La España de Franco

Estado
Cerrado para nuevas respuestas
la república nunca quiso imponer una dictadura, ni comunista ni mediopensionista, eso es lo que inventaron los franquistas para justificar el golpe, lo que quiso la república es meter a España en el sXX, pero los dueños del chiringuito no estaban por la labor de una España democrática y financiaron a Franco para volver al antiguo regimen, con el apoyo militar de Hitler y Mussolini.

el gobierno republicano empleó las reservas del Banco de España en defender el orden legitimo. pidió ayuda a la URSS una vez comenzada la guerra y porque antes Paris y Londres se habían puesto de perfil.

quién causó la guerra fue Franco. las reclamaciones, al maestro armero.
que equivocada estas ondina, revisa los discursos de largo caballero, mira como estaba España llena de estatuas y fotos de Lenin, estalin, mira como empezaron a matar en el año 30-31, las reservas de oro se las dieron a los rusos porque estábamos a su merced y de orden legitimo nada
 
si Franco no se hubiera sublevado, el oro seguiría en el Banco de España.

quien causó la guerra fue Franco.

quienes le justificáis, a vivir con las consecuencias.
estas equivocada, los españoles se sublevaron ante la sangrienta dictadura comunista que se avecinaba, ante cosas como el golpe de estado del año 34, las elecciones amañadas del 36, etc
 
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El dictador Francisco Franco, en una de sus asistencias bajo palio a una celebración de la Iglesia católica. EFE
De castigos a reconversiones: así fue la barbarie franquista contra las personas LGTBI
Con el fin de la Guerra Civil española hace 80 años, el colectivo LGTBI sufrió la persecución de la dictadura que primero los trató como delincuentes, después como enfermos y los consideraba una amenaza.

RUBÉN SERRANO

28 MARZO, 2019

“La dictadura nos persiguió porque éramos algo que hubiera debilitado al régimen. Nos alejábamos del modelo social que la cruzada franquista propugnaba. Para ese movimiento hercúleo de hombres forjados en la potencia ‘éramos lo peor’, como decía Pedro Zerolo”. La activista Boti García Rodrigo explica con estas palabras las torturas y la cacería legal que sufrieron las personas LGTBI con la llegada de la dictadura de Francisco Franco, que se instauró en todo el país el 1 de abril de 1939, tras el final de la Guerra Civil hace ya 80 años.

No obstante, la represión había comenzado antes, tal y como remarca Ramón Martínez, historiador especializado en la realidad LGTBI: “El asesinato de Lorca fue un primer aviso importante para mucha gente de lo que se avecinaba con el gobierno ilegítimo”. El poeta granadino fue “fusilado y abandonado” en una cuneta el 18 de agosto de 1936 “por rojo y mari**n”, según relataron su delator, Ramón Ruiz Alonso, y su ejecutor, Juan Luis Trescastro. Sus testimonios los ha recogido el periodista Marcos Paradinas en su libro El fin de la homofobia.

“Desde el comienzo, la homosexualidad se consideró una afrenta al régimen franquista. Es aterrador ver cómo las cuatro décadas de dictadura sirvieron para perfeccionar una sanguinaria maquinaria estatal con la que erradicar las heterodoxias”, recalca el historiador. Aun así, durante los primeros 15 años de la dictadura, Franco “estaba bastante ocupado con la aniquilación de los rivales políticos”, señala Pardinas, y no fue hasta pasada “esa purga” que decidió ir a por las personas LGTBI con la modificación en 1954 de la Ley republicana de Vagos y Maleantes.

No obstante, usar estas siglas en el marco de la dictadura no es del todo correcto ya que supone ser infiel a la forma en la que el régimen entendía la diversidad y porque por aquel entonces aún no se había organizado el movimiento LGTBI que conocemos hoy en día. “El denominador común del franquismo es que todos eran maricones. No supo distinguir entre orientación sexual e identidad de género. Las mujeres trans eran consideradas travestis u homosexuales”, incide Raúl Solís, autor del libro La doble transición donde recoge la vida de ocho mujeres trans durante estos años de totalitarismo. “Trans, homosexuales y bisexuales iban al mismo saco conceptual de los ‘desviados’”, apunta Martínez.

Como expuso Fernando Olmeda en su libro El látigo y la pluma, con la dictadura se implementó en la sociedad española una idea muy concreta de masculinidad y de lo que debía ser un hombre. Martínez coincide con el periodista y especifica que al varón se le aplicaba “la versión más férrea de los roles de género. Cualquiera que lo incumpliera no solo era un traidor a su s*x*, sino también un traidor a la patria, que necesitaba ‘hombres de verdad’ para fecundar mujeres que dieran a luz a españoles de bien. Hay textos que incluso se plantean si los hombres no heterosexuales son recuperables o no para la causa de la propagación de la raza”. Solís lo sentencia así: “En un sistema patriarcal lo que se privilegia es la copia del patriarca. Las personas LGTBI cuestionaban la columna vertebral del nacionalcatolicismo. Por eso nos perseguían”.

Una condena disfrazada de precaución
La Segunda República había descriminalizado la homosexualidad en el Código Penal de 1932, pero tampoco se puede afirmar que fuera “una buena aliada”: “Solo Gregorio Marañón empatizaba un poco porque consideraba la homosexualidad un problema médico, no un delito. Hoy nos parece algo inaceptable, pero fue posiblemente el mayor avance hasta la fecha. Un jurista como Jiménez de Asúa, que fue presidente de la República en el exilio, protestó firmemente cuando la dictadura de Primo de Rivera persiguió penalmente la homosexualidad y estuvo detrás de la despenalización al llegar la República”.

Si bien es cierto que el régimen franquista tardó tres lustros en legislar contra las personas LGTBI, el Tribunal Superior se pronunció al respecto el 15 de octubre de 1951. En una sentencia que recoge el escritor Arturo Arnalte en su obra Redada de violetas, el órgano judicial dictó que “la homosexualidad es ‘vicio repugnante en lo social, aberración en lo sexual, perversión en lo psicológico y déficit en lo endocrino’”. Tres años más tarde, el 15 de julio de 1954, Franco retocó el texto de la Ley de Vagos y Maleantes para “convertirlo en una norma que perseguía la diversidad y que reconocía a las personas homosexuales como posibles delincuentes”, manifiesta Martínez.

“La idea que subyacía es que alguien por el simple hecho de no ser heterosexual está más cerca de cometer un delito y que, por ello, debe ser detenido”, narra el historiador. Por su parte, Pardinas remarca en El fin de la homofobia que las medidas no se establecían como “penas”, sino como “medidas de seguridad”. “La aberración era triple: se persigue la identidad y no el acto sexual, se establece una persecución ‘preventiva’ y se prescinde la necesidad de prueba alguna para hostigar a los sospechosos”, resalta.

Por culpa de esta Ley “existieron auténticos campos de concentración para homosexuales en nuestro país durante al menos dos décadas. La colonia agrícola de Tefía, en Fuerteventura, es un ejemplo de aquel horror”, cuenta Martínez. Según un informe de Amnistía Internacional de 2015, allí sometían a los presos a “condiciones inhumanas, trabajo hasta el agotamiento, palizas y hambre”. El testimonio más revelador fue el de Octavio García Hernández, que falleció el año pasado.

Un tardofranquismo corrector

Las mujeres lesbianas y bisexuales no llegaron a sufrir esta persecución tan dura porque “legalmente no se las perseguía”, puntualiza Martínez. Boti Garcia Rodrigo lo recuerda así: “Para la dictadura no existíamos. No podían imaginar que hubiera mujeres que prescindieran del varón para hacer su vida. Ellos sufrieron torturas y humillaciones pero nosotras terminábamos en el convento, en matrimonios forzados o en el psiquiatra. No sé si es mejor que te peguen o que ni te vean ni te hagan persona. Estábamos condenadas a la invisibilidad más absoluta, a la no existencia”, explica la que fuera presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).

Sin embargo, las medidas contra las identidades LGTBI se endurecieron con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970, que Martínez ha descrito en su libro Lo nuestro sí que es mundial como “la barbarie antihomosexual más descarnada”. El objetivo de esta ley era reeducar y reinsertar a los hombres homosexuales con prácticas de reconversión que iban desde los electroshocks y las terapias de psicoanálisis hasta las lobotomías. Con este texto, y según señala Pardinas, “ya no son delincuentes a los que castigar, sino enfermos a los que curar”.

Martínez aclara que aunque en teoría buscaban devolver a los homosexuales (y también a las personas trans) al camino de la sexualidad correcta, el objetivo era otro: “Querían erradicarnos. Nos decían que iban a reeducarnos porque decir que pretendían exterminarnos recordaba a otra cosa, que era precisamente la que intentaban hacer”. Además, se construyó una prisión en Badajoz para los homosexuales pasivos, otra en Huelva para los activos y se destinaron a muchos otros junto con mujeres trans a las cárceles de Carabanchel y de la Modelo (Barcelona).

El ejemplo de la represión más cruel reside en Lorca, pero también fueron víctimas de esta opresión otros nombres como Antonio Ruiz, expreso valenciano que lideró la lucha de la eliminación de las fichas policiales; el cantante de copla Miguel de Molina, que sufrió una paliza casi mortal; la poeta Gloria Fuertes a la que se la encasilló como una escritora para niños; y el dramaturgo Agustín Gómez Arcos que terminó en el exilio.

A pesar de esta barbarie, gais, lesbianas, bi y trans siguieron reuniéndose en la clandestinidad, se armaron para levantar el movimiento LGTBI español y pelear por sus derechos. “Estoy muy orgullosa de mi colectivo porque hemos buscado nuestra libertad como seres humanos. Somos unos resistentes”, concluye García Rodrigo.

Ahora, cuando se cumplen 80 años del final de la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Ada Colau, interpuso una querella contra varios jueces de la dictadura por sus sentencias homófobas. La Justicia, sin embargo, ha rechazado investigar estos casos ya que se ajustaban al orden legal cuando fueron dictadas.

https://temas.publico.es/80-anivers...witter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
la homosexualidad era delito durante la republica, la ley de vagos y maleantes fue dictada en la republica, la llamaban la gandula, lo dicho que dejen de manipular, que perseguir la homosexualidad no era cosa de franco
 
que diferencia entre los descendientes de los golpistas, genocidas, asesinos y traidores de la patria españoles ( Franco y Cia) y los descendientes de los nazis, que también la liaron una bien gorda pero lo bien que han sabido manejar ese pasado tan oscuro de su historia.

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Peter Harf, portavoz de la empresa familiar de los Reimann.

MUNDO
La segunda familia más rica de Alemania dona 11 millones de euros tras conocer su pasado nazi
Los Reinmann ha descubierto la relación de la empresa familiar, JAB Holding Company, con el nazismo tras solicitar a un historiador que lo investigase.
27 marzo, 2019 09:56
Redacción | Agencias
Una de las familias más ricas de Alemania va a donar once millones de dólares (unos 9,7 millones de euros) a fines benéficos tras descubrir la intensidad de los lazos de sus antecesores con el régimen nazi, que emplearon reos como mano de obra forzada, informan este lunes medios alemanes.

https://www.elespanol.com/mundo/201...illones-euros-conocer-pasado/386461565_0.html
a Hitler compararo con Estalin, no con Franco, los descendientes de estalin si que tendrían que pedir perdon
 
La España secuestrada: asesinatos, campos de concentración, expropiaciones, penales de presos, robo de bebés y torturas
El 1 de abril de 1939 se consumó la victoria de Francisco Franco. La paz, sin embargo, nunca llegaría. 80 años después ningún responsable de la dictadura ha tenido que responder ante la justicia por sus crímenes.


ALEJANDRO TORRÚS

31 MARZO, 2019

1 de abril de 1939. La radio anuncia que “cautivo y desarmado el Ejército rojo” las “tropas nacionales” han alcanzado sus “últimos objetivos militares”. “La guerra ha terminado”, decía la voz de Fernando Fernández de Córdova que resonaba en las ondas . Terminaban las batallas, sí, pero no llegaba la paz. El Ejército franquista había alcanzado sus objetivos militares, pero su plan no había concluido. España iniciaba un largo secuestro de manos de unos militares y falangistas que, apoyados por la Iglesia católica, quisieron imponer por la fuerza, el exterminio y el miedo una única manera de entender España: la suya.

El final de la Guerra Civil española no supuso el final de la represión. Fue, más bien, un nuevo inicio. El general Franco ya había dejado claro que el objetivo de la sublevación no solo era la conquista del poder. “En una guerra civil, es preferible una ocupación sistemática de territorio, acompañada por una limpieza necesaria, a un rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios“. No es casualidad, por tanto, que entre el 1 de abril de 1939 y 1942 se produjeran la mitad de las ejecuciones del franquismo.

El concepto era limpiar. Limpiar España de marxistas. De rojos. De nacionalistas. De anarquistas. De sindicalistas. De feministas. De maestros y maestras comprometidos. De intelectuales. Limpiar España de todos los que no compartían o fueran reticentes a la idea de la España imperial, católica, apostólica, jerárquica y tradicional. Y no faltaron muertes ni asesinatos. “La matanza se extendió también a quienes habían podido recibir la influencias de sus ideas: los miembros de un sindicato, los que no iban a misa, los sospechosos de votar al Frente Popular, las mujeres que habían obtenido el sufragio y el derecho al divorcio…”, detalla el historiador Paul Preston en su obra El Holocausto español. Si los golpistas encarnaban los valores y principios de la España eterna, los defensores de la República se convirtieron en la Anti-España y tenían que ser erradicados.

