La España de Franco

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no hay causa de utilidad publica o interés social que justifique una expropiación de la tumbas, por motivos de odio e ideológicos no se puede hacer algo asi y yo puse un articulo en lo que decía el arzobispado de Madrid, que la familia y el gobierno se pusieran de acuerdo y no es posible y el vaticano ha desmentido a Calvo,

Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español

Art. 37.3 Será causa justificativa de interés social para la expropiación por la Administración competente de los bienes afectados por una declaración de interés cultural el peligro de destrucción o deterioro, o un uso incompatible con sus valores. Podrán expropiarse por igual causa los inmuebles que impidan o perturben la contemplación de los bienes afectados por la declaración de interés cultural o den lugar a riesgos para los mismos. Los Municipios podrán acordar también la expropiación de tales bienes notificando previamente este propósito a la Administración competente, que tendrá prioridad en el ejercicio de esta potestad.

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534
 
Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español

Art. 37.3 Será causa justificativa de interés social para la expropiación por la Administración competente de los bienes afectados por una declaración de interés cultural el peligro de destrucción o deterioro, o un uso incompatible con sus valores. Podrán expropiarse por igual causa los inmuebles que impidan o perturben la contemplación de los bienes afectados por la declaración de interés cultural o den lugar a riesgos para los mismos. Los Municipios podrán acordar también la expropiación de tales bienes notificando previamente este propósito a la Administración competente, que tendrá prioridad en el ejercicio de esta potestad.

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534
ningún riesgo hay para la catedral de la Almudena que se entierre allí a franco, aunque no lo será, porque no podrán sacarlo del valle
 
ningún riesgo hay para la catedral de la Almudena que se entierre allí a franco, aunque no lo será, porque no podrán sacarlo del valle

claro que hay riesgo . lo hay en el momento en que la iglesia principal de la archidiócesis de Madrid es susceptible de convertirse en un lugar de peregrinación / enaltecimiento de un dictador SANGRIENTO aliado de Hitler y Mussolini que practicó el terrorismo de Estado.

el primer interesado en eludir este riesgo es el vaticano. Pero mientras se lo piensa, igual que el gobierno puede exhumar a Franco por decreto, también puede impedir que se inhumado en la Almudena por decreto.

si la Iglesia opta por ir a los tribunales, en su derecho está pero hasta que no se resuelva el caso, la momia se la queda la familia Franco. y si la familia no la quiere, pues ya se hará cargo el gobierno.

el vaticano como la corona, mejor calladito con este tema.
 
Última edición por un moderador:
¿Por qué no se lo lleva alguna franquista a su casa, lo entierra en su jardín y se acaba el problema?

ojalá, pero se ve que los propietarios de la momia quieren dar por saco hasta el final y pretenden endilgársela a Patrimonio Nacional o, en su defecto, a la Iglesia.

no será por falta de opciones.
 
Última edición por un moderador:
Sería lugar de culto y es lo que no quieren

en el jardín de tu casa puedes organizar un culto al diablo si quieres, el gobierno no tiene problema con ello.

seguro que a la familia Franco le salen voluntarios a cascoporro para enterrar a la momia si ellos no quieren hacerse cargo.
 
Última edición por un moderador:
Profanar la tumba de Videla


Para evitar protestas y posibles profanaciones, los hijos del genocida argentino lo enterraron en un cementerio privado bajo una lápida que no lleva su nombre

"Argentina no es España. Entre otras cosas porque allí consiguieron juzgar y condenar a los responsables de la dictadura. Franco murió en la cama. Videla, sentado en el retrete de su celda"

Natalia Chientaroli
31/10/2018 - 22:06h
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Videla murió en su celda del penal de Marcos Paz, en Buenos Aires, el 18 de mayo de 2013.

VÍDEO | Un artista pinta la tumba de Franco al grito de "por la libertad y la reconciliación de todos los españoles"
"Ahí está el cuerpo. Sin habeas corpus. Unos papeles y es suyo, llévense el envase de su pariente. Cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo este cuerpo que ustedes van a enterrar. No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros. No fue violado. No tuvo un hijo acostado en el pecho mientras le daban máquina. No lo fusilamos para decir que murió en un enfrentamiento. No lo mezclamos con cemento. No lo enterramos en cualquier parte como NN. No le robamos a sus nietos. Acá tienen el cuerpo".

