Juan Carlos I abandona España. Zarzuela emite un comunicado escueto sobre su destino. El Gobierno no le retirará el título de rey

Será un desafío a su hijo, pues según Lucía Méndez, JC no cree haber hecho nada mal, ya que si en cuarenta años, nadie le dijo nada ¿por qué habría que dar cuentas ahora?
Un desafío a su hijo y una tomadura de pelo a los españoles, con el beneplácito de políticos y monárquicos varios.
Lo que pagamos o dejamos de pagar, no lo sabemos. En principio, la seguridad y no sé cuántos acompañantes personales.
¿Cómo va Felipe a explicar todo esto? Más razonable que una explicación sería algo más digno, como una renuncia, abdicación, referéndum... (ya sé, todo eso es impensable)
Pero ¿saben de dignidad en la casa irreal?
 
Cabemos 30, quien se quiera venir que se venga, iniciaremos una nueva vida, Júpiter nos espera :chicken:



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Los trabajadores de sangre azul (los autónomos)
Cartas de los Lectores 09/08/2020



Rey emérito, Juan Carlos I. Foto. TVE.

Rey emérito, Juan Carlos I. Foto. TVE.


Somos casi quintos, usted nación en 1938, y yo en 1937, por lo tanto crecimos en un país que estaba en Guerra, con una durísima postguerra de miseria y hambre y poco a poco fuimos levantando el vuelo.
Millones de españoles como usted y yo contribuimos a que España saliera de esa miseria. Nosotros con nuestro trabajo y usted con el suyo. Nuestros mejores años, los suyos y los míos, en todos los sentidos, coinciden con la Transición y esos años de despegue económico y social que experimento nuestro país durante las dos primeras décadas de la era constitucional.

Llevamos trabajando por España, usted y yo, toda la vida. Usted como jefe de Estado y yo como autónomo. He pagado religiosamente mis impuestos durante mis años laborales, al igual que las cuotas de la Seguridad Social. No he faltado con este pago ni un solo mes en mi vida y por suerte, no he tenido que cogerme ninguna baja por accidente o enfermedad.
Le oí decir a su hermana la Infanta Pilar en un documental que emitió TVE que en su familia nadie se podía quejar de un dolor o un malestar. Le diré, majestad, que en la familia de los autónomos tampoco nos ponemos enfermos, ni nos quejamos. Seremos trabajadores de sangre azul.
Hace unos días, decidió que se iba de España. En la carta que dirigió a su hijo, Felipe VI, escribió: Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a mis instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España.
Sus razones tendrá, aunque me cuesta mucho entenderlas, porque me parece, con todos mis respetos, un acto de cobardía. Tampoco entiendo, porque no ha hecho público el lugar donde va a descansar o reflexionar. Podía haber elegido el monasterio de Yuste, lugar escogido por el emperador Carlos, que no era antepasado suyo al ser un Austria, pero que sí estuvo al frente de nuestro país, por aquel entonces Imperio.
No. Usted para tomar conciencia de lo injusto que está siendo su destino, al parecer ha elegido un hotel de súper lujo, cuya noche ronda los 11.000€.
No era difícil echar la cuenta. He multiplicado mi pensión de autónomo, como millones de españoles que durante los años de la Transición levantamos este país con mucho esfuerzo y trabajo, teniendo en cuenta de dónde veníamos y la formación que teníamos, y sumándole las pagas extras, superamos por unos cuantos cientos de euros la cifra de 11.000. Eso sí, nosotros tenemos esa cantidad para gastarla durante todo el año. Con ella vivimos, seguimos pagando nuestros impuestos y de vez en cuento, le damos una propina a los nietos.
Por favor majestad, díganos qué tiene esa habitación.
https://lacronicadesalamanca.com/281072-los-trabajadores-de-sangre-azul-los-autonomos/
 
El rey Juan Carlos, junto al rey Salmán bin Abdulaziz, en una imagen de 2014.

El rey Juan Carlos, junto al rey Salmán bin Abdulaziz, en una imagen de 2014. Casa Real
Economía LAS CINTAS DE CORINNA
Rey de Oros: 45 años de romance entre el bolsillo de Juan Carlos I y los países árabes

  • De las propiedades en Marrakech a las comisiones del Ave, desde las mordidas por el petróleo al escándalo Torras-KIO. Más de cuatro décadas de rumores cobran vida.
  • Las ‘Memorias de Mónaco’ de Corinna con Juan Carlos: mucho dinero, menos amor y nada de s*x*
15 julio, 2018 02:03


Miguel Ángel Uriondo @uriondo
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De las propiedades que le regaló el Rey de Marruecos en Marrakech y que puso a nombre de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, a las presuntas comisiones para que empresas españolas construyeran el Ave del Desierto. Desde las mordidas por el petróleo, al escándalo de KIO. La ‘historia árabe’ del rey emérito ha sido la de 45 años de rumores que en los últimos días, con las revelaciones publicadas por EL ESPAÑOL, han cobrado nueva vida.
Al final, puede que todo se resuma en las palabras de Juan Villalonga en las conversaciones que ha ido desgranando este periódico: “En lo que él se sabe mover es un fuera de serie”. Tanto es así que hoy suenan casi proféticos los nombres de ‘Fortuna’ y ‘Bribón’ que casi cualquier español atribuye a la afición náutica del rey emérito.


