Escritura creativa

Registrado
5 Sep 2020
Mensajes
102
Calificaciones
558
Bueno prim@s , no se sin existe en el foro este juego, pero me parece muy divertido. Se trata de empezar una especie de libro o historia con frases o párrafos, que tenga sentido y se relacione con el comentario anterior claro!

Me animo ? a ver que sale de esto.

Era una helada noche de invierno en la Aldea, Rachel apuraba la última calada de su cigarrillo cuando...
 
sintió un frío golpe de viento y una prenda se le pegó a la cara tirando su cigarro al suelo. Se quitó la prenda de la cara. Eran los calzoncillos del vecino, los había reconocido porque se había pasado varias horas contemplándolos desde su ventana mientras estaban tendidos. Estaban tiesos, congelados, los sacudió y una idea, de repente, le vino a la cabeza...
 
-Era una helada noche de invierno en la Aldea, Rachel apuraba la última calada de su cigarrillo cuando...
-sintió un frío golpe de viento y una prenda se le pegó a la cara tirando su cigarro al suelo. Se quitó la prenda de la cara. Eran los calzoncillos del vecino, los había reconocido porque se había pasado varias horas contemplándolos desde su ventana mientras estaban tendidos. Estaban tiesos, congelados, los sacudió y una idea, de repente, le vino a la cabeza...
-Esta era una buena oportunidad para presentarse en su casa. Lo había observado varias veces desde la cocina, ya que esta daba a su patio trasero, y se había fijado en que era un tipo bastante extraño por su forma de caminar y de vestir, sin embargo, le despertaba cierta curiosidad. Quizás simplemente le recordaba a su padre pero no podía evitar fijar su atención en él cuando se dejaba ver. Siempre había sido una chica muy desvergonzada, así que cogió los calzoncillos y se dispuso hacia la casa del final de la calle cuando una voz la llamó gritando...
 
Era una helada noche de invierno en la Aldea, Rachel apuraba la última calada de su cigarrillo cuando...
-sintió un frío golpe de viento y una prenda se le pegó a la cara tirando su cigarro al suelo. Se quitó la prenda de la cara. Eran los calzoncillos del vecino, los había reconocido porque se había pasado varias horas contemplándolos desde su ventana mientras estaban tendidos. Estaban tiesos, congelados, los sacudió y una idea, de repente, le vino a la cabeza...
-Esta era una buena oportunidad para presentarse en su casa. Lo había observado varias veces desde la cocina, ya que esta daba a su patio trasero, y se había fijado en que era un tipo bastante extraño por su forma de caminar y de vestir, sin embargo, le despertaba cierta curiosidad. Quizás simplemente le recordaba a su padre pero no podía evitar fijar su atención en él cuando se dejaba ver. Siempre había sido una chica muy desvergonzada, así que cogió los calzoncillos y se dispuso hacia la casa del final de la calle cuando una voz la llamó gritando...

-Tú, eh tú!

Rachel se giró sobresaltada y vio a un hombre acercarse a ella. El hombre tendría unos 50 años y aparentaba estar buscando algo.

-No habrás visto un perro, no?

-No, lo siento...- balbuceó Rachel. Nunca había sido cobarde pero aquel hombre tenía algo inquietante. Apretó el paso para llegar a casa de su vecino, mientras oía los pasos del hombre tras ella.
 
Última edición:
El hombre la seguía con cara de pocos amigos.
-¡Espera! No corras! Sé que tienes a mi perro!
Rachel no sabía de qué estaba hablando. Por unos instantes sintió lástima por el hombre que parecía desesperado buscando a su perro, y dudó si detenerse a resolver el malentendido. Pero una sensación de miedo extraña le invadía, ¿y si fuera un trastornado peligroso? No se detuvo, apuró más el paso hasta que llegó al portal y pudo timbrar el portero automático de su vecino. El hombre se había detenido a unos metros de ella, la observaba fijamente desde una esquina...
La puerta del portal se abrió, y Rachel se adentró en él.
 
