Evangelio del Día

Lunes 3 de diciembre de la primera semana de Adviento

Primera Lectura
  • Libro de Isaías 2,1-5.

    Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
    Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella
    y acudirán pueblos numerosos, que dirán; ¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas". Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor.
    El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra.
    ¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!
  • Evangelio según San Mateo 8,5-11.

    Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole":
    "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
    Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
    Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
    Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
    Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
    Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
 
Martes 4 de diciembre de la primera semana de Adviento
  • San Juan Damasceno

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    Beato San Juan Calabria

    Primera Lectura
    • Libro de Isaías 11,1-10.

      En aquel día, saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.
      Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor
      -y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir:
      juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
      La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.
      El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá;
      la vaca y la osa vivirán en companía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá Paj* lo mismo que el buey.
      El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado.
      No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.
      Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.

  • Evangelio según San Lucas 10,21-24.


    En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
    "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
    Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
    Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
    ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    Comentario del día : San Carlos Borromeo

    «Dichosos los ojos que vean lo que vosotros veis»
    He aquí, amados míos, que nos encontramos en este tiempo celebrado con tanto fervor y, como dice el Espíritu Santo, tiempo de favor divino (Is 61,2; Lc 4,19), período de salvación, de paz y reconciliación; tiempo ardientemente deseado hace muchos años a través de los deseos y aspiraciones insistentes de los antiguos patriarcas y profetas y que, finalmente fue visto por el viejo Simeón con gozo desbordante (Lc 2, 26s). Puesto que siempre se ha celebrado en la Iglesia con tanto fervor, también nosotros debemos pasarlo religiosamente en la alabanza y la acción de gracias dirigidas al Padre eterno por habernos manifestado su misericordia en este misterio.
 
Miércoles 5 de noviembre de la primera semana de Adviento
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    San Felipe Rinaldi
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    Beato Nicolás Stensen
  • Primera Lectura
    • Libro de Isaías 25,6-10a.

      En aquel día:
      El Señor de los ejércitos
      ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña
      un banquete de manjares suculentos,
      un banquete de vinos añejados,
      de manjares suculentos, medulosos,
      de vinos añejados, decantados.
      El arrancará sobre esta montaña
      el velo que cubre a todos los pueblos,
      el paño tendido sobre todas las naciones.
      Destruirá la Muerte para siempre;
      el Señor enjugará las lágrimas
      de todos los rostros,
      y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo,
      porque lo ha dicho él, el Señor.
      Y se dirá en aquel día:
      "Ahí está nuestro Dios,
      de quien esperábamos la salvación:
      es el Señor, en quien nosotros esperábamos;
      ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!".
      Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
  • Evangelio según San Mateo 15,29-37.

    Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
    Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
    La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
    Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".
    Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".
    Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".
    El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;
    después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
    Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    • Comentario del día : Beato John Henry Newman

    "Siento compasión por esta multitud”

    "Siento compasión por esta multitud”
    La Escritura inspirada lo dice: “Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado… A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (Sab 11,21s). Mirad qué es lo que le hace bajar del cielo y le da el nombre de Jesús… “Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará al pueblo de los pecados” (Mt 1,21). Es su gran amor por los hombres, su compasión por los pecadores lo que le ha hecho bajar del cielo. ¿Por qué consentir en cubrir su gloria en un cuerpo mortal si no deseara ardientemente salvar a los extraviados, los que han perdido toda esperanza de salvación? Lo dice él mismo: “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar a los que se habían perdido” (Lc 19,10). Antes que dejarnos perecer, ha hecho todo lo que un Dios todopoderoso puede hacer de acuerdo con sus divinos atributos: se ha entregado a sí mismo. Nos ama hasta tal punto que quiere dar la vida por cada uno de nosotros de manera tan absoluta, tan plena, como si no hubiera más que un solo hombre que salvar. Es nuestro mejor amigo…, el único amigo verdadero, pone en juego todos los medios posibles para que nosotros le devolvamos este amor. No rechaza nada nuestro si consentimos en amarle… Oh, mi Señor y mi Salvador, en tus brazos me siento seguro. Estando contigo, nada temo; pero si me abandonas, ya nada puedo esperar. No sé que es lo que me va a pasar desde ahora hasta el momento de mi muerte, no sé nada de mi futuro, pero confío en ti… Descanso totalmente en ti porque tú conoces lo que es bueno para mí, y yo no lo sé.
 