Este texto se difundió en 2013, poco después de que Jorge Rafael Videla muriera en prisión. Lo escribió –o eso dicen– el periodista Jorge Kostinger e iba dedicado a la familia del dictador argentino. Condenado por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen militar del que fue máximo responsable entre 1976 y 1981, Videla falleció en su celda el 17 de mayo de 2013, a los 87 años.

El cuerpo del dictador permaneció en la morgue casi una semana ante el atronador silencio de su familia. Mientras tanto, los vecinos de la su ciudad natal, Mercedes (a 100 kilómetros de la capital), se movilizaban contra la posibilidad de que Videla fuera a parar al panteón familiar en el cementerio local. "Mercedes no quiere transformarse en depositario de los restos del mayor genocida argentino, ni en centro de peregrinaje del fascismo".

Se sucedieron manifestaciones, cartas abiertas, pancartas con rostros de desaparecidos en el camposanto. Advertencias de que la memoria colectiva no dejaría descansar en paz al asesino que justificó hasta el último de sus días las atrocidades cometidas y se negó al más mínimo arrepentimiento.

Finalmente, la familia del dictador –que se llevó a la tumba el paradero de miles de desaparecidos– consiguió ocultar el destino del cuerpo. Para evitar protestas y posibles profanaciones, sus hijos descartaron Mercedes y también el cementerio de la Chacarita, el más grande de la capital. Lo enterraron con sigilo en un cementerio privado a las afueras de Buenos Aires.

Pero todo eso se supo dos años después, cuando el diario Clarín descubrió que los restos de Videla se escondían bajo una lápida identificada como 'Familia Olmos'. Unos 500 metros más allá, en el césped siempre perfecto, otra losa de mármol con nombre falso oculta a Emilio Massera, el creador de la ESMA, uno de los principales centros de tortura de la dictadura argentina. Una suerte parecidahan corrido otros importantes militares del régimen, que se han ‘esfumado’ de los camposantos después de que sus lápidas sufrieran daños o pintadas reivindicativas.

El repudio social los ha condenado después de ser condenados. Los ha vuelto invisibles para esos nostálgicos del régimen que, por mucho que cueste creerlo, están lejos de extinguirse a este y al otro lado del Atlántico. Siguen ahí, más o menos agazapados según el país y las circunstancias. De hecho, hace solo unos días, mientras Argentina celebraba el aniversario de su joven democracia, Brasil elegía como presidente a un defensor de la dictadura que devastó el país durante 30 años.

Los adalides de la concordia
Este miércoles, un artista ha pintado una paloma roja sobre la tumba de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. El Gobierno, que ha decidido sacar al dictador de su mausoleo en la sierra, puede haber abierto la puerta a uno mucho mejor situado, en la catedral de la Almudena. Han tirado de compromiso vaticano para intentar impedirlo, pero tras un diplomático 'lavado de manos' eclesial, ahora intentan apelar a una imperfecta Ley de Memoria Histórica.

Argentina no es España. Entre otras cosas porque allí consiguieron juzgar y condenar a los responsables de la dictadura. Franco murió en la cama. Videla, sentado en el retrete de su celda.

La familia Franco, pese a haberse ahorrado el trance vergonzoso de los Videla –y de conservar gracias al pacto de la Transición una fortuna de dudoso origen– no está dispuesta a llevar a la momia del abuelo a los cuarteles de invierno de la historia. Cuentan para ello con la Iglesia, que no tiene pensado redimirse por su pasado cómplice de la dictadura –tanto en España como en Argentina, y esto el papa Francisco debe saberlo de primera mano–. Y cuentan también con los adalides de la concordia desmemoriada, los de ‘para qué desenterrar lo que ya está enterrado’.

Olvidan, todos ellos, que en España y en Argentina hay familias que siguen sin poder disponer de los cuerpos de los suyos, reducidos a huesos anónimos en cunetas, o en el fondo del mar.

Tiene cierta lógica que los responsables de tanto dolor sean condenados, como Videla, a una tumba escondida y sin nombre. Un poco de justicia poética que, al final, convierta a los genocidas en desaparecidos.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Profanar-tumba-Videla_6_830876943.html
 
¿Franco va a ganar otra vez?