Qué pena que este hilo no tenga mucho movimiento.... me había encantado la idea @Yaibeth93 . Quizá si le cambiamos a un título más llamativo? Por ejemplo... "Escritura creativa", qué te parece? 💕 o tal vez pedir a la admin que lo traslade al foro de literatura?
 
Última edición:
Vale. @SuperCotilla , si no es mucha molestia ¿Podrías titular este hilo "Escritura Creativa" , y trasladarlo al foro de literatura ?? Muchas gracias!
 
El hombre la seguía con cara de pocos amigos.
-¡Espera! No corras! Sé que tienes a mi perro!
Rachel no sabía de qué estaba hablando. Por unos instantes sintió lástima por el hombre que parecía desesperado buscando a su perro, y dudó si detenerse a resolver el malentendido. Pero una sensación de miedo extraña le invadía, ¿y si fuera un trastornado peligroso? No se detuvo, apuró más el paso hasta que llegó al portal y pudo timbrar el portero automático de su vecino. El hombre se había detenido a unos metros de ella, la observaba fijamente desde una esquina...
La puerta del portal se abrió, y Rachel se adentró en él.

Cerró el portón que aún dejaba entrever sus rostros, el uno en la esquina bajo el farol, la otra bajo la falsa seguridad de una rejas endebles. Respiró y se dio la vuelta, apretó el paso, estaba segura de que si gritaba estaría a salvo, su vecino le habría abierto por instinto -pensó- acostumbrado a ser el portero sin plaza, el tonto al que timbraban para todo -como se le había quejado tantas veces - así es que no esperaba verle aparecer. De lo que no estaba segura era de lograr que su voz saliera, el susto siempre le hacía la misma jugarreta en la laringe... y luego estaba su maldita costumbre de dejar el móvil en la encimera. Respiró y se acomodo la pashmina, se aliso un poco el cabello y por fin levantó la mirada, pronto estaría en su piso, a salvo de pesadillas con visos de ropa interior, nada que un buen café no reparase. Se percató de que no había notado la nueva pintura cobre y los gatos ya no estaban en el banco de la entrada, el del árbol y la fuente. Este trabajar desde casa la había vuelto una hermitaña, una extraña en su propia y cara comunidad de vecinos -pensó con vergüenza- avanzó y miró hacia atrás por un instante, el hombre extraño seguía en el mismo lugar, aún con su cigarillo a medio camino, ¿por qué la miraba ahora con gesto burlón?. Le dio la espalda con odio, apretó los dientes y miró su fachada...se agarró como pudo a su propia cintura y levantó, una vez más, sus pupilas cansadas: Aquella no era su casa.
 
Cerró el portón que aún dejaba entrever sus rostros, el uno en la esquina bajo el farol, la otra bajo la falsa seguridad de una rejas endebles. Respiró y se dio la vuelta, apretó el paso, estaba segura de que si gritaba estaría a salvo, su vecino le habría abierto por instinto -pensó- acostumbrado a ser el portero sin plaza, el tonto al que timbraban para todo -como se le había quejado tantas veces - así es que no esperaba verle aparecer. De lo que no estaba segura era de lograr que su voz saliera, el susto siempre le hacía la misma jugarreta en la laringe... y luego estaba su maldita costumbre de dejar el móvil en la encimera. Respiró y se acomodo la pashmina, se aliso un poco el cabello y por fin levantó la mirada, pronto estaría en su piso, a salvo de pesadillas con visos de ropa interior, nada que un buen café no reparase. Se percató de que no había notado la nueva pintura cobre y los gatos ya no estaban en el banco de la entrada, el del árbol y la fuente. Este trabajar desde casa la había vuelto una hermitaña, una extraña en su propia y cara comunidad de vecinos -pensó con vergüenza- avanzó y miró hacia atrás por un instante, el hombre extraño seguía en el mismo lugar, aún con su cigarillo a medio camino, ¿por qué la miraba ahora con gesto burlón?. Le dio la espalda con odio, apretó los dientes y miró su fachada...se agarró como pudo a su propia cintura y levantó, una vez más, sus pupilas cansadas: Aquella no era su casa.