  • Jueves 6 de diciembre de la primera semana de Adviento

    Primera Lectura

    • Libro de Isaías 26,1-6.

      Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá:
      Tenemos una ciudad fuerte,
      el Señor le ha puesto como salvaguardia
      muros y antemuros.
      Abran las puertas,
      para que entre una nación justa,
      que se mantiene fiel.
      Su carácter es firme,
      y tú la conservas en paz,
      porque ella confía en ti.
      Confíen en el Señor para siempre,
      porque el Señor es una Roca eterna.
      El doblegó a los que habitaban en la altura,
      en la ciudad inaccesible;
      la humilló hasta la tierra,
      le hizo tocar el polvo.
      Ella es pisoteada
      por los pies del pobre,
      por las pisadas de los débiles.


    Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.


    Jesús dijo a sus discípulos:
    "No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
    Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
    Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
    Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
    Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    Comentario del día : San Juan de la Cruz
    Escuchar para poner en práctica
    Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma. Hable poco, y en cosas que no es preguntado no se meta. No se queje de nadie; no pregunte cosa alguna, y si le fuere necesario preguntar, sea con pocas palabras. No contradiga. En ninguna manera hable palabras que no vayan limpias. Lo que hablare sea de manera que no sea nadie ofendido, y que sea en cosas que no le pueda pesar que lo sepan todos. Calle lo que Dios le diere y acuérdese de aquel dicho de la esposa: Mi secreto para mí (Is. 24, 16). Procure conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún suceso de este mundo; mire que todo se ha de acabar. No apaciente el espíritu en otra cosa que en Dios. Deseche las advertencias de las cosas y traiga paz y recogimiento en el corazón. Traiga sosiego espiritual en advertencia de Dios amorosa; y cuando fuere necesario hablar, sea con el mismo sosiego y paz. Traiga interior desasimiento a todas las cosas y no ponga el gusto en alguna temporalidad, y recogerá su alma a los bienes que no sabe. El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa. El amor no consiste en sentir grandes cosas, sino en tener grande desnudez y padecer por el Amado.
 
Viernes 7 de diciembre de la primera semana de Adviento
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    San Ambrosio de Milán
  • Primera Lectura
    • Libro de Isaías 29,17-24.

      Así habla el Señor:
      ¿No falta poco, muy poco tiempo,
      para que Líbano se vuelva un vergel
      y el vergel parezca un bosque?
      Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro,
      y verán los ojos de los ciegos,
      libres de tinieblas y oscuridad.
      Los humildes de alegrarán más y más en el Señor
      y los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel.
      Porque se acabarán los tiranos,
      desaparecerá el insolente,
      y serán extirpados los que acechan para hacer el mal,
      los que con una palabra hacen condenar a un hombre,
      los que tienden trampas al que actúa en un juicio,
      y porque sí no más perjudican al justo.
      Por eso, así habla el Señor,
      el Dios de la casa de Jacob,
      el que rescató a Abraham:
      En adelante, Jacob no se avergonzará
      ni se pondrá pálido su rostro.
      Porque, al ver lo que hago en medio de Ël,
      proclamarán que mi Nombre es santo,
      proclamarán santo al Santo de Jacob
      y temerán al Dios de Israel.
      Los espíritus extraviados llegarán a entender
      y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza.

    Evangelio según San Mateo 9,27-31.

    Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David".
    Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: "¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?". Ellos le respondieron: "Sí, Señor".
    Jesús les tocó los ojos, diciendo: "Que suceda como ustedes han creído".
    Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: "¡Cuidado! Que nadie lo sepa".
    Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


    Comentario del día : San Máximo de Turín

    “La Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre.” (Jn 1,9)

    El día que hizo el Señor (Sal 118,24) penetra todo, contiene todo, abarca a la vez cielo, la tierra y el infierno. Cristo, la luz verdadera no se detiene ante los muros ni se quebranta por los elementos, ni se oscurece ante las tinieblas. La luz de Cristo es día sin ocaso, día sin fin; por todas partes resplandece, por todas partes penetra, en todas partes permanece. Cristo es el día, según el apóstol: “La noche está muy avanzada y el día se acerca.” (Rm 13,12) La noche está avanzada, dice, precede el día. Comprended aquí que desde que la luz de Cristo aparece, las tinieblas del diablo se dispersan y la noche del pecado se desvanece; el esplendor eterno echa fuera las sombras pasadas y cesa el progreso maléfico del mal. La Escritura afirma que la luz de Cristo ilumina el cielo, la tierra y los abismos. Brilla sobre la tierra: “El es la luz verdadera que ilumina a todo hombre.” (Jn 1,9) Brilla en los abismos: “A los que habitan en tierra de sombras una luz les ha brillado.” (Is 9,1) Y en los cielos, permanece la luz de este día, como lo dice David: “Su linaje será eterno; su trono como el sol en mi presencia.” (Sal 89,37)
 
Sábado 08 Diciembre

La Inmaculada Concepción de la Virgen María, Solemnidad
  • Virgen de Caacupe
  • Evangelio según San Lucas 1,26-38.

    El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
    a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
    El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
    Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
    Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
    Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
    él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
    reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
    María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
    El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
    También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
    porque no hay nada imposible para Dios".
    María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    Comentario del día : San Sofronio de Jerusalén
    María, “llena de gracia” en su Inmaculada Concepción.
    “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. ¿Puede haber algo más grande que este gozo, oh Virgen Madre? ¿Puede haber algo por encima de esta gracia que solo tú tienes recibida de parte de Dios? ¿Se puede concebir algo más gozoso y más luminoso? Todo queda lejos detrás de tus maravillas; todo se encuentra por debajo de tu gracia. Los privilegios más ciertos no ocupan más que el segundo lugar y no poseen sino un resplandor más pequeño. “El Señor está contigo”. ¿Quién se atrevería a rivalizar contigo sobre este punto? Dios nace de ti. ¿Quién no te cederá, pues, gozosamente y de inmediato el primer lugar y la excelencia del mismo? Por eso cuando te contemplo situada por encima de todas las criaturas, proclamo altamente tus alabanzas: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. El gozo que emana de ti no solamente se concede a los hombres sino a todas las potestades angélicas del cielo… Dios mismo habita corporalmente en tu seno; y sale de él como el Esposo (Sl 18,6) para llevar a todos los hombres el gozo y la luz divinas. Es en ti, oh Virgen, que Dios, como en un cielo purísimo y luminoso “ha puesto su morada” (cf Sl 75,3). De ti “sale como el esposo de su alcoba”, imitando la carrera de un gigante, “a recorrer su camino”, el de su vida, que llevará la salvación a todos los vivientes. Extendiéndose “por un extremo del cielo… llega al otro extremo” como el sol (Sl 18, 6-6), y llenará todas las cosas con su calor divino y su luz vivificante.

 
9 de diciembre

Segundo Domingo de Adviento

  • San Juan Diego Cuauhtlatoatzi


    Primera Lectura
    • Libro de Baruc 5,1-9.

      Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén, vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios,
      cúbrete con el manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno.
      Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo.
      Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: "Paz en la justicia" y "Gloria en la piedad".
      Levántate, Jerusalén, sube a lo alto y dirige tu mirada hacia el Oriente: mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos.
      Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real.
      Porque Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares, y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.
      También los bosques y todas las plantas aromáticas darán sombra a Israel por orden de Dios,
      porque Dios conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia.


  • Evangelio según San Lucas 3,1-6.

