Y que ese país no tiene con España tratado de extradicción, ni con Suiza.
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Aquel monarca “pobre” que en 1975 se hizo cargo de la Corona de España y tres años después juró la Constitución es hoy un hombre muy rico, con una fortuna que el norteamericano NYT estimó en su día en más de 2.000 millones de dólares. Naturalmente que en esa tarea no ha estado solo. Echar las culpas de lo ocurrido al emérito en exclusiva es caer en el cinismo de la equidistancia y faltar a la verdad. Aquí ha habido muchos culpables. Para hacerse millonario, el monarca ha contado con la colaboración activa de todo un país, o por lo menos de sus elites políticas y económicas, y naturalmente también de unos medios que han participado activamente en la ocultación de lo que estaba ocurriendo. No se trata sólo de Prado, de Ruiz Mateos, de Mario Conde, de Javier de la Rosa, de Josep Cusí y de tantos otros. Se trata de los banqueros, de Alfonso Escámez a Emilio Ybarra, que una mañana sí y otra también descolgaban el teléfono para atender el correspondiente pedido que él personalmente, o su valido, se encargaban de transmitir. Se trata de los grandes empresarios del Ibex, cuyas cuitas en el exterior se encargaba de resolver la mayor parte de las veces a cambio de una comisión, como en el caso de la construcción de la línea de alta velocidad entre Medina y La Meca, asunto de actualidad.Echar las culpas de lo ocurrido al emérito en exclusiva es caer en el cinismo de la equidistancia y faltar a la verdad
El rey se ha movido en un entorno insano, rodeado de aduladores cortesanos, de millonarios arquetipos del “capitalismo de amiguetes” madrileño dispuestos a rifárselo en las monterías que organizaban en sus lujosas fincas de los Montes de Toledo, escenario del que cabe salvar a un hombre de honor como José Joaquín Puig de la Bellacasa, ex secretario general de la Casa, quien decidió poner pies en polvorosa tras comprobar, verano del 91, los horrores de la corte palmesana entonces dominada por Marta Gayá, la primera de las famosas “novias” del monarca. Tras la retirada de Sabino, Azas, Almansas y Spottornos fueron incapaces de poner orden en Zarzuela. En el Guinness de la impudicia figurará para siempre el hecho de haber mantenido durante años a la última de sus queridas, Corinna Larsen, instalada en un lujoso chalé situado dentro del recinto palaciego, a escasos metros de donde la legítima, Sofía de Grecia, entretenía su soledad ojeando la revista ¡Hola! en torno a una mesa camilla junto a su hermana Irene.El rey se ha movido en un entorno insano, rodeado de aduladores cortesanos, de millonarios arquetipos del “capitalismo de amiguetes” madrileño dispuestos a rifárselo en las monterías
Si esta monarquía sobrevive será cosa de milagro. Pero Felipe VI es hoy bastante más que un rey constitucional: es el rompeolas que protege la libertad y la convivencia entre españoles, y también la garantía de su prosperidad, condición unida a la unidad de la nación. Más allá de discusiones doctrinales y del natural rechazo que pueda provocar una institución que tiene en la herencia su pilar fundacional, los españoles se enfrentan a la disyuntiva de optar entre una presidencia de la III República ocupada por un González o un Aznar (otras opciones a mano son inimaginables) y una monarquía representada por Felipe VI, el mejor de los Borbones conocidos. A pesar de las deficiencias de esta democracia por regenerar, los españoles han vivido los mejores 50 años de su larga historia. España no se parece en nada al país de analfabetismo y miseria que era en 1936 e incluso en 1975. Porque las sociedades libres son capaces de progresar imparables por encima de los errores de sus clases dirigentes. Eso es lo que está en juego. Con toda humildad, siempre he pensado que la obligación moral de los españoles de buena voluntad consiste hoy más que nunca en preservar lo conseguido y continuar en la tarea de crear nuevos espacios de libertad y progreso, para transmitir a las generaciones futuras el mejor país posible. Y que sean ellas quienes se encarguen de dilucidar el viejo dilema entre monarquía y república.Si esta monarquía sobrevive será cosa de milagro. Pero Felipe VI es hoy bastante más que un rey constitucional
Real soberbia
Un auténtico antro llamado Casa Real ha terminado por emitir un brevísimo comunicado, vía SMS, desde el Palacio de la Zarzuela en el que señalan que «S. M. el Rey Juan Carlos ha ordenado a la Casa de Su Majestad el Rey que comunique que el pasado día 3 del presente mes de agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos (EUA), donde permanece en la actualidad«.
