Heavy Metal

Blue Cheer: volumen nivel Bay Area
Publicado por Álvaro Corazón Rural
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Richard Dickie Peterson, Paul Whaley y Randy Holden de Blue Cheer en 1968. Fotografía: Jack de Nijs / Dutch National Archives ((CC BY-SA 3.0 NL).
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La tecnología de esta era permite que cualquier usuario de la red de redes pueda escuchar todos los discos que le dé la gana cuando le salga de las narices. Antes, eso solo estaba al alcance de los veteranos que llevasen años escuchando música o de los bolsillos acaudalados que podían comprar por catálogo, porque un problema añadido al precio de los discos es que en las tiendas solo estaban los de temporada. El género se agotaba y solo sobrevivían los éxitos y clásicos. Ahora todo eso se acabó. Un mocoso de catorce años puede escuchar en una semana el mismo garage oscuro que un melómano del siglo pasado en diez años de vida. Sin embargo, hay algo que nunca se podrá descargar. Es la sensación de escuchar por primera vez algo que no existía antes. Ese privilegio solo lo gozaron los que vivieron la época y tuvieron la oreja puesta.

El 2 de marzo de 1968, Ann Moses hablaba en New Musical Express de un nuevo grupo que se presentaba en sociedad como portadores del «sonido más duro» hasta entonces concebido. Le llamaba la atención su imagen, vaqueros ceñidos y acampanados y sus melenas por la espalda. Su mánager, además, era un motero. Alan Terk, alias «Gut» (intestino) dijo de ellos a la prensa: «Estos tipos son como los Hell’s Angels. La única diferencia es que no tienen motocicletas… tienen sus instrumentos». Aquello, en la era hippie de haz el amor y no la guerra, las flores y los símbolos de la paz, era un poco raro.

De su música la periodista solo destacaba un detalle: el volumen que lograban saliendo al escenario con nueve amplificadores Marshall de los más grandes. Un año después eran doce cuando los grupos no solían llevara más que cuatro. A menudo se ha dicho que fueron el primer grupo de heavy metal, y todo encaja a posteriori, pero en la época no se percibía así. La base de su estilo ya existía.

En el concierto, un fan le explicaba a Moses: «Claro que suenan como Hendrix y son una mala imitación de él, pero están aquí ahora, mientras que a Hendrix y Cream quizá no los veamos más que dos veces al año». Una reseña de su primer elepé aparecida el 23 de marzo de 1968 en KRLA Beatseñalaba precisamente lo mismo: «Este es el primer álbum de un grupo de San Francisco que está recibiendo un gran empujón de su discográfica. Suenan bien, pero no diría que se encuentran en el top de su género. Tocan fuerte, chillan mucho, pero sencillamente no pueden compararse con la competencia, Hendrix y Cream los superan sin fin».

Quien les situó en el centro de atención de esa manera fue su mánager, el aludido Alan Terk, «Gut». Se había hecho hell’s angel en la mili, de la que salió como técnico en sonar de submarinos. Luego conoció al escritor Ken Kesey. El autor de Alguien voló sobre el nido del cuco se había comprado una mansión en Palo Alto, llamada La Honda, donde se encerraba con sus amigos a ponerse de tripi. Las reuniones se llamaron los acid tests de los Merry Pranksters, una pandilla cuyas hazañas han sido generosamente glosadas. Gut andaba entre ellos.

Además de drogarse a su lado, también diseñó carteles de conciertos, como los de Big Brother & The Holding Company o los de Grateful Dead. Más adelante hizo la portada del Volunteers de Jefferson Airplane. Conocía a todo el mundo, por eso se hizo mánager de Blue Cheer y consiguió introducirlos en el centro neurálgico de la escena. Luego, en los setenta y ochenta, el caballo le hizo llevar una vida un tanto oscura y desapareció del mapa.

Un padrino que contrasta con los miembros de Blue Cheer y la fama de grupo de drogadictos para drogadictos. Eran niños. Leigh Stephens, por ejemplo, presumió de no haberse metido nada en la vida. Los demás sí que se ponían, pero no estaban en la onda hippie como su mánager. Si algo odiaron en aquellos primeros años fue a Grateful Dead, que si tocaba delante de tu grupo se cascaba sus tres horas de concierto de rigor y los que iban detrás se comían los mocos.

Tampoco les fascinaban los integrantes del famoso Magic Bus de los Merry Pranksters. Según Stephens, estar con ellos era como sumergirse en «una película de Fellini con esteroides». Cuando aparecían, él se escapaba. Décadas después todavía seguía diciendo que no entendía el significado de etiquetas como «rock psicodélico» o «acid rock».

Antes habían sido un grupo de seis miembros. Vale Hamanaka, el teclista de esa primera formación anterior al primer disco, había nacido en 1944 en un campo de concentración para japoneses. El Jerome War Relocation Center en Arkansas. Entrevistado por Shindig! en diciembre de 2018 recordó que aquellos Blue Cheer tampoco tenían buena pinta a largo plazo. Jere Whiting, armónica, era alcohólico. Y Ted White, batería, tenía problemas de paranoia. Pensaba que todo el mundo se estaba riendo de él cuando tocaba. Aun así llegaron a abrir para los Doors y a grabar un disco para Fantasy Records que no salió y de cuyas cintas nada se sabe. Pero cuando Cream y Hendrix marcaron el camino a seguir, Blue Cheer lo siguieron ciegamente y también se convirtieron en power-trio expulsando a los miembros sobrantes.

Pero su sonido bestial no fue premeditado. Simplemente surgió de la evolución y también de los tiempos. Hay que tener en cuenta que para los residentes en San Francisco el verdadero verano del amor fue el 66. En el 67 cientos de miles de jóvenes de todo el país acudieron a la costa Oeste a vivir del aire. Como, lógicamente, aquello no era posible y circulaba droga en grandes cantidades, las noches no tardaron en pasar a ser peligrosas. Blue Cheer, de hecho, eran una ruptura con todo lo flower power.Los grupos entonces iban de paz y amor y su concepto era la mala hostia. El cabreo.

En The ’67 Demos, aparecido en noviembre de 2018, en fases de «Doctor Please» la cosa ya empieza a oler a Stooges, que se formarían ese año. De hecho, cuando Iggy y los Asheton entraron a grabar por primera vez, le pidieron a John Cale un muro de Marshalls. Este les dijo que así no se lograba buen sonido y se marcharon del estudio indignados. Cuando intentó razonar con ellos mientras fumaban un poco de hachís, le dijeron que habían abierto para Blue Cheer en el Grande Ballroom de Detroit, que ellos lo hacían así y sonaban bien, que su sonido les gustaba porque hacía daño, y eso era lo que querían y nada más. Así que Cale tuvo que aceptar y tirar con sus exigencias. De ese disco surgió otra leyenda, quizá aún más influyente. Así lo contaron al menos en Por favor mátame.

El batería Paul Whaley venía de The Oxford Circle, grupo tipo Yardbirds que ya tenía un sonido sucio y punk garage blues. Un grupo en el que ya había muchas lecciones aprendidas de las que da buena cuenta la recopilación que lanzó Ace Records en 1997. Ese bagaje propulsado por la experiencia de ver a Jimi Hendrix en Monterrey es lo que les llevó a ejecutar «Summertime Blues» de Eddie Cochran con ese sonido de guitarras áspero y cortante y un bajo sucio y distorsionado del que tomó buena nota años después Lemmy Kilmister.

No solo había volumen, también unos gritos escalofriantes. Una exhibición de excesos o, expresado con un término actual, música extrema. El hype se infló en tan solo seis meses en los que ya tenían contrato y disco. En tres días grabaron el LP de debut. Por eso fueron recibidos con escepticismo. En palabras de Stephens: «Éramos un grupo fácil de odiar». Pero con suerte. El single Summertime Blues lo eligió la discográfica en contra de su criterio. Esa decisión fue clave, Shindig en 2015 recogía unas declaraciones de Peterson en las reconocía que le debía su carrera a esa canción.


(Click en la imagen para ampliar). Interior del disco Outsideinside, editado por Philips en 1968. Fotografía de LP COVER ART.
Tanto presumir de volumen sirvió para que en muchas críticas y reseñas se les recordase que la música no es solo ruido. El éxito, la juventud y el rechazo que recibieron les volvió arrogantes. Mike Bloomfield le dijo a un Dickie Peterson de dieciocho años en el Avalon que no podían tocar así y el alumno le contestó al maestro: «Venga, Mike, tú también puedes hacerlo, solo tienes que girar la perilla hasta el 10». Desde entonces no le pudo ni ver.

En American Bandstand, Dick Clark, el presentador, hizo referencia a los guantes que llevaba Whaley para tocar la batería y el esfuerzo que hacía. Comentó con ellos su costumbre de romper los instrumentos en directo, pareció interesado cuando dijeron que lo destruían todo solo si lo sentían, pero luego, fuera de focos, cuando les vio fumándose una pipa de hachís, les echó en cara que por gente como ellos el rock and roll tenía mala fama. En Steve Allen Show les presentaron como «Blue Cheer ¡pónganse a salvo!».

Si el primer disco había aparecido en enero de 1968, ese verano volvieron al estudio y el segundo trabajo Outsideinside estaba listo en agosto. Para registrarlo, como no había forma de conseguir el sonido que exploraban en un estudio, el sello les alquiló un muelle en Nueva York donde se llevaron una unidad móvil para grabar. «Sabíamos que nadie había hecho eso antes, sabíamos que era absurdo, pero teníamos que hacerlo», explicó Dick Peterson en Classic Rock Magazine.

Hay quien considera que ese segundo disco ya es un destrempe comparado con el debut, pero «Come and Get It» cerraba la cara A como la continuación perfecta del feísmo predominante en Vincebus Eruptum. La B comenzaba con un «Satisfaction» de Rolling Stones que más que una versión podríamos decir que era una autopsia.

