Felipe VI cumple 50 años el 30/1/18. Vídeo. Imposición del Toisón de Oro a Leonor.

50 CUMPLEAÑOS DEL REY
Retrato íntimo
Felipe VI: así es el hombre detrás del Rey
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  • 27 ENE. 2018 03:16
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Felipe VI, el primer Rey de España con licenciatura además de formación militar. Un hombre desconfiado y paciente, amable, correcto y reflexivo

La fiesta por los 50 años del Rey Felipe, en el aire

Detrás de un jarrón, una cortina o un camarero, del Rey no hay escapatoria. Su altura -casi dos metros de largo- le da ventaja, una especie de efecto grúa que le permite detectar a los que intentan esconderse.

-Acabo de saludar a tu hermana gemela.

-???

-Sí, en la otra sala, es exactamente igual que tú.

Era una broma. Ocurrió en el otoño de 2016 en la residencia del embajador de España en Lisboa durante su primer viaje al extranjero con la reina Letizia tras la formación del Gobierno de Mariano Rajoy. El Rey estaba haciendo el llamado paseíllo 3x1-saludo, sonrisa y selfie- por las estancias de uno de los edificios oficiales más hermosos del país. Ya me había tocado estrechar su mano en la sala anterior y ahora me daba pudor volverlo a importunar, pero la masa lo aproximaba inexorablemente. Intenté desviarme de su recorrido buscando refugio en un rincón con ventana y visillos. Desde arriba, me descubrió de inmediato.

Cuatro años antes, en la residencia del embajador en Panamá, hubo una escena similar.

-¿Por qué te escondes detrás del jarrón?

Entonces era príncipe de Asturias, estaba hablando en un corrillo con el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, y yo me hacía la invisible entre flores y una copa de vino. Se fijó enseguida, y al repetirse la anécdota en distintos momentos y países, empecé a indagar en ese sentido del humor en sordina, sin estrépito, que desemboca en un sarcasmo light ajeno a la incomodidad que a veces provoca su padre. Una suavidad en los modales que le ha convertido en icono de señoras de todas las edades, atraídas por ese aire calmo, cool y un punto desvalido, como si necesitara una dosis extra de cariño.

Una manera de ser contenida como de inglés que ha estado interno desde los 7 hasta los 18 años en un boarding school entre madrugones, duchas frías y disciplina. De adultos, como Felipe VI, lucen formas exquisitas que algunos identifican con una cierta debilidad. De ahí la supuesta sorpresa del 3 de octubre de 2017: el jefe del Estado firme, áspero y sin concesiones del famoso discurso catalán que se superpone al hipster de aspecto californiano. Mano de hierro, guante de seda.

Felipe el hombre, Felipe el Rey. Es difícil aproximarse al lado oculto, ése que no aparece en los gestos oficiales, manufacturados en la fábrica de símbolos de La Zarzuela. A falta de acceso, hay que observar, observar mucho aunque sea detrás de un jarrón. Y preguntar, a los que le conocen o creen conocerlo, a los que le tratan, a los que le escuchan y a algunos que le aconsejan. Inevitablemente, se le compara con su padre, Juan Carlos I, y se le interpreta en función de la esposa que ha elegido, la reina Letizia. Dos caracteres fuertes y expansivos que le hacen palidecer y ser definido como el reverso de la moneda.

Se construye así el cliché del hijo poco carismático y del marido a las órdenes de la mujer. Del hombre inseguro, incómodo con su voz, su altura, sus orejas o su parecido a Bashar el Assad. También ocurre lo contrario. Se exageran sus virtudes, su talento y sus conocimientos. Un superhombre con superpoderes, como lo fue prácticamente hasta el final su padre. El Preparado, el primer Rey de España con licenciatura y máster además de formación militar. Tras su actuación en Davos, el "mejor embajador de España", según la expresión manida y rancia. El que toma decisiones y nunca se equivoca.