A veces, todo empieza con un cuñado. Puede ser ese que en 2017 se forró con el bitcoin e hizo en Navidad que perdieses miles de euros por entrar en lo más alto. O puede ser el cuñado que te da un buen consejo y te convierte en millonario pese a todo o, mejor dicho, a costa de todos.

Rebeca Quintans, en su libro ‘Juan Carlos I: La biografía sin silencios’, explica que el exmonarca heleno Constantino II, hermano de la Reina Sofía, fue el cuñado que enseñó al futuro rey español el camino a seguir. Constantino tenía una buena amistad con el rey Hussein de Jordania, que en 1977 se llevó a toda la familia real griega de visita a Disneylandia. Además, tenía especial amistad con el Sha de Persia.

Juan Carlos seguiría un camino similar, pero no idéntico. Todo empezó con el príncipe Fahd bin Abdelaziz al-Saud de Arabia Saudí, que concedió un préstamo a interés cero al borbón de 100 millones de euros para la “consolidación de la monarquía española” -no hay constancia de su devolución- y que le regaló el segundo yate Fortuna, allá por 1979.

Todo el petróleo del mundo
Según Quintans, la relación comenzó cuando Antonio Barrera de Irimo, ministro de Economía durante el franquismo, pidió a Juan Carlos mediar con el príncipe en plena crisis del petróleo de 1973. "Decid a mi hermano, el príncipe Don Juan Carlos, que le enviaremos todo el petróleo que España necesite", respondió el saudí.
Quintans asegura que "a cambio de estos servicios de mediación el príncipe cobró una comisión y a todo el mundo le pareció muy normal". Según ella, Juan Carlos habría explicado en ocasiones que su habilidad para tratar con los árabes nacía de la comprensión.
Juan Carlos I y el jeque Khalifa Bin Zayed Al Nahyan de EAU.


Juan Carlos I y el jeque Khalifa Bin Zayed Al Nahyan de EAU.

A partir de entonces, Juan Carlos “se vio involucrado durante la era del felipismo en varios negocios dudosos, aunque siempre eran sus 'amigos' los que figuraban oficialmente en los papeles”; sin embargo, su capital personal se consolidó “a través del oro negro: el petróleo”.
Quintans asegura que el gobierno de Suárez adoptó un acuerdo para que un pequeño porcentaje de las transacciones petrolíferas realizadas por España con otras monarquías del mundo se desviara hacia el patrimonio privado de los Borbones. Las transacciones estaban gestionadas por Manuel Prado y Colón de Carvajal, el administrador privado del rey emérito.
Durante la segunda gran crisis del petróleo, en 1979, volvió a ser necesario un acuerdo de suministro. Ahí se comprobó que a veces se cruzaban los intereses del monarca con los de España
Un directivo de Campsa, Roberto Centeno, había logrado resolver el problema de las restricciones gracias a su amistad con el embajador en Kuwait y novelista Fernando Schwartz. Siempre según Quintans, eso no le supuso a Centeno ninguna medalla. Más bien todo lo contrario: recibió un tirón de orejas. El ministro de Hacienda de la época, Francisco Fernández Ordóñez, se le echó encima. Al parecer, Prado y Colón de Carvajal, a través del Rey, ya había conseguido suministros con unas comisiones "del copón con ruedas". La escritora habla de comisiones de entre uno y dos dólares por barril de crudo que pagaban los españoles en la factura de la gasolina.

La tormenta de KIO

¿Recuerdan el caso Torras-KIO? Parte del nombre les sonará, al menos, por las torres inclinadas que adornan el cielo madrileño. KIO era un organismo dependiente de la agencia gubernamental de inversiones del Estado de Kuwait que canalizaba parte de los beneficios derivados del petróleo, actuando a través de varias mercantiles instrumentales. En España lo hacía, concretamente, a través del Grupo Torras, una empresa papelera reconvertida en holding y que estaba administrada por Javier de la Rosa.
Tras la invasión de Kuwait, hubo quien consideró que era el momento de hacer dinero a lo grande y decidió limpiar de millones la caja de la sociedad. Las autoridades kuwaitíes afirmaban que se robaron entre 500 y 1.000 millones de dólares, y que los 5.000 millones invertidos se habían ido por el retrete por la mala gestión. El New York Times lo consideró “el mayor escándalo financiero de Europa desde el colapso del imperio de medios de Robert Maxwell en 1991”.
Javier de la Rosa se pasó la primera década entrando y saliendo de la cárcel por sus condenas en las distintas piezas del caso. Pero siempre ofreció una versión diferente. Quintans lo recoge así: “En España, el Grupo Torras-KIO quería colaborar en los gastos de la guerra para la compra de armamento, contratar mercenarios o lo que fuera preciso. Así que Javier de la Rosa habló con Enrique Sarasola amigo de Felipe González, y con Carlos Solchaga, entonces ministro de Economía, para desbloquear las cuentas de la sociedad kuwaití y operar con sus fondos”.
De la Rosa explicaría después en los juzgados de Londres que buena parte del vaciado de las arcas del Grupo Torras se justificó como el pago de favores políticos, una 'lubricación' para que la aviación estadounidense pudiese usar las bases aéreas españolas de Rota y Torrejón a voluntad. En la Corte de Londres, De la Rosa aseguró que Prado le había pedido los cien millones de dólares para pagar “apoyo político” a Kuwait y justificaba la entrega de 27 millones a Sarasola como un “abono complementario” por la operación de las torres KIO. Según sus tesis, el dinero de Sarasola habría terminado, en parte, en Felipe González, mientras que el de Prado, habría terminado en manos del Borbón.
Concretamente, cien millones de dólares terminaron depositados en dos cuentas de la Sociéte Générale Alsacienne de Banque de Suiza, donde Prado tenía residencia desde 1985.
En otoño de 1995, El País publicó unas cartas con el membrete de la Corona que se habían enviado a KIO y en las que se agradecía a Kuwait el supuesto envío de cantidades millonarias. Se decía que habían sido falsificadas por Javier de la Rosa para coaccionar al rey.