Las críticas, de nuevo, de malas eran buenas. Mike Jahn escribió en Pop Scene Service el 1 de noviembre de 1968: «El principal reclamo de Blue Cheer es la infame dependencia de sus doce amplificadores. Dicen que pueden hacer más ruido que nadie y poca gente se lo discutirá. Sin embargo, el ruido no es música y Blue Cheer solo hace ruido. Ni siquiera un buen ruido (…) su segundo disco, Outsideinside, es más de lo mismo. Hay menos dependencia de esos tonos fuzz estirados, esos largos y sinuosos fideos sónicos, pero emplean más patrones duros, pesados y repetitivos (…) Peterson toca el bajo como si fuera un barreño y canta como una rana asmática. Blue Cheer no pueden ser tomados en serio, ni por verdaderos músicos ni por el comprador de discos». La verdad es que el tío lo clavaba. Describía todo lo que molaba, lo único que el pobre no estaba preparado para entenderlo.

Stephens salió del grupo o lo echaron, no está claro, solo se sabe que no le gustaba cómo estaban empezando a drogarse sus compañeros. Le sustituyó Randy Holden, que entonces ya era un veterano. Para él meterse en un grupo con chavales de dieciocho años era como ponerse a tocar con aprendices. Solo les sacaba tres o cuatro años, pero eso entonces era un abismo. Sin embargo, tras escucharlos, Holden detectó que tenían el sonido que él buscaba, aunque no supieran qué hacer con él. Ya se encargaría él de darle forma, pensó.

A Holden, amante del volumen, todo el mundo le decía que Blue Cheer era el grupo donde debía tocar, así que cuando se lo pidieron no pudo negarse. No obstante, los desencuentros fueron constantes y desde el principio. Para empezar, porque iban de gira, pero no ingresaban un duro. A pesar de que estaban generando miles de dólares no les llegaba nada. Y en mitad de gira, sin ensayar, le pidieron a Holden que se metiera en el estudio para grabar el tercer disco. Solo habían ensayado juntos en la prueba para que se uniera al grupo. Pudo meter sus temas, pero eran los que les presentó el primer día, cuando les conoció. Pese a todo, la cara B de New! Improved! Blue Cheer es solo suya. Paradójicamente, esas tres canciones sonaban más Blue Cheer que la cara A, con el grupo yéndose por otros derroteros con gran presencia del piano de Burns Kellogg, más R&B y menos heavy.

Holden cuando salió de ahí sacó la barrabasada de Population II, patrocinado por amplis Sunn gracias a la visibilidad que le había dado girar con Blue Cheer. En entrevistas posteriores consideró que ahí sí que logró sonar como él quería, que con los niños había sido mucho ruido y pocas nueces. Pero lo cierto es que la irresistible alma paleolítica de Vincebus Eruptum, que pasado el hype se sigue considerando un clásico, no lo tenía su nuevo proyecto. De todos modos su LP tampoco fue entendido por el gran público.

Con los miembros originales en desbandada, Peterson mantuvo el chiringuito en un cuarto LP homónimo. Gary L. Yoder, de KAK y antes Oxford Circle, compuso un par de canciones, pero de nuevo nada que ver con lo anterior. Música buena, pero domesticada. En la revista Revolution, Jan Murrayescribió en septiembre de 1970 que el disco era un imitación de los Rolling Stones y los Doors. «Probablemente atraigan a legiones de adolescentes que sufran de la misma enfermedad que ellos: falta de madurez e imaginación», sentenciaba.

El mismo mes que salían las reseñas poniendo a parir el cuarto disco, el grupo acababa de terminar The Original Human Being, el quinto, donde los temas del nuevo batería Norman Mayell, «Good Times Are Hard to Find» y «Babaji», y «Man on the Run» de Peterson eran una perfecta continuación de los legendarios dos primeros álbumes. En las canciones firmadas por los ex-KAK, Gary R. Grelecki y Gary Yodel, había alguna joya como «Preacher», pero no había tanta psicodelia.

En el último LP de esta primera etapa, Oh! Pleasant Hope, seguían destacando las composiciones en las que había participado Mayell, «Hiway Man» y «I’m the Light» y la despedida de Peterson con «Heart Full of Soul», pero por lo general el resto de incursiones en el country y el boogie rock eran puro mainstream en 1971. El gran punto de inflexión del grupo se había producido dos años antes, en 1969, en el festival de Newport en Los Ángeles. Tocaron delante de los periodistas, entre los que estaban los de Rolling Stone, que les habían hecho duras críticas cargadas de sarcasmo. En mitad del show, se miraron entre ellos y dijeron «A la mierda, tío». Era el fin. Una muerte prematura.

«Ya no éramos quienes éramos. Éramos mayores y querían que permaneciéramos jóvenes», admitió Peterson años después. El resto de los discos desde el tercero se grabaron a toda prisa solo para acabar con el contrato cuanto antes y dar carpetazo a todo.

En 1971 Peterson chapó el chiringuito después de seis discos, se mudó a Alemania con la intención de superar su alcoholismo y no volvió a retomar Blue Cheer hasta 1979 con una sesión junto a Tony Rainier y Michael Fleck que encarnaba de nuevo el espíritu de Vincebus Eruptum o lo que quedaba de él una década después. Una forma de tocar y expresarse, en definitiva, que no fue precursora del heavy metal, como tanto se ha dicho —eso ya estaba inventado—, sino de algo posterior: el metal extremo. Género que, cómo no, debe mucho a las semillas plantadas por ellos en Bay Area.

https://www.jotdown.es/2019/03/blue-cheer-volumen-nivel-bay-area/
 
Muere José Antonio Manzano, icono del heavy metal español
El cantante de Banzai, Niágara, Tebeo, Tigres de Oro o Zero fue sincero con sus fans en un reciente comunicado sobre su salud: «la verdad es que pinta mal»
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@Revista_HRB
Actualizado:01/04/2019 12:54h

Este domingo se ha apagado una de las voces más icónicas del heavy metal español, la del cantante José Antonio Manzano, que trazó una importante carrera tanto en solitario como al frente de bandas como Banzai, Niágara, Tebeo, Tigres de Oro, Bruque o Zero. El artista, que sufría cáncer de cólon, falleció en un hospital de Basilea (Suiza). «Desafortunadamente, José Antonio Manzano perdió su lucha contra la enfermedad y se fue en paz esta noche. Nunca te olvidaremos. Siempre vivirás para nosotros en tu música», confirma un breve comunicado en su perfil oficial de Facebook.

Manzano informó hace poco más de un año de su enfermedad, y su última comunicación con sus seguidores fue el pasado 4 de marzo, con un texto en el que reconocía que las cosas no evolucionaban bien: «No tengo buenas noticias, el TAC salió mal. Los tumores han crecido, la quimio no me hace efecto. Me han quitado 1`6 litros de líquido de los pulmones, y también tengo en el abdomen. El viernes empezaré una terapia nueva, BRAF, con anticuerpos, que en mejor de los casos funcionará unos meses, luego me quedará otra quimio, pero ya en plan último recurso. La verdad es que pinta mal, no quiero engañar a nadie. Mientras pueda llevar una vida digna, voy a seguir luchando, eso seguro… Pero para ello, necesito saber a lo que me enfrento, y no tiene buen aspecto. Cuidaos mucho, y no olvidéis los controles».

Nacido el 11 de diciembre de 1958, Manzano debutó con el disco «Labios rojos» de Tebeo, y alcanzó su máximo de popularidad con los álbumes «Duro y potente» (1984) y «Alive N' Screamin» (1988) de Banzai. En las Navidades de 2017 publicó su último trabajo en solitario, titulado «4», pero la gira de presentación se vio truncada en 2018 por el recrudecimiento del cáncer.
https://www.abc.es/cultura/musica/a...heavy-metal-espanol-201904011053_noticia.html
 
Barón Rojo: jamás un grupo ‘heavy’ español tan grande, jamás un final tan triste
Las guerras intestinas acaban con los reyes del rock duro en castellano. Después de 40 años, tiran la toalla enfrentados y con un rictus de amargura


CARLOS MARCOS
MADRID 9 ABR 2019 - 10:11 CEST
“Fuimos un diamante que cayó en un cubo de mierda”. Como epitafio para un grupo de heavy metal suena hasta auténtico. Pero es una historia tan triste que no procede frivolizar. La frase es de José Luis Campuzano Sherpa(Madrid, 1950) y con ella quiere resumir la desesperante trayectoria de la banda a la que él perteneció, el que para muchos es el grupo más grande que ha dado el rock duro cantando en castellano, Barón Rojo.

Barón Rojo acaba de anunciar que se retira en 2020. Es justo cuando se cumple su 40 aniversario. No serán los Barón Rojo auténticos, aquellos que irrumpieron en 1980 con una propuesta difícil de creer: una banda española que se podían comparar (incluso superar) a los grandes del género, como Iron Maiden o Scorpions.

(Resistiré, Los rockeros van al infierno, Con botas sucias, Incomunicación…). Cuando se bajaban del escenario el grupo se partía en dos. Ni siquiera viajaban juntos en la furgoneta. Estas declaraciones se las hizo Sherpa a este periodista: “Después de los conciertos, Hermes y yo nos íbamos de marcha y los hermanos se quedaban en el hotel jugando al bingo”.

Tipos austeros estos De Castro, como ellos reconocen: “Nos miraban mal porque no bebíamos ni nos drogábamos. A veces sufríamos una presión ambiental fuerte. Nosotros le decíamos a la gente: ‘Bueno, tú drógate, nosotros, no’. No me voy a dejar la salud y el dinero en esas cosas. Prefiero gastarme el dinero en guitarras”, ha dicho Armando de Castro.

Había mucha aversión a punto de desbordarse. Sherpa componía con su pareja, Carolina Cortés. Letras duras, cabreadas, siempre contra el poder, donde se apelaba a la conciencia de clase: somos heavies, distintos, tenemos nuestros códigos, nadie nos quiere, mejor para nosotros. Si las firmaba la pareja, las cantaba Sherpa. Si las componían los De Castro, la parte vocal la ejecutaba Carlos. Trabajaban siempre por separado. Cada bando se peleaba por acaparar el foco. Celos, envidias, egos...

Estas declaraciones son de Sherpa en 2016: "Los hermanos jamás se caracterizaron por hacer buenas letras, jamás... Han sido niños ricos toda la vida. A Armando le compró su mamá una guitarra Gibson, un piano... Tenían una discografía en su habitación de miles de discos, cuando yo para comprarme uno tenía que ahorrar tres meses. Para comprarme mi primera guitarra española estuve trabajando en un sitio de albañilería...". Sherpa, eso sí, defiende la brillantez como músico de Armando, no así la del hermano: "Carlos es mediocre en todo. Se vale del hermano, que es el que tiene talento, para estar en un grupo que no le pertenece. Carlos no tiene categoría para estar en Barón Rojo. Sin embargo, estuvo y fue la bola que nos lastró a todos".

