante once años: entre 1804 y 1815.
Entre sus paredes, las mismas que hoy albergan un pequeño museo sobre el músico, compuso parte de la 4º, la 5º y la 7º Sinfonía, además de varias sonatas para piano y violín y dos de sus obras más famosas: la ópera Fidelio y Para Elisa.

Interior de la Pasqualatihaus


En la Pasqualatihaus compuso parte de la 4º, la 5º y la 7º Sinfonía © Alamy

Busco esta última en la aplicación móvil, miro a mi alrededor y la emoción me supera. Así suena Viena: a puro romanticismo. Con la mente muy, muy lejos, pongo rumbo a otro de los enclaves de la Viena de Beethoven: el Museo del Teatro.

SONANDO: SINFONÍA Nº3, HEROICA



Parece ser que Beethoven fue, durante mucho tiempo, un gran admirador de Napoleón Bonaparte, del que elogiaba el defender los principios de justicia y libertad. Por eso mismo le dedicó, en 1803, su 3ª Sinfonía, conocida como Heroica, que representó por primera vez en la hermosa sala del Palacio Lobkowitz —la dedicatoria, que se puede ver en el Museo Beethoven, fue tachada años más tarde por él mismo: parece que no le hizo tanta gracia que Bonaparte se autoproclamara Emperador de los franceses…—.


Pago la entrada al Museo del Teatro, que hoy ocupa las instalaciones del antiguo palacio, y subo ensimismada hasta la primera planta mientras contemplo las hermosas escaleras.
Allí se encuentra Heroica, nombre con el que fue bautizada la esplendorosa sala —¿alguien lo dudaba?—: en la actualidad continúa acogiendo conciertos de música clásica, aunque algo me dice que poco tienen que ver con aquellos que el Príncipe Lobkowitz organizaba de manera privada. ¿Un consejo? Recréate en las pinturas de sus paredes y techo: son simplemente maravillosas.

La Heroica


Recréate en las pinturas de las paredes y el techo de La Heroica © Alamy

En un pasillo del museo una antigua fotografía en blanco y negro del Palacio Imperial de Hofburg desvela la existencia de un pequeño edificio que hoy ya no está: el que albergó, hasta 1888, el Burgtheater o Teatro Imperial. ¿Algo que ver con Beetehoven? Cómo no: allí estrenó el compositor su Sinfonía nº1.


Pero si se trata de hablar de estrenos, hay otro enclave que no puede faltar: en el Theater an der Wien, junto al famoso Mercado Naschmarkt —ideal para un café reponedor o una copita de vino en cualquiera de sus 120 puestos, ya que estoy—, Beethoven no solo estrenó Fidelio, su única ópera acabada: también vivió en los apartamentos que había en su interior. Al menos, durante un año.




Todavía, en pleno siglo XXI, el Theater an der Wien vuelve a llenarse cada tarde: desde su apertura a finales del siglo XVIII no ha cesado de apostar por el arte en todas sus formas, algo que en Viena se potencia como en ningún otro lugar del mundo.
De hecho —ojo al dato— la ciudad cuenta con más de 120 escenarios para música y teatro en los que, cada año, se dan más de 15 mil conciertos. Ahí es nada.

SONANDO: FIDELIO O EL AMOR CONYUGAL


Toca escuchar la ópera por excelencia de Beethoven para seguir imprimiendo ritmo al paseo. Un viaje por el mundo de la música que, en esta ocasión, me hace tomar el tranvía D y viajar durante 35 minutos hasta el barrio de Heiligenstadt.

El museo más completo sobre Beethoven está aquí


El museo más completo sobre Beethoven está aquí © ©WienTourismus/Paul Bauer

En el 6 de la calle Progusbase, en lo que un día fue una zona rural repleta de balnearios, se halla otra de las antiguas casas del genio que, desde hace año y medio, alberga el museo más completo que sobre Beethoven existe.
Aquí, a lo largo de seis salas expositivas dispuestas en torno a un patio, hago un completo recorrido a través de su vida: su nacimiento en Bonn, su traslado a Viena, sus inicios en la música, sus encuentros y desencuentros con mecenas y músicos… Y los trucos utilizados por él para sobrellevar su problema de oído. El que apareció en su vida a los 30 años y que atormentó sus días hasta su muerte.


Una prueba de hasta qué punto llegó la desesperación de Beethoven es el famoso “Testamento de Heiligenstadt”, una carta que escribió a sus hermanos —y que nunca envió— en la que les hacía partícipes de su grave problema y que también se expone en la casa. A pesar de todo, e incluso cuando el músico había perdido ya completamente el oído, siguió componiendo. Por ejemplo, su 9ª Sinfonía.


En el extremo de la calle, por cierto, otra de las antiguas casas de Beethoven ha sido convertida en una acogedora taberna en la que tomar un vino. Ahí lo dejo…

SONANDO: LA 9ª SINFONÍA DE BEETHOVEN

Me vengo arriba imaginando a toda una orquesta dando vida a la que fue la última de sus grandes creaciones, al tiempo que alcanzo el 22 de Laimgrubengasse. Una bandera blanca y roja —ya un clásico en mi recorrido— me advierte de que en este edificio también vivió Beethoven. Sin embargo, en esta ocasión no vengo de visita: ¡vengo a comer!

Interior del Ludwig van Restaurant


Interior del Ludwig van Restaurant © Ludwig van Restaurant

Precisamente en el bajo se halla el Ludwig van Restaurant, cuyo propietario se esmera en hacerme sentir como en casa desde el instante en el que pongo un pie en su interior.
Ambiente íntimo, clientela eminentemente local y un menú de mediodía que varía cada jornada y que cuenta solo con dos opciones en cada plato: mientras Beethoven suena de fondo, me deleito con una exquisita crema de verduras de primero, un costillar de cerdo ahumado de segundo, y un muffin de chocolate. Ni tan mal, oye.


Pero Viena tiene más. Mucho más. Así que en apenas ocho minutos a pie alcanzo uno de los edificios más hermosos, emblemáticos y enigmáticos de Viena: la Secesión es, sin lugar a dudas, una parada obligada.
Y no solo por su significado, ya que fue el lugar físico que acogió el movimiento fundado por Gustav Klimt en 1897 y que unió a todos esos artistas que se sentían incomprendidos dentro de las líneas del arte más clásico.
También lo es por lo que guarda en su interior: en 1902, en el contexto de una exposición en honor al genio, Klimt diseñó el famoso Friso de Beethoven, una inmensa obra de 34 metros en la que queda representada la 9ª Sinfonía. Un derroche de fantasía visual qué emociona, envuelve y sobrecoge. Una absoluta OBRA DE ARTE. En resumen y sin rodeos: el Modernismo vienés más auténtico.