Orfeo negro
El director de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, explicaba en el capítulo Orfeo negro de su libro ‘Amarga victoria’ (Planeta, 2010), cómo se reunió entre finales de 1994 y 1995 con Prado y Colón de Carvajal y el propio De la Rosa. El primero, al parecer, estaba desesperado por insistir en su lealtad para con la Corona y en proclamar la inocencia de ésta. El segundo, recién salido de la cárcel, estaba embarcado en una misión de venganza.
“Lo que este hombre me acababa de contar es que había comprado al Rey, al Presidente del Gobierno, al President de la Generalitat y a casi todos los partidos políticos. Y todo ello ¿para qué? Sólo para poder seguir ganando él más dinero”, escribió Ramírez en su libro. El hecho de que De la Rosa fuese incapaz de aportar las supuestas pruebas que decía tener hizo que el entonces director de El Mundo, le calificase de embustero y le acusase de diseminar “sus insidias de oído en oído con la maldad de Yago y la frivolidad de Falstaff”.

El Ave y un viejo pájaro
Nada cambió. El rey emérito tuvo un papel clave en el llamado Ave del Desierto, un proyecto de 6.300 millones de euros, firmado en 2012 y fundamental para las aspiraciones de las ingenierías españolas. El consorcio para la fase 2 de la llamada línea Haramain (del árabe الحرمين‎, la apelación clásica a las dos ciudades santas que significa ‘Los Dos Santuarios’) estaba formado por una combinación entre empresas españolas públicas y privadas: Renfe Operadora, Adif, Ineco, OHL, Indra, Talgo, Copasa, Consultrans, Imathia, Cobra, Abengoa, Al Rosan y Dimetronic-Siemens y socios saudíes.
Juan Carlos I no sólo fue clave para la concesión del proyecto, sino también en varios momentos críticos. El Ave, que arrancaba recientemente, tuvo una vida enrevesada, y pasó años ahogado entre impagos, retrasos, ultimátums y acusaciones entre las distintas partes. Según hemos informado en EL ESPAÑOL, al parecer el rey emérito trató de cobrar una comisión millonaria en la licitación, que habría llegado a base de dinero procedente de Arabia Saudí a cuentas bancarias controladas por el abogado suizo Dante Canonica.
Asimismo, varias operaciones relacionadas con Qatar se han ligado a las buenas relaciones del rey emérito con el antiguo emir Hamad Bin Khalifa al Thani. Es el caso de la venta de un 6,16% de Iberdrola en marzo de 2011, valorado en 2.021 millones de euros. Qatar también invirtió en un 5% de la filial brasileña del Banco Santander por 2.000 millones, el 10% de la constructora alemana Hochtief, bajo control de ACS, o el 10,6% del aeropuerto londinense de Heathrow, por el que pagó 560 millones de euros a Ferrovial.
También se ha escrito sobre una posible relación del emérito con la entrada en El Corte Inglés de Hamad Bin Jassim Bin Jaber al Thani, conocido popularmente como HBJ, por la relación muy indirecta existente entre el viejo amigo del rey, Alberto Cortina, y la mercantil Noganoir Capital que cobró 17 millones por ayudar a la entrada del qatarí en el coloso español de la distribución.