En medio de los dos estereotipos emerge quizá el hombre detrás del Rey. El ser esforzado y minucioso, un poco lento en sus aproximaciones, que se avergüenza de los adjetivos complacientes y desconfía de los oportunistas. Se siente más cómodo con su cuadrilla de las academias militares. Son gente de fiar, de palabra, sin intereses ocultos y fortaleza moral. En el resto de los gremios profesionales, sobre todo entre periodistas y políticos, su cuidado es extremo: ellos son los más interesados en cultivar su amistad.

"La gente se cree que los reyes no son seres humanos, y lo son. Tienen de todo, de lo bueno y de lo malo. Como todo el mundo, guardan en casa un baúl. Y en ese trousseau hay de todo, ropa limpia y ropa sucia", me explica una persona que parece conocerlo y me ayuda a caminar de puntillas por encima del retrato robot del tipo desconfiado y paciente, amable y frío, cercano y correcto, reflexivo y calculador.

Pocos saben que el Rey Felipe duerme en los aviones oficiales con la camiseta de sus hijas porque no puede viajar con ellas a bordo. Un detalle revelador del hombre extremadamente privado, al que no le gusta la prensa a pesar de estar casado con una antigua presentadora de televisión. La manía de los medios de indagar en su vida ha contribuido a arruinarle relaciones sentimentales. Ahí quedan los nombres de Isabel Sartorius, Gigi Howard, Gwyneth Paltrow, Eva Sannum.

Felipe de Borbón y pienso en el niño rubio al que su madre llevaba todos los días un poco más tarde al colegio para evitar la atención de todos al entrar. A él lo diseñan, cuál hombre biónico y por primera vez en la historia de España, para ser Rey. Se lo dan todo, pero el privilegio viene con una etiqueta -no hay otra opción- y con una tara, una familia desestructurada.

Le dieron los mejores puestos en las monterías, le pagaron las copas, le presentaron a las chicas más guapas. Pero él siempre guardó cierta distancia. "Ni el más rápido ni el más simpático ni el que tiene que quedar por encima de todos. Un tipo sosegado al que, por supuesto, se le da todo hecho", según la descripción de alguien que compartió salidas y entradas. Pasan los años, y una tarde diciembre de 2001, el niño rubio- "era ideal, monísimo", recuerda una compañera de Los Rosales- aparece transformado en el comandante Esteban al que alguien encuentra perdido junto a una ventana.

-¿Cómo está?, pregunta el conocido.

-Mal, responde el Príncipe.

Después se queja y se duele de sus padres, de palacio, de los medios, de las fuerzas que han conducido a su ruptura con Eva Sannum, la modelo noruega de 26 años con la que quiso casarse. ¿Sentido del deber o resignación? ¿Lo dejó él o ella? Hay versiones oficiales, sólo él conoce la verdad.

No han pasado ni dos años de esta escena cuando el Príncipe se compromete con una periodista plebeya y divorciada, Letizia Ortiz. "Se enamoró mucho de ella, y sigue estándolo", afirma una persona que conoce bien el carácter a veces difícil de la reina consorte. Su paciencia y su "carácter pacífico" están detrás de una decisión que tomó de muy joven y que se acrecentó tras el drama de Sannum: casarse por amor y no por conveniencia dinástica como sus padres, Juan Carlos de Borbón y Sofía von Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, princesa de Grecia y Dinamarca.


Complementarios
De puertas para fuera, lo tiene fácil. En ese matrimonio, él es el bueno y ella la mala. El decide pero a ella se le atribuyen las decisiones más polémicas, como la sobreprotección de las hijas, el hermetismo informativo o la ruptura absoluta con la infanta Cristina. ¿Es esto así? Los que me informan son unánimes: "Ella puede llegar a ser muy pesada, pero el que tiene la última palabra, el que decide es él". Ella le da la seguridad que le falta, él le proporciona sosiego.