Rachel miró a su alrededor muy confusa. Era la casa del final de la calle así que no podía haberse equivocado, pero definitivamente ella no vivía allí. Su cabeza daba vueltas intentando comprender qué estaba pasando, "tal vez me encuentro en otra calle", pensó. Se planteó salir de nuevo para tratar de orientarse, pero aquel hombre no dejaba de mirarla y eso la paralizaba.

De pronto una mujer mayor salió de la casa, y se dirigió hacia ella interrumpiendo su ensimismamiento.
-¡Rachel! ¿Qué son estas horas de venir? Ya es de noche, cielo.
Jamás había visto a aquella mujer antes, sin embargo esta conocía su nombre y la hablaba con una actitud maternal, como si la conociera de toda la vida. Rachel se sentía víctima de una broma muy pesada, cada cosa que acontecía esa noche era más extraña que la anterior.
La mujer la tomó del hombro en ademán de acompañarla dentro y siguió hablando parlanchinamente como si tal cosa.
-Llegas tarde para la cena, he preparado pollo guisado, te lo calentaré. Por cierto, Oliver ha estado en el veterinario, dice que el perro no tiene chip. Oye, Rachel, hueles a tabaco, ¿has fumado? Cariño sabes que no debes hacerlo, por la medicación... ¿y qué es eso que llevas en la mano? ¿Son unos calzoncillos?
 