Las crónicas también destacan que en mayo de 2014, Corinna zu Sayn-Wittgenstein fue comisionista en un intento de venta de 250 carros de combate Leopard 2E a Arabia Saudí. Este contrato, de hasta 3.000 millones, se perdió cuando Alemania levantó las restricciones de armamento y las alemanas Kraus Maffei y Rheinmetall, dueñas de las patentes, decidieron optar al contrato y dejar fuera a Santa Bárbara Sistemas, filial de General Dynamics.
También relacionada con Arabia Saudí es importante la figura del príncipe Al Waleed Bin Talal, sobrino del rey, nieto del fundador del país y uno de los hombres más ricos del mundo. La típica persona que demanda a la revista Forbes por subestimar su fortuna.
En 2007, la empresa KHC, presidida por Al Waleed, recibió a Corinna en Riad en calidad de “representante de Su Majestad el Rey Juan Carlos de España”. También fue sonada la carta en la que Juan Carlos I felicitaba al príncipe cuando fue archivada una causa por violación presentada por una modelo madrileña en 2008. Asimismo, Al Waleed fue socio de Iñaki Urdangarín a través de la inmobiliaria Mixta África, participada por Aizoon y especializada en la construcción de viviendas de bajo coste en el continente africano.
Casablanca
La última relación divulgada tiene también que ver con el papel de Corinna, quien asegura que el rey de Marruecos, Mohamed VI, le regaló una propiedad a Juan Carlos I en Marrakech y los testaferros del rey emérito lo pusieron a su nombre sin avisarla, según su versión.
El papel de Juan Carlos I en Marruecos se remonta también a más de 40 años atrás, cuando Juan Carlos pactó en secreto con Hassan II, padre del actual monarca, los términos de la Marcha Verde que supuso la anexión del Sáhara a Marruecos, tal y como desvelaban documentos desclasificados recientemente por la CIA.
Mohamed VI ha llamado en más de una ocasión “tío” a Juan Carlos, le llamó tras la abdicación para rendirle homenaje y mantiene con él una excelente relación. Tras la muerte de Hassan II, en 1999, el entonces rey español lloraba su pérdida junto al monarca alauí.
Juan Carlos I y Mohamed VI

Juan Carlos I y Mohamed VI
Esta lista no acaba aquí, pero probablemente sí la paciencia del lector. Y éste puede preguntarse: ¿qué intervenciones de Juan Carlos I son reales y cuáles fruto del halo de Rey Midas del mundo árabe que se ganó a pulso durante los últimos 45 años? En 2014, su primer viaje oficial fuera de la Península tras ser operado de la cadera le llevó a Emiratos Árabes, Kuwait, Omán, Bahréin, Arabia Saudí y Qatar. Abdicó en junio de ese mismo año. Durante años, fueron sus destinos predilectos.
Es un terreno pantanoso para una España que ha mirado para otro lado cuando se ha hablado de los derechos humanos en estos países. Un país que ha festejado la llegada a costas españolas de jeques y emires cada verano en el telediario y que ha aplaudido los petrodólares cuando se han utilizado para comprar jugadores y clubes de fútbol.
¿Lo único que está claro? Que el papel que tuvo Juan Carlos I en el fomento de la economía española durante todos estos años, que fue uno de sus méritos objetivos, no fue gratuito y, ni mucho menos, transparente.


https://www.elespanol.com/invertia/...-bolsillo-juan-carlos-paises/322468137_0.html

 
Juan Carlos I y los frutos del árbol podrido
El rey emérito, Juan Carlos I, en una imagen de archivo.