Este retrato de Felipe, el hombre, es sólo una aproximación. Nadie ha creído adecuada ni oportuna la idea de aprovechar su 50 cumpleaños para incluir en el vídeo distribuido por la Casa del Rey al hombre que juega al pádel, cena con sus hijas y bebe gin-tonics. Su prudencia natural se ve catapultada por un entorno envuelto en cierto halo de mala suerte. La historia de su corto reinado es una sucesión de crisis políticas, de viajes cancelados y de renuncias personales -su hermana, su gran amigo López Madrid-. Su cumpleaños, maldita suerte, coincide con la sesión de investidura del endiablado problema catalán. Esta semana, Soraya Sáenz de Santamaría ha subrayado lo que ella cree es la principal característica del Rey: "La capacidad de sobreponerse a todo". ¿Qué más tendrán que soportar, el hombre y el Rey?

'El rey ante el Espejo', de Ana Romero (ed. La Esfera de los Libros), ya está a la venta.

http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2018/01/27/5a6b5778e2704e50778b469d.html
 
Es que no creo que los padres logren jubilarse...ya que no son buenos actores, no son buenos como reyes, no son buenos con nada...Alguién tiene que currar en esta familia...
Bueno, como Letizia es tan perfeccionista y Felipe tan preparao seguro que no tienen problemas para encontrar algo. Además no se iban a ir con una mano por delante y otra por detrás. De hecho supuestamente no tendrían que trabajar en su vida para vivir como "reyes".
 
"Felipe VI, el primer Rey de España con licenciatura además de formación militar. Un hombre desconfiado y paciente, amable, correcto y reflexivo"

Pero no será el primer Rey con dientes bien guarros
 
Última edición:
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Pedimos la colaboración ciudadana para localizar a estos dos atracadores que se han fugado en un coche con puertas que pesan un montón. El conductor está vestido para ir al polo norte, su cómplice tiene las cejas hasta la raíz del pelo. Huyen con sus hijas que comen sopa de acelgas, tienen mucho frío y un examen de Natu. Gracias.

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Bueno, como Letizia es tan perfeccionista y Felipe tan preparao seguro que no tienen problemas para encontrar algo. Además no se iban a ir con una mano por delante y otra por detrás. De hecho supuestamente no tendrían que trabajar en su vida para vivir como "reyes".
Mira que nunca se sabe, ¿quién diria que una Infanta de España estaría sentada con su marido en un banquillo por chorizos? Va que...
 
50 CUMPLEAÑOS DEL REY
Retrato íntimo
Felipe VI: así es el hombre detrás del Rey
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Felipe VI, el primer Rey de España con licenciatura además de formación militar. Un hombre desconfiado y paciente, amable, correcto y reflexivo

La fiesta por los 50 años del Rey Felipe, en el aire

Detrás de un jarrón, una cortina o un camarero, del Rey no hay escapatoria. Su altura -casi dos metros de largo- le da ventaja, una especie de efecto grúa que le permite detectar a los que intentan esconderse.

-Acabo de saludar a tu hermana gemela.

-???

-Sí, en la otra sala, es exactamente igual que tú.

Era una broma. Ocurrió en el otoño de 2016 en la residencia del embajador de España en Lisboa durante su primer viaje al extranjero con la reina Letizia tras la formación del Gobierno de Mariano Rajoy. El Rey estaba haciendo el llamado paseíllo 3x1-saludo, sonrisa y selfie- por las estancias de uno de los edificios oficiales más hermosos del país. Ya me había tocado estrechar su mano en la sala anterior y ahora me daba pudor volverlo a importunar, pero la masa lo aproximaba inexorablemente. Intenté desviarme de su recorrido buscando refugio en un rincón con ventana y visillos. Desde arriba, me descubrió de inmediato.

Cuatro años antes, en la residencia del embajador en Panamá, hubo una escena similar.

-¿Por qué te escondes detrás del jarrón?