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El jefe de Estado español, Francisco Franco, preside el primer desfile de la victoria después del final de la Guerra Civil Española en Madrid, el 19 de mayo de 1939, mientras que los miembros de la Guardia Civil y la Guardia Morisca están bajo la tribuna. Durante esta ceremonia, Francisco Franco está acompañado por oficiales militares, el Gran Visir del Jalifa de Tetuán, y los Generales Aranda y Saliquet.
AFP
A día de hoy todavía es imposible conocer con exactitud la cifra exacta de asesinados y asesinadas por los franquistas. Paul Preston asegura que la cifra “más fidedigna” de muertes a manos de militares rebeldes lejos del campo de batalla asciende a 130.199 aunque afirma que lo más probable es que la cifra real superara los 150.000 muertos. Por su parte, la obraVerdugos impunes (Pasado & Presente) recoge la siguiente aproximación: 160.000 víctimas mortales entre 1936 y 1945; más de 2.000 fosas comunes y por encima de los 100.000 desaparecidos; 600.000 procesados por tribunales militares (sin contar a los ejecutados); alrededor de 20.000 presos políticos allá por 1940; 150.000 exiliados permanentes…

Un reciente informe encargado por el Gobierno de Pedro Sánchez refleja que entre abril de 1939 y enero de 1940 había medio millón de personas en campos de concentración, 90.000 en batallones de trabajadores y 47.000 en batallones disciplinarios. Solo entre 1940 y 1957, el total de jornadas trabajadas por presos en ferrocarriles asciende a 4,7 millones.

El dato que sí se conoce es el número de responsables franquistas que, una vez terminada la dictadura, tuvo que dar explicaciones ante la Justicia por los crímenes anteriormente mencionados. Ninguno. Cero. Nadie. Impunidad absoluta. El Congreso de los Diputados aprobó en 1977 la conocida Ley de Amnistía que, en la práctica, ha funcionado como una ley de punto final. Todos los crímenes quedaban perdonados y las víctimas, condenadas a recordar en silencio. Eran los tiempos de la Transición, en los que el exministro franquista Manuel Fraga, que participó en la represión, fundaba un partido político y, de repente, se convertía en demócrata.

Nadie pudo decir, sin embargo, que el afán asesino de los golpistas del 18 de julio fuera desconocido. Muchos de ellos no lo ocultaron. “Es necesario propagar una atmósfera de terror. Tenemos que crear una impresión de dominación… cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”, decía el general Molaantes del golpe de Estado. Otro de los cabecillas de la sublevación, el general Yagüe, era igualmente contundente: “Al que resista ya sabéis: a la cárcel o al paredón, lo mismo da. Nosotros nos hemos propuesto redimiros y os redimiremos queráis o no queráis”.

No obstante, nadie fue tan claro como Gonzalo de Aguilera, oficial de prensa del general Franco: “Tenemos que matar, matar y matar (…) Las masas no son mejores que los animales y no se puede esperar que nos contagien del virus del bolchevismo. Después de todo, las ratas y los piojos son portadores de la peste. ¿Comprende ahora lo que queremos decir al hablar de regeneración de España? Nuestro programa es terminar con un tercio de la población masculina de España“.

Pero la represión franquista no estaba basada únicamente en el exterminio y asesinato. De hecho, este era solo un elemento más. El historiador y catedrático de instituto Francisco Moreno Gómez califica esta primera etapa represora como “la matanza fundacional” y después desarrolla el concepto de “multirrepresión” para que el lector pueda comprender hasta qué punto se extendió el terror en todo el país. “Esta idea viene a insistir en que el franquismo no trató sólo de destruir físicamente a la anti-España, sino sobre todo se trató de la persecución de la mitad de un país después”, explica.

Esta multirrepresión incluye campos de concentración, penales de presos, encarcelamientos masivos, señalamientos públicos, paseos, expolio de bienes, robo de bebés, exilio y hambre, mucha hambre. El objetivo era privar a los republicanos de su dignidad humana y reducirlos a simples guiñapos o despojos. “Hablo a la población reclusa: tenéis que saber que un preso es la diezmillonésima parte de una mierda“, decía el director de la cárcel Modelo de Barcelona a los presos en 1941.

“La multirrepresión comprende la eliminación de los derechos generales, las posibilidades de supervivencia, el derecho a la alimentación, el derecho al trabajo, la libertad, echarlos a las cárceles, privarlos de la patria y echarlos al exilio, eliminar los derechos de los padres sobre los hijos, cercar por todas partes a los vencidos y matarles la esperanza. La limpieza y el exterminio en España fue esto: exclusión, no sólo física, sino de todo orden, de la mitad de la población, por sus ideas políticas y definición social”, señala Gómez.

Una vez más, es imposible conocer con precisión los datos exactos de este tipo de represión. Por contra, como antes, sí que es posible conocer el número de responsables que han sido juzgados por ello: ninguno. La obra Los campos de concentración de Franco, publicada recientemente por el investigador y periodista Carlos Hernández, recopila hasta 296 campos de concentración en la España franquista por los que pasaron entre 700.000 y un millón de españoles. El principal objetivo de estos campos de concentración era, además de infundir terror, clasificar a la población.

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Prisioneros haciendo el saludo fascista en el campo de Concentración de Irún en Guipúzcoa (BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA)
Los responsables de los campos crearon una suerte de tres categorías: “asesinos y forajidos o enemigos de la patria española”, que debían ser fusilados o condenados a largas penas; los “bellacos engañados”, que podían ser “reeducados mediante el sometimiento, la humillación, el miedo y los trabajos forzados”; y, por último, los “simples hermanos”, considerados ‘afectos’ al Movimiento y que eran liberados o incorporados a las filas del Ejército franquista.

“Los cautivos eran sometidos a un proceso de deshumanización. Despojados de sus pertenencias más personales, la mayor parte de las veces eran rapados al cero e incorporados a una masa impersonal que se movía a toque de corneta y a golpe de porra. Las condiciones infrahumanas en el campo les degradaban psicológicamente desde el primer momento”, escribe Carlos Hernández.

Pero el campo de concentración, para muchos de sus presos, era solo una primera estancia. Después vendrían las cárceles, los batallones de trabajadores esclavos, los penales… Penales como el de Bustarviejo, una pequeña localidad del norte de Madrid, o como los otros nueve destacamentos penales que el franquismo instaló en el tramo comprendido entre las localidades madrileñas de Chamartín y Garganta de los Montes para la construcción de una línea ferroviaria entre Madrid y Burgos.

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Penal de Bustarviejo
La fundamentación teórica de este sistema de redención de penas por trabajo estaba basado en los conceptos católicos de pecado, expiación de la culpa y perdón, que sustituían los conceptos de delito, pena y amnistía. “A través de la redención el prisionero salía del estatus de rojo antiespañol y se acercaba a la salida del espacio físico de la cárcel recobrando el espíritu nacional perdido”, explicó a Público el investigador y arqueólogo Arqueólogo Álvaro Falquina, que señalaba que la propia arquitectura de los espacios penales, como el de Bustarviejo, tenía la función de eliminar la “identidad política republicana” y “crear una nueva conciencia de sujetos validos para el régimen franquista”.

El de Bustarviejo fue un penal más en un país repleto. Tampoco se conoce con exactitud el número de penales que hubo por todo el país con presos políticos trabajando en ellos. No todos los presos republicanos fueron enviados a estos lugares. Otros muchos continuaron en prisión muriéndose, literalmente, de hambre y de enfermedades. Como Miguel Hernández. Un hambre y unas condiciones que buscaban deshumanizar a las víctimas. A ellas, y a sus familias, que fuera luchaban por la supervivencia con su nombre incluido en listas negras que les prohibían el trabajo.

Y es que la represión franquista no puede entenderse sin su parte económica. Si los familiares de las víctimas del lado franquista gozaban de puestos reservados en la Administración y diferentes prevendas para adquirir un buen status socioeconómico, las víctimas republicanas veían cómo lo poco que habían conseguido acumular durante años de trabajo desaparecía de un plumazo. Tras la derrota republicana, quedaron anulados nada más y nada menos que 13.251 millones de pesetas de dinero republicano, más otros 10.365 millones en depósitos bancarios.

La pobreza represiva consistía en algo mucho mayor que la eliminación del dinero republicano. Comenzaba con la usurpación total de bienes, bien a través del expolio directo, de expedientes de incautación de bienes o de la Ley de responsabilidades políticas, y continuaba con la exclusión laboral absoluta, que expulsaba a los vencidos del trabajo público, de las oposiciones o de cualquier tipo de concesión. Asimismo, continuaron vigentes durante años una especie de listas negras por las que se negaba el trabajo al jornalero local que consideraban que no había acatado los principios del nacionalcatolicismo.

La represión de género
La represión franquista y el secuestro de todo un país no puede entenderse sin la represión que ejerció contra las mujeres. Muchas fueron rapadas al cero para censurar su ‘libertinaje’ y purgadas con aceite de ricino para depurar su “alma tóxica”, otras miles de mujeres fueron exhibidas por las calles y plazas del país durante los años de guerra civil y posguerra. Nadie ha tenido que declarar por ello ante la Justicia.

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Mujeres rapadas durante la posguerra
El castigo del franquismo sobre las mujeres fue doble. Por “rojas” y por “liberadas”. La dictadura exigió a las mujeres un exceso de virtud que encarnara un modelo de decencia y castidad que limpiara la degradación moral republicana. Sobre ellas recayó la responsabilidad de “regenerar la patria”. Catalogadas como individuas de dudosa moral, su acceso a la ciudadanía fue castigado ejemplarmente durante la dictadura a través de cárcel, violencia, exilio, silencio o uniformidad.

“La forma de castigar al hombre era el exterminio. Se fusilaba a gran parte de los hombres de una población. Con la mujer se buscaron castigos más ejemplares. En lugar de ir a por todas, se castigaban a unas pocas de manera pública. La exposición pública del rapado o del ricino marcaba a las mujeres por vida. Un método devastador y efectivo”, explicó a Público Raquel Osborne, doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid.

A esta represión se sumó el robo de bebés en las cárceles franquistas desde el inicio de la Guerra Civil, un robo de bebés que se mantuvo como política de Estado hasta finales de la década de los 40. Mujeres que no eran dignas para criar a sus hijos, que eran entregados a familias de bien. El cuerpo y la mente de la mujer se convirtió, de hecho, en una política de Estado. “La mujer debía ser una especie ‘superwoman’ capaz de hacerlo todo: cuidar a los hijos, atender al marido, llevar la casa, ser buena cristiana y conocer la doctrina franquista”, analiza la investigadora María Rosón.

Para crear esta mujer “dócil y casta” al servicio del varón y de la patria, la Sección Femenina de Falange, dirigida por Pilar Primo de Rivera hasta su fin en 1977, recibió el encargo oficial de formar a las mujeres españolas en todos los campos de actuación convirtiéndose en la única organización institucional dedicada a las mujeres durante la dictadura.

A partir de 1948
El estado de guerra continuó vigente hasta 1948. La represión descendió, pero la paz tampoco llegó. El sistema represivo mutó. España se vistió como “democracia orgánica”, el capitalismo entró con el Plan de Estabilización y hasta un presidente de Estados Unidos visitó el país. Pero el secuestro continuaba. España no era libre. España era lo que los franquistas querían que fuera. “Hay muchos estudios que analizan la represión de los primeros años de la dictadura. Nosotros lo que hacemos en la obra es realizar un análisis conjunto del franquismo para demostrar que la dictadura desarrolló una violencia organizada y sistemática desde el Estado contra la oposición, que debe entenderse como todos aquellos que lucharon por los derechos y libertades frente a la dictadura, que duró todo el tiempo que duró la dictadura”, explica a Público José Babiano, coautor de la obra Verdugos impunes.

Así, los historiadores José Babiano, Gutmaro Gómez, Antonio Míguez y Javier Tébar muestran en Verdugos impunes cómo la dictadura mutó sus métodos represivos, pero no dejó de perseguir al opositor y violar los derechos humanos de la población. Por ejemplo, entre 1940 y 1963 funcionó el Tribunal especial contra la masonería y el comunismo y a partir de ese año, 1963, estuvo operativo el Tribunal de Orden Público, que juzgó a más de 50.000 personas, de las que un 70% eran trabajadores.

Además, desde 1948 hasta 1975 las autoridades franquistas declararon hasta en 11 ocasiones el estado de excepciónpara hacer frente a las movilizaciones obreras y estudiantiles. Algunos de los datos son escalofriantes. Solamente en 1974, un año antes de la muerte del dictador, 25.000 trabajadores habían sido suspendidos de empleo y sueldo por sus ideas políticas, mientras que un número aún desconocido había sido despedido.

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Un hombre muestra una foto de una víctima del franquismo. EFE/Paco Campos
Pero hay más. Hubo mucho más. Las torturas y malos tratos en comisarías contra estudiantes y activistas detenidos eran sistemáticas. Los luchadores por la democracia recibían el mismo trato en las comisarías de Sevilla, Barcelona o Madrid. No eran policías aislados que torturaban, era un sistema torturador dentro de un régimen dictatorial que también hizo uso de la pena de muerte hasta en los últimos meses de vida del dictador. También hubo muertos de esas que calificaron como ‘accidentales’. Las fuerzas del Orden Público mataron a huelguistas y manifestantes en, por ejemplo, Erandio en 1969, Granada en 1970, Madrid en 1971, en Ferrol y Barcelona en 1972.