El enterramiento en la Almudena se podría terminar valorando como una victoria de la familia Franco y del franquismo que aún pervive

Faltan demasiados datos para hacer una crítica de la actuación del ejecutivo. Pero está claro que ha hecho mal algo, o bastante, para que las cosas hayan llegado adonde hasta ahora lo han hecho

Carlos Elordi
31/10/2018 - 19:53h
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La cripta de la catedral de La Almudena, que podría albergar el cuerpo de Franco

Tras la cumbre de paz entre israelís y palestinos de Camp David Bill Clinton contó que la mayor parte de cada una de aquellas reuniones se dedicaba a acordar lo que unos y otros iban a contar a la prensa. No se sabe si Carmen Calvo y el secretario de Estado no abordaron ese cometido al final de su encuentro o si la ministra no respetó lo que convinieron al respecto. Lo cierto es que el comunicado de la Santa Sede desmintiendo que la iglesia católica estuviera de acuerdo con que los restos de Franco no fueran a la catedral de la Almudena deja muy mal al gobierno socialista en esta delicada gestión. Y lo peor es que genera algunas dudas sobre si su decisión de exhumar el cuerpo del dictador puede ser llevada a cabo.

Todas las declaraciones y gestiones realizadas al respecto, e iniciadas pocos días después de la toma de posesión de Pedro Sánchez, están marcadas por una pátina de apresuramiento e incluso de improvisación. Como si el traslado de los restos de Franco fuera una prioridad política que había que completar sin reparar en obstáculos y con la máxima urgencia. Tal vez porque se creía que un éxito en esta materia daría al nuevo gobierno un prestigio similar al que José Luis Rodríguez Zapatero obtuvo con la retirada de las tropas de Irak en la primavera de 2004.

Pero desde el primer momento se comprobó que la cosa no iba a ser tan fácil como entonces. La resistencia del prior del Valle de los Caídos, la inicial oposición tácita de la Conferencia Episcopal y distintas limitaciones legales obligaron a desplegar un esfuerzo seguramente mucho mayor del previsto. Al final, cuando todo parecía trabajosamente allanado, la familia Franco ha salido asegurando que los restos de Franco irán a la catedral de la Almudena. Que podría convertirse en centro de exaltación del franquismo en el corazón de la capital de España, un lugar mucho más accesible y simbólico que un Cuelgamuros perdido en los bosques.

De ocurrir así, y no está dicho que no ocurra, la operación de la exhumación le habría salido al gobierno bastante peor que un tiro por la culata. Aparte de que en los últimos meses se ha hablado más de Franco que en muchos años, el enterramiento en la Almudena se podría terminar valorando como una victoria de la familia Franco y del franquismo que aún pervive sobre el gobierno socialista.

Faltan demasiados datos para hacer una crítica de la actuación del ejecutivo. Pero está claro que ha hecho mal algo, o bastante, para que las cosas hayan llegado adonde hasta ahora lo han hecho. A la espera de esa información, sólo cabe desear que encuentre un recurso de última hora, legal o negociador, para que el asunto concluya mejor de lo que ahora parece.

Y, de paso, también para reflexionar un momento sobre lo que hoy significa Franco y su dictadura en nuestro país. El horror y el recuerdo de un gran sufrimiento para millones de españoles, vivieran o no aquel periodo. El desprecio y el convencimiento de que nada parecido debería repetirse para otros muchos millones. Y la añoranza y la convicción de que aquel periodo fue bueno, incluso ejemplar, para otra porción no precisamente pequeña de nuestra sociedad. Que el tamaño de este último colectivo sea claramente menor al de la suma de los otros dos no arregla nada. Porque son muchos, no pocos de ellos tienen gran poder económico e institucional y guste o no guste hay que contar con su existencia.

Cada país tiene su particularidad negativa característica y la de España es justamente la de que, cuarenta años después de la muerte del dictador, un compacto y extendido grupo de nuestros conciudadanos defiende la memoria de Franco y no está dispuesto a que se la ataque. Cualquiera de nosotros lo comprueba cada día en su experiencia personal. Eso ha limitado y limita extraordinariamente la acción de cualquier gobierno para profundizar nuestra democracia. Se diga lo que se diga, se ha avanzado poco en reducir las dimensiones y la influencia de ese bastión. Que es intergeneracional. Lo cual quiere decir que aunque muchos de sus efectivos tengan recuerdos directos de esa época otros muchos no los tienen, han escuchado el mensaje en sus familias y en su ambiente y lo han asumido como si hubieran vivido aquellos tiempos.

Esa grave limitación de nuestra democracia nace de algo que se repite sin entrar mucho en su contenido: lo de que “Franco murió en la cama”. Que quiere decir que cuando falleció controlaba omnímodamente todos los poderes del Estado y que podía haber ejercido su dictadura sin límites por todo el tiempo que su salud se lo hubiera permitido. Nada que ver con lo que le ocurrió a Hitler, a Mussolini o incluso a Salazar, el destino de cuyos cuerpos se ha citado en estos días.