Entonces era príncipe de Asturias, estaba hablando en un corrillo con el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, y yo me hacía la invisible entre flores y una copa de vino. Se fijó enseguida, y al repetirse la anécdota en distintos momentos y países, empecé a indagar en ese sentido del humor en sordina, sin estrépito, que desemboca en un sarcasmo light ajeno a la incomodidad que a veces provoca su padre. Una suavidad en los modales que le ha convertido en icono de señoras de todas las edades, atraídas por ese aire calmo, cool y un punto desvalido, como si necesitara una dosis extra de cariño.

Una manera de ser contenida como de inglés que ha estado interno desde los 7 hasta los 18 años en un boarding school entre madrugones, duchas frías y disciplina. De adultos, como Felipe VI, lucen formas exquisitas que algunos identifican con una cierta debilidad. De ahí la supuesta sorpresa del 3 de octubre de 2017: el jefe del Estado firme, áspero y sin concesiones del famoso discurso catalán que se superpone al hipster de aspecto californiano. Mano de hierro, guante de seda.

Felipe el hombre, Felipe el Rey. Es difícil aproximarse al lado oculto, ése que no aparece en los gestos oficiales, manufacturados en la fábrica de símbolos de La Zarzuela. A falta de acceso, hay que observar, observar mucho aunque sea detrás de un jarrón. Y preguntar, a los que le conocen o creen conocerlo, a los que le tratan, a los que le escuchan y a algunos que le aconsejan. Inevitablemente, se le compara con su padre, Juan Carlos I, y se le interpreta en función de la esposa que ha elegido, la reina Letizia. Dos caracteres fuertes y expansivos que le hacen palidecer y ser definido como el reverso de la moneda.

Se construye así el cliché del hijo poco carismático y del marido a las órdenes de la mujer. Del hombre inseguro, incómodo con su voz, su altura, sus orejas o su parecido a Bashar el Assad. También ocurre lo contrario. Se exageran sus virtudes, su talento y sus conocimientos. Un superhombre con superpoderes, como lo fue prácticamente hasta el final su padre. El Preparado, el primer Rey de España con licenciatura y máster además de formación militar. Tras su actuación en Davos, el "mejor embajador de España", según la expresión manida y rancia. El que toma decisiones y nunca se equivoca.

En medio de los dos estereotipos emerge quizá el hombre detrás del Rey. El ser esforzado y minucioso, un poco lento en sus aproximaciones, que se avergüenza de los adjetivos complacientes y desconfía de los oportunistas. Se siente más cómodo con su cuadrilla de las academias militares. Son gente de fiar, de palabra, sin intereses ocultos y fortaleza moral. En el resto de los gremios profesionales, sobre todo entre periodistas y políticos, su cuidado es extremo: ellos son los más interesados en cultivar su amistad.

"La gente se cree que los reyes no son seres humanos, y lo son. Tienen de todo, de lo bueno y de lo malo. Como todo el mundo, guardan en casa un baúl. Y en ese trousseau hay de todo, ropa limpia y ropa sucia", me explica una persona que parece conocerlo y me ayuda a caminar de puntillas por encima del retrato robot del tipo desconfiado y paciente, amable y frío, cercano y correcto, reflexivo y calculador.

Pocos saben que el Rey Felipe duerme en los aviones oficiales con la camiseta de sus hijas porque no puede viajar con ellas a bordo. Un detalle revelador del hombre extremadamente privado, al que no le gusta la prensa a pesar de estar casado con una antigua presentadora de televisión. La manía de los medios de indagar en su vida ha contribuido a arruinarle relaciones sentimentales. Ahí quedan los nombres de Isabel Sartorius, Gigi Howard, Gwyneth Paltrow, Eva Sannum.

Felipe de Borbón y pienso en el niño rubio al que su madre llevaba todos los días un poco más tarde al colegio para evitar la atención de todos al entrar. A él lo diseñan, cuál hombre biónico y por primera vez en la historia de España, para ser Rey. Se lo dan todo, pero el privilegio viene con una etiqueta -no hay otra opción- y con una tara, una familia desestructurada.