Las víctimas de estas torturas policiales han acudido en los últimos años a los juzgados buscando justicia. Han acudido incluso a Argentina. Han señalado con nombre y apellidos a sus represores. Han detallado el trato que recibieron. Algunos de los acusados, como el expolicía de la Brigada Político y Social franquista Antonio González Pacheco y el guardia Civil Jesús Muñecas fueron incluso imputados en Argentina. Pero la Justicia española lo negó todo. Negó extraditar y negó juzgar. Los represores son libres y muchos de ellos cuentan con bonus en sus pensiones por los servicios prestados.

El olvido como colofón
El colofón a todo ese sistema represivo se instaló a partir de la década de los 60 cuando muchos cargos franquistas entendieron que el futuro no toleraría los crímenes del pasado. Muchos archivos locales de Falange, de ayuntamientos y diputaciones fueron desapareciendo. Otros, permanecen cerrados. La Transición apuntaló el silencio, que no olvido, de una etapa que nadie quería recuperar.

Así se llega a este aniversario. 80 años del final de la Guerra Civil, 80 años del inicio del secuestro a un país. 80 años y nunca, jamás, un responsable de la dictadura franquista ha tenido que responder de sus crímenes ante un tribunal. En la actualidad, la Justicia de Argentina mantiene abierta la única causa penal que investiga la dictadura franquista en todo el mundo. Sin embargo, la causa avanza poco. La propia jueza María Servini ha denunciado “los palos en las ruedas” que le ponen desde España.

Mientras tanto, víctimas y ayuntamientos del cambio han acudido en los últimos años a la Justicia para interponer querellas por los crímenes de la dictadura. La respuesta de los tribunales ha sido la misma: los delitos están prescritos, no pueden ser considerados crímenes de lesa humanidad y, en cualquier caso, estarían amnistiados por la mencionada Ley de Amnistía de 1977. Así fue en todos los casos menos en alguna excepción.

En las últimas semanas, varios juzgados han admitido a trámite la querella del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid por crímenes del franquismo contra vecinos de la localidad; otra querella contra el torturador Antonio González Pacheco; y, otra más, contra varios policías de la Brigada Político y Social en València. Esta estrategia de interponer querellas ante los juzgados españoles fue iniciada años atrás por el abogado Carlos Slepoy, que también consiguió justicia para las víctimas de las dictaduras argentina y chilena. Slepoy falleció en 2017, pero queda para el recuerdo una de sus frases de optimismo: “No os preocupéis. Las batallas por los derechos humanos siempre se ganan”.

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Paqui Maqueda posa sosteniendo una foto que muestra a su bisabuelo Juan Rodríguez Tirado (L) asesinado a tiros por un pelotón de fusilamiento de la época de Franco durante la guerra civil española. AFP

https://temas.publico.es/80-anivers...s-penales-de-presos-robo-de-bebes-y-torturas/
eso lo hacían los republicanos idolo
 
Pablo Iglesias busca en la fosa 115 del cementerio de Paterna a un familiar víctima del franquismo


La Diputación de València inicia los trabajos de exhumación de la fosa 115, en la que se esperan encontrar los restos de 150 personas fusiladas durante la representación franquista

Laura Martínez
01/04/2019 - 14:17h
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Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, en el cementerio municipal de Paterna, donde se calcula que hay más de 2.000 fusilados por el franquismo EFE/KAI FÖRSTERLING

Coincidiendo con el 80 aniversario del fin de la Guerra Civil y del inicio de la represión, la Diputación de València ha iniciado los trabajos de exhumación de la fosa numero 115 del cementerio municipal de Paterna. En este municipio de Valenciano se calcula que puede haber enterradas más de 2.000 personas, víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista.




En la Fosa 115, la penúltima en ser abierta esta legislatura, se esperan encontrar los restos de 150 personas asesinadas procedentes de distintos municipios españoles, según la estimación de la Diputación. Entre ellos se encontraría un familiar del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

El dirigente morado ha acudido este lunes junto a su madre al inicio de los trabajos de exhumación que lleva acabo el departamento de Memoria Histórica, coordinado por la diputada Rosa Pérez Garijo, de Esquerra Unida. Desde Podemos aclaran que no se trata de una visita de partido, que Iglesias asiste a los trabajos de exhumación como familiar. "Hoy hago con mi madre el viaje a Paterna donde van a abrir la fosa en la que parece que están los restos de mi tío y de sus compañeros", ha anunciado el secretario general de Podemos en su Facebook. "En este muro de Paterna, la dictadura de Franco fusiló a cientos de personas, entre ellas a mi tío abuelo. Pero esta no es una historia personal. Es la historia de millares de familias españolas. Debemos seguir luchando contra el olvido, rescatando nuestra memoria histórica", añade el dirigente.

Según ha explicado Iglesias, su tío abuelo formó parte de La Motorizada, un grupo socialista que acompañaba y protegía a Indalecio Prieto.



Pablo Iglesias

✔@Pablo_Iglesias_

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Este #1deAbril se cumplen 80 años del final de la guerra civil y el inicio de una terrible dictadura. Coincide con el viaje que realizo junto a mi madre a Paterna, donde van a abrir la fosa en la que parece que están los restos de mi tío y de sus compañeros.


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13:47 - 1 abr. 2019

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"Este viaje que hoy no lleva más de dos horas, lo hizo mi tía Ángeles varias veces, en 1939, en camiones que accedieron a transportar a la hermana de un represaliado. Hacer ese viaje hace 80 años para ir a una cárcel, era muy dificil. Mi tía sabía que iban a fusilar a su hermano", narra el dirigente morado.

La Diputación de Valencia es la única administración pública que hasta el momento ha costeado los trabajos de exhumación de fosas comunes en las que se encuentran víctimas del franquismo. Los trabajos corren a cargo del equipo de voluntarios de ArqueoAntro, que se ha encargado de las cinco exhumaciones anteriores realizadas en el cementerio de Paterna.

https://www.eldiario.es/cv/Pablo-Iglesias-visita-Fosa-Paterna_0_884011862.html
 
Pablo Iglesias busca en la fosa 115 del cementerio de Paterna a un familiar víctima del franquismo


La Diputación de València inicia los trabajos de exhumación de la fosa 115, en la que se esperan encontrar los restos de 150 personas fusiladas durante la representación franquista

Laura Martínez
01/04/2019 - 14:17h
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Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, en el cementerio municipal de Paterna, donde se calcula que hay más de 2.000 fusilados por el franquismo EFE/KAI FÖRSTERLING

Coincidiendo con el 80 aniversario del fin de la Guerra Civil y del inicio de la represión, la Diputación de València ha iniciado los trabajos de exhumación de la fosa numero 115 del cementerio municipal de Paterna. En este municipio de Valenciano se calcula que puede haber enterradas más de 2.000 personas, víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista.




En la Fosa 115, la penúltima en ser abierta esta legislatura, se esperan encontrar los restos de 150 personas asesinadas procedentes de distintos municipios españoles, según la estimación de la Diputación. Entre ellos se encontraría un familiar del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

El dirigente morado ha acudido este lunes junto a su madre al inicio de los trabajos de exhumación que lleva acabo el departamento de Memoria Histórica, coordinado por la diputada Rosa Pérez Garijo, de Esquerra Unida. Desde Podemos aclaran que no se trata de una visita de partido, que Iglesias asiste a los trabajos de exhumación como familiar. "Hoy hago con mi madre el viaje a Paterna donde van a abrir la fosa en la que parece que están los restos de mi tío y de sus compañeros", ha anunciado el secretario general de Podemos en su Facebook. "En este muro de Paterna, la dictadura de Franco fusiló a cientos de personas, entre ellas a mi tío abuelo. Pero esta no es una historia personal. Es la historia de millares de familias españolas. Debemos seguir luchando contra el olvido, rescatando nuestra memoria histórica", añade el dirigente.

Según ha explicado Iglesias, su tío abuelo formó parte de La Motorizada, un grupo socialista que acompañaba y protegía a Indalecio Prieto.



Pablo Iglesias

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Este #1deAbril se cumplen 80 años del final de la guerra civil y el inicio de una terrible dictadura. Coincide con el viaje que realizo junto a mi madre a Paterna, donde van a abrir la fosa en la que parece que están los restos de mi tío y de sus compañeros.


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"Este viaje que hoy no lleva más de dos horas, lo hizo mi tía Ángeles varias veces, en 1939, en camiones que accedieron a transportar a la hermana de un represaliado. Hacer ese viaje hace 80 años para ir a una cárcel, era muy dificil. Mi tía sabía que iban a fusilar a su hermano", narra el dirigente morado.

La Diputación de Valencia es la única administración pública que hasta el momento ha costeado los trabajos de exhumación de fosas comunes en las que se encuentran víctimas del franquismo. Los trabajos corren a cargo del equipo de voluntarios de ArqueoAntro, que se ha encargado de las cinco exhumaciones anteriores realizadas en el cementerio de Paterna.

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demagogia pura y dura y desde luego tienen la desfachatez de mirar para otro lado con las fosas con muertos del bando nacional
 
BIOGRAFÍA
'A finales de enero'
Enrique Ruano, morir tres veces
  • JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE
Martes, 2 abril 2019 - 02:13
El último Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias se detiene en la estremecedora historia de Enrique Ruano, Javier Sauquillo y Lola González, durante los días de la Transición

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Lola González, Enrique Ruano y Javier Sauquillo, en Madrid, en los años 70.ARCHIVO TUSQUETS
La fotografía que ilustra la portada de A finales de enero, el estudio con el que Javier Padilla ha ganado el XXXI Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, representa el instante de una plenitud. Quizá no de felicidad pura, que es algo más difícil de advertir -aunque quizá la hubo durante ese segundo azaroso y definitivo que reunió a los personajes en la imagen, una de las más difundidas de los tres, como depositarios de una narración colectiva-, pero sí la certeza de que en ese momento, cuando los tres eran jóvenes y hermosos, la vida aún era el fruto que les correspondía. Porque los protagonistas individuales de A finales de enero, siguiendo el orden en la instantánea pero también otro, de importancia dentro, son Lola González Ruiz, Enrique Ruano y Francisco Javier Sauquillo.

Los tres, mártires o víctimas del proceso que llevó de la dictadura a la democracia. Es difícil asegurar si estamos ante "La historia de amor más trágica de la Transición", como reza en la portada; pero si no lo es, estará cerca. Porque desde el ámbito de la ficción sería difícil concebir el relato de crueldad, total desvalimiento y mala suerte -aunque ella aprendió de Javier a no creer en el azar y pensaba que siempre había una causa para todo- semejante al calvario de Lola González Ruiz sin que resulte inverosímil. Es imposible, respondería un editor: esta historia no se la cree nadie. Pero esta historia es real.

La protagonista del libro estrenó un duelo que no abandonó nunca

La historia de tres amigos estudiantes de Derecho en el Madrid juvenil, arrojado y peligroso, excitante y terrible, que pasean por la Ciudad Universitaria mientras alguien les hace la fotografía que hoy miramos en la portada de A finales de enero. La historia de Lola González Ruiz, novia de Enrique Ruano y amiga de Javier Sauquillo, amigo de ambos y enamorado, parece ser, de Lola. Es imposible imaginar un personaje femenino como Lola, que tiene que sufrir el asesinato de su novio, Enrique Ruano, el 20 de enero de 1969, padeciendo un duelo que ya no abandonó nunca, y que, tras casarse con el amigo de la pareja, Javier Sauquillo, tiene que contemplar al asesinato de su marido en el atentado del despacho de abogados laboralistas en el número 55 de la calle Atocha, el 24 de otro mes de enero, sólo ocho años después.

Era 1977 y a Lola ya no le quedarían fuerzas para rehacer su vida por segunda vez. En ocho años, la desgracia total. Y todo eso siendo ella también víctima, por el disparo que le atravesó la cara y la hizo padecer un sinnúmero de operaciones de reconstrucción facial, anorexia y bulimia casi toda su vida, además de una depresión que compartió con José María Zaera, su última pareja, hasta que murieron los dos extrañamente durante otro mes de enero, en 2015. Sería su tercera muerte.

Según palabras de Alejandro Ruiz-Huerta, el último sobreviviente del atentado de Atocha -él detesta la palabra matanza, porque "cerdos" era uno de los insultos habituales de la ultraderecha y se escuchó también durante el juicio-, "en el crimen de Atocha está el ADN de la Transición". Porque más allá del hermoso y fino retrato que hace Javier Padilla de los tres protagonistas -Lola, inteligente y voluntariosa, bella, trasnochadora de verbo infatigable; Enrique inolvidable, simpático y guapo, deportista y frágil, amable y hondo, poeta en la escritura y la emoción; y Javier, el más dotado intelectualmente, tímido a su modo, pero resuelto en la manera de exponer sus posiciones, rival de Enrique no sólo por Lola, sino también en las infinitas discusiones sobre teoría marxista-, el otro gran protagonista de A finales de enero es el proceso de cambio de la sociedad española vivida desde el ámbito del movimiento universitario; especialmente en el FLP, porque los tres eran felipes antes de militar, Lola y Javier, tras el asesinato de Enrique y ya como matrimonio, en el PCE. Luego vendría la abogacía laboralista, los procesos ante el TOP, sus críticas a Carrillo y el trabajo en las asociaciones de barrios, de donde venían los dos, en coche, la noche del 24 de enero de 1977, cuando tres pistoleros irrumpieron en el despacho de Atocha preguntando por un sindicalista, Joaquín Navarro, antes de disparar.