Detalle del Friso de Beethoven diseñado por Klimt


Detalle del Friso de Beethoven diseñado por Klimt © WienTourismus / Paul Bauer

VIENA SUENA A BEETHOVEN EN 2020

Pero un recorrido por la Viena de Beethoven solo puede acabar de una manera: escuchando su obra en directo. Fuera auriculares. Apagón a Spotify. Es el momento de decidir en cuál de los emblemáticos escenarios vieneses vivir la experiencia.
Y no será fácil decidirse, porque el repertorio de actividades es infinito. Aunque no suena mal hacerlo en el Musikverein, que además celebra su 150 aniversario también en 2020. Por su lado, tanto la Ópera de Viena como el Theater an der Wien verán brillar Fidelio en sus escenarios a lo largo de 2020.


Además, instituciones como la Bibliotecca Nacional de Austria, el Kunsthistorisches Museum Viena o el Museo Leopold también contarán con exposiciones sobre Beethoven. ¿Aún te quedan dudas para visitar la capital austríaca este año?

¿Y PARA DORMIR?

Pues, para dormir, el Hotel Beethoven, ¡por supuesto! Un acogedor alojamiento de 4 Estrellas que con su perfecta ubicación —frente al Theater an der Wien, ni más ni menos—, con sus coquetas habitaciones temáticas, con sus exquisitos espacios comunes y su delicioso desayuno… Es el lugar perfecto para descansar tras caminar la capital austríaca en busca de todo lo que suena y recuerda a Beethoven.
Así queda resumida la Viena de este genio de la música.



Interior del Theater an der Wien


Interior del Theater an der Wien © WienTourismus / Paul Bauer

 
Camera Musicae celebra el año Beethoven con la Pastoral dirigida por Gábor Takács-Nagy

El pianista Daniel Kharitonov interpretará junto el concierto para piano y orquesta de Txaikovski
Camera Musicae celebra el año Beethoven con la Pastoral dirigida por Gábor Takács-Nagy

La Orquesta Camera Musicae celebra el año Beethoven con la Pastoral (Martí E. Berenguer / ©Martí E. Berenguer)


Judith Vives, Barcelona
17/01/2020 08:03 Actualizado a 17/01/2020 13:05


La orquesta sinfónica Camera Musicae se suma a la celebración del año Beethoven con un concierto dirigido por el maestro Gábor Takács-Nagy, director musical de la Orquesta de Cámara del Festival de Verbier y de la Manchester Camerata. El concierto se celebrará en Lleida, Tarragona y Barcelona los días 24, 25 y 26 de enero.
Considerado uno de los máximos especialistas de la música húngara y, en participar, de Béla Bartok, Takács-Nagy subirá al podio para dirigir la sinfonía Pastoral, una de las obras más conocidas de Beethoven, de quien este año se celebran los 250 años de su nacimiento.



Beethoven, que disfrutaba de los paseos por la naturaleza, se inspiró en el Retrato musical de la naturaleza, del compositor Justin Heinrich Knecht, para tratar de reflejar con la música las imágenes del campo, los pájaros, los pastores y la tormenta en su sinfonía Pastoral.

Una joven promesa del piano



En la primera parte del concierto, será el joven pianista Daniel Kharitonov, ganador de la 15ª edición del concurso Internacional Txaikovski, el que subirá al escenario para interpretar el concierto para piano y orquesta de ese mismo compositor.
Nacido en Yuzhno-Sakhalinsk, en el extremo oriental de Rusia, con solo 16 años Kharitinov ya destacó en el concurso Txaikovski. El joven pianista debutó con la Orquestra Mariinsky dirigida por Gergiev en 2013 y ya ha ofrecido varios recitales, de los que destaca su actuación en el Carnegie Hall en 2013 y su presencia en los festivales de Annecy Classic y el Internacional de Colmar.


El joven pianista Daniel Kharitonov actuará junto a la orquesta Camera Musicae


El joven pianista Daniel Kharitonov actuará junto a la orquesta Camera Musicae (Chris Christodoulou / Camera Musicae)
En su colaboración con Camera Musicae interpretará el concierto nº1 para piano y orquesta de Txaikovsky. El compositor compuso esta obra en 1874, pero modificó algunas partes tras las críticas que recibió de su amigo Nicolái Rubinstein, quien finalmente contribuiría a popularizar la pieza. En este concierto, Txaikovski introdujo algunas novedades, entre las que destaca la presencia de tres temas en el primer movimiento, aunque solo se desarrolla el segundo y el tercero; o el scherzo central en el lento segundo movimiento.

Camera Musicae presentará este programa doble en tres conciertos que se celebrarán los días 24, 25 y 26 de enero en el Auditorio Enric Granados de Lleida (20:30h), el Teatre Tarragona (21h) y el Palau de la Música Catalana (15:30h), respectivamente.

Las entradas para el concierto de Barcelona se pueden adquirir tanto en la web del Palau de la Música. Los precios van de 18 a 56 euros. En Tarragona, las entradas valen 25 euros y se pueden comprar en la web tarracoticket.cat y en el mismo teatro. Las de Lleida se pueden conseguir por 30 euros en la web auditorienricgranados.cat y en taquilles. También están disponibles en la web de la propia orquesta https://www.orquestracameramusicae.com/

 
Beethoven, alfa y omega
El principal festival de música de cámara programado en el 250º aniversario del compositor comienza en la Beethoven-Haus de Bonn

Pablo L. Rodríguez
Bonn 22 ENE 2020 - 06:24 ART

El compositor Jörg Widmann durante su charla en la sala de cámara de la Beethoven-Haus, el pasado viernes en Bonn.

El compositor Jörg Widmann durante su charla en la sala de cámara de la Beethoven-Haus, el pasado viernes en Bonn. Barbara Frommann

Leonard Bernstein tenía una singular fascinación por la música de Beethoven. “No hay ningún aspecto aislado en su música que nos permita afirmar que era un gran compositor”, afirmó durante una presentación televisiva junto al actor Maximiliam Schell, en 1982. “Ni sus melodías, ni sus armonías, ni su contrapunto, ni como pintor sonoro, ni su orquestación. En todo ello podemos encontrar defectos”, continuó. Para Bernstein, el secreto de Beethoven residía en la milagrosa conjunción de todo ello. “En su música cada nota es siempre la correcta. Ningún compositor (incluido Mozart) tuvo esa capacidad para que todo resulte impredecible y al mismo tiempo acertado. Eso hace que sus composiciones sean inmejorables. ¿Cómo lo lograba? Nadie lo sabe, pero se destrozó la vida tratando de alcanzar esa inevitabilidad”.