Le dieron los mejores puestos en las monterías, le pagaron las copas, le presentaron a las chicas más guapas. Pero él siempre guardó cierta distancia. "Ni el más rápido ni el más simpático ni el que tiene que quedar por encima de todos. Un tipo sosegado al que, por supuesto, se le da todo hecho", según la descripción de alguien que compartió salidas y entradas. Pasan los años, y una tarde diciembre de 2001, el niño rubio- "era ideal, monísimo", recuerda una compañera de Los Rosales- aparece transformado en el comandante Esteban al que alguien encuentra perdido junto a una ventana.

-¿Cómo está?, pregunta el conocido.

-Mal, responde el Príncipe.

Después se queja y se duele de sus padres, de palacio, de los medios, de las fuerzas que han conducido a su ruptura con Eva Sannum, la modelo noruega de 26 años con la que quiso casarse. ¿Sentido del deber o resignación? ¿Lo dejó él o ella? Hay versiones oficiales, sólo él conoce la verdad.

No han pasado ni dos años de esta escena cuando el Príncipe se compromete con una periodista plebeya y divorciada, Letizia Ortiz. "Se enamoró mucho de ella, y sigue estándolo", afirma una persona que conoce bien el carácter a veces difícil de la reina consorte. Su paciencia y su "carácter pacífico" están detrás de una decisión que tomó de muy joven y que se acrecentó tras el drama de Sannum: casarse por amor y no por conveniencia dinástica como sus padres, Juan Carlos de Borbón y Sofía von Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, princesa de Grecia y Dinamarca.


Complementarios
De puertas para fuera, lo tiene fácil. En ese matrimonio, él es el bueno y ella la mala. El decide pero a ella se le atribuyen las decisiones más polémicas, como la sobreprotección de las hijas, el hermetismo informativo o la ruptura absoluta con la infanta Cristina. ¿Es esto así? Los que me informan son unánimes: "Ella puede llegar a ser muy pesada, pero el que tiene la última palabra, el que decide es él". Ella le da la seguridad que le falta, él le proporciona sosiego.

Este retrato de Felipe, el hombre, es sólo una aproximación. Nadie ha creído adecuada ni oportuna la idea de aprovechar su 50 cumpleaños para incluir en el vídeo distribuido por la Casa del Rey al hombre que juega al pádel, cena con sus hijas y bebe gin-tonics. Su prudencia natural se ve catapultada por un entorno envuelto en cierto halo de mala suerte. La historia de su corto reinado es una sucesión de crisis políticas, de viajes cancelados y de renuncias personales -su hermana, su gran amigo López Madrid-. Su cumpleaños, maldita suerte, coincide con la sesión de investidura del endiablado problema catalán. Esta semana, Soraya Sáenz de Santamaría ha subrayado lo que ella cree es la principal característica del Rey: "La capacidad de sobreponerse a todo". ¿Qué más tendrán que soportar, el hombre y el Rey?

'El rey ante el Espejo', de Ana Romero (ed. La Esfera de los Libros), ya está a la venta.

http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2018/01/27/5a6b5778e2704e50778b469d.html

Tampoco el dos metros de largo tiene escapatoria. Es imposible que se esconda. Imagino que ya habrá dejado de bailar porque ¡Madre del amor hermoso! Nunca he visto a alguien más patoso y con menos gracia.
 
Esos fueron conejillos de indias y ya sabes por quién propiciados. Con los actuales no se atreve nadie. Bueno, mi opinión.
Bueno, muchos pensaron que JuanCa palmaria rey y mira que ahora es emérito eh...
Ya salió compiyogui, los abortos y papeles quemados, ahora salen las fulanas del emérito...
Todo eso en menos de 5 años...JuanCa duro 40 en el poder
El hijo con 3 años ya tiene sus manchitas de :poop: encima.
 
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