De 1977 a 2015 Lola tuvo que seguir viviendo, pero ya había muerto dos veces

Lola González Ruiz sobrevivió. Entre 1977 y 2015 tuvo que seguir viviendo, pero ya había muerto dos veces. La democracia jamás le compensó el dolor. Cuenta Javier Padilla que el piso que compartió al final con José María Zaera tenía las paredes cubiertas con fotografías de Enrique y Javier, eternamente jóvenes, porque su presente era vivir el pasado.

Gran libro exhaustivo y necesario: el autor nos cuenta que su padre, estudiante en Madrid aquellos años, asistió al entierro de los abogados, lo que explica, sólo en una mínima parte, su interés en la historia. Porque resulta admirable y muy esperanzador que un hombre tan joven como Javier Padilla, malagueño nacido en 1992, haya entrado en la médula de las vidas rotas, destrozadas, de estos tres jóvenes que en el momento de la foto habrían estado encantados de viajar en el tiempo para charlar con él.

https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/04/02/5c9921fb21efa02e6d8b4641.html
 
1936. El PSOE saquea el banco de España.


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Camara acorazada del Banco de España.
El banco de España S.A. era un ente privado en tiempos de la republica.

El propio Indalecio Prieto escribió al respecto que no podían vanagloriarse de esta aventura conocida como el oro de Moscú: “Un ministro socialistapidió autorización para proceder libremente; el Gobierno, del que formábamos parte otros cinco socialistas, incluso quien lo presidía, se la concedió, y socialistas eran también los bancarios que dispusieron cuanto se les ordenó, tanto en España como en Rusia, así como los paisanos que convoyaron el cargamento entre Madrid y Cartagena”.

La guerra empezó en 1936, pero ya desde los meses siguientes los mismos políticos que exigían a los españoles resistir hasta la última bala se preparaban un exilio dorado con el inmenso patrimonio robado tanto al Estado como a los ciudadanos. Por el contrario, ninguno de los generales franquistas requisaba dinero o joyas para el caso de necesitar exhiliarse en caso de que perdieran la guerra.



La madrugada del 14 de septiembre de 1936, a solo 3 semanas de iniciarse el conflicto, entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT (socialistas) y de la CNT (anarquistas) en el mismo Banco, a las que acompañaban 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho. Su ética no le permitió ser cómplice.

Hay que añadir que los socialistas se dieron prisa porque la guerra había empezado solamente dos meses antes, el 18 de julio de 1936. La reserva española de oro había sido registrada por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como la cuarta más grande del mundo



A la vista hay 112 estanterías con un total de 34 tons. El oro de Moscú necesitaría 1.700 estanterías como esas.
Los principales responsables de este derroche fueron los miembros del PSOE Juan Negrín, que antes de ser presidente del Gobierno fue ministro de Hacienda, e Indalecio Prieto, aquel diputado del PSOE que se paseaba por el congreso de los diputados mostrando su pistola. También se atribuyen los mismos modos a la Generalidad catalana, dirigida por Esquerra Republicana.

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La orden de traslado y sus motivaciones

El 13 de septiembre de 1936 el nuevo ministro de Hacienda, el socialista Juan Negrín, por iniciativa propia emitió un decreto “reservado”. El decreto reservado decía lo siguiente:

“Ministro de Hacienda
Excmo. Sr:
Por su excelencia el presidente de la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el siguiente decreto reservado: La anormalidad que en el país ha producido la sublevación militar aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas precautorias que considere necesarias para mejor salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público. La índole misma de la medida y la razón de su adopción exigen que este acuerdo permanezca reservado. Fundado en tales consideraciones, de acuerdo con el Consejo de Ministros, y a propuesta del de Hacienda, vengo en disponer, con carácter reservado, lo siguiente:

  • Art. 1º: Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España.
  • Art. 2º: El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto.
Madrid, 13-9-36.”

Es de observar que en aquella epoca el banco de España era un ente privado, Sociedad Anonima, y no un organismo publico como lo es hoy.

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Junta de accionistas del Banco de España en el interior de la caja fuerte, junto a lingotes de oro Manuel Azaña y Juan Negrin
El decreto fue firmado por el Presidente del gobierno del Frente Popular, Manuel Azaña, a quien no se le informó cuando se aplicaría el decreto, ni tampoco el destino del tesoro. La excusa para dejar fuera de conocimiento en la materia al Presidente fue su “estado espiritual”. Valido de esta medida presidencial, el 25 de octubre Negrín ordenó el traslado de la totalidad del oro depositado en las bóvedas del Banco de España, de Madrid al puerto de Cartagena. Eran “siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España”, según el ministro de Marina y el Aire, Indalecio Prieto, quien tiempo después dijo haberse enterado por casualidad de ese traslado.

Según justificó más tarde Largo Caballero, el Presidente no fue informado hasta mucho después debido a su «estado emocional» y el «carácter reservado de la operación»:

“¿De esta decisión convenía dar cuenta a muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra de escándalo internacional […] Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República, el cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable, por consiguiente sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros [el propio Largo], el Ministro de Hacienda [Negrín] y el de Marina y Aire [Indalecio Prieto]. Pero los dos primeros serían los únicos que se habían de entender con el Gobierno de Rusia.”



Obtenidas las llaves, se abrieron las cajas y cámaras donde se custodiaban las reservas, y durante varios días los agentes del Gobierno estuvieron extrayendo todo el oro allí depositado. El metal precioso se colocó en cajas de madera de las utilizadas habitualmente para el transporte de municiones, que no estaban numeradas ni acompañadas de facturas que indicasen cantidad, peso o contraste del oro.

Las cajas fueron transportadas en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde de depositaron en los polvorines de La Algameca, en una base naval bien custodiada. El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE.

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Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa, 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de la Caja General de Reparaciones.

El cajero principal del Banco de España se suicida y los consejeros Martínez Fresneda y Álvarez Guerra denunciaron la extracción del oro por constituir una ilegalidad y presentaron su dimisión.

“… el día 14 de septiembre de 1936 irrumpen en el Banco fuerzas de Carabineros y Milicias, enviadas por el Ministerio de Hacienda, de acuerdo con los Comités, y especialmente con el que funcionaba en el mismo Banco de España. Dirigió la operación de incautación el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, en unión de empleados del Banco [ ]… Colocado el oro en cajas de madera, fue transportado en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena [ ]..

“Saqueadas las reservas metálicas del Banco de España, se procedió de modo sistemático a la confiscación del dinero, divisas, valores y efectos de propiedad de particulares que existían en depósito y en paquetes lacrados en la Banca privada. Para ello se dictan disposiciones conminatorias, como los Decretos de 3, 10 y 16 de octubre de 1936 [ ]… en la noche del 6 de noviembre se presenta en el Banco de España, con el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, un individuo titulado Capitán de Carabineros, Julio López Masegosa , que era persona de la confianza de Negrín y agregado, como Ayudante del mismo, a la Secretaría del Ministerio de Hacienda [ ] … avisado el Jefe de las cajas de seguridad de alquiler y depósitos en dicho Banco, le manifestaron que el Ministro de Hacienda había ordenado la apertura de las cajas, que debía llevarse a cabo con toda urgencia”.

“Igual suerte corrieron las cajas de alquiler y depósitos de la Banca privada. También en noviembre de 1936, Méndez Aspe, de acuerdo con el Gobierno rojo, autorizó al titulado Comandante de Carabineros Federico Angulo para trasladar el contenido de las cajas de seguridad y depósitos a Valencia. A las objeciones tímidas de algunos elementos técnicos de la Banca, que alegaban que era preciso contar con los clientes, respondió el agente marxista, en forma amenazadora, que no estaba dispuesto a aceptar dilaciones. Fuerzas de Carabineros penetran en los locales de la Banca privada, violentando cajas y depósitos e incautándose del contenido”.



“… El día 25 de octubre de 1936 se personó Francisco Méndez Aspe en Cartagena, y, de acuerdo con Negrín, ordena que por la noche se extraigan sigilosamente de los polvorines siete mil ochocientas cajas de oro, de un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, que custodiadas por claveros de confianza como José Velasco y Arturo Candela (quienes quedaron presos en Rusia) son transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Neve y Volgoles, que zarparon en dirección a Odessa,”

A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas, que fue vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a 20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas).

El 20 de octubre de 1936, el director del NKVD –Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, aunque realizaba operaciones especiales en otros países– en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con el socialista Negrín, ministro de Hacienda –el mismo que después robó las cajas de los bancos para huir a Méjico– añadiendo que “Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.”



Alexander Orlov contestó que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España. Aquellos tanquistas fueron dirigidos por el comunista Valentin Lasarte, “el miliciano”. Más tarde declararía lo siguiente: «Deseo subrayar que, en aquel tiempo, el gobierno español no controlaba completamente la situación. Le dije francamente al ministro de Hacienda Negrín que si alguien se enteraba de ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con los camiones cargados de oro español, los matarían y sería un tremendo escándalo político en todo el mundo, que incluso podría provocar una revolución interna. Por ello le pregunté si el gobierno español podría extenderme credenciales bajo algún nombre ficticio como representante del Banco de Inglaterra o del Banco de América, porque entonces podría decir que el oro se estaba transportando a América por razones de seguridad Negrín no puso ninguna objeción. Pensó que era una buena idea. Yo hablaba un inglés relativamente bueno y podía pasar por extranjero. Por lo tanto, me extendió las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me convertí en el representante del Banco de América.»





Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. Los nacionales, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente. Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia». Sin embargo, el 15 de octubre los socialistas Negrín y Largo Caballerodecidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

Según Orlov, «Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas. La mandaba el coronel S. Krovoshein, que los españoles conocían como Melé. Krovoshein me asignó veinte camiones militares y otros tantos de sus mejores tanquistas (…) Los sesenta marinos españoles habían sido enviados al polvorín con una hora o dos de anticipación (…) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, me dirigí, seguido de una caravana de camiones, al depósito de municiones (…) La salud de Méndez Aspe era algo muy serio. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que debíamos interrumpir la carga o pereceríamos [a causa de un bombardeo alemán]. Le respondí que no podíamos hacerlo, porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, así que debíamos seguir. Entonces huyó y dejó solo a un ayudante, un español muy agradable que se encargó de contar las cajas del oro»

El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odessa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800, y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.

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Críticas de Largo Caballero a la gestión de Negrín:
«¿Cuánto oro se entregó a Rusia? Nunca pudo saberse, porque el Sr. Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuentas de su gestión. Después se ha sabido, por unas cuentas publicadas por el Banco de España en 30 de abril de 1938, que dicho Banco había entregado en custodia 1.592.851.906 millones [sic] en oro y 307.630.000 en plata. Aparte de esto, Hacienda se incautó de todo lo existente en cajas de seguridad de los Bancos oficiales y privados, cuyo valor se eleva, seguramente a muchos millones. ¿Todo esto más las alhajas que existían en el Palacio Nacional, en habitaciones reservadas, y las de muchos particulares, se han gastado en armas? ¿Al terminar la guerra qué oro quedaba en poder de Rusia? ¿Ha liquidado con el Gobierno llamado del Sr. Negrín? Esto no lo puede saber nadie más que él, pues (…) siempre se negó a dar cuenta de la situación económica. (…) El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso. ¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica? Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (…) con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco».

— Francisco Largo Caballero, marzo de 1939

El Destino del Oro del Banco de España
fuente: fundacion Andres Nin Indalecio Prieto México, D. F., Marzo de 1953.

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Documentos de Indalecio Prieto

Nota de presentación de Luis Alonso. Ahora que se habla y escribe bastante sobre la guerra civil y al fin se publican muchas cosas sobre la intervención rusa y estalinista en nuestro país nos parece interesante reproducir un documento importante de Indalecio Prieto, ministro de Marina y del Aire en el gobierno de Negrín, que fue publicado hace años en México por el PSOE.

Como se verá, Prieto resume en pocas páginas cómo operaron los dirigentes del Partido Comunista francés y que pasó con el oro del Banco de España. El relato revela una verdad que los dirigentes estalinistas han tratado de ocultar durante muchos años.

“Afirmo – he dicho refiriéndome a apoyos que recibimos en el curso de la guerra- que pueden anular o amortiguar nuestra gratitud los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los partidos comunistas que la secundaban”. Véanse estos ocho puntos que dejé sentados en 1939 y que nadie ha desmentido:

1.—El Partido Comunista francés había administrado, para compras de material de guerra, dos mil quinientos. millones de francos entregados por Negrín, sin que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho, ningún funcionario del Estado español.

2. El Partido Comunista francés había retirado para sí, quizá como beneficios de intermediario, cantidades considerables del dinero entregado por Negrín.

3. La propaganda, pública primero y clandestina después, del Partido Comunista francés se costeaba con dinero así extraído del Estado español, pues los auxilios de la III Internacional eran nulos y el producto de las cotizaciones distaba muchísimo del gasto enorme de esa propaganda.

4. Avido de dinero, el Partido Comunista francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie examinadas, reclamaba con frecuencia mayores sumas a los señores Negrín y Méndez Aspe, (este último, ministro de Hacienda).

5. El espléndido diario comunistoide “Ce Soir”, remedo del triunfante “París Soir “, se sostenía con fondos de los suministrados por Negrín

6.- La flota, compuesta de doce buques, perteneciente a la France Navigation, era propiedad de España, pues con dinero español se compraron todos los barcos, no obstante lo cual los comunistas franceses, administradores de dicha Compañía, se negaron a devolverlos, considerándolos suyos.

7.- Uno de los barcos de la France Navigation, el “Winnipeg”, se fletó por el S.E.R.E. (entidad de auxilio a los expatriados establecida por Negrín) para transportar exiliados a Chile, aumentando de esa manera sus ingresos los comunistas franceses, mediante el novísimo sistema de arrendar a alto precio a los españoles un buque que pertenecía a los españoles.