El director de la Beethoven-Haus de Bonn, Malte Boecker, recordó este famoso vídeo, el pasado domingo, mientras explicaba cómo Bernstein cambió su vida. “Con 17 años tuve la suerte de frecuentar sus reuniones musicales y asistir a todos sus conciertos en Europa”. Una década más tarde, este gestor cultural coordinó los talleres donde surgió la West-Eastern Divan Orchestra, en Weimar. “En ellos, Daniel Barenboim solía tocar con Yo-Yo Ma música para violonchelo y piano, mientras Edward Said impartía charlas intelectuales”, asegura.


Boecker siempre ha tratado de regresar a estas vivencias artísticas. Y cuando se puso al frente de la histórica institución ubicada desde 1889 en el museo de la casa natal de Beethoven, dedicada a la conservación, estudio y difusión de su legado, se propuso intensificar los conciertos. “Opté por revivir el festival de música de cámara que había fundado aquí Joseph Joachim como presidente de honor, en 1890, en torno a Beethoven”, relata. Para ello contó con una nueva presidenta, la violista Tabea Zimmermann, que sustituyó, en 2014, al director de orquesta Kurt Masur. “Y nos embarcamos en un proyecto de seis años que debía culminar, en 2020, con la conmemoración del 250º aniversario de Beethoven”, continúa Boecker.

Cinco ediciones del festival, bautizado como Beethoven-Woche, se diseñaron en torno al bicentenario de alguna composición de Beethoven, desde la Sonatas para violonchelo y piano op. 102, en 2015, hasta las Variaciones Diabelli op. 120, en 2019. “Fue una forma de ir desde Beethoven hacia otros compositores, pero también de hacer nueva música para comprender a Beethoven”, asegura Zimmermann (que ha trabajado estrechamente todos estos años con Luis Gago en el diseño de la programación y la selección de los artistas). Esta sexta edición plantea, en cambio, un fascinante itinerario por toda la música de cámara de Beethoven, desde los tres Tríos con piano op. 1 al Cuarteto de cuerda op. 135. Un alfa y omega beethoveniano que no se agrupa cronológicamente o por géneros, como la sonata a dúo, el trío con piano o el cuarteto de cuerda. El viaje se plantea, curiosamente, por nexos temáticos que agrupan toda la producción camerística en cuatro bloques de cuatro conciertos con entidad propia. Cada uno se convierte en toda una experiencia, al alternar varias formaciones dentro de una misma velada.

La violinista Isabelle Faust, el violonchelista Jean-Guihen Queyras y el pianista Alexander Melnikov durante el concierto inaugural en la Bundeskunsthalle, el pasado viernes en Bonn.

La violinista Isabelle Faust, el violonchelista Jean-Guihen Queyras y el pianista Alexander Melnikov durante el concierto inaugural en la Bundeskunsthalle, el pasado viernes en Bonn. Barbara Frommann

Buen ejemplo de ello fue el concierto que anteayer cerró el primer bloque con la Gran Fuga op. 133 en su ubicación original, es decir, como finale del Cuarteto de cuerda op. 130. Una versión deslumbrante del Cuarteto Belcea, cuyos integrantes recibieron la cálida felicitación sobre el escenario del trío formado por la violinista Isabelle Faust, el violonchelista Jean-Guihen Queyras y el pianista Alexander Melnikov, que habían actuado en la primera parte. En este festival de Bonn, no solo las obras de Beethoven dialogan entre sí, sino que los músicos de diferentes formaciones se escuchan unos a otros. Y cada velada termina, a menudo, con entrañables encuentros entre grandes solistas y conjuntos de cámara llenos de anécdotas, sencillez y mucho calor humano. Pero la versión de la Gran Fuga del cuarteto de la violinista Corina Belcea también confirmó las palabras de un octogenario Stravinski, que la veía como una obra musical “eternamente contemporánea”.

Este año el nexo de Beethoven con la música de creación actual llegará en el concierto de clausura, el próximo 9 de febrero, con el estreno de un sexteto de Olli Mustonen. Pero el festival se abrió, el pasado viernes, 17 de enero, con otra ventana a la actualidad de Beethoven: una charla del clarinetista y compositor Jörg Widmann que trazó un apasionado relato de su relación con el compositor de Bonn. Widmann lo trata, al igual que Bernstein, de compositor a compositor, aunque también abundó en su faceta como intérprete que se familiarizó con su música tocando el Trío para piano, clarinete y violonchelo op. 11. Y ambos coinciden en subrayar esa capacidad de Beethoven para sorprendernos e ir contra lo que uno espera, que Widmann ilustró con elocuentes ejemplos al piano.

Esa insólita modernidad de Beethoven también asomó en el concierto inaugural. Se celebró, excepcionalmente, en el salón de actos de la Bundeskunsthalle, el museo federal que acoge la principal exposición relacionada con el 250º aniversario de Beethoven, con una acústica poco idónea para la música de cámara. Tres obras con tres formaciones diferentes, pero también tres comienzos beethovenianos. Se abrió, tras los discursos protocolarios, con la obra que inaugura el catálogo con número de opus de Beethoven: el Trío con piano op. 1, núm. 1, de 1785. Y el arranque de Faust, Queyras y Melnikov sonó a fogueo en el “cohete de Mannheim” que abre la obra, a pesar del curioso atractivo de algunos adornos improvisados en las repeticiones. La interpretación subió mucho en el adagio cantabile, con ese episodio donde Beethoven nos sorprende llevando su discurso hasta la oscuridad de un fa menor; fue el primero de los muchos momentos mágicos escuchados estos días en Bonn.

En la segunda parte sonó el primero de los Cuartetos “Razumovsky”, de 1806. Una obra que inaugura ese afán beethoveniano de iniciar una lenta demolición del estilo clásico, aunque a los integrantes del Cuarteto Belcea les fallaron los planos para construir una versión verdaderamente personal e interesante de la obra. Lo mejor del primer día fue, sin duda, el Trío de cuerda op. 9 núm. 1, donde Beethoven ya se postula como gran cuartetista. Queyras se desdobló aquí para compartir la obra con dos antiguos compañeros del Cuarteto Arcanto: el violinista Daniel Sepec y la referida directora artística del festival, la violista Tabea Zimmermann. Y los tres acertaron con la dosis ideal de pólvora para mantener viva la chispa de esta música, sin excesos ni carencias.