Esta ausencia de empatía entre los miembros quedó en un segundo plano en los primeros años de la banda, cuando llenaban plazas de toros y eran número uno en Los 40 Principales. Sobre todo desde la publicación, en 1982, de Volumen brutal, un disco colosal, lleno de himnos heavies que todavía se siguen recordando. El Barón va a todo gas: actúan en un festival en Brujas y ofrecen 50 entrevistas para medios extranjeros; 200.000 rockeros se reúnen en el parque de Camoens de Madrid para escuchar a sus mesías. "Cuando yo escuché a Barón Rojo lo único que quería hacer era subirme a un escenario y hacer rock and roll. Era un grupo que incluso le venía grande a España. Héroes del Silencio hicimos cosas en Europa que ya habían hecho antes ellos, como no tener ningún complejo de inferioridad ante las grandes bandas inglesas. Sí, nuestros maestros fueron Barón Rojo", explica Bunbury en el documental Barón Rojo. La película.

Zafiro. Y eso fue un palo que el grupo nunca llegó a superar”, ha dicho recientemente Armando.

Las disputas entre las dos facciones se recrudecen. Sherpa llegó a confesar años después: “No nos llevábamos bien, nos odiábamos”. A esto se suma la pérdida de calidad de los discos y la merma en las audiencias del directo. En 1989, Sherpa y Hermes abandonan. Los De Castro deciden seguir con el nombre, incorporando a diferentes miembros, que vienen y van. Nunca llegarán a la calidad de los primeros ochenta. “Estuve dos años sin coger una guitarra. Quedé mal herido. No quería saber nada”, ha dicho Sherpa sobre aquella ruptura. Después, el bajista regresó a la música, pero en un género totalmente distinto: componiendo para El Fary o Coyote Dax.

Así lo justifica el enero pasado en el programa Corsarios del metal, de Radio Enlace: “Dentro de Barón no encontraba la suficiente libertad para dar rienda suelta a lo que a mí me apetecía. A veces con los hermanos, ya sabes, pasa de todo. No solo les va a ocurrir a los Gallagher [los enfrentados hermanos de Oasis].En vez de estar todo el día peleándome, prefiero montar mi película”.

La última noticia, esta misma semana, es que Sherpa y Hermes han montado una banda, Los Barones. Otra vuelta de tuerca al conflicto. "Tenemos numerosos proyectos asociados a esta nueva aventura de Los Barones, entre ellos una próxima gira. En ella haremos un gran repaso por nuestra época en Barón Rojo y además vamos a rescatar temas nunca tocados en directo ¡Será como lanzarlos de nuevo!".

Una cosa más que hay que contar de la actualidad del grupo. Armando de Castro busca pareja: se presentó recientemente en el programa First Date...


https://elpais.com/elpais/2019/04/05/icon/1554459388_847149.html?por=mosaico
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La aparición mariana de Blind Guardian
Publicado por Álvaro Corazón Rural
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Blind Guardian en 1992. Imagen: Virgin.
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Recordemos las palabras de Óscar de Usera: «Después el grunge no creo que enterrara al heavy, un movimiento no entierra a otro, eso es mentira. Lo que pasó es que el heavy llegó a sus horas bajas en todas partes. De los Maiden, el No Prayer for the Dying lo regalé después de escucharlo solo una vez. Ya en el año 90 los éxitos se miden con cuentagotas. El Rust in Peace de Megadethy tres cosas más. Para el 92 y 93 ya no se salvaba ni dios, todo era bazofia. Me refiero a lo que sacaban las compañías, donde se invertía la pasta».

Ahora, en perspectiva, uno analiza lo que supuso la primera mitad de los noventa para el metaly quizá sea una de las épocas más fecundas de toda su historia. Vaya por delante la irrupción del metal extremo con su infinita ramificación de géneros en tantos países y en todos a la vez. Rara vez un estilo musical habrá experimentado su impulso, además de en Estados Unidos y Reino Unido, en lugares como Colombia, Brasil, Polonia, Escandinavia, Grecia e Italia de forma simultánea.

Sin embargo, de todo aquello poco llegaba a la superficie en esa época. Deicide, Death, Obituary y similares sí que habían tenido exposición en medios, pero el black, doom y gothictardaron en ser conocidos popularmente al menos hasta mitad de la década. Además, no eran grupos que entrasen fácilmente. La realidad fue que, a partir de 1990, el oyente que demandaba estrictamente heavy metal se quedó en bragas.

Después de la explosión inmortal de los ochenta, la nueva década comenzó con discos de entidad como el Painkiller de los Judas, el negro de Metallica y Rust in Peace y Countdown to Extinction de Megadeth. Pero poco más. El resto era para llevarse las manos a la cabeza. Helloween sin Kai Hansen perpetrando el Chamaleon (confieso que la primera me molaba) Scorpions metidos a baladistas de recopilatorios de Teletienda, AC/DC con The Razors Edge y Ballbreaker digamos que andaban ya algo estancados. Iron Maiden menos mal que mejoraron con Fear of the Dark lo de No Prayer for the Dying, porque era de juzgado de guardia…

1916 de Mötorhead o No More Tears de Ozzy no serían malos, pero eran más de lo mismo. Sound of White Noise de Anthrax palidecía ante los discos con Belladona, cuyo álbum en solitario era prescindible por completo. Básicamente lo mismo que los Fight del Halford. Grupos como Testament y Overkill te podían entretener. Annihilator era una joya, pero habría que contarlo ya como metal extremo. Lo heavy estaba en manos de lanzamientos como los de Accept o UDO, que seguían al pie del cañón, pero sin refrescar sus anquilosadas propuestas, que tampoco es que fuesen Jauja en su día.

Sí, hubo grupos. Sentenced, Corrosion of Conformity, Tankard, Angra, Running Wild, Rage y los consabidos Pantera, Machine Head, Nailbomb, Sepultura, Suicidal Tendencies, pero si bien unos ya estaban adentrándose en subgéneros de crossover con el hardcore, industrial, sludge, el rap y demás, los heavies no partían la pana. Nada lo petaba realmente en el puro y duro heavy metal, hasta que llegaron ellos.





Aparecieron como se iniciaban las cosas antiguamente, sin internet ni historias. Uno veía que había un grupo nuevo porque empezaba a ver camisetas que no conocía. Las de Blind Guardian, de hecho, eran vistosas. Amarillas y granates las más populares de la primera hornada. Una vez en posesión de los primeros casetes grabados, en mi caso fue Somewhere Far Beyond, te aprendías todo de memoria de arriba a abajo y te quedabas con la cara de los que salían a headbanguear esos temas cuando los ponían en Canciller, en Studio Rock o donde fuera. Alguna amistad se forjó por ese fanatismo inicial, antes de la moda, compartiendo unos calimochos con chorrito de licor de mora hablando entre desconocidos sobre ese nuevo grupo que era que te cagas.

¿Qué tenían? Pues en una época en la que Manowar ya solo servía para escribir papers sobre uso, significado e interpretación del doble bombo, Blind Guardian no tocaban la batería: le pegaban al tambor con toda su alma, que no es lo mismo. Con ritmos atropellados, casi hardcore. Tampoco cantaban como los solistas de heavy metal de toda la vida, que en esos años eran ya un reducto un tanto casposo. En el nuevo metal se rapeaba o se recurría a los sonidos guturales, pero el sopranismo yevi estaba en declive. En cambio, Blind Guardian cantaban como toda la vida, berreando, pero sin falsetes.

Sus evocaciones de fantasía tenían su aquel, también. No había chuscas caracterizaciones de bárbaros postapocalípticos; la temática era épica, pero con estudios. Historietas de fantasía, pero que, en definitiva, no eran ridículas. La portada del que era su mejor disco, Somewhere Far Beyond, con unos guerreros tocando la bandurria en mitad del bosque rodeando un artefacto enigmático, tendría el sentido que tuviese, pero tenía alguno. No era una referencia pajera para fliparse, de algún modo daba la sensación de que había algún tipo de fundamento. Más tarde uno descubría que sus letras, la gran mayoría, contenían referencias literarias.


Portada de Somewhere Far Beyond . Imagen: Virgin. (Clic para ampliar)
No obstante, lo importante era la música. Hansi Kürsch, bajista y voces, nunca ha considerado que su grupo respondiera a la etiqueta de power metal. Este género siempre estuvo ahí desde los Keeper de Helloween. En la primera mitad de los noventa sus máximos exponentes pudieron ser Grave Digger, Running Wild, Iced Earth, Rage, algo de Yngwie Malmsteen y, por supuesto, dos titanes: Gamma Ray y Stratovarius. Pero era algo minoritario. Menciones al género y camisetas por doquier no empezaron a verse de forma masiva, creo yo, hasta 1997, cuando salen simultáneamente Tierra Santa, Avalanch, Rhapsody (junto a Pink Floyd el único grupo que conozco que su nombre ha servido de insulto), Hammerfall, Iron Savior, Primal Fear, Nightwish y, desde el metal extremo, el aterrizaje de In Flames con Jester Race (que ya habían convergido magistralmente con el mini Subterranean en 1995) y la aparición de los finlandeses Children of Bodom. Pero Blind Guardian eran anteriores a todo eso. En esta época de segunda mitad de los noventa, según una teoría personal, todo lo que se agrupó en torno al power metalera la versión guitarrera del eurodance. Cuanto más integrista del power metal fue un grupo desde esa fecha, más se parecía a una cantaíta de Gala, Corona, Cappella, La Bouche, Culture Beat o la mismísima Kate Ryan. No se lleven las manos a la cabeza, imaginen «Désenchantée»con guitarra, doble bombo y una acústica medievalera al principio y al final y saquen sus propias conclusiones.