Aún más. Franco escogió a su heredero. Y, más allá de versiones míticas de lo que pretendía hacer, Juan Carlos sólo empezó a mover las piezas cuando comprobó que sin Franco el régimen no iba a poder hacer frente a la creciente protesta social y a la de los nacionalismos de Cataluña y Euskadi y, seguramente sobre todo, de los poderes internacionales que exigían cambios para que España fuera un país estable. De ahí surgió la dinámica de la transición.

Que seguramente fue bastante más allá de lo que el Rey había previsto y terminó por instaurar un sistema ampliamente democrático. Que, sin embargo, en ningún momento se planteó la tarea de revisar el pasado franquista y de atribuir a nadie responsabilidades por los desmanes de todo tipo que éste había cometido hasta el último día de su existencia.

Esa actitud, basada en firmes principios de prudencia política tuvo dos consecuencias. Una, que las víctimas del franquismo, durante la guerra civil y la dictadura, no vieran reconocido ni el derecho a enterrar dignamente a los suyos hasta hace muy poco. Y, dos, que los fieles de Franco nunca sintieran que les habían derrotado plenamente, lo cual es una manera de sentir que, en el fondo, haber ganado.

La familia Franco, Billy el niño o la Fundación Francisco Franco son ejemplos claros de esos sentimientos. Que ellos y otros muchos, pero no todos los franquistas, convierten en acciones para mantener privilegios. Aprovechándose de que en el entramado de las leyes y del funcionamiento de las instituciones hay resquicios gracias a los cuales pueden defender sus intereses, por indecentes que sean. Y esos resquicios existen porque no se han querido cerrar o porque se han dejado intencionadamente abiertos.

Ahondando por ahí se descubren las limitaciones de nuestra democracia. Que tienen raíces profundas, que parten de su origen mismo. Cualquier iniciativa para modificar parcialmente ese estado de cosas requiere de un esfuerzo que no siempre sale del todo bien, como se ha visto con la suerte que ha corrido la Ley de Memoria Histórica. En todo caso, las operaciones diseñadas para obtener éxitos rápidos en la materia son, en principio, desaconsejables.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Franco-va-ganar-vez_6_830876939.html


Vuelvo a poner mi reflexión porque parece que está aparcada por los medios de comunicación..

Si hay una ley de 1983 en la que está prohibido enterrar en las iglesias ¿Por qué se vendió una sepultura en la Almudena a la hija de Franco en 1987 por un valor actual de 150.000 €, es decir, 4 años después de esa ley?

La codicia por el dinero de la IC que saltó sus propias normas nos ha traído a éste escenario.

https://www.estrelladigital.es/arti...alle-es-ilegal-1983/20180914150307354526.html

https://www.elconfidencial.com/cult...co-vaticano-muerte-entierro-almudena_1502645/

https://www.eldiario.es/sociedad/Franco-compro-tumba-cripta-Almudena_0_823118631.html

No tendría que ir la ministra ni al Vaticano ni a ningún lado. Simplemente cumplir la ley, sacar los restos del Valle de los Caídos, dejarlos en la morgue pertinente, y que la familia decida en otro lugar no religioso. Lo que está ocurriendo no es de recibo.

Somos el hazmerreir de todo el mundo.
 
Profanar la tumba de Videla


Para evitar protestas y posibles profanaciones, los hijos del genocida argentino lo enterraron en un cementerio privado bajo una lápida que no lleva su nombre

"Argentina no es España. Entre otras cosas porque allí consiguieron juzgar y condenar a los responsables de la dictadura. Franco murió en la cama. Videla, sentado en el retrete de su celda"

Natalia Chientaroli
31/10/2018 - 22:06h
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Videla murió en su celda del penal de Marcos Paz, en Buenos Aires, el 18 de mayo de 2013.

VÍDEO | Un artista pinta la tumba de Franco al grito de "por la libertad y la reconciliación de todos los españoles"
"Ahí está el cuerpo. Sin habeas corpus. Unos papeles y es suyo, llévense el envase de su pariente. Cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo este cuerpo que ustedes van a enterrar. No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros. No fue violado. No tuvo un hijo acostado en el pecho mientras le daban máquina. No lo fusilamos para decir que murió en un enfrentamiento. No lo mezclamos con cemento. No lo enterramos en cualquier parte como NN. No le robamos a sus nietos. Acá tienen el cuerpo".