El violinista Daniel Sepec, la violista Tabea Zimmermann y el violonchelista Jean-Guihen Queyras durante el concierto inaugural en la Bundeskunsthalle, el pasado viernes en Bonn.

El violinista Daniel Sepec, la violista Tabea Zimmermann y el violonchelista Jean-Guihen Queyras durante el concierto inaugural en la Bundeskunsthalle, el pasado viernes en Bonn. Barbara Frommann

El segundo concierto regresó a la sede del festival, la Sala de música de cámara de la Beethoven-Haus ubicada en la misma calle Bonngasse. Un moderno anfiteatro semiovalado de tradición clásica que cuenta con unas doscientas butacas y una acústica admirable. Abrió fuego, el sábado, 18 de enero, el joven Cuarteto Novus con otro programa admirablemente concebido. Tres composiciones consecutivas en su número de opus, escritas entre 1810 y 1812 y dedicadas a amigos y mecenas: el Cuarteto “Serioso” op. 95, la Sonata para violín núm. 10 op. 96 y el Trío con piano “Archiduque” op. 97. Un programa donde Beethoven sigue innovando, aunque donde sus dificultades auditivas para tocar el piano, le invitasen a cerrar sus catálogos de sonatas violinísticas y tríos en favor del cuarteto de cuerda. Los coreanos del Novus tocaron una versión técnicamente admirable e intensa de ese periplo de fa menor a fa mayor, que es el opus 95, pero sin conseguir que el fuego crepitase detrás de las notas. Todo cambió con Faust y Melnikov buscando los extremos en la fluidez dinámica y el manejo del tempo de la Décima sonata para violín. Y mejoró con la incorporación de Queyras en el Trío “Archiduque” que niveló idealmente la balanza.

Pero los dos mejores conciertos de este primer bloque de la Beethoven-Woche fueron los dos últimos. El domingo 19 asistimos a un mano a mano de sonatas para violín y para violonchelo de Faust y Queyras con Melnikov omnipresente al piano. Bajo el denominador común de los inicios, sonaron las sonatas que abren sendos catálogos para violín y violonchelo del compositor: opus 12 núm. 1 y op. 5 núm. 1. Pero también se señaló el camino venidero. Esto último fue más evidente en la Sonata para violonchelo op. 69, gracias a la exquisita naturalidad de Queyras y con Melnikov tensando la música e iluminando todos los recovecos. Pero tampoco se quedó atrás la flexibilidad de Faust, cuya química con el pianista elevó la Sonata op. 30 núm. 1. Curiosamente, los tres juntos brindaron la única propina posible para no salirse del guion del ciclo: el larghetto del arreglo para trío con piano que hizo el propio Beethoven de su Segunda sinfonía.

Para terminar, el cuarto concierto rebuscó en los extremos para cerrar el primer bloque del festival. Muy presentes ya en las Variaciones “Kakadu”, para trío con piano, con esa dramática introducción en sol menor que seguida por un tema que, en manos de Faust, Queyras y Melnikov casi sonó como un guiño de Beethoven a los Monty Python. Pero, tras un impresionante Trío con piano op. 70 núm. 2, que fue lo mejor de los cuatro días de este conjunto de tres insignes solistas, regresó el Cuarteto Belcea. Salieron en la segunda parte para quitarse la espina del primer concierto y ofrecieron una versión deslumbrante del Cuarteto op. 130 con la Gran Fuga como movimiento final. Una interpretación que respondió idealmente a lo escrito por Chris Walton en el fundamental libro-programa de todo el ciclo. Y pudimos experimentar cómo Beethoven se adelantó, movimiento por movimiento, a los próximos 150 años de música con ecos de Schumann, Shostakóvich, Cage y hasta del Nimrod de Elgar en la bellísima cavatina. Pero la Gran Fuga volvió a ser lo más impresionante y hasta desconcertante; una composición que te atrapa y te persigue en las noches de insomnio.

Queda mucho todavía por escuchar en este festival de Bonn. Con una segunda parte centrada en la dimensión de los cuartetos y las sonatas a dúo, la tercera vinculada a los instrumentos de época y la cuarta a los instrumentos de viento. Pero el extraordinario nivel de esta primera etapa confirma que estamos ante uno de los principales eventos musicales de este año del 250º aniversario de Beethoven. Y que tendrá eco desde hoy dentro del ciclo Beethoven: el cambio permanente, de la Fundación Juan March, que comparte sus tres primeros conciertos con el festival de la Beethoven-Haus. Por su parte, la institución cultural alemana también encontrará un hueco para homenajear a Leonard Bernstein como beethoveniano. Una exposición, entre junio y octubre, con un título que reproduce la divertida anécdota del propio Bernstein en Bonn, cuando firmó como “L. B., aunque por desgracia sin van”.

 
“Ni Beethoven soportaría hoy la presión de ser el nuevo Beethoven”

La excepcional batuta británica desembarca en el Palau de la Música con la London Symphony y el “muy difícil” oratorio ‘Cristo en el Monte de los olivos’
“Ni Beethoven soportaría hoy la presión de ser el nuevo Beethoven”

Simon Rattle ensayando con la London Symphony y el Orfeó Català en el Palau de la Música (Ana Jiménez)




Maricel Chavarría, Barcelona
21/01/2020 06:00 Actualizado a 21/01/2020 10:51




Sir Simon Rattle (Liverpool, 1955) se sabe afortunado. Su vida ha transcurrido yendo de podio en podio de las mejores orquestas. Ahora, tras casi dos décadas al frente de la Filarmónica de Berlín , la formación más prestigiosa del mundo, ha regresado a Inglaterra como titular de la London Symphony . La quiere, la mima e incluso ha impulsado el proyecto de un nuevo auditorio en la capital británica que sea su nueva sede. Ahora emprenden los fastos del 250º aniversario de Beethoven y se atreven con un programa “muy pero que muy difícil”, dice: el oratorio ‘Cristo en el Monte de los Olivos’. El Orfeó Català colabora en esta aventura que llega este 21 de enero al Palau de la Música Catalana .



¿Cómo se siente en el Palau y trabajando con el Orfeó Català?
Siempre es un placer para nosotros volver a esta sala, no tengo que recordarles lo extraordinario y único que es el edificio. Y además tenemos una fantástica colaboración pues compartimos el mismo director de coro, el magnífico Simon Halsey, para mí el mejor que hay. Desde mis inicios en Birmingham ha estado ahí conmigo y ahora trabaja tanto en Londres como en Barcelona, de manera que es una forma genial de traer una pieza que, aunque raramente se toca, es una magnífica cantata del periodo joven de Beethoven.