El rey emérito, Juan Carlos I, en una imagen de archivo. Gtres



Publicado12/07/2020 4:45

A finales de la década de los 70, Manolo Prado y Colón de Carvajal, intendente y guardián de todos los secretos de Juan Carlos de Borbón, se dedicó a remitir una serie de misivas a diversos monarcas reinantes, particularmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del Rey de España. Lo que Prado planteaba era una especie de derrama entre los riquísimos reyes del petróleo, demanda a la que la monarquía saudí respondió favorablemente con la concesión de un crédito por importe de 100 millones de dólares (unos 10.000 millones de pesetas de la época) a pagar en 10 años y sin intereses, presente que haría exclamar a Juan de Borbón, conde de Barcelona, ante testigos: "A mí esto que vais a hacer no me gusta nada" (página 392 de El Negocio de la Libertad, editorial Foca, 1998). Estaba claro que la familia real saudí le estaba haciendo al joven Rey de España un regalo no inferior al principal de ese crédito, puesto que, con los tipos de interés de la época, bastaba con depositar esos 100 millones en un banco para doblar esa cifra al cabo de los años pactados.
Pero, en lugar de administrar prudentemente esa suma que por sí sola hubiera convertido a Juan Carlos en una persona muy rica, Prado, un desastre como gestor, decidió invertirla en negocios ruinosos (tal que el proyecto urbanístico Castillo de los Garciagos, en Jerez), de lo que resultó que transcurrido el plazo estipulado la Casa del Rey se vio en la tesitura de tener que devolver 100 millones de dólares que no tenía. En contra de lo que Prado hubiera podido imaginar, los saudíes estaban decididos a recuperar su dinero, tarea encomendada a un hermano del rey Fahd con espléndida mansión en la Costa del Sol, quien en el verano del 90 se encargó de volar a Palma para almorzar con los reyes en Marivent, intento que devino en fiasco porque Prado y el príncipe Chokotoua acudieron a esperarlo al aeropuerto militar de Palma cuando el invitado aterrizó con su jet en el civil, para reemprender el regreso a Marbella al no encontrar recibimiento. El enfado del monarca al enterarse de lo ocurrido se resolvió días después con una buena noticia: el rey Fahd concedía cinco años más de plazo para devolver el dinero. Parece que el quinquenio transcurrió sin que Prado lograra el milagro, de modo que en el verano del 96, testigos a pares, el eco de la llegada a Palma del saudí reclamando el dinero se escuchaba hasta en las cocinas de Marivent: “¡Que viene el 'moro cabreado' (sic) y quiere cobrar!”.
Parece que al hoy rey emérito le han gustado siempre las cifras redondas. Los 100 millones de dólares, por ejemplo, le encantan. Cien millones fue lo que recibió Prado y Colón de Carvajal del grupo KIO, reconocido por el afectado en sede judicial, con ocasión de la invasión de Kuwait por las tropas de Sadam Hussein. Los pagos se justificaron en el emirato por la necesidad de que, durante la llamada operación "Tormenta del Desierto" destinada a reponer a la familia Al Sabah en el trono, la aviación norteamericana pudiera utilizar sin cortapisas las bases aéreas españolas de Rota y Torrejón. Testigo privilegiado, Sabino Fernández Campo, entonces jefe de la Casa del Rey, a quien un día el propio Juan Carlos encomendó la tarea de acercarse a la lujosa residencia en Madrid del financiero Javier de la Rosa, el pagador de la coima, con un escueto mensaje:
-Vas a ir a ver a De la Rosa al número 47 del Paseo de la Castellana y le vas a decir que, de parte del Rey, todo está arreglado y que muchas gracias.
Para Manolo Prado, the servant, el valido por antonomasia, pedir dinero llegó a convertirse en algo habitual durante los primeros años de la Transición. Pedía para “mon patron”, “mon ami le patrón”, “sa majesté”, pero también para “salvar la democracia”, para ayudar a financiar las campañas de la UCD (nominado por Adolfo Suárez, puesto que el abulense no hablaba inglés), para usar las bases aéreas… Y lo hacía siempre con el Gobierno de España por ariete, y naturalmente con la propia institución monárquica, sin reparar en eventuales daños para el prestigio de ambas instituciones. En el imaginario colectivo late la idea de que Juan Carlos, que de niño vivió las estrecheces con las que su padre, Don Juan de Borbón, mantuvo en el exilio de Estoril su pequeña corte no afecta al franquismo, a menudo necesitado del socorro de una serie de familias de la antigua nobleza, se juramentó para no volver a pasar penuria alguna en reedición del “¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!” pronunciado por la heroína de Lo que el viento se llevó, hasta el punto de convertir la acumulación de dinero en una enfermedad, una obsesión rozando lo enfermizo, una patología absurda puesto que el monarca constitucional de un país desarrollado como España tenía mil formas, al margen de la confortable asignación que le otorgan los PGE, de labrarse un “buen pasar” sin necesidad de corromperse, sin necesidad arrastrar por el barro el buen nombre de la Monarquía y el de España, a la que como jefe del Estado representa. Sin necesidad de ofender al noble pueblo español que siempre confió en él.

Echar las culpas de lo ocurrido al emérito en exclusiva es caer en el cinismo de la equidistancia y faltar a la verdad
Aquel monarca “pobre” que en 1975 se hizo cargo de la Corona de España y tres años después juró la Constitución es hoy un hombre muy rico, con una fortuna que el norteamericano NYT estimó en su día en más de 2.000 millones de dólares. Naturalmente que en esa tarea no ha estado solo. Echar las culpas de lo ocurrido al emérito en exclusiva es caer en el cinismo de la equidistancia y faltar a la verdad. Aquí ha habido muchos culpables. Para hacerse millonario, el monarca ha contado con la colaboración activa de todo un país, o por lo menos de sus elites políticas y económicas, y naturalmente también de unos medios que han participado activamente en la ocultación de lo que estaba ocurriendo. No se trata sólo de Prado, de Ruiz Mateos, de Mario Conde, de Javier de la Rosa, de Josep Cusí y de tantos otros. Se trata de los banqueros, de Alfonso Escámez a Emilio Ybarra, que una mañana sí y otra también descolgaban el teléfono para atender el correspondiente pedido que él personalmente, o su valido, se encargaban de transmitir. Se trata de los grandes empresarios del Ibex, cuyas cuitas en el exterior se encargaba de resolver la mayor parte de las veces a cambio de una comisión, como en el caso de la construcción de la línea de alta velocidad entre Medina y La Meca, asunto de actualidad.
Multitud de negocios oscuros que han pasado desapercibidos para la opinión pública y en los que se hizo presente la larga mano de Juan Carlos I. La compra en 2003 del Banco Zaragozano, mayoritariamente controlado (40%) por Alberto Cortina y Alberto Alcocer, por parte de Barclays Bank, filial española del grupo británico Barclays, en una operación de 1.400 millones. Ocurrió que una vez alcanzado el acuerdo y tras el correspondiente due diligence, los británicos descubrieron todo tipo de gatuperios en las tripas de la entidad, motivo por el cual decidieron romper el trato. De hacerles volver al redil se encargó el propio rey de España, que a cambio de su mediación recibió una comisión de 50 millones ingresada en la cuenta suiza de su primo Álvaro de Orleans-Borbón. Cinco años después, febrero de 2008, el Tribunal Constitucional falló a favor de susodichos Albertos en el “caso Urbanor”, al anular, por supuesta prescripción de los delitos, la condena que les había impuesto el Tribunal Supremo, evitando de esta manera su ingreso en prisión.
Un secreto a voces
La larga mano del monarca había penetrado en la sala de togas del TC. Como ocurriera con Isabel II y con el propio Alfonso XIII, la corrupción real ha llegado a interferir en el normal funcionamiento de las instituciones del Estado. Para entonces, Alcocer se había convertido en el mejor amigo del monarca, al punto de haber pasado a ocupar como intendente real el espacio vacío dejado en la agenda del monarca por la retirada de Prado. Todo esto, y mucho más, se sabía. Las “fazañas” perpetradas durante 40 años de Juan Carlos de Borbón las sabía todo el que debía saberlas. Eran un secreto a voces en el “establishment” patrio. Es el caso de los sucesivos presidentes del Gobierno, que consintieron, y sus equipos, todos perfectamente al corriente de los esfuerzos, y el dinero, empleado por el CESID, ahora CNI, en ocultar los negocios del monarca y proteger con un manto de silencio –el general Sanz Roldán, jefe de los servicios de inteligencia, y su cobarde silencio, juicio extensible a los Manglano que le precedieron-, su escandalosa vida privada, la incontinencia sexual de un hombre convertido en perfecto epígono de Isabel II, aquella mujer toda lascivia que se pasó por la piedra a la mitad del cuerpo de guardia de palacio.