Este texto se difundió en 2013, poco después de que Jorge Rafael Videla muriera en prisión. Lo escribió –o eso dicen– el periodista Jorge Kostinger e iba dedicado a la familia del dictador argentino. Condenado por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen militar del que fue máximo responsable entre 1976 y 1981, Videla falleció en su celda el 17 de mayo de 2013, a los 87 años.

El cuerpo del dictador permaneció en la morgue casi una semana ante el atronador silencio de su familia. Mientras tanto, los vecinos de la su ciudad natal, Mercedes (a 100 kilómetros de la capital), se movilizaban contra la posibilidad de que Videla fuera a parar al panteón familiar en el cementerio local. "Mercedes no quiere transformarse en depositario de los restos del mayor genocida argentino, ni en centro de peregrinaje del fascismo".

Se sucedieron manifestaciones, cartas abiertas, pancartas con rostros de desaparecidos en el camposanto. Advertencias de que la memoria colectiva no dejaría descansar en paz al asesino que justificó hasta el último de sus días las atrocidades cometidas y se negó al más mínimo arrepentimiento.

Finalmente, la familia del dictador –que se llevó a la tumba el paradero de miles de desaparecidos– consiguió ocultar el destino del cuerpo. Para evitar protestas y posibles profanaciones, sus hijos descartaron Mercedes y también el cementerio de la Chacarita, el más grande de la capital. Lo enterraron con sigilo en un cementerio privado a las afueras de Buenos Aires.

Pero todo eso se supo dos años después, cuando el diario Clarín descubrió que los restos de Videla se escondían bajo una lápida identificada como 'Familia Olmos'. Unos 500 metros más allá, en el césped siempre perfecto, otra losa de mármol con nombre falso oculta a Emilio Massera, el creador de la ESMA, uno de los principales centros de tortura de la dictadura argentina. Una suerte parecidahan corrido otros importantes militares del régimen, que se han ‘esfumado’ de los camposantos después de que sus lápidas sufrieran daños o pintadas reivindicativas.

El repudio social los ha condenado después de ser condenados. Los ha vuelto invisibles para esos nostálgicos del régimen que, por mucho que cueste creerlo, están lejos de extinguirse a este y al otro lado del Atlántico. Siguen ahí, más o menos agazapados según el país y las circunstancias. De hecho, hace solo unos días, mientras Argentina celebraba el aniversario de su joven democracia, Brasil elegía como presidente a un defensor de la dictadura que devastó el país durante 30 años.

Los adalides de la concordia
Este miércoles, un artista ha pintado una paloma roja sobre la tumba de Francisco Franco en el Valle de los Caídos. El Gobierno, que ha decidido sacar al dictador de su mausoleo en la sierra, puede haber abierto la puerta a uno mucho mejor situado, en la catedral de la Almudena. Han tirado de compromiso vaticano para intentar impedirlo, pero tras un diplomático 'lavado de manos' eclesial, ahora intentan apelar a una imperfecta Ley de Memoria Histórica.

Argentina no es España. Entre otras cosas porque allí consiguieron juzgar y condenar a los responsables de la dictadura. Franco murió en la cama. Videla, sentado en el retrete de su celda.

La familia Franco, pese a haberse ahorrado el trance vergonzoso de los Videla –y de conservar gracias al pacto de la Transición una fortuna de dudoso origen– no está dispuesta a llevar a la momia del abuelo a los cuarteles de invierno de la historia. Cuentan para ello con la Iglesia, que no tiene pensado redimirse por su pasado cómplice de la dictadura –tanto en España como en Argentina, y esto el papa Francisco debe saberlo de primera mano–. Y cuentan también con los adalides de la concordia desmemoriada, los de ‘para qué desenterrar lo que ya está enterrado’.

Olvidan, todos ellos, que en España y en Argentina hay familias que siguen sin poder disponer de los cuerpos de los suyos, reducidos a huesos anónimos en cunetas, o en el fondo del mar.

Tiene cierta lógica que los responsables de tanto dolor sean condenados, como Videla, a una tumba escondida y sin nombre. Un poco de justicia poética que, al final, convierta a los genocidas en desaparecidos.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Profanar-tumba-Videla_6_830876943.html

El Estado español sigue sujeto al chantaje franquista cuarenta años después de la muerte del dictador.

esto es así porque España está llena de franquistas, no cabe otra explicación.

ésta realidad dice mucho del "pueblo español" (lo que sea eso).

mis respetos al pueblo argentino.
 
Estado
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