¿Por qué cree que se toca tan poco este oratorio?
Ojalá lo supiera, pues es un Beethoven de primer orden. Sí que hay piezas de él que puedes entender por qué nadie las toca, solemos decantarnos por lo más asombroso, pero por alguna razón lo que sucede con este oratorio es literalmente una negligencia, es víctima del descuido. Este año he estado buscando cosas de Beethoven que no se tocan a menudo y cuando se me cruzó este oratorio me quedé perplejo. Es muy pero que muy difícil de interpretar, como muchas otras cosas de Beethoven, claro, pero hay que decir que sin la soprano y el tenor solistas [ Elsa Dreisig y Pavol Breslik] que tenemos, el resultado podría ser vergonzante, porque ambas partes están en el límite de las posibilidades humanas.


Una vista del ensayo , el lunes 20 de enero en el Palau de la Música


Una vista del ensayo , el lunes 20 de enero en el Palau de la Música (Ana Jiménez)
Una obra importante

Beethoven nunca fue un compositor muy idiomático para las voces y este es un oratorio es muy experimental, pero que raramente se toque es una negligencia”


Vamos, que es incantable.



Beethoven nunca fue un compositor muy idiomático para las voces. Estas partes están muy al límite, los coros necesitan hombres fuertes, y la parte orquestal es muy difícil, sí, muy experimental, está como intentando encontrar sus márgenes, como si fuera un pequeño laboratorio para su ópera Fidelio entre otras cosas. O sea que hay muchos condicionantes, pero aún así... De acuerdo, piezas como ‘El paraíso y la peri’ de Schumann o sus ‘Escenas del Fausto de Goethe’ también han sido descuidadas hasta hace poco. Pero es que, vamos a ver, este oratorio lo tocamos por primera vez el domingo y de todos los que estábamos en el escenario únicamente el tenor había cantando antes la pieza. La reacción del público fue muy cálida, muy generosa, como si hubieran apreciado algo precioso de un compositor que no conocían.





¿Alguna razón en particular para escoger la Séptima Sinfonía para este programa?


Era lo que estábamos tocando la última semana, y además es lo que quería la sala. Es una buena manera de empezar, un programa fuerte.

Todo Beethoven

No sé si a un compositor que aprecio tanto le deseo un aniversario en el que todo el mundo siente que debe agasajarle. ¡Allá vamos!”


¿Cómo se le revela Beethoven a usted en estos momentos?



Creo que es más bien al contrario, qué nos dice Beethoven de nosotros mismos. Este siempre ha sido un compositor que pide mucho más de lo que nadie puede dar. Es solo cuestión de cómo fracasas con él. Estoy seguro de que sobrevivirá a este año en que todo el mundo lo interpretará tantísimo... No sé si se lo deseo a un compositor que aprecio tanto eso de tener un aniversario en el que todos sienten que deben exagerar agasajándole. Pero en fin, ¡allá vamos!


¿Cree que va a acabar hasta la coronilla de Beethoven?


Qué va, eso nunca. Los críticos sí, pobres. Lo bueno es que al final los músicos podemos escoger qué queremos tocar en este año, pero para los que tienen que escuchar profesionalmente... buf. Lo realmente alucinante de Beethoven es que combina con prácticamente cualquier otro compositor. Al inicio de nuestra temporada le añadimos Alban Berg, y en diciembre haremos mucho Hindemith. Es un personaje extraordinario que puede asumir cualquier otra música a su lado, porque es tan fuerte y seguro de su propio mundo...



Con los músicos de la London Symphony ensayando en presencia de Simon Halsey, titular del Orfeó Català


Con los músicos de la London Symphony ensayando en presencia de Simon Halsey, titular del Orfeó Català (Ana Jiménez)

¿Quién diría que es hoy el nuevo Beethoven?


No creo que haya una respuesta. Todo compositor estaría horrorizado de tener este tipo de presión, creo que ni Beethoven desearía ser el nuevo Beethoven.


Después de haber estado durante años como titular de la mejor orquesta del mundo en Berlín, ¿a qué se va a dedicar ahora con la London Symphony?


Es otro tipo de orquesta top. Soy afortunado de pasar la vida trabajando con orquestas muy buenas. La flexibilidad y la curiosidad de este grupo me parece algo grandioso. No se ponen límites. A pesar de tener un trayectoria larga y distinguida, están interesados en lo que es nuevo y en lo que pueden hacer de otro modo. Me parece un conjunto muy refrescante.

Influencias de la tradición y el colonialismo

Ahora mismo los británicos no estamos mostrando lo mejor de nuestra nación, pero hemos sido una nación curiosa con otras culturas”





¿A usted le influye más la tradición musical británica o la apertura de miras que les ha proporcionado culturalmente el colonialismo?


Bueno, a pesar de que ahora mismo no estamos mostrando lo mejor de nuestra nación, a lo largo de la historia hemos sido una nación curiosa respecto a otras culturas. Y espero que sigamos abiertos a influencias de todas partes. Esta orquesta, por ejemplo, tiene músicos de 26 nacionalidades distintas. Ha sido europea desde su fundación. Y siempre ha estado girando por todo el mundo. Eso le aporta parte de su carácter.


Qué hay del auditorio que está proyectando en Londres. Los planos existen pero está detenido. ¿Es solo un problema de dinero?


Nunca es solo un problema de dinero. Crucemos los dedos porque es algo que Londres merece y necesita, y también la orquesta lo precisa para desarrollarse en todos los sentidos. Pero nunca, nunca, nunca... es buen momento para invertir en música clásica. Es con lo que me he encontrado toda mi vida. Y ahora que el país está intentando definirse es particularmente un mal momento.

El nuevo auditorio de Londres

No es sólo un problema de dinero, pero nunca es buen momento para invertir en música clásica. Es con lo que me he encontrado toda mi vida”





¿Le parece que el Barbican está quedando obsoleto?


Todos los auditorios tienen una vida, y este nunca tuvo una acústica maravillosa. Ya tiene 40 años, se va notando su edad. Pase lo que pase, necesitará reforma, como todos los edificios.


¿Dónde diría que están los límites entre el pop y la clásica? ¿La guerra de las galaxias sería clásica para usted?