  • El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene,
    bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
    Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados,
    como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.
    Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos desparejos.
    Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


    Comentario del día : Beato Guerrico de Igny
    • “Se alegrarán el desierto y el yermo, la estepa se regocijará y florecerá” (Is 35,1)
      “Una voz grita: Preparad en el desierto un camino al Señor” (Is 40,3) Hermanos, nos conviene, ante todo, meditar sobre la gracia de la soledad, sobre el bienaventurado desierto que, desde los inicios de la salvación ha sido consagrado como remanso de paz para los santos. Realmente, el desierto ha sido santificado para nosotros por la voz del profeta, por la voz de aquel que gritaba en el desierto, que allí predicaba y bautizaba con un bautismo de penitencia. Antes que él, ya los grandes profetas habían tomada la soledad por su amiga que consideraban como colaboradora del Espíritu Santo 5Cf 1R 17,2s; 19,3s). Con todo, el desierto contiene una gracia incomparablemente mayor desde el momento en que Jesús se dirigió hacia él y sucedió a Juan en este lugar. (cf Mt 4,1) Se fue al desierto para consagrar una vida nueva en este lugar, renovado por su presencia... no tanto para él mismo como para aquellos que, después de él, habitarían en el desierto. Entonces, si tú te has establecido en el desierto, quédate allí, espera allí al que te salvará de la pusilanimidad de espíritu y de la tempestad... El Señor que sació a aquel gentío que le seguía al desierto, te salvará a ti que le has seguido, con mayores prodigios aún. Y cuando te parecerá que él te ha abandonado para siempre, vendrá a consolarte diciendo: “Recuerdo tu amor de juventud, tu cariño de joven esposa, cuando me seguías por el desierto...”(Jr 2,2) El Señor hará de tu desierto un paraíso de deleites y tú proclamarás, con el profeta, que “le han dado la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón” (Is 35,2)... Entonces, de tu alma, colmada de felicidad, brotará un himno de alabanza: “Que den gracias al Señor por su amor, por las maravillas que hace con los hombres! Porque sació a los sedientos, y colmó de bienes a los hambrientos.” (Sl 106,8-9)



 
Lunes 10 de diciembre de la segunda semana de Adviento

Primera Lectura
  • Libro de Isaías 35,1-10.

    ¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa!
    ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.
    Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes;
    digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!".
    Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;
    entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa;
    el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.
    Allí habrá una senda y un camino que se llamará "Camino santo". No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él;
    no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos,
    volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.

  • Evangelio según San Lucas 5,17-26.

    Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar.
    Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
    Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
    Al ver su fe, Jesús le dijo: "Hombre, tus pecados te son perdonados".
    Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: "¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
    Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Qué es lo que están pensando?
    ¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados están perdonados', o 'Levántate y camina'?.
    Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa".
    Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
    Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: "Hoy hemos visto cosas maravillosas".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


  • San Elredo de Rieval (1110-1167)
    monje cisterciense

    Sermón para Navidad
    «¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
    ¡Oh desdichado Adán! ¿Qué buscas que sea mejor que la presencia divina? Pero, hete aquí, ingrato, rumiando tu fechoría: «¡No; seré como Dios!» (cf Gn 3,5). ¡Qué orgullo tan intolerable! Acabas de ser hecho de arcilla y barro y, en tu insolencia, ¿quieres hacerte semejante a Dios ?... Es así como el orgullo ha engendrado la desobediencia, causa de nuestra desdicha... ¿Qué humildad podría compensar orgullo tan grande? ¿Es que hay obediencia de hombre capaz de rescatar semejante falta? Cautivo ¿cómo puede liberar a un cautivo?; impuro ¿cómo puede liberar a un impuro? Dios mío ¿va a perecer vuestra criatura? « ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?» (Sl 76,10). ¡Oh no! « Mis pensamientos son de paz y no de aflicción » dice el Señor (Jr 29,11). ¡Apresúrate, pues, Señor; date prisa! Mira las lágrimas de los pobres; fíjate, «el gemido de los cautivos llega hasta ti» (Sl 78,11). Tiempo de dicha, día amable y deseado, cuando la voz del Padre exclama: «Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre, yo me levantaré» (Sl 11,6)... Sí, «Ven a salvarnos, Señor, ven tú mismo, porque se acaban los buenos» (Sl 11,2).
 