8. Parte del tesoro español sacado de nuestro territorio al evacuarse Cataluña estaba custodiado por comunistas franceses.

En cuanto al lucro de Rusia, el relato que ahora reitero aquí es ciertamente asombroso.El 25 de Octubre de 1936 se embarcaron en Cartagena con destino a Rusia siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España.Previamente, el señor Negrín, como ministro de Hacienda (todavía no era presidente del Consejo), obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del Presidente de la República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad que estimara indispensables en cuanto al oro del Banco de España.

Como miembro de aquel Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo, aunque ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro si llegó a conocerlo el entonces Presidente del Consejo, Francisco Largo Caballero.El embarque se verificó con gran misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber llegado a Cartagena para asuntos del servicio –era yo ministro de Marina y Aire- cuando el embarque se efectuaba bajo la dirección personal de los señores Negrín y Méndez Aspe.

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Cuatro empleados del Banco embarcaron en el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a dónde iban. Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y aparecieron… en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú. Y allí, ocurrió algo que también merece ser narrado. Los funcionarios del Grosbank miraban y remiraban minutos enteros cada pieza y la pesaban y repesaban. Los empleados del Banco de España, acostumbrados a gran celeridad en operaciones semejantes, no se explicaban tamaña lentitud, por la cual se invirtieron varios meses en el recuento. Pero esta lentitud obedecía al deseo de justificar la permanencia en Rusia de quienes habían ido custodiando la mercancía. A toda costa se quería impedir su regreso a España para que no se divulgara el enorme envío de oro. Las familias de los viajeros se inquietaban por desconocer el paradero de éstos, y para calmar su intranquilidad se las embarcó también, sin decirles adónde iban, _y se las llevó a Rusia.

La entrega del oro, tan meticulosamente pesado y medido, había de concluir algún día, y concluyó. Los bancarios creyeron entonces que, terminada ya su misión, tornarían a España. Mas sus reclamaciones en ese sentido ante nuestro Embajador, don Marcelino Pascua, eran inútiles. No se les consentía salir; estaban confinados con sus familias en Rusia. Al cabo de dos años, cuando la guerra se extinguía, el Encargado de Negocios, don Manuel Martínez Pedroso, logró romper aquel confinamiento. Pero a los cuatro bancarios no se les repatrió. En España podían hablar más de la cuenta. Y con objeto de evitarlo se les desparramó por el mundo: uno fue a dar con sus huesos a Buenos Aires, otro a Estocolmo, otro a Washington y otro a México. Al mismo tiempo desaparecían de la escena los altos funcionarios soviéticos que intervinieron en el asunto: el ministro de Hacienda, Grinko; el director del Grosbank, Marguliz; el subdirector, Cagan; el representante del ministerio de Hacienda en dicho establecimiento de crédito, Ivanoski; el nuevo director del Grosbank, Martinson… Todos cesaron en sus puestos, varios pasaron a prisión y Grinko fue fusilado.

Entre tanto, una revista gráfica, “La URSS en Construcción”, dedicaba un número especial al aumento de las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha devuelto ni una sola onza.México, D. F., Marzo de 1953

Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. Los nacionales, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente. Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia». Sin embargo, el 15 de octubre Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

El día 22 de octubre de 1936 se personó en Cartagena Francisco Méndez Aspe, jefe del Tesoro y hombre de confianza de Negrín, que ordenó la extracción nocturna de la mayoría de las cajas de oro, con un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, las cuales fueron transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Kursk, Neva y Volgoles.

El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odesa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (un clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800,59 y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.

los cuatro claveros españoles habían previsto un plazo de un año para cntar el tesoro del banco de España, trabajando ellos solos en dos turnos diarios de siete horas; sin embargo, el recuento, que comenzó el 5 de diciembre, terminó el 24 de enero de 1937, pese a haberlo efectuado con el máximo esmero. Se abrieron 15.571 sacos, encontrando en su interior 16 clases distintas de monedas de oro: libras esterlinas (el 70%), pesetas españolas, luises y francos franceses, marcos alemanes, francos belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, coronas austriacas, florines holandeses, francos suizos, pesos mexicanos,pesos argentinos, pesos chilenos y, por supuesto, una extraordinaria cantidad de dólares estadounidenses.64 El depósito completo ascendía a 509,287.183 kilogramos de monedas y 792.346 kilogramos de oro en lingotes y recortes: un total, pues, de exactamente 510’079,529.30 gramos de oro bruto, que a una ley media de 900 milésimas equivalía a 460.568.245,59 gramos de oro fino (unas 14.807.363,8 onzas troy). El valor de este oro era de 1.592.851.910 pesetas-oro (518 millones de dólares).65 Aparte de ello, el valor numismático de las monedas era muy superior al del oro que contenían, aunque los soviéticos no lo calcularon ni tuvieron en cuenta.66 Sin embargo, sí pusieron extraordinario cuidado en enumerar las monedas que eran falsas, defectuosas o que contenían menos oro del debido. Los soviéticos jamás explicaron qué hicieron con las monedas raras y antiguas, aunque es dudoso que las fundieran. Burnett Bolloten plantea que es posible que se apartaran todas las monedas de valor numismático con la idea de venderlas gradualmente en el mercado internacional.67Martín Almagro Gorbea estima el valor del oro de Moscú en un mínimo metálico de 12.200 millones de euros (según la cotización del oro en marzo de2010, 824 euros la onza) y considera posible que su valor numismático excedera de los 20.000 millones.

Terminada la contabilización, el 5 de febrero de 1937 el embajador español y los responsables soviéticos G. F. Grinko, comisario de Hacienda, y N. N. Krestinsky, su adjunto para asuntos exteriores, firmaron el acta de recepción definitiva del depósito de oro español, un documento en francés y en ruso.69El párrafo 2, sección 4 de este documento estipulaba que el Gobierno español quedaba libre de reexportar o disponer del oro, y el último punto incluía una cláusula conforme a la cual los soviéticos se desentendían de cualquier responsabilidad sobre el depósito según lo fuesen empleando las autoridades republicanas. Dicha cláusula establecía que «en el caso que el Gobierno de la República ordenase la exportación del oro recibido en depósito por laURSS, o bien en caso que dispusiera del mismo de otra manera, la responsabilidad asumida en el presente acta por el Comisariado del Pueblo para las Finanzas será reducida automáticamente, en todo o en parte en proporción a las disposiciones del Gobierno de la República española». Quedaba claro, pues, que se trataba de un depósito que la República Española podía emplear libremente, exportándolo o enajenándolo, con lo que las autoridades soviéticas no asumían ninguna responsabilidad por el destino de este oro. Cabe señalar que la URSS otorgaba la titularidad del depósito al Estado español republicano, y no al Banco de España, su verdadero propietario.70En los meses siguientes, varios de los soviéticos implicados en el asunto del oro español tuvieron un final dramático. Stashevsky murió ejecutado por la NKVD en 1937 y el embajador soviético Rosemberg siguió ese mismo destino en 1938; Orlov, temiendo ser el siguiente, huyó ese mismo año a los EE.UU. al recibir un telegrama de Stalin donde se le ordenaba volver a la URSS. Los Comisarios del Pueblo de la Hacienda Soviética, Grinko, Krestinsky, Margoulis y Kagan, fueron ejecutados el 15 de marzo de 1938 o fueron víctimas de desaparición forzada por distintos modos, tras ser acusados de pertenecer al «bloque trotskista-derechista» antisoviético. Grinko en particular fue acusado de hacer «esfuerzos por socavar el poder financiero de la URSS». Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y sólo entonces se les permitió salir para lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México, respectivamente. Con respecto al embajador español, Marcelino Pascua, fue trasladado a París
 
MEMORIA HISTÓRICA

Un pueblo de Girona, dispuesto a llegar a los tribunales para que el Estado devuelva el dinero expoliado por Franco a sus vecinos

Sant Julià de Ramis calcula que al confiscar la moneda republicana tras su llegada a la comarca, las autoridades franquistas decomisaron 818.684,50 pesetas de la época a 134 vecinos, que ahora equivaldrían a unos 11,5 millones de euros.




Franco pronuncia un discurso durante la ceremonia de inauguración del Valle de los Caídos en 1959

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SANT JULIÀ DE RAMIS
02/04/2019 14:36 Actualizado: 02/04/2019 14:36
PÚBLICO | EFE

El Ayuntamiento de Sant Julià de Ramis (Girona) demandará al Gobierno de España para reclamar el dinero "expoliado" por el franquismo a sus vecinos y su actual alcalde, Marc Puigtió, ya ha anunciado que está dispuesto a llegar a Estrasburgo "para restituir la memoria histórica". Este sería el primer municipio en llevar al Estado a los tribunales para que devuelva el dinero republicano.

El pleno extraordinario aprobó el pasado día una moción que acuerda iniciar los trámites legales para reclamar 818.684,50 pesetas de la época, decomisadas a 134 vecinos, que ahora equivaldrían, según un estudio elaborado por la Universidad de Girona, a unos 11,5 millones de euros.

En agosto de 1938, el Gobierno franquista ilegalizó la moneda emitida por la República a partir del golpe de Estado del 18 de julio del 36 y obligó a retirarla considerándola "moneda del enemigo".

La confiscación afectó a particulares y ayuntamientos y, en pueblos pequeños que no disponían de sucursal bancaria, fueron los consistorios los que se encargaron de recoger el dinero de los vecinos y hacerlo llegar al Banco de España.

Sant Julià de Ramis es uno de los ayuntamientos que tiene mejor documentado este apartado histórico hasta el punto de que Puigtió asegura que existe un listado con el nombre de cada familia, entidad y administración, cuántas pesetas entregó cada uno y dos recibos del depósito.

Ochenta años después, el historiador Narcís Castells, junto con el bufete de abogados Delso Quintana y el consistorio, empezaron a investigar lo ocurrido.

Según Castells, "la moneda anterior al golpe de Estado se cambió y la posterior se incautó y desapareció" en el marco de una "decisión de guerra" del régimen franquista.

"La pérdida patrimonial fue terrible", señala el historiador, que recuerda el contexto de posguerra con la economía destruida y el racionamiento.

Castells cifra en una treintena los municipios de Girona que pasaron por esta situación, entre abril y julio de 1939, cuando se entregó el dinero "a fondo perdido y sin compensación" a cambio de un recibo "que nunca fue integrado".

El portavoz del bufete, Antoni Quintana, explica que partidos políticos y sindicatos recuperaron tanto el dinero como el patrimonio y también determinadas familias con las que el Gobierno llegó a un acuerdo para indemnizarlas
 
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Las tropas de Franco pasean por Madrid el 31 de marzo de 1939. Muchos vecinos los reciben con el saludo fascista.- AFP
Doce mitos de la derecha y del franquismo sobre la Guerra Civil que perduran 80 años después

  • ALEJANDRO TORRÚS

30 MARZO, 2019

Han pasado 80 años desde el final de la Guerra Civil y todavía perviven algunos de los mitos que el franquismo lanzó desde el poder para justificar un golpe de Estado que provocó la mayor tragedia humana de la historia de España. Muchas de estas falsas ideas han sido rebatidas por historiadores con documentos en mano, pero también es cierto que algunos de estos mitos se han rejuvenecido gracias a diversas obras que rayan el revisionismo. Prueba de ello, fue la primera versión del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia en 2011 en la que el dictador Franco era considerado como un “valeroso militar” y el franquismo era calificado como “autoritario, pero no totalitario”.

A continuación, Público expone y rebate algunos de estos mitos de la derecha y del franquismo básandose, especialmente, en cuatro obras: La financiación de la Guerra Civil, de José Ángel Sánchez Asiaín; Los mitos del 18 de julio, una obra colectiva coordinada por Francisco Sánchez Pérez; La otra cara del caudillo, de Ángel Viñas; y Verdugos impunes, de José Babiano, Gutmaro Gómez, Antonio Míguez y Javier Tébar.

1. El golpe de Estado no tiene relación con el asesinato de Calvo Sotelo.
El hecho de que el golpe de Estado se produjera el 18 de julio no tiene nada que ver con el asesinato de Calvo Sotelo, que se produjo el 13 de julio de 1936 y fue conocido el 14. Su muerte, tal y como señala el profesor de la Carlos III y coordinador de la obra Los mitos del 18 de julio, Francisco Sánchez Pérez, “no precipitó nada” y “no tiene nada que ver” con el golpe de Estado. De hecho, hubo un proyecto de atentado terrorista contra la vida de Azaña, como respuesta al asesinato de Calvo Sotelo, que fue abortado por los militares golpistas que se encontraban en la capital. “Prohibido terminantemente. Todo está preparado en Madrid y eso podría echarlo a perder”, le dijo el coronel Ortiz de Zárate a Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del proyecto.

La fecha de inicio del golpe está ligada a la promesa de intervención de la Italia fascista de Mussolini, con la que los monárquicos, liderados por Calvo Sotelo, suscribieron el día 1 de julio un acuerdo para la compra de una “espectacular cantidad de material bélico de primer nivel”, tal y como descubrió el historiador Ángel Viñas aportando una copia de dichos contratos. Estos fueron firmados en Roma por Pedro Sainz Rodríguez con el apoyo personal de Antonio Goicoechea y “el más que probable conocimiento de Calvo Sotelo”.