Buena pregunta. Vivimos un momento maravilloso en el que podemos escuchar muchos tipos de música. Si observas la playlist de cualquier músico de hoy, verás que abarca un abanico enorme. Incluso las fronteras se han borrado más que nunca, es fantástico. Y lo digo porque justamente la London Symphony es quien ha creado el sonido de esta película, de La guerra de las galaxias, una música además muy bonita. Me parece fantástico que haya menos fronteras estilísticas y que tengamos más estilos de música que nunca.

Ensayando con el Orfeó Català en el Palau de la Música


Ensayando con el Orfeó Català en el Palau de la Música (Ana Jiménez)

Barcelona se perdió la oportunidad de escucharle al piano junto a su mujer, la mezzo Magdalena Kožená, a causa de las protestas y la huelga contra la sentencia del procés...


Oh, dios, estábamos ya a punto de volar y nos quedamos muy tristes de tener que cancelar. Luego se vio que fue la decisión adecuada por parte del Palau.


¿Planea recuperar este concierto tan especial?


Lo intentamos, pero implica a mucha gente con calendarios muy distintos. Lo haremos de nuevo y el primer sitio será el Palau. Nos lo debemos.


¿Cuándo cree que será?


En un par de años, quizás.

El procés y la música

Por qué debería incomodarme que el Orfeó Català muestre su sentimiento independentista. Todo país tiene sus sacudidas políticas”


¿A usted le incomoda que el Orfeó Català, un coro con el que ha colaborado tanto en Barcelona como en Londres, muestre su alineamiento con el sentimiento independentista?



En absoluto. ¿Por qué debería incomodarme su pulso político? Todo país tiene sus sacudidas políticas y tienes que ser comprensivo. Yo estoy emocionado de tocar con este coro fantástico y generoso. Ya tenemos una larga relación que puede durar.


¿Usted observa el Brexit y la independencia de Catalunya como síntomas con un mismo origen o los diferencia?


No sé lo suficiente sobre la política aquí en Catalunya para pronunciarme pero, como sucede con el Brexit, nadie quiere que acabe en desastre. A muchos británicos que lleva años trabajando en Europa les cuesta imaginar que pueda reportar ningún beneficio. Pero somos músicos y sacaremos lo mejor de ello, como siempre hacen los músicos, sobre todo en mi país. Y tenemos muchos planes de contingencia para lo pueda pasar, aunque de momento para nuestras giras no sabemos que problemas surgirán, tendremos que enfrentarnos a ello a su paso. No habrá ningún secreto, muchos artistas en Inglaterra han estado al otro lado.

El Brexit

Nadie quiere que el Brexit sea un desastre, es lo que hay, no sirve de nada desear que no fuera así. Tenemos que lidiar con ello”


¿Entonces le parece que el Brexit es un desastre?



Nadie quiere que sea un desastre. Pero... ¿somos optimistas? No. Es lo que hay. No sirve de nada desear que no fuera así, no ayuda. Tenemos que lidiar con ello.


Cambiando de tercio, ¿echa de menos dirigir obras de compositoras?


Claro. Pero la gente se está poniendo al día. Quizás va demasiado despacio, pero hay más oportunidades de que las obras de mujeres sean hoy oídas y hay una joven generación irrumpiendo. Es interesante que las mujeres vivan un Renacimiento de posibilidades. Y tenemos también un amplio abanico de directoras.

El Megxit

Nunca fui en ningún sentido monárquico, así que... sólo puedes desearles lo mejor. Buena suerte con el mundo de ahí afuera”


¿Le parece que, siendo la más avanzada, la Filarmónica de Berlín debería tener en cuenta nombrar una mujer directora la próxima vez?



Creo que harán lo que quieran, como siempre. Ahora ya no tengo nada que ver con ellos, a parte de ser amigo y visitante ocasional, no es algo que yo pueda juzgar. En todo caso, el verbo “deber” no es siempre el mejor en conversaciones artísticas. En la London Symphony estamos invitando a muchas más mujeres directoras, cosa que es un reflejo de lo que está pasando. Hay mucho más entre lo que escoger y es estimulante.


Por curiosidad, siendo usted Sir Simon... ¿tiene algo que decir sobre el Megxit?


Dios mío, nunca fui en ningún sentido un monárquico. Sólo puedes desearles lo mejor. Buena suerte con el mundo de ahí afuera.

 
2020. Beethoven será recordado en el Festival de Granada con motivo del 250º aniversario de su nacimiento



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“Mi voluntad es quedarme en el campo. Mi desgraciada sordera no me atormenta aquí, es como si los árboles me dijeran: “¡alegría, alegría! ¡gozo en el bosque! ¡suave calma! ¡Que el viento no me retenga en Viena!” Cuadernos de Beethoven (fragmento).

Ciudades de todo el mundo conmemorarán el 250ª aniversario del nacimiento del gran compositor alemán Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 – Viena, 1827), a lo largo del año 2020. Se recordará y rendirá homenaje a una de las figuras clave de la historia de la música, uno de los forjadores del espíritu moderno. Innovador, revolucionario y humanista.

Desde el Festival nos sumarnos a la convocatoria musical y damos la bienvenida al «año Beethoven». Entre los días 25 de junio y 12 de julio, celebraremos la 69ª edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada con una programación especial que recordará al genial compositor. Su música será foco central entre distintas propuestas escénicas que giran en torno al repertorio sinfónico-coral, obra pianística, de cámara y de danza. La programación se dará a conocer próximamente.

La música de Beethoven pervive en el corazón del repertorio del Festival de Granada desde sus inicios

El Festival de Granada, recogiendo el legado de la historia de Los conciertos en la Alhambra que se celebraban desde el siglo XIX, descubre la Granada beethoveniana. En el año 1887 sonaron las primeras notas musicales del genio de Bonn. Desde entonces, su música ha estado presente en las sucesivas programaciones de verano; Beethoven era un compositor que ya el público solicitaba año tras año y Granada era quizá la ciudad más beethoveniana del sur de Europa (en esa época, en la Edad de Plata granadina, era una ciudad muy europea, no sólo exótica y de folklore). Se le han rendido importantes homenajes a lo largo de los 137 años de música que vive la ciudad de la Alhambra. En 1927, con la colaboración de Manuel de Falla, entre otros artistas, se organizó un «Concierto popular.para todos los públicos» en el Palacio de Carlos V, con un programa especial, de larga duración. Fue el primer maratón Beethoven. Era el año del centenario de su muerte.