Blind Guardian era otra película. O al menos no lo era de forma tan descarada. Se definían a sí mismos como speed metal hasta el Imaginations From the Other Side, con el que iniciaron algo que ellos denominaron simplemente heavy metal, pero que rompía con todo lo hecho hasta anteriormente. Inicialmente, eran ortodoxos línea dura. Sus primeros discos, si partían de un molde, era del Master of Puppets de Metallica y el gran clásico del heavy alemán, el Walls of Jericho de Helloween, que por cierto salió un año antes. Poco se dice, pero con el debut de Kai Hansen y Michael Weikath comenzó algo nuevo en la historia del metal. Era algo así como thrash metal, un género moderno, meets Johann Sebastian Bach, una referencia que no puede ser más clásica. También está la opinión de la madre de Weikath, que en referencia a Gamma Ray dijo que sonaban como una panda de «marineros borrachos» y acertó bastante a la hora de definir el género. Como es sabido, las mejores y más precisas reseñas de la música popular suelen hacerlas sus detractores.

En el ensayo metálico Historia del heavy metal (Andrew O’Neill, Blackie Books 2017), se dice «el power metal empezó con el sonido de Judas Priest y el de Iron Maiden, combinado con el estilo lírico de Ronnie James Dio. Y, más adelante, potenció el elemento hortera A TOPE. Resultado: tuvo un gran éxito en Alemania, donde no le ponen pegas a eso». En una entrevista en RockZone, O’Neill insistió: «¿Sabes lo que decimos en UK de esos grupos? Que el power metal se inventó porque los alemanes necesitaban algo para escuchar (risas) ¡y es verdad! Pantera, Sepultura, Fear Factory, Metallica… esas fueron la clase de bandas con las que yo crecí y me influenciaron. Todo ese otro tipo de grupos [los alemanes] nunca fueron portada de Kerrang! Es que son tan histriónicos… en Inglaterra nos lo tomamos todo más a guasa y lo que nos gustan son bandas con los pies en el suelo (…) En Inglaterra es muy difícil que hubiese salido una escena como esa con bandas como Blind Guardian y todo ese escapismo de la mitología y demás tonterías».

Posiblemente lleve razón este hombre, pero con lo que no contaba es con que en España no nos enteramos de absolutamente nada de lo que digan las letras, por mucho que los que pasaron un verano en Inglaterra sean capaces de corear un estribillo medianamente bien pronunciado. Aquí nos pueden recitar en inglés «La put* de la cabra» en una canción que nos va a dar igual, lo importante va a ser la calidad del sonido, la melodía y los punteos. Con esos mimbres, Blind Guardian sacaron cuatro discos que bordaban la perfección. De hecho, hasta el tercer disco, si se leen críticas a este grupo hechas por británicos suelen apuntar que Hansi todavía se tenía que poner las pilas con el inglés.

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Blind Guardian en 1988. Imagen: Virgin.
El grupo se formó en 1984, con el nombre de Lucifer’s Heritage. Desde su primera demo, Full Symphonies of Doom ya tenían claro el concepto que irían desarrollando en esos cuatro primeros álbumes. El primero, Batallions of Fear, abría directamente con un clásico, «Majesty», y tenía otro pelotazo en «Wizard’s Crown» (Halloween en la primera demo) y la canción homónima del disco. Estaba producido por Kalle Trapp, que hasta el momento ya había trabajado con otro clásico alemán, Destruction, y los holandeses Pestilence. Las coordenadas eran claras, speed/thrash metal y lucimiento y pulcritud de los punteos. Cuando le han preguntado al grupo por sus productores, siempre se suele citar a Flemming Rasmussen, padre de los Ride the Lighting, Master of Puppets y And Justice for All de Metallica que, francamente, innovó con ellos en quinto disco, Imaginatios From the Other Side, y llevó el metal a terrenos completamente novedosos. Ahora, años vista, en perspectiva, parece mucho más meritorio el trabajo de Kalle Trapp. Cuestión de gustos, pero siempre ha sido mucho más difícil hacer las cosas bien de forma sencilla. Tiempo después, Uriah Heep, que grabaron con Trapp Sea of Light, confesaron que en su viejo estudio tenía la mesa que habían usado los Bee Gees en sus años en Miami. Fíjense de dónde fue a salir tan buen heavy metal.

El siguiente álbum, Follow the Blind, bajaba un pelín el listón, pero era más duro. «Banish From Sanctuary» era pura velocidad. De forma aislada hay riffs en ese disco que no desentonarían entre los de la posterior escuela de death metal sueco. El inicio de «Damned For All Time», por ejemplo, era puro metal extremo, lo que pasa es que Hansi cantaba normal. Era un señor gritando, pegando voces alegremente. No tiraba por lo gutural de las cavernas ni por las majestuosas entonaciones de los Dickinson, Kiske, Dio y compañía.

Con todo, lo mejor del disco estaba al final. «Valhalla», un tedéum de obvias connotaciones guerreras, introducido por un riff matador y con la colaboración de Kai Hansen, lo que confería a la tonadilla la entidad suficiente para ser el gran himno del metal alemán, padre y señor del heavy de espaditas de aquella época. Y luego «Barbara Ann», la de Beach Boys, junto a «Long Tall Sally» servían para cerrar el disco de cachondeo. Años después registraron un «Surfin USA»y un «Mister Sandman» de las Chordettes, rescatada en los ochenta en la película Regreso al futuro. La verdad es que como broma estaban bien, aunque de «Mister Sandman» se cascaron un videoclip y todo, pero nunca lograron imprimirle su estilo metalero a las versiones, lo que evidenciaba que jamás se las tomaron en serio.

En 1990 dieron el gran salto de calidad. La portada de Tales From the Twilight World era de Andreas Marschall. No cabe duda de que es un artista que también marcó la época. A veces de forma muy brillante, como con la portada que le hizo a Immolation en el Dawn of Possesion, la celebérrima de Kreator del Coma of Souls, o la de Sodom con Helmut Kohl y Boris Yeltsincogidos del cuello. Otras veces tenía ideas menos impactantes, pero no cabe duda de que siempre lució un estilo absolutamente inconfundible, como sus ilustraciones para Grave Digger, Running Wild, Rage, Hammerfall o los aludidos Blind Guardian. En todas estas se reconocía su mano al primer golpe de vista.


Portada de Tales From the Twilight World. Imagen: Virgin.
En lo musical, la cosa era sencilla. Las tres primeras canciones eran torpedos. «Traveler in Time» y «Welcome to Dying» venían a ser lo que fueron Helloween y Gamma Ray, que habían arrancado ese año, pero más duro. Aparecía la balada épica medieval de fantasía, «Lord of the Rings», que a buen seguro amenizó más de una partida de rol. Y un temarraco definitivo, el que abría la cara B: «Lost in the Twilight Hall». De nuevo con el apoyo de Kai Hansen. El padre de Helloween y Gamma Ray hacía cameos en material que estaba un peldaño por encima del suyo. Al menos hasta dos años después, cuando lanzó el apabullante Land of the Free. No obstante, la diferencia la marcaba, aparte del buen hacer instrumental general, el estribillo. Era exuberante, con unos coros espectaculares. Irrumpía luminoso en mitad de toda la tralla y la velocidad no bajaba. Ponía la piel de gallina. Algo así solo lo había hecho tan bien Helloween y, desde su cisma, ya no sabían cómo seguir haciéndolo. Que luego ese estribillo era intercambiable con el de una cantaíta, pues también. Finalmente, el resto del álbum quizá ya pecaba un poco de monotonía. «The Last Candle» no estaba mal, pero ya eran más de cincuenta minutos de matraca lo que llevaba el plástico.

En 1992 tocaron el cielo. Alcanzó el punto culminante su concepción de metal duro, pero suave. Agresivo, pero sensible. Te la meto, pero con vaselina. Las guitarras sonaban más ásperas, más noventeras, pero cuando se doblaban era Vivaldi. Los estribillos, en la línea marcada en el anterior, eran inconmensurables. Aunque, repito, si se los dabas a una modelo de voz sedosa que los ejecutase junto a un negro musculado rapeando sus partes con una caja de ritmos debajo no iba a notar nadie la diferencia en los coches de choque. Al mismo tiempo, pocos discos de heavy metal han comenzado con dos disparos como «Time What Is Time» y «Jouney Through the Dark». Yo creo que tenían el Mötorhead seal of approval.

«Theatre of Pain» era una perfecta tonadilla duermemozas hardrockera, lo que pasa es que ahora, con los nuevos tiempos noventeros, los estribillos ya no se orientaban a la MTV, sino que eran operísticos. Pese a ese detalle, en lo que respecta a manejar un medio tiempo con autoridad y señorío, estaban soberbios. Si antes citábamos a Lemmy, aquí creo que Scorpions se hubieran quitado la gorrilla de cuero.

En «The Quest for Tanelorn» había más de lo maravilloso mismo, con el detalle reseñable de que no sé qué dirían en los coros centrales, pero se escuchaba «espíritu santo» en perfecto castellano. Seguía la que para mí ha sido su mejor canción, «Ashes to Ashes». Era la que abría la cara B, aunque, salvo el casete original, este disco circuló en cedé fundamentalmente.

Había pasajes de evocación medieval, con sus acústicas, y sus coros celebrando que le tocaba tirar en una partida de rol, que alcanzaron la quintaesencia con «The Bard’s Song», auténtica «Stairway to Heaven» del metal alemán, power metal o como quieras llamarlo. Finalmente, con una introducción de gaiteros, quedaba la canción homónima del disco que se iba a los siete minutos y medio. Gustándose ahí.

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Fotografía: Markus Felix | PushingPixels (CC-BY-SA-3.0)
Hasta entonces habían sido un grupo que no salía prácticamente de Alemania. Sus conciertos internacionales eran en Austria, Suiza y Hungría como mucho. Sin embargo, este disco ya era de Virgin y los enviaron a hacer una gira por Japón de la que salió Tokyo Tales, su primer directo en serio. Raro hubiera sido que un grupo de filosofía tan teenager no hubiera arrasado el imperio del sol naciente. Hubo antes otro directo, de 1989, distribuido por ellos mismos con cortes recopilados de una gira alemana. El caso es que, por lo que fuera, en 1993, cuando todo esto sucedía, en España no nos enteramos.

Muy poco a poco, en 1994 y 1995, se fue corriendo la voz, iban viéndose las camisetas cada vez más y se levantó el nuevo culto. Cuando empezaron a llegar todos los discos a las tiendas la peña se compraba los cedés de dos en dos. Por fin, tras años de sequía, aparecía algo que molaba seriamente. Era como el grupo heavy que siempre habías soñado, pero no existió hasta entonces.