2. La internacionalización del conflicto es incluso previa al golpe de Estado
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La explosión de una de bombas que cayó sobre Sant Felip Neri, desde un avión italiano. / UFFICIO STORICO DELL’AERONAUTICA MILITARE, ROMA
Desde la historiografía neofranquista se ha mantenido que el golpe de Estado del 18 de julio se explica únicamente por razones de política interior españolas y, además, que fue la República, cuando pidió ayuda a Francia, la responsable de internacionalizar el conflicto bélico. Es mentira.

Tal y como se ha explicado anteriormente, en el momento en el que se da el golpe de Estado del 18 de julio, los conspiradores ya tenían un acuerdo para la compra de material de guerra con la Italia de Mussolini. De hecho, los contactos de los conspiradores monárquicos con la Italia fascista comienza, como mínimo, en 1934, cuando la República española estaba gobernada por las derechas.

Por lo tanto, el golpe de Estado a la República no puede entenderse únicamente con razones de política interna. Los sublevados eran conscientes de que un golpe de Estado fracasaría y que derivaría casi con toda seguridad en una cruenta guerra.

3. La Guerra tampoco la empezó la izquierda en el 34.
Esta ha sido una de las tesis más repetidas en los últimos años: las izquierdas rompieron con la República tras el intento de revolución en 1934, sobre todo, en Asturias. Sin embargo, se trata de una burda manipulación. Es cierto que en octubre de 1934 hubo una intentona revolucionaria en España que fue violentamente aplastada.

En aquella fecha, en España, gobernaban las derechas y tras el intento revolucionario continuaron gobernando las derechas. Esta intentona , sin embargo, no fue la única ni la primera que sufrió la República. Ya en 1932 el general Sanjurjo, uno de los golpistas del 36, intentó otro golpe de Estado contra la II República y fracasó. Afirmar que la Guerra Civil la inició el movimiento obrero con su intento revolucionario es tan absurdo como decir que la Guerra Civil comenzó en 1932 tras la conocida como ‘sanjurjada‘.

La conspiración de las derechas para poner fin a la República había comenzado, de hecho, el mismo 14 de abril cuando un reducido grupo de ‘personajes significativos’ se reunió en casa del conde de Guadalhorce (Rafael Benjumea, miembro del directorio civil de Primo Rivera y presidente de Renfe durante la dictadura de Franco) para derrocar ‘por todos los medios’ a la nueva República. Carlistas y monárquicos comenzaron a perfilar el bloque y los socios exteriores necesarios para la sublevación del 18 de julio. Como apunte sirve introducir que en 1932, los monárquicos ya habían conseguido 20 millones de pesetas para la causa visitando a españoles residentes en Francia. Estos datos vienen incluidos en La financiación de la Guerra Civil española de José Ángel Sánchez Asiaín.

4. No había una revolución comunista en marcha
Durante 39 años de dictadura franquista, el régimen señaló repetidamente que la sublevación militar fue la respuesta aun inminente levantamiento comunista. El anticomunismo sirvió a Franco para legitimar la insurrección contra el gobierno legítimo, presentándola como una contrarrevolución preventiva. Basta para desmentir estas teorías conspiratorias la propia declaración del entonces embajador estadounidense, Claude Bowers, que recoge la obra Los mitos del 18 de julio: “A aquellos que fuera de España después tuvieron que escuchar con machacona insistencia la calumnia fascista de que la rebelión era para impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber que durante tres años y medio nuca oí semejante sugestión de nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe de Estado militar”.

Después de esta teoría, o incluso a la vez, llegaron otras, como se verá a continuación. Todo con tal de evitar reconocer que los motivos que llevaron a la sublevación a los militares fue frenar en seco las reformas progresistas, y democráticas, diseñadas en el primer bienio de la II República. Es decir, la reforma agraria, los estatutos de autonomía y la reforma militar.

A esta realidad hay que añadir una serie de datos muy importantes: el PCE, antes de la Guerra Civil, apenas tenía 3.000 afiliados y, tras las elecciones de febrero del 36, tan solo contaba con 16 diputados en el Congreso. ¿Dónde estaba la amenaza? Además, fue también tras el estallido de la Guerra Civil cuando sí se produjo algún intento revolucionario en territorio republicano.

5. La URSS tampoco planeaba invadir España
La Unión Soviética, en contacto directo con el PCE, no tenía prevista una intervención revolucionaria en España. De hecho, en ningún lugar de Europa entre 1918 y 1939 triunfó ninguna revolución obrera ni hubo ninguna “expansión comunista”, pues el comunismo “no pudo o no supo salir de la URSS”, escribe el profesor Francisco Sánchez Pérez. Las pruebas que en este sentido ofrecieron los conspiradores fueron una serie de documentos cuya autoría se desconoce a “ciencia cierta”, pero que “diversos indicios permiten endosárselas al propio Mola”.

Estos documentos venían a señalar el inicio de una revolución soviética en el verano del ’36. No obstante, una vez iniciada la guerra, esos documentos que habían sido el hazmerreír de muchos cuando se hicieron públicos, se transformaron en una de las principales herramientas propagandísticas del bando franquista. “Y sorprendentemente, todavía hoy continúan siendo esgrimidos por algunos para justificar la rebelión militar”, sentencia Sánchez.

6. No había un terror rojo en la primavera del 36
El profesor de la Carlos III también desmonta en la citada obra la tesis de que el golpe de Estado del 18 de julio se dio para poner fin a “un terror rojo” o a la “primavera sangrienta de 1936”. Lo hace con los datos aportados por el historiador José Luis Ledesma, que muestran que “antes de la Guerra Civil no había una ‘violencia revolucionaria o un terror rojo”‘. Tampoco había ninguna dinámica de exterminio ni liquidación de los enemigos de clase que pudiera continuarse después del 18 de julio, es decir, no se asesinaba a las ‘gentes de orden’.

Ledesma y Sánchez combaten este mito con datos: el número de empresarios y propietarios que fueron asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de religiosos es inexistente: “Por lo que sabemos murieron más empresarios, identificados con sus nombres y apellidos, entre 1919 y 1923 en toda España que en la primavera de 1936, y entonces no hubo ninguna guerra sino lo de siempre, una dictadura al uso. Con respecto a los religiosos basta decir que en 1923 fue asesinado un arzobispo y cardenal (Soldevila), lo que no ocurrió en toda la República”.

7. No hubo fraude electoral para que el Frente Popular ganara las elecciones
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n grupo de trabajadores celebra el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936. EFE
Desde antes incluso del final de la Guerra Civil, el franquismo difundió la tesis de que el Frente Popular había ganado las elecciones de febrero de 1936 con trampas y que por tanto su gobierno era ilegítimo y se justificaba así el golpe de Estado de 1936. El mismo Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, impulsó una comisión de expertos en plena Guerra Civil que señaló que ya dictaminó “la ilegitimidad” del gobierno del Frente Popular.

Esta tesis, que ha sido defendida por otros historiadores como Stanley G. Payne, se vio reforzada tras la publicación de la obra 1936 Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular de los historiadores y profesores de la Universidad Rey Juan Carlos Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García. La publicación tuvo un eco en la prensa que pocas veces o nunca se da con los libros de Historia. Fue portada en varios de los principales medios de comunicación en España, protagonizó tertulias radiofónicas e incluso saltó a la televisión. Hasta la Fundación Francisco Franco publicó un manifiesto, a partir del libro, para pedir al Congreso de los Diputados que declare golpistas a los partidos y sindicatos históricos (PSOE, ERC, PNV, PCE, UGT y CNT) constitucionales.

Se recuperaba así, por tanto, la idea de que las izquierdas llegaron al poder de manera fraudulenta en febrero de 1936. Sin embargo, no hay ninguna evidencia empírica que sostenga que el Frente Popular ganó las elecciones gracias a un fraude generalizado. Y así lo han puesto por escrito diversos historiadores de reconocido prestigio.

El doctor en Historia por la Universidad de Castilla La Mancha Ángel Luis López Villaverde apunta en un artículo publicado en CTXT que, a diferencia de lo pregonado en ciertos medios, los propios autores de la obra niegan que se pueda cuestionar la legitimidad de la victoria de la coalición de izquierdas, pese a que titulan el capítulo octavo, entre interrogaciones, ¿Una victoria del Frente Popular?. De hecho, los profesores de la Rey Juan Carlos descartan que “los resultados del Frente Popular fueran un mero subproducto del fraude, como proclamarían sus adversarios comenzada ya la Guerra Civil” y dan por sentado que obtuvo más escaños que sus oponentes.

En este sentido, otros historiadores, como el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona José Luis Martín Ramos han señalado, raíz de la polémica generada por la publicación del libro 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, que en esas elecciones hubo irregularidades en el voto y en el escrutinio, sobre todo en Galicia y en algunas zonas de Andalucía, Extremadura y el País Valenciano. Sin embargo, aún restando esos escaños en disputa al Frente Popular, la victoria de las fuerzas de izquierdas se mantendría. Así lo escribe el catedrático de Historia Martín Ramos:

“A pesar de los pucherazos e irregularidades, que no del fraude en singular, el Frente Popular ganó las elecciones de 1936, con mayoría absoluta y con todas las de la ley, las suficientes, pasó a gobernar. Su triunfo fue formalmente democrático y fue el triunfo de la democracia sobre las alternativas autoritarias y las tentaciones fascistas. Una democracia problemática, sin duda, pero que, tampoco me cabe la menor duda, habría sido capaz de resolver sus conflictos de no mediar la conspiración militar y política y la sublevación que nos impuso a todos, una guerra fraticida”.

8. La defensa de la Iglesia no existía al inicio de la Guerra Civil
Entre las motivaciones alegadas por los militares en sus bandos de guerra iniciales de julio de 1936 (incluido el del propio Franco) no se cita ni una sola vez la recurrente “persecución religiosa” ni tampoco hay clérigos entre los conspiradores. “Nadie se creía en julio de 1936 que los militares rebeldes comenzasen semejantes fusilamientos masivos en defensa de la religión”, escribe el historiador Sánchez Pérez.

No fue hasta bastantes días después cuando la propaganda de los rebeldes utiliza la defensa de la religión para justificar la Guerra Civil. Otra cosa fue la postura de la mayoría de los obispos, que apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo un respaldo ideológico formidable motivados, en su mayoría, por la defensa de sus privilegios casi feudales.

Los obispos españoles fueron los encargados de bautizar a la guerra como cruzada, pero cabe recordar que ningún papa ha utilizado el término cruzada para referirse a la Guerra Civil. Mucho más que la religión, la justificación invocada por los golpistas era la amenaza de la revolución comunista y la de defensa de la nación española frente a los separatismos.

La defensa de la religión no se sitúa en el mismo escalón que la defensa de la patria hasta el 8 de septiembre de 1936cuando fue publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa de Burgos.

9. Hubo crímenes republicanos, sí, pero no son comparables. El golpe de Estado venía acompañado de un plan de violencia sistemática.
Que hubo represión y asesinatos extrajudiciales en la España republicana es una realidad innegable. Pero hay que establecer varias diferencias. Por una parte, la represión de los franquistas fue, en palabras del historiador Paul Preston, “aproximadamente tres veces superior a la de la zona republicana.”Hoy por hoy, la cifra más fidedigna, aunque provisional, de muertes a manos de los militares rebeldes y sus partidarios es de 130.199. Sin embargo, es poco probable que las víctimas ascendieran a menos de 150.000 y bien pudieron ser más”, prosigue.

Asimismo, es importante tener en cuenta que los golpistas del 18 de julio tenían, al menos, un boceto de plan de exterminiopremeditado contra “todo aquel” que pensara diferente. Prueba de ello son los contratos de compra de material bélico antes del 18 de julio y las instrucciones del director del golpe, el general Mola, que tres meses antes de levantarse en armas ya hacían referencia a una sublevación “sangrienta”. “La acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo (…) aplicando castigos ejemplares (…) para estrangular movimientos de rebeldía o huelga”, decía Mola. También animaba a “eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones, etc.”

Prueba de la violencia planificada del golpe de Estado es la represión en las regiones en las que no hubo Guerra Civil. En Canarias, hubo entre 2.600 y 3.000 asesinados; en Navarra, alrededor, de 3.500 asesinados; en Baleares, 2000; en Galicia, unos 4.700 asesinados…

10. Franco no fue un gobernante austero
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Felipe saluda al dictador en el pazo de Meirás, aún propiedad de la Fundación Francisco Franco, en julio de 1975, dos meses antes de que Franco firmara las últimas sentencias de muerte antes de fallecer. EFE
Uno de los mitos que mejor ha sobrevivido al paso de los años es el gusto de Franco por la austeridad. El mito de un líder que cuidaba de la economía nacional con mimo y dedicación, donde no cabía ni la corrupción ni el enriquecimiento personal. Falso.

El general Francisco Franco, según ha podido demostrar el historiadorÁngel Viñas en La otra cara del Caudillo, entró a la Guerra Civil sin una fortuna acumulada y en 1940 tenía en su haber 34 millones de pesetas de fortuna personal (unos 388 millones de euros de hoy día según el método de conversión José Ángel Sánchez Asiaín).

Viñas desvela que el dictador ingresó en 1940 un total de 7,5 millones de pesetas, que equivalen, según el citado método de conversión, a unos 86 millones de euros. Los jugosos ingresos llegaron, en parte, por la venta de 600 toneladas de granos de café que había donado a Franco por el dictador brasileño Getúlio Vargas. Asimismo, la obra también recoge el donativo mensual de 10.000 pesetas [114.200 euros actuales] que la Compañía Telefónica Nacional otorgó al dictador aunque, eso sí, no logra averiguar cuándo comienza esta paga al dictador ni durante cuánto tiempo lo hace.