El rey se ha movido en un entorno insano, rodeado de aduladores cortesanos, de millonarios arquetipos del “capitalismo de amiguetes” madrileño dispuestos a rifárselo en las monterías
El rey se ha movido en un entorno insano, rodeado de aduladores cortesanos, de millonarios arquetipos del “capitalismo de amiguetes” madrileño dispuestos a rifárselo en las monterías que organizaban en sus lujosas fincas de los Montes de Toledo, escenario del que cabe salvar a un hombre de honor como José Joaquín Puig de la Bellacasa, ex secretario general de la Casa, quien decidió poner pies en polvorosa tras comprobar, verano del 91, los horrores de la corte palmesana entonces dominada por Marta Gayá, la primera de las famosas “novias” del monarca. Tras la retirada de Sabino, Azas, Almansas y Spottornos fueron incapaces de poner orden en Zarzuela. En el Guinness de la impudicia figurará para siempre el hecho de haber mantenido durante años a la última de sus queridas, Corinna Larsen, instalada en un lujoso chalé situado dentro del recinto palaciego, a escasos metros de donde la legítima, Sofía de Grecia, entretenía su soledad ojeando la revista ¡Hola! en torno a una mesa camilla junto a su hermana Irene.
Produce sonrojo, por eso, el asombro impostado exhibido por algún cretino cuando asegura que lo publicado estos días “cambiará para siempre la percepción que los españoles tienen de quien ha sido Jefe del Estado durante cuatro décadas”. Lo sabía la elite financiara, colaboradora necesaria, y lo sabía también la política, sin cuya connivencia no hubiera sido posible el saqueo. Lo sabían los dueños de los grupos de comunicación, con Jesús Polanco y el entorno de PRISA a la cabeza, naturalmente Juan Luis Cebrián, un grupo sin el cual no sería posible entender la Transición. Lo sabían, en suma, todos los que hicieron de la libertad un negocio, responsables de haber frustrado, maldito parné, las ansias de libertad y democracia de los españoles tras 40 años de dictadura. Asediado por la recalada del asunto de los GAL en los tribunales, Felipe González amagó con destapar los escándalos reales ante el riesgo de ir a dar con sus huesos en la cárcel. Los mensajes de un Felipe acorralado causaron gran conmoción en Zarzuela, dónde en algún momento se temió que llegara a tirar de la manta -¿estaba el rey al tanto del montaje de los GAL?- poniendo en peligro todo el edificio constitucional. Al final, Felipe se limitó a acompañar a Barrionuevo y Vera a las puertas de la cárcel y a fumarse un puro. Sus críticas a Juan Carlos (“es que está cometiendo errores garrafales”; “es que Aznar le tiene muy suelto” –a partir de 1996-) se tornaron en un cínico mirar hacia otro lado:
-que haga lo que quiera, a mí qué me importa. ¡A ver si voy a hacer yo ahora de niñera! –frase dicha a cuenta de la iniciativa de un grupo de empresarios mallorquines de regalar al monarca un nuevo Fortuna.
La maldición de la Transición. El mal fario de un sistema montado en torno a una derecha moderada y un socialismo de corte socialdemócrata, más la inevitable inserción de los nacionalismos catalán y vasco, herederos todos de las nueces del franquismo. Y un legalizado PCE, pieza imprescindible para lograr el nihil obstat democrático. Con el Rey en la cúspide, cual guinda coronando el pastel. El PSOE se reconfiguró en torno a la figura de Felipe, con la ayuda de la socialdemocracia alemana y el Departamento de Estado yanqui. Felipe hizo el PSOE y Felipe lo deshizo, dejándolo en los huesos a su retirada, al punto de que el PSOE de Sánchez no tiene nada que ver con el que conocimos. José María Aznar fue capaz de agrupar bajo una misma bandera a las tribus dispersas de la derecha para llevarlas a gobernar por mayoría absoluta, pero dejó el PP en manos de un incompetente que arruinó el partido y sirvió el poder en bandeja a su mayor enemigo. Aznar hizo el PP y Aznar lo deshizo. De la Convergencia de Jordi Pujol no quedan ni las raspas, consumida en la hoguera de las vanidades del dinero, con el propio patriarca salvado por la campana de los secretos que guarda con celo exquisito. Y el PCE ha desaparecido del mapa. Solo resiste el PNV, siempre las siglas por delante de las personas, convertido en un régimen de partido único en el País Vasco.
Orgía de s*x* y dinero
El rey emérito se ha puesto a la cabeza del cortejo fúnebre, tras quebrar el brillante inicio de su reinado. Su voluntad, en efecto, resultó determinante para impulsar la restauración de una monarquía parlamentaria capaz de reinar sin gobernar, olvidando las pulsiones absolutistas tan queridas por la dinastía a lo largo de siglos. Por primera vez en la historia de España, un Borbón no solo no había sido un “obstáculo tradicional” para la liberalización y democratización del país, sino su primer acicate. Por desgracia, esa hoja de servicios iniciática se perdió pronto en la orgía de s*x* y dinero que ha presidido la mayor parte de su reinado. Él devolvió la vida a una dinastía agostada, y él la deja malherida, casi muerta. Él la hizo y él la deshizo, al punto de que, a pesar de la ausencia hoy en España de cualquier tipo de republicanismo liberal y democrático, será muy difícil que Felipe VI consiga sortear los bajíos de esta crisis y conducir la nave de nuevo a mar abierto. Los escándalos del juancarlismo son, en realidad, el mascarón de proa del fracaso de todo un régimen, la evidencia de una clase política que ha puesto en almoneda la democracia parlamentaria, y la irresponsabilidad de unos partidos incapaces de haber abordado la regeneración del sistema desde dentro. Juan Carlos y los frutos del árbol podrido.
Desde que a finales de los ochenta empecé a conocer lo que ocurría en la Zarzuela y su entorno, siempre temí el día en que las andanzas del monarca llegaran al dominio público. Ese día ha llegado, y en el peor momento posible. En el punto más bajo de una España sin rumbo. Con un Gobierno poco amigo de la Constitución del 78, cuya clave del arco descansa precisamente sobre la institución monárquica, razón que explica los ataques que sufre por parte de Podemos, tolerados, si no compartidos, por un presidente del Gobierno cuyos perfiles ideológicos se confunden hoy con los de Pablo Iglesias. La filtración desde el ministerio de Justicia de las declaraciones suizas de Larsen y Dante Canonica apuntan a una nueva maniobra del Gobierno de Pedro & Pablo para ocultar el “caso Dina Bousselham”, tan desestabilizador tanto para Pablo como para Pedro. Todo a costa de socavar los cimientos de la institución monárquica. Las presiones del Ejecutivo sobre Felipe VI y su entorno son notables estos días, al punto de que el heredero tendrá que optar por separarse definitivamente de su padre, un hombre que después de haber tenido todo un país a sus pies, de haber robado mucho y haber fornicado más, parece condenado a terminar sus días en el exilio, como su abuelo Alfonso XIII y como su tatarabuela Isabel II. Los ecos del pasado iluminando el presente.