Hemos querido destacar la imagen del genio y la naturaleza. Beethoven amaba la naturaleza, su refugio e inspiración

Añoraba la naturaleza, el verano en el campo, la sensación de libertad, los paseos por los senderos del bosque… En esos periodos estivales aparecían muchas de sus ideas musicales que anotaba en sus innumerables cuadernos de apuntes que luego trabajaba durante los inviernos en Viena.
«La música es una revelación superior a toda la sabiduría y filosofía»

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2020, año Beethoven
De Bonn, su ciudad natal, a Viena, donde murió, y una visita a la casa de campo de Heiligenstadt. Un viaje por los lugares que habitó el genio para celebrar el 250º aniversario de su nacimiento



Un mural dedicado a Beethoven en un edificio de Bonn (Alemania) con motivo de los 250 años de su nacimiento.

Un mural dedicado a Beethoven en un edificio de Bonn (Alemania) con motivo de los 250 años de su nacimiento. LEON KUEGELER reuters


Si se le pregunta a alguien qué música le gusta y responde que Beethoven, nos quedaremos sin conocer realmente sus gustos musicales. El compositor alemán está más allá del bien y del mal (musicalmente hablando). Si te gusta la música, te gusta Beethoven, aunque tu estilo favorito sea el pop. Y si ya en vida despertó admiración, con el paso del tiempo su figura y legado no han hecho sino agigantarse. Muchas veces la obra de los genios suele ser su máscara, su embozo. No es el caso de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Esta vez la obra no tapa al creador. Cualquiera podría tararear su música —se ha empleado como banda sonora de películas y series, incluso cuenta con adaptaciones rockeras—, pero es que además conocemos bien su rostro (hay más retratos de él que si entonces hubieran existido los selfis), su vida y amores (o desamores), sus manías, su mal genio; hechos probados y anécdotas, y leyendas inventadas de propina. Fue, sigue siendo y será una figura estelar de la música. Este 2020 se cumple el 250º aniversario de su nacimiento y dos ciudades se aprestan a celebrarlo: Bonn (Alemania), donde nació y creció, y Viena (Austria), donde pasó la vida adulta, hasta su muerte.

Cartel del 250º aniversario de Beethoven en Bonn.

Cartel del 250º aniversario de Beethoven en Bonn. I, FASSBENDER afp


Sus abuelos procedían de Flandes (de ahí el Van del apellido), pero se establecieron en la ciudad alemana ya que en esa corte su abuelo obtuvo cargos musicales, al igual que ocurriría más tarde con el propio padre de Beethoven. Ludwig, segundo de los siete hijos que tuvo la familia (solo tres sobrevivieron), nació el 16 de diciembre de 1770 en el número 20 de la calle Bonngasse, en una casa burguesa convertida ahora en museo. Allí pasó sus primeros cuatro años, y allí se exhiben hoy manuscritos originales, retratos e instrumentos. Luego la familia se trasladó a la cercana plaza Auf dem Dreieck, más tarde a Rheingasse 24, y finalmente a Wenzelgasse; preludio, tal vez, del hábito que heredó el músico de cambiar frecuentemente de domicilio.

Su padre quería que el chico fuera, al igual que Mozart, un genio precoz; Ludwig dio su primer concierto con solo 7 años, en la vecina Colonia. A los 10 tocaba el órgano en las misas de la parroquia de San Remigio, y a los 14 cobró su primer sueldo como organista de la Schlosskirche o de la capilla de la Residencia del Príncipe Elector de Colonia. Sería uno de los primeros músicos en vivir libremente de su oficio, y no como empleado de alguna corte, aristócrata o dignatario religioso.

La céntrica Münsterplatz, en Bonn.

La céntrica Münsterplatz, en Bonn. S. ZIESE AGE

Una cuestión de Estado

La ciudad que le vio nacer, Bonn, va a tirar la casa por la ventana. Y no es la primera vez: en 1845, con motivo del 75º aniversario del nacimiento, se erigió en la Münsterplatz, frente a la catedral, la estatua que ahora preside la plaza, que queda a unos 500 metros de su casa-museo de Bonngasse, en pleno centro peatonal. Cerca también se construyó el Beethovenhalle, una sala de conciertos con su nombre. Alemania ha convertido este aniversario en una cuestión de Estado, y para ello ha destinado 27 millones de euros. La etiqueta publicitaria parece el código de un aeropuerto galáctico: BTHVN2020. Cada letra corresponde (en alemán) a un rasgo a destacar del compositor: B de Bürger (ciudadano, en el sentido moderno de la Revolución Francesa), T de Tonkünstler (compositor), H de Humanist (humanista), V de Visionär (visionario) y N de Natur (naturaleza en sentido filosófico, que compartía con su amigo Goethe).

Casa natal del músico en la calle Bonngasse. en Bonn.
Casa natal del músico en la calle Bonngasse. en Bonn. G. GRÄFENHAIN SIME

En esta ocasión, Bonn ha puesto en marcha un Circuito Beethoven para seguir sus pasos por la ciudad. Un recorrido con 16 paradas en lugares relacionados con el músico: se empieza en la casa natal de Bonngasse, que a los recuerdos exhibidos se añadió en 1989 una sala de música de cámara, además de tienda y un café. Las siguientes paradas se detienen en puntos como la parroquia de San Remigio donde tocaba el órgano, la Schlosskirche, la catedral o el Beethovenhalle, la sala de conciertos construida a orillas del Rin en 1959 y que inauguró Paul Hindemith con su espléndida Nobilissima visione. Los 16 puntos se pueden recorrer a pie por el centro peatonal, excepto los dos últimos —la sala de baile La Redoute y el palacio de Lippe, en Oberkassel—, que quedan algo alejados y a los que se puede llegar utilizando la tarjeta BRWC (Bonn Regio Welcome Card), que da acceso a más de 20 museos y al uso del transporte público (la de 24 horas cuesta, según los servicios comprendidos, entre 10 y 29 euros por persona).

Para que no todo se quede en erudición, puede uno reponer fuerzas a escasos portales de donde nació Beethoven, en la Gasthaus im Stiefel (Bonngasse, 30), la misma taberna que solía frecuentar el padre del músico. También guarda sabor de época Em Höttche, junto al Ayuntamiento, donde dicen que allí bailaba Ludwig con una novieta de juventud, Barbe Koch…

Patio de la residencia de Heiligenstadt, a las afueras de Viena.