En total, en 1940 Franco poseía 34 millones de pesetas en sus cuentas y el origen de ese dinero no puede encontrase en los salarios que el dictador habría obtenido por parte del Estado antes de la Guerra Civil ya que su nómina mensual en 1935 era de 2.493 pesetas y en 1940, ya como dictador, percibía 50.000 pesetas anuales.

“Hay quién le gusta escribir o decir que Franco murió pobre y desamparado. Obviamente, no murió ni pobre ni desamparado aunque admito que no tenía muchos millones en sus cuentas corrientes. Lo que tenía era activos inmobiliarios y acciones en empresas a punta pala. Lo que a mi me importa es cómo llega a hacerse con la fortuna en tres años de guerra y uno de represión sangrienta. Eso trato de investigar”, señala Ángel Viñas.

El enriquecimiento de Franco (y los Franco) fue explicado en este artículo publicado en este especial por Jonathan Martínez.

11. La dictadura nunca fue un tiempo de “extraordinaria placidez”
El exministro Mayor Oreja calificó la dictadura como un período de extraordinaria placidez y se negó a condenarlo porque“hubo muchas familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad”. Esta idea forma parte de otros de los mitos más extendidos: la Guerra Civil fue un período violento, pero después el franquismo giró y España vivió un período de paz y estabilidad. El mito fue extendido por la propia dictadura con el eslogan de los 25 años de paz.

“España se ofrece al mundo como un ejemplo de paz y orden. No sacrificaremos jamás esta unidad, esta paz, este orden por nada ni por nadie. Seamos siempre fieles al mandato de nuestros muertos”, decía Francisco Franco en el discurso que realizó en el Congreso Eucarístico celebrado en Granada en 1957.

La paz, en realidad, nunca llegó para gran parte de la población española. La dictadura siguió dejando un reguero de víctimas a lo largo de sus 40 años de control y dominio. La obra Verdugos Impunes, firmada por José Babiano, Gutmaro Gómez, Antonio Míguez y Javier Tébar, es especialmente interesante para conocer una realidad menos conocida: las víctimas de la dictadura que no están en las cunetas.

El balance es estremecedor. Decenas de miles de bebés robados desde el inicio de la dictadura en las cárceles de mujeres republicanas hasta bien entrada la democracia. Trabajadores esclavos. Estudiantes torturados. Activistas asesinados. Maestros depurados. Trabajadores expulsados de sus empleos y condenados a la miseria absoluta por sus ideas políticas. Solamente en 1974, alrededor de 25.000 trabajadores habían sido suspendidos de empleo y sueldo, mientras que un número aún hoy desconocido había sido despedido por estos motivos.

Pero hay más. Decenas de miles de mujeres se vieron encerradas en su hogar, subyugadas al varón y sin libertad ni para firmar un contrato laboral. Centenares de personas del colectivo LGTBI fueron juzgadas y condenadas como vagos, maleantes y peligrosos. Se estima, por ejemplo, que en 1976, con Franco ya muerto, había en la cárcel 698 varones homosexuales por su ‘peligrosidad’.

Pero este es solo un resumen a brocha gorda. La obra Verdugos impunes explica cómo afectaron a los ciudadanos, por ejemplo, el estado de guerra que estuvo vigente hasta 1948 o los 11 estados de excepción que el franquismo declaró para hacer frente a las movilizaciones obreras y estudiantiles. Pero también muestra las huellas del Tribunal especial contra la masonería y el comunismo, que funcionó de 1940 a 1963; o del Tribunal de Orden Público, creado en 1963, que juzgó a más de 50.000 personas, de los que un 70% eran trabajadores.

También señala las torturas y los malos tratos sistemáticos en comisarías y centros de detención. Los luchadores por la democracia recibían el mismo trato en las comisarias de Sevilla, Barcelona o Madrid. No eran policías aislados que torturaban, era un sistema torturador dentro de un régimen dictatorial que también hizo uso de la pena de muerte. Pero esta tampoco fue la única forma en la que el franquismo asesinó. Las fuerzas de Orden Público mataron a huelguistas y manifestantes en, por ejemplo, Erandio en 1969, en Granada en 1970, en Madrid en 1971, en Ferrol o Barcelona en 1972.

12. Franco rescató a los suyos de las cunetas y reparó a sus familiares
Se ha repetido una y mil veces, pero todavía hoy hay quien afirma que en las miles de cunetas llenas de cadáveres que hay repartidas por el Estado hay republicanos y franquistas. No es cierto. Una orden de mayo de 1940 sobre exhumaciones e inhumaciones de “cadáveres de asesinados por rojos” estableció el procedimiento: “Toda persona que desee exhumar el cadáver de alguno de sus deudos que fueron asesinados por la horda roja, para inhumarlos de nuevo en el cementerio, puede solicitarlo al gobernador civil de la provincia correspondiente”. Se hizo, además, sin coste alguno para las familias.

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Mapa de fosas recogido en la web del Ministerio de Justicia
Pero no solo eso. Tal y como recogió el periodista Juan Carlos Escudier en este periódico Franco reparó más y mejor a los suyos que la democracia a los que lucharon por ella. En plena Guerra Civil, un decreto del conocido como Gobierno de Burgos, en abril de 1938, concedía pensiones extraordinarias a las viudas y huérfanos de los militares sublevados muertos en cautiverio. En diciembre de 1940 se extendió por ley estas pensiones a las viudas, huérfanos y padres de los militares que combatieron o se alzaron por el Movimiento y fueron detenidos y ejecutados o murieron en la guerra. En julio de 1941 se creó la figura de los funcionarios civiles muertos en campaña para subsidiar a sus familiares.

Ese mismo año, en diciembre, otra ley hizo extensivos esos beneficios a los padres de sacerdotes “muertos como consecuencia de la Guerra de Liberación”. Y otra norma de junio de 1947 fue más allá hasta hacer beneficiarios a los “caídos en la revolución de 1934”, a los que se consideró muertos en campaña. En agosto de 1939 se había aprobado ya el acceso preferente a la función pública por parte de mutilados, ex combatientes y ex cautivos, así como a los familiares de las víctimas de la guerra, y se les reservó el 80% de las plazas en los niveles inferiores de la Administración.

Gran parte de las víctimas republicanas, sin embargo, siguen hoy día desaparecidos o localizados en cualquier cuneta. Familias enteras perdieron sus posesiones en un expolio jamás investigado y los archivos de la justicia española sigo considerando como criminales a gentes como el poeta Miguel Hernández. Por tanto, la conocida como Ley de Memoria Histórica no ha resuelto gran parte de los problemas de la ‘desmemoria’ española.
 
1936. El PSOE saquea el banco de España.


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Camara acorazada del Banco de España.
El banco de España S.A. era un ente privado en tiempos de la republica.

El propio Indalecio Prieto escribió al respecto que no podían vanagloriarse de esta aventura conocida como el oro de Moscú: “Un ministro socialistapidió autorización para proceder libremente; el Gobierno, del que formábamos parte otros cinco socialistas, incluso quien lo presidía, se la concedió, y socialistas eran también los bancarios que dispusieron cuanto se les ordenó, tanto en España como en Rusia, así como los paisanos que convoyaron el cargamento entre Madrid y Cartagena”.

La guerra empezó en 1936, pero ya desde los meses siguientes los mismos políticos que exigían a los españoles resistir hasta la última bala se preparaban un exilio dorado con el inmenso patrimonio robado tanto al Estado como a los ciudadanos. Por el contrario, ninguno de los generales franquistas requisaba dinero o joyas para el caso de necesitar exhiliarse en caso de que perdieran la guerra.



La madrugada del 14 de septiembre de 1936, a solo 3 semanas de iniciarse el conflicto, entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT (socialistas) y de la CNT (anarquistas) en el mismo Banco, a las que acompañaban 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid. El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho. Su ética no le permitió ser cómplice.

Hay que añadir que los socialistas se dieron prisa porque la guerra había empezado solamente dos meses antes, el 18 de julio de 1936. La reserva española de oro había sido registrada por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como la cuarta más grande del mundo



A la vista hay 112 estanterías con un total de 34 tons. El oro de Moscú necesitaría 1.700 estanterías como esas.
Los principales responsables de este derroche fueron los miembros del PSOE Juan Negrín, que antes de ser presidente del Gobierno fue ministro de Hacienda, e Indalecio Prieto, aquel diputado del PSOE que se paseaba por el congreso de los diputados mostrando su pistola. También se atribuyen los mismos modos a la Generalidad catalana, dirigida por Esquerra Republicana.

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La orden de traslado y sus motivaciones

El 13 de septiembre de 1936 el nuevo ministro de Hacienda, el socialista Juan Negrín, por iniciativa propia emitió un decreto “reservado”. El decreto reservado decía lo siguiente:

“Ministro de Hacienda
Excmo. Sr:
Por su excelencia el presidente de la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el siguiente decreto reservado: La anormalidad que en el país ha producido la sublevación militar aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas precautorias que considere necesarias para mejor salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público. La índole misma de la medida y la razón de su adopción exigen que este acuerdo permanezca reservado. Fundado en tales consideraciones, de acuerdo con el Consejo de Ministros, y a propuesta del de Hacienda, vengo en disponer, con carácter reservado, lo siguiente:


  • Art. 1º: Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España.
  • Art. 2º: El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto.
Madrid, 13-9-36.”

Es de observar que en aquella epoca el banco de España era un ente privado, Sociedad Anonima, y no un organismo publico como lo es hoy.

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Junta de accionistas del Banco de España en el interior de la caja fuerte, junto a lingotes de oro Manuel Azaña y Juan Negrin
El decreto fue firmado por el Presidente del gobierno del Frente Popular, Manuel Azaña, a quien no se le informó cuando se aplicaría el decreto, ni tampoco el destino del tesoro. La excusa para dejar fuera de conocimiento en la materia al Presidente fue su “estado espiritual”. Valido de esta medida presidencial, el 25 de octubre Negrín ordenó el traslado de la totalidad del oro depositado en las bóvedas del Banco de España, de Madrid al puerto de Cartagena. Eran “siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España”, según el ministro de Marina y el Aire, Indalecio Prieto, quien tiempo después dijo haberse enterado por casualidad de ese traslado.

Según justificó más tarde Largo Caballero, el Presidente no fue informado hasta mucho después debido a su «estado emocional» y el «carácter reservado de la operación»:

“¿De esta decisión convenía dar cuenta a muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra de escándalo internacional […] Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República, el cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable, por consiguiente sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros [el propio Largo], el Ministro de Hacienda [Negrín] y el de Marina y Aire [Indalecio Prieto]. Pero los dos primeros serían los únicos que se habían de entender con el Gobierno de Rusia.”



Obtenidas las llaves, se abrieron las cajas y cámaras donde se custodiaban las reservas, y durante varios días los agentes del Gobierno estuvieron extrayendo todo el oro allí depositado. El metal precioso se colocó en cajas de madera de las utilizadas habitualmente para el transporte de municiones, que no estaban numeradas ni acompañadas de facturas que indicasen cantidad, peso o contraste del oro.

Las cajas fueron transportadas en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde de depositaron en los polvorines de La Algameca, en una base naval bien custodiada. El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE.

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Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa, 50 ó 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de la Caja General de Reparaciones.

El cajero principal del Banco de España se suicida y los consejeros Martínez Fresneda y Álvarez Guerra denunciaron la extracción del oro por constituir una ilegalidad y presentaron su dimisión.

“… el día 14 de septiembre de 1936 irrumpen en el Banco fuerzas de Carabineros y Milicias, enviadas por el Ministerio de Hacienda, de acuerdo con los Comités, y especialmente con el que funcionaba en el mismo Banco de España. Dirigió la operación de incautación el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, en unión de empleados del Banco [ ]… Colocado el oro en cajas de madera, fue transportado en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena [ ]..

“Saqueadas las reservas metálicas del Banco de España, se procedió de modo sistemático a la confiscación del dinero, divisas, valores y efectos de propiedad de particulares que existían en depósito y en paquetes lacrados en la Banca privada. Para ello se dictan disposiciones conminatorias, como los Decretos de 3, 10 y 16 de octubre de 1936 [ ]… en la noche del 6 de noviembre se presenta en el Banco de España, con el entonces Director General del Tesoro, Francisco Méndez Aspe, un individuo titulado Capitán de Carabineros, Julio López Masegosa , que era persona de la confianza de Negrín y agregado, como Ayudante del mismo, a la Secretaría del Ministerio de Hacienda [ ] … avisado el Jefe de las cajas de seguridad de alquiler y depósitos en dicho Banco, le manifestaron que el Ministro de Hacienda había ordenado la apertura de las cajas, que debía llevarse a cabo con toda urgencia”.

“Igual suerte corrieron las cajas de alquiler y depósitos de la Banca privada. También en noviembre de 1936, Méndez Aspe, de acuerdo con el Gobierno rojo, autorizó al titulado Comandante de Carabineros Federico Angulo para trasladar el contenido de las cajas de seguridad y depósitos a Valencia. A las objeciones tímidas de algunos elementos técnicos de la Banca, que alegaban que era preciso contar con los clientes, respondió el agente marxista, en forma amenazadora, que no estaba dispuesto a aceptar dilaciones. Fuerzas de Carabineros penetran en los locales de la Banca privada, violentando cajas y depósitos e incautándose del contenido”.