Si esta monarquía sobrevive será cosa de milagro. Pero Felipe VI es hoy bastante más que un rey constitucional
Si esta monarquía sobrevive será cosa de milagro. Pero Felipe VI es hoy bastante más que un rey constitucional: es el rompeolas que protege la libertad y la convivencia entre españoles, y también la garantía de su prosperidad, condición unida a la unidad de la nación. Más allá de discusiones doctrinales y del natural rechazo que pueda provocar una institución que tiene en la herencia su pilar fundacional, los españoles se enfrentan a la disyuntiva de optar entre una presidencia de la III República ocupada por un González o un Aznar (otras opciones a mano son inimaginables) y una monarquía representada por Felipe VI, el mejor de los Borbones conocidos. A pesar de las deficiencias de esta democracia por regenerar, los españoles han vivido los mejores 50 años de su larga historia. España no se parece en nada al país de analfabetismo y miseria que era en 1936 e incluso en 1975. Porque las sociedades libres son capaces de progresar imparables por encima de los errores de sus clases dirigentes. Eso es lo que está en juego. Con toda humildad, siempre he pensado que la obligación moral de los españoles de buena voluntad consiste hoy más que nunca en preservar lo conseguido y continuar en la tarea de crear nuevos espacios de libertad y progreso, para transmitir a las generaciones futuras el mejor país posible. Y que sean ellas quienes se encarguen de dilucidar el viejo dilema entre monarquía y república.

https://www.vozpopuli.com/opinion/opinion-jesus-cacho-rey-juan-carlos_0_1372363160.html
 



Desde el principio de su reinado que Arabia ha estado dando dinero a JC.

Una de las veces que le dio dinero, fue en relación al 23F. Si supiésemos la de corrupción y golpes políticos que se han dado con el dinero de Arabia, ya sin contar el que servía de regalo a sus amantes!

Me huele a que mucho de este dinero está mezclado con política. Ahí, ya se hace muy gorda la cosa. Y, muchas cabeza caerían por efecto dominó.