Patio de la residencia de Heiligenstadt, a las afueras de Viena. D. MAYFIELD getty images

Madurez vienesa

Con 17 años, Ludwig hizo una primera escapada a Viena, donde según leyenda apócrifa habría conocido a Mozart, quien habría exclamado: “Este joven dará que hablar al mundo”. Al cumplir 22, se trasladó definitivamente a la capital austriaca, donde pasaría el resto de su vida. Ya entonces era la metrópolis de la música. Y allí maduró como persona y como músico. A los ocho años de vivir en la ciudad, cuando apenas rozaba la treintena, empezaron sus problemas con el oído, lo cual le llevó a redactar, desesperado, el llamado Testamento de Heiligenstadt, con ánimo tal vez de su***dio, y que solo se encontró tras su muerte, entre los papeles de su última casa. A los 45, su sordera ya era total, y tenía que comunicarse apuntando notas en un cuaderno. Esto influyó sin duda en su dificultad para relacionarse, aunque debió de ser igualmente determinante su carácter fuerte e impulsivo, llegando a mostrarse como un ser huraño y huidizo. La Bestia llegaron a llamarle.

Escultura de Beethoven en Bonn.
Escultura de Beethoven en Bonn. alamy

Por contra, eso pudo ayudar a una mayor concentración en su obra, que transita entonces por una “fase heroica” —en palabras del musicólogo y escritor Wilhelm von Lenz, autor en 1852 de una biografía del músico— que le llevaría a la madurez definitiva. Hoy se le considera como el broche del clasicismo (el de Haydn o Mozart) e inicio del romanticismo: no solo en música, también en amores contrariados, y en un talante prometeico frente a la acomodaticia sociedad estamental que lo rodeaba. Vivir de la música, incluso para él, no fue fácil. Pasó por tales agobios económicos que algunos aristócratas vieneses le ofrecieron una pensión anual a cambio de que no abandonara la ciudad. La tutoría de su sobrino Karl agravó la situación, pero al final de sus días el muchacho permaneció a su lado (la película El sobrino de Beethoven, de 1985, lo retrata).

Para este aniversario, Viena se mira al ombligo, es decir, pone el foco sobre sí misma como “capital de la música” (lema oficial) que, tal y como adoptó a Beethoven (y otros), sigue acogiendo a jóvenes talentos. De los más de 20 domicilios que el músico habitó en la ciudad austriaca, tres residencias conservan algo de su memoria: la Pasqualatihaus (en Mölker Bastei, 8, la más céntrica), la Beethoven Eroicahaus (en el barrio de Oberdöbling) y la casa de campo de Heiligenstadt (Probusgasse, 6), en el distrito de Grinzing, hoy un pequeño museo donde se exhibe el citado Testamento de Heiligenstadt, que redactó en 1802.

Visitantes en Pasqualatihaus, uno de sus domicilios en Viena.
Visitantes en Pasqualatihaus, uno de sus domicilios en Viena. HERTHA HURNAUS

Esta última morada quedaba entonces a las afueras de la ciudad, pero hoy es fácilmente accesible en una hora de tranvía. Aún es posible pasearse entre colinas suaves tapizadas de viñedos contemplando abajo, a lo lejos, Viena, abrazada por la serpiente del Danubio azul. Grinzing está lleno de Heuriger o ventas donde se festeja cada otoño la llegada del vino joven (un ramo en la puerta sirve de santo y seña). Acudir a alguna de esas tabernas típicas austriacas, donde se puede degustar vino de la región y también comer, se ha convertido en un rito casi obligado para los turistas. También se puede almorzar y brindar en la propia casa que ocupó Beethoven en Heiligenstadt. Casi al lado, Pfarrwirt y Mayer am Pfarrplatz son otros Heuriger con mucho sabor. En el centro de Viena, el restaurante Ludwig van (Laimgrubengasse, 22) está en uno de los domicilios que ocupó, y ofrece cocina tradicional con un toque de modernidad.

Una partitura en el museo Bundeskunsthalle.
Una partitura en el museo Bundeskunsthalle. INA FASSBENDER afp

La vida de Beethoven en Viena ha sido bien documentada por el cine, ya desde 1909. Aparte de la película ya mencionada, la cinta más ambiciosa sobre el músico tal vez sea la de Agnieszka Holland, Copying Beethoven (2006). Beethoven murió el 26 de marzo de 1827, con 56 años. A su entierro acudió una multitud de más de 20.000 personas, lo que equivaldría hoy al sepelio de un famoso roquero o alguien similar. Su tumba puede visitarse en el Zentralfriedhof de la ciudad (junto a las de colegas como Brahms o Strauss). Ludwig van Beethoven no solo representa el paso del clasicismo al romanticismo en el ámbito musical: él mismo es prototipo de hombre “moderno” en sentido profundo, de ahí su vigente atractivo. “La libertad, el progreso, es el objetivo en el mundo del arte, al igual que en la creación universal”, dejó escrito. Y para la última y más célebre de sus sinfonías, la Novena (¡el himno de Europa!), adoptó la Oda a la alegría de Schiller: “Alegría, chispa divina (…) tu magia vuelve a unir lo que rompieron las modas, todos los hombres se tornan hermanos donde tus frágiles alas se posan”.

800 eventos

El “Año Jubilar” de Beethoven
en toda Alemania comenzó oficialmente el pasado 16 de diciembre. A lo largo de 2020 están programados más de 800 eventos entre conciertos, exposiciones, festivales, ópera, ballet, teatro, ediciones musicales, congresos, actividades para niños... Destacan los programas Beethoven Pastoral Project (con un guiño al cambio climático), Beethoven bei uns (que organiza conciertos, conferencias y lecturas en salones de estar privados) y BTHVN2020 Musikfrachter (un crucero fluvial y musical que rememora el viaje de Bonn a Viena de Beethoven). Todo un tsunami de iniciativas. Puede verse el calendario completo de las actuaciones programadas en la web oficial.

Viena no se queda atrás. También el 16 de diciembre se inició el año Beethoven con un concierto gratuito frente al Ayuntamiento de la capital austriaca. Y también gratis, el 8 de mayo en la plaza de los Héroes será la Fest der Freude 2020 (Fiesta de la alegría), para celebrar el 75º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. La única ópera del compositor, Fidelio (1805), se va a representar tanto en la Ópera Nacional como en el Theater an der Wien (para el cual el músico trabajó y donde llegó a residir). Entre los conciertos en la ciudad destacan los de la Wiener Konzerthaus (los titulares de esta sala realizarán una actuación pública al aire libre junto a la Beethoven Bonn Orchester el 15 de mayo) y, por supuesto, los de la mítica sala Musikverein (la del concierto de Año Nuevo). La cascada de conciertos, exposiciones e iniciativas de todo tipo, incluso gastronómicas, puede consultarse en events.wien.info.

 
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