Última edición:
Era una helada noche de invierno en la Aldea, Rachel apuraba la última calada de su cigarrillo cuando...
-sintió un frío golpe de viento y una prenda se le pegó a la cara tirando su cigarro al suelo. Se quitó la prenda de la cara. Eran los calzoncillos del vecino, los había reconocido porque se había pasado varias horas contemplándolos desde su ventana mientras estaban tendidos. Estaban tiesos, congelados, los sacudió y una idea, de repente, le vino a la cabeza...
-Esta era una buena oportunidad para presentarse en su casa. Lo había observado varias veces desde la cocina, ya que esta daba a su patio trasero, y se había fijado en que era un tipo bastante extraño por su forma de caminar y de vestir, sin embargo, le despertaba cierta curiosidad. Quizás simplemente le recordaba a su padre pero no podía evitar fijar su atención en él cuando se dejaba ver. Siempre había sido una chica muy desvergonzada, así que cogió los calzoncillos y se dispuso hacia la casa del final de la calle cuando una voz la llamó gritando...
-Tú, eh tú!
Rachel se giró sobresaltada y vio a un hombre acercarse a ella. El hombre tendría unos 50 años y aparentaba estar buscando algo.
-No habrás visto un perro, no?
-No, lo siento...- balbuceó Rachel. Nunca había sido cobarde pero aquel hombre tenía algo inquietante. Apretó el paso para llegar a casa de su vecino, mientras oía los pasos del hombre tras ella.
El hombre la seguía con cara de pocos amigos.
-¡Espera! No corras! Sé que tienes a mi perro!
Rachel no sabía de qué estaba hablando. Por unos instantes sintió lástima por el hombre que parecía desesperado buscando a su perro, y dudó si detenerse a resolver el malentendido. Pero una sensación de miedo extraña le invadía, ¿y si fuera un trastornado peligroso? No se detuvo, apuró más el paso hasta que llegó al portal y pudo timbrar el portero automático de su vecino. El hombre se había detenido a unos metros de ella, la observaba fijamente desde una esquina...
La puerta del portal se abrió, y Rachel se adentró en él.
Cerró el portón que aún dejaba entrever sus rostros, el uno en la esquina bajo el farol, la otra bajo la falsa seguridad de una rejas endebles. Respiró y se dio la vuelta, apretó el paso, estaba segura de que si gritaba estaría a salvo, su vecino le habría abierto por instinto -pensó- acostumbrado a ser el portero sin plaza, el tonto al que timbraban para todo -como se le había quejado tantas veces - así es que no esperaba verle aparecer. De lo que no estaba segura era de lograr que su voz saliera, el susto siempre le hacía la misma jugarreta en la laringe... y luego estaba su maldita costumbre de dejar el móvil en la encimera. Respiró y se acomodo la pashmina, se aliso un poco el cabello y por fin levantó la mirada, pronto estaría en su piso, a salvo de pesadillas con visos de ropa interior, nada que un buen café no reparase. Se percató de que no había notado la nueva pintura cobre y los gatos ya no estaban en el banco de la entrada, el del árbol y la fuente. Este trabajar desde casa la había vuelto una hermitaña, una extraña en su propia y cara comunidad de vecinos -pensó con vergüenza- avanzó y miró hacia atrás por un instante, el hombre extraño seguía en el mismo lugar, aún con su cigarillo a medio camino, ¿por qué la miraba ahora con gesto burlón?. Le dio la espalda con odio, apretó los dientes y miró su fachada...se agarró como pudo a su propia cintura y levantó, una vez más, sus pupilas cansadas: Aquella no era su casa.
Rachel miró a su alrededor muy confusa. Era la casa del final de la calle así que no podía haberse equivocado, pero definitivamente ella no vivía allí. Su cabeza daba vueltas intentando comprender qué estaba pasando, "tal vez me encuentro en otra calle", pensó. Se planteó salir de nuevo para tratar de orientarse, pero aquel hombre no dejaba de mirarla y eso la paralizaba.
De pronto una mujer mayor salió de la casa, y se dirigió hacia ella interrumpiendo su ensimismamiento.
-¡Rachel! ¿Qué son estas horas de venir? Ya es de noche, cielo.
Jamás había visto a aquella mujer antes, sin embargo esta conocía su nombre y la hablaba con una actitud maternal, como si la conociera de toda la vida. Rachel se sentía víctima de una broma muy pesada, cada cosa que acontecía esa noche era más extraña que la anterior.
La mujer la tomó del hombro en ademán de acompañarla dentro y siguió hablando parlanchinamente como si tal cosa.
-Llegas tarde para la cena, he preparado pollo guisado, te lo calentaré. Por cierto, Oliver ha estado en el veterinario, dice que el perro no tiene chip. Oye, Rachel, hueles a tabaco, ¿has fumado? Cariño sabes que no debes hacerlo, por la medicación... ¿y qué es eso que llevas en la mano? ¿Son unos calzoncillos?
Rachel miró a los calzoncillos y después a la mujer, que la examinaba con una expresión preocupada.
-Querida, ¿cuántas veces te he dicho que no debes recoger la basura que encuentras en la calle? ¡A saber dónde habrán estado!
Rachel quiso explicarse, decirle que eran de su vecino, pero antes de que sus labios se despegaran, con un gesto rápido, la anciana le arrancó los calzoncillos de las manos y, sujetándolos con un gesto de asco, se alejó hacia el cuarto en el que, supuso, estaba el cubo de la basura.
-¡Oiga, señora! -exclamó sin poder contenerse-. ¡Usted no es...!
La desconocida interrumpió su camino y se volvió hacia ella emitiendo un suspiro de resignación.
-La cena se está enfriando y Oliver no tardará en llegar. Quítate la pashmina, ponte las zapatillas y ven pronto.
Rachel no podía creer que todo aquello estuviera ocurriendo. Por lo poco que conseguía entender, se suponía que Oliver era aquel lunático que estaba buscando a su perro, pero, ¿quién podía ser aquella mujer? ¿Por qué la trataba con tanta familiaridad? Y, lo más inquietante, ¿por qué se dirigía a ella como si la conociera de toda la vida?
-Vamos, no te quedes ahí parada, como si fueras el hombre anuncio de un compro oro. Será mejor que vayas a tu cuarto a quitarte la ropa de calle.
-¡Oiga! -ahora estaba realmente asustada-. ¡No sé quién es usted ni que quiere, pero le aseguro...!
-Ay, querida, será mejor que leas tu diario, ese cuaderno de tapas moradas que siempre dejas sobre la mesita de noche de tu cuarto (es la segunda puerta a la izquierda) -aclaró bajando la voz.
-¿Pero qué...?
 

Temas Similares

Respuestas
9
Visitas
342
Back