Con esta expectación, apareció Imaginations From the Other Side, que podría considerarse el final de la primera etapa o el principio de la segunda. Por su sobreproducción yo me inclino por la segunda opción. En febrero de 1996 asomaron por España. El concierto de Canciller en Madrid no fue normal. La gente estaba flipando tanto que era el grupo el que no se creía lo que estaba viendo y no al revés. Se miraban entre ellos, incrédulos, la música no se oía por cómo cantaba la peña los estribillos a grito pelado. Ahí se consumó la epifanía. Porque Blind Guardian fueron como una aparición mariana en unos años chungos para el heavy. Tanto que el género volvió a ponerse de moda y las nuevas generaciones se agarraron a él como a un clavo ardiendo. El heavy ortodoxo volvió a ser popular entre la gente joven. Esos jóvenes ya no eran los hijos de clase obrera de los barrios chungos, ahora este estrato social iba con el pelo cenicero subido en una scooter y escuchaba techno duro, pero lo heavy como tribu no se extinguió.

Blind Guardian volvieron enseguida, en noviembre de ese mismo año. Pero algo había cambiado. La afluencia fue absolutamente masiva. Quizá a mí me cambió la percepción, pues tras ese verano ya estaba totalmente sumergido en el metal extremo, pero ya no me pareció lo mismo. También es verdad que escuché al grupo siempre que jugué al Doom 2 hasta el punto de que, en la actualidad, confundo una cosa con la otra. Si suenan Blind Guardian pienso en que me persiguen machos cabríos, y si por casualidad veo algo relacionado con el Doom escucho de fondo Blind Guardian. Lo que se traduce en que a finales del 96 ya me daban nauseas por saturación. Dice el dicho que, en música, lo que entra a la primera sale a la primera. Lo cierto es que nunca en la vida me he acercado a ninguno de los discos que sacaron después. Ni por curiosidad siquiera. Primero, por indiferencia o desinterés. Ahora, veinticinco años después, es pavor lo que me da pensar en ponerme sus siguientes trabajos. Tengo miedo, verdadero pánico a una cosa: que me gusten.

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Fotografía: Markus Felix | PushingPixels (CC-BY-SA-3.0)

https://www.jotdown.es/2019/04/la-aparicion-mariana-de-blind-guardian/
 
25 discos de ‘heavy metal’ que tienes que escuchar antes de morir (aunque no seas ‘heavy’)

El género más duro del rock cumple 50 años. Este tiempo le ha sentado bien a un estilo que destila autenticidad y que vende camisetas hasta en las pasarelas. De estas dos cosas sabe mucho Metallica, que actúa este viernes en Madrid y el domingo en Barcelona



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Montaje 'heavy' con imágenes de discos de Barón Rojo, Megadeth, y fotografías de Ozzy Osbourne, Angus Young y Gary Moore. Montaje: Blanca López-Solorzano Fotos: Getty




CARLOS MARCOS
JAIME SUSANNA
2 MAY 2019



Lo primero, un par de aclaraciones. No, esto no es un ranking con los mejores discos de la historia del heavy metal (aunque muchos de aquí sí estarían en esa lista). Y dos, no se ha incluido a Led Zeppelin de forma deliberada. Los autores han considerado que la banda de Jimmy Page y Robert Plant abarca mucho más que el género duro. Led Zeppelin hicieron blues, folk, rock and roll... Están más cerca de los Rolling Stones que de Judas Priest, si este ejemplo puede ser más gráfico. Tampoco se ha incluido a Guns N' Roses porque es una banda más rock and roll que heavy. Pero, bueno, como cualquiera puede dejar su comentario abajo, que dé su opinión, que no dudamos será constructiva.

Esto es, pues, una lista que contiene buena música, independientemente del estilo. El heavy nació probablemente con el primero trabajo de Black Sabbath. Eso fue en 1970, hace casi 50 años. Estamos hablando de un estilo clásico que no solo gusta a los heavies. Hay que asistir a un concierto de Metallica, de AC/DC o de Iron Maiden para comprobar que el público es de lo más heterogéneo. Por eso, esta es una lista para amantes de la música, sin etiquetas.

La hemos elaborado por orden cronológico.


- Black Sabbath: 'Paranoid' (1970)

De qué estamos hablando. De una revolución llamada heavy metal que comenzó con la década de los setenta, cuando esta banda británica inventó el género desde la oscura Birmingham. Lo hizo primero con un disco homónimo y poco después con este Paranoid, que ha vendido más de cuatro millones de ejemplares y ya tiene su lugar en la historia. Hablamos de la banda que dio a conocer al mismísimo príncipe de las tinieblas: Ozzy Osbourne.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque si te gusta el blues y el rock (y a todo el mundo le gusta) este disco representa el lado más oscuro y turbulento. Y por contener piezas que hoy todavía suenan inquietantes y sugestivas, como el gran himno antibelicista War Pigs, una crítica abierta a la guerra de Vietnam, y temas inmortales como Iron Man o Paranoid.

Qué hay detrás. Las leyendas que rodean a Black Sabbath —y sobre todo a Ozzy— dan para varios libros. Que si comen murciélagos y esnifan hormigas, que si pones el disco al revés oyes un discurso de Satanás… Todo fruto de unas personalidades excéntricas y de un sonido nunca escuchado hasta entonces. Black Sabbath tomó su nombre de una película de terror (Las tres caras del miedo, en español). Ese gusto por el ocultismo y el terror marcaría el sonido de la banda y, por tanto, la historia del heavy metal.


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Las portadas de los discos de 'Paranoid', de Black Sabbath; 'Machine head', de Deep Purple, y 'Destroyer', de Kiss.



- Deep Purple: 'Machine Head' (1972)

De qué estamos hablando. Del que para muchos es el disco de rock duro más completo de la historia. Deep Purple con su mejor formación (y mira que han tenido) y en su mejor forma.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque esto no es solo heavy: esto va más allá, es rock para todos los públicos. Contiene uno de los mejores solos de guitarra del rock, el de Highway Star, claro, obra de Ritchie Blackmore; los duelos guitarra/teclados (gran John Lord) son épicos; las voces de Gillan ni te cuento; Lazy, que dura casi ocho minutos, se queda corta… Ah, y aquí se incluye Smoke on the Water. ¿Te suena esta canción?

Qué hay detrás. “La grabación fue una pesadilla. Una locura que no volvería a repetir en mi vida”, dijo Ritchie Blackmore. Y no exagera: Gillan tenía hepatitis, se fueron a Suiza a grabar (con la unidad móvil de los Stones) pero el lugar elegido ardió, se trasladaron a otro pero les echaron por ruidosos… Al final acabaron en un hotel abandonado. Allí registraron Machine Head, en baños y habitaciones a dos grados bajo cero. Eso sí, de una desgracia sacaron el mejor partido posible: el incendio les inspiró para escribir Smoke on the Water (Humo en el agua).


- Kiss: 'Destroyer' (1976)

De qué estamos hablando. De una extravagancia por la que nadie daba un céntimo, pero que se convirtió (todavía hoy) en una de las mayores máquinas de hacer dinero del mundo del entretenimiento. ¿Unos tipos pintarrajeados con animalitos? Venga, ya. Pues sí, arrasó.


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Gene Simmons, su lengua, sus plataformas, sus pinturas... Él es el rock and roll. Lo vieron así todos los que fueron al concierto de Kiss en Houston en 1976.


Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Toda la imaginería de Kiss es dura, y su música se basa en las guitarras. Pero, amigo, en Destroyer hay mucho más: Do You Love Me es una canción de base soul, Beth es un preciosidad de balada a la altura de las mejores de Rod Stewart, Great Expectations es puro Bowie... En fin, un disco mucho más sofisticado de lo que se pueda pensar.

Qué hay detrás. Uno de los responsables de este salto de calidad y de ventas en Kiss fue el productor, Bob Ezrin. En palabras de Gene Simmons, bajista y voz de Kiss: "Hasta este disco éramos básicamente una banda de garage. Ezrin nos metió en el mundo del pop masivo".


- Thin Lizzy: 'Live and dangerous' (1978)

De qué estamos hablando. A más de uno le parecerá aventurado incluir a los Thin Lizzy de Phil Lynott dentro de una lista de heavy metal, pero esta banda irlandesa inspiró a muchos grupos punteros del género. Sirvan como ejemplo las versiones de temas de Thin Lizzy de bandas como Megadeth, Iron Maiden o Metallica. Si te homenajean tres gigantes, por algo será.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque el heavy y el rock se viven mejor en directo y este disco está considerado por muchos expertos el mejor álbum en directo de la historia del rock. Una hora y cuarto de pura energía que trasladan directamente al espíritu de los setenta y que invita a corear aunque lo escuchemos en el metro.

Qué hay detrás. La banda sufrió muchos cambios en su formación, pero contó con el impulso incansable de su bajista, cantante y principal compositor Phil Lynott, muerto en 1986. Muchos músicos, desde Europe hasta Los Suaves, le consideran una leyenda y le han dedicado canciones. Este disco fue el único de Thin Lizzy en conseguir el certificado platino por sus grandes ventas.


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Thin Lizzy durante la grabación del que muchos califican como el mejor disco de rock en directo, 'Live and dangerous'. En el centro el líder, Phil Lynott. Escoltándole, los guitarristas Brian Robertson y Scott Gorham. Fue en Londres en 1978. Foto: Getty




Rainbow: 'Long Live Rock and Roll' (1978)
De qué estamos hablando. De Rainbow, el grupo que formó el guitarrista y compositor Ritchie Blackmore después de abandonar Deep Purple. Allí no cabían dos egos tan enormes como el suyo y el del vocalista Ian Gillan. Aunque más tarde volverían a aparentar ser amiguitos para reflotar a los Purple.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque aquí confluyen grandes del género: Blackmore, seguramente el mejor guitarrista de rock duro de todos los tiempos; Ronnie James Dio, seguramente el mejor vocalista de heavy metal de todos los tiempos, y Cozy Powell, seguramente el mejor batería de heavy de todos los tiempos (esperemos que no lea esto Ian Paice). Luego están las canciones, claro, himnos como el que da título al álbum.

Qué hay detrás. Una lucha sin cuartel entre Dio y Blackmore. Con un álbum tan bueno entre manos fueron incapaces de ofrecer una gira a la altura. Cada día salían al escenario enfurruñados el uno con el otro. Blackmore canceló varios conciertos de la gira de Long Live Rock and Roll y echó al bajista y al teclista. Dio llamó para pedir explicaciones, no le convencieron (tampoco el dinero que estaba ganando con Rainbow como asalariado de Blackmore) y se largó.