“… El día 25 de octubre de 1936 se personó Francisco Méndez Aspe en Cartagena, y, de acuerdo con Negrín, ordena que por la noche se extraigan sigilosamente de los polvorines siete mil ochocientas cajas de oro, de un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, que custodiadas por claveros de confianza como José Velasco y Arturo Candela (quienes quedaron presos en Rusia) son transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Neve y Volgoles, que zarparon en dirección a Odessa,”

A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas, que fue vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a 20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas).

El 20 de octubre de 1936, el director del NKVD –Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, aunque realizaba operaciones especiales en otros países– en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con el socialista Negrín, ministro de Hacienda –el mismo que después robó las cajas de los bancos para huir a Méjico– añadiendo que “Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.”



Alexander Orlov contestó que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España. Aquellos tanquistas fueron dirigidos por el comunista Valentin Lasarte, “el miliciano”. Más tarde declararía lo siguiente: «Deseo subrayar que, en aquel tiempo, el gobierno español no controlaba completamente la situación. Le dije francamente al ministro de Hacienda Negrín que si alguien se enteraba de ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con los camiones cargados de oro español, los matarían y sería un tremendo escándalo político en todo el mundo, que incluso podría provocar una revolución interna. Por ello le pregunté si el gobierno español podría extenderme credenciales bajo algún nombre ficticio como representante del Banco de Inglaterra o del Banco de América, porque entonces podría decir que el oro se estaba transportando a América por razones de seguridad Negrín no puso ninguna objeción. Pensó que era una buena idea. Yo hablaba un inglés relativamente bueno y podía pasar por extranjero. Por lo tanto, me extendió las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me convertí en el representante del Banco de América.»





Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. Los nacionales, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente. Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia». Sin embargo, el 15 de octubre los socialistas Negrín y Largo Caballerodecidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

Según Orlov, «Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas. La mandaba el coronel S. Krovoshein, que los españoles conocían como Melé. Krovoshein me asignó veinte camiones militares y otros tantos de sus mejores tanquistas (…) Los sesenta marinos españoles habían sido enviados al polvorín con una hora o dos de anticipación (…) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, me dirigí, seguido de una caravana de camiones, al depósito de municiones (…) La salud de Méndez Aspe era algo muy serio. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que debíamos interrumpir la carga o pereceríamos [a causa de un bombardeo alemán]. Le respondí que no podíamos hacerlo, porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, así que debíamos seguir. Entonces huyó y dejó solo a un ayudante, un español muy agradable que se encargó de contar las cajas del oro»

El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odessa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800, y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.

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Críticas de Largo Caballero a la gestión de Negrín:
«¿Cuánto oro se entregó a Rusia? Nunca pudo saberse, porque el Sr. Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuentas de su gestión. Después se ha sabido, por unas cuentas publicadas por el Banco de España en 30 de abril de 1938, que dicho Banco había entregado en custodia 1.592.851.906 millones [sic] en oro y 307.630.000 en plata. Aparte de esto, Hacienda se incautó de todo lo existente en cajas de seguridad de los Bancos oficiales y privados, cuyo valor se eleva, seguramente a muchos millones. ¿Todo esto más las alhajas que existían en el Palacio Nacional, en habitaciones reservadas, y las de muchos particulares, se han gastado en armas? ¿Al terminar la guerra qué oro quedaba en poder de Rusia? ¿Ha liquidado con el Gobierno llamado del Sr. Negrín? Esto no lo puede saber nadie más que él, pues (…) siempre se negó a dar cuenta de la situación económica. (…) El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso. ¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica? Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (…) con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco».

— Francisco Largo Caballero, marzo de 1939

El Destino del Oro del Banco de España
fuente: fundacion Andres Nin Indalecio Prieto México, D. F., Marzo de 1953.

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Documentos de Indalecio Prieto

Nota de presentación de Luis Alonso. Ahora que se habla y escribe bastante sobre la guerra civil y al fin se publican muchas cosas sobre la intervención rusa y estalinista en nuestro país nos parece interesante reproducir un documento importante de Indalecio Prieto, ministro de Marina y del Aire en el gobierno de Negrín, que fue publicado hace años en México por el PSOE.

Como se verá, Prieto resume en pocas páginas cómo operaron los dirigentes del Partido Comunista francés y que pasó con el oro del Banco de España. El relato revela una verdad que los dirigentes estalinistas han tratado de ocultar durante muchos años.

“Afirmo – he dicho refiriéndome a apoyos que recibimos en el curso de la guerra- que pueden anular o amortiguar nuestra gratitud los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los partidos comunistas que la secundaban”. Véanse estos ocho puntos que dejé sentados en 1939 y que nadie ha desmentido:

1.—El Partido Comunista francés había administrado, para compras de material de guerra, dos mil quinientos. millones de francos entregados por Negrín, sin que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho, ningún funcionario del Estado español.

2. El Partido Comunista francés había retirado para sí, quizá como beneficios de intermediario, cantidades considerables del dinero entregado por Negrín.

3. La propaganda, pública primero y clandestina después, del Partido Comunista francés se costeaba con dinero así extraído del Estado español, pues los auxilios de la III Internacional eran nulos y el producto de las cotizaciones distaba muchísimo del gasto enorme de esa propaganda.

4. Avido de dinero, el Partido Comunista francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie examinadas, reclamaba con frecuencia mayores sumas a los señores Negrín y Méndez Aspe, (este último, ministro de Hacienda).

5. El espléndido diario comunistoide “Ce Soir”, remedo del triunfante “París Soir “, se sostenía con fondos de los suministrados por Negrín

6.- La flota, compuesta de doce buques, perteneciente a la France Navigation, era propiedad de España, pues con dinero español se compraron todos los barcos, no obstante lo cual los comunistas franceses, administradores de dicha Compañía, se negaron a devolverlos, considerándolos suyos.

7.- Uno de los barcos de la France Navigation, el “Winnipeg”, se fletó por el S.E.R.E. (entidad de auxilio a los expatriados establecida por Negrín) para transportar exiliados a Chile, aumentando de esa manera sus ingresos los comunistas franceses, mediante el novísimo sistema de arrendar a alto precio a los españoles un buque que pertenecía a los españoles.

8. Parte del tesoro español sacado de nuestro territorio al evacuarse Cataluña estaba custodiado por comunistas franceses.

En cuanto al lucro de Rusia, el relato que ahora reitero aquí es ciertamente asombroso.El 25 de Octubre de 1936 se embarcaron en Cartagena con destino a Rusia siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España.Previamente, el señor Negrín, como ministro de Hacienda (todavía no era presidente del Consejo), obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del Presidente de la República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad que estimara indispensables en cuanto al oro del Banco de España.

Como miembro de aquel Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo, aunque ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro si llegó a conocerlo el entonces Presidente del Consejo, Francisco Largo Caballero.El embarque se verificó con gran misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber llegado a Cartagena para asuntos del servicio –era yo ministro de Marina y Aire- cuando el embarque se efectuaba bajo la dirección personal de los señores Negrín y Méndez Aspe.

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Cuatro empleados del Banco embarcaron en el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a dónde iban. Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y aparecieron… en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú. Y allí, ocurrió algo que también merece ser narrado. Los funcionarios del Grosbank miraban y remiraban minutos enteros cada pieza y la pesaban y repesaban. Los empleados del Banco de España, acostumbrados a gran celeridad en operaciones semejantes, no se explicaban tamaña lentitud, por la cual se invirtieron varios meses en el recuento. Pero esta lentitud obedecía al deseo de justificar la permanencia en Rusia de quienes habían ido custodiando la mercancía. A toda costa se quería impedir su regreso a España para que no se divulgara el enorme envío de oro. Las familias de los viajeros se inquietaban por desconocer el paradero de éstos, y para calmar su intranquilidad se las embarcó también, sin decirles adónde iban, _y se las llevó a Rusia.

La entrega del oro, tan meticulosamente pesado y medido, había de concluir algún día, y concluyó. Los bancarios creyeron entonces que, terminada ya su misión, tornarían a España. Mas sus reclamaciones en ese sentido ante nuestro Embajador, don Marcelino Pascua, eran inútiles. No se les consentía salir; estaban confinados con sus familias en Rusia. Al cabo de dos años, cuando la guerra se extinguía, el Encargado de Negocios, don Manuel Martínez Pedroso, logró romper aquel confinamiento. Pero a los cuatro bancarios no se les repatrió. En España podían hablar más de la cuenta. Y con objeto de evitarlo se les desparramó por el mundo: uno fue a dar con sus huesos a Buenos Aires, otro a Estocolmo, otro a Washington y otro a México. Al mismo tiempo desaparecían de la escena los altos funcionarios soviéticos que intervinieron en el asunto: el ministro de Hacienda, Grinko; el director del Grosbank, Marguliz; el subdirector, Cagan; el representante del ministerio de Hacienda en dicho establecimiento de crédito, Ivanoski; el nuevo director del Grosbank, Martinson… Todos cesaron en sus puestos, varios pasaron a prisión y Grinko fue fusilado.

Entre tanto, una revista gráfica, “La URSS en Construcción”, dedicaba un número especial al aumento de las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha devuelto ni una sola onza.México, D. F., Marzo de 1953

Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. Los nacionales, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente. Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia». Sin embargo, el 15 de octubre Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

El día 22 de octubre de 1936 se personó en Cartagena Francisco Méndez Aspe, jefe del Tesoro y hombre de confianza de Negrín, que ordenó la extracción nocturna de la mayoría de las cajas de oro, con un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, las cuales fueron transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Kursk, Neva y Volgoles.

El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odesa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (un clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800,59 y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.

los cuatro claveros españoles habían previsto un plazo de un año para cntar el tesoro del banco de España, trabajando ellos solos en dos turnos diarios de siete horas; sin embargo, el recuento, que comenzó el 5 de diciembre, terminó el 24 de enero de 1937, pese a haberlo efectuado con el máximo esmero. Se abrieron 15.571 sacos, encontrando en su interior 16 clases distintas de monedas de oro: libras esterlinas (el 70%), pesetas españolas, luises y francos franceses, marcos alemanes, francos belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, coronas austriacas, florines holandeses, francos suizos, pesos mexicanos,pesos argentinos, pesos chilenos y, por supuesto, una extraordinaria cantidad de dólares estadounidenses.64 El depósito completo ascendía a 509,287.183 kilogramos de monedas y 792.346 kilogramos de oro en lingotes y recortes: un total, pues, de exactamente 510’079,529.30 gramos de oro bruto, que a una ley media de 900 milésimas equivalía a 460.568.245,59 gramos de oro fino (unas 14.807.363,8 onzas troy). El valor de este oro era de 1.592.851.910 pesetas-oro (518 millones de dólares).65 Aparte de ello, el valor numismático de las monedas era muy superior al del oro que contenían, aunque los soviéticos no lo calcularon ni tuvieron en cuenta.66 Sin embargo, sí pusieron extraordinario cuidado en enumerar las monedas que eran falsas, defectuosas o que contenían menos oro del debido. Los soviéticos jamás explicaron qué hicieron con las monedas raras y antiguas, aunque es dudoso que las fundieran. Burnett Bolloten plantea que es posible que se apartaran todas las monedas de valor numismático con la idea de venderlas gradualmente en el mercado internacional.67Martín Almagro Gorbea estima el valor del oro de Moscú en un mínimo metálico de 12.200 millones de euros (según la cotización del oro en marzo de2010, 824 euros la onza) y considera posible que su valor numismático excedera de los 20.000 millones.

Terminada la contabilización, el 5 de febrero de 1937 el embajador español y los responsables soviéticos G. F. Grinko, comisario de Hacienda, y N. N. Krestinsky, su adjunto para asuntos exteriores, firmaron el acta de recepción definitiva del depósito de oro español, un documento en francés y en ruso.69El párrafo 2, sección 4 de este documento estipulaba que el Gobierno español quedaba libre de reexportar o disponer del oro, y el último punto incluía una cláusula conforme a la cual los soviéticos se desentendían de cualquier responsabilidad sobre el depósito según lo fuesen empleando las autoridades republicanas. Dicha cláusula establecía que «en el caso que el Gobierno de la República ordenase la exportación del oro recibido en depósito por laURSS, o bien en caso que dispusiera del mismo de otra manera, la responsabilidad asumida en el presente acta por el Comisariado del Pueblo para las Finanzas será reducida automáticamente, en todo o en parte en proporción a las disposiciones del Gobierno de la República española». Quedaba claro, pues, que se trataba de un depósito que la República Española podía emplear libremente, exportándolo o enajenándolo, con lo que las autoridades soviéticas no asumían ninguna responsabilidad por el destino de este oro. Cabe señalar que la URSS otorgaba la titularidad del depósito al Estado español republicano, y no al Banco de España, su verdadero propietario.70En los meses siguientes, varios de los soviéticos implicados en el asunto del oro español tuvieron un final dramático. Stashevsky murió ejecutado por la NKVD en 1937 y el embajador soviético Rosemberg siguió ese mismo destino en 1938; Orlov, temiendo ser el siguiente, huyó ese mismo año a los EE.UU. al recibir un telegrama de Stalin donde se le ordenaba volver a la URSS. Los Comisarios del Pueblo de la Hacienda Soviética, Grinko, Krestinsky, Margoulis y Kagan, fueron ejecutados el 15 de marzo de 1938 o fueron víctimas de desaparición forzada por distintos modos, tras ser acusados de pertenecer al «bloque trotskista-derechista» antisoviético. Grinko en particular fue acusado de hacer «esfuerzos por socavar el poder financiero de la URSS». Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y sólo entonces se les permitió salir para lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México, respectivamente. Con respecto al embajador español, Marcelino Pascua, fue trasladado a París
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