Martes de la segunda semana de Adviento
  • Santa_Maria_Maravillas_de_Jesus_picto.jpg
    Santa María Maravillas de Jesús
Primera Lectura
  • Libro de Isaías 40,1-11.

    ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
    Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
    Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
    ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
    Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
    Una voz dice: "¡Proclama!". Y yo respondo: "¿Qué proclamaré?". "Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos:
    la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla sobre ella el aliento del Señor. Sí, el pueblo es la hierba.
    La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre".
    Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
    Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
    Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
  • Evangelio según San Mateo 18,12-14.

    Jesús dijo a sus discípulos:
    "¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
    Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
    De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    • Comentario del día : Santa Faustina Kowalska

    ¿No dejará a las noventa y nueve para ir en busca de la oveja perdida?
        • ¿No dejará a las noventa y nueve para ir en busca de la oveja perdida?
          La espera del alma a la venida del Señor No sé, oh Señor, a qué hora vendrás, Por eso vigilo continuamente y presto atención, Yo, Tu esposa por Ti escogida, Porque sé que Te gusta venir inadvertidamente, Pero el corazón puro desde lejos Te sentirá, Señor. Te espero, Señor, entre la quietud y el silencio, Con gran añoranza en el corazón, Con un deseo irresistible. Siento que mi amor hacia ti se vuelve fuego Y como una llama ascenderá al cielo al final de la vida Y entonces se realizarán todos mis deseos. Ven ya, mi dulcísimo Señor, Y lleva mi corazón sediento Allí, donde estás Tú, a las regiones excelsas del cielo, Donde Tu vida dura eternamente. La vida en la tierra es una agonía continua, Mientras mi corazón siente que está creado para grandes alturas, Y no lo atraen nada las llanuras de esta vida, Porque mi patria es el cielo. Ésta es mi fe inquebrantable.


 
Miércoles 12 de diciembre

Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América y Filipinas, Fiesta

  • San Corentino de Quimper
Primera Lectura

  • Libro de Isaías 7,10-14.8,10.

    Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos:
    «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas».
    Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
    Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?.
    Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.
    Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.
  • Evangelio según San Lucas 1,39-48.

    María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
    Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
    Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
    exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
    ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
    Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
    Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
    María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,
    y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
    porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
    En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".
    Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

    Comentario del día : Santa Teresa de Calcuta
    • Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
      fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad

      No hay amor más grande (No Greater Love, p. 125 )
      «María se puso en camino»
      Después que María fue visitada por el ángel, se puso rápidamente en camino a casa de su prima Isabel, la cual también esperaba un hijo. Y el niño que había de nacer, Juan Bautista, saltó de gozo en el vientre de Isabel. ¡Qué maravilla! ¡El Dios todopoderoso, para anunciar la venida de su Hijo, escogió a un niño que había de nacer! María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, representa el modelo de vida que nosotras deberíamos llevar. Primero acogió a Jesús en su existencia; seguidamente, compartió lo que había recibido. Cada vez que recibimos la Santa Comunión, Jesús, el Verbo, se hace carne en nuestra vida –don de Dios, al mismo tiempo bello, gracioso, singular. Esta fue la primera Eucaristía: María ofrece a su Hijo en ella, en quien él había puesto el primer altar. María, la única que podía afirmar con una confianza absoluta: «Esto es mi cuerpo», a partir de ese primer momento ofreció su propio cuerpo, su fuerza, todo su ser, para la formación del Cuerpo de Cristo. Nuestra Madre la Iglesia ha elevado, delante del rostro de Dios, a un gran honor a las mujeres proclamando a María Madre de la Iglesia.
 
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