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Las portadas de 'Long live rock and roll', de Rainbow; 'Highway to hell', de AC/DC, y 'Ace of spades', de Motörhead.



AC/DC: 'Highway to Hell' (1979)

De qué estamos hablando. ¿Es necesario presentar a AC/DC? No es un grupo de heavy metal: es un referente cultural que no para de crecer. Quizá (por poner dos ejemplos de leyenda) los Rolling Stones o Steven Spielberg estén un poco por encima. Un poco.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque los hermanos Young (Angus y Malcolm) se encuentran en estado de gracia. Porque aquí está el mejor cantante de la historia del grupo, Bon Scott. Y porque contiene clásicos que levantan a un cadáver, como Highway to Hell, Shot Down in Flames o If You Want Blood (You've Got It).

Qué hay detrás. Siete meses después de la publicación de este disco, el cantante Bon Scott fallecía después de una monumental borrachera. Su estilo crudo, salvaje y portentoso alcanzó su momento más alto en las sesiones de grabación de este disco.


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AC/DC a finales de los setenta. El segundo por la izquierda es el malogrado Bon Scott. En el centro, claro, Angus Young. Foto: Getty




- Motörhead: 'Ace of Spades' (1980)

De qué estamos hablando. Del gran Lemmy Kilmister, las verrugas más célebres del rock; el hombre que no tocaba el bajo, lo azotaba; una voz acerada con Jack Daniels en el infierno. Hablamos de un trío que siempre se presentó como "grupo de rock and roll", pero que influyó como pocos en el metal. Sin Motörhead muchos de los discos de esta lista no habrían visto la luz.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. A ver, con Motörhead un poco espíritu heavy sí que conviene tener, porque esto va de velocidad y bronca. Este disco no está hecho para personalidades delicadas. Todos los tópicos del rock están aquí concentrados: se canta a la carretera (The Road Crew), a la juerga (Dance), al juego (Ace of Spades) y, cómo no, al s*x* (Love Me Like a Reptile).

Qué hay detrás. Ace of Spades es el cuarto disco de los 22 (¡nada menos!) que sacó la banda. Lemmy publicó un álbum el mismo año de su muerte (2015). Él mismo admitía que no sabía hacer otra cosa salvo música. Ni falta que hacía. Cuando formó Motörhead, a finales de los setenta, quería crear "la banda más sucia de rock and roll del mundo". Y lo consiguió, sí señor.


- Ozzy Osbourne: 'Blizzard of Ozz' (1980)

De qué estamos hablando. De un tipo por el que nadie apostaba ni una caña. Ozzy Osbourne, drogadicto, feo, inmaduro, sin un pasado como gran compositor, expulsado de Black Sabbath… Pero cerró la boca a todo el mundo con su primer disco en solitario.


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Ozzy Osbourne canta en dos discos de esta lista: 'Paranoid', de Black Sabbath, y en su álbum en solitario 'Blizzard of Ozz'. En ambos estaba bebido. Foto: Getty



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Este disco avanza lo que será en los ochenta el rock duro melódico (o hair metal),un lucrativísimo movimiento que hizo millonarios a Bon Jovi, Mötley Crüe, Poison, etcétera. Ozzy hace heavy con melodía pop (es que su grupo favorito de toda la vida son los Beatles), incluso incluyendo baladas tan brillantes como Goodbye to Romance. Una cosa más: este álbum lanzó al estrellato a uno de los grandes guitarrista heavies de siempre, Randy Rhoads.

Qué hay detrás. Algo bastante desagradable. En 1984, un chico de 19 años llamado John McCollum se pegó un tiro supuestamente inspirándose en una canción de este disco, Suicide Solution. Los padres de McCollum demandaron a Osbourne por incitar a su hijo al su***dio. La demanda fue finalmente desestimada. Ozzy confesó que la canción estaba inspirada en Bon Scott, el cantante de AC/DC, fallecido en 1980 por una ingesta de alcohol.


- Saxon: ‘Wheels of Steel’ (1980)

De qué estamos hablando. De uno de los grupos punteros de la New Wave of British Heavy Metal (la nueva ola del heavy metal británico), Saxon.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Hay una canción en este disco, de las que más éxito tuvo, que es casi pop (y hablamos en sentido positivo), 747 (Strangers in the Night), con lo cual puede llegar a gente no exclusivamente heavy. El resto del álbum es duro, veloz… más heavy que el viento.

Qué hay detrás. Saxon grabó este álbum en unas cuantas horas. El mismo año (dos discos en 12 meses, algo nada usual) publicó Strong Arm of the Law, otro álbum notable. Saxon tienen una de las carreras más honestas del heavy. Siempre con el cantante Biff Byford al frente, siguen ofreciendo conciertos ardientes y editan discos regularmente, siempre con alguna canción destacable.


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Las portadas de 'Blizzard of Ozz', de Ozzy Osbourne; ‘Wheels of steel’, de Saxon, y 'One night at Budokan', de Michael Schenker Group.




- Michael Schenker Group: 'One Night at Budokan' (1982)

De qué estamos hablando. Del mejor guitarrista alemán de rock duro. Un prodigio que con solo 15 años ya estaba en bandas importantes como Scorpions. Luego pasó a UFO, retornó a Scorpions... y se hartó de hacer lo que le decían los mayores. No había cumplido los 25 cuando se lanzó en solitario. Ojo, hablamos de un líder que no canta. Personalidad la tenía de sobra este Michael.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque hay muy pocos guitarristas heavies con la capacidad de extraer chispas de su guitarra a la vez que crea melodías accesibles. Michael Schenker lo hace de maravilla. Este disco recoge los mejores temas de sus primeros discos y en el tramo final deja una emocionante versión de Doctor, Doctor, el clásico de UFO.

Qué hay detrás. Budokan, en Tokio, es un recinto que forma parte de la historia del rock. Aquí se han grabado discos en directo de Bob Dylan, Cheap Trick, Eric Clapton, Bryan Adams, Ian Gillan, etcétera. ¿La razón? Una acústica privilegiada y una entrega sin muchas exigencias del público japonés. Así cualquiera...


- Scorpions: 'Blackout' (1982)

De qué estamos hablando. De la banda alemana más grande de todos los tiempos.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Hay una canción en este disco, No One Like You, que sonó hasta en las radiofómulas españolas. Este dato da una idea de las cotas que alcanzó Scorpions con este trabajo. Hay heavy acelerado en este álbum también, pero todo con un envoltorio de sofisticación que hasta entonces no se había visto mucho en el género.

Qué hay detrás. Blackout estuvo a punto de no existir y también pudo ser el final de Scorpions. Nada más iniciarse la grabación, su cantante, Klaus Mein, se quedó sin voz. Primero fueron unos nódulos, luego unos pólipos… Hasta tres operaciones. Los médicos le llegaron a decir que no iba a poder cantar en su vida. Mein se deprimió y dijo a sus compañeros que buscaran a otro cantante. El guitarrista, Rudolf Scenker, hizo de psicólogo: se lo llevó a relajarse a Japón. La llegada de un nuevo médico obró el milagro. A los ocho meses de iniciar la grabación, Mein recuperó la voz y cantó con una rabia y una emoción como nunca lo ha hecho desde entonces.


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Las portadas de 'Blackout', de Scorpions; 'The number of the beast', de Iron Maiden, y 'Corridors of power', de Gary Moore.




- Iron Maiden: 'The Number of the Beast' (1982)

De qué estamos hablando. ¿Cuando piensas en heavy metal qué te sale? Respuesta: The Number of the Beast. ¿Cuando miras en tu armario, qué ves? Alguna camiseta con el logo de Iron Maiden.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Este disco demuestra que el heavy metal ya no es heavy metal: es cultura popular para todo el mundo. El paso del tiempo le ha venido fenomenal a The Number of the Beast: un disco que solo era para heavies se ha convertido en un clásico del rock como lo es (por ejemplo) Let it Be, de los Beatles.

Qué hay detrás. ¿Quién es el loco que se atreve a largar al vocalista del grupo cuando las cosas empiezan a marchar bien comercialmente? Pues Steve Harris, de los pocos bajistas no cantantes líderes de un grupo. Iron Maiden acababan de lanzar su segundo disco, Killers, que les impulsó para ser bastante famosos en su país, Reino Unido. Pero su cantante, Paul Di’Anno, llevaba una vida nocturna incompatible con las casi militares normas de Harris. ¡A la calle! Y fue un acierto, porque llegó Bruce Dickinson, del grupo Samson, con un torrente de voz y una profesionalidad del gusto de Harris. A la máquina musical liderada por Harris se unía un cantante portentoso.


- Gary Moore: 'Corridors of Power' (1982)

De qué estamos hablando. De uno de los mejores guitarristas del género. Pero Gary Moore no solo practicaba estilos duros. El blues no tenía secretos para él. Hablamos en pasado porque desgraciadamente el excelente músico irlandés nos dejó en 2011 con solo 58 años. Su corazón se paró mientras estaba de vacaciones con su pareja en Estepona, Málaga.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque es música absolutamente accesible, rock fuerte con estribillos adherentes, además de temas relajados (hasta tres de los nueve que completan el disco) que han ganado con el tiempo. El disco se abre con un medio tiempo titulado Don't Take Me for a Loser que es una absoluta maravilla.

Qué hay detrás. Este disco se editó en 1982, un año glorioso para el heavy metal. Busca ese año en esta lista y lo comprobarás. Más cosas. Dos estrellas ponen su talento en las canciones de Corridors of Power: el batería de (nada menos) Deep Purple Ian Paice, que toca en todo el álbum, y el bajista de Cream (entre otros), Jack Bruce, que hace voces en alguna pieza.

SIGUE..
 

- Barón Rojo: 'Volumen brutal' (1982)

De qué estamos hablando. De la banda de rock duro en español más grande de todos los tiempos. Así de claro.


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Barón Rojo registraron en Londres, en el estudio de Ian Gillan, 'Volumen brutal'. Al terminar la grabación, el guitarrista Armando de Castro (primero por la izquierda), pensó: "Creía que era el peor disco que había grabado en mi vida". Se equivocó.



