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Es muy bonito tener negocio 1 y 2, escribir libros, hacer cursos, que Instagram te certifique la cuenta ( si no seguís a Gaby Castellanos, hacedlo, y leéreis sobre la famosa aspita azul ), que tengas más de 80.000 seguidores, que te llamen para aparecer en eventos, que te entrevisten en la radio, y que todo LO HAGAS PÚBLICO. Ahí entra la libertad de expresión de quien te ve o te sigue. Quien hace público en su perfil los cajones de sus armarios, y los de su hijo, siguiendo a Marie Kondo, es ELLA, no yo ni nadie que está aquí. Quien no frena a sus amigas/seguidoras, cuando responden a comentarios que se hacen en alguna publicación porque no gusta mucho, es ELLA no yo ni nadie que está aquí. Puedo seguir. Hay más.