Con 167 caracteres, un poco más que medio tuit tampoco se han herniado los lacayos de Zarzuela para confirmar a la plebe que el cobarde fugado está donde todo el mundo conocía. Y, con esto creen suficiente la información suministrada a un infravalorado Pueblo. Si gusta bien y, si no, también. Es una muestra de la soberbia habitual en esta coronada banda, como un acto de soberbia, chulería y rebeldía es ir, precisamente, a donde se originó su penúltimo presunto ilícito. Ni un atisbo de crítica. Ni un atisbo de arrepentimiento. Ese es el trato que reciben los pobres súbditos de «Marca España» pero no porque no se merezcan más sino porque, desde Zarzuela, los palanganeros consideran que con 2 líneas vale y sobra. Persisten en el error. Es imposible una gestión tan nefasta.
Trasciende también que el coste de su suite es de 11.000 € por noche y los antimonárquicos se mosquean sin tener en cuenta que en esa cifra está incluido también la media pensión con buffet libre.
Además, los cuatro picoletos que le acompañan tienen camas supletorias infantiles para no pagar más.
Y además si un plebeyo como Felipe González también se hospedó en ese hotel en un viaje de los suyos, pues con más razón Su Emérita Divinidad tiene pleno derecho a ello. Faltaría más.
Si alguien ha creído que no tiene asignación ¿Quién paga ese dispendio? ¿Quién paga, Pedro Sánchez? ¿A esto podrá contestar el, también, Secretario General del PSOE, no? Porque ya se descojonaron suficientemente de los ciudadanos (de forma compinchada entre Zarzuela y Moncloa) cuando aseguraban que, o bien que no sabían el paradero del cobarde fugado o que, de saberlo, no podrían decirlo por la confidencialidad de ese individuo y por su seguridad. O sea, ¿Ahora ya da igual la confidencialidad y su seguridad?
Pues nada. Supongo que en Holanda ya se estarán dando cuenta dónde puede ir a parar parte de la pasta destinada al rescate de «Marca España» y al que tantas reticencias y objeciones pusieron. Y, ojo, que yo, de ser holandés hubiese tenido los mismos reparos. Así que tenemos al cobarde en un Emirato que no tiene tratado o convenio de extradición con ningún país occidental (tampoco con España) sin que el mismo tenga la obligada firma del emir de turno. Todo calculado. Un Emirato donde la libertad de expresión y la de Prensa, sencillamente, no existen (como tampoco el menor respeto con los Derechos Humanos) luego, Juancar está a sus anchas, cree que está de vacaciones y se permite actuar en un plan vengativo y manifiestamente desafiante.
Aunque, total, como acertadamente comenta Caústico, ¿Para qué sirve el dinero? Con 11.000 euros «de nada» casi se puede pagar el sueldo base anual de un MIR pero… ¿Para qué sirve un MIR?
Hay que relativizar. Es «Marca España«.
Aquí ha habido muchos culpables. Para hacerse millonario, el monarca ha contado con la colaboración activa de todo un país, o por lo menos de sus elites políticas y económicas, y naturalmente también de unos medios que han participado activamente en la ocultación de lo que estaba ocurriendo
Los de Holanda devolvieron la casa.Alguna apreciación más:
- La corona en Holanda tiene sus partidarios y detractores, igual que la de España.
- Los escándalos en la corona de Holanda, no se limitan a Lockeed. Otro ejemplo: compra de una mansión en África por los herederos que tuvieron que devolver cuando se descubrió, no antes.
- En el caso de España el gobierno no investiga, investiga la justicia y en este caso se lo ahorran por estar aforado. Tema aparte es que no debería estarlo.
-Para otros escándalos en Holanda, basta con googlear un poco y no todos son de dinero. Algunos relacionados con derechos humanos, bastante más sensibles: https://www.elmundo.es/loc/casa-real/2019/07/08/5d1f3b31fc6c838b188b4620.html
Y pongo como ejemplo Holanda porque lo has citado, pero no hay monarquía o república que se libre de ellos: matrimonio Kirchner en Argentina, Maduro en Venezuela, corona británica... Todos.