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Para comprobar que teníamos algo muy bueno en España, a la altura de Iron Maiden o Scorpions. Barón Rojo tocó artísticamente el cielo con este disco que hoy suena sorprendentemente actual. Sus letras de denuncia están, 37 años después, incluso más vigentes, algo que no dice nada bueno de este mundo en el que vivimos.

Qué hay detrás. Volumen brutal fue grabado en Londres, en los estudios de Ian Gillan, la voz de Deep Purple. Un lujo para aquellos tiempos. Bruce Dickinson, que justo por esa época había fichado por Iron Maiden, se pasó por el estudio y ayudó en las adaptaciones al inglés, ya que hubo una edición para el mercado británico. Y lo mejor de todo es esta declaración de Armando de Castro, guitarrista de Barón Rojo: "Cuando acabé Volumen brutal creía que era el peor disco que había grabado en mi vida". Un visionario, vamos.


- Judas Priest: 'Screaming for Vengance' (1982)

De qué estamos hablando. De la banda que marcó el camino que debía seguir el heavy en los ochenta. De la voz prodigiosa de Rob Halford y el virtuoso dueto de guitarras que forman Glen Tipton y KK Downing. Hablamos de la banda que popularizó el cuero y las tachuelas como seña de identidad de este género.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Por un comienzo más épico que las batallas de El señor de los anillos. Porque nos trajo clásicos inmortales como You’ve Got Another Thing Coming o Electric Eye. Porque uno no sabe lo que es un agudo bien hecho hasta que escucha cantar a Halford. Sirva como ejemplo la canción Devil’s Child.

Qué hay detrás. Este es el disco más vendido de la banda británica (más de dos millones de ejemplares solo en Estados Unidos). Por aquellos años, Judas Priest editaba discos como churros. Solo en esa década sacaron seis. De hecho, la grabación de este disco se vio interrumpida por varios conciertos de la gira del anterior. Y solo unos días después de acabar la gira del Screaming for Vengance, en 1984, sacaban su siguiente álbum, el también notable Defenders of the Faith.


- Mötley Crüe: 'Shout at the Devil' (1983)

De qué estamos hablando. De una panda de depravados de Los Ángeles que llevaron al extremo lo de s*x*, drogas y rock and roll. Tanto, que es un milagro que hoy estén los cuatro vivos. Si dudas de su vida extrema, lee su autobiografía, Los trapos sucios.



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Las portadas de 'Volumen brutal, de Barón Rojo; 'Screaming for vengance', de Judas Priest, y 'Shout at the devil', de Mötley Crüe.



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque más que heavy es rock and roll. Lo que ocurre es que por la época en la que salieron y por sus vestimentas metaleras se les integra dentro del heavy metal. Es un disco perfecto para ponerte justo antes de salir a quemar tu ciudad.

Qué hay detrás. Mejor que hable Nikki Sixx sobre en qué condiciones se grabó Shout at the Devil. Lo hace en Los trapos sucios: “Tommy [Lee, el batería] conocía a unos turbios personajes de Simi Valley que solían pasarse por el estudio donde estábamos grabando Shout at the Devilcargados de onzas de cocaína. Solíamos pasarnos tres días seguidos tocando y ni siquiera pensábamos que estábamos trabajando duro”.


- Dio: 'Holy Diver' (1983)

De qué estamos hablando. De una de las mejores y más célebres voces de la historia del heavy metal. Del hombre que popularizó el gesto más heavyde todos, la mano cornuta. Hablamos de Ronnie James Dio y del grupo que lleva su apellido. Por cierto, segunda vez que aparece Dio en esta lista: también pone voz a Long Live Rock and Roll, de Rainbow.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque la voz de Dio es portentosa, llena de potencia y sentimiento, capaz de llegar a todo el mundo independientemente del estilo musical que te guste. Porque arranca a toda velocidad, con una invitación a romper con todo, Stand Up and Shout. Por cómo trata la fantasía con un justo equilibrio entre épica y agresividad. Ahora que triunfa Juego de tronos, estas letras serían una gran banda sonora.

Qué hay detrás. Ronnie James Dio llegó a este disco después de estar a la sombra de dos grandes guitarristas con dos gigantes egos: Ritchie Blackmore en Deep Purple y Tony Iommi en Black Sabbath. "Estaba cansado de peleas de egos. En Holy Diver saco toda la rabia que llevaba acumulada", dijo.


- Van Halen: '1984' (1984)

De qué estamos hablando. De los hermanos prodigio Eddie y Alex Van Halen, guitarra y batería, respectivamente, y del grupo con su propio apellido. De la banda que enamoró por igual a los amantes del pop, a la crítica musical especializada y los heavy más malotes. De los responsables de hacer sexy el heavy metal.


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Las portadas de 'Holy diver', de Dio; '1984', de Van Halen, y 'Stay hungry', de Twisted Sister.



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque es virtuoso y al mismo tiempo pegadizo. Porque se mueve en registros aptos para todos los oídos, desde el pop ochentero (la archifamosa Jump), al heavypeleón (House of Pain). Por el espectacular solo de batería que abre Hot for Teacher. O, simplemente, por los dedos prodigiosos de Eddie, uno de los padrinos del shred (tocar unas 12 notas por segundo en la guitarra). Todo eso, en solo media hora de música.

Qué hay detrás. Contra todo pronóstico, el título del disco no tiene nada que ver con la novela distópica de George Orwell. Este álbum fue el más exitoso de la banda y llegó a estar segundo en las listas de EE UU. La razón de que no llegara al número uno se llama Thriller, de Michael Jackson, la obra cumbre del pop donde, curiosamente, también sonó la guitarra de Eddie van Halen (en la canción Beat it).


- Twisted Sister: 'Stay Hungry' (1984)

De qué estamos hablando. De una gamberrada convertida en banda de heavy metal. De pelos cardados, pintalabios y mallas multicolor para un despliegue de rabia adolescente.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque es un canto de rebeldía que ha traspasado generaciones. Porque es heavy directo y pegadizo, perfecto para amenizar cualquier fiesta. Y porque dio lugar a la traducción popular más chapucera -y mítica- de un estribillo: de We’re not Gonna Take it Anymore a Huevos con aceite y jamón. Olé.

Qué hay detrás. Los comienzos de Twisted Sister fueron complicados. El público todavía no estaba acostumbrado a ver a cuatro maromos en mallas de colores y pintados como puertas, pese a que Kiss llevaba una década tocando. Tan inexplicable como cierto. En el documental Behind the Music, el cantante, Dee Snider, cuenta cómo durante un festival les tiraron de todo, incluida una caca. Sí, un truño, y presumiblemente humano.


- Metallica: 'Master of Puppets' (1986)

De qué estamos hablando. De la banda que llevó el metal a otra dimensión, con mayor crudeza y velocidad, pero sin dejar de ser un espectáculo de masas. Hablamos de los reyes del thrash metal y de su tercer (y probablemente mejor) disco.


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Metallica en Chicago en 1986. Ese mismo año fallecería el bajista, Cliff Burton (primero por la izquierda). Foto: Getty



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque es tan clásico como Back in Black, de AC/DC, porque detrás de toda esa velocidad hay melodía y letras profundas con denuncia social. Y porque es el último disco que grabó uno de los grandes bajistas de la historia: Cliff Burton, que murió en 1986. Contiene su propio réquiem: la instrumental Orion.

Qué hay detrás. El odio de James Hetfield (cantante y guitarra rítmica) a la religión es palpable en toda la carrera de Metallica, incluida esta portada. Si la echas un vistazo, arriba podrás ver dos todopoderosas manos que manejan los hilos atados a tumbas cristianas.


- Whitesnake: 'Whitesnake' (1987)

De qué estamos hablando. De una banda errante que se movió en muchos registros dentro del rock y que, pese a ello, dejó su impronta en el heavy metal. Hablamos de la potente voz de David Coverdale, que fundó este grupo tras cantar en tres discos de Deep Purple.


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Portadas de 'Master of puppets', de Metallica; 'Whitesnake', de Whitesnake, e 'Hysteria', de Def Leppard.


Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque es una de las obras clave del glam metal (o hair metal), lejos de los primeros trabajos de la banda, con sonidos cercanos al blues y el soul. Porque contiene baladas inmortales como Is this Love o Here I Go again. Porque derrocha carácter ochentero por todas partes y, admitámoslo, eso mola.

Qué hay detrás. Hemos dicho que Whitesnake ha sido una banda errante. La razón: por sus filas han pasado nada menos que... ¡39 miembros! Entre estos hay músicos de la talla de Steve Vai, Ian Paice o Cozy Powell. El único miembro permanente en la trayectoria del grupo es Coverdale. Pese a estos vaivenes, la banda tiene 13 discos de estudio repartidos en cuatro décadas. ¡Y aquí siguen! Su decimocuarto trabajo se espera para mayo de este año.


- Def Leppard: 'Hysteria' (1987)

De qué estamos hablando. De una banda que quiso huir del término heavy metal, y lo consiguió, porque llegó a mucha más gente. Y por el camino no perdió el respeto de los heavies. Hablamos de Def Leppard, de Sheffield, Reino Unido.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque esto es tan pop como heavy. Estamos ante un disco de rock duro tan atípico como colosal. Sonido sofisticado, baterías electrónicas, capas y capas de coros... Pero todo ese atrezo no estorba cuando se tienen tan buenas canciones.

Qué hay detrás. Es un milagro que este disco se grabara. Peleas con los productores; accidente de tráfico del batería, Rick Allen, que perdió un brazo (se le instaló una batería especial para que pudiera sustituir la función de uno de los brazos con las piernas); otro accidente del productor; guerras entre los músicos... Pero finalmente se hizo y arrasó. Otra prueba más de que el arte no llega a ser brillante si no hay conflictos en el proceso creativo.


- Sepultura: 'Beneath the Remains' (1989)

De qué estamos hablando. De la banda que situó a Brasil en el mapa del metal. Del talento de los hermanos Cavalera, que traspasaron las fronteras del país de la samba y el carnaval para codearse con la élite del metalanglosajón.

Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Porque rompió todos los tópicos de la música latinoamericana, a fuerza de rapidísimos ritmos y acordes de guitarra complejos aunque muy pegadizos. Y porque te hará temblar, de miedo o de placer.