Igual también tendrían que indemnizar a Urdangarín, puesto que si en un juicio saliese que todo lo dirigió el emérito, el Urdanga no saldría tan mal parado como cuando salió cuando se le acusó a él.
 
Real soberbia



Un auténtico antro llamado Casa Real ha terminado por emitir un brevísimo comunicado, vía SMS, desde el Palacio de la Zarzuela en el que señalan que «S. M. el Rey Juan Carlos ha ordenado a la Casa de Su Majestad el Rey que comunique que el pasado día 3 del presente mes de agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos (EUA), donde permanece en la actualidad«.

Con 167 caracteres, un poco más que medio tuit tampoco se han herniado los lacayos de Zarzuela para confirmar a la plebe que el cobarde fugado está donde todo el mundo conocía. Y, con esto creen suficiente la información suministrada a un infravalorado Pueblo. Si gusta bien y, si no, también. Es una muestra de la soberbia habitual en esta coronada banda, como un acto de soberbia, chulería y rebeldía es ir, precisamente, a donde se originó su penúltimo presunto ilícito. Ni un atisbo de crítica. Ni un atisbo de arrepentimiento. Ese es el trato que reciben los pobres súbditos de «Marca España» pero no porque no se merezcan más sino porque, desde Zarzuela, los palanganeros consideran que con 2 líneas vale y sobra. Persisten en el error. Es imposible una gestión tan nefasta.
Trasciende también que el coste de su suite es de 11.000 € por noche y los antimonárquicos se mosquean sin tener en cuenta que en esa cifra está incluido también la media pensión con buffet libre.
Además, los cuatro picoletos que le acompañan tienen camas supletorias infantiles para no pagar más.
Y además si un plebeyo como Felipe González también se hospedó en ese hotel en un viaje de los suyos, pues con más razón Su Emérita Divinidad tiene pleno derecho a ello. Faltaría más.
Si alguien ha creído que no tiene asignación ¿Quién paga ese dispendio? ¿Quién paga, Pedro Sánchez? ¿A esto podrá contestar el, también, Secretario General del PSOE, no? Porque ya se descojonaron suficientemente de los ciudadanos (de forma compinchada entre Zarzuela y Moncloa) cuando aseguraban que, o bien que no sabían el paradero del cobarde fugado o que, de saberlo, no podrían decirlo por la confidencialidad de ese individuo y por su seguridad. O sea, ¿Ahora ya da igual la confidencialidad y su seguridad?

Pues nada. Supongo que en Holanda ya se estarán dando cuenta dónde puede ir a parar parte de la pasta destinada al rescate de «Marca España» y al que tantas reticencias y objeciones pusieron. Y, ojo, que yo, de ser holandés hubiese tenido los mismos reparos. Así que tenemos al cobarde en un Emirato que no tiene tratado o convenio de extradición con ningún país occidental (tampoco con España) sin que el mismo tenga la obligada firma del emir de turno. Todo calculado. Un Emirato donde la libertad de expresión y la de Prensa, sencillamente, no existen (como tampoco el menor respeto con los Derechos Humanos) luego, Juancar está a sus anchas, cree que está de vacaciones y se permite actuar en un plan vengativo y manifiestamente desafiante.

Aunque, total, como acertadamente comenta Caústico, ¿Para qué sirve el dinero? Con 11.000 euros «de nada» casi se puede pagar el sueldo base anual de un MIR pero… ¿Para qué sirve un MIR?
Hay que relativizar. Es «Marca España«.


Tener en cuenta qué tipo de país y qué tipos de gobernantes están protegiendo al rey emérito de España.
 
Aquí ha habido muchos culpables. Para hacerse millonario, el monarca ha contado con la colaboración activa de todo un país, o por lo menos de sus elites políticas y económicas, y naturalmente también de unos medios que han participado activamente en la ocultación de lo que estaba ocurriendo


Cuánta razón! Junto al emérito tendrían que caer toda esa gente. Que, ahora, deben estar ayudándole a cubrirse.
 
Alguna apreciación más:

- La corona en Holanda tiene sus partidarios y detractores, igual que la de España.
- Los escándalos en la corona de Holanda, no se limitan a Lockeed. Otro ejemplo: compra de una mansión en África por los herederos que tuvieron que devolver cuando se descubrió, no antes.
- En el caso de España el gobierno no investiga, investiga la justicia y en este caso se lo ahorran por estar aforado. Tema aparte es que no debería estarlo.
-Para otros escándalos en Holanda, basta con googlear un poco y no todos son de dinero. Algunos relacionados con derechos humanos, bastante más sensibles: https://www.elmundo.es/loc/casa-real/2019/07/08/5d1f3b31fc6c838b188b4620.html


Y pongo como ejemplo Holanda porque lo has citado, pero no hay monarquía o república que se libre de ellos: matrimonio Kirchner en Argentina, Maduro en Venezuela, corona británica... Todos.
Los de Holanda devolvieron la casa.
JC ha devuelto algo? Se ha ido a los Emiratos para que no lo puedan reclamar desde Suiza con toda su fortuna ganada de tapadillo, mintiendo a todos los españoles y defraudando a Hacienda.
No creo que las dos monarquias sean parejas, al contrario.
 
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