Qué hay detrás. Beneath the Remains se grabó en nueve noches en un estudio de Río de Janeiro, porque durante el día el alquiler del espacio era más caro. El disco fue distribuido por la mítica discográfica Roadrunner Records, vendió más de medio millón de ejemplares y llevó a Sepultura a su primera gira mundial.


- Megadeth: 'Rustin Peace' (1990)

De qué estamos hablando. Pues hablamos del grupo que Dave Mustainefundó para vengarse de la patada que le dio Metallica en 1983. Según muchos, incluso en alguna ocasión Megadeth ha superado a Metallica.


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Megadeth posando en Chicago en febrero de 1988. Dave Mustaine es el segundo por la izquierda. Foto: Getty



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Por una alineación de lujo, con el maestro Marty Friedman a la guitarra y la espectacular batería de Nick Menza, que debutaban en el grupo con este disco. Por los 11 solos de guitarra de Hangar 18, a cada cual mejor. O por la energía aplastante de Poison Was the Cure... Es que, sencillamente, no tiene una sola canción floja.

Qué hay detrás. La canción Holy Wars (gran himno antibelicista) está inspirada en el conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. "Brother will kill brother" (el hermano matará al hermano) es la primera frase del álbum. Durante la gira de este disco, en un concierto en Irlanda, Dave Mustaine dedicó ese tema "a la causa”, sin saber que “la causa” era el IRA. Y, claro, se lió parda.


- Pantera: 'Cowboys from Hell' (1990)

De qué estamos hablando. De la banda que salvó el metal en plena era del grunge. De un cuarteto de música prodigioso, con una historia corta y un final trágico, el asesinato de su guitarrista, Dimebag Darrel, cuando ya estaba en otra banda, Damageplan.



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Las portadas de 'Beneath the remains', de Sepultura; 'Rustin peace', de Megadeth, y 'Cowboys from hell', de Pantera.



Por qué lo tienes que escuchar aunque no seas 'heavy'. Por la fuerza arrolladora que despliega desde el primer minuto. Aunque es metalconserva pinceladas de la música sureña de Texas (de donde era la banda, claro). Y porque contiene una de las mejores baladas que ha conocido el heavy, la inmortal Cemetery Gates.

Qué hay detrás. Este no es realmente el primer disco de Pantera. Es el primero desde su reconversión. Antes, habían grabado cuatro álbumes de glam metal nada desdeñables, pero que no les brindaron ningún éxito. Tuvo que llegar la desgarradora voz de Phil Anselmo (un redneck, en el peor sentido de la palabra) para que Pantera traspasara fronteras. Al año siguiente de sacar Cowboys from Hell tocaron en Moscú (en plena perestroika) junto a AC/DC y Metallica, y frente a medio millón de personas.

https://elpais.com/elpais/2019/04/27/icon/1556346219_596260.html?por=mosaico
 
Rammstein presenta su nuevo videoclip ‘Ausländer’ antes de actuar en Barcelona el próximo sábado

La banda alemana de metal industrial actúa este sábado 1 de junio en el RCDE Stadium de Cornellà

REDACCIÓN
29/05/2019 09:40 Actualizado a 29/05/2019 10:03


La banda alemana de metal industrial, Rammstein, ha presentado su nuevo videoclip ‘Ausländer’ justo antes de desplazarse hasta Barcelona para actuar este sábado 1 de junio en el RCDE Stadium de Cornellà de Llobregat, en el estadio del Espanyol.

https://www.lavanguardia.com/musica...rto-barcelona-rcde-stadium-video-seo-ext.html
 
Barón Rojo, despedida tras 40 años: “Parece que el rock no ha existido nunca en este país”
Publicado el 28 de Mayo de 2019 - 16: 50
EL INDEPENDIENTE
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Coincidiendo con su cuarenta aniversario, Barón Rojo pasarán todo el próximo año haciendo kilómetros, recorriendo España y América con su gira de despedida. Un adiós prolongado que culminará el 30 de diciembre de 2020 con un último gran concierto en el WiZink Center de Madrid.

“La fiesta final”, resume a Europa Press el vocalista y guitarrista Armando de Castro (Madrid, 1955), quien añade: “Queremos hacer algo trascendente para nuestra historia y que la gente se quede con un buen sabor de boca. Hay nostalgia por acabar y dejarlo, pero queremos que sea un acontecimiento musical y un cierre adecuado”.
Adelanta Armando que en este ‘último vuelo del Barón’ habrá “invitados súper importantes en calidad y cantidad, nacionales e internacionales”, aunque apostilla que “todavía no es el momento” de desvelar estas cosas. Durante los 16 meses que faltan hasta el concierto, irán anunciando los nombres “poco a poco”.

Eso sí, lo que está claro es que con Armando y su hermano Carlos -también vocalista y guitarrista- no estarán los otros dos miembros fundadores, Sherpa -voz y bajista- y Hermes Calabria -batería-, fuera del grupo desde 1989 y que solo volvieron de 2009 a 2011 para una gira de reunión.

“Es algo que debería haber sido posible, pero creo que ha habido quien se ha encargado de poner todas las astillas en las ruedas para que eso no ocurra”, plantea Armando sobre una de las contiendas más históricas del rock español, que ahora vive un nuevo capítulo con la formación de Los Barones por parte de Sherpa y Hermes. “Parece muy poco posible”, remacha el guitarrista educado y sonriente.

Adiós definitivo
Así las cosas, son Carlos y Armando, los dos miembros originales que siempre han comandado Barón Rojo hasta hoy, los que darán cerrojazo a la historia de la banda madrileña, respaldados por Rafa Díaz a la batería (desde 2007) y José Luis Morán al bajo (desde 2018).

De esta manera afrontan los hermanos el adiós del grupo, conscientes de que el tiempo pasa y “en algún momento sientes que es mejor cerrar cuando todavía estás dando lo mejor de ti, en buena forma y con la gente llenando los conciertos”. “Es mejor eso que esperar a que empiece el túnel de salida. Nosotros creemos que todavía estamos en la plenitud de lo que Barón Rojo puede ser en directo y queremos cerrar arriba”, señala Armando.

Un músico de rock lo sigue siendo hasta que ya no sepa ni lo que tiene entre las manos

Carlos (Madrid, 1959) apostilla que “biológicamente todos nos hacemos viejos, unos más y otros menos, unos física y otros mentalmente, pero siempre llega un momento que piensas que lo mejor es dejarlo ahí”. Y agrega entre risas: “Esto no es óbice para que luego cada uno pueda tener otro tipo de proyectos, pero en principio se para Barón Rojo… Que muchas veces es mentira y los grupos vuelven, pero digamos que no es lo que tenemos ahora mismo planeado”.

Se muestra de acuerdo Armando, pero argumenta que más que algo biológico se trata de que han “cubierto una etapa y es mejor dejarlo en un buen momento que cuando ya casi no puedas coger la guitarra con las manos”. Defiende, además, que Barón Rojo aún no están “hechos polvo” ni les tienen que “sujetar en el escenario como a marionetas”, al tiempo que admite que tampoco quieren “llegar a ese punto” y remata con sorna: “Un músico de rock lo sigue siendo hasta que ya no sepa ni lo que tiene entre las manos”.

Extensa gira
En esta gira de despedida cuenta ya con una decena de citas en España y también estará muy presente el continente americano, donde ya hay fechas anunciadas en Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Honduras.

“Barón Rojo lleva visitando América desde 1983”, rememora Armando, quien resalta que siempre han tenido “demanda por allí, así que es de justicia que gran parte de la gira final sea por América, sobre todo de Río Grande para abajo, aunque probablemente” visiten también Estados Unidos.

A este respecto, aún añade: “El contacto con Latinoamérica ha sido para nosotros una parte muy sustancial de la trayectoria de Barón Rojo. La gente allí es más caliente, se vuelca mucho. Aquí estás en España y parece que estás más visto. En América se nos ve como una leyenda y eso en España quizás no se valora tanto”.

los que nos dedicamos al rock estamos acostumbrados a ir siempre contracorriente, venciendo resistencias

Sobre esa leyenda a la que hace referencia, añade Armando que “Barón Rojo forma parte con letras bien grandes de la historia del rock en español”, al tiempo que denuncia: “En los últimos años también observo que se quiere arrinconar un poco la música de Barón Rojo. Rarísima vez escucho canciones nuestras por la radio, pero la gente siempre va a tener a Barón Rojo entre sus referencias importantes dentro del rock en español”.

Y sobre las dificultades inherentes a mantener con vida un grupo de rock durante cuarenta años, explica Armando que “el rock no sería lo que es si no fuera una lucha continua”. “Parece que otros estilos han encontrado rápido el apoyo mediático, de la cultura”, prosigue, para luego indicar: “Pero los que nos dedicamos al rock estamos acostumbrados a ir siempre contracorriente, venciendo resistencias. Hay muchas inercias en contra que hay que ir venciendo pero al mismo tiempo eso forma parte de nuestra idiosincrasia. Vencer dificultades forma parte del espíritu del rock y eso te va curtiendo”.

Mantenerte es lo más difícil y creo que Barón Rojo se ha mantenido muy bien todos estos años

Con sonrisa traviesa toma la palabra Carlos para asegurar que, en cualquier caso, echarían de menos “ser los malos de la película”, y plantea: “Ahora cuando se hacen programas o recopilatorios, la historia de la música pasa de los cantantes melódicos de los setenta al pop de La Movida, parece que el rock no ha existido nunca en este país”.

Una vez lanzada la queja, confiesa que en realidad están “acostumbrados” a ese trato e incluso muchas veces han pensado que “es mejor así”. “Parte del éxito de supervivencia de tantos años se debe a que nunca hemos sido un producto mediático como tal, siempre hemos sido de la periferia de la industria musical”, subraya Carlos, quien remata después con ironía: “Eso quizás nos haya venido bien porque el underground siempre está ahí y siempre vende”.

Para terminar, echa la vista atrás Armando y asegura que “todas las trayectorias de los grupos tienen momentos bonitos y otros más dudosos y difíciles”. Y mientras su hermano Carlos asiente, concluye: “Es algo con lo que estamos acostumbrados a convivir y hemos tirado para adelante. Estamos acostumbrados a pelear, el rock va a seguir siendo siempre así de peleón. Mantenerte es lo más difícil y creo que Barón Rojo se ha mantenido muy bien todos estos años”.

https://www.elindependiente.com/ten...ue-el-rock-no-ha-existido-nunca-en-este-pais/
 
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